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GOBIERNO DE PUERTO RICO

OFICINA DE LA PROCURADORA DE LAS MUJERES


PROCURADORA | LERSY BORIA VIZCARRONDO

29 de abril de 2022

Hon. Orlando J. Aponte Rosario


Presidente
Comisión de lo Jurídico
Cámara de Representantes de Puerto Rico
El Capitolio
San Juan, Puerto Rico

VÍA CORREO ELECTRÓNICO: raponte@camara.pr.gov; wortiz@camara.pr.gov

RE: P. del S. 326

Estimado señor Presidente:

En respuesta a su petición, la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM) comparece por escrito y
presenta un memorial explicativo respecto al P. del S. 326, el cual, según su título, propone:

añadir el Artículo 135A, a la Ley 146-2012, según enmendada, conocida como “Código Penal
de Puerto Rico”, a los fines de incluir el delito de acoso callejero como una modalidad del delito
de hostigamiento sexual, incluir agravantes, penas; y para otros fines relacionados.

I. ALCANCE DE LA MEDIDA

La Exposición de Motivos del Proyecto comienza reseñando el marco conceptual de lo que se conoce
como acoso callejero. Se trata, pues, de una modalidad de la violencia de género que emana,
generalmente, de un desconocido y que atenta principalmente contra la libertad de nuestras niñas, jóvenes
y mujeres. Es una conducta que limita el derecho al espacio público, o cuasi público, coartando el libre
movimiento de las personas afectadas que, como quedó antes dicho, en su mayoría son nuestras mujeres
en todas sus diversidades.

PO Box 11382
San Juan PR 00910-1382
Hon. Gretchen M. Hau
P. del S. 326
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Según se indica, el alcance de este tipo de violencia machista va desde los piropos no deseados, y los
silbidos hasta los comentarios sexuales, fotografías y grabaciones no consentidas, el contacto físico
indebido, persecución o arrinconamiento, masturbación en público, exhibicionismo o gestos obscenos.
Conforme trasciende de la parte expositiva de la medida “[e]l acoso callejero es cotidiano, sistemático y
está tan naturalizado que no se ve como un problema, pero en realidad opera una lógica de poder que hace
que el espacio público sea mucho más masculinizado. Las mujeres se sienten observadas, acosadas y
hostigadas. En los casos más extremos, son asaltadas, violadas y asesinadas. Las mujeres enfrentan el
espacio público de forma desigual, y por miedo, toman decisiones desde qué ropa usar, hasta a qué hora
salir, y qué ruta usar.”1

En aras de atajar esta problemática, los legisladores proponen que se constituya como conducta punible
el acoso callejero y se integre a los delitos de violencia sexual bajo el Capítulo IV que trata sobre los
delitos contra la indemnidad sexual del Código Penal de Puerto Rico2. Con ello, se busca alcanzar un
propósito dual: (i)proteger la integridad de las personas en los espacios públicos o cuasi públicos; y, (ii)
promover el mejoramiento de los espacios urbanos, creando lugares más seguros para todas.

II. ANÁLISIS Y COMENTARIOS

En el año 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Agenda 2030 sobre el
Desarrollo Sostenible, la cual incluyó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS),3 lo que se ha
caracterizado como un llamado universal a la acción para erradicar la pobreza, proteger el planeta y
mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo. La Agenda 2030 reafirmó que la
igualdad de género es una condición sine qua non para el desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, una
consecuencia indispensable de ésta. La Agenda 2030, junto con sus 17 ODS, prioriza la realización de la
igualdad de género y los derechos de la mujer de manera transversal en sus dimensiones económica, social
y medioambiental, junto con el objetivo independiente sobre la igualdad de género y el empoderamiento
de las mujeres y niñas que se delinea en el Objetivo 5.4

Al respecto, el Objetivo 5 busca “[l]ograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las
niñas”. A dicho Objetivo la ONU le conoce como un objetivo enteramente de género en sí mismo. Señala que
es menester contar con cambios neurálgicos a nivel jurídico y legislativo en aras de garantizar los derechos de
las mujeres y la igualdad de género. En atención al Proyecto aquí bajo análisis nos parece pertinente repasar
dos de las metas5 que la ONU ha identificado para lograr alcanzar el referido Objetivo 5, a saber:

1 Véase, Exposición de Motivos del P. del S. 326, a la página 2.

2 Ley Núm. 146-2012, según enmendada, conocida como “Código Penal de Puerto Rico”.

3 Véase, https://www.un.org/sustainabledevelopment/

4 Id.

5 Véase, https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/gender-equality/
Hon. Gretchen M. Hau
P. del S. 326
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5.1 Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en
todo el mundo.

5.2 Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los
ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de
explotación.

La legislación que aquí atendemos definitivamente está enmarcada dentro de las metas antes referidas que,
como dijimos, están dirigidas a alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas.
Como parte de estos esfuerzos, es preciso proveer espacios públicos y cuasi-públicos seguros para nuestras
mujeres, en lo que su vida, seguridad, libertad y dignidad humana sea respetada. Por ello, tras un análisis
detenido y ponderado de la presente pieza legislativa consignamos para récord nuestro apoyo contundente
para esta. Este Proyecto se une a otros esfuerzos que estamos realizando a fin de erradicar, de una vez y
por todas, todo vestigio de violencia de género y de todas las manifestaciones de la violencia como
resultado del discrimen por razón de género que por décadas ha permeado nuestra sociedad.

Según la organización sin fines de lucro conocida como Stop Street Harrasment, el acoso callejero se
presenta como un tipo de violencia que aparece en forma de “comentarios, gestos y acciones no deseadas,
realizadas por la fuerza a una persona desconocida en un lugar público y sin su consentimiento”.6 Dicha
conducta limita a sus víctimas el acceso a espacios públicos y disminuye su nivel de comodidad en dichos
espacios.7 Puede obligar a las personas afectadas a “elegir” rutas menos convenientes y alterar sus rutinas;
a renunciar a pasatiempos y cambiar sus hábitos; e incluso a dejar un empleo o mudarse de barrio; o
simplemente, a quedarse encerrada en casa cuando la víctima siente que ya no puede afrontar la idea de
sufrir otro día más de acoso.

Por su parte, para ONU Mujeres el acoso sexual y otras formas de violencia sexual en los espacios
públicos, tanto en entornos urbanos como rurales, son un problema cotidiano al que se enfrentan las
mujeres y niñas en todos los países del mundo. Según la reconocida entidad, las mujeres y niñas sufren y
temen diferentes tipos de violencia sexual en espacios públicos, desde comentarios y gestos desagradables
de índole sexual hasta la violación y el feminicidio. Estas manifestaciones del acoso se verifican en las
calles, en el transporte público, las escuelas, los lugares de trabajo, los baños públicos, los parques, entre
otros espacios urbanos. Según un reciente informe publicado por ONU Mujeres, esta realidad: (i) reduce
la libertad de circulación de las mujeres y niñas, (ii) limita su capacidad de participar en la educación, el
trabajo y la vida pública; y, (iii) dificulta su acceso a servicios esenciales y el disfrute de actividades
culturales y recreativas, afectando negativamente a su salud y su bienestar.8

6 Véase, https://stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/

7 Véase, Stop Street Harrasment Why Stopping Street Harassment Maters, recuperado en:
https://stopstreetharassment.org/about/what-is-street-harassment/why-stopping-street-harassment-matters/

8Véase, ONU Mujeres, Garantizando ciudades y espacios públicos seguros para mujeres y niñas durante la COVID-19, (2020),
recuperado en: https://www.unwomen.org/-/media/headquarters/attachments/sections/library/publications/2020/brief-covid-
19-and-ensuring-safe-cities-and-safe-public-spaces-for-women-and-girls-es.pdf?la=es&vs=2854
Hon. Gretchen M. Hau
P. del S. 326
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Como vemos, el despliegue de esta conducta tan reprochable e indigna coloca a las mujeres en una
posición de desventaja y desigualdad en el entorno público en comparación con los hombres. Como
consecuencia de las constantes agresiones y acoso callejero, nuestras mujeres se ven forzadas a calcular
sus movimientos, a pensar y repensar cuál es la forma segura de salir a la calle, por qué lugares debe
caminar, qué ropa debe utilizar, en qué horario se debe exponer al espacio público, entre otras
consideraciones de seguridad, consideraciones que los hombres no se ven forzados a tomar pues estos
discurren libremente por el espacio urbano sin que teman por su integridad física o por ataques a su
dignidad como lo lidiamos diariamente las mujeres. Es hora ya que el espacio público no sea un espacio
intimidante, inseguro y desigual para nuestras mujeres.

Conforme a lo expuesto, debemos consignar que nos parece apropiado y necesario el esfuerzo de la
Asamblea Legislativa de tipificar como delito el acoso callejero, a manera de visibilizar esta nefasta
conducta que lesiona la libertad y la dignidad de sus víctimas. No actuar sobre esta situación no es una
opción. Esta conducta antijurídica no puede continuar siendo un mero asunto cotidiano, “con el que hay
que resignarnos a vivir”, “lo que se tiene que soportar”, “algo normal”. El acoso no es culpa de la mujer,
ni de cómo estaba vestida, ni de la hora del día o de la noche en que se encontraba en la vía pública. El
acoso de mujeres perpetrado por hombres y motivado por el género es un delito y como tal debe ser
tipificado en nuestro Código Penal. Consideramos que el tipificar esta conducta como delito, acompañado
con los esfuerzos educativos correspondientes, servirá como disuasivo y disminuirá las prácticas de acoso
de los hombres hacia las mujeres, lo que aumentará la percepción de seguridad de las mujeres al utilizar
los espacios públicos, medios de transporte colectivo, entre otros.

Respaldamos, a su vez, el enfoque educativo y/o de sensibilización que se propone en la medida para
trabajar con la persona que se halle incursa en la comisión de este delito, más allá de establecer penas de
reclusión. Definitivamente, la educación es el verdadero agente de cambio por lo que enfatizar en estos
esfuerzos educativos impulsará la modificación de conducta a mediano y largo plazo. Coincidimos, pues,
con los legisladores proponentes al establecer entre las penas por la comisión de este delito el que se les
requiera tomar talleres o cursos de sensibilización contra el acoso callejero. Nuestra Oficina está presta a
cumplir con los deberes y responsabilidades que se nos delegan a través de este Proyecto para la provisión
de estos talleres de sensibilización.

Destacamos, además, que el proceso de educación sobre este tema no debe estar limitado a los talleres
que tenga que tomar el que incurra en el delito de acoso callejero, sino que estos esfuerzos de
sensibilización se deben ampliar:

• a la ciudadanía en general, de modo que se eduque de cómo conducta que, para algunos puede
resultar inofensiva, afecta a las mujeres;

• a las víctimas, para que conozcan sus derechos y cómo vindicarlos; y,

• a los funcionarios públicos llamados a ejecutar esta Ley, para que no reproduzcan estereotipos
de género que terminen revictimizando a la denunciante.
Hon. Gretchen M. Hau
P. del S. 326
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III. CONCLUSIÓN

Como se sabe, la Asamblea Legislativa posee la facultad para establecer toda aquella legislación que
estime necesaria, siempre y cuando no sea contraria a las disposiciones de nuestra Constitución.9 Además,
el Gobierno, bajo su poder de razón de estado (police power) tiene el deber y la responsabilidad “de
proteger la salud, seguridad y el bienestar de sus ciudadanos”.10 Por este motivo, se ha establecido que la
Asamblea Legislativa, tradicionalmente, goza de gran discreción para legislar sobre asuntos relativos a
estas áreas de interés.11 Definitivamente, el Proyecto aquí bajo análisis atiende un aspecto vital de la
seguridad y el bienestar de nuestras mujeres.

En atención a lo expuesto, no encontramos reparo a que el P. del S. 326 siga el curso legislativo
correspondiente hasta su final aprobación. No obstante, sugerimos respetuosamente que se reciba el
insumo y comentarios del Departamento de Justicia, de manera que pueda aportar información relevante
y ayudar a esta Honorable Comisión en el análisis de esta importante medida.

Agradecemos nuevamente la oportunidad que se le ha brindado a la OPM para someter sus comentarios
los cuales esperamos sean de utilidad en el descargo de sus funciones legislativas. Reiteramos nuestra
disposición para colaborar con esta Honorable Comisión, según se estime pertinente.

Cordialmente,

Lcda. Lersy G. Boria Vizcarrondo


Procuradora de las Mujeres

9 Desde luego, la legislación puertorriqueña tampoco puede estar en conflicto con las disposiciones de la Constitución y las leyes de
los Estados Unidos de América, de conformidad con la cláusula de la supremacía que establece la constitución federal. Art. VI, Const.
EE. UU., LPRA, Tomo 1.

10 E.L.A. v. Northwestern Selecta, 185 DPR 40, 60 (2012).

11 Id.

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