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Pedagogía y Política de la Esperanza (2003)

Por último, quiere que los alumnos hagan estallar los


códigos culturales mediante la afirmación del poder
textual del lector, para analizar el texto en términos de
sus ausencias y «liberarnos de él [gracias al| hallazgo
de una posición por fuera de los presupuestos sobre
los que se basa» (pág. 62).
En su concepto de pedagogía, Scholes combina lo
mejor de la crítica posmoderna con una noción de
modernidad.

«Al desenterrar huellas de los motivos de nuestras


acciones pasadas y compararlas con nuestra vida
presente, podemos expandir la gama de nuestras
exigencias y competencias.
Hay que admitir que esto no es tan fácil como parece.
Nuestros relatos se expresan en el lenguaje que
usamos hoy. Los recuerdos enterrados o abandonados
no hablan en voz alta; al contrario, podemos esperar
que nos enfrenten con un obstinado silencio. En
reconocimiento de ello, debemos adoptar algún
método de análisis adecuado a esta cuestión clave para
las mujeres; un método que busque lo que no tiene
nombre, lo silencioso y lo ausente. También aquí
nuestra experiencia de la educación traza un camino
prefabricado de análisis; nos han enseñado a
conformarnos con la decodificación de textos y la
búsqueda de la verdad en el análisis textual,
complementadas a lo sumo por el análisis del propio
autor. En este contexto, "reaprender" significa
considerar interesante lo no dicho, e importante el
hecho de que no 226 se dijera; implica un enorme salto
metodológico y exige algo más que un poco de
imaginación» (pág. 65).
Por un lado, busca encarar los textos como objetos
semióticos, pero, por el otro, se vale de un interés
modernista en la historia cuando sostiene que el
sentido de ese examen es «liberarnos del objeto
empírico —ya se trate de una institución o de una obra
textual— desplazando nuestra atención hacia su
constitución como objeto y su relación con los otros
objetos constituidos» (Scholes, 1985, pág. 84).

Laclan (1988) sostiene acertadamente que una


aproximación adecuada a la experiencia posmoderna
debe ser vista como parte de un desafío a los discursos
de la modernidad, con su «aspiración a dominar
intelectualmente el fundamento de lo social, dar un
contexto racional a la noción de la totalidad de la
historia y basar sobre ella el proyecto de emancipación
humana global» (págs. 71-2). Pero Laclan también
señala que el desafío posmoderno a la modernidad no
representa tanto el abandono de sus valores
emancipadores como su apertura a una pluralidad de
contextos y una indeterminación «que los redefine de
una manera impredecible » (pág. 72).

«Reconocer lo minoritario no borra los aspectos de lo


mayoritario, pero como modo de comprensión nos
permite ver las 223 fisuras de nuestras identidades,
desentrañar las grietas de nuestras totalidades (. . .)
Debemos irnos de casa, por decirlo así, puesto que
nuestros hogares son a menudo ámbitos de racismo,
sexismo y otras prácticas sociales nocivas. Donde
lleguemos para ubicarnos —en los términos de
nuestras historias y diferencias específicas— debe
haber un lugar con espacio para lo que pueda
rescatarse y rehacerse del pasado. Lo que conseguimos
es una reterritorialización; volvimos a habitar un
mundo de nuestra hechura (aquí, "nuestra" se amplía
hasta abarcar una coalición de identidades, ni
universales ni particulares)» (págs. 187-8).
La sensibilidad que impregna esta concepción del
conocimiento hace hincapié en una pedagogía en la
que los alumnos deben establecer una relación de no-
identidad con sus posiciones subjetivas y los múltiples
códigos culturales, políticos y sociales que son las
fronteras establecidas del poder, la dependencia y la
posibilidad. En otras palabras, dicha pedagogía pone el
acento sobre la relación no sincrónica entre la propia
posición social y las muchas maneras en que una
cultura se construye y lee. Vale decir que no hay una
única interrelación predeterminada entre un código
cultural y la posición subjetiva que ocupa un alumno.
Nuestra posición de clase, racial, de género o étnica
puede influir pero no determina irrevocablemente
cómo adoptamos una ideología, leemos un texto o
respondemos a formas de opresión. La pedagogía de
los límites reconoce que con frecuencia docentes,
alumnos y otros «leen y escriben la cultura en
numerosos niveles » (Kaplan, 1987, pág. 187)
Falta el educador neocolonizado 2010

Resumen:El libro que nos ocupa, El


educador neocolonizado, de Luis Antonio
Bigott, es uno de esos espejos que sin
ser mágicos tienen la excepcional
cualidad de reflejar no solo el presente
sino el futuro. Se mira alguien en ellos y
no se ve solo como es en su ahora y ahí
mismito, sino que mira también su
futuro. Su rostro y su cuerpo proyectan,
como en un boceto, lo que será y que
apenas se dibuja o se asoma en el
presente. El Educador Neocolonizado,
desde nuestro modesto punto de vista,
puede considerarse como el barrunto
venezolano de los estudios de
coloniales, porque desmonta los
mecanismos culturales (educativos,
comunicacionales, etc.) que mantienen
y reproducen la conciencia colonial
(eurocentrica) bajo un manto de
naturalidad, como si fuese consecuencia
de factores de origen étnicos,
geográficos, culturales, etc. Apuntamos
“barrunto”, porque ni en 1975, año de
su primera edición en Venezuela, ni en
1978, año de la tercera, se había creado
el termino decolonial y habría que
esperar hasta los años 90 para que se
constituyera el grupo de estudios sobre
la colonialidad en América Latina.

Hacia una pedagogía de la descolonizacion2010

SER EDUCADOR EN UN PAÍS EN REVOLUCIÓN (*)

Apreciados educadores, amigos y camaradas:


Me voy a permitir iniciar estas palabras con una corta narración seleccionada
de un libro que escribí y dejé olvidado por los caminos. El libro se
encontraba referido a diversos modos del ser educador; trataba de foto
grafías, de tipologías de educadores y lo titulé Cuentos de Maestros. Uno de
ellos es el siguiente:
Un día de cualquier mes, el maestro llegó a su escuela, bautizada con el
nombre de cuatro-puertas-tres-ventanas. Se sentó y al empezar a revisar su
cuaderno de notas y apuntes, un niño levantó la mano y le preguntó:
“Maestro,¿ por qué será que el mar a medida que se aproxima a la orilla,
cambia de azul oscuro a azul claro a marrón oscuro?”. El maestro revisó sus
notas, buscó la respuesta y guardó silencio. Otro niño le pregunta:
“Maestro, ¿será verdad que un gran ruido produce un gran silencio?”. El
maestro consulta sus notas, no encuentra la respuesta y guarda silencio.
Otro niño se levanta y le dice: “Maestro, ¿Por qué será que mi abuelo cuando
alguien entra por la puerta del rancho dice Negué Acamarán
Ménguame?”. El maestro en silencio cerró su cuaderno de notas, salió por
una de las puertas de la escuela cuatro-puertas-tres-ventanas, recorrió la vieja
calle de tierra, llegó a la bodega de Andrés, pidió cuatro velas, entró a su
cuarto, prendió las velas, abrió su catre y se echó a morir.
Pasaron quinientas treinta y dos lunas cuando un caminante encontró el
cuaderno del maestro. Para ese entonces habían desaparecido la escuela
cuatro-puertas-tres-ventanas y la bodega de Andrés. El caminante leyó el
cuaderno y en la última página el maestro había escrito: “El deber de todo
mal maestro es retirarse y morirse a tiempo”.
Es así, amigos, por cuanto la única moral del educador verdadero, frente a la
que no cabe recurso alguno debe ser devolver a la comunidad educacional a
la que pertenece, una forma de enseñar nueva, personal y colectiva,
transformadora, distinta en todo caso a la que existía y recibió de ella en el
momento de iniciarse en ese tenebroso y apasionante campo que en veces
limita con el etnocidio y que lo es la actividad de educar. No olvidemos que
todas las ideas, aún las más respetables son monedas de dos caras y el
educador que no logra advertirlo no trabajará nunca sobre la realidad sino
sobre su fotografía. No olvidemos por otra parte que por lo regular, un
intelectual es un hombre o una mujer que expresa una cosa simple de la
manera más compleja; mientras que los educadores deben decir las cosas
más complejas de la manera más simple.

La explicación de la complejidad en forma entendible nada tiene que ver con


la permanencia de un pensamiento ingenuo al interior de los sectores
populares. Expresaba Antonio Gransci en El Materialismo Histórico y la
Filosofía de Benedetto Croce que “la filosofía de la praxis no tiende a
mantener a los individuos en su primitiva filosofía del sentido común, sino a
conducirlos a una superior concepción de la vida. Se remarca la exigencia de
contacto entre intelectuales y demás individuos, pero no para limitar la
actividad científica ni para mantener una unidad al bajo nivel de las masas,
sino para construir un bloque intelectual-moral que haga políticamente
posible un progreso intelectual de masa y no sólo de unos pocos grupos
intelectuales”.
No puedo explicarles el por qué yo siempre he experimentado la creencia de
que un buen educador no debe dejar entrar en su vida a nadie que no sea
capaz de soportar toda la sombra y de soportar toda la luz. Una revolución es
eso, la aparición de una profunda luz acompañada también de sombras. Allí
se ubica el educador armado para enfrentar las sinuosidades, con una mente
abierta y sensible y con una conciencia libre y dinámica; y en estos procesos
de cambio y ebullición pareciera que no solo el modo de producción de
conocimientos sino la forma de trasmitirlos tienen otro sentido, adquieren
otra dimensión y de pronto pareciera que la actitud científica tiene que ser
reconstruída y la ciencia ha de rehacerse de nuevo. A esta altura es
procedente recordar a Bridgman, Premio Nobel de
Física cuando expresó que “No existe un método científico por cuanto, el
rasgo distintivo más fértil de proceder del científico ha sido el de utilizar su
mente de la mejor forma posible y sin freno alguno”.

Ahora bien, apreciados camaradas, nuestro accionar como educadores se


sucede al interior de una sociedad enmarcada en un escenario internacional y
en un contexto particular. Necesario es entonces caracterizar los dos
escenarios y el conjunto de interrelaciones y determinaciones que se
producen en su interior y como estas determinaciones se expresan en el
sistema escolar, en el sistema educativo, en el modelo de formación docente
y en la práctica y actuación de los educadores.
El escenario mundial se estructura en base a tres revoluciones que se suceden
al mismo tiempo y las cuales tienen su expresión en América Latina. Las
mismas deben ser caracterizadas para comprender los Conflictos de Baja
Intensidad, Conflictos Asimétricos y Guerras de Cuarta Generación, donde
los dos primeros tienen algunas formas de manifestarse en la región y
particularmente en Bolivia, Colombia y Venezuela. Estas revoluciones son
(1) de la Información, (2) de la Gobernabilidad; y (3) la
Revolución Geoestratégica.
La última se configura en la confrontación de un mundo que busca la
multipolaridad frente al predominio de un mundo unipolar donde los
EEUU han construído una estructura hegemónica con la implementación de
cuatro planos íntimamente interrelacionados: (a) Militar, creando las
condiciones reales o imaginarias de invencibilidad; (b) Económico,
constituyéndose en paradigma de referencia y en sancionador en última
instancia; (c) Político, colocándose como hacedor y árbitro de las decisiones
mundiales; y (d) Cultural, haciendo de la propia concepción del mundo y sus
valores la perspectiva civilizatoria reconocida universalmente. (Ceceña, Ana
Esther.- América Latina en la Geopolítica del Poder).
Esas revoluciones se venían desarrollando asintóticamente y de pronto el
mundo capitalista despierta cuando el formidable despegue del capital
financiero especulativo respecto del capital productivo produce el estallido
de la burbuja que comenzó con el derrumbe de los créditos hipotecarios en
los EEUU, que ilustran la avidez por la ganancia fácil, sin sustento real,
propio de los mercados derivados, es decir, los que operan sin un valor
intrínseco. Esta crisis económica y sus proyecciones en el campo político y
social tiene alcances tan impredecibles como extraordinaria es su magnitud.
Los reacomodamientos a que de lugar y las perspectivas abiertas inquietan a
sus gestores que pretenden adivinar el curso de los acontecimientos
soslayando la matriz que los nutre. Matriz que se expresa en los fantásticos
números en danza que exhiben las agudas contradicciones del capitalismo y
como decía el viejo Marx en el Tomo III de El Capital: “En épocas de crisis,
en que el crédito se reduce o desaparece en absoluto, el dinero se enfrenta de
pronto de un modo absoluto a las mercancías como medio único de pago y
como la verdadera existencia de valor. De aquí la depreciación general de las
mercancías”. Digamos entonces que la crisis capitalista es una crisis de
sobreproducción de valores de cambio y se explica por la insuficiencia, no
de la producción o de la capacidad física de consumo, sino de la capacidad
de pago del consumidor. Al lado de la crisis descrita nos encontramos con la
crisis ambiental, la crisis energética y la crisis alimentaria.

En el escenario venezolano se desarrolla el Proyecto Nacional Simón Bolívar


con los siguientes componentes; (1) Nueva Etica Socialista; (2) Estructura
Social Incluyente; (3) Democracia Protagónica Revolucionaria; (4) Modelo
Productivo Socialista; (5) Nueva Geopolítica Nacional; (6) Venezuela:
Potencia Energética Mundial; y (7) Nueva Geopolítica Internacional.

En este escenario se suceden las reformas al sistema escolar venezolano, las


cuales forman parte en un primer momento, de una acción parasistémica
institucional: el diseño y la puesta en marcha de las Misiones. Las mismas
constituyen una respuesta del Estado a la exclusión social. El primer efecto
de las misiones educativas se concretiza en la extensión de la cobertura
escolar, en la democratización de la enseñanza en sus componentes:
Alfabetización (Misión Robinson I); Universalización de la Educación
Primaria (Misión Robison II); Extensión de la Educación Media (Misión
Ribas); y Democratización de la Educación Superior (Misión Sucre).
En términos generales podemos decir que estamos en presencia de la
aplicación en forma masiva de los clásicos y parciales principios de la
Educación Popular que surgidos en el siglo XIX se extienden en forma
inconclusa al siglo XX, es decir, la extensión de la matrícula escolar. En
nuestro caso además de lo anotado anteriormente, se expresa todo el accionar
del pensamiento socialista sobre la educación, desde ese siglo XIX hasta
nuestros días, materializados además en las grandes experiencias
revolucionarias en materia de educación como lo fueron la Revolución
Mexicana, la Revolución Sandinista y la más exitosa de todas por sus
alcances teóricos y prácticos: la Revolución Cubana.
Es necesario que ustedes anoten un hecho importante para el debate, lo
constituye la situación generada por la implantación parasistémica de las
Misiones por cuanto plantea un reto a la dualidad de formaciones escolares:
aquellas que se mantienen en el sistema escolar formal y las surgidas en el
desarrollo de las organizaciones no formales institucionalizadas.
Ahora bien, como expresé en trabajos anteriores (Una Pedagogía para
América Ltina y el Caribe y Una Política Nacional Universitaria), lejanas se
encuentran aquellas discusiones que se establecieron al producirse la
escisión entre Ciencias de la Naturaleza y Ciencias del Espíritu. Los
conflictos derivados en el campo de la epistemología, en cuanto al mundo de
los objetos (naturaleza/espíritu; naturaleza/historia), a las metódicas
investigativas (observación / contemplación; explicación / singularización) y
a los objetivos de la ciencia, con el correr del tiempo parecen destinadas al
cajón de un taxidermista.
El positivismo, el cientificismo y el experimentalismo del siglo XIX y
principios del XX señalaron un signo y conformaron en parte, la base sobre
la cual se asienta la Pedagogía o las Ciencias de la Educación, expresión ésta
propuesta en 1817 por Marc Antoine Jullien. Entre ese tiempo y el actual,
diversas disciplinas que abordan objetos parecidos o contactantes ayudan a
definir a la educación como un fenómeno altamente complejo y variable y la
disciplina conformada para su estudio es traslúcida por sus rasgos de
multipolaridad o por los enfoques multidisciplinarios e interdisciplinarios En
un proceso integrador/desintegrador, “el hombre se construye en su práctica
multidimensional, al tiempo que esta práctica humana sufre la influencia de
la forma como los hombres de una comunidad se construyen”. (Pérez
Gómez, Angel). La educación se conforma al interior de una sociedad,
adquiere las características de ese momento histórico y en un juego de
interrelaciones asume o tiende a asumir la producción de otras áreas del
saber. En la educación se expresan o tienden a expresarse las contradicciones
sociales y las resultantes de las fuerzas productivas, siendo a la vez la
educación una de sus aristas o componentes.

Los intentos de subsumir los conocimientos producidos sobre el


decimonónico “arte de enseñar y aprender”, terminaron todos en el ideal de
cientificidad. Los integrantes de la Escuela Nueva se subyugan a la idea de
comparar sus postulados con la metódica dominante-la observación y la
contrastación de datos empíricos-heredada de los cambios de paradigmas
que determinaron la creación de la Ciencia Moderna. Igual sucederá
posteriormente con Binet, Neumann, Buyse y tantos otros, para determinar
en forma clara que aquellos conocimientos construídos sectorizaban todos en
la conformación de una Pedagogía Científica.
Analizar esta búsqueda desde el cercano presente nos indica que el contexto
internacional en el cual vivieron aquellos hombres y mujeres será
determinante; el mismo se encuentra caracterizado por el triunfo de la
Revolución Industrial, las conmociones políticas derivadas de la Revolución
Francesa y el dominio de la ideología cientificista como corolario de
solidificación de la Ciencia en contínuo e inacabable proceso de evolución.
Es necesario señalar que las principales ramas de las Ciencias Sociales
(Sociología, Historia, Psicología y Antropología) no son separables en su
origen de lo que podríamos llamar la “matriz positivista” y ésta a su vez es
inseparable del nacimiento, expansión y consolidación del capitalismo
industrial en los siglos XIX y XX.
La ciencia es por otra parte un proceso de producción de conocimientos e
ideologías. La dimensión social es intrínseca a la noción misma de ciencia.
En particular, lo que en el mundo de la conciencia social se denomina
Ciencia no es otra cosa que un proceso productivo; constituye
“una práctica social organizada bajo la forma de un modo de producción de
conocimientos determinados”. (Veron, Eliseo).
Esa ciencia como parte del proceso de producción de conocimientos,
legalizada, catalogada y oficializada como tal en los primeros momentos de
la Revolución Industrial se encontraba en la fase de aproximación
experimental. Es cierto que habían sido quebrantados los dominios de la
física de Newton, que la astronomía decantaba y asentaba sus principios y la
geología, la química orgánica y la biología construían paradigmas y
postulados que trastocaron la Ciencia Normal como señala Kuhn.
Paralelamente a este proceso se producen las innovaciones técnicas surgidas
en el mundo del artesanado que permiten la construcción y puesta en
funcionamiento de nuevos telares y de la máquina de vapor. No es extraño
entonces que muchos años después que “el vapor le había quitado su belleza
al Danubio” como exclamaba Engels y cuando el ferrocarril recorría parte de
Europa, es cuando Sady Carnot descubre las leyes de la
Termodinámica.
En el proceso de complejización del desarrollo industrial, con el surgimiento
de nuevas disciplinas científicas y de la producción en gran escala se
configura el escenario en el cual, Ciencia, Tecnología, Educación y
Economía aparecen entrelazadas por un sinnúmero de interrelaciones. Se
produce una especie de relación insumática que desde entonces aunque muy
pocos pensadores lo percibieron, una interrelación que no ha decrecido sino
que se ha acentuado en intensidad y complejidad.
Entiendo a la educación como una actividad social dirigida a la formación y
autoformación de niños, jóvenes y adultos para el trabajo activo, creador y
productivo; formación para el trabajo en el mundo de la producción material
y para el goce de la creación y recreación espiritual.
Una actividad en la cual sea superada la práctica de la simple trasmisión de
lo que Whitehead denominaba “ideas inertes”; una actividad que se concreta
en la búsqueda, en la investigación, en el trabajo, en la vitalidad.
Una actividad como señala Paulo Freire “que plural en sus actividades,
crearía circunstancias que provoquen nuevas disposiciones mentales en los
alumnos”.

En lo referente al trabajo en la institución escolar y a la formación de los


conocimientos y sus relaciones con las habilidades y hábitos para el trabajo
debemos considerar que estas relaciones:
(a) se encuentran en la base de una diversidad de instrumentos de trabajo y
procesos técnicos, lo que facilita la transferencia de los mismos de una
situación de producción a otra;
(b) se forman sobre la base de dominio de principios, leyes y conceptos de
las ciencias, de las teórico-metodológicas (la matemática), de las físico-
experimentales, de las sociales que son intrínsecas al mecanismo y a la
diversidad técnica funcional contemporánea;
(c) tienen un carácter dinámico, ya que sufren cambios en relación con el
desarrollo de las prácticas científicas, de las innovaciones y de la producción
y sus interrelaciones;
(d) no forman el contenido de una ciencia particular, sino reflejan las leyes y
conceptos de muchas ciencias, de diversas disciplinas científicas y de los
conocimientos producidos con una racionalidad diferente en el complejo
mundo de los saberes populares.
En consecuencia, la preparación y el desarrollo de la capacidad para el
trabajo, la elevación del nivel de instrucción como fundamento para la
preparación de la producción y del goce de los bienes materiales y
espirituales se logra mediante la vinculación del alumno con la práctica, con
los principios científicos fundamentales de la producción moderna, con la
formación de hábitos y el desarrollo de habilidades de trabajo en general, la
formación de hábitos para la recreación y creación del arte, para la libre y
esencial comunicación entre sus semejantes y todo ello al interior de una
irreductible concepción nacional y de integración latinoamericana.
La puesta en marcha de esta utopía necesita la pasión militante de los
educadores; necesita una nueva visión y un nuevo accionar en la dimensión
de la formación del educador, del docente. Un Plan de Formación
Docente puede derivarse de la comprensión y superación de dos modelos
actuantes de educadores: (a) el educador con una fuerte formación política,
acompañada de una deficiente formación científico-técnica; y (b) el educador
con altos conocimientos científico-técnicos, al lado de un alto grado de
anomia y neocolonización.
Frente a los dos modelos simplificados surge la necesidad de una formación
que conjugue los componentes científico-técnicos al lado de una concepción
nacional liberadora arraigada, de una formación política que le permita
analizar procesos estructurales y coyunturales para producir respuestas
oportunas y con un claro y efectivo dominio del manejo de los modos de
búsqueda (investigación) y de trasmisión de conocimientos (didácticas
especiales).
El momento histórico actual nos llama, nos exige un accionar envidiable: la
construcción de una Nación. Construir una Nación significa crear un espíritu
de cuerpo nacional e internacionalista. Significa democratizar hasta el último
aliento para dar salida al alma popular. Significa pasar de una economía
rentista a una economía productiva anclada en la agricultura, la
agroindustria, la petroquímica, la biotecnología y donde el basamento de los
conocimientos de las ciencias teórico-metodológicas, físico experimentales y
sociales pasan a desempeñar un lugar determinante, dominante y decisivo.
Se trata de superar el drama de los circuitos escolares donde los hijos de las
clases pudientes y de los grupos medios tienen acceso al conocimiento
científico y los de acá, los que habitamos en barriadas y caminos, donde en
verdad en cada esquina vive la vida, el conocimiento derivado de la
investigación, el modo de producción de conocimientos es ignorado, es
borrado de la práctica diaria escolar. Construir una Nación significa que
todos tengamos la oportunidad de acceder al conocimiento para transformar
realidades, desde aquel que pasea su ostentación en las urbanizaciones del
Este caraqueño hasta los humildes afrodescendientes que sueñan en los
pueblos de Palmarejo, de Farriar, de Bobures y Gibraltar. Construir una
Nación pasa por la adecuación de los Sistemas Escolar y Educativo al
modelo productivo socialista, al fortalecimiento de la investigación y del uso
de tecnologías de la información y comunicación en el proceso educativo y a
la creación y desarrollo de un sistema de innovación; todo en el marco de un
plan de desarrollo territorial desconcentrado.

En conclusión, cuando en las décadas del sesenta y del setenta soñábamos


con construir patrias escribí en 1975 El Educador Neocolonizado. En aquel
entonces tenía registrado en mi libreta de notas un fragmento de un discurso
de Fidel Castro donde expresaba “Si hemos vivido en una perenne
contradicción de niños que abren sus libros de historia y les hablan de
libertad y les hablan de independencia, y les hablan de honradez, y les
hablan de heroísmo, y los enseñan a cantar un himno, y los enseñan a saludar
una bandera, y los enseñan a venerar a nuestros mártires, y al lado de la
bandera encuentran un trapo sucio, y al lado de su himno les cantan una
conga politiquera, y al lado de los hombres ejemplares que hicieron la
historia de la patria se encuentran los nombres de los criminales que le han
gobernado, de los malversadores que la han saqueado”. En El Educador
Neocolonizado propuse que para construir una Nación era necesario que
todo educador se transforme en un Educador-Investigador-Agitador.
EDUCADOR este que debe ser (connotación utópica) un docente
(connotación multivalente) que no sólo tenga la posibilidad de trasmitir esa
(su) propia experiencia vinculada a (su) contexto histórico.
No debemos perder de vista la todavía presencia de una situación donde
subsisten elementos de una sociedad neocolonial y dependiente y donde el
principal ingrediente del estado de neocolonización se transparenta en un
proceso de anomia, de carencia de familiaridad con nuestro pasado histórico;
como expresa Roberto Fernández Retamar “Esa carencia de familiaridad no
es sino una nueva prueba de nuestro sometimiento a la perspectiva
colonizadora de la historia que se nos ha impuesto y nos ha evaporado
nombres, fechas, circunstancias, verdades”.
INVESTIGADOR en el sentido de generar en el educador un proceso de
revalorización de la historia, de comprensión total de su contexto real y
específico y de una incesante búsqueda de la legitimidad casi perdida; en
conclusión, la búsqueda y la construcción de la cultura nacional.
AGITADOR en la más clara tradición y ortodoxia rodriguiana; del
Rodríguez agitador en los “Consejos de Amigos dados al Colegio de
Latacunga” que gritaba hasta enroquecer consignas olvidadas en este
continuado proceso de distorsión histórica:
“¡ CUIDADO!no sea que por la manía de IMITAR SERVILMENTE a las
NACIONES CULTAS, venga la América a hacer el PAPEL de VIEJA, en su
INFANCIA” Camaradas educadores, llegó entonces la hora porque como
dice el proverbio africano “Por muy larga que sea la noche siempre
amanece” y este amanecer se produce en Nuestra América donde todo,
geografía, historia, mitología es maravilloso y real y donde perfectamente
puede ser sustituída realidad y maravilla por historia y mito y donde
nosotros, educadores, para sobrevivir necesitamos la presencia de los cinco
sentidos a nivel de sensibilidad estética: un olor se puede degustar, un sabor
se puede acariciar, algo que es invisible se puede apreciar por su color, algo
abstracto se puede palpar; entones amigos, si todo es real y maravilloso por
estas tierras les puedo asegurar que hoy es miércoles pero existe un sabroso
aire de sábado.
Muchas gracias
Miedo y osadia2014
Como Los otrora impulsores de la Escuela Nueva, Freire y Shor
critican la escuela pero no reducen su cuestionamiento a la
institución educativa, lo extienden a la sociedad en su conjunto; y
afirman: “al fin y al cabo, cuando criticamos las escuelas
tradicionales, lo que debemos criticar es el sistema capitalista que ha
modelado estas escuelas” (pp. 63 64). Desde su perspectiva, educar
es desafiar y el verdadero aprendizaje ha de sentir la realidad como
algo concreto. El mismo Freire nos cuenta que aprendió así el
capitalismo cuando dice:
Estaba impactado con la división de la sociedad en clases tan diferentes. En la
misma ciudad, veía millonarios viviendo una vida muy buena, mientras que
millones de personas sufrían hambre y no tenían qué comer. Mi primera
comprobación fue que muchas personas aceptan que Dios es el autor de la
desigualdad, como una prueba de su capacidad de amarlo y de amarse unos a
otros, bajo condiciones tan difíciles. Pero empecé a leer la realidad a través de
una explicación histórica de esas condiciones y después estudié
científicamente a
Marx, el capitalismo y la economía.
(p. 80)
La educación emancipadora tiene entonces el cometido de develar y
esclarecer la realidad que encubre y oscurece un currículo oficial
impuesto por una educación verbalista, autoritaria, memorística y
repetitiva. Currículo, precisa Ira Shor, “libresco” y
“deshumanizador” que “describe una parcela de la realidad (pero)no
ofrece a los alumnos una revelación crítica de los aspectos políticos”;
programa que establece una “dicotomía entre lectura y vida, entre
intelectualización y experiencia” (p. 215).
En este tipo de educación el profesor ostenta el saber y los alumnos
la ignorancia; el primero piensa, organiza y dirige el proceso
educativo; explica, ejemplifica, premia y castiga, califica y descalifica
a los estudiantes que son seres obedientes, sumisos y acríticos; en
silencio siempre y pasivos, condenados a escuchar las respuestas de
preguntas que nunca formularon.
La educación criticada por estos autores concibe el conocimiento
como transferencia y el aula como espacio separado del mundo. Es
en la escuela, dicen, donde se reproduce la ideología dominante que
tiene, entre sus fines, oscurecer la realidad. Advierten asimismo
“que el lenguaje es un problema ideológico, que se relaciona con las
clases sociales, ya que la identidad y el poder de cada clase se
reflejan en el lenguaje” (p. 115); pero reconocen que es éste sólo uno
de los mecanismos de reproducción de la ideología pues existen
muchas otras formas operando en la sociedad
. De hecho, en la pedagogía tradicional el modelo autoritario de
educación “se ajusta muy bien al control de arriba abajo”. (p. 128).
Esta educación, denominada por Freire bancaria, es también según
sus palabras, opresora, antidemocrática, incapacitadora,
encubridora, acrítica, antidialógica, palabrera, manipuladora,
expositiva, domesticadora. Y bajo la óptica de esta “forma tradicional
de enseñanza, la realidad no está ahí para interpretarla o cambiarla,
sino para ser descripta, observada” (p. 133).Pedagogía autoritaria,
ingenua, burguesa, de la resignación, de la desesperanza, de
depósitos, de respuestas, son expresiones igualmente usadas por
Freire para referirse a la pedagogía de la transferencia. Todas estas
expresiones tienen un común denominador: losestudiantes
consumen ideas que no producen sino que han sido depositadas en
ellos por una pedagogía dogmática que no permite la crítica ni tolera
el cuestionamiento; pedagogía que desalienta la curiosidad y mata el
asombro.
La escuela misma, sostiene Freire, (...) está aumentando la distancia entre
las palabras que leemos y el mundo en que vivimos.
En esa dicotomía, el mundo de la lectura es tan sólo el del proceso de
escolarización, un mundo acotado, aislado del mundo donde vivimos
experiencias sobre las que no leemos [...]
El otro mundo, el de los hechos, el mundo de la vida, en el que los
acontecimientos están muy vivos, el mundo de las luchas, de la discriminación
y la crisis económica (todas estas cosas están ahí), no tiene ningún contacto
con los alumnos en la escuela mediante las palabras que ella exige que ellos
lean. (p. 212)
Pero la crítica de Freire no se redujo a esta pedagogía, se extendió a
los docentes y la escasa libertad que tienen para modificar un
programa estandarizado que inhibe la imaginación y mengua la
creatividad tanto de estudiantes como de profesores. Éstos están
entonces “encarcelados en los programas, en los horarios, en las
bibliografías, en las fichas de evaluación” (p. 69). Programas que
pasan por alto las diferencias de los alumnos, no valoran sus
intereses ni recuperan sus expectativas, menos los
condicionamientos biológicos, culturales, sociales y económicos con
que llegan a las aulas. Programas atiborrados de contenidos que
deben ser cubiertos en materias y horarios rígidos dentro en un
espacio (la escuela) aún plagado de prácticas miserables: cursos
aburridos, clases soporíferas, actividades monótonas, imposición de
tareas sin sentido, sesiones multitudinarias y por ello impersonales,
edificios tristísimos, control excesivo, pruebas, disciplina, castigos,
burocratismo, inoperancia, improvisación, rutinización, mecanización,
tedio, violencia, desinterés, desatención...
Paulo Freire e Ira Shor advierten en esta obra que se precisa una
educación inconforme en una escuela distinta; que no dicotomice la
teoría de la práctica ni promueva el distanciamiento del mundo y de
la vida. Educación reflexiva, alentadora y democrática que avive la
curiosidad, siembre dudas y favorezca el acto de preguntar y la
libertad de disentir. Con todo, dice
Freire, “uno debe ser crítico dentro del sistema” (p. 69). Por ello
Revista Internacional de Educación para la Justicia Social (RIEJS)

El dialogo al presentar el libro hablado, se hace creativo y recreativo, según Freire,


intentando respuestas a estos interrogantes: ¿Cómo puede un profesor transformarse en
un educador liberador? ¿Cómo se relaciona la educación con el cambio social? ¿Cuáles
son los temores y los riesgos de la transformación? ¿Hay estructura y rigor en la
educación liberadora? ¿Las clases dialógicas igualan a los profesores y los alumnos?
¿Qué es el “método dialógico” de enseñanza? La “pedagogía situada” y el
empowerment ¿Hay una “cultura del silencio” en los Estados Unidos? ¿Los alumnos
norteamericanos, que viven en una democracia plena, necesitan la liberación? ¿Cómo
pueden los educadores liberadores superar las diferencias de lenguaje existentes entre
ellos y los alum-nos? El sueño de la transformación social: ¿cómo empezar el lunes por
la mañana? ¿Te-nemos derecho a cambiar la conciencia de los alumnos?

Plantea Freire que el profe-sor transformador debe sortear verdaderos obstáculos hacia
un aprendizaje crítico hasta que
“Ahora sé que puedo aprender” son palabras que el autor recuerda de boca de sus
alumnos y re-cuerda que durante su trabajo en Recife, Brasil, sus estudiantes se
convirtieron en profesores, lo cual le permitió reaprender lo sabido dentro y fuera del
aula, develando la realidad ocultada. En La enseñanza como opción política (p.76)
Inventamos o erramos 2004

los AUTORES, que obtienen privilegio de publicación,


PROTESTAN, en la primera hoja de sus libros,
PERSEGUIR, con todo el rigor de la lei, a los CONTRAFACTORES de
sus obras.
YO NO AMENAZO:
Sólo pido, a mis contemporáneos, una declaración, que me
recomiende a la posteridad, como al primero que propuso, en su
tiempo, medios seguros de reformar las costumbres. Para evitar
revoluciones
Empezando
Por la ECONOMÍA social, con una EDUCACIÓN POPULAR,

Reduciendo

la DISCIPLINA propia de la economía} a 2 principios} destinación a ejercicios ÚTILES, Ias


piración FUNDADA a la propiedad de la disciplina

i deduciendo
el DOGMA lo que no es JENERAL. no es PÚBLICO lo que no es PÚBLICOno es
socia

FISONOMÍA

de las NUEVAS REPÚBLICAS de América i de los


GOBIERNOS que están en RELACIÓN con ellas
El amor propio es la causa} de todos los YERROS como de todos los ACIERTOS
Quién sabe?!
si las Observaciones de un Viejo} que está pensando en la

GLORIA en lugar de pensar en su


ENTIERRO

¿¡ no hacen que los Americanos abran los ojos } sobre la suerte de sus HIJOS y, en parte,
sobre la SUYA?!

Cuántas veces?
una SOLA palabra!
no ha evitado la RUINA de una FAMILIA?!

Cuántas veces?
una SOLA VOZ de alarma!
no ha librado una CIUDAD, de las llamas?!

Cuántas veces?
el grito de UN SOLDADO
no ha salvado UN EJÉRCITO?!
Los que han leído la historia dicen que—
al graznido de UNOS GANSOS¡
debió ROMA!!, una vez,. . . .
TODA UNA CIUDAD DE ROMA!!!. . . ! . .i a unos gansos! el no
haber caído en manos de enemigos, que la asaltaban, mientras sus
soldados dormían a pierna tendida.
El Viejo:
no dice una palabra sola, sino MUCHAS! en lugar de una sola voz de alarma,
predica hace 20años, i nó en DESIERTOS, aunque en América los hai no GRITA,
para que los Americanos tomen las armas{demasiado mal se hace con ellas} sino
para que sea trincheren contra un EJÉRCITODE PREOCUPACIONES, que se les
mete, a la sordina, en casa, bajo varios disfraces.

No es HIPÓCRITA, para compararse con gansos, ni es ADULADOR, para poner una


ciudad de América en paralelo con ROMA!

Escribe con interés. .con ENTUSIASMO, porque algunos millones de hombres


hacen
BULTO en el mundo.

No se interesa por los americanos, en calidad de COM-


PATRIOTA, porque sería poner su amor propio ENEL SUELO— se apersona por
ellos en calidad de HOMBRE. El que se interesa por la Especie Humana
, sabiendo que está dispersa en varios puntos de la tierra, i que ésta es redonda, le
parece que VUELA al rededor— esto es poner su amor propio en las
NUBES: — i esto es, justamente, lo que cada uno piensa, cuando habla de su suelo
natal. . . de su país. .de su PATRIA!

Perdone el Lector la distracción: —las Relaciones arrastran, con


tanta más fuerza, cuanto más íntimas son.

La suerte de mis compatriotas


me llevó al PATRIOTISMO
el patriotismo a NAPOLEÓN
Napoleón a BOLÍVAR
Bolívar a Venezuela:
de allí volví a ver la América
i en la América hallo las Repúblicas,
que son las que me atormentan
BOLÍVAR estaba unido con las AMÉRICAS

Yo i
con ÉL i con ELLA
Él ocupa toda mi MEMORIA i Ella toda mi A TENCIÓN

en la FISONOMÍA de los NUEVOS GOBIERNOS,


las primeras facciones se ven
en la REVOLUCIÓN de FRANCIA,
i las segundasen
el JENIO de los DOS HOMBRES
que, en estos últimos tiempos, han dado
MOVIMIENTO, a las ideas sociales,
en mayor extensión de terreno.

NAPOLEÓN en Europa } i } BOLÍVAR en América

Napoleón se encerraba Bolívar quería estar en


en sí mismo: todas partes

Napoleón Bolívar
quería gobernar al jénero humano: quería que se gobernara por sí

i Yo quiero que aprendan a gobernarse. . .


éste sí que es AMOR PROPIO!!
pues todavía quiero más
quien que vengan a APRENDER A MI ESCUELA. . .
ya esto no es nada, porque pasa de raya
pero puede tomarse un sesgo,
sin perder Yo mi lugar
entre
NAPOLEÓN i BOLÍVAR

DÉNSEME LOS MUCHACHOS POBRES:

o
DÉNSEME LOS QUE LOS HACENDADOS
 declaran libres al nacer
o
 no pueden enseñar
o
 abandonan por rudos

dénseme los que la Inclusa bota


 porque ya están grandes
 o
 porque no pueden mantenerlos
 o
 porque son hijos lejítimos

Reducido así mi AMOR PROPIO, á los límites en que debe encerrarse


hará todo el BIEN que alcance a hacer

i los CABALLEROS verán —


lo que sus padres no viéron, i lo que ellos no esperan ver =
que es
un hombre: que conoce sus derechos, cumpliendo con sus deberes ;sin que sea menester forzarlo ní
engañarlo

dejen dar Ideas Sociales a la Jente Pobre,


i tendrán: en quien depositar su confianza con quien emprender lo que quieran
quien los sirva con esmero i quien cuide de sus intereses

i contarán: con la palabra que les den con los informes que pidan i con el
respeto que les deban con lo que sea suyo
en fin: tendrán JENTE con quien tratar, i contarán con
AMIGOS
***
Dejemos la Francia
i veamos la AMÉRICA
Estamos Perplejos — i debemos estarlo :
Nuevos en la Carrera,
i con tantos ejemplos a la vista — todos dignos de atención,
tomamos, de cada uno, lo que nos parece mejor —
de la INGLATERRA tomamos

la ARISTOCRACIA DE NACIMIENTO=
hai, entre nosotros, Familias Enteras!
que en nada ceden a los Lores ni a las Ladies:
de los ESTADOS UNIDOS tomamos
la ARISTOCRACIA MERCANTIL=
hai, entre nosotros, negociantes!
que no se rozarían con menestrales
por todos los tesoros del mundo

de la FRANCIAtomamos la CLASE MEDIA


a ésta, llevamos muchas ventajas!
a más de la JENTUZA, ocupada en oficios BAJOS

tenemos
Huasos, Chinos i Bárbaros
Gauchos, Cholos i Huachinangos
Negros, Prietos i Jentiles
Serranos, Calentanos, Indíjenas
Jente de Color i de Ruana*
Morenos, Mulatos i Zambos
Blancos porfiados i Patas amarillas
i una CHUSMAde Cruzados
Tercerones, Cuarterones, Quinterones,
i Salta-atrás
que hacen, como en botánica,
una familia de CRIPTÓGAMOS

Delante de esta JENTE, pueden: la nobleza, el comercio i la clase


media

hablar de sus asuntos políticos: en Araucano en Pehuenche en


Quichua en Aimará en Guineo o en Ilascalteca

tan seguros del secreto como si hablaran


en VASCUENCE
Vea la Europa cómo INVENTA
i la América cómo IMITA
El mérito
de los proyectos está en la PREVISIÓN
= donde no hai Previsión no hai MÉRITO

Cuando se han hecho todos los esfuerzos posibles para des-


cubrir, i que el procedimiento urje, viene bien el decir
que —

ALGO se ha de dar a la CASUALIDAD;


pero cuando NADAse ha hecho . . . O MUI POCO. . . i se
dice lo mismo, debe entenderse
que no es ALGO sino TODO!
que la CASUALIDAD suple por la PREVISIÓN=
por consiguiente que
el mérito es de las CIRCUNSTANCIAS, nó del que obra
en ellas.

Los esfuerzos que los Monarcas i los Nobles hacen por sostenerse, i
los arbitriosde que se valen para sostenerlos, los que se hallan bien
conEllos. . . son inútiles.
Los medios violentos de conseguir la Libertad, poniendoel ejercicio
de la autoridad, en manos de lamultitud, es reemplazar un
despotismo llevadero con otro insoportable.
Las medidas que se han tomado en Europa {i quieren tomarse en
América} quitando al rei un poco de autoridad,, i a la nobleza
algunos privilejios . . para contar abusos. . son insuficientes,, i dejan
campo para volver al despotismo o a la anarquía.

No hai proyecto que resista a los conocimientos difundidos en las


masas (pueden decir ÉSTAS a los reyes i a los realistas)
No hai experiencia cruel que no hayamos hecho (deben decir a los
demagogos)
No hai amaño de que no hayamos visto el resultado (dirána los
constitucionalistas)
no hai LEI, no hai RESCRIPTO, no hai POTESTAD
que anule la TRADICIÓN
{dirán a los abogados de la IGNORANCIA}
Las Sociedades tienden a un modo de existir, muí diferente del que
han tenido, i del que se pretende que tengan.
Los hombres de estos últimos tiempos —
Escarmentados de los trabajos que han pasado en tentativas inútiles

desengañados de la aparente conveniencia que presentan los
Sistemas conocidos —
cansados de oír i de leer elojios pomposos de cosas insignificantes, i
a veces, de lo que no ha sucedido —
hartos de verse maltratar a nombre de DIOS! del REI o de la PATRIA

quieren vivir
SIN REYES i SIN CONGRESOS,
no quieren tener
AMOS ni TUTORES
quieren ser dueños
de sus personas, de sus bienes i de su voluntad;
sin que por eso entiendan
vivir como ANIMALES FEROCES,
(que es lo que suponen los defensores del absolutismo manifiesto o paliado)

QUIEREN gobernarse por la RAZÓN


que es la autoridad de la naturaleza
RAZÓN, es figura abstracta de la FACULTAD DE PENSAR

La Naturaleza de Estúpidos la Sociedad las hace


no hace Razas de Esclavos por su descuido
de Pobres ni nó por su conveniencia
de Ignorantes

La Facultad de Pensar . . . puesta en ejercicio. . . es la reco-


mendación que presenta, la persona de quien decimos—
EL GOLPE DEL TIMÓN 2012
Estamos conversando sobre todo el tema económico, revisando papeles,
documentos, planes, proyectos, el cierre de ciclo, la apertura del nuevo ciclo ante
la victoria bolivariana del pasado 7 de octubre, que abrió el horizonte político, y,
además, la victoria popular, la victoria bolivariana, que garantiza la estabilidad del
país.
Estaba leyendo por ahí que los bonos venezolanos se dispararon. El mundo sabe,
Pdvsa aparece ahora como la segunda empresa dentro de las 500 más grandes de
América Latina, una de las grandes del mundo, sólida, y Venezuela sigue
ocupando el lugar que le corresponde.

Y eso es sólo posible y seguirá siendo posible por este rumbo, por estos
horizontes, por estos andares, por estos caminos de la construcción del socialismo.
Aquí tengo al [libro de] István Mészáros, el capítulo XIX, que se llama “El
sistema comunal y la ley del va-lor”. Hay una frase que hace tiempo subrayé, la
voy a leer, señores ministros, ministras, vicepresidente, hablan-do de la economía,
del desarrollo económico, hablando del impulso social de la revolución: “El
patrón de medición -dice Mészáros- de los logros socialistas es: hasta qué grado
las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y
consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control
social y autogestión general”.
Entonces, venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia
absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su esencia lo
antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y de las élites
capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y
la democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico.
También lo dice Giordani, en su libro La transición venezolana al socialismo, de
nuestro querido ministro y amigo y maestro Jorge Giordani. Cuando habla Jorge
ahí de unos factores que son determinantes en la transición: uno de ellos es la
transformación de la base económica del país para hacerla esencial y
sustancialmente demo-crática, porque la base económica de un país capitalista no
es democrática, es antidemocrática, es excluyente y de allí la generación de
riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una élite, la gran burguesía, los
grandes monopolios, y de allí también la generación de la pobreza y la miseria
para las grandes mayorías.

El problema es económico, no se puede separar lo so-cial de lo económico,


siempre pongo el ejemplo del agua, H2O, hidrógeno y oxígeno, lo económico y lo
social.
Aquí está el libro:
La transición venezolana al socialismo, condiciones que orientan el tránsito, es
decir, la transición. Cuando se trata de la revolución o transformación productiva,
dice Giordani, en cuanto a la transformación productiva ligada al modelo de
acumulación, estaría definida por cinco aspectos:
1. La modificación de la base productiva del país, buscando una mayor
democratización del poder económico.
2. El cambio en el rol del Estado, para lograr que el proceso acumulativo se
oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y
a la defensa de la soberanía.
3. La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.
4. La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de
las relaciones productivas.
5. La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema
capitalista.
Son elementos que ayudan a orientar el tránsito y de eso estamos hablando hoy,
sobre la economía y cómo ahora, con el nuevo ciclo que se abre, debemos ser más
eficientes en el tránsito, en la construcción del nuevo modelo político, económico,
social, cultural, la revolución.
Este esfuerzo que hemos hecho y estamos haciendo, que es grande y debe ser
mucho más grande, es eso que dice Jorge: modificar la base productiva del país,
de manera tal de asegurarnos una democracia económica. Por ejemplo, aquí en la
Base Miranda, en La Carlota, ha venido naciendo un polo de desarrollo científico-
tecnológico, y esa es una de las líneas estratégicas del tema que estamos hablando,
la ciencia y la tecnología, la independencia, todo esto está relacionado.

Recordemos los cinco grandes objetivos históricos del Pro-grama de la Patria que
ahora vamos a comenzar a aplicar.
Se trata de los pasos que hemos venido dando, por eso hablamos del tránsito,
transición, etapa. Nada de esto existía en Venezuela y nada de esto existiría en
Venezuela si, se impusiera el capitalismo, que nos convirtiría de nuevo en la
colonia que éramos. Por eso la revolución política es previa a la económica.
Siempre tiene que ser así: primero revolución política, liberación política y luego
viene la revolución económica. Hay que mantener la liberación política, y de allí
la batalla política que es permanente, la batalla cultural, la batalla social.
La democracia socialista del siglo XXi
Estamos tocando puntos claves de este proyecto, que si no los entendemos bien y
lo asumimos bien, pudiéramos estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente
lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de
explotación capitalista y creando un nuevo modelo: el socialismo venezolano,
bolivariano, del siglo XXI.
El nuevo ciclo de la transición; la construcción del socialismo, de nuestro modelo.
Nosotros debemos territorializar los modelos. Yo me imagino, por ejemplo, un
sector de Sarria, la calle real de Sarria, el edificio y la panadería, el Pdval y la
Farma patria son elementos nuevos, como de un injerto. Ahora, compañeros,
compañeras, camaradas, si este elemento no formara parte de un plan sistemático,
de creación de lo nuevo, como una red, esto sería A y esto sería B, esto sería C, D,
E, etc., y una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el territorio de
lo nuevo, sino fuera así, esto estaría condenado al fracaso; esto sería absorbido por
el sistema viejo, se lo traga, es una gigantesca amiba, es un monstruo el
capitalismo.
Esto lo digo yo no para que nos sintamos acogotados, amilanados; todo lo
contrario, es para coger más fuerzas ante la complejidad del desafío. Recordemos
la Unión Soviética, lo que el viento se llevó: en la Unión Soviética nunca hubo
democracia, no hubo socialismo, eso derivó y los líderes no se dieron cuenta o si
se dieron cuenta no pudieron, y el imperio aquel golpeando, la culpa no es sólo de
la Unión Soviética, la culpa fue también de todas las agresiones externas,
sabotajes económicos, guerras biológicas, bacteriológicas, bombardeos y
explosiones en la industria petrolera soviética y luego las contradicciones, las
divisiones, la cultura.

Por eso el socialismo en el siglo XXI que aquí resurgió como de entre los muertos
es algo novedoso; tiene que ser verdaderamente nuevo, y una de las cosas
esencialmente nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático, una nueva
hegemonía democrática, y eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a
convencer, y de allí lo que estábamos hablando, el tema mediático, el tema
comunicacional, el tema de los argumentos, el tema de que estas cosas sean, lo
que estamos presentando hoy, por ejemplo, que lo perciba el país todo; cómo
lograrlo, cómo hacerlo.
El cambio cultural. Todo esto tiene que ir impactando en ese nivel cultural que es
vital para el proceso revolucionario, para la construcción de la democracia
socialista del siglo XXI en Venezuela.

Autocrítica para rectificar


Ahora, la autocrítica; en varias ocasiones he insistido en esto, yo leo y leo, y esto
está bien bonito y bien hecho, no tengo duda, pero dónde está la comuna. ¿Acaso
la comuna es sólo para el Ministerio de las Comunas? Yo voy a tener que eliminar
el Ministerio de las Comunas, lo he pensado varias veces, ¿por qué? Porque
mucha gente cree que a ese ministerio es al que le toca las comunas. Eso es un
gravísimo error que estamos cometiendo.

No lo cometamos más. Revisemos. Firmé un decreto creando algo así como ente
superior de las comunas. ¿Dónde está? No ha funcionado.
Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el
estado social de derecho y de justicia. Hay una Ley de Comunas, de economía
comunal. Entonces, ¿cómo vamos a estar nosotros haciendo...?
Lo mismo pregunté en Ciudad Caribia: ¿Dónde está la comuna, no la comuna, las
comunas? ¿Dónde vamos a crear las comunas, las nuevas? Y allá en Ciudad
Belén, seguimos entregando las viviendas, pero las comunas no se ven por ningún
lado, ni el espíritu de la comuna, que es mucho más importante en este momento
que la misma comuna: la cultura comunal. ¿Me explico? ¿Será que yo seguiré
clamando en el desierto por cosas como éstas?
Todos aquí tenemos que ver con esto, todos, desde mi persona, la Presidencia de
la República; aquí en torno a Miraflores debería existir ya una comuna. Todos y
tdas tenemos que ver con eso; es parte del alma de este proyecto.

La autocrítica es para rectificar, no para seguirla haciendo en el vacío, o


lanzándola como al vacío. Es para actuar ya, señores ministros, señoras ministras,
las comunas, manden a buscar la Ley de las Comunas, léanla, estúdienla. Mucha
gente —estoy seguro—, no digo que ustedes, por allá, más allá, ni la han leído,
porque creemos que no es con nosotros. La Ley de la Economía
Comunal, mucha gente ni la ha leído, porque creemos, que no, lo mío es otra cosa,
eso no es conmigo.
Si tú preguntas, ¿cuáles son las que llaman comunas en construcción? Estoy
seguro de que en la mayoría de esos grandes o medianos o pequeños proyectos
que estamos adelantando, desde viviendas, ciudades nuevas, polos de desarrollo
científicos, polos de desarrollo agrícolas, como allá en la Planicie de Maracaibo,
allá en el municipio Mara, hasta por allá por el estado Sucre, donde está la gran
planta procesadora de sardinas que inauguramos hace poco, una planta
grandísima, hasta las empresas del vidrio que expropiamos, la Faja del Orinoco,
no existen las comunas. ¿Dónde las vamos a buscar, en la Luna?
¿O en Júpiter?

Permítanme ser lo más duro que pueda, y que deba, en esta nueva autocrítica
sobre este tema, compañeros y compañeras. Rafael Ramírez, por ejemplo, ya
debería tener allá en la Faja del Orinoco unas 20 comunas, con Pdvsa, pero Pdvsa
cree que eso no es con ellos. El problema es cultural, compañeros. Y digo Pdvsa,
con todo el reconocimiento a esa gran industria.
Las comunas, una vez incluso mandé a sacar no sé cuántas copias, Carmen
Meléndez, quiero sacarle otra vez 30 copias, le voy a regalar una copia, otra vez, a
cada ministro y a cada ministra de un librito rojo de los tiempos de Mao Tse Tung
sobre las comunas. Parece que nadie lo leyó porque de regreso no recibí ni
siquiera una hojita de un comentario sobre el libro.
La autocrítica, independencia o nada, comuna o nada, ¿o qué es lo que hacemos
aquí? Ahí tiene que es-tar la Misión Cultura, concentración de fuego, como la
artillería.
Las micromisiones, el espíritu de las micromisiones es la concentración de fuego.
Díganme ustedes cuántos ministros, ustedes, mis queridos compañeros, se han ido
a dormir en un barrio tres días; dígame quién. No puedo dar el ejemplo, cuánto
quisiera yo hacerlo, pido perdón, no puedo, pero ustedes sí pudieran irse para allá,
pa’l Caño Cuibarro a ver cómo está el proyecto de los indios cuiba y quedarse
tres días allá, o sembrarse allí en Sarría, un ministro, el viceministro, estar allí,
transitar allí, vi-vir allí unos días o ir, recoger, casa por casa, que eso no sea sólo
para la campaña electoral, esquina por esquina.

¿Ustedes no vieron el bombardeo de papeles que caen en el camión donde yo


ando? Ahora los tiran con piedras para que lleguen, o con flecha, la otra vez
estaba una flecha con un papel en la punta: Chávez ayúdame... que no sé qué.
Bueno, la comuna, el poder popular, no es desde Mi-raflores ni es desde la sede
del ministerio tal o cual desde los que vamos a solucionar los problemas.
No creamos que porque vamos a inaugurar la fábrica de Cemento Cerro Azul o la
fábrica de fábricas en Guanare, o la fábrica de computadoras, o la fábrica de
satélites, o la fábrica ésta y aquella ya estamos listos, no; o porque nacionalizamos
cementos...
Cuidado, si no nos damos cuenta de esto, estamos liquidados y no sólo estamos
liquidados, seríamos nosotros los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una
gran responsabilidad ante la historia a los que aquí estamos.
Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo cada vez que vayan al baño o a
donde haya un espejo. Yo de primero.
ELSOCIALISMONOSEDECRETA
Las fábricas construidas con fines capitalistas llevan las marcas indelebles de su
“sistema operativo”, la división social jerárquica del trabajo en conjunción con la
cual fueron construidas. Un sistema productivo que quiere activar la participación
plena de los productores asociados, los trabajadores, requiere de una multiplicidad
de procesadores “paralelos”, coordinados de la manera adecua
da, así como de un correspondiente sistema operativo que sea radicalmente
diferente a la alternativa operada de manera central, trátese de la economía
dirigida capitalista o de sus bien conocidas variedades poscapitalistas presentadas
engañosamente como “planificación”.
¿Cuántas horas le dedicamos al estudio nosotros cada día, a la lectura, a la
reflexión? Es necesario que le dediquemos, yo diría que varias horas al día, por
encima de todos nuestros compromisos, porque estamos hablando de los
elementos vitales de este proyecto. A veces creemos que todo debe controlarse
desde Caracas, no. Se trata de crear, como dice Mészáros, un conjunto de sistemas
paralelos coordinados y de ahí la regionalización, los distritos motores. Pero no
hemos creado ni uno todavía y tenemos la ley, decretamos uno, pero lo
decretamos y ya, y dentro de los distritos motores las comunas.

A veces podemos caer en la ilusión de que por llamar, yo soy enemigo de que le
pongamos a todo “socialista”, estadio socialista, avenida socialista, ¡qué avenida
socialista, chico!; ya eso es sospechoso. Por allá alguien le quería poner a una
avenida “socialista”, panadería so-cialista, Miraflores socialista. Eso es
sospechoso, porque uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya,
listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.
Eso es como el chiste del chigüire y los indios. Llegó un cura español, eso hace
muchos años, en semana san-ta, recorriendo por allá los campos indios de los
llanos y entonces llega a un pueblo indígena y están los indios allí, bailando y tal,
ellos tienen sus formas de festejar, sus dioses, sus códigos, su gastronomía;
entonces el cura les dice: “Ustedes no pueden estar comiendo cochino en semana
santa. El jueves santo tienen que comer pescado o chigüire”. Porque había un
cochino gordo ahí y él intuyó que lo estaban esperando y entonces [les pregunta]:
¿entendieron? “Sí, entendimos”. “No pueden comer cochino ni carne de ganado”;
entonces, el cura antes de irse los lleva al río a bautizarlos y les pregunta: “¿Usted
cómo se llama?”. El nombre indio, Caribay. “No, no, qué Caribay, usted se llama
Juana. Nombres cristianos hay que ponerle a la gente”.

Y ¿usted cómo se llama? Otro nombre indio, Guai-caipuro. No, qué Guaicaipuro
ni qué nada, usted se llama Nicolás. Se fue y regresó el jueves santo y vio que
estaban los indios bailando y asando el cochino: “¿Cómo es posible que ustedes se
van a comer ese cochino? Yo les dije que no podían comer cochino”. Entonces, le
dice el cacique: “No, nosotros solucionamos el problema. Bueno, ese cochino lo
bautizamos y le pusimos chigüire”.
Le cambiaron el nombre, lo llevaron al río y lo metieron en el agua, “cochino, tú
te llamas chigüire”, y se comieron el cochino.
Así estamos nosotros con el socialismo: “Tú te llamas socialismo, chico”, pero
sigues siendo en el fondo cochino. Yo hago estos comentarios, producto de
reflexiones, algunos estudios y comparando con la realidad

DEBEMOSINJERTARLAPROPIEDADSOCIAL, ELESPÍRITUSOCIALISTA
Vean esta vista. Esta es la planta Mene Grande. Aquí cabe otra planta. Habrá que
ver, por ejemplo, qué pro-duce esta tierra aquí al lado, Satélite Miranda, esto
pareciera ocioso, esto pareciera monte y culebra. Cada plan-ta que nosotros
instalemos debería tener el mismo día de la inauguración producción propia, de
guayaba, por ejemplo, en este caso; ¿me explico? La planta ya debería tener
terrenos que están improductivos y, seguramente, son terrenos nacionales, mil
hectáreas de propiedad social que conviva con la pequeña propiedad.
Tenemos que asociarnos con los pequeños productores, pero tenemos que injertar
la propiedad social, el espíritu socialista, a lo largo de toda la cadena, desde el
trabajo de la tierra, donde se produce el mango, la guayaba, la fresa, hasta el
sistema de distribución y consumo de los productores que de ahí salen.
Todo eso hemos hecho en aras de la transición, pero no debemos perder de vista,
compañeros y compañeras, la parte medular de este proyecto: no debemos seguir
inaugurando fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo,
porque se lo traga el mar.
Lo mismo pasa con las viviendas. ¿Dónde están las zonas productivas de Ciudad
Caribia? Ya hemos entregado bastantes viviendas ahí, pero la zona industrial no la
veo. Y recuerdo haberlo dicho hace años, cuando em-pezamos ahí, y fuimos, y
caminamos: allá está El Junquito, allá está el mar, Dios mío, aquí es bien bueno el
frío de la noche para el turismo, hacer unas posadas, que ya deberían estar hechas.
Decía Simón Bolívar: “No nos va a llegar lo que queremos por prodigios
divinos”. Ya debería haber ahí un sistema de posadas, restaurantes con vista al
mar. Hay una montaña mágica que yo la llamo la muralla, es el Camino de los
Indios. ¿Cómo es que dijo Cipriano Cas-tro?: “La huella insolente del extranjero,
la huella insolente del español invasor, ¡jamás pudo pasar por esa trocha!”, por ese
camino.
Creo que hasta restos humanos se consiguieron por ahí, o fueron restos de
artesanía indígena, por eso se llama el Camino de los Indios, y el otro: el Camino
de los Españoles, pero este era el camino de Guaicaipuro, por ahí no pasaba
español alguno, o más bien, por respeto a la España de hoy, debemos decir,
imperialista alguno, por ahí no pasó imperialista alguno.

Eran los caminos de Guaicaipuro, el camino del cie-lo, son siete escalones que se
ven clarito desde el aire.
Entonces, recuerdo que hablamos, mira esto está bien bueno para la siembra de
cítricos, ahí se dan los cítricos, las flores y hasta una terraza dije que hicieran para
la zona industrial. ¿Dónde está la zona industrial? ¿Tú viste la terraza? ¿Dónde
están las industrias? No hay. Eso es en Ciudad Caribia. Seré feliz el día que lo
vea. Desde el primer día que empezamos a entregar viviendas ahí ha debido
comenzar, incluso una vez yo dije, ¿por qué tenemos que esperar a que estén las
viviendas, que es un proceso más largo? Estamos haciendo el distribuidor, la
vialidad, eso es un esfuerzo ciclópeo, eso de Ciudad Caribia, pero por qué esperar
a que termine todo eso, antes de empezar a sembrar los arbolitos, los viveros para
los cítricos, para las flores, agricultura urbana, tubérculos.
Por ahí cerca está Carayaca, una vez caminamos y llegamos a Carayaca, por ahí
uno le llega a la Escuela Naval, por detrás, por la parte del patio, pero que yo
sepa, no hay ni una hectárea todavía, ¿verdad? Una vez que no andaba muy
apurado me metí por ahí, por la autopista Caracas-La Guaira, entradas, caminos a
ambos lados. Métanse por ahí para que vean.

Yo me metí y conseguí siembras de tomate, y un hombre manejando una


motobomba, le dije: ¿De dónde sacas tú el agua? “De allá abajo de la quebrada, a
mano derecha viniendo, una entradita ahí”, y vi siembras de mangos de esos
grandotes, injerto, y cría de pollos en un pedacito de tierra, pimentones, etc. Le
pregunto al hombre: ¿Y quién es el dueño de esto? “El señor tal”; ¿y cuánto te
paga? “Bueno, a veces sí, a veces no”. Explotado, ven, son pequeñas granjas.
Inauguramos hace poco la carretera Mamera El Junquito. Díganme si han visto la
primera granja ahí, colectiva. Recuerdo que hace como tres años fui por ahí, y la
primera imagen que tuve, qué potencial tan grande, qué territorios tan bonitos, qué
colinas tan hermosas, qué clima tan hermoso. Terminamos la carretera y no hay
una sola unidad productiva que hayamos creado nosotros.
Creemos que la carretera es el objetivo, ¿será el ferrocarril el objetivo?, ¿será la
carretera el objetivo? ¿O cambiar toda la relación geográfica-humano
socioterritorial y cultural de sus inmediaciones a lo largo de un eje? Este último sí
es, pero a veces no lo queremos entender, a veces no, casi nunca lo entendemos.

ELOBJETIVOESELPUEBLO
Tú te acuerdas, Jacqueline,hace como cien años, tú eras presidenta de
Hidrocapital y yo, viendo televisión, vi que estás en la Cota 905 lanzando una
tubería de agua, te llamé, no te conocía casi, y te digo, doctora, ingeniera
Jacqueline, ¿cuál es el proyecto de acompañamiento del eje del tubo?, ¿es sólo el
tubo?, y ese poco de ranchos que están ahí, ¿nadie los ve?, ¿es el objetivo el
tubo?, ¿es el objetivo el oleoducto? ¿o es un instrumento?, ¿es el objetivo la
carretera?, insisto.
Una vez veníamos con Carrizales, recuerdo, él era ministro de Transporte e
Infraestructura, veníamos de Elorza rumbo a Mantecal en unos helicópteros y yo
veo que están trabajando las carreteras. Le dije, vamos a aterrizar ahí, entre
Mantecal y Elorza. Le pregunto a los trabajadores: ¿dónde viven ustedes?
Mantecal, Elorza.
¿Cuántos tienen casa propia? Casi ninguno. ¿Qué tipo de vivienda ocupan? Un
rancho, arrimao. Recuerdo que le dije a Carrizales: oye, qué bueno hubiera sido, o
sería, ponme el dibujito aquí otra vez, voy hacer otro dibujito. Fíjate, aquí está
Elorza, Mantecal y la carretera, kilómetros, miles y miles de hectáreas cruza esa
carretera y resulta que los mismos trabajadores que laboran en la carretera no
tenían vivienda.

Preguntaba yo a unos ingenieros que estaban ahí: ¿en una hectárea caben cuántas
casas? Ponle 10 hectáreas, 800 viviendas, de esas sencillas, que no son edificios ni
nada, y entonces, aprovechando el impulso, como se dice, de la maquinaria que va
por la carretera, millones de bolívares, técnicos, ingenieros, los mismos
trabajadores que no tienen vivienda hubieran hecho aquí una urbanización para
los trabajadores que laboraron en la carretera.
No es lo mismo esto que terminamos la carretera, cesaron en su trabajo, y qué
esperarán esos trabajadores. La mayoría, que se vuelva a dañar la carretera para
volver a trabajar sobre la misma carretera y así les pasa la vida, rodeados de tierra
por todas partes, y terminan la vida sin vivienda y dejando a sus hijos sin
vivienda. Y no sólo vivienda. Yo agarraría este pueblito aquí de diez hectáreas y a
lo mejor aquí al lado cien hectáreas más, ganadería, agricultura. Ustedes saben, la
carretera vista desde el punto de vista del capitalismo, ¿a quién beneficia más la
carretera? Al latifundista que ahora va a sacar más ganado y va a bajar los costos.

El pata en el suelo a lo mejor se beneficiará, porque quizás, si tiene bicicleta, una


bicha vieja, va a poder an-dar en bicicleta por la carretera en pedacitos para ir al
otro pueblo, o a caminar por la carretera, ese es el beneficio que le trae al pata en
el suelo, al explotado; en cambio, al que tiene un hato, una hacienda y unos
camiones, le beneficia un millón de veces más que al pata en el suelo.
Entonces, con la carretera, desde el punto de vista tradicional, lo que estamos
haciendo es ampliar la brecha y no nos damos cuenta muchas veces cuál debe ser
entonces la fórmula. Lo que estoy dando es una orden con las reflexiones, para
que ustedes ajusten las cosas con los que trabajan y trabajen de verdad en equipo
y se comuniquen y trabajemos en equipo y le demos el máximo valor agregado a
todo, por más pequeño que sea un proyectico por allá, en un pueblito de Mérida.
No, que esta es una cría de truchas, ¿y más allá qué hay? Por más pequeño que
sea, tenemos que darle este carácter. Creo que en estos años hemos acumulado
experiencia, hemos creado entes que no existían. Creo que hemos venido
acumulando recursos, inyectando recursos y seguiremos haciéndolo. Creo que
tenemos unos nuevos códigos; creo que tenemos una nueva arquitectura legal,
jurídica, empezando por la Constitución; tenemos leyes de consejos comunales,
leyes de comunas, economía comunal, las leyes de los distritos motores de
desarrollo; pero no le hacemos caso a ninguna de esas leyes; nosotros, que somos
los primeros responsables de su cumplimiento. Yo espero ver respuestas a estas
reflexiones y a esta autocrítica pública que estoy haciendo.

MAYO REFICIENCIA PARA MEJORES RESULTADOS


Y usted, mi querido amigo, ministro, ministra, que no quiera, que le guste trabajar
solo o sola, usted me dice, yo tengo el poder de hacer lo que manda la ley, y en
eso no tengo contemplación. No debo tenerla absolutamente con nadie, porque
también hay a veces, celos; yo me he topado con ministros que se ponen celosos,
o viceministros. Ustedes están obligados a informármelo, no a quedarse callados.
Si algunos de ustedes ve que se ha venido conformando en algún ente, en algún
ministerio, esos
¿CÓMO ENTENDER EL TERRITORIO?

CAPÍTULO I
Una aproximación inicial
El territorio como relación geo-eco-antrópica
Para entender el territorio, es necesario establecer su carácter en
tanto relación geo-eco-antrópica multidimensional.
La configuración del territorio se entiende a partir de su condición
de marco de posibilidad concreta en el proceso de cambio de los
grupos humanos. Sin embargo, también es el resultado de la
representación, construcción y apropiación que del mismo realizan
dichos grupos, así como de las relaciones que lo impactan en una
simbiosis dialéctica en la cual tanto el territorio como el grupo
humano se transforman en el recorrido histórico. Esto es así puesto
que la intervención del ser humano modifica la relación sociedad-
naturaleza, aunque también las catástrofes y los procesos evolutivos
en la biósfera pueden determinar cambios en la sociedad.
En ese sentido, el territorio no es solamente una porción de tierra
delimitada con su complejidad biofísica (relieve, condiciones
ambientales, biodiversidad). Es, sobre todo, un espacio construido
socialmente, es decir, histórica, económica, social, cultural y
políticamente.
El componente biofísico del territorio es cambiante, no solamente
por su propio carácter sino por la relación que el ser humano entabla
con éste. Es aquí donde adquiere importancia hablar de lo
geográfico y lo ecológico, pues ambos aspectos se refieren a la
biodiversidad, es decir, a la variedad de elementos y relaciones
físicas, genéticas, de especies y ecosistemas que forman parte de un
territorio determinado; biodiversidad no solamente pensada como
diversidad de la naturaleza sino también como diversidad
sociocultural con la cual interacciona, transformándose mutuamente.
En ese sentido, el ambiente es ese complejo diverso con sucesivas
transformaciones espaciales, naturales y artificiales;
es naturaleza transformada por el ser humano, con lo cual ésta
adquiere un carácter producto de la apropiación y transformación
histórica, desde una valorización y prácticas pasadas y presentes y
sus sinergias convertidas en tendencias.
En esta perspectiva, retomando a Osvaldo Sunkel (1981: 17), los
elementos que integran la biósfera, así como el o los ecosistemas en
particular, presentarán un origen, estructura, funcionamiento,
cambios de estado, regulaciones, factores limitantes, adopción,
tolerancia e interacción específica, que serán modificados en su
íntima relación –naturaleza y sociedad– en cada uno de los
territorios de interacción.

Así, en el territorio se podrán observar integraciones, relaciones,


interacciones culturales con el ambiente, donde la problemática
ambiental adquiere un carácter específico, producto de la
complejidad de los procesos sociales. Asimismo, donde se concreta
la alteración y destrucción ambiental originada de los procesos de
apropiación económica devenida de la tenencia, producción y
expolio, de las innovaciones tecnológicas y sus impactos, de
construcciones ambientales artificiales, así como de valoraciones,
racionalidades y estrategias diferenciadas referidas a dicha
problemática.
Ahí se podrá observar, entonces, además del cambio climático
global y el estado de la biodiversidad, cómo se concreta la relación
geo-eco-antrópica, que se traduce y se incorpora a los ciclos,
balances y desbalances energéticos y de nutrientes (por ejemplo, en
las cadenas alimenticias) que en buena medida se originan, cuando
no de ideologías y prácticas utilitaristas, de la ignorancia o falta de
comprensión de las relaciones que afectan, desde el territorio, tanto
al ambiente local como al global.

En este sentido, el territorio se explica y hace referencia a las


relaciones entre los seres humanos y los demás elementos del
mismo, desde el marco de la espacialidad (como poblamiento,
patrones de asentamiento y producción, por ejemplo) y la movilidad
(cotidiana y circunscrita, inmigración y emigración), que lo
convierten en una síntesis finalmente humana: valorada,
representada, construida, apropiada, transformada.
De ahí surgen las microrregiones, los municipios, las regiones, las
tierras altas y tierras bajas, las rutas, los mojones, la geografía
sagrada (incluido el orden cósmico que liga al mundo, al
inframundo y al supramundo) que delinean dinámicas, ritmos,
tiempos (lineales, circulares) y espacios (horizontales y verticales,
profundos, densos) de organización y apropiación del territorio, que
se relacionan sinérgicamente con los ecosistemas, los procesos
ecológicos, etcétera.
Desde esta perspectiva, el territorio es el lugar estructurado y
organizado en su espacialidad por medio de relaciones entre los
seres humanos y los demás elementos que contiene.
Esta estructuración y organización depende del conjunto de factores
que, como la configuración del paisaje, afectan la distribución
espacial de las actividades humanas e inciden en la apropiación y
transformación del espacio.
Pero esa estructuración y organización también se explica en las
necesidades e intereses sociales y las consiguientes
transformaciones históricas que realizan las colectividades humanas.
En este sentido, según Pinchemel (citado en en función del medio
natural o de las necesidades de las colectividades humanas, la
ordenación territorial toma en cuenta los siguientes aspectos: i) el
morfológico, como la disposición geográfica; ii) el estratigráfico,
mediante una investigación, tanto vertical como horizontal, de las
diversas etapas del paisaje; y iii) el dinámico, relacionado con las
dinámicas y ritmos en los que ocurre dicha organización. Estas
acciones de ordenación, no siempre explícitas y conscientes, se
encuentran orientadas por los procesos de subsistencia y de
acumulación de capital, así como por la relación cultural-
significativa entre los seres humanos y su medio natural en la
búsqueda de la reproducción social y la trascendencia social,
material y espiritual.
Los espacios geográficos se encuentran determinados por las formas
del relieve, las fuerzas endógenas y exógenas, y las relaciones de los
grupos humanos con éstas. En términos de relieves terrestres, éstos
son el resultado de las interacciones entre las fuerzas endógenas,
como los movimientos tectónicos, y las fuerzas exógenas vinculadas
en gran medida con el clima.
Sin embargo, según Olivier Dollfus (1976), la acción humana
también tiende a transformar el medio natural al apropiarse de un
territorio y reivindicar el acceso, control y uso de las condiciones de
producción de vida. Para dicho autor, los recursos naturales de un
espacio determinado tienen valor únicamente en función de una
sociedad, de una época y de unas técnicas de producción
determinadas. Es la utilización de esas técnicas de producción la que
tendería a modificar los relieves y, por consiguiente, los espacios
geográficos, con lo cual se concreta la construcción geográfica por
la práctica humana: lo geoantrópico.
Según Gustavo Montañez y Ovidio Delgado (1998), la inscripción
espacial en el abordaje territorial desde la dimensión geoantrópica
adquiere importancia al aportar las nociones de distancia, espacio,
lugar y tiempo. Por medio de la actividad espacial, la realidad
geosocial se hace cambiante y requiere permanentemente nuevas
formas de organización territorial, incluidas las delimitaciones
geográficas cuya forma es dinámica, cambia, en dependencia de la
actividad humana sobre las condiciones del espacio y del tiempo.
La relación de una población con su espacio se concreta en
dinámicas territoriales (desde el poblamiento y los patrones de
asentamiento, hasta la modificación total, posible de darse mediante
la construcción de una represa, por ejemplo) que generan cambios
de distinto orden y escala, por ejemplo, en el cambio climático, en la
pérdida de masa boscosa y en la modificación de las cadenas
biológicas, haciendo de los territorios espacios culturales,
transformados por el trabajo, la acción y las contradicciones
humanas. Pero más allá de lo anterior, la problemática ambiental
generada por la acción humana adquiere un carácter de vivencia
inmediata en los territorios específicos, pues es ahí donde los sujetos
sociales los palpan, los viven, y es ahí donde se concretan
potencialidades, posibilidades y límites para su solución.
En términos de Montañez y Delgado (1998), el territorio se
construye a partir de la actividad espacial de agentes que operan en
diversas escalas o, en términos de Patricia Olivera
(2003: 10-11), recuperando a David Harvey, el espacio geográfico
va adquiriendo formas, estructuras, patrones y procesos que lo
caracterizan en diferentes escalas de lo local, regional, nacional,
mundial, y en ámbitos urbanos y rurales diversos según las
condicionantes ambientales y las prácticas sociales establecidas.
La dimensión geo-eco-antrópica, entonces, se genera a partir de la
apropiación social del espacio y las formas de relación entre los
diversos actores territoriales que en el marco de procesos sociales
hacen posible la convivencia, la vida productiva y la construcción de
proyectos comunes o antagónicos a partir de un territorio. Esta
relación geoecoantrópica es definida, retomando a Nelson Cuéllar y
Susan Kandel (2007: 2), a de interacciones tanto coordinadas como
conflictivas de una variedad de actores con distintas visiones e
intereses sobre el uso de los recursos y función del territorio.
A modo de conclusión, puede plantearse que la dimensión geo-
ecoantrópica hace referencia al territorio como un espacio
socialmente construido, cuyas fronteras no son definidas por las
características biofísicas, sino por los procesos mediante los cuales
los actores sociales lo transforman e intervienen en él, definiéndolo
y delimitándolo. La dimensión geo-eco-antrópica, entonces, implica
abordar el territorio como relación ser humano, naturaleza, espacio y
tiempo, donde el primero ha encontrado permanentemente las
condiciones y recursos para su existencia y reproducción social,
como medios vitales, por medio del acceso, control y uso tanto de
las realidades visibles como de las potencias invisibles que lo
componen (véase Godelier, 1989)

CONFIGURACIÓN DEL TERRITORIO


Hablar de territorio va más allá del espacio de soberanía estatal o de
una circunscripción político-administrativa al interior de la entidad
política.
Entenderlo rebasa, asimismo, su definición como región histórica o
con connotación geográfica, ambiental, económica, social, política y
cultural separadas.
Trasciende el análisis sobre la manifestación, distribución,
localización y despliegue (espacial y temporal) de los elementos
físicos, biológicos, ecológicos, sociales y simbólicos como
particularidades de o en el territorio. Su configuración, que incluye
lo anterior, se refiere especialmente a la forma en que están
dispuestos y relacionados complejamente los elementos
constitutivos del territorio, así como a la relación de éste con otros
territorios en distintas escalas de consideración relacional.
Si bien el territorio cuenta con una base constituida por el espacio
geográfico o por delimitaciones políticas como la del Estado, es un
resultado de relaciones sociales (Fernandes, 2005: 273-278) y de
relaciones entre procesos sociales y procesos naturales (Bozzano,
2000: 18-19), entre lógicas, dinámicas, fenómenos, hechos, con
tiempos diferenciados y espacialidades particulares que hacen
referencia al espacio en tanto extensión, forma, posición, distancia,
dirección, movimiento, dinámica y cambio producto de múltiples
relaciones que se desarrollan a “su interior” y con “su exterior”,
desde donde se genera y determina su carácter unidiverso, su
singularidad, sus regularidades, sus fijos y flujos, sus niveles y
escalas (véase Santos, 1996).

El territorio, afirma Jara (2009: 29), es un nido que abriga realidades


cambiantes que no son un simple agregado de elementos o cosas
separadas sino, siguiendo a Fritjof Capra (1994: 24) cuando habla de
la realidad, es una construcción multidimensional e indivisible y una
compleja red de interconexiones. En ese nido, los elementos de la
naturaleza (tierras, aguas, flora, fauna, recursos naturales, paisajes),
como diversidad biológica y ambiental, se funden en relaciones
siempre sinérgicas, que se hilan en niveles históricos y profundos de
la existencia con memorias colectivas, construcciones simbólicas
(significativas, puestas en acción), comportamientos, hábitos,
sistemas y formas productivas, tecnologías, arreglos institucionales,
redes y estructuras sociales, sueños de futuro. En un mismo
territorio, afirma Horacio Bozzano (2000: 45), “podemos leer e
identificar tiempos geológicos, meteorológicos, hidrológicos,
biológicos, sociales, políticos, psicológicos, económicos, cada uno
con sus ritmos, sus duraciones y [...se agrega] en interrelaciones
complejas”.

El territorio es una red, un tejido que articula componentes físicos,


procesos ecológicos y procesos sociales históricos que delinean su
configuración en tanto forma sistémica peculiar asociada a la
disposición pero también a relaciones de dependencia, proximidad,
propiedad, inherencia, información, etc. Es un contenedor y un
escenario de procesos y dinámicas ecológicas, poblacionales,
relaciones de poder interconectadas con el contexto inmediato y
mediato. Más allá de alguna delimitación que pueda hacerse, el
territorio es un ámbito donde se desarrollan espacios, relaciones y
determinantes que combinan los impactos del proceso local,
nacional y global, de lo urbano y lo rural. Es, en palabras de Santos
(1996: 27-28), una realidad relacional: cosas y relaciones juntas o,
en palabras de Bozzano (2000: 29), tiene un continente y un
contenido. Es, entonces, un resultado de la interacción entre el ser
humano y la naturaleza, lo cual se manifiesta en procesos
sincrónicos y diacrónicos complejos. En otras palabras, el territorio
es un complejo de interconexiones, en donde las relaciones, eventos,
fenómenos, dinámicas y procesos son todos recíprocamente
interdependientes y se retroalimentan.

Como lo plantea Santos (2006: 39), está formado por “un conjunto
indisociable, solidario y también contradictorio, de sistemas de
objetos y sistemas de acciones, no considerados aisladamente, sino
como el marco único en el que la historia se da. [...] El espacio es
ahora un sistema de objetos cada vez más artificiales, poblado por
sistemas de acciones también imbuidos de artificialidad, y cada vez
más diseñados para fines distintos a los del lugar y su habitantes”.
Es, asimismo, como propone
Jara (2009: 34), un sistema complejo abierto y su complejidad
depende del entramado de elementos que interactúan en su interior y
con el contexto y, siguiendo a Santos, que permite tener en cuenta la
multiplicidad y diversidad de situaciones y procesos.
Esa complejidad del territorio pasa a constituirse en un elemento
activo que influye en la estructuración de la sociedad.
Asimismo, se erige en un integrador e integrante de procesos y
dinámicas sociales, con continuidades y discontinuidades, con
fragmentaciones y recomposiciones.
Las interacciones que ocurren entre sus dimensiones (geo-
ecoantrópica, social, económica, política y cultural-simbólica), hacia
adentro y hacia afuera, pasan por una dialéctica temporal compleja.
El territorio, afirma Jara siguiendo a Robert Morin,
“crea y recrea su propia complejidad y siendo poroso –un sistema
abierto– es permanentemente agitado y modificado por el
intercambio con los elementos externos [...] Tenemos un territorio
evolutivo, en movimiento constante, donde nada puede explicarse
fuera de su tiempo, de su memoria implícita, del contexto” (2009:
31). Más allá de la espacialidad entendida como la distribución,
localización, extensión y atributos del espacio (Bozzano,
2000: 27), y de entenderla como “una propiedad de los cuerpos [...,
como] el momento categorial fundamental de todo lo corpóreo real
[...] que abarca los momentos todos, de la extensión, la forma, la
posición, la distancia, la dirección y la diversidad de dirección, el
movimiento y la conexión espaciales” (Hartmann, en Bozzano, 46),
la complejidad territorial se refiere a una espacialidad en tanto
fenómeno plural y múltiple, de espacialidades interactuando, en
tanto momento de las relaciones sociales geografizadas, que inciden
en una determinada disposición espacial (Santos, 1996: 70).

El territorio, entonces, está configurado también por espacialidades


entendidas como formas de producción social del espacio, que
pueden incidir –como afirman Piazzini y
Montoya (2008: 9) para la dimensión política, de poder– de manera
severa en la dinámica de las relaciones sociales y en su contexto
estrictamente geográfico o ambiental.
Hablamos entonces de una territorialidad como combi-nación de
espacialidades determinantes en la definición de un territorio; una
territorialidad construida por relaciones, representaciones, eventos y
mitos, definida por los movimientos poblacionales, construida por la
concentración y desarrollo de actividades económicas. Es decir, que
resulta de la valorización producida por la intervención activa de las
personas sobre el territorio, para mejorarlo, transformarlo o
enriquecerlo (Giménez, 1996: 6), lo que es decir también, de la
acción que impacta sobre la complejidad del mismo (espacialidad
relacional) o, como diría Fernandes (2010: 13) al definir el concepto
de territorialidad, como los procesos sociales de territorialización.

Pero esta valorización y acción se produce desde “dentro” y desde


“fuera” del territorio. Así, por ejemplo, los migrantes que mantienen
como ámbito de reproducción social, económica y simbólica su
terruño, reproducen los vínculos con el territorio de origen, lo que,
en algunos casos, genera multiterritorialidad expresada como
relación de construcción del origen o su reproducción, aun cuando
sea simbólica, en el nuevo –a veces temporal y otras permanente–
territorio (véase Velasco, 1998).
Territorialidad es, entonces, la relación, el dominio y la apropiación
del territorio que afectan su representación, su organización y el
ejercicio de poder que lo configuran.
Representación del territorio
El territorio es objeto de representaciones múltiples, pues múltiples
son los actores que desde sus visiones, interpretaciones e intereses le
atribuyen determinadas características, potencias, significados. En
ese sentido, puede ser objeto de representación unidimensional o
multidimensional, parcial o total.
Las representaciones del territorio, que pueden provenir desde
matrices religiosas, cosmogónicas, políticas o económicas, son
mapas mentales que lo definen, ordenan, sacralizan, historizan,
proyectan y controlan.
Tales representaciones son portadas y realizadas por sujetos o
actores sociales de distinto carácter, quienes plasman sus intereses
en los mecanismos de apropiación y transformación del territorio,
haciendo de éstas un eslabón que articula relaciones y vincula
economía, política, sociedad y cultura en el proceso y dinámica
social territorializada Son, asimismo, producto y productoras de
relaciones y prácticas sociales territoriales o, como plantea Christian
Azaïs, “el territorio aparece entonces como el lugar de expresión de
la racionalidad plural de los agentes” (Azaïs, en Alba et al., 1998:
586-587).

Como hecho antropológico, puede afirmarse que el territorio está


vinculado estrechamente a la identidad y, por consiguiente y desde
ahí, a la relación íntima que emana del grupo humano. Así, como
afirma Sergio Mendizábal (2007: 54): “Los territorios son parte del
conjunto de representaciones colectivas que dan a las conciencias
étnicas y son marcos, no solo físicos sino también simbólicos, para
la experiencia grupal; un territorio es el resultado de la articulación
entre una población con su espacio.” En ese mismo sentido, dicho
autor (2007: 57) también plantea: “El territorio también se vincula
con los procesos de configuración de identidades colectivas, al ser el
escenario donde estas se realizan y el espacio que los grupos
reclaman para sí y frente a los otros; aludiendo a las raíces más
profundas que le dan vida al sentimiento de su ser colectivo, anclado
a la historia de un lugar.”

Son esos sujetos o actores sociales –propios o ajenos a un territorio–


quienes, desde sus representaciones del territorio, están en constante
búsqueda por proyectarlo, por hacerlo parte de su cohesión, o entran
en constante confrontación y disputa por construirlo, apropiárselo y
controlarlo.

Apropiación del territorio El proceso de construcción y


representación del territorio pasa por la apropiación que los diversos
actores hacen del mismo. Y esa apropiación no es solamente un
apoderamiento del mismo, como simple ejercicio en el ámbito de la
economía y la política, sino una acción que al mismo tiempo es
objetiva y subjetiva. Es decir, es la apropiación mítica, social,
política y material que realiza un grupo social que se distingue de
otros, como diría Joel Bonnemaison (en Hoffmann y Salmerón,
2006: 22-23), por prácticas espaciales propias, que tienen como
punto de partida el valor que le asignan al territorio, sea éste
instrumental (por ejemplo, referido a sus potencialidades
económicas, geopolíticas) o cultural (referido a lo simbólico-
expresivo), que lleva a la colectividad a mejorarlo, transformarlo y
enriquecerlo (véase Giménez, 1996: 10).Esta dinámica de
apropiación adquiere la forma que se expresa en la
multidimensionalidad del territorio. De tal manera que puede ser
una práctica que emana de múltiples e interrelacionados
dispositivos: mitos que recuperan el origen ligado a la tierra y al
territorio, sacralización por medio de ritos, festividades, costumbres
y tradiciones, reconocimiento de mojones, ciclos vitales de
producción o de reproducción social, reivindicaciones y resistencias,
expolio o despojo, así como formulaciones y estrategias políticas
cuando representan intereses y proyectos diferenciados,
contradictorios y/o antagónicos en torno al territorio como totalidad
o parcialidad.

Y es que, como expresa Maurice Godelier (1989), el territorio es el


espacio que una sociedad reivindica como el lugar donde sus
miembros han encontrado permanentemente las condiciones y los
medios materiales de existencia y lo que reivindican al apropiarse de
un territorio es el acceso, el control y el uso, tanto respecto a las
realidades visibles como a las potencias invisibles que lo componen,
entre las que parece estar repartido el dominio de las condiciones de
su reproducción y de los recursos de que dependen.
Y es esta dinámica de apropiación desde “fuera” y desde
“dentro” del territorio, de estrategias y prácticas, de formas de
acción colectiva, la que genera territorialidad o territorialidades.
Eso es así puesto que la territorialidad no es solamente el ámbito de
relación y reproducción del orden jurídico estatal y el marcador del
límite espacial de la acción de los gobernantes (Borja, 1997: 975-
976), la necesidad de espacio de seguridad, identidad y estímulo, y
el sentido de pertenencia, de integración, de relación íntima con el
territorio. Es también, y a partir de lo anterior (siguiendo a Díaz
Gómez, 2003: 7), el resultado de la apropiación social del espacio,
de su contenido, en donde juegan un papel importante lo
significativo y los procesos de construcción de identidades
territoriales que permiten y generan la organización y estructuración
social, el surgimiento de normas y negociaciones a escala territorial,
que conciben el futuro compartido y la construcción de un proyecto
común al interior del territorio ubicado por el sujeto o los sujetos
con identidades específicas y construidas. Como diría Enrique Leff
(2000 y 2006), es el locusde las demandas y los reclamos de la gente
para reconstruir sus mundos de vida.O, en el planteamiento de
Arturo Escobar, es el espacio de apropiación efectiva del
ecosistema, es decir, aquellos espacios que la comunidad utiliza para
satisfacer sus necesidades y para su desarrollo social y cultural;
encarna el proyecto de vida de la comunidad (Escobar, 1999: 263).
En ese sentido, el territorio es resultado de un proceso de
territorialización que implica un dominio (económico y político,
territorio estrictamente funcional) y una apropiación (simbólica y
cultural, lo territorial significativo) de los espacios por los grupos
humanos (Haesbaert, 2004 y 2007). “Es el espacio apropiado por
una determinada relación social que lo produce y lo mantiene a
partir de una forma de poder” (Fernandes, 2005: 276, traducción
propia), de ejercicio de poder, y a partir del desarrollo de una
estrategia determinada para controlarlo. Es resultado, asimismo, de
luchas por su soberanía, a veces como “simples” resistencias y otras
como discursos y prácticas autonómicas como suele suceder en la
actualidad con las luchas impulsadas por sujetos colectivos como las
comunidades y pueblos indígenas, que funden, por ejemplo, lo
étnico-cultural, lo ambiental, lo económico, lo social, lo político, lo
cual hacen a partir de asignarle un carácter étnico al territorio, es
decir, lo conciben como un espacio de reproducción colectiva y, por
consiguiente, de lucha por la autonomía.

Construcción del territorio El espacio, como categoría que en una de


sus acepciones puede ser sinónimo de territorio, se construye
socialmente y es transformado cotidianamente en los procesos de
vida y de producción y reproducción social. Es construido a partir
de los procesos económicos, sociales, políticos y culturales que lo
configuran y desde donde se co-produce.

Los territorios son sistemas cuya organización y límites se negocian


al fragor de las relaciones sociales, marco en el cual los actores o
sujetos lo construyen combinando lo concreto pensado (la
representación que se tenga sobre el territorio) con lo concreto real
(la relación que se desarrolla con éste). Los actores lo ocupan, lo
utilizan, lo organizan, lo transforman y, en síntesis, lo construyen en
la búsqueda de su reproducción social, de un sentido de pertenencia
como posesión o como identidad y de acciones relacionadas con el
dominio sobre el mismo. En ese sentido, Carlos Rodríguez (2010:
195) plantea que “las luchas por el territorio son la expresión de
disputas de los actores sociales por la hegemonía de una forma
particular de ejercer legítimamente la soberanía sobre el territorio,
es decir, de ejercer una acción de dominio sobre el espacio de
pertenencia”.
Como construcción social, entonces, el territorio es una
configuración espacial organizada no solamente a partir de la
utilización o manejo de sus recursos o elementos naturales, sino con
objetivos de administración y ejercicio de poder, ya sea desde el
poder establecido o desde la resistencia al mismo, como lo plantea
Cagnon (en Hoffmann y Salmerón, 2006:
22). Ese ejercicio de poder que construye el territorio pasa por
determinados procesos y dinámicas históricas de larga duración
(como la referida para el modo de producción capitalista) y corta
duración (como la implementación de una política de incentivos
productivos), globales (como las políticas imperiales que
trascienden a cualquier continente), regionales (como el
desmembramiento de la república centroamericana en el siglo
XIX), locales (como la desposesión que afecta a comunidades
producto de la introducción de agrocombustibles en áreas
anteriormente campesinas orientadas a la producción de granos
básicos y hortalizas). Estos procesos y dinámicas se asientan en
determinados intereses –generalmente en conflicto– en el marco de
matrices sociopolíticas y socioculturales, desde donde se opta o se
es objeto de determinada trayectoria y estrategia de relación.
En tanto producto social e histórico, entonces, el territorio está
dotado de ciertas formas de producción, consumo e intercambio, de
una organización y red social e institucional que le dan cohesión
(por consenso o dominación) al conjunto de elementos que lo
configuran, aun cuando ésta se dé –tal y como sucede– como
proceso contenido de contradicciones y co-producciones.
El territorio como concreción de lo glocal
Aun cuando el territorio en un momento dado fue concebido como
un espacio con límites objetivamente establecidos o como un
ejercicio en función de delimitar su estudio o la aplicación de
políticas, su concepción como espacio representado, apropiado y
construido –en los términos en los que se ha abordado con
anterioridad–, constituye un constructo con límites concretos al
mismo tiempo que fronteras con límites más abstractos, hasta
simbólicos, que accionan los actores o sujetos sociales en sus
relaciones y redes en movimiento.
Son estos actores quienes establecen determinados límites, mediante
sus prácticas de posesión, exclusión y control. No obstante, estos
límites son también imaginarios, interpretados a veces con
significaciones esencialistas o identitarias, cerradas, a veces
fragmentadas, con correspondencias difusas respecto del proceso
territorial. No obstante que son los actores con intereses económicos
y políticos concretos los que establecen límites efectivos, los demás
factores configuradores seguirán teniendo importancia en la
dinámica y proceso de construcción y apropiación del territorio, los
cuales, sin embargo, se encontrarán en condición y perspectiva de
dominio o subordinación según sea el actor social en cuestión.

Es en este marco que adquiere importancia la dinámica de


globalización debido a su carácter histórico de larga duración y su
impacto condicionante o determinante sobre el territorio;
específicamente en cómo afecta las representaciones, construcciones
y apropiaciones que se confrontan en el mismo y que contribuyen a
confeccionarle una configuración compleja.
Entender el territorio, entonces, pasa por pensar las relaciones entre
lo local y lo global, sin olvidar el marco social e histórico que le
otorgan significado y sentido; es decir, en palabras de Francis Ther
(2006: 107), a partir de reconocer a los territorios locales en un
contexto de interrelaciones. Y es que, como plantea Luc Cambrézy
(2006: 60), el progreso económico, industrial y tecnológico ha dado
como resultado una realidad geográfica cada día más compleja y
menos comprensible en términos de zonas cerradas con límites y
fronteras; o como lo fundamenta Jesús Antonio Machuca, hoy el
proceso se caracteriza por los efectos de contracción espacial y
desaparición de los límites entre lo interno y lo externo, en el cual
los territorios parecen desdoblarse y extenderse (elasticidad) o
desbordar sus propios límites. El mundo de los espacios
circunscritos se ha re-configurado y la conformación de nuevas
dimensiones de la espacialidad (incluidas las virtuales) ocasionan
que su noción se hagaextensiva a las relaciones comunicativas, al
surgimiento de redes que trascienden las históricas espacialidades,
lo cual no implica que las fronteras físicas hayan desaparecido ni
mucho menos, aunque sí hayan sido objeto de redefinición de
sentido, configuración y apropiación concreta.

El acortamiento temporal de las distancias que suscita el desarrollo


de las tecnologías de la comunicación y los transportes da cuenta, a
la vez, de la disminución de los tiempos de producción y circulación
de las mercancías, convertidas en flujos centrífugos y centrípetos
(de información, servicios, migratorios o culturales), los cuales
suponen la exclusión del concepto de límite o de barrera, o donde el
concepto de frontera y la condición fronteriza misma son afectados
y reflejan las hibridaciones y situaciones indefinidas, ambivalentes y
ambiguas, pero son igualmente limítrofes y de contraste, a partir de
las cuales, por ejemplo, la identidad se desliza hacia la alteridad
(Machuca, 2005: 63-67).Y es que, tratándose de procesos y
dinámicas con mayor impacto o efectividad sobre el territorio, la
regionalización que se abre paso por medio del establecimiento de
políticas globalizadoras del capital y su dominio, como el Tratado
de Libre Comercio Estados Unidos, Centroamérica y República
Dominicana, el Proyecto de Integración y Desarrollo de
Mesoamérica –antes Plan Puebla Panamá– y los corredores
biológicos transfronterizos, son la concreción en nuestro contexto de
una mayor determinación desde los poderes supranacionales, el
surgimiento de organismos y normas desde los cuales, de forma
creciente, se rige e impacta no solamente el manejo sino la
configuración, integración y reorganización de los territorios.

El territorio como fracción de la globalidad, hoy más que nunca,


contiene relaciones globales, no solamente como relación entre un
territorio y el proceso global sino como procesos, dinámicas y
relaciones territoriales globalizadas al mismo tiempo que relaciones
globales territorializadas.
Así, y utilizando el concepto de lo glocal, que se refiere a lo global y
lo local como una relación donde ambos se construyen mutuamente
(aunque, como se ha visto, de forma asimétrica), el territorio es la
concreción, con arraigo, de esa íntima relación y construcción. Por
ejemplo, en donde poderes y procesos provenientes de lo
internacional, lo transnacional y lo global que se concretan en el
territorio local, le generan vínculos de imposición, dependencia o
complementariedad, lo cual vulnera los ámbitos de soberanía o
relativa soberanía de los Estados para normar lo local o intermediar
entre lo internacional y el territorio local y nacional.

Asimismo, usualmente lo global resulta en un sistema que tiende y


desde donde se pretende borrar fronteras y desestructurar territorios
por medio de las imposiciones políticas, los procesos de
profundización e intensificación de acumulación de capital y el
desarrollo de las tecnologías y comunicaciones, todo lo cual se
convierte en factores que se suman a la configuración de los sujetos
(en sus identidades y, consiguientemente, en sus percepciones y
representaciones del territorio), los espacios, la relación con los
elementos de la naturaleza, etc. (véanse, entre otros, Piazzini y
Montoya, 2008: 9; y Ther, 2006). Pero, al mismo tiempo, también
resulta en un afianzamiento de identidades vinculadas al territorio y
al surgimiento o resurgimiento de actores que confrontan las
tendencias y procesos de la globalidad que generan reapropiaciones
territoriales renovadas –objetivas y subjetivas– ante los
apoderamientos externos.
El territorio puede entenderse, entonces, como síntesis de
interrelaciones, de procesos complementarios y contradic-torios,
entre lo global y lo local, que entran en juego en la producción
concreta del territorio. Así, por ejemplo, puede entenderse cómo la
globalización ha tenido consecuencias en la reorganización
territorial y la función de las fronteras (que no han desaparecido,
que ha desvanecido unas, fortalecido otras y dado surgimiento a
nuevas), que son, cada vez menosámbito de ejercicio de poder
exclusivo de las burguesías locales y sus Estados.

En la globalización, afirma Roland Robertson, lo universal se


particulariza y lo particular se universaliza (en Machuca, 2005: 64).
La globalización consolida o reconfigura asimetrías por medio de
visiones, intereses y políticas que ordenan, priorizan, incorporan o
marginan el territorio, generando una dinámica particular entre
territorios centrales, territorios periféricos y marginales, territorios
mayormente rurales o urbanos, o territorios con dimensiones
metropolitanas y/o internacionales –como sucede con algunas
ciudades, como Singapur o Washington. Asimismo, la globalización
genera dependencias vitales al mismo tiempo que búsquedas de
autonomía como procesos antagónicos o de inserción, tanto en el
ámbito global como en el nacional. Lo mismo sucede con los
espacios al interior de los territorios, siendo que la globalización
construye nuevas subjetividades, tiende a homogeneizar –inclusive
manteniendo las diferencias– y jerarquizar los espacios, como
continuidad histórica que reconfigura.
En tanto complejo, entender el territorio pasa por aproximarse a esas
características, procesos y dinámicas de síntesis de lo glocalsin las
cuales será imposible no solamente observar la compleja
multidimensionalidad del mismo sino, también, establecer los
distintos sujetos, actores, prácticas, dinámicas y procesos de
apropiación y construcción que lo configuran.

Pasa por entenderlo como articulación de un conjunto de relaciones


sociales entre múltiples y variados actores, que se expresan en
acuerdos, competencias, negociaciones o conflictos asentados en
proyectos territoriales, territorializados o “desterritorializados”, y
que son de distinto tipo: sociales, étnicos, empresariales, partidarios,
militares, criminales.
La Agenda 21 (ONU, 1992) define la biodiversidad como el término aplicado a la variedad de
genes, especies y ecosistemas encontrados en el planeta.
Contiene todo tipo de formas de vida –desde la vida de las plantas y animales hasta
microorganismos– y el agua, la tierra y el aire en el cual éstas viven e interactúan.
Sunkel (1981: 16) define el medio ambiente como el “entorno biofísico del componente
humano y sus sucesivas transformaciones artificiales así como su despliegue espacial. Se trata
específicamente de la energía solar, el aire, el agua y la tierra –fauna, flora, minerales y
espacio (en el sentido de superficie disponible para la actividad humana)– así como del medio
ambiente construido o artificializado y las interacciones ecológicas de todos estos elementos y
de ellos y la sociedad humana”.
5Sunkel (1981: 17) también afirma que “los elementos que integran la biósfera –en la misma
forma que la especie humana– no son inertes, sino que constituyen sistemas de influencia
mutua que forman los ecosistemas”.
6Henri Lefebvre (1976a: 39) plantea que “la naturaleza igual que el espacio, junto con el
espacio, se ve a veces destrozada, fragmentada, vendida bajo forma de fragmentos y ocupada
globalmente. Se ve aniquilada como tal y reorganizada siguiendo las exigencias de la
sociedad neocapitalista”.
7Sunkel (1981: 17) habla de la interferencia del ser humano en los ciclos ecológicos y afirma
que cuando ésta, por su intensidad y persistencia, excede ciertos límites, puede afectar o
desorganizar los ciclos regeneradores y reproductivos de los ecosistemas al punto de producir
un colapso ecológico y exigir los consiguientes reajustes sociales
8En el
Perfil Ambiental de Guatemala 2008-2009 (IARNA, 2009) se plasma la vasta investigación
sobre la problemática ambiental a partir del concepto de sistema socio-ecológico, el cual –se
afirma– permite establecer las relaciones y flujos de materiales y energía entre los
subsistemas natural, social, económico e institucional.
9El territorio es representado cartográficamente. Como tal, es la perspectiva de quienes
integran geográficamente informaciones y, por consiguiente, también una mirada simbólica y
un lenguaje de poder o apropiación sobre sus elementos. Acerca de la manera en la cual la
cartografía se constituye en discurso espacial y produce una imagen política del territorio que
proyecta las nociones de poder imperantes (véase Montoya, 2006).
10El paisaje alude, siguiendo a Raquel Gurevich (2005: 47-48), a los elementos observables y
fisonómicos del territorio, que combina, además de elementos de la naturaleza (cuencas, ríos,
bosque, etc.), fenómenos naturales recurrentes (sequías, sismos), rasgos económicos,
políticos, étnicos, culturales e ideológicos, así como los flujos globales de la tecnología, las
transferencias financieras y los flujos comunicacionales
11
Santos (2006: 16) plantea: “Es bien sabido que la principal forma de relación entre el hombre
y la naturaleza, o mejor, entre el hombre y el medio, está dada por la técnica. Las técnicas son
un conjunto de medios instrumentales y sociales, con los cuales el hombre realiza su vida,
produce, al mismo tiempo, crea espacio. Esa forma de ver la técnica no ha sido, todavía,
completamente explorada”. Más allá de lo anterior referido a la técnica, habría que decir que
no es lo mismo naturaleza y medio; ambos conceptos tienen sus posibilidades descriptivas y
analíticas, las cuales no obstante deben ponerse en relación compleja, especialmente en esta
búsqueda de entender esa complejidad del territorio.
12Nelson Vergara (2009: 236) plantea, refiriéndose al tiempo, que éste “hace su emergencia
en el centro de la vitalización del espacio-territorio, historizándolo
. Por esto el espacio no es, en realidad, separable del tiempo: vivimos aquío allá, pero,
vivimos ahorao antes o después, en otro sitio y en otro momento, etc. Nos situamos y situamos
a los otros en este cruce, que se nos aparece como encrucijada, encrucijada efectiva o
simbólica, como dilema espacio–temporal”. Por su parte,

David Harvey ([1990] 2004: 228) argumenta que “las concepciones objetivas de tiempo y
espacio se han creado necesariamente a través de las prácticas y procesos materiales que
sirven para reproducir la vida social [...] La objetivad del tiempo y el espacio está dada, en
cada caso, por las prácticas materiales de la reproducción social y, si tenemos en cuenta que
estas últimas varían geográfica e históricamente, sabremos que el tiempo social y el espacio
social están construidos de manera diferencial. En suma, cada modo de producción o
formación social particular encarnará un conjunto de prácticas y conceptos del tiempo y el
espacio”.

13Para Santos (1996: 51-52), el espacio geográfico está “formado por un conjunto
indisociable, solidario y también contradictorio de sistemas de objetos y sistemas de acción,
no considerados aisladamente, sino como el marco unificado en el cual se desarrolla la
historia [...] El espacio es hoy un sistema de objetos cada vez más artificiales, poblado por
sistemas de acción igualmente imbuidos de artificialidad y cada vez más tendientes a fines
extraños al lugar y a sus habitantes [...] Es así como el espacio encuentra su dinámica y se
transforma”.
14Desde la disciplina de la ciencia política, el territorio es la base física sobre la cual el
Estado asienta y desenvuelve su actividad, que sintetiza el entorno físico y la relación jurídica.
Soberanía, poder político, ley son relacionadas al territorio referido al ámbito del Estado-
nacional (Borja, 1997: 933).
15En el estudio del territorio, el concepto de escala ha tenido una importancia que requiere
ser clarificada. La escala, afirma Jorge Blanco (2007: 49), “no es un patrón jerárquico
preconcebido para ordenar el mundo –local, regional, nacional y global– sino que es el
producto contingente de las tensiones existentes entre las fuerzas estructurales y las prácticas
de los agentes locales. El análisis de la escala se concentra, entonces, en los procesos, que
modelan y constituyen las prácticas sociales en diferentes niveles de análisis. En ese sentido,
la escala estaría definida por procesos sociales que se despliegan en diferentes ámbitos (o en
distintos niveles) que se determinan mutuamente [...] Los procesos sociales operan a través de
escalas y no confinados en alguna de ellas en particular”
16
Desde una perspectiva dialéctica y compleja indispensable de ser recuperada,
Santos plantea que “La configuración territorial está dada por el conjunto formado por los
sistemas naturales existentes en un determinado país o en una zona determinada por los
agregados que los hombres sobreponen a estos sistemas naturales. La configuración
territorial no es el espacio, ya que su realidad tiene su materialidad, en cuanto el espacio
reúne la materialidad y la vida que la anima.
La configuración territorial, o la configuración geográfica, por lo tanto tiene una existencia
material propia, pero su existencia social, es decir, su existencia real, solamente está dada
por el hecho de las relaciones. Esta es otra forma de aprender el objeto de la geografía.”
(Santos, 2006: 38-39) Y en relación con los fijos y flujos, como ejemplo específico en sus
formulaciones, afirma que “Los elementos fijos, establecidos en cada lugar, permiten
acciones que modifican el propio lugar, los flujos nuevos o renovados que recrean las
condiciones ambientales y las condiciones sociales, y redefinen cada lugar. Los flujos son un
resultado directo o indirecto de las acciones que atraviesan o se instalan en nuestros fijos,
modificando su significado y su valor, al mismo tiempo que también se modifican. [...] Fue así
en todos los tiempos, solo que hoy los fijos son cada vez más artificiales y más fijos a la tierra;
los flujos son cada vez más diversos, más amplios, más numerosos, más rápidos.” (Ibid.: 38).
17La espacialidad concreta, afirma Soja (1993: 158-159), es un terreno competitivo de luchas
por la producción y reproducción social, de prácticas sociales que visan sea al mantenimiento
o refuerzo de la espacialidad existente, sea una reestructuración significativa y/o una
transformación radical.
18Fernandes afirma que el espacio “pasa a ser comprendido según la intencionalidad de la
relación social que lo creó. Es entonces, reducido a una representación unidimensional [...]
La relación social en su intencionalidad crea una determinada lectura del espacio, que
conforme con el campo de fuerzas en disputa puede ser dominante o no. Asimismo, se crean
diferentes lecturas socio espaciales” (Fernandes, 2005: 275-276, traducción propia).
19“Los ordenamientos simbólicos del espacio y el tiempo conforman un marco para la
experiencia por el cual aprendemos quiénes y qué somos en la sociedad [...]
La noción de sentido común según el cual ‘hay un lugar y un tiempo para todo’ es trasladada
a un conjunto de prescripciones que reproducen el orden social, al asignar significados
sociales a espacios y tiempos” (Harvey, [1990] 2004: 240). Esto lleva a inferir que los
procesos de apropiación simbólica, de entrada diferenciados entre los distintos sujetos y
actores, generan condiciones para el conflicto en relación con el uso del territorio, en tanto
síntesis de espacio y tiempo vividos colectivamente, en la forma en que se estructura el tiempo
y el espacio territorializados, que se genera, al mismo tiempo, desde lo global y desde lo local.
20Fernandes (2010: 6) afirma: “Cada institución, organización, sujeto, construye su propio
territorio y el contenido de su concepto y poder político para mantenerlo. Esos creadores de
territorios exploran someramente alguna de sus dimensiones. Esto también es una decisión
política.”
21Sin embargo, como afirma Lefebvre analizando el espacio, éste no es una mera
representación pues vehicula las normas y valores de la sociedad burguesa y, ante todo, el
valor de intercambio y la mercadería, es decir, el fetichismo (1976b: 33).
22Arturo Escobar (1999: 194) plantea que “el territorio es un espacio fundamental
multidimensional en el que se crean y recrean las condiciones de sobrevivencia de los grupos
étnicos y los valores y prácticas culturales, sociales y económicas que le son propios. La
defensa del territorio es asumida en una perspectiva histórica que liga el pasado con el futuro.
En el pasado, la historia de los asentamientos mantuvo cierta autonomía, conocimientos,
modos de vida, y sentidos éticos y estéticos que permitieron ciertos usos y manejo de los
recursos naturales”.
23Esto no es contradictorio con la perspectiva de Harvey, quien afirma que las concepciones
objetivas –y yo agregaría subjetivas– de tiempo y espacio se han creado necesariamente por
medio de las prácticas y procesos materiales que sirven para reproducir la vida social. La
objetividad del tiempo y el espacio, agrega, está dada en cada caso por las prácticas
materiales de la reproducción social y, si tenemos en cuenta que estas últimas varían
geográfica e históricamente, sabremos que el tiempo social y el espacio social están
construidos de manera diferencial (Harvey, [1990] 2004: 228)

24Leff (2005: 206) observa el contexto local como el lugar donde se forjan las identidades
culturales, donde se expresan como una valorización social de los recursos económicos y
como estrategias para la reapropiación de la naturaleza.

25Leff (2005: 208) plantea que los actores están afirmando sus derechos culturales para
recuperar el control de su territorio como un espacio ecológico, productivo y cultural para
reapropiarse un patrimonio de recursos naturales y significados culturales. La racionalidad
ambiental está siendo internalizada por nuevos actores sociales, expresándose como una
demanda política, arraigándose en nuevos territorios y nuevas identidades.
26Odile Hoffmann (2007: 442) concibe el territorio étnico como “espacio de emancipación y
lucha por la autonomía de decisión de un colectivo social auto-adscrito a una ‘identidad
étnica’. En esta visión, el control territorial constituye la condición mínima para el ejercicio
de un poder ‘autónomo’, el único medio de conseguir cierta legitimidad para construir
instituciones y normas ‘propias’, que gocen de la aprobación ‘de la comunidad’”.
27Entre estos procesos y de forma complementaria, también se puede mencionar la
apropiación heterogénea de la cual pueda ser objeto y que ha sido planteada en líneas
precedentes.
28Los flujos centrífugos son orientados hacia otros territorios y los centrípetos, hacia el
interior del territorio, como diría Cambrézy, analizando el concepto de región (2006: 67).
29Según Machuca (2005: 66), refiriéndose a los corredores biológicos, “la diferencia consiste
en que los corredores no representan una porción o modalidad posible entre otras de uso del
territorio, sino que estos territorios se integran como parte del corredor que atraviesa las
regiones de los distintos países [...] Y esta forma de representación es la que promueven los
proyectos impulsados por las corporaciones multinacionales y las potencias hegemónicas,
como sucede en el caso del Plan Puebla Panamá”.
30“El incentivo para crear el mercado mundial, para reducir las barreras espaciales y
aniquilar el espacio a través del tiempo es una condición omnipresente [afirma Harvey],
como lo es el incentivo para relacionar la organización espacial en configuraciones de
producción eficientes (organización serial de la división del trabajo particularizada, sistemas
fabriles y líneas de montaje, división territorial del trabajo y aglomeración en grandes
ciudades), redes de circulación (sistemas de transporte y comunicaciones) y consumo
(instalación de los hogares y casas, organización de la comunidad y diferenciación
residencial, consumo colectivo en las ciudades)” (Harvey, [1990] 2004: 257-258).
31En otro sentido, Azaïs plantea que “En efecto, la proximidad ya no puede considerarse
únicamente como geográfica, sino como socioeconómica. Algunos territorios están
conectados con los centros de decisión supranacionales, y son pocos los lazos que tienen con
su entorno geográfico o incluso regional. Otros, por el contrario, presentan un sólido arraigo
local, pero tienen una capacidad de reacción limitada a un entorno en movimiento” (en Alba
et al., 1998: 588).
32Es necesario afirmar que lo glocalno hace referencia a una dinámica entre lo global y lo
local donde el Estado desaparece. El Estado sigue siendo un instrumento fundamental del
proceso de globalización, no obstante sus modificaciones generadas por cambios en la
correlación de fuerzas a nivel regional y mundial, en las posibilidades que presenta para
normar y definir los procesos internos, en los flujos de capital, etcétera.
33Un ejemplo introductorio y sintético de este abordaje es el vínculo que Fernandes establece
entre multidimensionalidad y la multiterritorialidad, cuando afirma: “La comprensión de
cada tipo de territorio como una totalidad, con su multidimensionalidad y organizada en
diferentes escalas, a partir de sus desiguales usos, nos posibilita entender el concepto de
multiterritorialidad. [...] Considerando que cada tipo de territorio tiene su territorialidad [...]
La multiterritorialidad une a todos los territorios a través de la multidimensionalidad y por
medio de las escalas geográficas, que pueden ser representadas como camadas sobrepuestas
en que una acción política se desdobla en varios niveles y escalas: local, regional, nacional e
internacional” (2010: 6).

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