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LICEISTA, CRITICO, REFLEXIVO Y AUTONOMO, TRANSFORMADOR DE CONTEXTOS PARA LA CONVIVENCIA 1

INSTITUCIÓN EDUCATIVA DISTRITAL LICEO MERCEDES NARIÑO


Jornada Nocturna - 2022
MISIÓN. Propiciar la formación integral de sus estudiantes VISIÓN. En el año 2025, el colegio Liceo Mercedes Nariño será reconocido a
promoviendo los valores de: respeto, honestidad, identidad, nivel nacional por la calidad de su servicio, la excelencia de sus egresadas en el
solidaridad y autonomía, que favorezcan la construcción de su dominio de los saberes necesarios para la sociedad del conocimiento y la
proyecto de vida, orientados a la transformación de los contextos convivencia, el manejo de lenguas extranjeras inglés y francés, ciencias básicas
en donde interactúan, garantizando el vivir/ convivir en el disfrute y de las tecnologías de la información y de la comunicación; como constructoras
de una vida plena y feliz para habitar dignamente el presente. de una sociedad respetuosa de sí y del otro.

ÁREA: Filosofía. Lección 10 (4)


NOMBRE________________________________________________CLEI__6_____FECHA______
Profesor: Pedro Nel Ayala Álvarez. filosofia.cpe.cp@gmail.com

FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA – SIGLO XIX

PRESENTACIÓN: La presente lección es una visión panorámica sobre las grandes corrientes
filosóficas del siglo XIX y los pensadores que las desarrollaron: el idealismo de Hegel; el socialismo
científico de Marx; el positivismo de Comte; el vitalismo de Nietzsche; el existencialismo de
Kierkegaard y los desarrollos de Schopenhauer sobre voluntad y pesimismo.

Objetivos: Caracterizar desde autores específicos las grandes corrientes


filosóficas desarrolladas en el siglo XIX. Valorar bajos las luces del momento
presente la vigencia de estos postulados filosóficos.
Operaciones mentales: Identificación, diferenciación, comparación, inferencia,
conceptualización.
Funciones cognitivas: Percepción clara y precisa de información; respuestas
certeras y justificadas; precisión y exactitud al expresar respuestas; dominio de
vocabulario adecuado.

PREGUNTAS ESENCIALES: ¿Qué es el idealismo? ¿Qué es el marxismo? ¿Qué es el positivismo?


¿Qué es el vitalismo? ¿Qué es el existencialismo? ¿Qué es el mundo como “voluntad”? ¿Qué es el
pesimismo y cómo superarlo?

HEGEL MARX COMTE NIETZSCHE KIERKEGAARD SCHOPENHAUER

INTRODUCCIÓN

Por pensamiento contemporáneo se entiende el periodo histórico de reflexión intelectual que abarca los
siglos XIX, XX y lo corrido del presente. Es una época de mucha producción filosófica en medio de
grandes transformaciones sociales, económicas y científicas que ocurrían a lo largo y ancho de Europa
y América. El siglo XIX se caracterizó por las grandes revoluciones que cambiaron de manera radical
la forma de vida de millones de ciudadanos, trayendo tras de sí todo un cúmulo de problemas y
situaciones que hasta hace pocas décadas eran motivo de reflexión.

La revolución industrial que se experimentó en el siglo XIX trajo grandes cambios en las estructuras
sociales y económicas de Europa. El desarrollo científico y técnico posibilitó la aparición de la fábrica,
lugar de producción a gran escala que superó el tradicional sistema manufacturero. Los productos se
elaboraban en serie con la ayuda de grandes máquinas para lograr satisfacer los mercados locales y
mundiales. Los descubrimientos y aparatos novedosos se daban a conocer año tras año dando la
sensación de una época de progreso infinito. En realidad, sucedió así, pero junto al progreso técnico
aparecieron los grandes problemas humanos productos de la industrialización.

Con la fábrica también llegaron los antagonismos entre los burgueses, dueños de los medios de
producción, y los obreros (proletarios) que vendían su fuerza de trabajo para poder subsistir. Estas
profundas divisiones de clases se concretizaron política y económicamente bajo las banderas del
capitalismo y el comunismo. Los países representantes de cada ideología económica defendieron sus
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principios hasta llegar a la guerra, la delimitación de los territorios de influencia y la amenaza de


aniquilación de todos aquellos que pensaban diferente.

La industria como ya se anotó, adquirió importancia junto con el desarrollo científico, el cual se
fortaleció bajo las ideas positivistas del siglo XIX que proclamaban un mundo libre de especulaciones
metafísicas, sin dioses y sin mitos. Todo se podía comprender bajo la perspectiva de las ciencias
empíricas que podían dar cuenta de las leyes que orientaban la naturaleza e incluso la vida de los seres
humanos en sociedad, usando instrumentos de medición y demostración precisos y confiables. El
resultado fue una profunda fe en el progreso que más tarde terminó en el desencanto y la angustia de la
guerra, cuando los mismos hombres que proclamaban el desarrollo técnico como un gran logro de la
humanidad, se dieron a la tarea de usar armas cada vez más mortíferas para exterminar a todos aquellos
que consideraban sus enemigos.

En medio de todos estos avatares sociales y científicos la filosofía intentó “retratar” la realidad del
momento y propuso alternativas de sentido para el desorientado hombre del siglo XX. Las
revoluciones, los avances técnicos y la angustia de la muerte configuraron entonces ese pensamiento
que hoy se conoce como filosofía contemporánea.

FRIEDRICH HEGEL (1770-1831): DIALÉCTICA Y FILOSOFÍA DEL ESPÍRITU

Hegel representa para muchos historiadores la cúspide de la filosofía alemana. Después de graduarse en
el Gimnasio de su ciudad natal, Stuttgart, estudió teología en Tubinga. En su época universitaria
conoció a los poetas románticos Hölderlin y Schelling, de quienes recibió profunda influencia
intelectual. En 1821 trabajó como profesor en la Universidad de Berlín de la que más tarde fue rector.
La vida de Hegel se puede entender como una vida dedicada a la filosofía, su pensamiento, escritos y
acciones dan cuenta de una cosmovisión donde la filosofía lo impregnaba todo. No es fácil resumir la
obra de Hegel dada la complejidad de su pensamiento; en ese orden de ideas, se establecen aquí sólo
algunas ideas claves que ayudan a orientarse en su extensa producción intelectual.

La dialéctica como método: Tesis, antítesis y síntesis. La dialéctica hegeliana consiste en descubrir y
seguir racionalmente el movimiento de las ideas. Para este pensador, los conceptos tiene una dinámica
interna de evolución; este movimiento viene dado por tres momentos que pueden ser aclarados de la
siguiente manera: primero, la tesis que equivale a una afirmación de la idea; segundo, la antítesis que
equivale a una negación de la idea, es decir su opuesto o contradicción y, tercero, la síntesis que
consiste en el momento de la superación de la lucha de ideas contrarias, la reconciliación de los
elementos en una realidad nueva o concepto superior.

La fenomenología del Espíritu. La fenomenología es una forma de describir las etapas del recorrido
del Espíritu universal, es decir, de la razón que se encuentra en la humanidad hasta llegar a la plena
conciencia de sí misma. La meta final es el Espíritu Absoluto o momento en que el Espíritu se piensa a
sí mismo (la razón se piensa a sí misma). Este Espíritu Absoluto se despliega y comprende
fundamentalmente en tres realidades: a) el arte, que revela el espíritu colectivo de los pueblos; b) La
religión, que revela la interioridad del sujeto, y en este sentido, para Hegel la máxima expresión
religiosa es el cristianismo con su doctrina de la trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; c) la filosofía,
que es la reconciliación definitiva y perfecta, en la que el Espíritu Absoluto se piensa a sí mismo
adquiriendo plena autoconciencia.

La filosofía de la historia. Hegel, siguiendo su Fenomenología del Espíritu, considera que la historia
humana tiene un sentido porque tiende hacia un fin determinado. La historia de la humanidad tiene un
desenvolvimiento dialéctico, una suma de luchas y acontecimientos en tensión que necesariamente
evolucionan hacia realidades históricas superiores. Según esto, figuras como Alejandro Magno, los
emperadores romanos, Napoleón, entre otros, eran instrumentos necesarios para la evolución de la
razón humana. Este fin de la historia conduce hacia la libertad de los pueblos, pero esta libertad sólo se
da en el marco de un Estado de Derecho. En los objetivos y leyes racionales propios del Estado cada
ciudadano encuentra la realización de su propia libertad.

KARL MARX: EL MATERIALISMO, LA LUCHA DE CLASES, LA REVOLUCIÓN DEL


PROLETARIADO.
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Marx nació en Tréveris, Reino de Prusia, el 5 de mayo de 1818, y murió en Londres, Reino Unido, el
14 de marzo de 1883. Fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su
vasta e influyente obra, abarca diferentes campos del pensamiento en la filosofía, la historia, la ciencia
política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente a la investigación, pues
además incursionó en la práctica del periodismo y la política, proponiendo siempre en su pensamiento
una unión entre teoría y praxis. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del
comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el
“Manifiesto del Partico Comunista” (en coautoría con Engels) y “El Capital”.

Según Marx, son las condiciones de vida material concretas que posee una comunidad humana las que
determinan su visión del mundo. Particularmente el modo de producción económico de un pueblo y las
relaciones sociales que de él se derivan afectan sustancialmente las concepciones políticas, culturales,
educativas e incluso religiosas. Por ejemplo, si el modo de producción es de recolección o es de
esclavitud, esto incide en las políticas y leyes, en el tipo de educación que se les da a los niños y a los
jóvenes, en la jerarquía, en los roles, etc.

En la época de Marx el sistema económico predominante era el capitalismo, por lo tanto, el modo de
producción capitalista era la base sobre la cual se levantaban todas las estructuras sociales europeas.
Ahora bien, lo propio del capitalismo es la acumulación riquezas a través de la propiedad privada. El
problema radica en que históricamente el desarrollo del capitalismo fue generando dos grandes clases
sociales: los burgueses, dueños de los medios de producción y el capital, y los proletarios, pobres y
necesitados que tenían que vender su fuerza de trabajo al burgués para poder subsistir. Con el tiempo la
distancia entre una clase y otra se volvió insoportable.

El burgués capitalista ha acumulado su riqueza a través de la explotación continua de la clase obrera.


En la época de Marx las condiciones de trabajo eran supremamente extremas, hasta 14 horas laborales,
con salarios de miseria y sin ningún tipo de protección social. Trabajaban los hombres, los niños, los
ancianos y las mujeres, en muchas ocasiones todo el núcleo familiar proletario laboraba en la fábrica,
pero con los mismos resultados: pobreza y marginación, pues la riqueza estaba en manos de unos
pocos.

Para Marx, la historia de la humanidad está caracterizada por la lucha de clases. En todos los sistemas
de producción siempre un grupo oprime y explota a otro. En la antigüedad el faraón o rey oprimía al
esclavo; en la edad media el señor feudal explotaba al vasallo; y en épocas más recientes, el burgués
explota al obrero. La lucha de clases es, por lo tanto, el motor de la historia. Pero es una lucha que
genera resentimiento y violencia, pues en toda época el oprimido quiere salir de su situación y vengarse
del maltrato recibido.

En el siglo XIX las cosas no habían cambiado mucho, los burgueses, dueños de los medios de
producción, se aprovechaban del obrero, los hacían trabajar largas jornadas en condiciones inhumanas
y el salario continuaba miserable y escaso. Estas condiciones dieron lugar al análisis socioeconómico
de Marx:

Plusvalía. Con el término de plusvalía Marx explica la situación en donde el obrero, a pesar de que se
esfuerza mucho, no recibe un salario proporcionado con su trabajo. Esto se debe a que el burgués
capitalista vende los productos en el mercado a un precio mucho mayor de lo que costó elaborarlos,
pero al obrero se le sigue pagando el mismo salario paupérrimo. Al obrar así, el dueño de la fábrica se
enriquece y el proletario se empobrece.

Alienación. Como consecuencia de la plusvalía el obrero no ve en el trabajo una fuente de


dignificación personal, sino todo lo contrario, de deshumanización. La alienación consiste en esa
situación donde el obrero se siente infravalorado, menospreciado y utilizado. Es decir, es una cosa más
dentro del sistema de producción y a nadie le preocupa su condición humana. En la alienación del
trabajo el obrero no puede pensar, no se educa ni tiene acceso a la cultura, por lo tanto, sus capacidades
humanas, en vez de crecer, disminuyen.

Enajenación. Finalmente, la situación del obrero lo lleva a la condición de enajenación, esto es, un
individuo que se siente ajeno a su lugar de trabajo y a lo que él mismo realiza. Puede producir camisas,
zapatos, automóviles, etc., pero él sabe que nada de eso le pertenece, que todo es del burgués y él es un
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instrumento más dentro del engranaje de la fábrica. Siendo esto así, el obrero se reconoce como un ser
sin valor social, sin esperanzas y sin salida.

La revolución proletaria. Para Marx esta situación de precariedad propia del obrero sólo tiene una
alternativa: la revolución proletaria. Es decir, un cambio radical en las relaciones de producción y, en
general, de todo el sistema capitalista. Esta revolución sólo es posible si todos los obreros se unen bajo
una misma causa: la disolución de la burguesía y su sistema injusto de acumulación de riqueza. Esta
revolución, dice Marx, normalmente será violenta y difícil, pues los capitalistas por nada del mundo
van a querer ceder a su cómoda posición de propietarios y clase privilegiada.

El comunismo. Según Marx, es el nuevo orden social y económico que puede cambiar la situación del
obrero. Una vez los obreros se organicen y anulen todos los privilegios de la burguesía, se establecerá
el sistema comunista. Lo propio de este nuevo orden social será la abolición de la propiedad privada y
la división de las clases sociales. Los bienes, empresas y medios de subsistencia serán controlados y
distribuidos para el beneficio de todos. Según Marx, cuando esto se dé, la humanidad alcanzará la paz,
igualdad, libertad y felicidad que todos anhelan.

AUGUSTE COMTE (1798-1857): EL POSITIVISMO, LA FE EN EL PROGRESO Y LA


CIENCIA.

En la misma época de Marx, pero ubicado en otra perspectiva, el filósofo y matemático francés
Auguste Comte propuso una visión de la realidad bastante decisiva para lo que será el desarrollo de la
humanidad en el siglo XX. Su filosofía positiva o positivismo se basa en el empirismo, pero llevado a
un punto más radical. Para este pensador la realidad se debe comprender a través del método científico
como instrumento adecuado para llegar a la verdad. Es decir, sólo merece validez aquello que pueda
demostrarse y experimentarse científicamente. El positivismo consiste, entonces, en una fe en la ciencia
como expresión máxima de la racionalidad humana.

Para Comte, las visiones míticas, religiosas y metafísicas son sólo estados anteriores y simples del
desarrollo de la humanidad. Pero no tiene razón de ser profundizar en tales ideas ya que no conducen a
nada concreto. Por su parte las ciencias positivas (exactas y objetivas), permiten establecer las leyes
precisas que rigen los fenómenos mediante la observación, experimentación y conclusiones lógicas que
se pueden extraer de los mismos. Más allá de la ciencia sólo hay especulación y palabrería. La ciencia
según Comte es el camino seguro hacia el progreso.

La sociología. Comte lleva su empirismo y fe científica no sólo a la naturaleza sino también a los
fenómenos sociales. Los comportamientos humanos en sociedad, las instituciones sociales y todos los
problemas que de la convivencia se derivan, pueden ser analizados objetivamente mediante una
cienciai suprema de lo humano: la sociología. Comte funda la sociología elevándola al carácter de
ciencia kpositiva en el mismo nivel de la física o la química.

Lo que sucede en la sociedad puede analizarse, medirse y solucionarse mediante métodos apropiados
que se apliquen a los fenómenos estudiados. Hoy en día esto se ve reflejado en la estadística que es una
herramienta muy importante para el análisis y comprensión de diversos problemas sociales. En esta
misma línea de reflexión, el positivismo impulsó enormemente el desarrollo científico del siglo XX, de
hecho, este fue el siglo de la física y la química con sus correspondientes derivaciones prácticas:
ingeniería, informática y cibernética.

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900): FILOSOFÍA VITALISTA, EL SÚPER HOMBRE.

El filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche es otra de las grandes figuras intelectuales del siglo
XIX; es un autor interesante, polémico y uno de los más leídos en la época contemporánea. Su
producción filosófica es bastante amplia pero dominada por algunos patrones de reflexión que se
repiten en sus obras: crítica a la moral, crítica a la religión, transmutación de valores, el Súper hombre.
No obstante, Nietzsche no es un autor fácil de leer dada su particular de escritura por medio de
aforismos, es decir, fragmentos cortos en donde condensa muchos pensamientos personales y muchas
ideas provenientes de la tradición filosófica. Veamos algunos de estos elementos.

Lo dionisiaco y lo apolíneo. Nietzsche propone una visión antropológica en donde el hombre aparece
constituido por dos fuerzas opuestas: lo dionisiaco (en honor a Dionisio), que representa los instintos,
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las pasiones, los deseos y las pulsiones más profundas del hombre, es decir los valores de la vida; y lo
apolíneo (en honor a Apolo), que representa la mesura, la rectitud, la proporción y el orden, o sea, los
valores de la razón. En las tragedias griegas estas dos fuerzas aparecen constantemente representadas
como elementos constitutivos de la realidad, aunque Nietzsche toma partido por el mundo dionisiaco,
es decir, prefiere a un hombre instintivo que vive en armonía con la naturaleza, por lo cual su filosofía
también se llama vitalismo, esto es, recuperación de la vida, apego a esta vida concreta.

Esta dimensión dionisiaca, dice Nietzsche, se vio opacada cuando con Sócrates aparece la idea de la
lógica, la razón y la moral como dimensiones que deben regir al ser humano. Con esto, dice el filósofo,
empezó la decadencia en occidente pues el hombre dejó de ser plenamente humano y se convirtió en un
instrumento más de la razón.

Crítica a la religión y la muerte de Dios. Después de Sócrates, la moral encontró en la religión


cristiana su mejor aliada. El cristianismo vio en todo lo instintivo y pasional algo perverso, algo que
debía ser neutralizado, y el mejor medio fue una inversión de todos los valores. Es decir, las pasiones y
demás tendencias mundanas se convirtieron en lo malo, en lo negativo, en lo que debía ser dejado a un
lado, porque significaban la degradación del hombre. De esta manera el cristianismo pasó a ser la
fuerza dominante por encima de lo dionisiaco.

En este punto Nietzsche centra su crítica en la religión, pues al triunfar el cristianismo con toda su
moral, el hombre quedó incompleto, sometido a algo que no era natural, que constreñía a su ser, por
tanto, había que recuperar el espíritu dionisiaco, el espíritu de la vida que se había perdido. Para tal
efecto Nietzsche proclama su conocida doctrina de la muerte de Dios.

Para Nietzsche, Dios es una idea contraria a la vida, una idea que hace pensar en un más allá, en un
mundo abstracto, pero no en el mundo concreto. Siendo esto así, es necesario que los hombres
erradiquen esta idea de la cabeza, que se den a la tarea de ser ellos mismos anulando todo concepto de
divinidad o mundo trascendente. Sólo suprimiendo a Dios los hombres recuperarán el auténtico sentido
de la vida (vitalismo).

El Súper hombre y la voluntad de poder. La muerte de Dios, según Nietzsche, genera una situación
de nihilismo en el hombre occidental, es decir, un sin sentido existencial cuando se da cuenta que no
tiene nada a lo cual aferrarse, que el mundo futuro e ideal en el cual creía no tiene ninguna razón de ser,
entonces empieza a deambular sin rumbo por la vida. Para salir de esta situación nihilista, Nietzsche
propone una inversión de la moral tradicional y un nuevo sistema de valores basados en el apego a la
vida y la voluntad de poder que es natural en el hombre.

La voluntad de poder es como una nueva sangre que circula en las personas, que impulsa al dominio, la
fuerza y el despliegue de la energía vital. La voluntad de poder es fundamentalmente la afirmación de
la vida, el afán de cada ser humano por ser más, por imponerse al desarrollar todas sus potencialidades
naturales.

Esta voluntad de poder se encarna en lo que Nietzsche llama el “Súper hombre”, una nueva estirpe de
seres humanos libres, poderosos, que ama esta vida y no creen en ningún mundo sobrenatural. El Súper
hombre no acepta los valores tradicionales, más bien crea su propio sistema de acción en donde tiene
cabida la violencia, la fuerza y la crueldad como actitudes necesarias en muchos contextos vitales.

En este punto la filosofía de Nietzsche se torna problemática y polémica. Algunos autores han visto en
este pensamiento las bases del nacionalsocialismo de Hitler que quiso justificar sus acciones en la
superioridad de la raza aria que estaba llamada a conquistar el mundo. En otro sentido, la iglesia
católica ha cuestionado seriamente las pretensiones de Nietzsche de promover un mundo sin Dios y
unas conductas totalmente contrarias a los mandatos divinos. Esta polémica aún no termina, por eso
Nietzsche, a pesar de los años, parece cobrar cada vez más actualidad.

SÖREN KIERKEGAARD (1813-1856): EXISTENCIA, LIBERTAD Y ANGUSTIA.

Kierkegaard es considerado el precursor de la filosofía existencialista. Desarrolló su pensamiento en


medio de una vida solitaria y aislada en Dinamarca. Para este filósofo el ser humano no se puede
concebir a partir de reflexiones abstractas tal como pretendía Hegel. Por el contrario, el hombre es un
ser concreto, de carne y hueso, que existe en medio de un cúmulo de avatares cotidianos. La existencia
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es el modo de ser del hombre en el mundo, por tanto, es una experiencia individual, subjetiva.
Kierkegaard a esta concepción antropológica la llama “la existencia vivida contra la existencia
pensada”.

Lo importante para Kierkegaard consiste en asumir la existencia humana tal y como es, de manera que
cada hombre pueda comprenderse a sí mismo construyendo y apoderándose con decisión de su propio
destino histórico en medio de un mundo que ni siquiera él ha escogido vivir. Sencillamente por el
hecho de nacer el hombre existe, y asumir con pasión la existencia es lo propio del pensador subjetivo
kierkegaardiano.

Los estadios existenciales. Para Kierkegaard los seres humanos tienen diferentes formas de vida, pero
algunas maneras de asumir la existencia son más auténticas que otras. Para explicar esta teoría el
filósofo danés acude a tres estadios o etapas existenciales.

1. Estadio estético: Esta forma de existencia, como el título ya lo indica, es la del hombre que vive en
la sensibilidad, en la inmediatez de los sentidos. Por todos lados busca la satisfacción y el placer, vive
en el día a día sin mayor compromiso y responsabilidad. Don Juan es el prototipo del hombre estético,
sólo piensa en sí mismo y en dar “rienda suelta” a sus instintos.

2. Estadio ético: Representa una forma de existencia un poco más avanzada con respecto al estadio
estético. Este hombre trata de cumplir con sus deberes e intenta en el seguimiento de las reglas y pautas
de conducta encontrar un sentido a su existencia. El hombre ético es el típico ciudadano responsable
que en situaciones como el matrimonio encuentra la razón de ser de su vida.

3. Estadio religioso: Para Kierkegaard esta es la existencia auténtica, cuando el hombre se encuentra
solo, delante de Dios, define realmente su vida. En este punto Kierkegaard desarrolla una filosofía a
partir de la experiencia de la fe, pues considera que el hombre para acceder a Dios tiene que dar un
“salto” en el vacío y depositar toda su confianza en el ser absoluto. Al dar el salto de la fe alcanza la
plenitud de la existencia humana. El modelo del hombre que vive en el estadio religioso es Abraham, el
padre de la fe, quien en la situación extrema de tener que sacrificar a su hijo decide poner toda su vida
en manos de Dios.

La angustia. El análisis existencial kierkegaardiano termina en la experiencia de la angustia. La


angustia es el sentimiento que surge ante la negatividad de las situaciones existenciales posibles. Esto
sucede porque al ejercer nuestra libertad tenemos que elegir, y al elegir en un abanico de posibilidades
se nos cierran otras alternativas. Por ejemplo, si elegimos tal profesión se nos cierran otras carreras,
otros mundos posibles.

El asunto es que la elección es incierta, no sabemos cómo nos va a ir de cara al futuro, por eso
Kierkegaard advierte que la existencia es como caminar por el borde de un camino en cuyos lados sólo
hay precipicios. Esta experiencia de la incertidumbre, de poder equivocarnos genera angustia y
desesperación. Pero la angustia es inevitable, es un elemento constitutivo de la existencia y nadie,
mientras viva, se puede escapar a esta condición inmodificable.

Como se puede apreciar, el pensamiento de Kierkegaard sienta las bases de lo que será el futuro
existencialismo de posguerra en el siglo XX. Sus temas fueron retomados por Martin Heidegger, Jean
Paul Sartre, entre otros.

ARTHUR SCHOPENHAUER (1788-1860): VOLUNTAD Y PESIMISMO

El pensamiento de Schopenhauer, filósofo alemán, es una mezcla muy particular de metafísica y


antropología. Toda su filosofía está centrada en la idea de “voluntad” como principio último que
sustenta todo cuanto hay en el cosmos. La voluntad de vivir está en todo, incluso en los seres
inorgánicos, en las piedras, los metales, las montañas… Así, pues, lo que vemos en el mundo son las
manifestaciones concretas de esta realidad ontológica llamada voluntad. El asunto es que esta voluntad
“ciega” que afecta todas las cosas del mundo genera dolor y destrucción.

En el hombre la voluntad se hace más explícita porque el ser humano es consciente de sus efectos. La
voluntad universal se hace presente en la voluntad de cada hombre generando siempre deseos
insatisfechos. El ser humano desea cosas, personas, situaciones, siempre pensando que en la
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satisfacción de esos deseos está la felicidad. Pero al final se da cuenta que el deseo nunca acaba porque
es expresión de esa voluntad ontológica que rige el universo. Por cada deseo satisfecho aparece siempre
una nueva necesidad. Al final el hombre se ve sumergido en la experiencia del dolor y la voluntad
insaciable de querer algo más.

Frente a lo anterior Schopenhauer afirma que la realidad humana es un camino de dolor, venimos al
mundo a sufrir porque somos presas de esa voluntad universal que está en todo. La solución será
entonces un camino ascético de renuncia a la voluntad de vivir: no desear nada, no inmutarse por nada,
no buscar nada. Es la manera de vivir que han elegido los sabios hindúes y budistas, suprimir el deseo
para alejarse del sufrimiento. Filosóficamente hablando, Schopenhauer elabora una metafísica que
ayuda a comprender el sufrimiento del mundo y sus causas, pero en el fondo llega a conclusiones
similares a las de la óctuple senda promovida por los budistas.

FUENTE: Filosofía. Historia del pensamiento y actualidad de la reflexión. Fabio Pardo Grupo Educativo.

ACTIVIDAD

1. Según Hegel, ¿en qué consiste la dialéctica como método?

2. ¿Qué explica Hegel a través de la “fenomenología del espíritu”?

3. ¿Qué se entiende por “filosofía de la historia”?

4. Plusvalía, alienación, enajenación, revolución proletaria, comunismo… son términos fundamentales


para entender el marxismo. ¿Qué significan?

5. El positivismo es una teoría filosófica desarrollada por Auguste Comte. ¿En qué consiste?

6. La primera definición de sociología fue propuesta por el filósofo francés Auguste Comte. ¿Cómo la
describe?

7. Lo dionisiaco y lo apolíneo son dos fuerzas que aparecen en la visión antropológica de Nietzsche.
¿En qué consisten?

8. ¿En qué consiste la crítica a la religión de Nietzsche? ¿Por qué la muerte de Dios es necesaria?

9. En síntesis, ¿qué es el vitalismo?

10. ¿Por qué el concepto de “Súper hombre” en la filosofía de Nietzsche ha generado tanta polémica?

11. Sören Kierkegaard es considerado el precursor de la filosofía existencialista. ¿Qué se entiende por
“existencialismo”?

12. ¿Cuáles son los estadios o etapas existenciales según Sören Kierkegaard?

13. ¿En qué consiste la experiencia de la “angustia” según Kierkegaard?

14. Toda la filosofía de Arthur Schopenhauer está centrada en la idea de “voluntad” como principio
último que sustenta todo cuanto hay en el cosmos. ¿Qué es la voluntad? ¿Por qué la idea de “voluntad”
es fundamental en la filosofía de Schopenhauer?

15. Siguiendo la filosofía de Schopenhauer, ¿cómo se puede superar el sufrimiento?

LIBERALISMO Y NACIONALISMO.

El liberalismo. En un sentido amplio, el liberalismo se define como la teoría que defiende la libertad, en
general, de todos los miembros de la sociedad. En un sentido más concreto el liberalismo es el conjunto
de ideas que, tanto en materia política como económica, refleja los ideales de la burguesía del siglo
XIX. Benjamín Constant, ideólogo del movimiento en la transición del siglo XVIII al XIX habla
siempre de liberalismo intelectual, político, económico y religioso como una misma doctrina que se
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opone al absolutismo y al despotismo ilustrado. Esta concepción es la del siglo XVIII, para el que la
unidad del liberalismo es un dogma indiscutible. Pero en el siglo XIX se produce la fragmentación del
liberalismo en varias ideologías distintas, aunque no siempre distinguidas:

Liberalismo económico: descansa sobre dos principios básicos, riqueza y propiedad y se convierte en el
fundamento doctrinal del capitalismo.
Liberalismo político: se opone al absolutismo y al despotismo ilustrado; se convierte en el fundamento
doctrinal del gobierno representativo y de la democracia parlamentaria.
Liberalismo intelectual: caracterizado por un espíritu de tolerancia y conciliación, aunque éste no será
exclusivo de los liberales.

En el siglo XIX, pues, el liberalismo se presenta diverso, según las tendencias, los países y los
períodos.

El nacionalismo. Se puede remontar el origen del nacionalismo a los siglos bajomedievales como una
reacción al feudalismo, reafirmándose en el siglo XVIII con la Revolución Francesa, como un concepto
que tiende a exaltar la nación como entidad soberana, frente al monarca absoluto. Su desarrollo en el
siglo XIX se explica por la confluencia de varios factores: El nacionalismo se había despertado por
inspiración de una de las principales ideas de la Revolución Francesa: todos los pueblos tienen derecho
a disponer de sí mismos. Las tropas de Napoleón sirvieron de vehículo propagador de estas ideas; pero,
a la vez, las invasiones napoleónicas desataron una reacción nacionalista contra el Imperio de
Napoleón.

La arbitraria división del mapa de Europa y la imposición de soberanos absolutos por el Congreso de
Viena provocaron que el sentimiento nacionalista cobrase fuerza.

El Romanticismo también tuvo un papel clave, ya que rescata las leyendas medievales, buscando en la
tradición el espíritu de la nación y glorificando la supuesta libertad de otras épocas, ahora perdida.
Despertó el interés por el pasado histórico: el folklore, la épica y las costumbres antiguas se analizaron
y divulgaron.

París fue uno de los centros del nacionalismo al convertirse en receptora de exiliados. Pero fueron las
universidades alemanas donde se realizaron las formulaciones teóricas más completas y donde
surgieron importantes teóricos, como Herder y Fichte. El primero fue el iniciador de la idea de
“Volkstum”, nación-pueblo, grupo histórico, frente al Estado que puede ser una creación artificial. El
segundo instó a la resistencia contra Napoleón en sus Discursos a la nación alemana. Europa se
convierte en un fervor nacionalista difícilmente conjugable con el caos que el congreso de Viena había
introducido en el mapa de las nacionalidades. Así las sociedades secretas de los años 20 (la Joven
Alemania y la Joven Italia) también propulsaron los sentimientos nacionales.

En la Europa de la primera mitad del siglo XIX nos encontramos con la siguiente situación:
Dos nacionalidades divididas: Alemania e Italia.
Nueve nacionalidades sometidas a otras: Irlanda a Gran Bretaña, Noruega a Suecia, Bélgica a Holanda,
los ducados alemanes de Schleswig y Holstein a Dinamarca, y Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y
Polonia a Rusia.
Dos Estados multinacionales: El Imperio Austrohúngaro, donde convivían alemanes, húngaros, checos,
polacos, eslovacos, eslovenos, croatas, serbios, rumanos e italianos. El Imperio turco, bajo el cual se
encontraban turcos, griegos, búlgaros, serbios, albaneses y rumanos.

De éstos, el primero es un nacionalismo aglutinador, mientras que los otros dos representan un
nacionalismo disgregador. Aunque los movimientos nacionalistas estallaron fuertemente y con
violencia en la primera mitad del siglo XIX, no comenzaron a tener éxito hasta después de 1850,
principalmente con las unificaciones italiana (1861) y alemana (1871). Si bien en su origen, estos
primeros movimientos nacionalistas surgieron vinculados al liberalismo, ya que al igual que éste
propugnaban las libertades de los ciudadanos y de los pueblos. El nacionalismo es un movimiento
liberal en Europa hasta el proceso revolucionario de 1848, para convertirse durante la segunda mitad
del siglo XIX en conservador y una de las ideologías básicas en la expansión imperialista.

FUENTE: LIBERALISMO Y NACIONALISMO EN LA EUROPA DEL SIGLO XIX. Rosa Mª Lara Fernández.

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