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CapiTuLo IV SOBRESEIMIENTO Puede suceder que antes de llegar a la sentencia, el proceso pe- nal se agote, debiéndose desincriminar al imputado mediante una deci- sién de mérito que determine que resulta innecesario seguir adelante la causa y hacerla ingresar a la etapa del juicio. Tal el sobreseimiento, tér- mino que etimolégicamente se refiere a cesar, desistir 0 terminar. El sobreseimiento ha sido definido como “la resoluci6n jurisdiccional que determina la finalizaci6n del proceso, haciendo cesar el desarrollo del mismo y extinguiendo la accién a favor del imputado favorecido y en relacién al delito de que se trate” (Vazquez Rossi, 1997, t. II, p. 377). El auto respectivo lo dicta el érgano juris liccional en virtud de las causales previstas en la ley procesal, y se asemeja, por sus efectos, una sentencia absolutoria, aunque en realidad es un mecanismo que evita el juicio o su resultado normal que es el fallo definitivo. En cuan- toa la oportunidad en que puede dictarse, el cédigo procesal la esta- blece en la investigacién penal preparatoria, que es su Ambito natural (art. 321, CPP), en la etapa intermedia (art. 336, CPP) y en la etapa de Juicio, que es la que aqui mas nos interesa y en la que nos detendre- mos (art. 341, CPP). EI sobreseimiento puede ser total o parcial; total es cuando se Cierra la causa respecto de todos los hechos objeto del proceso y a fa- vor de todos los imputados, y parcial es cuando se sobresee respecto de alguno de los varios hechos que motivan la causa 0 bien no favore- €e a todos los imputados. En este tiltimo caso. obviamente el proceso Continuard tramitando respecto de los hechos o de los imputados no alcanzados por el sobreseimiento. El sobreseimiento cierra en for Ceso en relacién al imputado a cuyo definitivo, lo que impide perseguir di rma definitiva e irrevocable el pro- favor se dicta (art. 322, CPP). Es le nuevo al imputado respecto del 64 EL JUICIO CORRECCIONAL hecho comprendido, tiene valor de cosa juzgada, por lo que cualquier intento en este sentido colisionarfa con el principio constitucional ne bis in idem. Es irrevocable, por cuanto no puede modificarse la re- soluci6n o reabrirse la causa, aun cuando varien las circunstancias que le dieron origen 0 aparecieren nuevas pruebas con las que no se contaba en la época del dictado del acto conclusivo. Claramente se di: tingue -en consecuencia— del archivo (art. 268, CPP) que es provisori lo dicta el Ministerio Ptiblico Fiscal y no extingue la accién penal. En cuanto a las causales, la doctrina distingue entre las objetivas, las subjetivas y las extintivas (Clarid Olmedo, 1998, t. III, ps. 14-15). Son objetivas, esto es, relativas al hecho materia de la imputacién, las contenidas en los ines. 2 y 3 del art. 323, CPP, es decir, cuando “el hecho investigado no ha existido” 0 cuando “el hecho atribuido no encuadra en una figura legal”. En cambio son subjetivas cuando se re- fieren al elemento personal de la imputacién, las previstas en los incs. 4 y 5 del mentado art. 323. El primero prevé la situacién de que “el delito no fue cometido por el imputado”; el inc. 5, por su parte, prevé diver- SoS supuestos: Causales de justificacién, inimputabilidad, inculpabilidad 0 una excusa absolutori Las causales extintivas son las que implican la extincién de la accién penal, tales como la muerte del imputado, amnistfa, prescrip- ci6n, renuncia del agraviado en los delitos de accién Privada (art. 59, Céd. Pen.) y el cumplimiento del régimen de suspension del juicio a prueba (art. 76 ter, cuarto parrafo, Céd. Pen.), No obstante, se ha opinado que “la Persuasién en punto a las causales (las del art. 336, CPPN) no debe tener un grado de certidum- bre equiparable a la del cardcter apodictico requerible para condenar...” (D'Albora, 1999, p. 577), gran parte de la doctrina y de la jurispr dencia exige un estado de certeza respecto de la causal de sobre: miento; por cas specto del inc. 4 del art. 323, CPP. se exige que exista certeza negativa en cuanto a la autoria o Participacién del im- putado en el hecho, por lo que al no existir tal estado intelectual, es decir con la sola probabilidad, no se hace lugar al sobreseimiento, aun cuando los elementos aparezcan equilibrados, y la causa se remite a juicio. Ante esta rigidez conceptual se advierte que muchos procesos Hegan a Ia etapa de juicio con la suerte echada, ya sea porque se ve nitidamente que nada impedird el dictado del veredicto absolutorio Juego de un innecesario debate 0, incluso, porque el fiscal de juicio desistird de acusar, aun en los tramos jales del juicio oral, aatianittas ait SOBRESEIMIENTO 65 Refiriéndose a los pronunciamientos jurisprudenciales que exigen “absoluta certeza”” o “certeza negativa” y al relacionar esa certeza con la “conviccién sincera” establecida como regla para la valoracién de la prueba, Bertolino (2000, ps. 95-96) con toda justeza sostiene que “el verdadero problema reside no tanto en el ‘tipo’ de certeza que se pue- da o se deba obtener, sino, antes bien, en el ‘objeto’ sobre el cual ella deba recaer. Y este objeto sobre el que se asienta la conviccién— no pareciera ser otro... que el ‘mérito de la causa’; en definitiva, y en tér- minos globales, si se deberd 0 no tramitar el ‘juicio’”. Es ante las situaciones antes referidas que nos parecfa necesario incorporar a nuestra legislacin el sobreseimiento por “duda insupera- ble”, que serfa aquel que se presenta cuando agotada la investigaci6n penal y sus plazos, no se supera ese estado espiritual de duda y no resulta factible superarla en el futuro, es decir, finalizada la instruc- cién no existirfa la certeza necesaria para dictar el sobreseimiento pero tampoco existen elementos suficientes para elevar la causa a juicio (Clarid Olmedo, 1998, t. III, ps. 16, 18-19). Asf, el Cédigo Procesal de Cérdoba (art. 350, inc. 5) establece que es procedente el sobreseimiento cuando “habiendo vencido todos los términos de la investigacién pe- nal preparatoria y sus prérrogas (337 y 346), no hubiere suficiente fundamento para elevar la causa a io (354) y no fuese razonable, objetivamente, prever la incorporacién de nuevas prueb: s sabido que el Cédigo Jofré contemplaba, junto al sobreseimien- to definitivo, el sobreseimiento provisorio —cuestionado por la doctri- Na~ que en caso de existir imputado se convertfa —de pleno derecho— en definitivo una vez transcurridos ciertos plazos (seis meses a tres afios), que se relacionaban con la gravedad de las penas previstas en cada figura delictiva. El sobreseimiento provisorio trataba de dar so- lucién a una situacién de insuficiencia probatoria, sin que existiera certeza para dictar el sobreseimiento definitivo, ni tampoco para man- fener el procesamiento y menos atin para enviar la causa a plenario, Por lo que se spendia el tramite de la misma hasta tanto aparecieran huevos elementos, Este instituto se encontraba previsto en el cédigo Nacional de 1888 y, bajo la denominacién de “clausura provisional”, aparece también en el Cédigo Modelo para Iberoamérica y en el pro- Yecto de Maier de 1986. En este ultimo, se establece que corresponde Sobreseer al imputado “cuando, a pesar de la falta de certeza, no exis- Uiere, razonablemente, la posibilidad de incorporar nuevos elementos Prueba y fuere imposible requerir, fundadamente, la apertura del 66 EL JUICIO CORRECCIONAL juicio” (art, 278, inc. 2). Por otro lado, este proyecto, bajo la denomina- cién de “clausura provisional”, dispone: “Si no correspondiere sobre. seer y los elementos de prueba resultaren insuficientes para requerir la apertura del juicio (art. 263), se ordenard la clausura del procedi. miento, por auto fundado, que deberd mencionar, concretamente, los elementos de prueba que se espera poder incorporar. mis adelante agrega: “Cuando nuevos elementos de prueba tornen viable la reanu- dacién de la persecucién penal, para arribar a la apertura del juicio 0 del sobreseimiento, el tribunal, a pedido del ministerio puiblico o de alguno de los intervinientes, podré permitir la reanudacién de la in- vestigacidn” (art. 281). Refirigndose al sobreseimiento provisorio previsto en el cédigo nacional anterior, D’Albora (1999, p. 576) afirma que “la solucién vulneraba el debido proceso establecido implicitamente por el art. 18, CN, al implicar la mera ‘absolucién de la instancia’. Tal solucién le- gislativa, segdn una casi reciente interpretacién de la Corte Suprema, afectaba la garantia del juicio previo, que supone que la persona so- metida a proceso penal encontrara resolucién definitiva ante la incer- tidumbre ocasionada por el enjuiciamiento, Mal puede ensamblarse esa exigencia con la posibilidad del nuevo sometimiento de quien ya se vio sujeto a los avatares del proceso...”. Se ha entendido que el sobre- seimiento provisorio importaba un “hibrido estado de nebulosa” (In- chausti y Desimoni, 1995, p. 124). No obstante estas criticas, pensamos que si prescindiéramos por un momento de tecnicismos, y conforme a la realidad ya apuntada y al estado de la jurisprudencia en nuestra provincia, consultéramos a un imputado cualquiera si prefiere que su caso -en el que existe insuficiencia probatoria pero no certeza desin- criminatot “a elevado a juicio (cuya realizacién de todos modos demorari) 0 se dicte un sobreseimiento provisorio que mantendra su situacién indefinida por algiin tiempo pero con la esperanza fundada y seria de que se convierta en definitivo, seguramente optarfa por esta Ultima posibilidad. De todos modos preferfamos la introduccién de la causal de “duda insuperable” para encontrar solucién al problema de los casos inconsistentes que Hegan a juicio, cuando no debieron haberlo hecho, que generan dispendio jurisdiccional y afectan los intereses del imputado. Ello afortunadamente ocurrié al incorporar la ley 13.260 el inc. 6 al art. 323 del ritual en estos términos: “Habiendo vencido todos los términos de la investigacién penal preparatoria y sus prérrogas, n0 hubiere suficiente motivo para remitir la causa a juicio y no fuese SOBRESEIMIENTO 67 razonable objetivamente prever la incorporacién de nuevos elementos de cargo”. , En la fundamentacién del proyecto se expone que, en esas condi- ciones, continuar con un proceso y arribar al juicio oral aparece como dispendioso para el Estado y perjudicial para el imputado, que debe seguir soportando una situacién de incertidumbre. En consecuencia, se trata de una previsién legal plausible que pretende introducir raciona- lidad, que dosifica recursos cuando se visualiza la futilidad de la ele- yacin a juicio atento la carencia de elementos convictivos en sentido incriminador sin que se avizore, merced a un andlisis serio y objetivo, la incorporaci6n de nuevos elementos de cargo. Esta disposicién, que consagra la “duda insuperable”, deberfa terminar con el reinado de la “certeza negativa” sustentada hasta ahora en la mayoria de los pronun- ciamientos de la jurisdiccién de garantias. Otra novedad en el art. 323 del cédigo adjetivo es la incorpora- cién del inc. 7 y un ultimo parrafo también agregado por la ley 13.260, que dispone la transformacién del archivo en sobreseimiento, tema respecto del cual —atento que escapa al objeto de este trabajo— hare- mos ina breve referencia, pues se refiere a la adopcién del llamado principio de oportunidad por la ley 13.183 (art. 56 bis, CPP). La doc- trina nacional reclamaba la implementacién de criterios reglados de archivo que impidieran una selecci6n discrecional e irracional, y per- mitieran de esa forma liberar recursos para perseguir los casos mas gra- ves y de mayor complejidad, brindando ademas un marco adecuado para la solucién del conflicto entre las partes mediante una suerte de composicién. La modificacién legislativa apuntada bajo el titulo “Criterios es- Peciales de archivo” permite el archivo de las actuaciones en tres su- Puestos. En primer lugar, por uplicacién del principio de insignifican- cla en cuanto a Ia afectacién del bien juridico o el aporte del imputado €n la comisién del hecho, sdlo aplicable para delitos cuya pena maxi- ™a no supere los seis afios de privacién de libertad. En segundo lugar, cuando el dafio sufrido por el imputado como Consecuencia del hecho torne desproporcionada, superflua o inapropia- ‘ la aplicacién de la pena, excepto que medien razones de seguridad ° Mlerés piiblico; supuesto que recepta lo que desde tiempos inme- Moriales se conoce como retribucién o pena natural. El tercer supuesto contemplado por Ia ley se da cuando la pena £0 expectativa carezca de relevancia en consideracién a la de otros itos imputados; es decir, casos en que el concurso delictivo com- 68 EL JUICIO CORRECCIONAL s muy graves, como la prisién Perpe- prende previsiones sancionatori: idn de la pena la de deli. tua, sin que tenga incidencia en la compos! tos menores. Las modalidades de archivo mencionadas, tipicos casos de dis- crecionalidad en la persecucién penal fundada en criterios de oportu- nidad, presentan las siguientes caracteristicas y exigencias: a) el deci- sorio deberd motivarse y podrd estar sujeto a condiciones, es decir, reglas 0 conductas que debe cumplir el imputado; b) debe considerar- se especialmente la composicién con la victima debiéndose reparar e] dafio, convocdndose a una audiencia a la que deberd asistir el defen sor; c) la victima o particular damnificado podran impugnar el deci- sorio de archivo; y d) deberd comunicarse el decisorio al fiscal gene- ral quien, aun de oficio, podra revisar la razonabilidad y legalidad del archivo. Seguin lo previsto en el art. 323, inc. 7, CPP, en los casos de ar- chivos sujetos a condiciones, el juez de Garantias a pedido del fiscal 0 del imputado (en este tiltimo supuesto previa vista al representante del Ministerio Puiblico Fiscal) podrd transformar el archivo en sobre- seimiento, rigiendo el llamado “acuerdo de fiscales” en caso de discre- pancia (art. 326, CPP). En los demis casos de archivo con imputado determinado. el sobreseimiento podra dictarse cuando desde la resolu- cién que dispuso la medida hubiera transcurrido un plazo superior a los tres afios si se tratara de causa criminal y superior a un afio si la causa fuese correccional (art. 323, tiltimo parrafo, CPP). Como dijimos, la tiltima oportunidad procesal en que puede dic- tarse el sobreseimiento se encuentra en la etapa de juicio. Dispone el art. 341, CPP: “Si en cualquier estado del proceso, con posterioridad a la oportunidad dispuesta en el art. 338, por nuevas pruebas resultare evidente que el imputado obré en estado de inimputabilidad, o que surja claramente la falta de tipo, una causal de ju én, de inculpabilidad © una causa extintiva de la acci6n penal, para cuya comprobacién no sea necesario el debate, el tribunal podra dictar el sobreseimiento”. Este sobreseimiento en la etapa de juicio tiende a evitar el dis- pendio de actividad jurisdiccional al resolver el caso sin realizar el debate oral que resulta innecesario, pues de antemano se tiene la cer teza de que el veredicto ser4 absolutorio. El sobreseimiento podrd dictarse luego de la oportunidad del art. 338, CPP, y en cualquier esta- do del proceso, lo que podria hacer pensar que seria procedente unt vez iniciado el debate. Por el contrario, pensamos que si el juicio oral se inicié debe desembocar necesariamente en un veredicto y. ef CaSO | SOBRESEIMIENTO 69 de haber desistido el Ministerio Ptiblico Fiscal de la acusacién, el anciamiento absolutorio no deberd fundarse por el érgano sf uae gional, aunque si por el fiscal. Jucisdic- La norma bajo andlisis también exige que existan nuevas pruebas que deben producirse luego de la audiencia preliminar, por lo cual se refiere inequivocamente a las producidas en la instruccién suplemen- taria. Es decir que, en principio, se exigen nuevas pruebas y no la nueva yaloracion de elementos ya incorporados al proceso; sin embargo, ello no basta sino que de las nuevas pruebas debe resultar evidente que el imputado obré en estado de inimputabilidad 0, respecto de las otras causales normadas, deben surgir claramente. Esta evidencia o claridad de que se presenta la causal prevista legalmente significa que ya se comprobé el extremo en forma indudable, patente, manifiesta, por lo que no resulta necesaria la celebracién del debate. Un ejemplo acadé- mico, pero también relativamente frecuente en la practica, es el de la inimputabilidad, es decir, cuando se Hega a la etapa preliminar del juicio sin una conviccién clara al respecto y. mediante exhaustivas pericias médico-psiquidtricas, se llega a la conclusién indudable de que el im- putado al momento del hecho no pudo “comprender Ia criminalidad del acto o dirigir sus acciones” (art. 34, inc. 1, Céd. Pen.). Resulta por demas légico pensar que realizar un debate oral en esas condiciones seria superfluo; en cambio, si existieran dudas al respecto, por caso por existir pericias contrapuestas, el tema deberd dilucidarse en el jul cio en el que se debatird ampliamente. La alteracién morbosa de las facultades mentales que produzca como efecto la incapacidad para comprender la cri minalidad del acto o para dirigir las acciones, no es una determinacién abstracta sino en referencia a un determinado he- cho; la imputabilidad debe determinarse como existente 0 no en el momento del suceso delictivo, atendiendo a sus modalidades y carac- terfsticas, es decir, durante el despliegue de la accién causal producto- ta del resultado. Segitin las previsiones del art. 341 del ritual, por las nuevas prue- bas producidas con posterioridad a la oportunidad prevista POF el art. 338. debe resultar evidente que el imputado obr6 en estado de inimpu- ‘abilidad, y para dicha comprobacién no debe ser necesario el debate oral, Por el contrario, si la situacién no aparece con ta claridad nece- saria a partir de la informacién con la que se cuenta, resultard impres- Cin esc del juict oral que permis a ms ampli di Cusién sobre el tema, con la producci6n de la prueba, en especial la He 10s testigos que tomaron contacto con el causante inmediatamente antes, 70 EL JUICIO CORRECCIONAL durante o después de ocurrido el suceso, en un marco de inmediacién y contradiccién, a fin de que brinden datos sobre el estado del imputa- do, asf como que se posibilite la ampliacion de las explicaciones brin- dadas por los peritos psiquiatras. Desde luego que una situacién de duda respecto del referido punto deberd resolverse en esa instancia decisoria a favor de la inimputabilidad del imputado. El catdlogo que brinda el art. 341, CPP. difiere con las previsio- nes del art. 323, ya que no esta prevista la inexistencia del hecho o la no comisién del delito por parte del imputado. Respecto del primero, sefiala Bertolino (2005, p. 484) que desde el punto de vista practico caerfa dentro de la “falta de tipo”. La norma en estudio tampoco pre- vé la excusa absolutoria. Respecto de la exigencia de que la causal se presente evidente por nuevas pruebas, entendemos que debe interpretarse con cierta ampli- tud, pues atento que luego de la audiencia preliminar el juez puede haber dictado nulidades o exclusiones probatorias, 0 haber admitido excepciones, la situacién puede haber variado y, en consecuencia, apa- recer evidente alguna de las causales previstas por la norma, siendo innecesaria la realizaci6n del debate. En este sentido se ha resuelto, respecto del cédigo nacional: “Si a través del dictado de nulidades im- puesto por el tribunal oral, ante la imposibilidad de reproducir los actos invalidados, se llega con la mas absoluta evidencia a un supuesto de sobreseimiento por cualquiera de las causales de los inc: 3,4y5 del art. 336, corresponde extenderle la solucién aqui prevista qué de- berd ser resuelta por el tribunal oral” (Cam. Fed. San Martin, sala I, LL 1997-A-330, f. 95.087; Trib. Oral Crim. Fed, Mar del Plata, ED 165-697. f. 46.881). Asimismo. que “si a raiz de la instruccién suple- mentaria qued6 desvirtuado el caracter ilicito del hecho —no constitu- ye delito— se configura una causal extintiva de la accién y correspon- de sobreseer a través de esta via” (Trib. Oral Crim. Fed, Neuquén, LL del 21/12/1998, f. 98.244). Respecto de este tiltimo fallo cabe aclarar que el art. 361 del CPPN no prevé la causal de “falta de tipo”, como si lo hace nuestro Cédigo. Si se tratara de una causal extintiva podria no ser necesaria la existencia de nuevas pruebas, por ejemplo en el caso de prescripcién de la accién penal, si se encuentran actualizados los antecedentes pe- nales del imputado que permitan descartar la comisién de un nuevo delito, deberd verificarse el mero trascurso de los plazos establecidos en el Cédigo Penal. En cambio, en caso de que la extincién opere por SOBRESEIMIENTO TT muerte del causante, ello deberd ser acreditado con el respectivo cer- tificado de defuncién, lo que ya implicard la agregacién de nueva prueba (D’Albora, 1999, p. 664). En caso de que el tipo legal atribui do al imputado fuera derogado durante los actos preliminares del jui- cio, Y correspondiera en consecuencia por aplicacién del art.2 del Codigo Penal el dictado del sobreseimiento por falta de tipo, no debe- rd produci se prueba al respecto, ya que las normas que integran el derecho positivo no son objeto de prueba, se presumen conocidas y Jos efectos de la ley penal mas benigna operan de pleno derecho. El art. 341, CPP. establece que si se dan los requisitos que ya ana- lizdramos, “el tribunal podra dictar el sobreseimiento”. por lo que re- sultarfa una facultad del érgano de juicio que debera evaluar, en cada caso, si resulta necesaria la realizacién del debate; no obstante, cree- mos que si se presenta la causal en forma evidente, el drgano jurisdic- cional deberd sobreseer, con lo cual la expresién “podra” resulta, a nuestro entender, errénea y la norma debié decir “dictara”. En otras palabras, si la situacién resulta clara o evidente, el juez deberd dictar el sobreseimiento; en cambio, si existe algtin margen de duda al res- pecto debera disponer Ia realizacién del juicio oral. Ahora bien, ,puede el juez disponer el sobreseimiento de oficio? Creemos que no hay razones realmente valederas para contestar en forma negativa, mas allé que deberfan ser las partes las que peticionen en tal sentido al tribunal; y resulta deseable y esperable que a ningtin defensor celoso de su cometido o incluso a ningtin fiscal, que debe ac- war con criterio objetivo, escape una causal que, como se dijera, debe resultar evidente, que permita el dictado de sobreseimiento, plantedn- dola oportunamente. Sin embargo, como sostuvimos respecto de las excepciones, creemos procedente la actuacién de oficio del 6rgano ju- ‘isdiccional en una decisién que favorece al imputado. Al respecto se- fala Dominguez (1997, p. 274) que ello es opinable, y si se dictare el Sobreseimiento de oficio, el mismo seria valido. En cuanto a la impugnacién del auto de sobreseimiento dictado &n la etapa de juicio puede ser atacada mediante recurso de apelacién ante la Camara de Gurantfas como ocurre respecto del que decreta el ca de Garantias durante la investig cién preparatoria o la etapa Ue Ps Ello ha quedado ahora suficientemente claro Por cuanto se Ginn 2 una resoluci6n que impide la prosecucién de la as » eS de- Barrage decision definitiva que pone fin al proceso (art, 338, antetiltimo ©. CPP, segiin ley 13.260). 72 EL JUICIO CORRECCIONAL En cambio, el auto que deniega el pedido del dictado de sobre- seimiento no podrd ser atacado por impugnaci6én alguna y la parte agraviada s6lo podra formular protesta que implica la reserva de re- curso de casacién y extraordinarios que puedan deducirse contra el fallo definitivo. CapiTULO V APERTURA DEL DEBATE Segtin Leone (1963, t. II, p. 334), el debate esté constituido por aquel conjunto de actividades que se despliegan desde el inicio de las formalidades de apertura hasta el final de la discusién. Previo a ocu- parnos especificamente de la apertura, abordaremos diversos aspectos que hacen al desarrollo de las audiencias. 1. Ya nos referimos a la publicidad y a las cuestiones que genera la intervencién de la prensa. El juez en lo Correccional posee las atri- buciones del presidente del tribunal en lo Criminal y de este organo colegiado. En ejercicio de tales facultades debe impedir toda afectacién del orden, pues ello conspira contra el buen desarrollo de la audiencia y entorpece la actuacién de los distintos sujetos en el debate. Los asis- tentes a la audiencia deberdn comportarse en forma respetuosa y guar- dar silencio, no permitiéndose actitudes que perturben el normal desa- el juez tiene facultades de policfa cesales o personas del ptiblico, para imponer Hamadas de atencién, apercibimientos, multas de hasta diez jus o arresto de hasta diez dfas, segtin la gravedad de la infraccién, sin perjuicio de la expulsién de la Sala de audiencias (art. 349, CPP). Estas resoluciones, que deberdn ser debidamente fundadas y constar en el acta, en nuestra opinién, son Pasibles de recurso de reposicién (arts. 429 y 436, CPP). También el juez puede disponer el comparendo compulsivo de Personas, a pedido de las partes, para posibilitar la efectiva realizacién del debate y la recepcidn de las pruebas oportunamente ofrecidas y admitidas (art. 353, CPP). En cuanto a la comisi6n de delitos durante la audiencia, el art. 350 dispone: “Si durante la audiencia se cometiere un delito, el Tribunal 74 EL JUICIO CORRECCIONAL, ordenard levantar acta y, si correspondiere, dispondra la inmediat, detencién del presunto responsable. Este s Puesto a disposicign de} juez competente, comunicindose el hecho al Agente Fiscal en turno, a quien se le remitirdn los antecedentes necesarios para la inves igacién” La actuacién de oficio por parte del juez en lo Correccional, obedece a las previsiones del art. 287, inc. 1, CPP, que impone a todo funcio- nario ptiblico la obligatoriedad de denunciar los delitos perseguibles de oficio que conozcan con ocasién del ejercicio de sus funciones. $j bien el articulo analizado se refiere a delito y no a delito de accién ptiblica, como lo prevén otros cédigos, entendemos que no correspon- derfa proceder de este modo ante delitos de accién privada, salvo que el ofendido solicitara que se deje constancia en el acta para deducir la correspondiente querella. En los de instancia privada deberd ser con- sultado quien pueda promoverla (art. 153, ultimo parrafo, CPP). Evi- dentemente la referencia a agente fiscal y juez competente alude al fiscal de Instruccién y al juez de Garantias. La detenci6n, si correspondiere, alude a que los delitos, general- mente seran flagrantes (arts. 153 y 154, CPP), sin embargo se debe ser muy cuidadoso respecto del delito de falso testimonio (arts. 275 y 276, Céd. Pen.) por cuanto si se tratare de un testigo que ya ha declarado en la investigaci6n preparatoria, en la mayoria de los casos no ser tan sencillo determinar si ha mentido antes o en el debate oral, por lo que no podria hablarse a priori de un delito in fraganti. Obviamente en estos casos deberd dejarse constancia en el acta de lo sustancial de los dichos del testigo en el debate; de no ser asf, ninguna investigacién seria podré tener lugar. Es evidente que en una sala de audiencia podrdn cometerse una infinidad de delitos, tales como lesiones, daiio. homicidio, amenazas, injurias, etcétera. Normalmente los debates tendran lugar en la sala de audiencia del juzgado o en la que comparta con otros 6rganos, sin embargo podrai levarse a cabo en otro lugar distinto de la sede, pero dentro de la pro- vincia, cuando el juez lo considere conveniente y beneficioso para un mejor desarrollo del debate o la pronta solucién de la causa (att. 352. CPP). Si el juicio oral se va a desarrollar fuera de la sede natural del juzgado, ello debera ser notificado expresamente a las partes y tam- bién buscarse un mecanismo que posibilite su conocimiento por parte del publico en general, que puede estar interesado en presenciarlo. Un modo sencillo y econémico de hacer conocer las fechas y los horarios de los distintos debates, e incluso de otras audiencias, consiste en CO- locar en una cartelera, en un lugar bien visible. en el pasillo de Jos Ui APERTURA DEL DEBATE 75 nesquema con el cronograma. Lo ideal seria comunicar men- sualmente las audiencias a los medios de comunicacién para su mejor difusion ¥ asegurar asf, en mayor medida, el principio de publicidad ue ya fuera tratado ampliamente. También podria resolverse llevar a | debate en una sala mds amplia que la asignada habitualmente punales U cabo el al juzgado cuando sean numerosos los imputados; 0 dada la difusin y trascendenc| del caso, se espere gran cantidad de ptblico, sin olvidar ue Ia publicidad quedara garantizada con el ingreso de personas con- forme a la capacidad de lz Ia, entendemos que sentadas c6modamente, sin admitirse la presencia de ptiblico de pie que pueda entorpecer el desarrollo de la audiencia. En cuanto a la realizacién del debate en otro lugar distinto de la sede, el cédigo innova respecto de otros cédigos del pafs por cuanto admite éste pueda realizarse en cualquier punto de la provincia y no sélo en la misma circunscripcién (departamento judicial en la provin- cia de Buenos Aires). Se ha con: derado que era menester prever esta amplitud pues existen departamentos con territorios muy pequefios y que nada se lograrfa con celebrar el debate en otro lugar dentro de la misma jurisdicci6n (Dominguez, 1997, p. 286). El traslado obedece a dos objetivos: que sea conveniente y beneficioso para un mejor desa- rrollo del debate o para la pronta soluci6n de la causa, es decir, en este liltimo caso, razones de celeridad proce: al. Puede ocurrir que un hecho haya tenido enorme difusién y gene- rado una gran conmoci6n social y, en consecuencia, resulte conveniente, para evitar aglomeraciones, presiones, agresiones, que se realice en otro sitio distinto al que acaeciera el suceso delictivo (Dominguez, 1997, p. 286). Por otro lado, el érgano jurisdiccional podré evaluar conve- 1 localidad donde se produjera el niente el desarrollo del juicio en la r delito si, por caso, tuvieran que declarar gran cantidad de testigos d cultandose su traslado a la sede del juzgado, 0 si hubiere que rea- lizar, en pleno debate, reconstrucciones © inspecciones de lugares que no se hubieren realizado en la instrucci6n preliminar. 2. Enel dfa y la hora fijados para el inicio de los debates orales. el tituird en la s Ja de audiencia y comprobard la presencia de con tas Partes que deban intervenir. En la practica esto sera cor tado pre- Viamente por los secretarios 0 auxiliares del 6rgano de juicio que lo co- de la ausencia de los sujetos nece- nentes para lograr su comparendo sciplinarias y, en su caso, dis- t. 347, CPP). Obviamente municarén al titular, quien respecto ¢ x tios deberd tomar las medidas pert! onforme sus facultades de policfa y d Pondrd el reemplazo del fiscal y defensor (art 76 EL JUICIO CORR! no resulta obligatoria la asistencia del particular damnificado, pues ey un sujeto eventual; podra presentarse en cualquier momento y retirar- se cuando lo considete, pero no podré hacer retrogradar el proceso, es decir, no podra pedir que se renueven actos en los que no hubiere participado, alterando de esta manera la progresividad del debate. En cuanto a la victima que no se hubiere presentado como parti- cular damniticado, debié habérsele notificado la fecha. la hora y el lugar del juicio para que pueda concurrir (art. 83, inc. 3, CPP), aunque en la i totalidad de los casos habra sido citada como testigo. Entende- la calidad de testigo- a. mos que en caso de presentarse —sin reves deberd dejarse constancia en el acta y asignarsele un lugar en la sin que pase de ser un espectador privilegiado. Comprobada la presencia de los intervinientes necesarios do el imputado, aun cuando —como luego veremos— podrd estar ausen- te en ciertos momentos, el juez declarara abiertos los debates orales, lo que constituye un acto solemne que significard el inicio de esta eta- pa central y decisiva del proceso penal, que normalmente deberd de- sembocar en un pronunciamiento condenatorio 0 absolutorio. do abierto el debate, el juez deberd proceder al interroga- torio de identificacién del imputado (arts. 311 y 354, CPP), lo cual permitird su cabal individualizaci6n, recabard datos tales como nom- bre, apellido, apodos, edad, estado civil, profesién, nacionalidad, lu- gar de nacimiento, nombres de los padres, ntimero de documento de identidad. domicilio, grado de instruccién recibida, etc. En esa oca- sin se le hard saber al imputado que deberd estar atento y escuchar y observar todo lo que se diga y haga en la audiencia. También, enten- demos, se le informard al causunte que podrd efectuar todas las decla~ raciones que considere oportunas siempre que se refieran a su defensa y que, asimismo, podrd abstenerse de declarar en el debate sin que ello pueda tomarse como presuncién de culpabilidad. c En el capitulo correspondiente al juicio correccional, el art. 377, CPP. dispone: “Al 1 debate, el juez informara detalladamente | al imputado sobre(l hecho que se le atribuye y las pruebas que se | aducen en su contra”. Las normas que regulan el juicio comtin estable- | cen, por su lado, que el presidente concederd la palabra sucesivamen- | teal fiscal y al defensor para que establezcan la linea de la acusaci6n ' y de la defensa sucesivamente, de igual manera si interviniese el pat ticular damnificado, las partes civiles y el asegurador (art. 354. CPP). A nuestro entender, al contraponer ambas disposiciones y contron- emas que le sirvieron de fuente, se advierte una inclui- tarlas con los s APERTURA DEL DEBATE 7 consecuenc del legislador. Decimos esto por cuanto otrox cédigos, al regular el juicio comin, establecen la lectura de la requisitoria de elevacion a juicio y, en su caso, del auto de elevacién, mientras que nuestro digesto, como quedara expresado, dispone-que el fiscal esta- plezca Ia linea de la acusacién] haciendo lo propio la defensa.} Esta modalidad distinta obedece, evidentemente, al objetivo de lograr ma- yor celeridad y preservar en mayor medida el principio de oralidad. evitar la lectura de escritos requisitorios extensos y tediosos, por lo general plagados de transcripciones de constancias de la investigaci6n preparatoria. Ahora bien, en los modelos seguidos por el legislador pro- vincial, a la lectura de la requisitoria en las causas criminales se con- traponia el mandato en los juicios correccionales— de que el propio juez pusiera en conocimiento del imputado el hecho atribuido y los ele- mentos en que se basa la imputacién, que tiene obviamente como base a requisitoria de elevacion a juicio. Sin embargo, nuestro sistema, al no prever la lectura de la pieza fiscal en el juicio comin y no es\ jable- cer una norma especifica que haga inaplicable la linea de act enel juicio correccional, hace que se presente la paradoja de que en este tiltimo juicio especial el imputado cuente con mayor informacién que en las causas criminales; y esto_es_asi por cuanto después de que infc al imputado @I hecho)y la: ruebas’) (en realidad, tigacion penal preparatoria en que se fundé Ja s cuales se introducirdn_ por lectura), el fiscal indicard la Iinea de acusaci6n. En este sentido, Hortel (1998, p.523) al comentar ef art.377, CPP. dice que las disposiciones “de- ben entenderse como de cumplimiento obligatorio, pero no comporta decir que son derogatorias de las normas contenidas en el juicio co- miin, que, en su caso, deben ser aplicadas cuando las vicisitudes del Proceso lo exijan”. Entendemos, al tratar de conciliar las normas € interpretarlas de manera arménica y sistemdtica, que el juez deberd intimar el hecho y A continuaci6n brindar a las partes la oportunidad de plantear sus res- Pectivos lineamientos, pero creemos que si el fiscal se abstuviera de : di "Tes cesario por Ia informacion brin : j | acto serfa perfectamen- te villido y de ningtin modo se tratarfa de un desistimiento anticipado. Con todo, se nos ogurre que una futura reforma deberia suprimir la norma del art. 377, CPP, no habiendo razones valederas para innovar Tespecto del juicio comiin pues rige la regla general y de remisién del an 376, CPP. constancias de elevacién a juicio, algu' i 8 EL JUICIO CORRECCIONAL La introduccién de la linea de acusacién proviene de la institu. cidn de los discursos de apertura del proceso anglosaj6n, la que ha sido criticada en el Reino Unido porque permitirfa que el abogado formule alegatos que no resulten. acreditados por la prueba aportada por sus testigos y, sin embargo, el jurado los recordara (Gandy, 1996, P. 79). Entendemos que al constituir la intimacién de la imputaci6n, sin per- juicio de la informacién que brinda el juez por imperio legal, Tse trata de posibilitar el derecho de defensa con una amplia informacién y de- limitacién del objeto de debate}. por lo que deberd ser_s uficientemente clara y circunstanciada en lo que hace al relato del hecho atribuido asi como en Id individualizacién de las constancias que se incorporaran por lectura! y el encuadre legal que, en principio. corresponda a crite- rio de la fiscalial Dado su cardcter preliminar, no corresponde que el fiscal valore, en este momento, agravantes y atenuantes ni solicite la especie y el monto de la pena Por su parte, entre nosotros, el mecanismo no cuenta con el favor de los defensores porque los obligarfa a descubrir en forma anticipada su estrategia defensista, por lo cual se salva la formalidad mediante expresiones tales como “rechazo en todas sus partes la acusacién... y se demostrard a lo largo del debate que el hecho no se ha acreditado, que mi asistido no es autor, etc.”. Creemos que ello es perfectamente valido en este caso y no se requiere el grado de precisién de las argu- mentaciones fiscales. Inmediatamente después de abierto el debate, bajo sancién de caducidad, deberdn articularse las nulidades producidas en los actos preliminares del juicio (arts. 205, inc. 2, y 354, ultimo parrafo, CPP). No obstante lo terminante de la expresién “inmediatamente después”, utilizada por el articulo citado en primer término, creemos que atento a la remisiOn que efecttia la norma especifica del debate, esta conteni- da luego de referirse a los lineamientos de las partes. Es en esa opor- tunidad -que serd la primera en que se les otorga la palabra— en que deberdn plantearse las nulidades. El perfodo abarcado es el que va desde la citacién a juicio hasta el inicio del debate e incluye Tas que se pu- dieran haber producido en la instruccién suplementaria. Asimismo, al inicio del debate deberdn plantearse las cuestiones _ preliminares, también llamadas por el Cédigo incidentales, que como Sostiene Bertolino (2005, p. 499) significa, en el caso, mas que nada ‘algo que incide”. La cuestion incidental es una contingencia que puede darse en el Proceso, distinta a la principal pero relacionada con ella y que debe decidirse por separado y previo a la resolucién del caso. En APERTURA DEL DEBATE 719 Jos juicios escritos, estas incidencias tramitan por separado respecto de la causa, en expedientillos agregados por cuerda, precisamente para no entorpecer el desarrollo de las actuaciones principales. Dada la na- turaleza y las peculiaridades del método oral de debate esto no ocurre de esa manera, sino que el planteo debe ser introducido verbalmente por la parte y el juez, de igual modo, comunicard su decisién inmedia- iamente, pasando a un cuarto intermedio para estudiar con mayor pro- fundidad la peticién si la entidad de la misma lo requiere 0, finalmen- te, podrd diferir alguna para mas adelante segtin convenga al orden del proceso. Incluso con el devenir del debate, algtin planteo podra con- vertirse en abstracto. Si fueran varias las cuestiones, el director del proceso podrd tratarlas en un solo acto, sucesivamente o diferir algu- na; asimismo, lo resuelto en una podrfa hacer innecesaria la resolu- cién de la que le sigue. Al tratarse las cuestiones preliminares, si bien se debe garantizar el contradictorio, las partes s6lo pueden hablar una vez y el tiempo podrd ser limitado y establecido por el juez; por ello el sujeto que plan- tee la Cuestién debera prever las posibles respuestas de la contraparte, ya que no podra replicar. Deberdn asentarse en el acta, sintéticamente, los planteos, la respuesta de la parte contraria y la decisién del juzga- dor, pudiendo la parte agraviada efectuar protesta que implicard reser- va de recurrir en casacién. Entre las cuestiones preliminares podemos mencionar la incompetencia por raz6n del territorio o de la materia en caso que se tratare de un delito criminal, admisibilidad 0 incompare- cencia de testigos, presentaci6n de documentos, etcétera. De todos modos, se nos ocurre que atento que nuestro sistema prevé una audiencia preparatoria del debate con finalidad saneadora, dispuesta ahora a pedido de parte, las cuestiones preliminares debe- tian ser menos frecuentes y numerosas que en otros esquemas en que la mentada audiencia no existe. CapiTuLo VI ASISTENCIA, REPRESENTACION Y FACULTADES DEL IMPUTADO 1. El art. 339, quinto parrafo, CPP, dispone: “Si el imputado no estuviere en el domicilio o residencia fijados, se dispondra su deten- cién al solo efecto de posibilitar su asistencia al debate, revocando a esos efectos la libertad que se le hubiere concedido con anterioridad”. Esta disposicién pareciera no ofrecer dificultades pero no es asi. La ausencia del imputado de su domicilio. de ordinario se comprobar cuando se pretenda notificar el auto de admisién de pruebas o la fecha en que se iniciardn los debates orales. Si el encausado habia sido be- neficiado con la libertad provisoria, evidentemente se trata de un su- puesto en que corresponde revocar la excarcelacién por incumplimiento de una de las obligaciones ordinarias, la de no ausentarse de su domi- cilio por mas de veinticuatro horas sin conocimiento ni autorizacién del juzgado (arts. 179 y 189, inc. 1, CPP). Es sabido que el principio general es que el imputado permanezca en libertad durante la sustanciacién del proceso penal, debiendo ser in- ‘erpretada toda excepcién restrictivamente (arts. 16, 17, 21 y 22 de la Constitucién Provincial, 3 y 144, CPP). El problema se presenta cuan- do el imputado goza de libertad porque el delito atribuido no es de los que admiten detencién (art. 151, CPP) ni se dan los otros supuestos ‘xigidos por la ley para la procedencia de dicha medida de coercién, i odo evento sélo hubo al inicio de la investigacién una fugaz apre- en © una mera citacién. Es decir que en este supuesto, si bien el BS ae ha brindado un domicilio que se ha registrado en la causa, ausent a comprometido formalmente bajo la caucién que fuere a no Pudiende cot mismo, aunque debe responder a la citacién judicial, tivo nee ser declarado rebelde y disponerse su comparendo compul- » SUSpendiéndose el juicio a su respecto (arts. 303, 304 y 305, CPP). 82 EL JUICIO CORRECCIONAL: Se debe tener en claro que la privacién de libertad del imputado a esta altura debe ser excepcional, provisoria y proporcionada, para asegurar la efectiva realizaci6n del juicio, por lo que no podra exten- derse en demasfa. Si no concurre a la audiencia de debate, obviamen- disponer su comparendo por te ésta no podra iniciarse y el juez deberd uC la fuerza publica, a pedido de la fiscalia 0 aun de oficio porque, insis. la realizacién del juicio oral, timos, de lo que se trata es de asegurar i J ) OF: responsabilidad que incumbe fundamentalmente al 6rgano jurisdiccio- nal; por lo demas, el imputado es uno de los sujetos necesarios del proceso (arts. 150 y 353, CPP). . | El Cédigo también prevé, bajo el nombre de “postergaci6n extraor- dinaria”, la fuga del imputado, ante la cual se ordenard la suspensién del debate hasta que fuere hallado (a 346, CPP). Este supuesto, en- tonces, difiere de los anteriores anal ados, en que ya se inicié el de- bate y, aunque la norma no lo diga, el plazo de suspensi6n no podra extenderse mds all de los diez dias; en caso contrario perder validez lo actuado, debiendo comenzarse el debate nuevamente si el imputado es habido transcurrido dicho plazo (art. 344, tiltimo parrafo, CPP). Es decir que existen tres supuestos. En primer lugar, cuando se determina, previo a la realizaci6n del debate, que el imputado no e: en su domicilio, lo que hace suponer que no se presentara al juicio. En segundo término, el supuesto en que el causante —a pesar de estar debidamente notificado— no se presenta al juicio. Y, finalmente, cuan- do ya iniciados los debates, el imputado se fuga, abarcando los casos en que se encontraba privado efectivamente de libertad y los supues- tos en que gozaba de esta \iltima. 2. El imputado asistird a la audiencia libre en su persona, esto €s que no podrd estar esposado, pero el juez debe disponer la vigilan- cia para evitar su fuga si estuviere detenido (art. 345, primer parrafo, CPP). La necesidad de contar con vigilancia policial en las salas de audiencia s en los juicios correccionales deberd ser evaluada por el organo Judicial segtin los casos, atendiendo a las circunstancias, los delitos Juzgados, los antecedentes, etc., requiriéndola cuando aparez- Ca necesaria, para no caer en dispendios de recursos que siempre son escasos. Poe arali Ge Tomas Jofré no resultaba posible que los rtindgresitn/ ater ara sn la asistencia permanente del acusado y la de inaplicab itd hae a habilitaba, en el cédigo anterior, el recurso je ley. Las Reglas de Mallorca, que constituyen di- ASISTENCIA. REPRESENTACION Y FACULTADES DEL IMPUTADO 83 rectivas minimas, establecen que “el juicio oral no se celebrara contra un acusado ausente involuntariamente. i se tratara de un delito gra- ye, la presencia del mismo sera imprescindible” (regla F, 26). De esa disposicion podria inferirse que serfa valido el juicio respecto de un imputado que Se ausente voluntariamente si el juzgamiento se refiere aun delito menor. En este sentido, dice Maier (1996, A, p. 657) que s6lo constituirfa una excepcién a la presencia ininterrumpida del im- utado en el debate la autorizacion para que sea representado por un apoderado 0 por su defensor cuando se le atribuye un delito leve. No coincidimos con esta posicidn, por cuanto creemos que ninguna rele- vancia tiene la nimiedad o gravedad de la infraccién juzgada y que los principios deben ser basicamente los mismos, y las garantias del im- putado preservarse de igual modo, teniendo presente que el causante el verdadero protagonista del juicio. Por lo dems, el art. 89, tercer parrafo, CPP dispone que “en ningtin caso el imputado podra ser re- presentado por apoderado”; ello sin perjuicio de las ausencias parcia- les previstas en el cédigo adjetivo, al que nos referiremos luego. En el sistema vigente, la inobservancia de las disposiciones con- cernientes a la intervenci6n, asistencia y representacién del imputado en los casos y las formas que el Cédigo establece es causal de nuli- dad (art. 202, inc. 3, CPP). La intervenci6n se refiere a los actos que el imputado debe necesariamente realizar él mismo, como su decla- racién en el debate, si accede a prestarla; la tencia alude al ase- soramiento juridico que debe prestarle un defensor de la matricula u oficial y la representacion se dard v.gr. en casos de incapacidad (en otras etapas del proceso porque impedirfa el juicio; arts. 62 y 63, CPP) © en los supuestos en que se aleje de la sala de audiencia, a los que Nos referiremos luego. Las transgresiones a esta: disposiciones cons- tituyen causales que habilitan la vfa casatoria requerirse protesta Previa (art. 449, inc. 3, CPP). a No obstante, ese principio general de intervencién del imputado No es tan absoluto, pues el digesto vigente establece dos supuestos que atienden a sendas circunstancias que permiten que el acusado no esté Presente en la sala donde se desarrolla el juicio. Julio Maier (1996, A P. 657) sostiene que “no representa una excepcion la custodia ot ao en una sala préxima cuando, por su comportamiento, rest Sario expulsarlo de la sala de audiencia 0 cuando se niega a pre ome debate (salvo los actos de cardcter personal en cuyo capes lucido a la sala), pues es imposible obligar al imputado a estar Presente en el debate contra su voluntad, 0 tolerar que con su compor- 84 EL JUICIO CORRECCIONAL, rmal (en cierta manera, una forma de al debate)”. la ley se refiere al encausado que concy en este caso, Si NO quisiera asistj, todiado en una sala préxima, pro- tado por el defensor tamiento impida su desarrollo no! expresar su voluntad de no as La primera previsién de ra al juicio privado de su libertad; © continuar en la audiencia serd cus cediéndose como si estuviere presente y represen (art. 345, segundo parrafo, CPP). . La segunda excepcién resulta viable cuando el imputado estuviere gozando de libertad y no quisiera asistir 0 permanecer en la audien- usentarse, debiendo arbitrar e] cia; en tal caso podrd ser autorizado a al e juez los medios para convocarlo si surgiera la necesidad de su presen- cia (art. 345, tercer parrafo, CPP). Creemos que no es muy feliz la re- daccién de la norma en cuanto alude a que el imputado “no quiera asis- tir”, porque existe consenso en la doctrina y ello, pensamos, resulta indiscutible pues es de la esencia del sistema, que hay actos del deba- te en que el imputado debe necesariamente estar pI racter de personalisimos, sin que pueda invocarse representacion al- guna. Por lo pronto, deberd estar presente —como es natural— para el interrogatorio de identificaci6n: al efectuarse la imputacién. es decir, la comunicacién del hecho que se le atribuye al inicio de la audiencia: también en caso de que el fiscal amplie la requis’ joria y al término de la discusién final, previo al cierre del debate, cuando se le preguntard si tiene algo que manifestar. En cuanto al supuesto de que se autorice al imputado a abando- nar no ya la sala de audiencia, quedandose en una contigua, sino a retirarse del edificio de tribunales, si estuviere gozando de libertad, creemos que el causante se deberd comprometer formalmente a per- manecer en un determinado lugar 0 comunicado mediante, por ejem- plo, un teléfono celular, para que prontamente pueda ser convocado en caso de resultar imprescindible, sin demorar en demasfa el desarro- Ho del debate. Asimismo, debe tenerse presente que el juez cuenta con faculta- des -en virtud del poder de policia y disciplinario~ para expulsar al imputado de la sala ante conductas de éste que significaren una altera- ci6n del buen orden del proceso, e incluso si en sus declaraciones persistiere en formular manifestaciones que se alejen del objeto del Juicio y no hagan a su derecho de defensa (arts. 349 y 358, CPP). Al eee : Tribunal de Casacion Penal ha resuelto: “No se quebran- el derec! 10 de defensa en juicio si el tribunal, con motivo de recibir la declaracién de la denunciante en un caso de incumplimiento de ASISTENCIA. REPRESENTACION Y FACULTADES DEL IMPUTADO 85 deberes de asistencia familiar, dispuso el alejamiento del maridi imputado de la sala de audiencias donde se desarrollaba el debate, dado que la decisi6n fue razonablemente fundada y la permanencia de Ja defensa técnica en el recinto garantiz6 formal y materialmente el contralor de la prueba” (sala I, sent. del 15/2/2000 en causa 2685 “Romero”). , No obstante las disposiciones antes analizadas, creemos que la resencia constante del imputado en la audiencia y su participacién activa en el juicio debe ser alentada, brindandose las condiciones para que ella tenga lugar, sin afectar los derechos del encausado, concilian- do adecuadamente sus intereses con la necesidad de preservar el debi- do proceso y el normal desarrollo del mismo. En este sentido sefiala Dominguez (1997, p. 282) que “de conformidad con el principio de inmediaci6n, la importancia asignada en este sistema a la presencia del imputado se basa en el beneficio que tal situacién importa en su de- fensa material como contralor de la prueba de cargo, por lo que resul- ta up-pilar basico de la oralidad”. (3 como consecuencia del principio constitucional esencial de in- vidlabffidad de la defensa en juicio, el imputado debe poder realizar en el proceso las mas variadas actividades con la referida finalidad. Asi, tiene derecho a comparecer ante un tribunal competente, indepen- diente e imparcial, a que le sea comunicado con precisién y claridad el hecho atribuido, tener oportunidad de ser ofdo, controlar la prueba de cargo, poder probar los hechos que invoca, derecho a ser asistido por un defensor, no ser obligado a declarar, etcétera. El imputado debe poder ejercer libremente su defensa material, cuya titularidad le pertenece en forma exclusiva y debe desplegar por si mismo, por ello es que resulta necesaria la interven ion efectiva del causante en el debate. Esta defensa material se manifestard en las de- claraciones que pre e. en los careos, en repreguntar a los testigos y en Ta manifestacién al final del debate. Como excepcién a la obligatoriedad de la defensa técnica se per- mite la autodefensa (art. 8.2 letra “d” de la Convencién Americana sobre Derechos Humanos) que se encuentra regulada en el art. 89, CPP, Que prescribe que el imputado “podra también defenderse personalmen- (e siempre que ello no perjudique la eficacia de la defensa 0 no obsta- Culice la normal sustanciacién del proceso »_ Esta norma, en la gene- Talidad de los casos, no generar dificultades en el debate puesto que Seré el juez de Garantias quien habré resuelto la cuestién en una fase Mprana del proceso. | 86 EL JUICIO CORRECCIONAL in que antes mencionamos, en que la defensa material y técnica se resumen en cabeza del imputado, se deberd cumplir con la garantfa de la obligatoriedad de la defensa téc. nica, por la que el defensor oficial o de la matricula deberd ejercer funciones de asistencia y representaciOn. No se imponen limites al ni. mero de defensores, como lo hacen otros cédigos (art. 90, CPP); e] nombramiento de defensor particular es un derecho personalisimo del tia subsidiariamente hasta ser reem- imputado. El defensor oficial act r se plazado por el defensor de confianza, sustitucién que recién opera cuando el profesional acepta el cargo en legal forma (art. 92, CPP). la designacién del aboga- En sentido inverso, si el imputado revocara 'a Ce e do particular 0 éste renunciara a su cargo, deberd ser automaticamente reemplazado por el defensor oficial, jntimandoselo a que nombre otro letrado e informandole que en caso contrario seguird actuando el que le provee el Estado (art. 91 y 93, CPP). Si el defensor particular del imputado abandonare la defensa hasta, tres dias antes o durante el de- bate, el nuevo defensor podrd solicitar una prorroga maxima de tres dfas para fijar 0 continuar la audiencia, con Ia finalidad de estudiar las actuaciones y preparar la estrategia (arts. 97 y 344, inc. 8, CPP). Puede suceder que un mismo defensor asuma la defensa de mas de un imputado; ello es admisible siempre que no exista incompati i- lidad, es decir que no existan intereses encontrados entre los causan- tes, que hagan que la eficaz defensa Entendemos que al estar en juego nada menos que el aseguramiento de un adecuado y leal asesoramiento jurfdico, basta que exista una mera posibilidad de que la mentada incompatibilidad se presentare para que el juez, de oficio, disponga las respectivas sustituciones (art. 94, CPP). Se puede pensar en el caso de dos imputados a quienes se les atribu- yera el mismo hecho y que se hubieran negado a prestar declaracién en la investigacién preparatoria; si se admitiera que fueran a juicio con un tinico defensor podria darse que uno 0 los dos declararan indicando al otro como culpable, que pusieran al defensor en una situacién insos- tenible y generaran la nulidad de lo actuado (art. 202, inc. 3, CPP). Por ello, es preferible abortar esta posibilidad, previo al debate, conminar al defensor a que elija a uno de sus defendidos, intimar al restante a que nombre un abogado 0, en su caso, asigndndole un defensor oficial. 4. El derecho a ser ofdo es mucho mas amplio e implica mayores Cosas que lo que parece sugerir, pero jndudablemente es en la declara- cién que el imputado presta consciente y voluntariamente ante el organo de juicio donde alcanza su mayor expresi6n. La declaracién del impu- Salvo el supuesto de excepci6 de uno implique perjudicar al otro. ASISTENCIA. REPRESENTACION Y FACULTADES DEL IMPUTADO 87 tado, actualmente y quizd por influencia del sistema anglosajén, po- see una funcién primaria y esencial de derecho de defensa material y s6lo por via indirecta y eventual puede ser fuente de prueba (Minvielle, 1988, p. 99). Respecto de la declaracién del imputado en el debate rigen las reglas previstas en la inyestigacin penal preparatoria, con las ade- cuaciones del caso (arts.308 y ss., CPP). En el supuesto que el cau- sante fuere sordo o no entendiera el idioma castellano debera ser pro- visto de un intérprete (art. 365, tiltimo parrafo, CPP). ¢ Adiferencia de otros cédigos procesales que fijan el momento de ladeclaracién del imputado en los primeros tramos del debate y siem- pre con anterioridad a la recepcién de la prueba, el digesto de la pro- vincia de Buenos Aires dispone que en el curso del debate el impu- tado podrd efectuar todas las declaraciones que Considere oportunas, siempre que se refieran a su defensa (art. 358, CPP). Ello significa que el juez no lo interrogard acerca de si va a ejercer 0 no su derecho (lo habrd instruido de las facultades que lo asisten al comunicarle la im- putacion de la fiscalia) y el encausado podra pedir declarar en cua quier estado del debate: (pero si la decisién es hacerlo, resultaré mas conveniente luego de la‘recepcidn de la prueba porque sabr a qué atenerse y podré brindar explicaciones o intentar contrarrestar las afir- maciones que le fueran adversas. Por el contrario, sucede algunas ve- ces que los defensores prefieren que su ido declare al inicio del debate, cuando creen que la declaracién serd sdlida y sin fisuras, para que aparezca como mas espontinea y convincente y resulte mis facti- ble que el juzgador se incline por la tesis defensista) Puede suceder que existan discrepancias entre el imputado y su defensor en torno a la conveniencia de declarar 0 no hacerlo, por caso siel letrado le aconseja abstenerse y el causante, desoyendo el conse- jo. insiste en prestar declaracién. {Cual voluntad deberd prevalecer en tal caso? Creemos que la del imputado es soberana y debe prevalecer, sin perjuicio de que el defensor pida que se asiente en acta el tenor de Su consejo para deslindar responsabilidades. En este sentido, aunque Teferente a la voluntad impugnativa, la Corte nacional ha sostenido, €n un antiguo precedente, que “no cabe atribuir a la defensa el derecho de regir la voluntad del imputado..., por lo que la funcién del defensor limitada al asesoramiento juridico y as encia letrada no reviste otro Cardcter ni predomina sobre las decisiones expresas del defendido que Puede defenderse ejerciendo sus derechos por si mismo”. Por ello,

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