Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A medida que avanza la Cuaresma, la liturgia nos presenta cada vez con mayor
claridad, los horizontes insondables de bondad y de misericordia que alberga el
Corazón de Jesús. Se aproximan los días santos en que el Señor consumará en
un auge de fidelidad y generosidad, la misión que el Padre eterno le ha
incumbido…
Los discípulos del Señor aprenden de Él este arte supremo del conocimiento de
la Opinión Pública y cómo el mostrar la verdad en su pura y ardiente integridad,
denunciando al mismo tiempo a los fautores de la iniquidad y del pecado
declarado, es la única forma de manifestar la verdadera Luz del mundo,
disipando las negruras del error. Evidentemente, es una batalla de vida o
muerte, pero todo está calculado en los divinos y meticulosos planes de Dios.
Y las alabanzas vuelan de boca en boca entre todos los habitantes de la ciudad
Sagrada; y, las palmas se tienden a su paso; y los Hosanas al Hijo de David se
multiplican en los labios de grandes y pequeños, que sin temor lo proclaman
como a su Rey. ¡Es una exultación completa de todo el pueblo que glorifica a
Cristo!
Los campos están definidos, la Luz del mundo se ha mostrado entre los hombres
con una claridad incontestable, demostrando su poder y majestad... No
obstante, el plan divino es severo para con el Verbo humanado, quien ha venido
al mundo para sufrir de los hombres una muerte cruel a la cual debe entregarse
con entera libertad, y en el momento determinado por Dios en sus decretos
eternos.
“Es necesario vivir como se piensa, so pena de más tarde o más temprano
terminar pensando como se vive”, decía Paul Bourget. Una de las causas de ese
deseo de mudanzas intempestivas se debe muchísimas veces a la superficialidad
de espíritu con que asumimos nuestras responsabilidades, no queriendo ir hasta
las últimas consecuencias en el cumplimiento de los deberes, prefiriendo
quedarnos en la futilidad, la trivialidad y la inconstancia, ya que esto no exige
seriedad y juicio.
El pueblo judío quizás se encantaba con Jesús porque hacía grandes maravillas,
y “nunca habló nadie como él”; pero su entusiasmo era apropiativo, su
admiración no era profunda hasta el punto de corregir los principios errados;
era una admiración hueca, vacía e insustancial. Se podría afirmar que lo
enaltecían al Señor con sus palabras y lo crucificaban en el corazón.