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TEMA Nº 11

POLITICA FISCAL – POLITICA MONETARIA

11.1. INTRODUCCIÓN DEL GOBIERNO

La intervención de estado en la economía es absolutamente necesaria, algo que


ha sido más que probado con la pasada crisis financiera internacional, que en
parte se debió a una escasa intervención regulatoria del estado en el sector
financiero.

Dependiendo de los objetivos de un gobierno, el estado debe intervenir en


muchas formas la economía para lograr los fines que se persiguen.

La intervención puede ser desde un simple a complejo control, o en una


intervención más directa en el comportamiento de elementos básicos de la
economía como el consumo, la oferta o hasta el ahorro.

Existen innumerables herramientas con las que el estado interviniendo puede


moldear la economía más o menos a su gusto.

Dentro de las herramientas más comunes tenemos los impuestos, los subsidios,
controles de precios, tasas de interés y el gasto público.

Mediante la aplicación de una o varias de estas herramientas se puede incidir


directamente en la capacidad de consumo de la gente, en la oferta empresarial y
la productividad de esta, en el nivel de ahorro de la población, y colateralmente
en la inflación e incluso en el valor de la moneda (tasa de cambio).

Por ejemplo, cuando el estado está interesado en impulsar o reactivar a un sector


de la economía, suele crear beneficios tributarios para las empresas que inviertan
en ese sector; de allí vienen las zonas francas, las exenciones de impuestos a
determinadas actividades, entre otros beneficios.

Pero quizás la herramienta más importante e indispensable, es el control que debe


ejercer el estado a las empresas, principalmente aquellas que prestan servicios
públicos o de alto impacto en la sociedad, como es el caso del sistema financiero.
Aunque algunas corrientes políticas y económicas pregonan la libertad absoluta
de la economía, pero se requiere un control e intervención del estado para evitar
que algunos actores económicos cometan excesos y perjudiquen a otros o a parte
de la sociedad, pues donde no hay control hay exceso y especulación.

El estado necesariamente debe crear un marco que garantice unas condiciones


ideales o al menos aceptables para todos los actores económicos, de lo contrario
se creará un conflicto que puede llevar a la ruina a toda la economía.

El estado interviene en la economía, básicamente, porque el mercado no es capaz,


por sí solo, de sostener el óptimo funcionamiento económico, ni de resolver los
problemas causados por el mismo mercado.

Keat y Young plantean cinco funciones primordiales que el gobierno puede llevar
a cabo en una economía de mercado:

En primer lugar, proporciona un marco legal y social dentro del cual los
participantes en el mercado compran y venden bienes y servicios producidos con
los recursos escasos de la economía.

En segundo lugar, el gobierno lucha por mantener la competencia en los


mercados de bienes y servicios al tratar de asegurar que ningún vendedor domine
el mercado de una forma inequitativa.

En tercer lugar, el gobierno puede decidir jugar un papel en la redistribución


del ingreso y la riqueza, ya sea a través del sistema fiscal (particularmente a
través de impuestos sobre la renta o el ingreso), o bien, a través de diferentes
tipos de subsidios gubernamentales y subvenciones para grupos de Interés
especial.

En cuarto lugar, La función del gobierno, relacionada con el mercado, es la


reasignación de recursos. De acuerdo con la teoría económica, la falta de buena
asignación de recursos se presenta cuando un mercado tiene ciertas
externalidades o efectos indirectos. Es decir, algunos de los beneficios o costos
asociados con la producción o consumo de un producto en particular se acumulan
con otras partes diferentes de los compradores o vendedores de un producto.

En quinto lugar, La función principal del gobierno en una economía de mercado


es la estabilización de la economía agregada. La economía de mercado es
propensa a los altibajos de la actividad económica. Los gobiernos pueden emplear
políticas fiscales y monetarias para lidiar con los problemas de desempleo e
inflación, lo que generalmente ocurre en diferentes etapas del ciclo.

García-Durán, por su parte, expone dos tipos generales de intervención


económica del Estado:

• Intervención DIRECTA, es decir, el Estado actúa directamente como sujeto


económico, con tres formas fundamentales: las empresas públicas, la
posible nacionalización de empresas o actividades, y la planificación;
aunque ésta, en una economía de mercado tiende a ser, por todo lo
expuesto, indicativa no imperativa, es decir, que los diferentes sujetos
económicos no están obligados a cumplir las indicaciones del Plan
Económico. Si no, estaríamos en un sistema económico de planificación
central.

• Intervención INDIRECTA o POLÍTICA ECONÓMICA, que es la forma más


importante de intervención en la economía de mercado. El Estado adopta
medidas a partir de las cuales se espera forzar un determinado
comportamiento de los sujetos económicos, pero sin que éstos estén
obligados a dicho comportamiento, tan sólo inducidos a ello.

11.1.1. PLANIFICACIÓN E INTERVENCIÓN DEL ESTADO

El origen de la planificación en una economía de mercado debe explicarse con


relación a la intervención estatal en la economía. La constante presencia estatal
en la economía no se reduce sólo al aspecto legal, a las condiciones generales
que permiten el libre intercambio, sino que también contempla acciones de
acumulación, distributivas e inclusive productivas, ya sea por una presencia
directa del Estado como productor o través de un arsenal de
instrumentos, procedimientos, normas y políticas que regulan y ordenan la
actividad individual.

Al Estado se ha intentado caracterizarlo mediante rasgos tales como la


monopolización del poder, de la coacción física y como una instancia
de administración centralizada y racionalizada, que actúa dentro de un ámbito
territorial definido. Sin embargo, en éstos intentos de exclusión o disminución de
la importancia de la economía estatal no se puede ocultar el papel evidente que
el Estado juega en la economía.

El Estado tiene dos rasgos característicos: uno interno y otro externo.

El aspecto interno resalta la constitución del Estado moderno como un proceso


de diferenciación y separación de los poderes sociales (ejecutivo, legislativo y
judicial), que surge del producto de la universalización de las relaciones
mercantiles y de la formación de un sistema económico basado en la iniciativa
individual, actividad que encuentra en el mercado su único instrumento regulador.

El Estado organiza las condiciones bajo las cuales los ciudadanos, en su calidad de
personas privadas efectúan intercambios dando sustento al proceso productivo
destinado a la satisfacción de las necesidades sociales. El Estado desarrolla y
garantiza el derecho privado, el mecanismo del dinero, la infraestructura, etc.;
proporciona las premisas existenciales de un proceso económico guiado
únicamente por el lucro individual, pero que se legitima, sin embargo, en tanto
satisface las necesidades sociales.

El aspecto externo del Estado moderno está relacionado con la forma histórica
de su origen. El estado nacional surge a mediados del siglo XVI como un sistema
de Estados que surgen a partir de las relaciones que se derivan del
establecimiento de una economía global y del tipo de las relaciones pertinentes,
que van conformando un mercado mundial.
La emergencia del Estado nacional ocurrió como un proceso sin planeación y sin
el apoyo de una ideología común, sino como respuesta frente a tres situaciones
que exigían la creación de estructuras institucionales capaces de conformar una
voluntad unitaria superior a los intereses particulares. Estas situaciones son: los
cambios de escala de la sociedad; las consecuencias de los cambios realizados en
las distintas formaciones políticas y la lógica de la reproducción del sistema, en
su conjunto.

Los cambios de escala de la sociedad; determinados tanto por las formas de


inserción de su economía a la economía mundial, como por los efectos
ocasionados en la vida social debido a los acelerados cambios ocurridos en la
ciencia y en la tecnología, los que su vez determinan el volumen, la intensidad y
los ritmos de la acumulación, junto con el tamaño del excedente de que dispone
la sociedad.

En lo que se refiere a los cambios observados en las formaciones políticas, éstos


son particularmente evidentes en época de grandes crisis económicas; como
ejemplo tenemos la crisis de los años treinta y la actual. Los estragos sociales que
de la depresión económica de 1930 movilizaron a grandes sociales, lo cual dio
lugar a importantes modificaciones en las tareas del Estado, ya que éste a partir
de una cierta modificación de las pautas de distribución para eliminar la
extrema pobreza y asegurar de alguna las condiciones generales de estabilidad y
de equilibrio económico, tuvo que aprender a la subsistencia de dichos sectores
para prevenir los peligros de una transformación radical, surgiendo así el estado
de Bienestar.

En la teoría económica, el surgimiento y consolidación del Estado de Bienestar se


explica a través del sistema keynesiano. Keynes inicia su análisis a partir de la
constatación de que el desequilibrio del sistema, en época de crisis, no puede ser
superado por los mecanismos autorreguladores del mercado. Por tanto, la
situación de un pleno uso de los factores productivos es virtualmente imposible.
En las economías de mercado disminuyen los estímulos de inversión y la
propensión al consumo, con lo que se determina una reducción de
la demanda global y, por ende, se origina la falta de oportunidades con respecto
a la utilización plena de los factores productivos.

La demanda efectiva es la cantidad del ingreso gastada en consumo e inversión,


cuando ésta es inferior al nivel del ingreso nacional, significa que una parte del
ingreso nacional ha sido atesorado, existiendo un ahorro susceptible de ser
transformado en inversiones reales y en consumo.

11.2. POLITICA PRESUPUESTARIA

La política presupuestaria consiste en el diseño, elaboración y ejecución del


presupuesto público. Éste consta de dos partes: los gastos y los ingresos. Ambas
partes al ser elaboradas deben tener en cuenta la situación de la economía y las
necesidades de la misma, puesto que la relación entre presupuesto y economía
es bidireccional: se influyen mutuamente. Es una cuestión conceptual distinguir
entre política presupuestaria y política fiscal. Hay autores que las asimilan y
autores que las diferencian. Los autores que las diferencian destacan, en el caso
de la política presupuestaria, sobre todo el detalle de los gastos, ya sea
clasificándolos por funciones o clasificándolos por políticas. Los ingresos son
considerados como meros recursos para financiar esas políticas. En el caso de la
política fiscal, suele destacarse el análisis de los ingresos, en especial, la política
tributaria, con un enfoque propio de la Teoría de la Hacienda Pública.

Al ser el presupuesto un instrumento del gobierno para mejorar la economía, es


necesario describir los principales problemas económicos que hay que tratar de
solucionar: los desequilibrios macroeconómicos y las fluctuaciones económicas,
es decir, el ciclo económico de la principal variable macroeconómica que es el
PIB, cuya amplitud es conveniente moderar con la ayuda de la política fiscal.
Precisamente, la política fiscal a corto y medio plazo debe ir dirigida a estabilizar
la economía, es decir, suavizar los ciclos económicos y reducir los desequilibrios.
El crecimiento económico es una de las principales preocupaciones de los
gobiernos y por tanto, ha sido profusamente analizado en todas sus vertientes
por distintos autores.

Según Adam Smith, la teoría del crecimiento económico está basada en tres
elementos fundamentales: la división del trabajo, la acumulación de capital y el
comercio internacional.

Dentro del stock de capital público, las infraestructuras tienen una participación
muy significativa por lo que la inversión en infraestructuras tiene una influencia
decisiva en la actividad económica y, por tanto, en el desarrollo de las regiones.

Es por ello que una de las principales preocupaciones de los gobiernos ha sido y
es la de dotar al territorio de infraestructuras suficientes que ayuden al desarrollo
de sus naciones.

Ahora bien, a las grandes cantidades de recursos financieros necesarios para el


desarrollo de los proyectos de infraestructuras hay que añadir la necesidad de los
Gobiernos de mantener una férrea política presupuestaria que impida incurrir en
déficit elevados. Concretamente, los países integrantes de la Unión Europea
deben aplicar unos criterios de convergencia económica que suponen, entre otros
aspectos, la paulatina reducción del déficit público.

La política de infraestructuras constituye un gasto discrecional del que disponen


los gobiernos para conseguir un desarrollo económico adecuado y sostenible, no
obstante, el desarrollo económico y el progreso social de un país no se mide tan
solo a través del valor de la producción de bienes y servicios sino que es necesario
valorar otros logros que inciden en progreso real de las personas y los grupos
como en la posibilidad de hacer que ese crecimiento alcance a la mayor parte de
la población y sea continuado. La educación, al igual que la salud, es un bien que
amplía la capacidad de la persona para desplegar otras capacidades y en último
término para alcanzar una vida más libre. De ahí que la educación tenga un valor
en sí misma para el progreso social, con independencia de los efectos que puedan
derivarse para el desarrollo material de una sociedad del incremento y mejora de
la calidad de su capital humano.

Así mismo, los distintos modelos de Protección Social existentes, constituyen una
de las principales garantías de cohesión social de los distintos países.

11.2.1. PRINCIPIOS PRESUPUESTARIOS

La política presupuestaria tiene que tener los siguientes principios


presupuestarios:

1. Principios Políticos: El presupuesto debe de seguir una serie de principios


con el objetivo de ofrecer una máxima transparencia para facilitar un
verdadero control político y técnico. Los principios políticos son:

a) Principio de Competencia
b) Principio de Universalidad
c) Principio de Unidad Presupuestaria
d) Principio de Especialidad
e) Principio de Publicidad
f) Principio de Anualidad

2. Principios Contables: Constituyen la aplicación práctica de los principios


políticos. Los principios contables son:

a) Principio de Presupuesto Bruto

b) Principio de Unidad de Caja

c) Principio de Especificación

d) Principio de Ejercicio Cerrado

3. Principios Económicos: Se inspiran en la filosofía financiera clásica, se trata


básicamente, de que la actividad del Sector Público refleje un gasto racional y
que su financiación no altere las decisiones de los individuos que viven en
dicho país. Los impuestos tienen que adaptarse a la capacidad financiera o
económica de las personas.
11.2.2. EL CICLO PRESUPUESTARIO

Hace referencia al periodo temporal de un presupuesto público, consta de las


siguientes fases, este presupuesto normalmente dura el periodo de gestión del
gobierno de turno de un país.

1. Elaboración: A partir de principios macroeconómicos y proyecciones


presupuestarias acordes con sus objetivos políticos, el ente encargado elabora
un primer documento que se negocia con los distintos sectores de la sociedad,
luego de esa negociación se va al segundo paso.

2. Aprobación: De acuerdo a la constitución de cada país, los entes encargados


de la aprobación de dicho presupuesto, proceden a aprobar o enmendar el
mismo.

3. Ejecución: La ejecución abarca el periodo de vigencia que del presupuesto.


Durante esta fase se pueden alterar las partidas presupuestarias
(modificaciones presupuestarias), de manera que el presupuesto ejecutado
puede no coincidir con la previsión inicial.

4. Control: Es el seguimiento que se hace al presupuesto durante la ejecución


y posterior a la misma.

11.2.3. ESTRUCTURA DEL PRESPUESTO

La estructura del presupuesto viene dada por dos situaciones, de dónde se van a
obtener los recursos y en dónde se van a emplear dichos recursos para beneficiar
a la población de ese país.

1. Clasificación del presupuesto de Ingresos: Significa de dónde van a salir


los ingresos o el dinero que necesita el gobierno para financiar sus objetivos
políticos, los mismos son generalmente a partir de los impuestos que el
gobierno de un país implanta a sus ciudadanos, como también la explotación
de sus recursos naturales (si es que tiene los mismos)
2. Clasificación del Presupuesto de Gastos: Significa dónde va a distribuir
los ingresos generados, a que sectores va a beneficiar, como por ejemplo
educación, salud, servicios básicos, servicios viales, integración caminera, etc.

11.3. DEUDA PUBLICA

La deuda pública o deuda soberana es la deuda total que mantiene


un Estado con inversores particulares o con otro país.

La deuda pública total de un país es la deuda de todo el conjunto de las


administraciones públicas.

Cuando un Estado incurre en déficit público porque ha gastado más de lo que


ha ingresado, necesita encontrar una fuente de financiación ajena y para ello
realiza emisiones de activos financieros. Lo más común es que un Estado
financie ese déficit mediante emisiones de títulos de deuda (letras de
tesoro, bonos u obligaciones).

El tipo de interés de estas emisiones dependerá de la confianza que tengan los


mercados en que el Estado va a devolver el dinero. Las agencias de
rating ponen nota a la probabilidad de pago o calidad crediticia de estas
emisiones. Existen diferencias entre los tipos de interés de cada país, esa
diferencia es la llamada prima de riesgo.

11.3.1. ¿QUÉ SUCEDE CUANDO EXISTE UN DÉFICIT EN EL


PRESPUESTO?

Hay dos corrientes que tratan de explicar este fenómeno y son: La monetarista y
el Keynesiano

1. Monetarista

• Las economías tienen sus mecanismos correctores


• Las economías tienden al pleno empleo en el largo plazo
• Se debe limitar el gasto público
• El presupuesto se debe equilibrar anualmente
2. Keynesiano

• No existen mecanismos correctores (por la crisis del 29)


• Los precios y los salarios no son flexibles
• El estado debe intervenir cuando la demanda Agregada sea insuficiente
• El presupuesto se debe equilibrar cíclicamente.

11.3.2. TIPOS DE DÉFICIT

• Déficit Cíclico Se da cuando estamos en la fase de recesión del ciclo.


Disminuyen los ingresos y aumenta el gasto público.

• Déficit Estructural Se da incluso en la fase alta del ciclo. No se corrige ni


con el incremento de los ingresos.

Cuando existe déficit público, los gobiernos pueden hacer las siguientes políticas
fiscales:

• Aumentar los impuestos: El déficit son los gastos que superan a los
ingresos, es decir, a los impuestos, por lo que es difícil financiarlos con ellos.
Por otro lado, es una medida impopular.
• Emisión de Dinero: Política monetaria expansiva que puede provocar
inflación.
• Emisión de Deuda: Pública Emisión de bonos, letras, pagarés y
obligaciones del Estado genera más déficit en el futuro (Deuda e intereses)

• Cualquiera de estas medidas provoca un efecto en las políticas del


presupuesto y por lo tanto provoca un efecto desplazamiento

Efecto Desplazamiento

Se da cuando el gasto público, los déficits presupuestarios o la deuda pública


reducen la cantidad de inversión de las empresas.

Un aumento de la deuda pública puede provocar el drenaje de recursos al


provocar el endurecimiento de las condiciones financieras o aumentar los tipos de
interés para poder colocar dicha deuda pública.
11.4. POLITICA MONETARIA Y LA COMBINACIÓN DE LA POLÍTICA
FISCAL

La política monetaria afecta a la economía afectando primero al tipo de interés y,


a continuación, a la demanda agregada. Un aumento de la oferta monetaria
reduce el tipo de interés, incrementa el gasto de inversión y la demanda agregada
y, por lo tanto, eleva la producción de equilibrio.

Existen dos casos extremos en el funcionamiento de la política monetaria. En el


caso clásico, la demanda de saldos reales es independiente del tipo de interés. En
ese caso, la política monetaria es sumamente eficaz. El otro extremo es la trampa
de la liquidez, es decir, el caso en el que el público está dispuesto a mantener
cualquier cantidad de saldos reales al tipo de interés vigente. En ese caso, las
variaciones de la oferta de saldos reales no influyen en los tipos de interés y, por
lo tanto, no afectan a la demanda agregada y a la producción.

Cuando se tiene en cuenta la influencia de la política fiscal en el tipo de interés,


cambian los resultados del multiplicador. La expansión fiscal sigue provocando un
aumento de la renta, salvo en circunstancias extremas. Sin embargo, la subida
de los tipos de interés que se produce como consecuencia del aumento de la
demanda de dinero provocado por el aumento de la renta amortigua la expansión.

La política fiscal es más eficaz cuanto menores sean las variaciones inducidas de
los tipos de interés y menor sea la respuesta de la inversión a estas variaciones.

Los dos casos extremos, la trampa de la liquidez y el caso clásico, son útiles para
mostrar de qué depende la magnitud de los multiplicadores de la política
monetaria y de la política fiscal. En la trampa de la liquidez, la política monetaria
no influye en la economía, mientras que la política fiscal produce su efecto
multiplicador máximo en la producción y no influye en los tipos de interés. En el
caso clásico, las variaciones de la cantidad de dinero alteran la renta, pero la
política fiscal no influye en ésta; sólo influye en el tipo de interés. En este caso,
el gasto público expulsa totalmente el gasto privado.
Una expansión fiscal desplaza o expulsa parte de la inversión privada debido a
que provoca una subida de los tipos de interés. El grado de expulsión es una
cuestión delicada cuando se valora la utilidad y la conveniencia de la política fiscal
como instrumento de estabilización.

La cuestión de la combinación de medidas monetarias y fiscales surge porque una


política monetaria expansiva reduce el tipo de interés, mientras que una política
fiscal expansiva lo eleva. Por lo tanto, una política fiscal expansiva aumenta la
producción y reduce el nivel de inversión; una política monetaria expansiva
aumenta la producción y el nivel de inversión.

Los gobiernos tienen que elegir la combinación de medidas de acuerdo con sus
objetivos para el crecimiento económico, o sea, para el aumento del consumo, o
en función de sus ideas sobre las dimensiones deseables del Estado.

11.5. DINERO Y CRÉDITO EN NUESTRA ECONOMIA

Muchos han sido los estudios sobre estos temas y sus aportaciones han sido
sumamente valiosas para el entendimiento del problema del dinero, por un lado,
y por otro el del crédito. Se señalarán algunos conceptos que sobre este problema
han apuntado diferentes autores.

Hildebrand (1864, citado en Forstmann, 1960) con su teoría de las etapas del
desarrollo económico, diferencia tres etapas económicas para su estudio: La
economía natural --en cuanto adopta formas de la economía de tráfico-- se
caracteriza por el hecho de que un bien es cambiado directamente contra otro.
La economía monetaria, se caracteriza por que cierto bien toma la función de
medio de cambio y también otras funciones, especialmente la de unidad de
cambio. De este modo no se realiza un cambio directo, bien contra bien, sino un
cambio indirecto (Schumpeter), manifestándose este último por el hecho de que,
debido a que se interpone el dinero, el cambio directo de la “economía natural de
cambio” se divide en dos partes independientes: la venta y la compra. Finalmente,
en la economía crediticia el crédito reemplaza al bien de cambio de tal forma que
son vendidos “bienes contra promesa de recibir en el futuro el mismo o análogo
valor, o sea a crédito”.

Por su parte, Cassel (1914, citado en Forstmann, 1960) señala que el crédito, en
su esencia íntima, se funda en los bienes reales y sólo significa una transferencia
de bienes de capital con el fin de que sean explotados. En la economía natural de
cambio esta operación se efectúa directamente transfiriendo los bienes que se
acreditan; en la economía monetaria de tráfico, se efectúa indirectamente
transmitiendo el poder de disposición sobre los bienes de capital, en general, en
su forma anónima de dinero, o bien de las “disposiciones sobre el capital”.

A su vez A. Hahn (1928, citado en Forstmann, 1960) opina para la comprensión


de los fenómenos crediticios que son típicos de la economía monetaria y que
encuentran su expresión en el fenómeno que suele llamarse “crédito adicional”,
que es necesario dedicar especial atención al crédito en su forma monetaria sin
olvidar su carácter real, que lo vincula estrechamente a los bienes. En vista de los
efectos que produce dicho crédito “adicional”, es denominado también “crédito
inflacionario”.

Al referirse al problema del dinero y del crédito, Albrecht Forstmann en su libro


Dinero y crédito (1960) señaló que el crédito, según su esencia verdadera, es de
carácter real y, según su forma de carácter monetario, el análisis del mismo
presupone, por un lado, un examen de sus fundamentos económicos reales, y,
por el otro, la comprensión de las relaciones monetarias que determinan su
estructura.

Teniendo presente el contenido real del crédito, no es difícil reconocer que éste,
al fin y al cabo, no es otra cosa que “el permiso de utilizar el capital de otra
persona; en otras palabras: por su intermedio pueden ser transferidos los medios
de producción”. (J. St. Mill., 1857, citado en Forstmann, 1960, p. 8). El crédito,
según su naturaleza, no es más que la expresión de un modo especial de mover
el capital. La diferencia entre la economía natural del tipo de la economía de
tráfico, y la economía monetaria de tráfico reside en que tal movimiento de capital
se efectúa en la economía natural en “natura”, es decir, o sea en forma directa,
mientras que en la economía monetaria de tráfico se lleva a cabo por transferencia
indirecta del poder de disponer sobre el capital en la forma anónima del dinero o
de las “disposiciones sobre capital”. Esta transferencia del poder de disponer
sobre capital ofrece, como ya hemos dicho, la posibilidad de transferir también
poder “adicional” de disponer sobre capital.

Señala Albrecht Forstmann (1960), que la falta de claridad y las diferencias de


opiniones existentes, justamente en estas cuestiones, se deben sobre todo a que
algunos reconocen tan sólo el crédito “mediador”, o sea aquel crédito otorgado
de ahorros, rechazando el crédito “adicional” o negando la posibilidad general de
que pueda haber semejante clase de crédito, mientras que otros reconocen sólo
el crédito “adicional”, negando en el extremo la posibilidad de que pueda haber
un crédito “mediador”.

El crédito establece una relación de confianza que como tal naturalmente tiene
sólo importancia potencial y se transforma en un fenómeno dinámico sólo en el
momento que el crédito se activa en una forma de movimiento de capital; por lo
anterior, el concepto de crédito -a diferencia del de la operación crediticia- es
solamente aplicable para expresar que se tiene confianza, independiente de que
ésta sea prácticamente explotada o no.

Se habla entonces de que alguien “tiene” crédito o “disfruta” del crédito en el


sentido general de la palabra, cuando se le presta confianza, pues sin la confianza
del otorgador del crédito no se efectúan estas operaciones. Al investigar lo que
significa “confianza” en la operación crediticia, se reconoce el ofrecimiento de una
garantía de que el tomador del crédito cumplirá con sus obligaciones resultantes
de la operación de crédito y que, por consiguiente, el dador de crédito no sufrirá
pérdidas. Es así como la seguridad ideal que ofrece la confianza puede ser
remplazada por una seguridad real y, por ende, el crédito real prendario remplaza
al crédito personal basado en la confianza. Es así como mediante la operación
crediticia, el dador del crédito transfiere directamente poder de disposición sobre
los bienes al tomador del crédito, como sucede en la economía natural, o
indirectamente en la forma de dinero, o sea de las disposiciones sobre capital,
como sucede en la economía monetaria.

Forstmann (1960) señala que el crédito consuntivo, es una anticipación de


ingresos futuros; es destinado al consumo y no a la producción de bienes. El
crédito de producción sirve para la producción de bienes y que en general se
puede denominar también crédito de explotación; y afirma que el crédito de
inversión sirve para la financiación de inversiones reales.

Con respecto a la seguridad de los créditos –que constituye una condición previa
para la realización de operaciones crediticias- se puede distinguir entre créditos
personales y créditos reales. En el primer caso basta la confianza en la persona
del tomador del crédito para brindar una seguridad suficiente para la concesión
del crédito. Según la clase de seguridades ofrecidas puede distinguirse entre
créditos hipotecarios, créditos sobre mercancías, créditos con aval, etc.

Mediante el crédito se hace factible el mejor aprovechamiento económico de


aquellas existencias de bienes que no se encuentran en el circuito económico, y
cuya expresión monetaria son aquellos importes que como sobrantes de caja,
ahorros, etc., son depositados en los bancos y acreditados en cuenta corriente.
El sentido económico del crédito reside en que por medio del mismo el
aprovechamiento de la existencia económica de bienes es fomentado
extraordinariamente, llegando a ser tanto más perfecto cuanto más facilita este
crédito una organización bien desarrollada del sistema bancario. Sin dicho crédito
quedarían periódicamente improductivas grandes existencias de bienes debido a
las oscilaciones de la necesidad de capital que tienen las explotaciones.

Por precio del crédito se entiende aquel importe que el tomador del crédito debe
abonar al otorgante del mismo para la cesión temporal de disposiciones sobre
capital al objeto de su explotación. Es expresado en porcentajes sobre las
disposiciones del capital transferido, y se denomina interés o tasa de interés. La
importancia de los intereses dentro del problema del crédito, tanto en lo que se
refiere a la esencia del mismo como a los efectos por él ejercidos en el proceso
económico, reside en que el tipo de interés es determinante para la realización
de una operación crediticia. Forstmann (1960) señala que los intereses dependen,
como cualquier otro precio, de la oferta y demanda de capital o de disposiciones
sobre capital. Por lo tanto, hay que averiguar primeramente qué es lo que
determina la oferta y la demanda de disposiciones de capital respectivamente.

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