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TEMA 4

EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO

El tema 4 inicia como terminó nuestra oración de alabanza “en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”.

Vamos a empezar nuestro tema diciendo:

 “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”,


 “Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión en el
Espíritu Santo esté con ustedes”,
 “Caminando, hagan discípulos de todas las gentes, bautizándolas en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Fórmulas trinitarias bíblicas y litúrgicas, muy clásicas. Este tema presenta la Trinidad de
personas.
Fíjense que esto viene muy ad hoc con lo que estamos viviendo en nuestra liturgia,
porque precisamente en domingos anteriores nosotros celebrábamos la fiesta de la
Santísima Trinidad. Es decir, ese misterio trinitario, ese Dios trinitario: Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu Santo, que forman una sola esencia de Dios. No son tres dioses
distintos sino uno solo. Y este misterio es difícil de comprender para nosotros como
personas, pero tan simple y básico en el que Dios se manifiesta para cada uno de
nosotros, en esa Trinidad Santa, es precisamente lo que vamos a ver el día de hoy. No
hay acción de la Iglesia que no sea trinitaria. Todo lo que Dios hace lo hace el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Por eso todo lo rendimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
quizá en algunos momentos de la historia de nuestra Iglesia, la historia en la que Dios se
manifiesta al hombre, vemos más como la acción de uno como en la salvación o cuando
Jesús se encarnó, pero no se encarna solo, es enviado el Ángel Gabriel por el Padre. Es
el Espíritu Santo quien hace ese milagro de la Encarnación en la Virgen. Y es Cristo
mismo que se encarna. Sigue siendo una acción trinitaria por donde quiera que nosotros
lo busquemos.
No es una fórmula, es reconocimiento y confesión de fe. En el bautismo el sacerdote
hecha el agua tres veces y diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo”. En el nombre de... significa reconocer al Dios Uno y Trino y
confesarlo con los labios en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pues no

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hay más que un solo Dios, el Padre Todopoderoso, el Hijo y el Espíritu Santo: la
Santísima Trinidad.
No hay un Padre si no está el Hijo y el Espíritu Santo, un Dios que se manifiesta de
manera trinitaria.
En las verdades dogmáticas hay una jerarquía, no todas tienen la misma importancia.
Las verdades centrales más fundamentales y primeras, de las que todas los demás
dependen son: en primer lugar, Dios Uno y Trino y en segundo Jesús, Dios Hombre y
el valor salvífico de su Encarnación y de su Cruz. Cat 232-267

Es decir, vamos primero por partes: ¿qué es un dogma?


Nosotros hablamos de estas verdades, dogmáticas, pero un Dogma en la Iglesia, un
dogma es una verdad que debemos de creer, un dogma es una verdad revelada y que
tenemos que creer. Que no hay de otra, o sea, que es como es y que Dios lo reveló,
precisamente, y la Iglesia lo adquiere como una verdad única de la iglesia.
Dice que hay varios Dogmas, todos los dogmas son importantes, pero unos tienen
jerarquía, unos más importantes o unos de los que parten los demás, de los más
importantes o de los que dependen los demás, es:
Primero: el dogma uno de los más importantes que tenemos, un Dios uno y trino, un
Dios único y verdadero, dividido en tres personas que son el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
El segundo dogma que parte de la Trinidad de Dios es Jesús Dios y hombre
verdadero.
De la Trinidad Santa: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, solo el Hijo tiene dos
naturalezas, la humana y la divina. Jesús verdadero Dios y verdadero hombre, no hay
otro, o sea el Padre no se hizo hombre, el Espíritu Santo no se hizo hombre o no se hizo
Paloma, no tiene dos divinidades, no tiene dos naturalezas, mientras que Jesús tiene
dos naturalezas, verdadero Dios y verdadero hombre, entonces aquí es donde nosotros
tenemos que entender este segundo dogma, Jesús Dios y Hombre. Y precisamente el
valor salvífico de la Encarnación y de la Cruz, es la importancia de que al Jesús ser
verdadero Dios y verdadero hombre importa tanto su Encarnación en el vientre de María,
el que se haya hecho hombre como nosotros. El que haya muerto incluso, y haya
padecido estas partes y, por supuesto, el valor de la Encarnación y de la muerte en la
Cruz.

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La Trinidad es un Misterio De Fe, “misterio escondido en Dios, que no puede ser
conocido si no es revelado desde lo alto”. Dios ha dejado huellas de su ser trinitario en la
Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su
ser como Trinidad Santa, constituye un misterio inaccesible a la sola razón, e incluso a la
fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.

No hay otra manera de saberlo. Es un misterio y es un misterio revelado y es un misterio


que tenemos que creer. No podemos entenderlo, sin embargo, nos vamos dando cuenta
de cómo Dios se manifiesta de manera trinitaria desde el Antiguo Testamento hasta
nuestro tiempo.

El Padre revelado por el Hijo


La invocación de Dios como Padre se reconoce en muchas religiones; en la revelación
se le llama Padre de Jesús, y nosotros hijos de ese Padre, porque nos insertamos en
Jesús. Es Padre porque engendra a la segunda persona. Al designar a Dios con el
nombre de “Padre”, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que es el
origen primero de todo y autoridad trascendente; y su ternura paternal y maternal, su
bondad y solicitud amorosa.

Es decir, nosotros sabemos que la primera persona de esa Santísima Trinidad es el


Padre, el Padre en dos aspectos importantes, el Padre como el que engendra al Hijo y
que se entiende como que el que inicia, aunque Dios en sí tiene un solo principio. Sin
embargo, él es el que es la fuente de, para poder tener a la segunda persona y a la
tercera persona de la Trinidad, y también Padre por su manera de actuar hacia con
nosotros. Esa manera de cuidarnos, de guiarnos, de crear todo para nosotros como
hombres, entonces es por eso por lo que le llamamos Padre a la primera persona de la
Santísima Trinidad.
Jesús, reveló que Dios es Padre en un sentido nuevo, no solo en cuanto a creador, es
Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente solo es Hijo en relación a su
Padre, “Nadie conoce bien al Hijo, sino el Padre. Ni al Padre nadie lo conoce sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Mateo 11: 27.

¿Quién podría revelarnos al Padre? Pues solo aquel que lo conocía y aquel a quien era
designado para revelarnos y era precisamente Jesús, El Hijo único de Dios

La Iglesia confesó en el año 325 en el Concilio de Nicea, que el Hijo es “consubstancial”


al Padre, un solo Dios con El. El segundo Concilio ecuménico en Constantinopla en el
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año 381, conservó esta expresión en su formulación del credo de Nicea y confesó “al
Hijo único de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Luz de luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre” DS 150.

Es bien importante aquí este párrafo y por aspectos distintos, primero:


Entender ¿qué es un Concilio?:
Concilio es una reunión de la Iglesia, convocada por el papá en la mayoría de sus veces,
en el que se reúne todo el Consejo Apostólico, es decir, los obispos y más, personas que
forman parte de estas, que hacen estas verdades de la Iglesia. Entonces, este Concilio
en el que hablamos es el Concilio de Constantinopla, después el de Nicea, aquí se
reúnen a ver situaciones de la Iglesia, sobre todo en el tiempo en el que se está viviendo
en ese entonces. Y entonces, en el tiempo del Concilio de Constantinopla y de Nicea
había muchas herejías, había muchas personas que hablaban cosas que no eran, el
hecho de decir que Jesús no era Dios, que por lo tanto era solamente hombre, otros
decían que no era hombre que era solo Dios y entonces de estas reuniones nació el
credo. El credo es una profesión de fe, en donde todos los dogmas principales de la
Iglesia los tenemos en el credo. Creemos en un Dios Padre todopoderoso, en un Hijo,
Hijo único de Dios, en el Espíritu Santo, en la Iglesia, los Sacramentos, el credo no es
una oración, es una profesión de fe. ¿Y entonces? El credo que nosotros conocemos
como el credo largo, es el credo Niceno constantinopolitano, es decir, el credo que se
hizo en el Concilio de Nicea y de Constantinopla, y entonces ahí donde empiezan este
grupo de Iglesia, esta Iglesia, el papá y los obispos de ese tiempo, a ver las verdades de
la fe para hacérselas saber a los fieles y que eso fuera lo que creyeran, lo que
profesaran y no las herejías que algunas sectas o algunas personas estaban hablando,
entonces ahí nace el credo, por eso les parecerá conocido esta parte del credo en el que
fíjense, del credo de Nicea en el año 325 al de Constantinopla en el año 381, hay una
diferencia de 56 años. Estos 56 años, nos enseñan algo importante, o sea, como esa
oración que nosotros pensamos que es oración, esa profesión de fe que tiene contiene
todos los dogmas de nuestra fe, se fueron haciendo en distintos Concilios, distintas
reuniones con distintas personas, por los ataques. O sea, los dogmas no se escriben por
imposición, se estudian, se ve la manera a la luz del del Espíritu Santo, a la luz de la
razón, para poder determinar que es un dogma. Entonces se nos hace conocido el: creo
en un solo Dios Padre Todopoderoso, decía, y que en el concilio después de 60 años,
dice, y se le agregó esto de: al Hijo único de Dios, engendrado del Padre antes de todos
los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no
creado. Y entonces ahí es donde vemos esta parte que, bueno, ya nuestra traducción ya
nos dice, que es engendrado no creado , ya no dice que es consubstancial al padre, pero
dicen de la misma naturaleza del Padre, eso es lo que significa consubstancial, de la
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misma naturaleza del Padre. Si ustedes buscan en el diccionario en Internet que es
consubstancial, es una palabra que solamente se utiliza en términos religiosos y es “de
la misma naturaleza de”. Entonces, Jesús es consustancial al Padre porque es de la
misma naturaleza, en todo es igual al Padre.

En Dios la naturaleza es única y se llama consubstancial una, única y la misma


naturaleza para los tres, y con la misma inteligencia, la misma voluntad de los tres.
242.

Es importante que entendamos esto, porque no es que el Padre es el que manda, el Hijo
el que obedece y el Espíritu Santo el que actúa, o sea, los tres tienen la misma
inteligencia, la misma voluntad, la misma divinidad. Sin embargo, pues digamos que
están organizados de una manera en que, aunque los tres son iguales, van haciendo
que funcione esa dignidad en pro de los hombres. Es ahí donde nosotros entendemos
los dos, es que el Espíritu Santo lo imaginamos siempre como una Paloma y decimos
pues la palomita como es un animalito, pues nada más obedece. No!!, el Espíritus Santo
también es consubstancial al Padre y al Hijo. Decimos creo en el Espíritu Santo y
hablamos que es el amor del Padre y del Hijo, creemos en esa parte en el que la misma
naturaleza del Padre que fue creado Jesús. El Espíritu Santo también es parte de sus
dogmas, porque tiene esa misma naturaleza.

El Padre no tiene una inteligencia, otra el Hijo, y otra el E espíritu Santo, muy unidas,
muy comunicadas, sino que es la misma: Los planes de la mente de Dios, las decisiones
y de la voluntad de Dios es de la naturaleza, no de las personas.

Es decir, su naturaleza divina, la naturaleza de los tres es la misma y no uno piensa una
cosa y el otro otra, y se ponen de acuerdo. No!!. Es una única naturaleza dividida en tres
personas que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu


Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de “otro paráclito” -abogado, defensor- el
Espíritu Santo. Este, que actuó en la creación (Génesis 1: 2) y “habló por los profetas”,
estará ahora junto a los discípulos y en ellos, para enseñarles (Juan 14:16) y conducirlos
“hasta la verdad completa” (Juan 16: 13). El Espíritu Santo es revelado, así como otra
persona divina con relación a Jesús y al Padre. 243.
Jesús es la revelación de Dios en la humanidad y él mismo revela al Padre y al Espíritu
Santo, antes de que Jesús hablara del Padre, sabían de Dios, pero no sabían que había
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un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo, incluso esa era la molestia de los judíos, ¿Cómo
puede hablar de esta manera’?, ¿De qué rayos está hablando? No, no. ¿Cómo se dirige
a Dios como Padre? Entonces revela al espíritu Santo. Lo revela, más no es que
empiece la función del Espíritu Santo, cuando Jesús lo envíe en Pentecostés. No!!. El
Espíritu Santo actuó desde el libro del Génesis 1:2. “Y un viento de Dios aleteaba por
encima de las aguas”, era parte de la creación, ahí estaba el espíritu Santo. En el credo
decimos: “y habló por los profetas”. Los profetas fueron antes de Jesús en el Antiguo
Testamento, o sea, ¿quién hablaba por medio de los profetas?, el Espíritu Santo, y dice
también, es parte de la vida de Jesús y se los demanda a sus discípulos para que
continúen con la misión que se les ha encomendado, y hasta nuestro tiempo el Espíritu
Santo sigue actuando en cada uno de nosotros, para continuar con esa misión que
Cristo nos ha encomendado.

El Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo
de la misma sustancia y de la misma naturaleza. Por eso, no se dice que es solo el
Espíritu del Padre, sino a la vez el Espíritu del Padre y del Hijo “y por eso con el Padre y
con el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.

Por eso celebramos la fiesta de Pentecostés, al Espíritu Santo. O sea, no es que, ah


bueno, pues hay que ver ¿cómo le celebramos?, todas las acciones de la Iglesia son
trinitarias, sin embargo, celebramos en la acción del Padre, celebramos al Hijo en la
mayoría de las actividades y al Espíritu Santo también, todo es trinitario. Por eso es que
nosotros damos ese esa misma adoración a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu
Santo.

Procede del Padre y del Hijo.


El Concilio de Florencia en el año 1438, “El Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la
vez del Padre y del Hijo, procede eternamente tanto del uno como del otro, como de un
solo principio y por una sola espiración, procesión”

Es decir, los tres existen desde el mismo tiempo, van a decir: pero como si el padre
al mismo tiempo Dios se mide en esas tres personas, existe el Padre y el Hijo y el
Espíritu Santo desde siempre y para siempre. Se dice que esto se reveló en el año en el
Concilio de Florencia, en el año 1438. O sea, pasamos del 325 hasta 1100 años
después, para poder llegar a esta verdad del Espíritu Santo. Entonces, fíjense como la
Iglesia ha ido poco a poco descubriendo este misterio, y dándolo a conocer a todos
aquellos cristianos, para que nosotros lo creamos y lo vivamos. Y que a veces todavía
ignoramos muchas cosas, y eso que esto parte, pues de hace ya miles de años.
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Lo del verbo se llama generación, la del Espíritu Santo se llama procesión. Procesión
del Espíritu Santo a partir del Hijo porque todo lo que le pertenece al Padre se lo dio a su
Hijo único al engendrarlo, a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del
Espíritu Santo a partir del Hijo la tiene eternamente de su Padre que lo engendro.

Es decir, a Jesús el Padre no le da el ser Padre a Jesús, sino el ser Hijo. El Espíritu
Santo procede de los dos, o sea, no es que sea Padre e Hijo, sino que es el amor de
ambos. Es la naturaleza de ambos, que actúa como una persona dentro de la trinidad
misma.

La Santísima Trinidad en la doctrina de la fe


La fe revelada de la Santísima Trinidad estuvo desde los orígenes en la fe viva de la
Iglesia sobre todo en el bautismo., y era regla de fe bautismal formulada después en la
Catequesis y en la Liturgia de la Iglesia. Y la frase de la misa tomada de la segunda
Carta de Corintios “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la
comunión del Espíritu Santo” y demás formulaciones trinitarias se encuentran ya en los
escritos apostólicos.
Y es doctrina de fe, es parte de nuestra fe misma el hablar siempre del Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.

El dogma de la Santísima Trinidad


La Trinidad es una. No confesamos tres dioses, sino un solo Dios en tres personas:
“Trinidad Consubstancial. Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino
que cada una de ellas es enteramente Dios: El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo
lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un
solo Dios por naturaleza. Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la
substancia, la esencia o la naturaleza divina”.

Las personas divinas son realmente distintas entre sí, el Padre es quien engendra, el
Hijo es engendrado, el Espíritu Santo es quien procede, la unidad divina es trina, las
personas divinas son relativas unas a otras.

Uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo Señor Jesús, por quien
todas las cosas son, un Espíritu Santo en quien son todas las cosas.

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O sea, al Padre le atribuimos que de él se generan las cosas. A Jesús que para él o por
él son las cosas, y el Espíritu Santo es de quien son las cosas. La creación la pensó el
Padre, la planeó, en eso iba en los hombres, el hombre que es el creado por Dios. Sin
embargo, es un plan que no solamente es de Dios, sino porque en ese plan también
viene a Jesús como Salvador de ese hombre dentro de la creación, y el Espíritu Santo
como esa acción continua. Todo lo que hace Dios lo hace de manera trinitaria. Cómo les
explica desde el principio con la Encarnación, Dios Padre quizás manda al Ángel San
Gabriel a anunciar a María que va a ser Madre de Dios. Ese es como la parte en la que
hace el Padre, el Espíritu Santo hace que el verbo se encarne en María, ósea, Jesús se
encarne en María. Y es Jesús el que en esa Encarnación viene a la salvación y a la
redención. Pero no solamente ahí, sino actúa también el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, en todo tiempo, incluso en la propia redención. Quizás es un tema difícil de
explicar o de entender, sin embargo, es un dogma de fe que, a la luz de la fe, nosotros
tenemos que aprender básicamente a saber que tenemos un solo Dios en tres personas
distintas, que actúan siempre y para siempre en nosotros. Es una misma sustancia, la
misma naturaleza. Y que a las tres personas distintas les rendimos la misma adoración y
Gloria. Para no solamente dirigirnos a Dios Padre, o solamente me dirijo a Jesús, o
solamente pienso que el Espíritu Santo lo invoco antes del tema de mi Lection y ya no
hace más que ser parte de la edificación, los tres actúan siempre y para siempre en
nuestras vidas.

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