Dios Lo Quiere Todo No Un Compromiso Parcial

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DIOS QUIERE TODO DE TI

Dios no quiere una parte de tu vida. Pide todo tu corazón,


toda tu alma, toda tu mente, y todas tus fuerzas. A Dios no le
interesan los compromisos a medias, la obediencia parcial y
las sobras de tu tiempo y dinero. Quiere tu devoción plena, no
pedacitos de tu vida.

Una mujer samaritana en cierta ocasión discutió con Jesús


acerca del mejor tiempo, lugar y estilo de adoración. Jesús le
contestó que esos aspectos eran irrelevantes. El lugar de
adoración no es tan importante como por qué adoramos y
cuánto de nuestro ser le ofrecemos a Dios cuando lo
hacemos. Hay una manera de adorar, buena o mala. La Biblia
dice: «Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino
inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta
gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor
reverente» Hebreos 12:28

La adoración que agrada a Dios tiene cuatro


características:

1. A Dios le agrada la adoración en verdad


La gente suele decir «Me gusta pensar en Dios como alguien
que...» y plantean la idea de un Dios a quien les gustaría
adorar. Pero no podemos simplemente crear nuestra propia
imagen de Dios, la que nos resulta cómoda y políticamente
correcta, y adorarla. Eso es idolatria.
La adoración debe basarse en la verdad de las Escrituras, no
en nuestra opinión acerca de Dios. Jesús le dijo a la mujer
samaritana: «Los verdaderos adoradores rendirán culto al
Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que
le adoren» Juan 4:23.
«Adorar en verdad» significa adorar a Dios como la Biblia
verdaderamente lo revela.
A Dios le agrada la adoración auténtica

Cuando Jesús dijo que debemos «adorar en espíritu» no se


refería al Espíritu Santo sino a nuestro espíritu. Fuimos
creados a imagen de Dios y, por lo tanto, somos un espíritu
que reside en un cuerpo, y él diseñó nuestro espíritu para que
pudiéramos comunicarnos con él. La adoración es la
respuesta de nuestro espíritu al Espíritu de Dios. La
adoración que agrada a Dios es profundamente emocional y
doctrinal. Con nuestro corazón y nuestra cabeza.

Cuando Jesús dijo: «Ama al Señor tu Dios con todo tu


corazón y con toda tu alma» quería decir que la adoración
debe ser auténtica y sentida, de corazón. No se trata sólo de
decir las palabras correctas; debes creer en lo que dices. ¡La
alabanza que no brota del corazón no es alabanza! No sirve
de nada, es un insulto a Dios. Cuando adoramos, él mira más
allá de nuestras palabras, observando la actitud de nuestro
corazón. La Escritura afirma: «La gente se fija en las
apariencias, pero yo, (el Señor) me fijo en el corazón» 1
Samuel 16:7b.

Muchas personas confunden las emociones conmovedoras


producidas por la música con las estimuladas por el Espíritu,
pero no son iguales. La verdadera adoración ocurre cuando
nuestro espíritu responde a Dios, no a una melodía. En
realidad, algunas canciones sentimentales e introspectivas
entorpecen la adoración porque de concentrarnos en Dios,
pasamos a enfocarnos en nuestros sentimientos. Cuando
adoramos, el factor de mayor distracción somos nosotros
mismos: nuestros intereses y preocupaciones acerca de la
impresión que damos.

Los cristianos no se ponen de acuerdo con respecto a la


manera más adecuada o auténtica de alabar a Dios, pero
estos argumentos lo que más reflejan son las distintas
personalidades y trasfondos. La Biblia menciona diversas
formas de alabanza: La confesión, el canto, los clamores, el
estar de pie, el arrodillarse, el baile, el hacer ruidos de gozo,
el testimonio, la utilización de instrumentos musicales y el
alzar las manos. El mejor estilo de adoración es el que más
auténticamente representa nuestro amor a Dios, basado en el
trasfondo y la personalidad que Dios nos dio.

Mi amigo Gary Thomas se dio cuenta de que muchos


cristianos en lugar de tener una amistad vibrante con Dios,
parecen estancarse en la costumbre -la adoración se
convierte en una rutina satisfactoria- porque se obligan a usar
métodos devocionales o estilos de adoración que no se
adaptan a la unicidad con que Dios los creó. Gary se
preguntó: «Si Dios con toda intención nos creó a todos
distintos, ¿por qué deberíamos amarlo de la misma
manera?».

Una cosa es cierta: No darás gloria a Dios intentando ser


alguien que él nunca se propuso que fueses. Dios quiere que
seas tú mismo. El Padre está «buscando personas que,
cuando le adoren, sean sencillas y sinceramente ellas
mismas cuando se presenten a él». Juan 4:23.

A Dios le agrada la adoración reflexiva

El mandamiento de Jesús de «amar a Dios con toda tu


mente» se repite cuatro veces en el Nuevo Testamento. A
Dios no le agrada que cantemos himnos, oremos con apatía y
exclamemos con indiferencia ¡Gloria a Dios!, sin pensar en lo
que hacemos, porque no se nos ocurre otra cosa que decir en
ese momento. Si no pensamos en lo que hacemos cuando
adoramos, la adoración no sirve. Tu mente debe estar puesta
en lo que haces. Además, sé específico. Si alguien se te
acerca y repite: «¡Te alabo!» diez veces, es probable que
pienses «¿Por qué?». Tu preferirías dos cumplidos
específicos a veinte generalidades vagas. Dios también.

A Dios le agrada la adoración práctica

La palabra de Dios afirma: «Les ruego que cada uno de


ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» Romanos 12:1.
¿Por qué quiere Dios tu cuerpo? ¿Por qué no dice «ofrezcan
su espíritu?». Porque sin el cuerpo no podemos hacer nada
en este planeta. En la eternidad recibiremos un cuerpo nuevo,
mejorado, actualizado, pero mientras estemos en la tierra,
Dios dice: «¡Dame todo lo que tengas!». Él solamente está
siendo práctico en cuanto a la adoración. La verdadera
adoración se arraiga en la Palabra.

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