Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Inca y la Peste
Personajes:
Narrador (Abigail)
Pedro ( gregori)
María( Melanie)
Sacerdote ( Rubén)
Vigilante (rosmerlyn)
ACTO I
Narrador: Ella era María Antúnez, una mujer hermosa, pero caprichosa,
extravagante y ambiciosa. Él era Pedro Alonso de Orellana, un joven valiente y
supersticioso, que la amaba a ella, sin límite y con delirio. Los dos, vivían en la
ciudad española de Toledo.
Narrador: María se enjuga los ojos con su pañuelo. Le mira con tristeza y
suspirando vuelve a llorar. Pedro muy enamorado, la abraza, mirando su
hermoso rostro y le dice:
María: — Es que yo fui poseída del brillo de esa ajorca. Salí del templo, llegué
a mi casa, pero no puedo dormir en las noches. (se pone a llorar)
PEDRO: — ¡Ya deja de llorar! ¡Amor mío! Algo te está atormentando. (le da un
abrazo de consuelo)
María: — ¡Amor mío! Ahora mismo, quiero tener esa joya en mis manos.
María: — ¡Lo harás amor mío! ¡Me haces muy feliz! (le da un beso en la boca y
ambos arden de pasión)
ACTO II
Narrador: Al día siguiente, casi de noche, Pedro ingresa a la catedral de
Toledo. Trasciende el incienso y oye las campanas de la torre, que estremecen
los ambientes y le iluminan lámparas de plata. Se celebraba la octava de la
virgen, que tenía la valiosa ajorca de oro, La multitud de fieles, poco a poco se
van a sus hogares. De pronto, se apagan las luces de las capillas y del altar
mayor. Mientras que el vigilante cierra las puertas del templo.
Pedro: — Tengo que ocultarme detrás del altar, para que nadie me vea.
Aunque la catedral ya está vacía.
Pedro: — ¡Lo hago por amor! ¡Perdóname Dios mío! ¿Será un crimen? ¡No lo
sé!
Narrador: Pedro avanzaba con las piernas temblando y con la frente sudorosa.
Solo oía el murmullo del viento y el sonido imperceptible como de un fantasma.
Pedro: — ¡Tengo que seguir y cumplir mi plan! ¡Tengo que avanzar y morir por
ella!
Pedro: — ¡Soy fuerte! ¡Nada me hará caer! Esa lámpara brillante me nubla la
visión.
Narrador: Pedro con los ojos cerrados, veía a las imágenes del sepulcro que
parecían como fantasmas. Cuando abrió los ojos, dio un grito de horror, al ver
los cadáveres secos, de los reyes, santos, demonios, guerreros, damas, pajes
y de los villanos. Y él, seguía con los pies suspendidos.
Pedro: — ¡No puedo resistir más! Me duele la cabeza. ¡No soporto más! ¡Mis
sienes van a estallar! (se agarra la cabeza y habla gritando)
Sacerdote: — ¿Qué haces hijo mío con la ajorca de oro de la virgen? (le toca
su cabeza llena de sangre). NARRADOR: Pedro abre los ojos, dando una
horrible carcajada y exclama: