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Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y Educación.

Escuela de Letras.

Taller de Literatura Venezolana I

Profesora Laura Toloza.

De Gouveia Dias Andrea Virginia.

C.I: 27.035.352

Ejercicio N°1

COSTUMBRISMO EN LOS DÍAS DE LA VIEJA CARACAS

Un bosquejo es una línea general, un trazado que nos permite vislumbrar una idea, como

en los manifiestos Satíricos y costumbristas venezolanos podemos explorar la sociedad venezolana

del siglo XIX, cansada y maltratada de las luchas independentistas y en búsqueda de reclamar la

calma y paz por la cual se sacrificó en los días de revolución, entonces nace luego del estallido del

romanticismo, cuando la burguesía comienza a sentir melancolía de sus orígenes campesinos y ve

con la revolución industrial, el cambio del campo a la ciudad como sus costumbres se transforman.

En sus palabras se resaltarán tradiciones, hábitos, hitos y características representativas de la

personalidad del ciudadano, de sus diversos paisajes y hasta de la flora y fauna local. Acompañado

de una narrativa anecdótica en vez de documentaria, sin aislar el hecho lingüístico ni literario, un

ejercicio que en ocasiones acercó a esos retratos e historias a el terreno de la ficción.

Para iniciar los manifiestos se presenta Contratiempos de un viajero de Juan Manuel

Cagigal, un relato corto sobre la odisea del autor al arribar en Caracas, ciudad testigo de grandes

acontecimientos o en palabras de Cagigal (1958) “La ilustre cuna del héroe de la América del Sur,
la capital de la ínclita Venezuela” (pag.16) El primer artículo da la bienvenida al lector,

posicionándose en la piel del autor y su llegada a Caracas; en los ojos del que retorna a la ciudad,

tenemos una visión de pez fuera del agua. Caracas es el paraíso prometido, el Eden, que hasta su

autor ofrece escribir a su amigo sobre su estado actual, pero a medida que se profundiza el relato,

como Cagigal advirtió al comienzo, los viajes, el carnaval y los martes hacen que Caracas se

transforme en su antagonista.

Sin más se demuestra los desvalidos de un viajero que vuelve a su patria, pero no de una

lírica poética como así lo hubiera preferido Bonalde, al visitar el lugar de descanso de su madre,

muerta en su ausencia, y ver la luz de sol reflejada en el mar de las playas. El costumbrismo no

deja cavidad para lo sublime, en sus días libres Cagigal deja de ser un ingeniero o matemático y

se sumerge en el río de lo cotidiano, cumpliendo su papel de divulgador, que para esas épocas los

periódicos funcionaban más como órgano de opinión a través de la crónica. Entonces el escritor

de costumbres hacía las veces de periodista cuando deseaba denunciar, en un matiz de humor y

burla, algún desliz de las autoridades o rasgos del carácter citadino de sus vecinos.

La nueva manera de relacionarse del siglo XIX era un mestizaje entre la tradición y la

modernidad, conjugándose en el periodo la pintura del ambiente rural a lo urbano. Y esto se puede

apreciar en la pluma de Cagigal, quien hace referencias mitológicas al expresar su disconformidad

y las une con su característico estilo, que compagina con la corriente moderna. Tiene la intención

de reformar e infiltrarse en el ámbito político social, tratando de copiar o asemejar la realidad con

escenas algunas veces crudas y un vocabulario rudo y grosero, que puede disfrazarse con

elocuencia “Díjome, creyendo sin duda consolarme, que se invertiría en el camino; mas el camino

está como estaba y todos los años lo reparan; parodia exacta del tonel de las Danaides.” (Cagigal,

1958, pag.20)
Es un escrito basado en una experiencia mundana y cómica innovada al campo literario,

componiéndolo de una red compleja donde el trayecto con una mula de carga se puede rememorar

la narratva bíblica de Balaam, o en la llegada a la capital se atreve citar al filósofo Michel de

Montaigne. Todo es válido, todas las herramientas pueden ser utilizadas por el autor con la excusa

de notificar a su sincero amigo su retraso. Muestra lo transparente y tosco de la ciudad que hasta

de apariencia se debe vivir “Al contrario, aparenté ser filósofo (porque has de saber que para vivir

aquí es menester ser filósofo, cuanto más aparentarlo)” (Cagigal, 1958, pag.16)

Es de este fenómeno que Caracas se convierte en némesis contra el bienestar del autor. Su

mestizaje propina en el centro de la ciudad la torre de la catedral, presentando un misticismo

cristiano, vestigio del entrelace de la antigua ocupación de la corona católica española, y luego

abruptamente en sus calles se reciba con globos de agua y huevos para brindar honores al martes

de carnaval. La parodia formada de un viajero que comparte el mismo recorrido de Alejandro de

Humboldt, explorador considerado cofundador de la geografía como ciencia empírica, que tiempos

atrás de Cagigal había residido en Caracas y dejado una huella en su historia, puede sentirse la

sátira al nombrar a Humboldt como un hombre que fantaseó con la ciudad.

Humboldt asienta que está a 1323 varas sobre el nivel del mar; bien que para mí

tengo, o que se erró en el cálculo, o que el barómetro, en el momento de la observación,

estuvo bajo la influencia perturbatriz de alguna atmósfera local; pues yo afirmo, juzgando

por lo que subí, que la tal cumbre puede disputársela al mismo Chimborazo. (Cagigal,

1958, pag.18).

Es la tierra que Humboldt bosquejó en Cartas Americanas como la parada idónea para

descansar y tener una vida plácida.


No sabría repetírte suficientemente lo feliz que me encuentro en esta parte del

mundo, a cuyo clima me he habituado de tal manera que parecería que nunca hubiera

habitado en Europa. Quizás no exista en todo el universo un país donde se pueda vivir de

modo más agradable y más tranquilo que en las colonias españolas, que recorro desde hace

quince meses. El clima es muy saludable, el calor comienza a ser intenso sólo por la mañana

a partir de las 9 horas y no dura más que hasta las 7 horas de la tarde. Por la noche y por la

mañana, hace mucho más fresco que en Europa. La naturaleza es rica, variada, inmensa y

majestuosa por encima de toda expresión. Los habitantes son dulces, buenos y

conversadores, en verdad despreocupados e ignorantes, pero sencillos y sin pretensión.

(Humboldt, 1989, pag.51).

Mientras que Cagigal admiraba, desde su lente costumbrista, a Caracas renovada con dolor,

después de ver alzarse el grito de la independencia en 1810, de sufrir los estragos del terremoto de

1812, a coronar con laureles de héroes a los próceres, para después exiliarlos y dejarlos retornar

nada más en un cuerpo muerto. ¿Dónde ha ido a parar la sociedad? ¿cuál es el ambiente que

Caracas debería adoptar?

Tal cúmulo de acontecimientos en tan breves años reconoce causas que

naturalmente se enlazan con los diversos estados por donde ha ido pasando la sociedad

americana; y cierto que su investigación brinda materia fecunda a la sagacidad de un

viajero. No es, pues, la esterilidad del asunto lo que me ha impedido escribirte; otro ha sido

el obstáculo: poderoso, insuperable. Juzga tú mismo (Cagigal, 1958, pag.16).

Para la ola del costumbrismo Caracas es una ciudad en vía de mutar sus tradiciones

citadinas a modernas, sea para marcar la calidad del espacio nacional, para diseñar pactos

nacionalistas o para afianzar la memoria colectiva de sus ciudadanos. Creando una nueva
generación venezolana que da muerte a lo histórico y va con esperanza en aras del futuro industrial,

formándose una identidad comprometida con la imagen que proyecta como cuna de la revolución

en toda América. Por ende, Caracas debe cumplir un papel con sus ciudadanos y visitantes, debe

verse actual, ajetreada, desbordada de trabajo, ser un mosaico de oportunidades y puertas abiertas.

Como enfatizó Cagigal (1958).

En este sentido Caracas es todo puertas. Sitúate en la gran plaza del mercado, toma

a tu arbitrio una cualquiera de las calles que a ella se dirigen, síguela sin cambiar de rumbo,

y pronto respirarás el aire puro de los campos sin haber tropezado con ningún linaje de

obstáculos (pag.20).

Y en su experiencia la escritura se moverá a la par de la ciudad y sus transeúntes, sin

ganarse enemigos, irá creciendo llegando por medio de periódicos y sus cronistas, teniendo los

contratiempos de un viajero, adhiriéndose a la luminosa época moderna y buscando nuevos

rincones que saciar sus excesos.

Caracas, 14 de diciembre del 2021

Referencias

Antología de costumbristas venezolanos del siglo XIX. (1958) Satíricos y costumbristas

venezolanos. Volumen 1 de Primer festival del libro popular venezolano. Caracas,

Venezuela: Organización Continental de los Festivales del Libro

Humboldt, Alejandro. (1989) Cartas Americanas Volumen 74 de Biblioteca Ayacucho. Caracas,

Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho.

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