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POLITICA CIDAD

Y
LEGISLAC
ION
REFERID
A A LA
DISCAPA
Continuidad Pedagógica
CLASE 1

Contenido

Unidad temática Nº
1.....................................................................................................................
2
PARADIGMAS..................................................................................................
........................... 2 1- MODELO DE
PRESCINDENCIA .............................................................................................
2 1.1- SUB-MODELO
EUGENÉSICO.................................................................................................
3 1.2- SUB-MODELO DE
MARGINACIÓN ........................................................................................ 4 2-
MODELO REHABILITADOR O
MÉDICO..................................................................................... 5 3.
MODELO
SOCIAL ............................................................................................................
........ 7 LUCHAS SOCIALES POR EL RECONOCIMIENTO DE
DERECHOS ..................................................... 9
NEGOCIACIÓN DE LA CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS
PERSONAS CON
DISCAPACIDAD................................................................................................
......................... 10

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Unidad temá tica Nº 1

PARADIGMAS

La discapacidad, a lo largo del tiempo y en las distintas sociedades ha sido


considerada o valorada de diferentes maneras. Por ello, las personas con
discapacidad han sido y son tratadas de acuerdo al contexto histórico y social
en que habitan, es decir en función del paradigma desde el cual este tema ha
sido observado. En este sentido, para acercarnos a la discapacidad desde la
perspectiva de los derechos humanos, consideramos necesario hacer un
breve recorrido por los tres paradigmas más representativos:
∙ El modelo de prescindencia

∙ El modelo rehabilitador

∙ El modelo social de la discapacidad.

Para el abordaje de cada uno se tomarán como ejes la noción/concepto de


discapacidad, el trato a niños y niñas con discapacidad, las formas de
subsistencia de las personas con discapacidad y las respuestas sociales
emblemáticas. Luego, para finalizar este primer módulo, se reseñarán las
luchas sociales que han permitido que hoy contemos con una Convención
internacional que vincula indisolublemente el respeto de la dignidad humana
con la experiencia de la discapacidad.

El concepto de discapacidad es relativo y varía según los diferentes contextos


históricos y sociales. A continuación se reseñará las características principales
de los tres modelos de tratamiento antes mencionados, advirtiendo que si
bien las prácticas que los definen por antonomasia pueden ser ubicadas en
ciertas épocas históricas, estos modelos coexisten en la actualidad.

1- MODELO DE PRESCINDENCIA

Tiene su origen en la época clásica y su auge en la Edad Media. El modelo de


prescindencia se basa en dos presupuestos. Por un lado, sostiene que las
causas que dan origen a la discapacidad son religiosas. El nacimiento de un/a
niño/a con discapacidad se atribuye a un pecado cometido por sus
progenitores o a una advertencia divina previa a una catástrofe. Aquí, son los
sacerdotes o

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curas los encargados de “diagnosticar”. Por otro lado, sostiene que la persona
con discapacidad no es valiosa para su comunidad y no tiene nada para
aportar (resulta innecesaria), constituyendo incluso una carga para su familia
o para la sociedad. Por ello, se señalan dos consecuencias distintas (derivadas
de la “no necesidad” de las personas con discapacidad) que dan marco a dos
sub-modelos: el eugenésico y el de marginación. Conforme éstos, aunque con
manifestaciones diversas, lo que subyace es la posibilidad de pensar en la
prescindencia de la vida de las personas con discapacidad.

1.1- SUB-MODELO EUGENÉ SICO

La noción de discapacidad conforme este sub-modelo se vincula con la idea


de que la vida de una persona con discapacidad no vale la pena de ser vivida
y que constituye una carga social. Dice Palacios: “La discapacidad es una
situación desgraciada” y para dar cuenta de ello hace una sucinta referencia
a la antigüedad clásica, como ejemplo orientador. Con relación al trato
dedicado a los niños y las niñas con discapacidad debemos señalar que el
mismo se vincula estrechamente con la demanda de utilidad social de las
personas. Tomando como referencia la Grecia o Roma antiguas se puede
destacar la práctica del infanticidio de aquellos niños nacidos deformes, pues
se trataba de sociedades en las que, al estigma de la discapacidad, se sumaba
la condición del niño/a como propiedad de los padres o de la comunidad. El
fin era convertirse en ciudadanos ideales (en Esparta cumplir con las
obligaciones militares, en Grecia ser saludable, bello y virtuoso). El
infanticidio entonces se realizaba por razones religiosas y también prácticas,
ya que criar a tales niños resultaba caro e improductivo. Si el niño sobrevivía
a pesar de su discapacidad, o esta era sobreviniente, la forma habitual de
subsistencia de las personas con discapacidad era ser objeto de burla,
proveyendo entretenimiento en ocasiones festivas. Existían excepciones a
esto, pero en general, ese era el destino obligado, en un contexto social en el
que el trabajo no era valioso. Cabe mencionar no obstante que a modo de
constante histórica, presente también en otros modelos, las clases sociales
eran un factor importante en el destino de las personas con discapacidad. Por
todo ello, en lo que a respuesta social se refiere, puede afirmarse que “las
personas con discapacidad que pudieran sobrevivir en la antigüedad eran
objeto de un tratamiento cruel y de persecuciones con resultados que
llegaron hasta la muerte”.
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1.2- SUB-MODELO DE MARGINACIÓ N

La noción de discapacidad vinculada a causas religiosas y lo innecesario de la


vida de las personas con discapacidad es compartido con el sub-modelo
eugenésico, solo que la manifestación emblemática de este sub-modelo es la
exclusión social en lugar de la privación de la vida. En este caso dichas
personas toman el lugar de marginados y son considerados parte del grupo
de pobres y mendigos. Respecto del trato dado a los niños y las niñas,
tomando la Edad Media como periodo emblemático de plasmación de este
sub-modelo, Palacios vincula el abandono de la práctica del infanticidio a los
valores cristianos de respeto hacia la vida de cualquier ser humano que
surgen en aquel período6 . No obstante ello, muchos niños y niñas sin
recursos económicos morían debido a la falta de atención de problemas de
salud, en la creencia de que era a través de la fe que encontrarían la
sanación. Los niños y niñas que sobrevivían, frecuentemente eran dejados en
las iglesias, lo que propició la creación de muchos asilos y orfanatos, o se los
utilizaba como mendigos en virtud de la mayor caridad que despertaba su
discapacidad. En la Edad Media era incluso habitual la mutilación de niños
para la mendicidad. De esta forma, la subsistencia de la personas con
discapacidad se organizaba a través de la Iglesia y la mendicidad,
permaneciendo también el recurso de ser objeto de entretenimiento, como
en épocas anteriores.

Como rasgo específico para el caso de las personas con discapacidades


mentales, en la Edad Media la ideología dominante institucionalizó la idea de
pecado y posesión diabólica, asignando a las enfermedades mentales el
significado de una influencia sobrenatural, asociadas a prácticas de brujería y
hechicería. Esta idea fue invadiendo todos los aspectos de la cultura de la
época, hasta infiltrarse en el criterio médico. El sub-modelo de marginación
sostiene como respuestas sociales en el contexto de la Edad Media dos
posiciones. Por un lado, el trato humanitario y misericordioso que inculcaba
la caridad cristiana, y por otro, un tratamiento cruel y marginador originado
por el miedo y el rechazo. Se trataba de una sociedad donde el trabajo había
cobrado un rol relevante, por lo que quien no trabajaba sufría un
menosprecio por parte de la comunidad. De esta forma, tanto la caridad
como el rechazo generaban el mismo resultado: la exclusión.

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2- MODELO REHABILITADOR O MÉ DICO

Las guerras y los accidentes laborales a principios del siglo XX fueron el


contexto para la consolidación de este modelo. Las causas de la discapacidad
ya no son religiosas, sino que pasan a ser científicas. Es una consecuencia de
una desventaja natural o biológica que porta la persona y por ello abordable
desde las ciencias. La discapacidad empieza a ser nombrada en términos de
salud/enfermedad y a considerarse modificable o “curable”. A su vez, es el
médico el responsable de diagnosticarla y de guiar el camino de la persona
hacia la “normalización”. De acuerdo con este paradigma, las personas con
discapacidad ahora pueden beneficiarse con los avances médicos y ser
tratadas para incorporarse a la vida social. En la medida en que logren
rehabilitarse o asimilarse a los demás y/o desarrollar capacidades residuales,
ya no serán consideradas “inútiles”. Por lo tanto, se considera que la persona
con discapacidad puede tener algo que aportar a la sociedad. Asimismo en el
transcurso de los cambios histórico políticos y sociales, el Estado comienza a
intervenir en las competencias que hasta entonces se encontraban en manos
de la iglesia. Para este modelo la discapacidad es una desviación del
funcionamiento estándar de la especie y la mirada social se dirige al déficit, a
lo que la persona no puede hacer. Por lo tanto, se originan instituciones
especializadas para abordar esa diferencia desde distintas perspectivas
(escuelas especiales, centros de rehabilitación, centros educativos
terapéuticos, talleres protegidos, hogares terapéuticos, centros de día) y
lograr la “normalización”. Así nace, entonces, la educación especial, que se
concretará en ámbitos educativos separados de la corriente general de
educación (y que aún hoy sigue vigente). Esta modalidad significó, por un
lado, el reconocimiento de la posibilidad de educabilidad de las personas con
discapacidad (la necesidad de utilizar procedimientos especiales para
mejorar los aprendizajes, necesidad de materiales específicos y
especialización). Pero por otro lado, esto significó una segregación que devino
marginación de los/as alumnos/as respecto de las pautas sociales generales.
En este punto cabe mencionar el concepto de integración. Si bien esto se ha
considerado un avance hacia una educación para todas las personas, no se ha
realizado desde una perspectiva verdaderamente inclusiva. En los procesos
de integración, son los colectivos que se incorporan los que se adecuarán a la
escolarización disponible, independientemente de su lengua materna, su
cultura o sus capacidades. El sistema educativo mantiene el “status quo” y
son los/as alumnos/as quienes deben adaptarse a la escuela y no ésta a
ellos/as. Por ende, la visión de integración que propugna el modelo
rehabilitador, se basa en la noción de normalidad y adaptación a ésta.
También surge el

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auge de las pruebas o test de inteligencia, donde los/as niños/as que dieran
puntajes que no estuvieran acordes a lo “normal” o “esperable”, eran
considerados “deficientes” y consecuentemente marginados/as. Gracias a la
ciencia, los niños y niñas con discapacidad tienen mayores probabilidades de
supervivencia. Sin embargo, desde la mirada rehabilitadora, el/la niño/a es
portador/a de una deficiencia que debe ser corregida cuanto antes para que
pueda disfrutar de una adultez lo más normal posible. Así, las respuestas
sociales y jurídicas no prestan ninguna atención al juego, el ocio o la vida en
familia de los niños y niñas con discapacidad, y en cambio, los tratamientos
médicos o rehabilitadores tienen un lugar central. En el contexto de este
modelo el trabajo es la forma de inclusión social central. Sin embargo, el
mercado laboral es un ámbito reticente al ingreso de personas con
discapacidad, por ello la seguridad social (asistencia económica o
instituciones especiales para vivir) y el empleo protegido, son medios de
subsistencia emblemáticos para este grupo, propios del modelo
rehabilitador. Tal como plantea Palacios, en ciertos casos la asistencia social
es el principal medio de manutención por la imposibilidad de realizar ningún
tipo de tarea. Pero en otros, la subestimación genera la exclusión del
mercado laboral de muchas personas con discapacidad plenamente capaces
de trabajar. Por otro lado, como forma de subsistencia el ser objeto de burla
continúa resultando una opción para muchas personas con discapacidad para
ganarse la vida. Es importante señalar que las respuestas para la inclusión
laboral de las personas con discapacidad pensadas como transitorias o
temporales se convirtieron, debido a diversas causas, en reglas permanentes.
Palacios identifica como obstáculos, por ejemplo, la creencia por parte de los
empleadores de la falta de preparación de las personas con discapacidad
para trabajar, la falta de autoconfianza de las propias personas con
discapacidad, la sobreprotección y falta de educación adecuada para
enfrentar las demandas laborales en igualdad de condiciones que el resto. De
acuerdo a la mirada del modelo médico rehabilitador, la discapacidad es una
tragedia personal, un evento fortuito terrible que puede ocurrirles a las
personas y la respuesta social es una actitud paternalista, producto de una
mirada que, centrada en la deficiencia, subestima y discrimina. De acuerdo
con Palacios, el énfasis en este modelo se sitúa en la persona y su deficiencia,
por lo que las respuestas se centran exclusivamente en las limitaciones. Se
establece una asociación entre la discapacidad, la enfermedad, y la necesidad
de la cura y/o rehabilitación, otorgándose una excesiva importancia al
diagnóstico clínico. La persona con discapacidad se integrará en la medida en
que se rehabilite, disimule u oculte su diferencia y se asemeje a los demás.
De lo contrario, la institucionalización involuntaria y segregada muchas veces
será la respuesta.

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3. MODELO SOCIAL

El modelo social surge en contraposición a los otros modelos de abordaje


presentados anteriormente y denuncia el tratamiento de la discapacidad
como una forma específica de opresión social. Su origen puede situarse a
fines de 1960. De acuerdo con este paradigma, tal como plantea Palacios, las
causas de la discapacidad no son ni religiosas ni científicas, sino sociales.
Según sus postulados la discapacidad no surge por una deficiencia que porta
un cuerpo, sino por las barreras sociales que se verifican en una sociedad que
no considera, o lo hace de forma insuficiente, a las personas con
discapacidad y las excluye de las posibilidades de una vida en común. A su
vez, este modelo desafía la noción instituida de normalidad, sosteniendo que
la misma es una construcción impuesta sobre una realidad donde sólo
existen diferencias, que no son reconocidas. Por lo tanto, aspira a que la 9 9
diferencia sea valorada como parte de la diversidad humana y no
simplemente “tolerada”. Todas las personas somos igualmente diversas o
diferentes unas de otras. Por ende, podemos decir que la diversidad es
inherente al ser humano. Con relación a las personas con discapacidad,
cuando hablamos de diversidad lo hacemos con el objetivo de suprimir las
nomenclaturas negativas que se han aplicado tradicionalmente. Algunos
autores proponen la utilización del concepto de “diversidad funcional” en
marcado en una propuesta con una perspectiva emancipadora, pues el
mismo cuestiona las lógicas normalizadoras que ejercen su poderosa
capacidad de disciplinamiento y regulación sobre los cuerpos. Bajo el modelo
social también es importante la distinción entre deficiencia y discapacidad14.
El primer concepto da cuenta de la pérdida o limitación total o parcial de un
miembro, órgano o mecanismo del cuerpo. El segundo, de la desventaja o
restricción de actividad causada por la organización social contemporánea.
En este marco, la vida con una deficiencia es una forma más de existencia y
todas las personas son iguales en dignidad, más allá de sus características
personales. Por este motivo, las soluciones no deben dirigirse exclusivamente
a la persona afectada sino a la sociedad, la que debe estar pensada y
diseñada para hacer frente a las necesidades de todas las personas. El diseño
y la accesibilidad universal, así como los apoyos y ajustes razonables, son
aspectos centrales del modelo social y resultan especialmente relevantes
para la inclusión social en todos los ámbitos, para desarrollar actividades,
servicios y productos que puedan ser utilizados y disfrutados por todas las
personas.
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La igualdad de condiciones para la vida en familia, la educación o el juego
tienen, bajo este paradigma, un lugar importante en tanto se considera que
los niños y niñas con discapacidad tienen los mismos derechos que los
demás. La educación especial es criticada por resultar un dispositivo
segregador, y en su lugar se aboga por una educación inclusiva, donde todos
los niños y niñas puedan aprender juntos, con los apoyos o ajustes que en
cada caso se requieran. La educación inclusiva plantea una transformación de
la cultura, una trasformación social y también una transformación en cuanto
a la organización del sistema educativo en general para garantizar la plena
participación y aprendizaje. Las formas de subsistencia de este modelo se
vinculan al trabajo ordinario y la seguridad social, que para quienes
promueven el modelo social no resultan excluyentes, a diferencia de lo que
suele ocurrir bajo la influencia del modelo rehabilitador. Por otro lado, desde
el modelo social se entiende que el ámbito laboral debe adecuarse a las
necesidades de todas las personas. No obstante ello, también se sostiene que
el empleo no es la única manera de inclusión de las personas con
discapacidad dentro de la sociedad y se otorga suma importancia a la
accesibilidad para el disfrute de todas las actividades de la vida social en
igualdad de condiciones.

Como síntesis, se destaca tres supuestos básicos de este paradigma:

‐ Toda vida humana, con independencia de la naturaleza o complejidad de la


diversidad funcional que le afecte, goza de igual valor en dignidad.

‐ Toda persona, cualquiera sea la naturaleza o complejidad de su diversidad


funcional, debe tener la posibilidad de tomar las decisiones que le afecten en
lo que atañe a su desarrollo como sujeto moral, y por ende debe permitírsele
tomar dichas decisiones.

‐ Las personas etiquetadas con discapacidad gozan del derecho a participar


plenamente en todas las actividades: económicas, políticas, sociales y
culturales —en definitiva, en la forma de vida de la comunidad— del mismo
modo que sus semejantes sin discapacidad.
El surgimiento del modelo social y su plasmación en la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad están fuertemente relacionados
con las luchas sociales que las personas con discapacidad vienen llevando
adelante en pos de su reconocimiento como sujetos de derecho, la
transformación de las políticas públicas, y la toma de conciencia en la
sociedad.

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LUCHAS SOCIALES POR EL RECONOCIMIENTO DE DERECHOS

A finales de la década de 1960, especialmente en Estados Unidos e Inglaterra,


la reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad fue
impulsada fuertemente por movimientos sociales a raíz del cuestionamiento
que trajo aparejado la perspectiva del modelo social de la discapacidad. No
obstante, después sus ideas iban a tener repercusión en otras naciones. Estos
movimientos se fueron gestando y desarrollando en contra de la
consideración ortodoxa del modelo médico y demandaron respuestas
sociales ante las situaciones de desigualdad. Podemos destacar que aquellas
personas con discapacidad que vivían en instituciones residenciales tomaron
la iniciativa e impulsaron sus propios cambios políticos; los activistas con
discapacidad y las organizaciones de personas con discapacidad se unieron
para condenar su estatus como ciudadanos de segunda clase. En este
sentido, fueron luchas cuyos protagonistas fueron quienes padecían la
discriminación y no las organizaciones para personas con discapacidad que les
ofrecían servicios específicos. Así, la participación política de las personas con
discapacidad y sus organizaciones abrió un nuevo frente en el área de los
derechos civiles y la legislación antidiscriminatoria. A partir de estas luchas se
reorientó la atención hacia el impacto de las barreras sociales y ambientales.
El denominado movimiento de vida independiente podría ser considerado el
antecedente inmediato del nacimiento del modelo social. El primer objetivo
planteado por este movimiento fue que las personas con discapacidad
pudieran elegir salir de las instituciones. En esa línea, el modelo social esboza
algunas herramientas para el desarrollo de la autonomía, siempre en la
medida de lo posible. Tal como plantea Palacios, la dependencia de las
personas con discapacidad no es una característica que las diferencie del
resto, sino sólo una cuestión de grado –ya que todas las personas somos
interdependientes y necesitamos apoyo para el desarrollo de nuestra
autonomía-. Al mismo tiempo señala que los profesionales tienden a definir
la independencia en términos de actividades de autocuidado (bañarse,
vestirse, asearse, cocinar, comer con asistencia), a diferencia de las personas
con discapacidad que la consideran como la capacidad de autocontrol y de
tomar las decisiones sobre la propia vida, más que realizar actividades sin
necesidad de ayuda. Es importante diferenciar entre el concepto de
autonomía y autodeterminación. La primera se encuentra ligada a la
independencia respecto de otros y la capacidad para funcionar
adecuadamente por sí mismo. La segunda es actuar como agente causal
primario en la propia vida, hacer elecciones y tomar decisiones libres de
interferencia o manipulación externa. La autodeterminación no tiene tanta
relación con cuanto puede hacer por

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sí misma una persona, sino con aceptar responsabilidades y tomar decisiones
en un contexto de interrelación social. Para que las personas con
discapacidad puedan elegir cómo vivir su vida bajo sus propios términos es
necesario que todos los actores sociales permitan e incentiven su
autodeterminación. “Educar desde y para la autodeterminación es habilitar la
inclusión social”. Retomando el recorrido por las características de las luchas
sociales por el reconocimiento de los derechos de las personas con
discapacidad, el movimiento de personas con discapacidad en Inglaterra se
propuso producir cambios en la política social o en la legislación de derechos
humanos. Reclamaron el derecho a definir sus propias necesidades y servicios
prioritarios y se declararon contra la dominación tradicional de los
proveedores de servicios. Vemos entonces que si se considera que las causas
que originan la discapacidad son sociales, las soluciones no deben apuntarse
individualmente a la persona, sino que deben encontrarse dirigidas a la
sociedad. En lo referente al ámbito norteamericano, el movimiento de vida
independiente tuvo mucha influencia en el desarrollo de políticas legislativas
sobre discapacidad y al mismo tiempo, fue creciendo el recurso a las batallas
legales que perseguían reparaciones por la negación de los derechos
constitucionales. Este movimiento se extendió por todo el país, traspasó las
fronteras y tuvo una gran influencia en otros países, tales como Suecia,
Canadá, Inglaterra y desde hace unos años en España.

NEGOCIACIÓ N DE LA CONVENCIÓ N SOBRE LOS DERECHOS DE


LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD.

A continuación se señalan brevemente algunos de los debates más


importantes que las personas con discapacidad dieron en ocasión de
negociar el texto de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidas.
Siguiendo el recorrido de la participación de las personas con discapacidad
por el reconocimiento de sus derechos es imprescindible mencionar el
proceso implementado durante el debate y elaboración de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Este proceso abrió la
participación a las organizaciones no gubernamentales (ONGs), sin requerir
que tuvieran estatus consultivo en las Naciones Unidas. Además de participar
activamente en las sesiones, realizaron una importante labor de lobby con
los Estados, enriqueciendo el proceso con sus aportes y dando lugar a uno de
los principios básicos de su lucha: “nada sobre nosotros sin nosotros”. En ese

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contexto se fundó lo que sería denominado “Caucus Internacional sobre
discapacidad”, conformado por alrededor de setenta organizaciones. Esta
instancia coordinó, preparó y articuló todas las acciones de incidencia y
aportes en la elaboración de la Convención, haciendo propuestas técnicas y
contribuciones conceptuales. Esto permitió que desde el lado de las
Delegaciones se superara la visión de subestimación acerca de las personas
con discapacidad; y desde el movimiento de personas con discapacidad la
articulación y unidad de acción les dio una gran fuerza política y moral y su
incidencia se plasmó en el articulado jurídico de la Convención, que de esa
forma, se convirtió en el primer tratado de derechos humanos realizado con
la participación directa de las personas cuyos derechos protege.

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