Está en la página 1de 2

Rocío Ló pez Bugallo QFB

EL VALOR DE ELEGIR
CAPÍTULO 8: Elegir el placer

En este capitulo se habla sobre el placer y los reproches puritanos contra la entrega al
placer que son: inmadurez, rebeldía, grosería inculta, abuso y muerte prematura.

La inmadurez: Está maduro, al modo puritano, quien ha interiorizado la inexorable ley que
impone aplazar las compensaciones deseables y no desear las compensaciones que no
pueden aplazarse. El momento de goce es antitemporal, porque inmuniza
perentoriamente contra las recompensas o castigos del porvenir mientras que nos
identifica con lo que siempre ha sido.

Rebeldía: Buscar el goce es rebelarse frente a la acrisolada obligació n social de compartir


los dolores que impone la lucha colectiva contra la necesidad. Los momentos de recreo
suelen estar mal vistos por las personas decentes.

En el caso del abuso no hay ciencia má s difícil de poseer ni má s necesaria que la


templanza, siempre que ésta sirva para prolongar y garantizar los placeres, no para
suprimirlos.

En la muerte prematura el gozador, sobre todo si es muy joven, se mata a fuerza de


incontrolados deleites. Hay que reconocer que hay un uso destructivo del placer, pero el
placer no tiene por qué acortar la vida má s bien la socava, es decir, la ahonda.

Estoy totalmente de acuerdo en que muchas veces la represió n ha proscrito el descanso y


la alegría como cosas malas, caídas en pecado, que tienen que pedir perdó n y hacer
penitencia. Y me gusto mucho la frase con la que describe esta situació n “ la cultura nos
permite manejar los placeres, sí, pero con guantes.”
Hay veces que cuando crees que has trabajado mucho que has luchado por lo que tienes
sin hacer ningú n mal, debes satisfacer tus placeres de una forma sana y la sociedad con sus
tabú es y restricciones no te lo permite.

Se menciona que siempre les ha sido má s fá cil obtener aprobació n moral, aunque só lo
fuese condicional, a quienes han hecho sufrir a otros que a los que se dedicaron a buscar
sin trabas su propio goce. Yo creo que para todo hay límites y muchas veces la gente no
deja de pensar en si misma sin importarle los demá s, tal vez no se meta en su libertad
viviendo un libertinaje, pero no hace nada por ayudar o facilitar la vida de los demá s
aunque pueda.

Se alaba la buena disposició n del que favorece o sacrifica por la satisfacció n de los demá s
pero se desconfía de quien se envuelve en su manto para vibrar a su propio gusto con
dulces espasmos. Má s de lo mismo, siento que no siempre el que este en su mundo por
mas que no se meta con nadie quiere decir que esta haciendo lo mejor de su vida, así que
no veo el porque a ese tipo de personas se les debe favorecer como a las que sacrifican las
cosas por los demá s.

Como menciona Fernando Savater en nuestra sociedad los deleites que má s importan son
en los que tienes que gastar y parece que los deleites sin precio siguen siendo antivalores
mirados con desprecio o con recelo.

Conclusió n:
El placer es algo necesario que debemos saber aprovechar, sin importar lo que la gente
piense, siempre y cuando no se viva de una mala forma.
Basá ndonos en los valores y en nuestra facilidad para elegir debemos saber distinguir
cuando estamos llegando al extremo del egoísmo afectando a la gente a nuestro alrededor
y cuando es realmente necesario tomar un descanso de todo y solo pensar en nuestra
persona.

No nos dejemos influenciar por la inmadurez, rebeldía, grosería inculta, abuso y muerte
prematura a la hora de satisfacer nuestros placeres.

Bibliografía:

Fernando Savater (2003). Incertidumbre y fatalidad. En: El valor de elegir (pp. 121 - 135)
(1ª edició n). Barcelona, Españ a: Editorial Ariel.

También podría gustarte