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Rowe 1994
Rowe 1994
William Rowe
Nuevo Texto Crítico, Año VII, Número 14/15, Julio 1994-Junio1995, pp. 37-47
(Article)
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LA CRITICA CULTURAL:
PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS
_____________________WILLIAM ROWE____________________
University of London
dos de relacionarse entre las personas, con los procesos simbólicos, que con
los modos de reproducción económica... ya nadie se juntaba para nada, ni
para jugar a las cartas o para hablar de fútbol en una esquina... en los cole-
gios, los estudiantes no podían hacer una reunión o un corrillo en los re-
creos, bajo pena de intervención." Los dos ejemplos hacen visible un con-
flicto entre el estado y la cultura, no al nivel de las políticas culturales, sino
al de los soportes básicos del mundo cultural. En la guerra civil en el Perú,
que está destrozando las bases de la vida de la población campesina, ésta ha
inventado maneras de reconstituir su universo. Más precisamente, en el
ejemplo dado del teatro quechua, se trata de reinventar la capacidad para
reflexionar sobre la experiencia, sin la cual no puede hablarse de campo
cultural. En cuanto al gobierno militar argentino, parece que hay casos de
relativo éxito en cuanto a la supresión de la memoria social. Indudablemen-
te, los ejemplos podrían revertirse: no se trata de clasificar los procesos his-
tóricos. Lo que sí quisiera proponer es que el estudio de la cultura tiene que
pasar por la pregunta por el objeto de estudio. No se debería estudiar el
campo cultural sin hacer la pregunta ¿cuáles son las condiciones de exist-
encia de un campo cultural dado? Y ¿cuáles son las transformaciones actua-
les del campo cultural en el que forzosamente nos colocamos? Son, obvia-
mente, preguntas interminables, sobre todo la segunda, pero creo que son
útiles para definir las bases de la crítica cultural.
El vaciamiento de los espacios simbólicos no es privativo de los estados
de guerra declarada. En un análisis del primer año del gobierno de Carlos
Menem, Beatriz Sarlo ha notado que este gobierno impone "la idea de que
la política consiste únicamente en la toma de decisiones y no en la construc-
ción de las alternativas dentro de cuyos límites se elije"; esta disminución de
la esfera política "desemboca en un gobierno que opera como si siempre
debiera enfrentar estados de excepción. No otra cosa ha sucedido con el
envío de tropas al golfo." La apariencia neutral, desideologizante de las de-
cisiones oculta otra cosa, la imposición de una nueva racionalización: "La
máscara neutra de las decisiones expresa, al mismo tiempo, que las políticas
de racionalización son las únicas posibles y que no son producto de ideolo-
gías". Lo neutro sería en última instancia lo no marcado por los códigos
valorativos, o sea lo aparentemente a-cultural: el énfasis en esta frase está en
el texto original, seguramente debido a la violencia implícita en la borradura
de los signos culturales, "el ocultamiento de los aspectos valorativos".
"El peligro de este tipo de intervenciones", dice Sarlo al resumir su ar-
gumento, "es el vaciamiento simbólico; desconstruidos... Ia narrativa y los
mitos del peronismo histórico, no se los reemplazó sino por la novela bur-
guesa de la racionalización mercadocrática, materia bien pobre para reem-
plazar la identidad política que el menemismo se propone disolver." El
adelgazamiento de la trama política que actualmente protagonizan Menem y
Fujimori (y podría añadirse Collor, entre otros) conlleva una violencia no
declarada: no sólo contra las condiciones económicas de los millones de
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habitantes que no son funcionales para los esquemas neo-liberales, sino
también contra las señas de identidad que tampoco son funcionales. Esta
violencia es tan legal como la abiertamente bélica, y no es casual que se
encadenen la guerra externa y el empleo de los métodos de la guerra dentro
del territorio nacional. El fenómeno ya se conocía, claro, en "el estado de
seguridad nacional", pero ha adquirido rasgos nuevos. Cuando Mario Vargas
Llosa, cuyo programa presidencial ha sido aplicado en grandes rasgos por
Fujimori, recurre a la guerra externa e interna en Historia de Mayta, no lo
hace para condenarla éticamente sino para conseguir una acelerada dismi-
nución de las diferencias simbólicas, y esto no sólo para demostrar lo invia-
ble de la ideología de izquierda, como ya lo hizo en La Guerra del fin del
mundo, sino para crear un vacío ético y político, sólo resoluble por la mod-
ernización neo-liberal. El hablador termina la tarea. El vacío político se
vuelve vacío simbólico. Con la parodia al indigenismo y a la antropología, se
destruye la posibilidad de una pluralidad de idiomas y de culturas como
factores constituyentes de la nación. El vaciamiento va más allá: desaparece
la possibilidad de un repertorio simbólico nacional y queda una superfice de
inscripción apta para la programática neo-liberal.
Hasta hace poco, basándose sobre todo en la experiencia chilena del
gobierno de Pinochet, se decía que los medios masivos estaban encaminados
a producir el mismo efecto y que parecía que no había modo de escaparse
de él. Ahora, al contrario, se reconoce que aquella actitud se apoyaba en la
supuesta pasividad de los receptores y la omnipotencia ideológica de los
medios, y que la crítica no debe dirigirse aiasladamente a los supuestos
mensajes sino que necesita considerar los medios como mediaciones, media-
ciones de la memoria popular entre otras cosas. Cuando se toman en cuenta
los códigos de recepción, la telenovela, por ejemplo, puede investigarse co-
mo lugar de encuentro entre la memoria popular y el imaginario de masa.
Otra vez estamos frente a la cuestión de las continuidades y discontinuida-
des de lo simbólico. Si la televisión convierte las distancias en simultaneida-
des e inunda los espacios locales de imágenes globales, es capaz también de
reformular las materias culturales locales.
Los vaciamientos de lo simbólico y las reinvenciones de las continuida-
des (sea por los grupos subalternos o los hegemónicos) deben entenderse
dentro de una coyuntura histórica más amplia. Entre las transformaciones
que afectan el horizonte actual, está el hecho que "la noción de una cultura
auténtica como un universo autónomo internamente coherente no es más sos-
tenible en ninguno de los dos mundos [tercer mundo y primero], excepto
quizá como una ficción útil o una distorsión reveladora". Las citas son del
libro de Néstor García Canclini, Culturas híbridas, estrategias para entrar y
salir de la modernidad, que explora los efectos del hibridismo cultural. En-
tre ellos está el hecho que "a fines de siglo, el acceso a perspectivas multi-
culturales no es exclusivo de escritores, artistas y políticos exiliados, sino de
pobladores de todos los estratos". Hay un vasto proceso migratorio que in-
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NOTAS
1.Como es sabido, el Perú en los últimos años ha llegado a ser el primer país del mundo
en cuanto a Ia desaparición de las personas.
2.Esta idea fue expuesta por Catherine Boyle en una charla sobre los métodos para el
estudio del teatro latinoamericano, Londres, Institute of Latin American Studies, 1990.
3.María Cristina Mata, et. al. "Memoria y acción popular", en N. García Canclini, Ed.,
Cultura transnacional y culturas populares. Lima 1988, 241. Habría que añadir que el efecto de
la amnesia no se debía tanto a la intervención directa del estado como a la auto-vigilancia; ver
242: "hubo una sociedad que se patrulló a sí misma".
4.La frase mundo cultural la utilizo en conexión con las propuestas de Merleau-Ponty
sobre el hecho que la conformación de las percepciones en campo perceptivo se apoya en el
mundo cultural compartido. Ver La Fenomenología de la percepción, Cap. 1.
5.Beariz Sarlo, 'Menem, cinismo y exceso', Revista de Crítica Cultural 2, 3, p. 7. Publicado
originalmente en Punto de Vista, 39 (diciembre 1990).
6.Id., 8.
7.Hace 3 años se oyó decir públicamente a un oficial de la Embajada Norteamericana en
Londres que los pobres no estaba incluidos en the American dream.
8.La mejor formulación de estos argumentos es la de Jesús Martín-Barbero en De los
medios a las mediaciones, Barcelona, 1987.
9.México, 1990, 293. RCC, 1, 10.
10.Néstor García Canclini, 'Escenas sin territorio: estética de las migraciones e identida-
des en transición', Revista de Crítica Cultural, 1, 1, p. 9
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11.Ibid.
12.G. Deleuze y F. Guattari, Ana Oedipus, 316. Ver también 258-260.
13.Me refiero a las de la población, no de las fuerzas armadas.
14.Ver Nelson Manrique, 'La década de la violencia', Márgenes, III, 5-6, p. 165, 24-25.
15.Id., 166.
16.Han sido bastante documentados —por ejemplo por Manrique en el artículo citado —
los intentos de impedir que el campesinado participe en el mercado, y la destrucción de las
instalaciones tecnológicas modernas.
17.Ver Jesús Martín-Barbero, Procesos de comunicación y matrices de cultura. México
[1988?], 33-34.
18.Ver Patrick Brantlinger, Crusoe's Footsteps. New York 1990.
19.Ver Indios, ejército yfrontera. México 1982, 98.
20.Id., 105.
21.Id., 12.
22.Ver Josefina Ludmer, El género gauchesco: un tratado sobre la patria. Buenos Aires
1988, 236.
23."Política y violencia en el Perú", Conferencia en el Institute of Latin American Stu-
dies, Londres, 9.5.90.
24."Garcilaso Inca de la Vega: El escritor en busca de una patria", ponencia para el
Congreso Internacional "Los mundos de Garcilaso", Madrid, Abril 1990.
25.Montoya, 'El socialismo mágico es posible', Nariz del diablo (Quito), 14 diciembre
1989.
26.Alberto Flores Galindo, Buscando un Inca: identidad y utopía en los Andes. La Haba-
na 1986, 322.
27.Rodrigo Montoya y Luis Enrique López (eds.) ¿Quiénes somos? El tema de la identi-
dad en el altiplano. Lima 1987.
28.Id., 80.
29.Ver la idea de la utopía andina en los libros de Flores Galindo y de Manuel Burga
(Nacimiento de una utopía: muerte y resurrección de los incas. Lima 1988).
30.Debo estos datos a Nelson Manrique.
31.VetPistaco Perú, texto teatral de Julio Ortega, todavía inédito.
32.Esta fue la actitud de Nelson Manrique.