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Juan 2,1-12

Podemos estar seguros, el vino se acabará! Nuestras intuiciones, nuestro poder, nuestros planes,
todo lo que hagamos no será suficiente
Sin duda los que prepararon el vino para la fiesta sabían lo que estaban haciendo. Además lo
habían hecho ya docenas de veces. Sabían cuánto dura una fiesta y cuánto vino se gasta. Hasta
habían mirado la lista de los invitados una y otra vez para poder calcular mejor sabiendo quién
consumiría el vino…! Y no importa cuántos cálculos hicieran, el vino se acabó. SIEMPRE SUCEDE LO
MISMO CUANDO SE TRATA DE “NUESTRO” VINO.

Lo primero que se nos enseña aparece desde Zac 4,6: No es por nuestro poder, ni por nuestra
fuerza sino por el Espíritu del Señor!
Y luego: Sin Jesús no hay vino. El Evangelio se lo recuerda a la comunidad cristiana.

Como el primer “vaso de barro” de la Creación, fuimos llenos con el mejor vino: talentos,
inteligencia, sabiduría, creatividad, influencias, etc. Los seres humanos somos maravillosos de
muchas maneras. Pero…los seres humanos somos “humanos” y, a veces, casi ni lo somos. Ni la
capacidad, ni el carisma duran, a veces, mucho tiempo.
En ese momento, nuestra vida es definida y determinada por la presencia del Señor. En ese
momento oímos, suavemente, detrás de nosotros, las palabras que María dijo a los servidores:
“Hagan lo que Él les diga”. Y si queremos escuchar el consejo, se nos llenará de Vino Nuevo y el
final será mejor que el principio

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