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Introducción

En los últimos 40 años, la humanidad se ha visto afectada por tres pandemias de


envergadura que han cobrado muchas muertes: el aumento de la incidencia y las tasas
de prevalencia de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), la pandemia de
la enfermedad por el virus de inmunodeficiencia humana-sida (VIH/sida) y en la
actualidad la pandemia provocada por la COVID-19.

La COVID-19 es una enfermedad infectocontagiosa viral emergente con elevada


mortalidad, que ha contribuido a elevar la mortalidad por las ECNT en muy corto tiempo.
Es esta una enfermedad altamente contagiosa y que ha producido UN colapso de los
sistemas sanitarios de todo el mundo. Las enfermedades crónicas no transmisibles
(ECNT) constituyen en la actualidad uno de los mayores retos que enfrentan los
Sistemas de Salud a nivel mundial. Las estadísticas publicadas en los Anuarios
Estadísticos de Salud de Cuba y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son
alarmantes y preocupantes.

La morbilidad y mortalidad por ECNT se incrementa prácticamente por años, no solo


con el envejecimiento poblacional al aumentar la expectativa de vida, sino que se
incrementa en edades muy activas de la vida. Según las estadísticas de la OMS, más
de 40 millones de personas mueren anualmente por ECNT y son las principales causas
de fallecimiento, las enfermedades cardiovasculares (17,7 millones cada año),
seguidas del cáncer (8,8 millones), las enfermedades respiratorias (3,9 millones) y la
diabetes (1,6 millones). Estos cuatro grupos de padecimientos son responsables de
más del 80 % de todas las muertes prematuras por ECNT.
Se estima que casi una cuarta parte (el 22%) de la población mundial padece una
enfermedad preexistente que los hace más vulnerables al COVID-19, la mayoría de
esas enfermedades don no transmisibles, como:

 Cáncer

 Diabetes

 Enfermedades cardiovasculares

 Enfermedades respiratorias crónicas

Según los datos cuantificados por la OMS el 75% de los 163 países encuestados
informaron que los servicios destinados a la atención de enfermedades no
transmisibles se habían visto afectados total o parcialmente debido a la crisis sanitaria.
La desigualdad provocada por la pandemia se está haciendo especial eco en el ámbito
de la enfermedades no transmisibles, de forma que el COVID-19 y las enfermedades
no transmisibles se presenta como una sindemia .

Interacción e influencia mutua entre el COVID-19 y las enfermedades no transmisibles


es muy elevado, porque estas enfermedades y sus factores de riesgo metabólico,
conductuales y ambientales se asocian a una mayor susceptibilidad a la infección por el
SARS-COV-2 y un aumento del riesgo de desarrollador sintomatología de gravedad

Alternativamente la pandemia ha afectado negativamente a los recursos destinados al


diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y cuidados destinados a estos pacientes

Los estudios demuestran que la situación de confinamiento se ha asociado a más


inactividad física, mala alimentación y mayor consumo de alcohol

La saturación de los servicios de atención de enfermedades no transmisibles por su


mayor demanda y presión asistencial

Medidas a seguir para frenar:

 Determinar rápidamente que servicios son esenciales, incluidos los de atención


a las enfermedades no transmisibles, en el marco de la pandemia de Covid-19

 Restablecer y aumentar los recursos para el diagnóstico precoz y tratamiento de


las personas con enfermedades no transmisibles

 Conciencia a la población sobre los vínculos existentes entre el COVID-19 y las


enfermedades no transmisibles
Para entender el porqué del incremento de los Casos graves y críticos de la
enfermedad en Mayores de 60 años, sobre todo, y con ECNT y Del aumento de la
mortalidad, se debe revisar la Patogenia de este nuevo virus en el organismo. De ello
derivan las consecuencias.Una vez que el virus penetra por las vías aéreas superiores
con síntomas leves o sin síntomas parece tomar algunos caminos desde allí, ya sea
estableciéndose en los pulmones, abriéndose camino hacia el tracto digestivo,
haciendo una combinación de ambos y a otros órganos.

Desciende a los pulmones a través Del árbol traqueo-bronquial donde infecta el


epitelio ciliado y finalmente los neumocitos. El receptor principal del coronavirus es la
ECA2, aunque el virus también se une a dos lectinas de tipo C expresadas en células
dendríticas, DC-SIGN y LSIGN y el receptor DPP4. Se hallan en diversos tipos
celulares, como las células epiteliales bronquiales no ciliadas, otras epiteliales de vías
respiratorias altas, las epiteliales alveolares y las células endoteliales de los vasos a
este nivel. Existen también receptores EAC2 en el miocardio, riñones, hígado y sistema
nervioso central. El receptor DPP4 también se encuentra en células epiteliales del riñón,
del intestino delgado, del hígado, páncreas y de la próstata, así como en leucocitos
activados. Durante la fase aguda de la enfermedad produce la liberación de citoquinas
y quimiocinas responsables del efecto patogénico
Las citoquinas y quimiocinas son responsables de la respuesta inflamatoria pulmonar
pero también del proceso inflamatorio del endotelio de los vasos sanguíneos. En la
primera es responsable del cuadro de neumonía viral reportado desde el inicio de los
casos, al cual se suma posteriormente con los días como complicación sobre-infección
bacteriana que lo hace más grave. En segundos se afecta la microvasculatura con
inflamación del endotelio (endotelitis), liberación de más citocinas inflamatorias,
producción de fibrina a partir del fibrinógeno, agregación plaquetaria y microtrombosis
pulmonar y en otros órganos y también trombosis en grandes vasos (algunos
investigadores lo han llamado coagulación intersticial diseminada en vez de
coagulación intravascular diseminada).

El COVID-19 y los pacientes con diabetes

Uno de los aspectos que hay que entender sobre la COVID-19 es que todavía estamos
en la etapa de aprendizaje y seguimos descubriendo más. Algo que sí sabemos es que
parece que las personas con diabetes desarrollan una enfermedad por COVID más
grave. No es que las personas con diabetes tengan más probabilidades de contraer la
COVID. Pero si lo hacen, la enfermedad resulta más grave y parece empeorar más
rápido. Esto parece que ocurre tanto con la diabetes tipo 1 como la diabetes tipo 2.
Ambos casos parecen más propensos a desarrollar una enfermedad grave, pero los
pacientes con tipo 1 pueden atravesarla mejor porque son más jóvenes.

La diabetes tipo 1 es un trastorno en el que un proceso inmunitario destruye la mayoría


de las células corporales que producen insulina. La diabetes tipo 2 supone una
interacción entre la predisposición genética y el entorno. Es decir, el entorno, que se
refiere a la alta ingesta de alimentos, la poca actividad física y el aumento de peso,
interactúa con los antecedentes familiares, que es lo que está en los genes.
En las personas con diabetes, se produce más inflamación en el cuerpo. Por eso, con
la COVID, ese estado inflamatorio empeora más rápido, así que esa puede ser una de
las razones. Otra razón es que las personas con diabetes podrían ser más propensas a
tener problemas de circulación. Quizás ya hayan tenido un baipás, un accidente
cerebrovascular o bajo flujo sanguíneo a las piernas o algo parecido. Y esto ha sido así
porque se agrega un problema circulatorio además de los antecedentes de este tipo de
problemas. La COVID podría potenciar los problemas circulatorios dados los problemas
de coagulación que produce. Entonces, cada una de estas grandes razones podría
implicar otros problemas menores.

Dado que la infección viral puede causar una fluctuación aguda del nivel de glucosa en
sangre de los pacientes con diabetes, lo que afecta negativamente su recuperación,
existe una razón para sospechar que la diabetes combinada con la neumonía por
SARS CoV-2 puede formar un círculo vicioso, lo que es perjudicial para el pronóstico
de la COVID-19. Las dosis de insulina aumentaron después de que los pacientes se
infectaron con SARS CoV-2, lo que demuestra que el virus tiene un impacto en el
metabolismo de la glucosa. La desregulación del metabolismo de la glucosa agrava la
diabetes y luego afecta la gravedad de la neumonía.(41) Otros estudios encontraron
que la inmunotinción de la proteína ACE2 es fuerte en los islotes pancreáticos, pero
débil en los tejidos exocrinos, lo que significa que el coronavirus puede causar diabetes
al dañar seriamente los islotes en pacientes que no lo eran, así como empeorar la
diabetes en los ya diagnosticados al disminuir considerablemente las reservas
insulínicas.

El COVID-19 y los pacientes con cáncer.

A las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado, a veces se las llama
personas inmunodeprimidas, inmunodeficientes o inmunocomprometidas.

Es posible que las personas con cáncer de la sangre tengan un riesgo más alto de
infección prolongada y muerte por COVID-19 que las personas con tumores sólidos.
Esto ocurre porque las personas con cáncer de la sangre suelen tener una
concentración de células inmunitarias anormal o baja y no crean suficientes anticuerpos
contra los virus.

El COVID-19 y los pacientes con enfermedades respiratorias

La COVID-19 ataca los pulmones, así que es más probable que presentes síntomas
graves si ya tienes problemas pulmonares, tales como:

 Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)


 Cáncer de pulmón
 Fibrosis quística
 Fibrosis pulmonar
 Asma moderada a grav
A pesar de que no hay evidencias que sugieran que las personas con asma son más
propensas al contagio, las infecciones respiratorias como la causada por la COVID-19
pueden provocar un empeoramiento de los síntomas, en casos de asma mal
controlados o moderado/severo. Esto se debe a que la infección por coronavirus afecta
a las vías respiratorias superiores e inferiores, haciendo que puedan dispararse
algunos desencadenantes del asma o, incluso, provocar enfermedades respiratorias
agudas como la neumonía.

El problema para estos pacientes no solo radica en los cambios anatómicos de las
unidades respiratorias de los pulmones, sino también en las legiones de vasos
sanguíneos que transportan la sangre a través de ellos. Normalmente, cuando una
parte del pulmón se daña, los pequeños vasos sanguíneos se contraen para redirigir la
sangre a áreas del pulmón que aún funcionan. Este mecanismo protege al cuerpo de
una caída repentina de oxígeno. Pero en pulmones ya dañados como las patologías
señaladas con insuficiencia respiratoria crónica y a elementos de hipertensión
pulmonar, esto no puede funcionar así Tener en cuenta la tormenta de marcadores
inflamatorios y los trastornos vasculares y de la coagulación señalados en la patogenia
de la enfermedad. Por ello en conclusión se reporta una mortalidad elevada entre 90 y
96 % en los pacientes con SARS Cov 2.

El COVID-19 y los pacientes con enfermedades cardiovasculares

Varios tipos de enfermedades cardíacas pueden hacerte más propenso a desarrollar


síntomas graves de la COVID-19. Algunas de ellas son las siguientes:

 Miocardiopatía
 Hipertensión pulmonar
 Enfermedad cardíaca congénita
 Insuficiencia cardíaca
 Enfermedad de las arterias coronarias

Cualquier infección, también la causada por el coronavirus produce una sobrecarga


para el corazón. Por eso, si un paciente presenta una enfermedad previa como, por
ejemplo, insuficiencia cardiaca, el corazón empeorará su funcionamiento, Esto puede
producir una congestión o acumulo de líquido en los pulmones, lo que complicará la
respiración y probablemente el curso de la infección respiratoria, aumentando las
probabilidades de complicaciones.
Además de sobrecargar el corazón, también se sabe que la COVID-19 puede producir
un daño directo infeccioso e inflamatorio sobre el músculo cardiaco. Es lo que
conocemos como miocarditis, que dependiendo de la afectación puede empeorar la
función de la bomba del corazón y empeorar el pronóstico del paciente.
La HTA y las ECV constituyen riesgo para la letalidad por la infección y más aún si
tienen asociada DM y la edad es superior a 65 años. Si se recuerda la patogenia
expuesta, estos pacientes sufren afectación miocárdica y lesión vascular, trastornos de
la coagulación con formación de trombos y fenómenos embólicos, todo lo cual empeora
el curso de estas afecciones, aumenta la tensión arterial, da arritmias cardiacas,
episodios coronarios agudos e insuficiencia cardiaca con choque cardiogénico. El
electrocardiograma (ECG) y ecocardiograma de los pacientes de un estudio reveló
supradesnivel del segmento ST, fracción de eyección del ventrículo izquierdo
disminuida, poca movilidad de las paredes y en las angiografías tenían signos
obstructivos con elevación de troponina y el dímero D. La lesión miocárdica en
pacientes con COVID-19 podría deberse a ruptura de la placa, tormenta de citoquinas,
lesión hipóxica, espasmo coronario, microtrombos o lesión endotelial o vascular directa.
Se demostró edema intersticial miocárdico en la resonancia magnética en tales
pacientes. Están descritos también eventos cerebrovasculares y en un porciento no
despreciable la hipotensión arterial, que podría explicarse por la acción directa del virus
o por el incremento de citoquinas proinflamatorias.
Conclusión.
Bibliografía.

1. Organización Mundial de la Salud. Noticias ONU. Retos de salud urgentes para la


próxima década según la OMS. Ginebra: OMS; 2010

2. Serra MA, Serra M, Viera M. Las enfermedades crónicas no transmisibles: magnitud


actual y tendencias futuras.

3. Ministerio de Salud Pública. Anuario Estadístico de Salud 2019 La Habana: Dirección


Nacional de Estadísticas; 2020.

4. OPS/OMS. Agenda de Salud Sostenible para las Américas 2018-2030. Objetivo 9:


Enfermedades no transmisibles. Ginebra: OMS;2020.

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