La política fiscal del Gobierno de México (2018-2024) es expansiva, en relación
con los impuestos, el gobierno ha mantenido una postura de no subir los impuestos evitando así, contraer la economía. En la frontera norte ha bajado los impuestos para lograr atraer y mantener la inversión extranjera proveniente principalmente de Estados Unidos, promoviendo la expansión de la economía.
El subir impuestos en una época de recesión económica provocada por la caída
del consumo a causa del COVID-19 sería un error tremendo y ocasionaría una mayor contracción de la economía. En relación con el gasto público, el gobierno ha impulsado la construcción de infraestructura, entre las que destacan el Tren Maya, el Tren Transístmico, la Refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía, y una red hospitalaria para responder a la pandemia, sin mencionar los programas sociales como “Jóvenes Construyendo el Futuro” y el programa “Sembrando Vida”. Las obras antes mencionadas y los programas sociales tienen un efecto expansivo y multiplicador, esto quiere decir que todo lo que el gobierno invierta en estas obras se verá multiplicado pues la gente que sea contratada para su construcción harán a su vez gastos adicionales en sus vidas y negocios personales con el ingreso que obtengan; desplaza a la derecha la curva de la demanda agregada.
Sin embargo, la información de finanzas públicas correspondiente a los primeros
cinco meses de 2019 mostraba una postura relativamente restrictiva, en particular, los ingresos tributarios del gobierno federal aumentaron en total y en sus principales rubros a pesar de la recesión, si bien el gasto se expandió.