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CONSUMO, PRODUCCIÓN Y COMUNICACIÓN DE CONTENIDOS AUDIOVISUALES EN LOS

MEDIOS SOCIALES

Comba, S.; Toledo, E.; Bortnik, G.; Carreras, M.; Casal, L.; Duyos, L.; Frana Bisang, A.; Giaccaglia,
L.; Ramachotti, C.; Rucq, J.; Schoo Lastra, S.; Strá, S.; Tocci, N. Facultad de Ciencia Política y
RR.II. Carrera de Licenciatura en Comunicación Social Universidad Nacional de Rosario.
E-mail: seminariociber@yahoo.com.ar

Objetivos

• Indagar el tipo de contenidos visuales y audiovisuales que los jóvenes consumen/ producen.

• Explorar las gramáticas de producción de los contenidos.

• Describir las nuevas narrativas audiovisuales que los jóvenes crean en su cotidianeidad

• Analizar los modos de ver/compartir contenidos en los nuevos medios.

Metodología Nuestra investigación es cualitativa, de tipo exploratoria. Usamos la técnica de la


etnografía digital para rastrear los contenidos visuales en los medios sociales, describirlos y
comprender las prácticas de producción cultural que integran diferentes lenguajes a partir de
los cuales los jóvenes se expresan.

Avances preliminares de la investigación

Introducción

Las narraciones constituyen una manera de usar el lenguaje y, por consiguiente, un modo de
organizar la experiencia. Las narrativas “son las historias que la gente se cuenta… hay
creencias, expectativas, planes de comportamiento… Entonces, probablemente, la gente se
comporta de acuerdo a estas narrativas… Todas las culturas los tienen” (Piscitelli, 1997).

Vivimos la mayor parte de nuestras vidas en un mundo que vamos construyendo según las
normas y los mecanismos de la narración, es decir, damos sentido al mundo y a nuestras
acciones contando historias, usando el modo narrativo de construir la realidad.

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Una historia es siempre la historia de alguien. Los acontecimientos se contemplan a través de


un conjunto de enfoques personales y, por ende, aparece una voz narrativa.

Lo que hace la gente en las narraciones nunca es por casualidad, ni está estrictamente
determinado por causas y efectos; está motivado por creencias, deseos, teorías, valores u
otros ‘estados intencionales’… Lo que se busca en la narración son los estados intencionales
que hay ‘detrás’ de las acciones: la narración busca razones, no causas. (Bruner, pp. 155-156).

Las narrativas van cambiando a medida que emergen nuevas tecnologías del conocimiento o,
dicho de otra manera, de acuerdo con el tipo de tecnología intelectual hegemónica en cada
época. Así, las narrativas de la oralidad son diferentes a las impresas y a las que hoy están
experimentando los jóvenes en la ecología de medios que instaura la comunicación digital.
En nuestra investigación nos centramos en jóvenes de 18 a 25 años que han convivido siempre
con un panorama mediático muy diversificado: radio (principalmente FM), TV (abierta y por
cable), videojuegos, DVD, CD, Play Station, computadoras (PC de escritorio, notebooks,
netbooks), reproductores de MP3 y MP4, tablets, teléfonos celulares (Morduchowicz, 2008). Y,
fundamentalmente, jóvenes que siempre han estado con internet o, más precisamente, en
internet. La conexión permanente, en sus distintas modalidades y con mayor intensidad en los
últimos años, define sus modos de comunicación predominantes.

Estos jóvenes, con sus renovados procesos simultáneos de comunicación, consumo y


producción cultural, aparecen como el grupo privilegiado en la nueva sensibilidad que
experimentamos en la actual ecología de medios. Ellos nos permiten visualizar con más nitidez
los cambios en los modos de estar juntos –expresión que Maffesoli utiliza para referirse a las
socialidades–, de construir su subjetividad, en los modos de conocer, crear y compartir
contenidos.

Cuando hablamos de contenidos, nuestra primera referencia es una serie de lenguajes,


formatos y géneros característicos de los medios masivos, elaborados por profesionales y
distribuidos a una audiencia que la empresa de medios decide. Es la comunicación típica del
broadcasting, de uno a muchos. No obstante, los nuevos modos de comunicación de muchos a
muchos en los medios sociales y la participación de los jóvenes nos conducen a repensar qué
entendemos hoy por contenidos. No podemos seguir

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pensándolos como antes. Nos interesa explorar los usos sociales de los nuevos contenidos
audiovisuales producidos y compartidos por amateurs, día a día –amateurización masiva– en
palabras de Shirky (2008).

Los contenidos relacionales

Los jóvenes que participan de las redes sociales operan en pequeños grupos como parte de
una comunidad. Sus publicaciones ahora están en el mismo medio donde encontramos
información producida profesionalmente por periodistas y editores culturales. Es decir, lo que
tradicionalmente entendemos como contenidos. Este fenómeno es totalmente nuevo y a
veces conduce a errores en la interpretación de las actuales formas de comunicación, consumo
y producción cultural. No estamos habituados a que los self-media (Castells, 2007) y los mass-
media se mezclen. El contenido generado por usuarios no está destinado para un consumo
masivo, para el broadcasting, del mismo modo que una llamada telefónica a un familiar no se
considera como “contenido generado por la familia” (Shirky, 2008, p. 86). Aunque, como
observamos en muchos casos, un video realizado en el hogar para compartir entre amigos en
YouTube, después de haber alcanzado miles de visitas, puede terminar en el noticiero de la
televisión. Un fenómeno reciente que da cuenta de esto es el de los youtubers que
irrumpieron en la escena de los medios masivos y realizan presentaciones en vivo. Según la
visión de algunos youtubers, en YouTube la mejor fuente de ingresos proviene de los sponsors
que buscan que se publiciten sus productos directamente en el contenido del video. Por eso, la
cantidad de suscriptores que tenga el canal de un youtuber es importante. Además, YouTube
detecta a los youtubers en ascenso, los apoya y los impulsa ya que un 45% de los ingresos por
avisos queda para la plataforma y el otro 55% está destinado al creador del contenido.
Los contenidos que publican los jóvenes son vistos y apropiados, en mayor medida, por
audiencias de jóvenes que incluyen, a su vez, a los propios creadores en primer lugar. Como
señalan Sandra Weber y Claudia Mitchell (2008), los jóvenes vuelven a visitar sus propias
producciones no sólo para ver cómo podrían actualizarlas, sino para observar qué les ha
pasado, si recibieron me gusta, comentarios, si fueron compartidas, etc. Los creadores son, a la
vez, su propia audiencia. Hay una mirada consciente no sólo de sus creaciones –y de ellos
mismos– sino de cómo los otros ven sus creaciones. Por

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eso no nos debería sorprender que, en muchas ocasiones, los me gusta provengan de los
propios autores de las publicaciones.

La gramática de los nuevos contenidos

Los contenidos digitales son maleables, es relativamente fácil transformarlos, por eso un rasgo
que los caracteriza es que son remixables. El remix es una de las principales gramáticas de
creación de contenidos en las redes sociales. La noción de remix incluye “…modificar, hacer
bricolaje, reordenar, sobreimprimir, etc. imágenes, sonidos, películas, música, conversaciones,
etc. originales o no.” (Knobel & Lankshear, p. 56).

Muchas de las destrezas que los jóvenes exhiben en la creación de contenidos en los medios
sociales nos recuerdan al bricoleur que Levi-Strauss describe en El pensamiento salvaje
(1964).Vale la pena traer aquí esa descripción.

El bricoleur es capaz de ejecutar un gran número de tareas diversificadas; pero a diferencia del
ingeniero, no subordina ninguna de ellas a la obtención de materias primas y de instrumentos
concebidos y obtenidos a la medida de su proyecto: su universo instrumental está cerrado y la
regla de su juego es siempre la de arreglárselas con ‘lo que uno tenga’, es decir un conjunto, a
cada instante finito, de instrumentos y materiales heteróclitos” (LeviStrauss, pp. 36 y 37).

Del mismo modo, para la creación de diversos tipos de contenidos los jóvenes se manejan con
plantillas, donde pueden ir combinando distintos elementos (tipografía, color, tamaños,
movimiento, etc.).

En los últimos años lo que ha venido a potenciar a esta gramática de producción de contenidos
es el uso de aplicaciones. Una aplicación es un tipo de programa informático diseñado como
herramienta para permitir a un usuario realizar uno o diversos tipos de trabajos. Muchas
aplicaciones están desarrolladas a medida por lo que suelen ofrecer una gran potencia ya que
están exclusivamente diseñadas para una tarea específica. Son numerosos los ejemplos de
aplicaciones que usan los jóvenes en sus celulares y muchas de ellas están vinculadas al
consumo y producción audiovisual como, por ejemplo, Instagram, Vine, Snapchat, etc.

Una aplicación interesante, en este sentido, es Magisto que les permite crear videos con sólo
unos pocos pasos que consisten en: subir fotos y breves registros de imagen, elegir

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un estilo y una música dentro de las alternativas que propone la plataforma y luego, mediante
tecnología de inteligencia artificial, la aplicación realiza la edición.
Otro ejemplo en el ámbito del audiovisual es Bombay TV, una aplicación en línea que permite
añadir a pequeños trozos de película subtítulos, textos que también pueden ser convertidos a
voz. Los jóvenes pueden escoger entre más de 70 escenas breves (30 segundos) de películas de
Bollywood.

Una vez escogida la escena a interpretar, tienen que inventar y poner los subtítulos. La
pantalla muestra la película en movimiento y, al lado, la casilla donde se insertan los
subtítulos, que deben ser frases breves. El enlace del nuevo contenido audiovisual creado
llegará al correo electrónico del autor quien luego podrá compartirlo a través de distintos
medios, con la opción de incrustarlo en un blog o en las redes sociales.

Los jóvenes producen y comparten estos nuevos contenidos audiovisuales desde el hogar, por
eso a este tipo de práctica se la conoce como homecasting, en vinculación con los fenómenos
de broadcasting (tv abierta) y narrowcasting (tv por cable, satélite, internet).

Para José van Dijck

El homecasting es el uso de sitios de video-sharing para descargar y cargar contenido


audiovisual pregrabado, regrabado, remixado y de producción propia, a través de
computadoras personales desde el hogar hacia cualquier otro hogar con una PC conectada en
red (p. 4).

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Para la autora el Tube, que significa tele, de YouTube conscientemente posiciona al usuario de
la plataforma en diálogo con la televisión. Y el You hace referencia a un nuevo tipo de
coproductor colaborativo de contenidos audiovisuales. Más que ofrecer simplemente un
nuevo ambiente para compartir videos, YouTube y los sitios similares están creando las
condiciones para una nueva práctica social. Y, a la vez, antes que presentar a la programación
de la TV convencional como obsoleta, estos sitios de homecasting como YouTube, Google
Video o Vimeo, expanden y alteran la relación con la televisión. La distribución de contenidos
audiovisuales que generan los jóvenes, a la vez, está comenzando a desafiar la estructura
institucional, tecnológica y económica del broadcasting.

El nuevo ecosistema audiovisual que emerge es complejo, recién estamos empezando a


vislumbrar algunas de sus características. Un rasgo que se describe frecuentemente es la
libertad que gozan los jóvenes para publicar los nuevos contenidos audiovisuales. No obstante,
la naturaleza distribuida del homecasting no significa la ausencia total de control. Los sitios
como YouTube establecen reglas para el tráfico de contenidos, definen las condiciones
tecnológicas para la carga y descarga y piden acordar con sus términos de uso. Estos
protocolos pueden ser pensados como nuevos mecanismos de control tecnológico y social
(van Dijck, 2007).

Gran parte de los contenidos audiovisuales que los jóvenes producen y comparten en los
medios sociales están relacionados con la autoexpresión y la autorreferencia. Los teléfonos
celulares resultan, en estos casos, el dispositivo privilegiado para documentar escenas de la
vida cotidiana: salidas y fiestas con amigos, desempeños deportivos o artísticos quedan
registrados en un lenguaje simple que busca, más que nada, generar emociones en el grupo de
amigos y familiares.

Un tipo particular de contenido audiovisual que están generando los jóvenes está vinculado
con la literatura. Oralidad, visualidad, lectura y escritura se entretejen en las videorreseñas
que crean los booktubers.

Los booktubers: mejor te cuento de qué se trata y conversamos…

La crítica literaria es un género con una larga tradición que en los últimos años ha sumado
nuevas características. Nos referimos a las videorreseñas bibliográficas, un nuevo tipo de
contenido audiovisual que están produciendo y compartiendo los jóvenes

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en los medios sociales. A los autores de las videorreseñas se los conoce como booktubers.

“¿Qué defina a los booktubers? Somos chicos que decidimos prender una cámara y grabarnos
como si estuviéramos hablando solos. Pero lo que queremos, realmente, es charlar con otros
chicos que leen, debatir con ellos”, afirma Matías Gómez, de 17 años, en una nota del diario La
Nación. Matías sube la videorreseña a su canal de YouTube, se divierte en el rol de
comentarista y sabe que pronto llegarán los comentarios.

Los booktubers son fans –en términos de Jenkins– de escritores como J.K. Rowling, John
Green, James Dashner y George R.R Martin, entre otros. Harry Potter, la saga Crepúsculo y
Bajo la misma estrella, figuran entre sus obras favoritas.

A los booktubers, las editoriales los señalan como referentes y formadores de nuevos lectores
y han comenzado a incluirlos en sus estrategias de negocio, vinculando así viejos y nuevos
medios.

Desde la Editorial Planeta señalan que las sagas son parte del crecimiento de este tipo de
consumo/producción cultural, que se retroalimenta con películas o series de televisión
basadas en los libros. Son verdaderas prácticas transmedia donde los jóvenes juegan su papel
con la producción de las videorreseñas que amplían los mundos ficcionales.

En cuanto a la gramática de este contenido, prevalece una narrativa hipermedia dinámica –no
duran más de 10 minutos– que incluye el humor y se parece más a un sketch que a una reseña
formal. Los booktubers tienen destrezas en el manejo de programas de edición de video y
audio, lo que otorga calidad a sus producciones. Podemos ver algunos ejemplos de
viedorreseñas; una de Matías Gómez en (http://bit.ly/1NEAdJ8) donde se aprecian también
comentarios de los usuarios interesados en este tipo de ficción. Y la de Macarena Yannelli
(http://bit.ly/1FRNfvE) donde aparecen muchas consultas de jóvenes interesados por esta
práctica de hacer videorreseñas y por conseguir los libros.

El furor de lo visible

Actualmente se suben 300 horas de video por minuto a YouTube. En un año se saca más de un
cuarto del total de fotografías de la historia. De todos modos, hubo otros

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“momentos de furor de lo visible”, en palabras del escritor y cineasta francés Jean-Louis
Comolli.

En 1895, los hermanos Lumiére presentaron las primeras imágenes en movimiento en un café
de París. Su registro de un minuto reflejaba a los trabajadores saliendo de la fábrica de su
propiedad en Lyon, evitando cuidadosamente mirar a cámara. En el mismo año, Wilhelm
Roentgen descubrió los rayos X. De pronto, los hombres podían experimentar imágenes en
movimiento y ver el interior escondido de sus propios cuerpos por primera vez. Un año más
tarde, los Lumiére creaban la película más conocida del tren llegando a la estación (Mirzoeff,
2015).

Como vimos, las narrativas audiovisuales contemporáneas están cambiando. Se fueron


agregando nuevas pantallas que, lejos de anularse, van complementándose y diferenciando
sus usos. La denominada segunda pantalla da origen a nuevas prácticas, como el live tweeting
o la TV social, es decir, el tuitear mientras se está viendo un programa de TV en vivo. Ya no
necesitamos ser profesionales para producir contenidos audiovisuales y, sobre todo, para
poder distribuirlos. Por otra parte, el uso del celular con sus múltiples aplicaciones abre un
panorama aún muy poco explorado en las nuevas narrativas.

Todas estas prácticas de consumo y producción digital emergentes, a su vez, son inseparables
de las prácticas de comunicación, construcción de identidad y diferencia en la nueva ecología
de medios.

Referencias

1. Bruner, J. La educación, puerta de la cultura. Madrid: Editorial Visor, 1999.

2. Castells, M. (2007) Communication, Power and Counter-power in the Network Society,


International Journal of Communication 1, 2007 Recuperado el día 20 de noviembre de 2011
de http://www.nabilechchaibi.com/resources/Castells%20%20Communication,%20Power
%20and%20Counter-Power.pdf

3. Knobel, Michele & Lankshear, Colin (2007). New Literacies: Everyday Practices & Classroom
Learning, Open University Press, 2007.

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4. Levi Strauss, C. El pensamiento salvaje. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1964.

5. Mirzoeff, N. In 2014 we took 1tn photos: welcome to our new visual culture, The Guardian,
Recuperado el día 27 de julio de 2015 en
http://www.theguardian.com/books/2015/jul/10/2014-one-trillion-photos-welcomenew-
visual-culture

6. Morduchowicz, R. (coord.) Los jóvenes y las pantallas. Nuevas formas de sociabilidad.


Buenos Aires: Gedisa. Serie Culturas, 2008.

7. Piscitelli, A. en Interlink Headline News N° 1047/48/49 del 12, 13 y 14 de diciembre de 1997.

8. Shirky, C. Here Comes Everybody. Revolution doesn’t happen when society adopts new
technology, it happens when society adopts new behaviors. London: Penguin Books, 2008.
9. Tognazzi Drake, A. Las transformaciones de los contenidos audiovisuales y la influencia de
los dispositivos móviles en el nuevo escenario transmedia. En Anàlisi: quaderns de
comunicació i cultura, Núm. 46, 2012. Recuperado el día 17 de julio de 2015 en
http://www.raco.cat/index.php/Analisi/article/view/252606

10. van Dijck, J. Television 2.0: YouTube and the Emergence of Homecasting, 2007. Recuperado
el día 17 de julio de 2015 en
http://web.mit.edu/commforum/mit5/papers/vanDijck_Television2.0.article.MiT5.pdf

11. Weber, S. y Mitchell, C. Imaging, Keyboarding, and Posting Identities: Young People and
New Media Technologies en Youth, Identity, and Digital Media. Edited by David Buckingham
The John D. y Catherine T. MacArthur Foundation Series on Digital Media and learning.
Cambridge, MA: The MIT Press, 2008.

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