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El retraso de los Magos

La Cabalgata estaba preparada desde hacía horas, pero no salía. Melchor paseaba muy nervioso:
¿Sigue sin aparecer Gaspar?, Nadie lo ha visto desde ayer. A Baltasar el gesto se le descomponía.
¿Cómo puede desaparecer Gaspar en un día como hoy? ¡Llegaremos tarde a todas partes!
Melchor le escuchaba, moviendo la cabeza en sentido afirmativo. Es cierto. No podemos esperar
más. Baltasar se retorcía las manos. Pero nuestra Cabalgata es de tres reyes. ¿Cómo vamos a ir
solo dos? Uno de los pajes de Melchor, susurró: A mí no me importaría hacer de… No pudo acabar
la frase porque en ese momento apareció Gaspar. No hace falta. Estoy aquí. ¡¡Pero se puede
saber…!! le gritaron a la vez Baltasar y Melchor. Me desanimé. Me deprimí. Y decidí dejarlo. ¿Por
qué? se asombró Melchor. ¿Te ha sucedido algo? preguntó Baltasar. Gaspar se fue hacia su
camello cabizbajo y montó. Los otros reyes hicieron lo mismo. La Cabalgata empezó su marcha. Y
Gaspar, al fin, les respondió: Los niños me piden cosas imposibles: felicidad, paz, amor… ¡Y yo solo
puedo llevarles objetos! Eso hace que me siente mal y me desanimé. Melchor resopló: ¡Vaya! ¡Así
que era eso…! ¿No es bastante? preguntó Gaspar. Los niños siempre piden más de lo que hay. Es
su naturaleza. Pero basta con dejarles cosas que no vayan en contra de sus sueños. O sea, objetos
que les hagan un poco más felices, juguetes que no atenten contra la paz, libros que pacifiquen…
¿De veras? Claro, Gaspar. Siempre te has pasado de sensible. Vaya. Pues gracias por la aclaración.
Y colorín colorado, esto es lo que pasa si ves que los Magos llegan tarde a tu casa

Día de Reyes:
Me parece una bonita explicación. Espero haberlo conseguido. Dice así:

Apenas se había sentado al llegar a casa. Dispuesto a escuchar como cada día lo que su hija le
contaba de sus actividades en el colegio, ésta en voz baja, como con miedo, le dijo:
-Papá, quiero que me digas la verdad.
-Claro, hija. Siempre te la digo.
-Es que…-titubeó la niña.
-Dime, hija.
-Papá ¿existen los Reyes Magos?
El padre se quedó mudo, miró a su mujer intentando encontrar una salida ante aquella pregunta,
pero solo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo igualmente desorientado.
-Mis amigas dicen que son los padres ¿Es verdad?
La pregunta obligó a los padres a mirar a la niña, que le preguntaron:
-Y tú qué crees?
-No lo sé. Sí y no. Por una parte pienso que sí existen, porque no me mentís, pero como mis
amigas afirman lo contrario, dudo.
-Bueno, efectivamente son los padres quienes ponen los regalos, pero…
-Entonces ¿es verdad?-¡Me habéis engañado!
-No exactamente, porque los Reyes si existen-respondió el padre.
-Entonces no lo entiendo, papá.
-Siéntate y escucha la historia que te voy a contar porque ahora tienes una edad por la que la
puedes comprender.
-Cuando Jesús nació y los Reyes guiados por la estrella llegaron a Belén, llevaron los regalos como
prueba de amor y respeto, Ante la felicidad del niño, los Reyes comentaron:
-Es maravilloso verlo tan feliz. Deberíamos llevar regalos a todos los que en el mundo existen-dijo
Melchor.
-Sí, es una gran idea-exclamó Gaspar-pero imposible de realizar. No somos capaces de poder llevar
regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
-Sería fantástico-dijo Baltasar-pero Gaspar tiene razón.
Los Reyes se quedaron en suspenso, meditando la idea.
-Necesitaríamos millones de pajes-dijo Melchor-casi uno por cada niño.
-Lo tengo-exclamó Gaspar.
-¿Qué?-preguntaron los otros.
-Necesitamos a alguien que nos ayude que además quiera a los niños ¿no?
-Sí, claro-dijeron.
-Y decidme, amigos ¿Quién quiere más a los niños que sus propios padres?
-¡Es verdad! De esa manera tenemos un par de pajes por casa y además conocen perfectamente a
esos niños. Tenemos resuelto el problema.
-Y podemos mantener el concepto de que son los Reyes quienes hacen el milagro-dijo Melchor.
-Podemos exigir que cuando los niños tengan la edad suficiente para comprenderlo les sea
contada la historia para que continúen con la tradición añadió Baltasar.

Cuando el padre terminó de hablar, la niña exclamó:


-¡Ahora lo comprendo!

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