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Dentro de las herramientas más comunes tenemos los impuestos, los subsidios,
controles de precios, tasas de interés y el gasto público.
Keat y Young plantean cinco funciones primordiales que el gobierno puede llevar
a cabo en una economía de mercado:
En primer lugar, proporciona un marco legal y social dentro del cual los
participantes en el mercado compran y venden bienes y servicios producidos con
los recursos escasos de la economía.
El Estado organiza las condiciones bajo las cuales los ciudadanos, en su calidad de
personas privadas efectúan intercambios dando sustento al proceso productivo
destinado a la satisfacción de las necesidades sociales. El Estado desarrolla y
garantiza el derecho privado, el mecanismo del dinero, la infraestructura, etc.;
proporciona las premisas existenciales de un proceso económico guiado
únicamente por el lucro individual, pero que se legitima, sin embargo, en tanto
satisface las necesidades sociales.
El aspecto externo del Estado moderno está relacionado con la forma histórica
de su origen. El estado nacional surge a mediados del siglo XVI como un sistema
de Estados que surgen a partir de las relaciones que se derivan del
establecimiento de una economía global y del tipo de las relaciones pertinentes,
que van conformando un mercado mundial.
La emergencia del Estado nacional ocurrió como un proceso sin planeación y sin
el apoyo de una ideología común, sino como respuesta frente a tres situaciones
que exigían la creación de estructuras institucionales capaces de conformar una
voluntad unitaria superior a los intereses particulares. Estas situaciones son: los
cambios de escala de la sociedad; las consecuencias de los cambios realizados en
las distintas formaciones políticas y la lógica de la reproducción del sistema, en
su conjunto.
Según Adam Smith, la teoría del crecimiento económico está basada en tres
elementos fundamentales: la división del trabajo, la acumulación de capital y el
comercio internacional.
Dentro del stock de capital público, las infraestructuras tienen una participación
muy significativa por lo que la inversión en infraestructuras tiene una influencia
decisiva en la actividad económica y, por tanto, en el desarrollo de las regiones.
Es por ello que una de las principales preocupaciones de los gobiernos ha sido y
es la de dotar al territorio de infraestructuras suficientes que ayuden al desarrollo
de sus naciones.
Así mismo, los distintos modelos de Protección Social existentes, constituyen una
de las principales garantías de cohesión social de los distintos países.
a) Principio de Competencia
b) Principio de Universalidad
c) Principio de Unidad Presupuestaria
d) Principio de Especialidad
e) Principio de Publicidad
f) Principio de Anualidad
c) Principio de Especificación
La estructura del presupuesto viene dada por dos situaciones, de dónde se van a
obtener los recursos y en dónde se van a emplear dichos recursos para beneficiar
a la población de ese país.
Hay dos corrientes que tratan de explicar este fenómeno y son: La monetarista y
el Keynesiano
1. Monetarista
Cuando existe déficit público, los gobiernos pueden hacer las siguientes políticas
fiscales:
• Aumentar los impuestos: El déficit son los gastos que superan a los
ingresos, es decir, a los impuestos, por lo que es difícil financiarlos con ellos.
Por otro lado, es una medida impopular.
• Emisión de Dinero: Política monetaria expansiva que puede provocar
inflación.
• Emisión de Deuda: Pública Emisión de bonos, letras, pagarés y
obligaciones del Estado genera más déficit en el futuro (Deuda e intereses)
Efecto Desplazamiento
La política fiscal es más eficaz cuanto menores sean las variaciones inducidas de
los tipos de interés y menor sea la respuesta de la inversión a estas variaciones.
Los dos casos extremos, la trampa de la liquidez y el caso clásico, son útiles para
mostrar de qué depende la magnitud de los multiplicadores de la política
monetaria y de la política fiscal. En la trampa de la liquidez, la política monetaria
no influye en la economía, mientras que la política fiscal produce su efecto
multiplicador máximo en la producción y no influye en los tipos de interés. En el
caso clásico, las variaciones de la cantidad de dinero alteran la renta, pero la
política fiscal no influye en ésta; sólo influye en el tipo de interés. En este caso,
el gasto público expulsa totalmente el gasto privado.
Una expansión fiscal desplaza o expulsa parte de la inversión privada debido a
que provoca una subida de los tipos de interés. El grado de expulsión es una
cuestión delicada cuando se valora la utilidad y la conveniencia de la política fiscal
como instrumento de estabilización.
Los gobiernos tienen que elegir la combinación de medidas de acuerdo con sus
objetivos para el crecimiento económico, o sea, para el aumento del consumo, o
en función de sus ideas sobre las dimensiones deseables del Estado.
Muchos han sido los estudios sobre estos temas y sus aportaciones han sido
sumamente valiosas para el entendimiento del problema del dinero, por un lado,
y por otro el del crédito. Se señalarán algunos conceptos que sobre este problema
han apuntado diferentes autores.
Hildebrand (1864, citado en Forstmann, 1960) con su teoría de las etapas del
desarrollo económico, diferencia tres etapas económicas para su estudio: La
economía natural --en cuanto adopta formas de la economía de tráfico-- se
caracteriza por el hecho de que un bien es cambiado directamente contra otro.
La economía monetaria, se caracteriza por que cierto bien toma la función de
medio de cambio y también otras funciones, especialmente la de unidad de
cambio. De este modo no se realiza un cambio directo, bien contra bien, sino un
cambio indirecto (Schumpeter), manifestándose este último por el hecho de que,
debido a que se interpone el dinero, el cambio directo de la “economía natural de
cambio” se divide en dos partes independientes: la venta y la compra. Finalmente,
en la economía crediticia el crédito reemplaza al bien de cambio de tal forma que
son vendidos “bienes contra promesa de recibir en el futuro el mismo o análogo
valor, o sea a crédito”.
Por su parte, Cassel (1914, citado en Forstmann, 1960) señala que el crédito, en
su esencia íntima, se funda en los bienes reales y sólo significa una transferencia
de bienes de capital con el fin de que sean explotados. En la economía natural de
cambio esta operación se efectúa directamente transfiriendo los bienes que se
acreditan; en la economía monetaria de tráfico, se efectúa indirectamente
transmitiendo el poder de disposición sobre los bienes de capital, en general, en
su forma anónima de dinero, o bien de las “disposiciones sobre el capital”.
Teniendo presente el contenido real del crédito, no es difícil reconocer que éste,
al fin y al cabo, no es otra cosa que “el permiso de utilizar el capital de otra
persona; en otras palabras: por su intermedio pueden ser transferidos los medios
de producción”. (J. St. Mill., 1857, citado en Forstmann, 1960, p. 8). El crédito,
según su naturaleza, no es más que la expresión de un modo especial de mover
el capital. La diferencia entre la economía natural del tipo de la economía de
tráfico, y la economía monetaria de tráfico reside en que tal movimiento de capital
se efectúa en la economía natural en “natura”, es decir, o sea en forma directa,
mientras que en la economía monetaria de tráfico se lleva a cabo por transferencia
indirecta del poder de disponer sobre el capital en la forma anónima del dinero o
de las “disposiciones sobre capital”. Esta transferencia del poder de disponer
sobre capital ofrece, como ya hemos dicho, la posibilidad de transferir también
poder “adicional” de disponer sobre capital.
El crédito establece una relación de confianza que como tal naturalmente tiene
sólo importancia potencial y se transforma en un fenómeno dinámico sólo en el
momento que el crédito se activa en una forma de movimiento de capital; por lo
anterior, el concepto de crédito -a diferencia del de la operación crediticia- es
solamente aplicable para expresar que se tiene confianza, independiente de que
ésta sea prácticamente explotada o no.
Con respecto a la seguridad de los créditos –que constituye una condición previa
para la realización de operaciones crediticias- se puede distinguir entre créditos
personales y créditos reales. En el primer caso basta la confianza en la persona
del tomador del crédito para brindar una seguridad suficiente para la concesión
del crédito. Según la clase de seguridades ofrecidas puede distinguirse entre
créditos hipotecarios, créditos sobre mercancías, créditos con aval, etc.
Por precio del crédito se entiende aquel importe que el tomador del crédito debe
abonar al otorgante del mismo para la cesión temporal de disposiciones sobre
capital al objeto de su explotación. Es expresado en porcentajes sobre las
disposiciones del capital transferido, y se denomina interés o tasa de interés. La
importancia de los intereses dentro del problema del crédito, tanto en lo que se
refiere a la esencia del mismo como a los efectos por él ejercidos en el proceso
económico, reside en que el tipo de interés es determinante para la realización
de una operación crediticia. Forstmann (1960) señala que los intereses dependen,
como cualquier otro precio, de la oferta y demanda de capital o de disposiciones
sobre capital. Por lo tanto, hay que averiguar primeramente qué es lo que
determina la oferta y la demanda de disposiciones de capital respectivamente.