Está en la página 1de 12

ANTECEDENTES HISTORICOS

HISTORIA DE LA MIGRACIÓN EN EL MUNDO

Al hablar de inmigración, es conveniente recordar los periodos históricos que precedieron


al actual. La fragilidad de la memoria de los pueblos y la tendencia a ocultar situaciones
difíciles que se han vivido con anterioridad, nos hace olvidar datos importantes que han
marcado a lo largo de los siglos la historia de la humanidad. Solo desde el contexto
histórico y considerando las variables económicas y sociales, podremos comprender los
motivos por lo que emigran, personas procedentes de todos los continentes, que llegan a
países de destino con la expectativa de permanecer por un tiempo o tal vez, de construir
una vida en ellos.
Desde el paleolítico hasta nuestros días, los seres humanos nos hemos desplazado por los
territorios y continentes por muy distintas razones.
En la antigüedad CARTAGO, GRECIA Y ROMA, organizaban flujos emigratorios como
método para exportar el excedente social que se acumulaba en sus fronteras interiores.
Asi se aseguraban que mantenían el orden político.
A partir del descubrimiento de América, millones de personas emigraron a los nuevos
territorios. Los Estados Unidos del norte son el mejor ejemplo de un territorio poblado por
sucesivas olas de inmigración.
En el siglo XIX un puñado de países europeos inician la conquista de buena parte del
planeta. Cuando no lo ocupaban, se establecían en los territorios a través de su
superioridad militar, económica y social. Exportaban personas y negocios, asolando los
sistemas sociales y económicos de las zonas donde se establecían. De esta forma, Europa
corregía problemas como el exceso de población o de pobreza y se enriquecía
económicamente a costa de los países que colonizaba.

ORIGEN Y FIN DE LA MIGRACIÓN

La migración es un fenómeno social, aunque también podría decirse que es natural o


connatural al ser humano. Desde su origen remoto los homínidos se han dedicado a viajar por
el globo terráqueo hasta llegar a sus confines.

Los descubrimientos recientes de una nueva especie humana, llamada los denisovianos, cuyos
restos se encontraron en una cueva en Siberia, tienen relación con los habitantes actuales de
la Melanesia (3 por ciento) y entre los aborígenes australianos. Encontrar rastros siberianos de
ADN en otro punto del planeta, a 7 mil kilómetros de distancia y mares de por medio, pone en
evidencia la increíble movilidad de los homínidos y sus descendientes, el homo sapiens
africano, a través de los siglos.
La migración entendida como la movilidad humana en el mundo
La migración ilegal en el mundo es uno de los principales problemas para el desarrollo humano del siglo
XXI, claro que se ha venido desarrollando desde el siglo pasado por décadas. Representa un enorme
problema para el desarrollo humano debido a que este fenómeno socio-económico, expone a millones de
personas, tanto a los propios migrantes como a sus familias a una denigración de ellos mismos como
humanos, ya que constantemente sus mismos derechos humanos son pasados por alto, pero aun en un
porcentaje importante de casos, se vuelven víctimas de explotación, esclavitud y trata. Además que las
familias de los países exportadores de migrantes quedan fracturadas indefinidamente y esto provoca
cambios sociales de importancia para los países de origen. Además los migrantes ilegales en los países
receptores de la migración, se enfrentan también a la discriminación y xenofobia, además de al tener un
estatus ilegal, los hace más vulnerables a sufrir crímenes que no denuncian por su estatus, esto aunado a
que no les es posible acceder a servicios básicos de salud o educación, entre otros, retrasa y denigra aún
más su desarrollo humano e integridad.
La migración ilegal en el mundo es un tema que debe de estar en la agenda internacional como prioritaria,
ya que afecta a un importante número de personas, y tiene fuertes consecuencias socio-político y
económicas tanto en los países receptores como en los exportadores de mano de obra. Económicamente
se ha convertido en un importante flujo de efectivo entre los países, para algunos países pobres es
incluso es su mayor fuente de ingresos. Sin embargo no se debe de pretender que la migración se vuelva
un sustito del desarrollo humano en el tercer mundo, lejos de eso debe ser un importante precursor e
impulsar el mismo
La migración al ser un fenómeno imparable y que afecta a un número de personas tan alto, debe de ser
regulado, ya que los Estados tanto receptores como exportadores de mano de obra migrante, obtienen
importantes beneficios económicos, políticos, sociales y culturales, de ahí que darle un marco legal y
normativo tiene una importancia sustancial
La migración ilegal es un fenómeno internacional que necesita con urgencia un marco regulatoria global,
para evitar que millones de personas vean socavados sus derecho elementales y comprometido su
desarrollo humano.

Origen de la migración
Para poder comprender, analizar y reflexionar sobre cualquier problema, sobre todo de carácter humano,
se deben de tener claros los orígenes del mismo, de este modo se debe de conocer claramente los
motivos de la migración, y de cómo está a llegado a las magnitudes actuales
La migración, la movilidad de personas dentro y fuera sus Estados de origen, siempre se ha dado dentro
del proceso histórico humano, lo que destaca la migración de la actualidad son las magnitudes que han
alcanzado y esto no solo se explica por un crecimiento demográfico, también tiene otras razones que lo
han provocado su explosión.
Uno de los primeros motivos por el cual la gente deja su país de origen es evidentemente la pobreza, no
solo económica, si no mejor enfatizada, la falta de oportunidades para el desarrollo de sus capacidades,
sin embargo es muy importante señalar que la gente más pobre es la que menos tiende a emigrar, esto
se podría explicar, porque no solo se trata de tener una falta de oportunidades, sino también de tener
cierto acceso a información, tal vez cierto nivel mínimo de educación, para que la gente, el individuo tenga
la capacidad de poder aspirar a mejorar la calidad de vida, de no ser así simple y llanamente aceptara su
miserable estilo de vida como lo único a lo que puede acceder. En este punto es muy importante el papel
que ha venido desempeñando la globalización y el constante flujo de información, ya que este ha
permitido que un importante número de población pobre, probablemente sin llegar a la pobreza extrema,
acceda a información que les abre un tanto la visión global, la concepción del mundo que tienen, y ello les
permita aspirar, empoderarse de sus propias vidas, y querer acceder al desarrollo humano que se tiene
en otras regiones, tanto dentro como fuera de sus Estados de origen.
Además de que el origen más importante de la migración tanto regional como internacional es la falta de
acceso a oportunidades de desarrollo, otro factor muy importante del origen de la migración
son conflictos bélicos o desastres naturales que originan una gran cantidad tanto de refugiados como de
desplazados, sin embargo esta clase de migración no tiende a ser un problema tan desproporcionado
como el origen de la falta de oportunidades, ya que por lo general los desplazados en grandes cantidades
sueles ser personas en un estatus de pobreza extrema, y suelen quedarse en campos para refugiados en
países cercanos del que han huido, esperando a que las circunstancias les permitan retornar a sus países
de origen.

Dinámica de la migración
A pesar de la idea que comúnmente se tiene, la mayoría de las migraciones no son de tipo internacional,
sino más bien regional, incluyendo tanto a la que se da dentro del mismo Estado, como a la que se da
dentro de países de la misma región.

Los migrantes internos aproximadamente suman 741 millones de personas, es decir casi cuatro veces los
que se desplazaron de un Estado a otro, y de estos últimos algo más de una tercera parte, menos de 70
millones de personas se trasladaron de un país subdesarrollado a otro desarrollado. La mayoría de los
200 millones de migrantes internacionales se trasladaron de una nación en desarrollo a otra o entre
países desarrollados
También cabe mencionar que dentro de esta dinámica los países receptores de migrantes, prefieren a los
que tienen mayor nivel educativo, es decir trabajadores especializados a los que no tienen dicho perfil.

El debate de la migración
La migración se ha convertido en un problema importante que en los últimos años ha ocupado un lugar
prioritario en las agendas multilaterales de diversas naciones, sin embargo aún se está muy lejos de llegar
a consolidar una normativa general.
Las naciones receptoras de migrantes ponen grandes barreras para el desplazamiento humano ya que
algunos sectores de su población tienen una fuerte oposición a los migrantes, por considerarlos una
amenaza para sus fuentes de empleo, además de que en algunos casos los asocian con la delincuencia,
y otros actos que atentan contra su Estado y cohesión cultural y social
Sin embargo esos temores son infundados, ya que los estudios más recientes del PNUD y que fueron
puestos de manifiesto en el informe 2009 se demuestra que el impacto que tienen los trabajadores
inmigrantes en el mercado laboral de los Estados receptores no es negativo en cuanto a las oportunidad
para la población propia, lejos de eso los estudios apuntan a que los trabajadores migrantes
constantemente dan más de los que reciben, ya que los legales pagan impuestos, y no tienen acceso a
los servicios básicos de salud o educación, además de que siempre tienen la incertidumbre de cuanto
durara su estadía en el país, en cuanto a los ilegales, aun cuando no paguen impuestos por su condición,
si contribuyen con su trabajo ha aumentar la riqueza del Estado receptor, además de que constantemente
son explotados en sus fuentes de trabajo y ahorran grandes cantidades en impuestos a
las empresas contratantes.
Así la mayoría de los temores de la población del Estado receptor, no tienen fundamentos reales, de
hecho el impacto de los migrantes tiene muchos beneficios, no solo económicos, sino también culturales y
sociales.

La migración en este siglo


La migración simple y llanamente es un fenómeno imparable y es obligación de todos los Estados tanto
exportadores como receptores de migrantes crear una normativa que les brinde protección y garantice
tanto sus derechos humanos como sus expectativas de desarrollo.
Además se debe de recalcar, que la causa principal del porque la gente deja su país de origen es la falta
de oportunidades que no tienen en sus Estados, y cabria analizar y reflexionar acerca de porque estos
Estados no pueden darles esas expectativas de vida, evidentemente las causas son muchas y el tema
inmensamente basto, pero lo que se debe de rescatar es que independientemente de las teorías de las
causas del desarrollo y del subdesarrollo, la globalización, ha llevado con sus medios masivos
de información una expectativa de oportunidades en sus vidas a la población mundial, es absurdo que los
países desarrollados, o no desarrollados y la iniciativa privada internacional que se ha visto enormemente
beneficiada de la globalización aumentando sus ganancias de forma exponencial, pretendan que los
individuos deberán de esperar a que mejores las expectativas de vida en sus Estado de origen, cuando
esto llevara cuando menos varias generaciones, además cabria revisar que uno de los
principales problemas de la falta de desarrollo, es la falta de capital en los países pobres, la que se les ha
dado a cuenta gotas por instituciones internacionales, o particulares, y que han visto solo un negocio más,
una inversión más en estos resaltamos, y ni siquiera se han puesto a cuidar si realmente se usan
estos recursos para impulsar el desarrollo humano de los países pobres.
Así, el problema básico de la migración, es el desarrollo, del que todos, tantos los Estados desarrollados
como los no desarrollados son tanto en una u otra medida culpables o simple y llanamente no han podido
enfrentar el problema como lo deberían y sus resultados aún dejan mucho que desear, por lo tanto no
pueden olvidar el factor humano dentro de todo esto, ya que la falta del desarrollo afecta a las personas, a
millones de ellas, y no pueden esperar que estas personas, se queden esperando a que pasen
generaciones para que la situación dentro de sus Estados cambie y les brinden esas oportunidades que
son su derecho, y los países desarrollados o receptores de migrantes son igual de responsables que los
Estados pobres, ya que las empresas de estas naciones desarrolladas, se ven enormemente beneficiados
por el trabajo de los migrantes, y por ende el mismo Estado, porque aumentan
los indicadores económicos, es decir, generan riqueza, y no reciben la parte proporcional que les
corresponde, porque sea como sea su trabajo es rentable para las empresas que los contratan, además
de que también enriquecen el mercado interno de los países receptores.
La gente, las personas del mundo, simplemente desean tener las oportunidades para desarrollar sus
capacidades, y es su derecho el buscarlas si su mismo Estado no tiene la capacidad para brindárselas, y
esto es algo que van a seguir haciendo, la movilidad humana seguirá aumentando.
La migración es producto de un capitalismo monopolista mundial que no reparte la riqueza y el desarrollo,
y es a su vez una manifestación de la inconformidad de la gente de seguir teniendo existencias
tan faltas de desarrollo, es producto de la gente medianamente educada o muy educada o que
simplemente han tenido acceso a información que les ha permitido que se están empoderando para
cambiar sus expectativas de vida, y es su derecho, como también lo es que los Estado tengan una
normativa para garantizar sus derecho humanos, y su desarrollo al país al que llegan, es decir que no
sean tratados como seres humanos de segunda, porque como sea, contribuyen a la riqueza del país
receptor, y a la del exportador, es decir de un modo u otro están sustituyendo la ineficacia de los Estados
para brindarles esas oportunidades.
Cabe recordar que si no existieran fuentes de empleo en los países receptores, simplemente no habría
migración, pero bien es sabido tanto por los Estado receptores como por la iniciativa privada de los
mismos los beneficios económicos que tiene esta fuerza laboral que de entrada produce y genera riqueza,
pero por un lado ahorra enormes cantidades de impuestos y por el lado estatal, no genera gastos en
servicios básicos, ya que para el Estado receptor simplemente no existen.

Regulación jurídica de la migración


La mayoría de los Estado del globo, firmaron la carta de las Naciones Unidas, en la cual uno de los
principales puntos es el respeto a los derechos humano, que dignifican a toda esta persona dentro de
este planeta, por lo mismo es necesaria una regulación y normativa jurídica que garantice
la dignidad humana de los migrantes, porque sea como sea son personas que buscan oportunidades que
sus Estado no tienen la capacidad de darles, y que en parte esa incapacidad se explica por medidas
internacionales, como se expuso anteriormente, la falta de desarrollo provoca la migración.
Es evidente que para que el desarrollo humano global unificado se alcance falta demasiado, tal vez ni
siquiera se alcance, pero las personas seguirán buscando, empoderándose para mejorar sus vidas y las
de sus familias, por lo tanto es obligación de los todos los Estado, internacionalmente hablando, regular la
migración, ya que trae tanto beneficios para el Estado receptor como para el exportador, y lejos de ser un
obstáculo o que se espere que en un momento dado sustituya el desarrollo del Estado de origen, cosa
que tampoco puede hacer, muy por el contrario se podría convertir en un factor de ayuda y de apoyo al
desarrollo humanos de los países de origen, dando lo que más les hace falta, capital, y capital directo a
las personas, sin pasar por ineficientes y gobiernos de estos Estado que frecuentemente no hacen llegar
los recursos a la población que en ocasiones obtienen de organismos internacionales o de
la banca privada internacional.
Así la migración es un factor que puede, de hecho lo está haciendo, ayudar al desarrollo de los Estados
exportadores de migrantes, y a la larga crear en estos mismos esas expectativas de desarrollo, evitando o
siendo a la larga un factor de disminución de la migración. Cabe recordar que el ser humano
por naturaleza es parte de una sociedad, tiene una concepción del mundo en base a esa sociedad, y le es
muy difícil a un individuo dejar todo los que conoce, y romper lazos afectivos de familiares y amistades, es
decir dejar todo lo que conoce y le es importante en este mundo, así pues tomar la decisión de ser
migrante, legal o ilegal, no es nada fácil, y solamente la falta de desarrollo o un fenómeno mayor, como
desastre natural o guerra, tienen la capacidad para impulsar a un individuo a convertirse en migrante,
porque además se tendrá que enfrentar a ser un ciudadano de segunda, a la discriminación, y a la
adaptación a una sociedad, sea como sea ajena a él y a su concepción del mundo que tiene.
La regulación normativa de la migración a nivel internacional es obligación de todos los países, para
proteger la integridad física y emocional de millones de personas de las que los Estados, obtienen
beneficios y al fin y al cabo han creado por su ineficacia para garantizar o ayudar realmente a un
desarrollo humano global.

Conclusiones
La migración, es un problema internacional, afecta a casi la quinta parte de la población mundial,
beneficia a un gran número de empresas nacionales y transnacionales, así como a los Estados tanto
receptores como exportadores de los migrantes. Es fenómeno de empoderamiento de la gente, que
desea cambiar su realidad individual, sin importar el costo familiar y emocional que deberán pagar.
Es obligación de la comunidad internacional generar ese marco jurídico tan necesario para garantizar los
derechos humanos y el derecho al desarrollo humano de los migrantes, para que no sean víctimas de una
infinidad de abusos a su integridad personal.
Además que una regulación, aportaría impuestos a ambos Estados, receptor y exportador, apoyaría el
desarrollo de estos últimos, y ayudaría a la falta de manos de obra de los primeros, además que desde el
punto de vista demográfico, cada vez más los Estados receptores tendrán necesidad de estos
trabajadores migrantes porque sus poblaciones cada vez más ancianas. Es decir habrá un beneficio para
todos, el impacto positivo es contundentemente mayor al negativo. Es imperante y un desafío para la
comunidad internacional la regulación de este fenómeno, es inaceptables que se deje en este estado de
abusos constantes a casi 800 millones de personas, y que solo unos cuantos le saquen el mayor
provecho.
Los desplazamientos y cambios de residencia de grupos humanos de unas zonas a otras
han sido constantes desde la remota prehistoria. Nomadismos, invasiones, peregrinajes,
expediciones comerciales y colonizaciones han construido el mundo que hoy
conocemos.

La primera migración fue la que sacó de su patria originaria en África a nuestros


ancestros en diversas oleadas para expandirse por el mundo. ¿Qué les empujó a
emprender tan colosal viaje? Probablemente aquellas primeras avanzadillas de Homo
ergaster, acuciadas por el hambre y por un aumento de la población, aprovecharon una
bonanza climática hace 1,7 millones de años para entrar en Asia y colonizar nuevos
territorios. Después, sucesivas oleadas de homínidos cada vez más evolucionados
siguieron avanzando en busca de mejores oportunidades de caza, hasta alcanzar Europa,
donde la presencia humana (Homo antecessor) está fechada hace unos 700.000 años.

Paso libre a los cazadores

Una vez asegurada la ocupación de África y Eurasia, ya en tiempos del hombre


moderno (Homo sapiens sapiens), tuvo lugar el poblamiento del continente americano,
uno de los episodios del pasado que más controversia suscita. La tesis más aceptada por
los antropólogos es la de que los primeros americanos eran cazadores asiáticos que
llegaron desde las tundras siberianas hace unos 15.000 años a través del estrecho de
Bering, probablemente persiguiendo grandes mamíferos.

Esto fue posible porque durante los periodos de glaciación, Siberia y Alaska formaban
un solo territorio emergido por el que se podía pasar andando de un continente a otro.
Las otras teorías sobre la penetración humana en América, como la de la travesía del
Pacífico por australianos o polinesios, o la navegación del Atlántico por europeos,
resultan menos verosímiles. Alrededor de 8000 a. de C., la revolución agrícola del
Neolítico permitió que algunas comunidades se hicieran sedentarias en Asia Menor y la
cuenca del Mediterráneo, foco de las primeras civilizaciones, pero el impulso viajero no
menguó.

Por esas fechas, sucesivas partidas de pueblos con lenguas similares agrupados bajo la
denominación de indoeuropeos empiezan a poblar Europa. Su origen es incierto:
pudieron venir de la India, de las estepas siberianas, del Cáucaso o incluso de
Dinamarca. En todo caso, su paulatina conversión de cazadores- recolectores en
agricultores elevó la demografía y provocó nuevos movimientos de población. Hacia
2200 a. de C., estos pueblos se desplegaron por el continente; las migraciones hacia el
sur (Creta, Chipre, Tesalia) dieron origen al mundo grecolatino, mientras que en el
centro y oeste proliferaron las tribus celtas y germánicas.

Durante el primer milenio a. de C., los griegos y fenicios navegaron por todo el
Mediterráneo, creando asentamientos en el norte de África, Italia y España. Por esa
época, el desarrollo de las primeras ciudades -polis- provocó también un movimiento
migratorio del campo a la ciudad que luego se ha dado en todas las civilizaciones.

Tras el Imperio romano y las invasiones bárbaras -que se detallan en la parte siguiente
de este documento-, los vikingos tomaron el testigo viajero y con
sus drakkars navegaron mares y ríos en numerosas expediciones de exploración y
conquista. Invadieron Irlanda y Gran Bretaña, arribaron a las costas de Canadá, atacaron
varias localidades gallegas y penetraron por el Guadalquivir hasta Sevilla.

Europa domina el mundo

A partir del Descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492, comienza una era de grandes
movimientos migratorios. Los avances geográficos y técnicos permitieron el traslado
controlado de personas a las nuevas colonias ultramarinas, bajo la dirección de los
gobiernos o a cargo de compañías mercantiles. Las naciones europeas -España,
Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Alemania- se expandieron por África,
Asia y, sobre todo, América. Si Europa, por su alta densidad demográfica, ha sido una
cantera de emigrantes, América es la eterna tierra de promisión. La inmensidad de su
territorio, repleto de riquezas naturales, y la bajísima tasa de población, eran un reclamo
irresistible para los colonizadores, que emprendieron una nueva vida lejos de las guerras
que sacudían Europa.

Como contrapartida, su llegada fue devastadora para los pueblos de América Central y
del Sur (mayas, aztecas, incas...), cuyas culturas fueron aplastadas y su población
mermada por las enfermedades introducidas por españoles y portugueses. En el Norte la
colonización francesa y anglosajona también fue fatal para los indígenas, que vieron
trastocados sus modos de vida y acabaron exterminados o confinados a reservas.

En todo caso, mientras las colonias se mantuvieron dependientes de las metrópolis, los
traslados presentaron cifras reducidas. Se calcula en 100.000 el número de españoles
inmigrados a la América hispana durante el primer siglo colonial (1492-1600). Sin
embargo, a partir de la emancipación de los Estados americanos a inicios del siglo XIX,
hasta la primera mitad del XX, se produjo el mayor trasvase de población de la Historia.
El sueño de hacer fortuna

En esos años se ocuparon casi todas las tierras despobladas del mundo, en un
movimiento libre de cortapisas legales, incentivado por los países de acogida. Era un
fenómeno de tipo individual, no regulado por los gobiernos, sino alimentado por los
propios emigrantes: gente impulsada por el sueño de hacer fortuna o, al menos, de
alcanzar una vida mejor.

Hubo migraciones dentro de Europa, desde el Sur (Italia, España, Grecia) hacia el Norte
(Francia, Reino Unido) y del Este (Rusia, Polonia) hacia el Oeste (Alemania), pero la
mayoría miraba hacia la otra orilla del Atlántico. Se estima que entre 1800 y 1940
cruzaron el charco 55 millones de europeos, de los que 35 se establecieron de modo
definitivo; entre ellos, 15 millones de británicos (ingleses e irlandeses), 10 de italianos,
6 de españoles y portugueses, 5 de austriacos, húngaros y checos, 1 de griegos,
alemanes, escandinavos...

Estados Unidos, donde a inicios del siglo XX entraban 1.300.000 extranjeros al año, fue
el primer país en acoger oleadas masivas de inmigrantes, ejemplo que luego seguirían
Australia, Canadá, Argentina, Brasil y Uruguay; estas tres últimas naciones recibieron a
12 millones de personas, sobre todo italianos, españoles y portugueses hasta 1940.
Muchos asiáticos también emigraron a América, especialmente japoneses a Brasil y
chinos a EE UU. Sin embargo, el grueso de la emigración de ese continente se produjo a
países vecinos: unos 14 millones de chinos se marcharon a Indonesia, Tailandia,
Malasia o Vietnam.

La emigración tuvo como objetivo inicial la colonización agraria en los solitarios


espacios del Oeste norteamericano o las llanuras del Chaco, la Pampa y la Patagonia en
Argentina y Chile. También la fiebre del oro llevó a California a partir de 1848
caravanas de buscadores, mineros y aventureros que poblaron rápidamente la región.
Pero desde finales del XIX, la mayoría de emigrantes dirigieron sus pasos a ciudades
como Nueva York, Chicago o Buenos Aires. 

Mucho antes de que los romanos extendieran su administración unificadora por el Viejo
Continente, los cambios climáticos, las crisis demográficas o, simplemente, las ansias
de conseguir nuevas tierras habían obligado a numerosos pueblos a moverse y a
penetrar más allá de las fronteras de sus vecinos. El fenómeno no sólo se ceñía a Europa
y no siempre era pacífico. A menudo, aquellas migraciones involucraban a cientos de
miles de personas que, organizadas en una formidable fuerza armada, trastocaban por
completo las sociedades que invadían.

Uno de esos grandes desplazamientos se produjo a mediados del siglo XII a. de C.,
cuando las tribus dorias, seguramente presionadas por los movimientos de otros pueblos
asiáticos, asaltaron en masa el Peloponeso con sus armas de hierro. La próspera
civilización micénica fue destruida, el territorio quedó fraccionado y miles de griegos
huyeron a las costas de Asia Menor. En Grecia se impuso una oscurantista cultura que
apenas había evolucionado desde la Prehistoria. Las grandes ciudades, como Tirinto y
Argos, fueron arrasadas; la escritura micénica, el Lineal B, desapareció para siempre y
las cabañas de piedra se alzaron sobre los restos de los grandes palacios. 
La presión viene de Asia

Casi cuatro siglos después, el Este europeo fue sacudido por otro violento flujo de
población. Entre los años 800 y 400 a. de C., las tribus de las estepas asiáticas se
desplazaron de nuevo hacia el Oeste y los germanos descendieron de las regiones
bálticas. Los celtas de Europa central, acosados, se extendieron por todos los rincones
del continente y en el año 386 a. de C., uno de esos pueblos, los galos transalpinos,
penetró en la Península Itálica y saqueó Roma. 

No fue la última vez que la Ciudad Eterna se vio amenazada por el desplazamiento de
un pueblo belicoso. A finales del siglo II a. de C., un millón de cimbrios y teutones
partieron de la Península de Dinamarca y se encaminaron a Italia destruyéndolo todo a
su paso. Las fuerzas romanas, incapaces de frenar aquella avalancha, fueron masacradas
en Noreia (113 a. de C.) y Arausio (105 a. de C.), aunque finalmente pudieron evitar el
desastre y detener la migración. 

La construcción de una línea defensiva a lo largo del Rin y del Danubio, el limes, a
finales del siglo I de la Era cristiana, contuvo una nueva invasión durante cien años. Sin
embargo, a finales del siglo II, los temidos bárbaros superaron por primera vez aquella
frontera fortificada. Su reconstrucción no impidió el asalto definitivo, a finales del siglo
IV. No sabemos con certeza qué causas precipitaron la crisis, pero lo cierto es que los
movimientos de aquellos bárbaros fueron cruciales en la formación de la nueva Europa. 

El pueblo godo, quizá el más civilizado de los invasores, había partido de Gotland, en
Suecia, hacia 50 a. de C., y había recorrido en los tres siglos siguientes el sur de
Escandinavia, Polonia y Alemania. En el siglo III, como consecuencia de aquellas
migraciones, surgió un grupo perfectamente delimitado que ocupó Dacia, en la actual
Rumanía: los visigodos. Tras mantener diversas escaramuzas con los romanos, se les
concedió el estatus de federados al Imperio. Algo ocurrió, sin embargo, en el año 376
que cambió las relaciones con Roma: los hunos, un pueblo que vagaba por las estepas
de Asia central, se encaminaron hacia el Oeste, obligaron a los visigodos a cruzar el
Danubio y a penetrar en el Imperio romano. 

El acoso de los bárbaros

Parece que los abusos de los funcionarios del Imperio provocaron una rebelión, y los
visigodos se lanzaron al saqueo de las regiones balcánicas. En el año 408, conducidos
por Alarico, arrasaron Roma. Por su parte, los hunos, que se habían puesto de nuevo en
marcha a finales del siglo IV, invadieron las regiones próximas a la actual Rumanía y
provocaron una nueva oleada de migraciones de tribus germánicas. La muerte en 453 de
su caudillo, Atila, y la disolución de su confederación de pueblos bárbaros pareció
ralentizar aquel formidable fenómeno migratorio. Sin embargo, éste sólo acabó décadas
más tarde, con el establecimiento de los pueblos góticos en lo que serían sus territorios
definitivos. El fenómeno terminó con el Imperio romano de Occidente, pero a su vez dio
origen a los estados nacionales europeos. 

Seiscientos años más tarde, también las armas ampararon otro gran movimiento de
población: las cruzadas. La formación de aquellos impresionantes contingentes de
caballeros y campesinos que partían hacia Tierra Santa fue en gran parte el resultado del
crecimiento económico y demográfico que se había producido durante la Alta Edad
Media en Europa. Según señala Karen Armstrong en su obra Holy War: The Crusaders
and Their Impact on Today?s World, cuando la primera cruzada llegó a Constantinopla
a finales del siglo XI, la princesa bizantina Anna Comnena señaló que "parecía como si
Occidente entero, incluidas todas las tribus de los bárbaros que viven desde más allá del
mar Adriático hasta las Columnas de Hércules, hubiera iniciado una migración masiva y
estuviera en camino, prorrumpiendo en Asia como una masa compacta, con todas sus
pertenencias". 

Según señala Marlou Schrover, experta en Historia de las Migraciones de la


Universidad de Leiden, en Holanda, entre los siglos XI y XIII unos 250.000 europeos
occidentales, entre ellos más de 7.000 caballeros y nobles, se establecieron en Tierra
Santa. La aventura terminó para ellos en 1291 con la pérdida de Acre, último reducto
cristiano. 

El Khan se pone en marcha

Aproximadamente al mismo tiempo que comenzaba la tercera cruzada, en 1189, otro


pueblo asiático, el de los mongoles, inició una expansión que le llevó a dominar en unas
pocas décadas el norte de China, las regiones meridionales de Rusia y vastas
extensiones de Polonia. La presión de sus caudillos, los khanes, originó un gran número
de desplazados que muy pronto se constituyeron en una verdadera fuerza migratoria,
especialmente en China y en Oriente Medio. 

Eso sí, las grandes movilizaciones impulsadas por el poder militar no son exclusivas de
la Antigüedad o de la Edad Media. 

En el siglo transcurrido entre el final de las guerras napoleónicas, hacia 1815, y el inicio
de la Primera Guerra Mundial, en 1914, el imperio que había formado Gran Bretaña no
dejó de crecer. Al amparo de su ejército, formado por tropas coloniales y unidades de
aliados locales, uno de cada tres británicos se dirigió a las colonias, un porcentaje que
aumentó aún más durante los primeros años de la década de 1910. Las colonias
británicas de África y Oceanía, por su gran capacidad de absorción de población, se
convirtieron así en una válvula de escape a las tensiones sociales que sacudían la
metrópoli. La emigración se convirtió en una forma de mejorar el nivel de vida de
quienes la abandonaban. Los esclavos y los desplazados por las guerras y las hambrunas
constituyen la otra cara de la moneda migratoria, sin duda mucho más dramática.
Durante los años '80 y '90 Venezuela dio un giro importante en sus pautas migratorias. La
severa crisis en la que se sumergió el país no sólo tuvo efectos desalentadores sobre los
movimientos migratorios provenientes del exterior, sino que, adicionalmente, contribuyó a
desencadenar procesos de retorno de los extranjeros que habitaban entre nosotros y la
emigración de venezolanos, quienes también reaccionaron frente a ese contexto de recesión
económica, descomposición social y deterioro institucional. Sin embargo, es durante la última
década que, al parecer, esta dinámica se acentúa. En su memoria económica, social o política,
la sociedad venezolana no tenía la vivencia de la emigración internacional, aquélla que implica
el abandono del lugar de origen, por un período de tiempo prolongado o indefinido.

Si bien en el curso de la década 2000 el país registra un nuevo período de expansión


económica, particularmente entre el 2003 y el 2008, ligada al aumento sostenido del ingreso
fiscal, gracias al alza de los precios del petróleo, esta bonanza no ha implicado el impulso en
inversiones en infraestructuras públicas a los niveles experimentados en otras épocas, ni ha
motivado el ingreso de corrientes migratorias como en el pasado.

Ese cambio tampoco ha sido suficiente para reducir los riesgos de emigrar al exterior por
cuanto el clima de convivencia en el país se ha visto alterado por la contlictividad política y los
problemas relacionados con la falta de seguridad en su sentido más amplio.

Este artículo tiene el propósito de examinar el contexto político, económico y social que ha
servido de escenario para que se desencadene la emigración de venezolanos, en un orden de
magnitud no registrado antes y con un perfil altamente calificado. En la primera sección de
este trabajo se hace referencia a la evolución favorable de algunos indicadores socio-
económicos y se mencionan algunos acontecimientos políticos que brindan una idea del
ambiente que ha prevalecido en el país a lo largo de la década 2000, a objeto de entender esas
variaciones que están mostrando las pautas migratorias.

No se trata simplemente de algunos indicios de cierto flujo de venezolanos que salen al


exterior, la información proveniente de los países que han acogido a esos emigrantes ya revela
que, por el contrario, esta corriente migratoria está en franco crecimiento y asentamiento en
esos lugares de destino.

Verificar la intensidad y características de la emigración venezolana es una tarea difícil debido


a las restricciones que existen en el país en cuanto a las fuentes de información.

Sin embargo, el rastreo de las fuentes estadísticas internacionales, presentada en la segunda


sección de este estudio, ha permitido tener una idea del orden de magnitud del stock de
venezolanos emigrantes y de cuáles son los países que constituyen los principales destinos de
esta corriente migratoria.
A diferencia de otros casos la emigración venezolana no ha provocado reacciones en los
lugares de destino y en nuestro seno el tema sólo ha sido tratado en algunos reportajes en los
medios de comunicación y en artículos publicados en revistas científicas.

Como se verá en la sección tres, se trata de una corriente migratoria compuesta por una
proporción importante de profesionales univ~rsitarios, muchos con títulos de postgrado, en
cuya formación los países de acogida no han tenido que invertir, de modo que se trata de una
transferencia de riqueza desde nuestro país. En el ámbito gubernamental no se ha hecho un
reconocimiento de esta problemática y, en consecuencia, no se plantean medidas para
atenderia, como se analiza en la sección cuatro. Para finalizar se plantean algunas reflexiones
finales sobre las intervenciones que deberían considerarse en la formulación de una política
migratoria en Venezuela, comenzando por admitir que la emigración de nuestros nacionales
tiende a ser cada vez más visible especialmente por su perfil calificado.

También podría gustarte