Está en la página 1de 3

La deforestación Amazónica, una epidemia ambiental que urge de

vacunas

La Amazonia es el bosque tropical más grande del planeta con una superficie de
alrededor de siete millones de km2 que se extiende por nueve países, entre los que
destacan Bolivia, Perú, Colombia y, en particular, Brasil que alberga el 60 %.
Asimismo, el amazonas maneja una reserva única de biodiversidad y es el hogar de
innumerables culturas indígenas ancestrales. Desde hace 50 años, la selva amazónica ha
perdido una superficie forestal superior al tamaño de Francia, según datos de
Greenpeace. Detrás de esta desaparición masiva de bosque tropical se encuentra la
deforestación, en gran medida ocasionada por la mano del hombre. A continuación,
usando fuentes confiables, se sustentará las causalidades, consecuencias para el planeta
y el ser humano y qué soluciones aportar en base a los siguientes argumentos.
Los factores detrás de la deforestación de la Amazonía son varias. La tasa de
desertización se ve afectada por cuestiones como los precios internacionales de los
commodities, las acciones de fiscalización del gobierno, los comportamientos de los
consumidores en Europa, y hasta fenómenos meteorológicos mundiales como El Niño.
Por un lado, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), un 80 % de la pérdida de bosques en Brasil se relaciona directa o
indirectamente con la ganadería. De hecho, es el principal exportador de carne del
mundo y, de acuerdo con el Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas
(IPAM), las áreas con las mayores tasas de deforestación y más brotes de incendios se
encuentran cerca de las ciudades con mayor concentración de reses. Asimismo, otra de
las principales causas de la deforestación del Amazonas es la explotación forestal,
aquellas actividades relacionadas con la tala de árboles, realizada en gran parte de forma
ilegal. El mercado de madera tropical alrededor del mundo depende en gran medida de
la destrucción de la selva amazónica y Estados Unidos, Francia, Portugal, Bélgica y
Países Bajos se encuentran entre los países que más madera de Ipé, árbol brasileño en
peligro de extinción, importan de manera ilegal.
Por otro lado, elementos que no se puede obviar cuando se piensa en las causas que
están llevando al Amazonas a su deforestación la encontramos en la corrupción de
varias instituciones políticas y la falta de compromiso a la hora de aplicar las leyes que
deberían proteger estas áreas de gran riqueza medioambiental. Si bien es cierto que no
todos los países son iguales, algunos de ellos se muestran permisivos a la hora de que la
selva sea talada y que los terrenos sean destinados a actividades económicas del sector
primario. De esta forma, no existe una autoridad práctica que evite que la deforestación
continúe llevándose a cabo. Un claro ejemplo es el gobierno de Jair Bolsonaro que bajo
su mandato algunas leyes ambientales se debilitaron, ya que se redujo la financiación y
el personal en las agencias gubernamentales, así como el despido de los jefes de los
organismos estatales de la agencia. Agregado a ello, declaraciones del 2019 por parte
del gobierno federal a la negación de recibir ayuda internacional para controlar los
incendios de ese año y acusar que estos fueron provocados por ONG tratando de llamar
la atención sobre sus políticas ambientales, infieren en la búsqueda de una solución a la
problemática que nos compete a todos.
La realidad de la selva Amazónica es que se trata de un patrimonio que debería ser
conservado por toda la humanidad para el bien de las generaciones futuras y del propio
planeta. Por infortunio, la deforestación tiene impactos irremediables como la alteración
del clima, extinción de biodiversidad y exilio de tribus indígenas, entre otros.
Primero, según Greenpeace, en la década de los 90 la selva amazónica asimilaba 2.000
millones de toneladas de CO2, una cifra que, en la actualidad, se ha reducido a la mitad.
La subsiguiente acumulación de mayores cantidades de CO2 en la atmósfera contribuye
al cambio climático, incrementando la temperatura del planeta a causa del efecto
invernadero. Segundo, se calcula que la selva amazónica alberga el 10% de la fauna a
nivel mundial, y el 20% de la flora, de los cuales más de 10.000 de sus plantas
contienen ingredientes para uso médico o cosmético. Por consiguiente, la destrucción de
su hábitat las sitúa al borde de la extinción, impulsando la pérdida de biodiversidad.
Tercero, de acuerdo con un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el
70% de las enfermedades humanas son producidas por la destrucción del medio
ambiente. En el caso del Amazonas, siendo la mayor selva tropical del planeta, su
progresiva deforestación provocaría un considerable aumento de las enfermedades
zoonóticas, como la COVID-19 con graves consecuencias sobre la salud humana.
Finalmente, la deforestación del Amazonas conlleva la destrucción del hábitat natural de
comunidades humanas que han vivido en armonía con la selva durante miles de años.
Asimismo, las tribus indígenas del Amazonas perciben en demasía la reducción de su
área de influencia y, en muchos casos, se ven abocados a tener que vivir en reservas
controladas y administradas por los gobiernos locales que, si bien permiten que estas
sobrevivan, implica el desplazamiento de aquellos grupos humanos de sus tierras
originales a otras que no se relaciona con su cultura y tradiciones.
En resumen, el peso de la ganadería, la extracción maderera, la actividad minera, la
producción de soja y el propio cambio climático han puesto en peligro a la mayor selva
tropical del mundo. Por tal motivo, se les solicita a las empresas que implanten políticas
de responsabilidad corporativa que eviten su implicación en proyectos con algún tipo de
impacto negativo sobre el Amazonas. También, a organismos supranacionales como la
Unión Europea, por ejemplo, se le demanda que apruebe medidas para impedir
el comercio de materias primas procedentes de la deforestación amazónica. En
contraste, la sociedad civil sumaria en mucho por medio de la adopción de un estilo de
vida sostenible, incluyendo un menor consumo de carne, lo que contribuiría a reducir la
degradación de la Amazonia. En suma, no existe un único instrumento para preservar la
Amazonía; en todo caso es importante que se extienda la red de áreas protegidas, que se
mejoren los procesos de fiscalización tanto fuera como dentro de estas áreas, que se
implementen planes de ordenamiento territorial para asegurar un uso sustentable en
tierras públicas y privadas. Y, por último, pero no por ello menos importante, reconocer
a las organizaciones, instituciones y movimientos ambientalistas que realizan
anonadados esfuerzos y exhortan a la población a que se tome conciencia del gran daño
que se está ocasionando a este patrimonio.

Bibliografía
(DW), D. W. (24 de 09 de 2020). (DW), Deutsche Welle. Obtenido de (DW), Deutsche Welle:
https://www.dw.com/es/la-degradaci%C3%B3n-ha-causado-m%C3%A1s-da%C3%B1o-
que-la-deforestaci%C3%B3n-en-la-amazon%C3%ADa-seg%C3%BAn-estudio/a-
55040575

Ayala Valderrama, J. J. (2014). Amazonia, una crisis silenciosa. Amsterdam: GREENPEACE.


Obtenido de http://ibdigital.uib.es/greenstone/sites/localsite/collect/cd2/index/
assoc/gp0143.dir/gp0143.pdf;jsessionid=2ECF654B771973B2F6DE96E28FCCE796

CEPAL y Patrimonio Natural. (2013). Amazonía posible y sostenible. Bogotá: CEPAL y


Patrimonio Natural. Obtenido de
https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/amazonia_posible_y_sostenible.
pdf

Chirif, A. (2018). Deforestación en tiempos de cambio climático. Lima: Tarea Asociación Gráfica
Educativa. Obtenido de https://www.iwgia.org/images/documentos/deforestacin.pdf

Mundo, B. (21 de 11 de 2015). BBC Mundo. Obtenido de BBC Mundo:


https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151121_amazonia_arboles_extincion
_am

Rautner, M., Leggett, M., & F., D. (2013). El Pequeño Libro de las Grandes Causas de la
Deforestación. Oxford: Programa Global Canopy: Oxford. Obtenido de
https://forest500.org/sites/default/files/the_little_book_of_big_deforestation_drivers
_-_spanish.pdf

También podría gustarte