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OBJETIVOS
ESQUEMA
0. Introducción.
1. La persona.
1.1. Los valores personales.
1.2. Manifestación morfológica.
1.3. El plural de persona.
2. El tiempo.
2.1. Tiempo gramatical.
2.2. Manifestación formal.
2.3. Referencia temporal.
3. El aspecto.
3.1. Origen teórico de la categoría.
3.2. Manifestación formal.
3.3. Aspecto y modo de la acción.
4. Modalidad y modo.
4.1. Manifestación formal.
4.2. Clases de modos.
4.3. Intersección con el tiempo.
5. La voz.
5.1. Voz e información.
5.2. Diátesis.
5.3. La voz como manifestación morfológica.
CONTENIDOS BÁSICOS
Si en el tema precedente nos hemos ocupado de las categorías nominales, en éste atenderemos al
resto de las mismas, en general asociadas al verbo, con las precisiones que haremos a lo largo del
desarrollo del mismo.
1. LA PERSONA
Es una de las categorías gramaticales asociadas al verbo. Queda definida como la relación que
se establece entre los participantes en el hecho relatado y los participantes en el hecho discursivo,
simbolizada (Pr/Pd). No obstante, también afecta a los pronombres personales de manera muy especial y al
resto de pronombres y nombres en el sentido que veremos.
1.1. Los valores personales
El valor plural lo entendemos normalmente como equivalente a una suma de entidades singulares
iguales, de tal manera que el plural del singular “silla” es igual a la suma de al menos dos sillas
singulares. Sin embargo, el plural de “persona” no se puede entender como suma de dos singulares, por lo
que respecta a la primera y segunda, en este mismo sentido. El plural de primera, no equivale a una suma
de YO + YO, ni el de segunda siempre es una suma de TÚ + TÚ. Hay que entender el plural de persona
como una suma de valores que requiere siempre que entre ellos se encuentre el singular correspondiente.
Así, el plural de tercera persona ELLOS = ÉL + ÉL + (ÉL)... se comporta como cualquier otro plural; el
de segunda, VOSOTROS, puede comportarse como cualquier plural y ser igual a TÚ + TÚ + (TÚ)...,
pero también puede equivaler a TÚ + ÉL + (ELLOS); y el de primera, NOSOTROS, puede equivaler a
YO + TÚ o VOSOTROS, o YO + ÉL o ELLOS, en cualquiera de sus especificaciones. Siempre en el
plural de primera, entre los valores singulares, figura el singular de primera, en el de segunda existe al
menos un valor de segunda, y el de tercera, está integrado por valores de tercera. No obstante, todas las
lenguas no se comportan de igual modo, pues existen algunas lenguas que tienen dual y trial.
2. EL TIEMPO
Según la caracterización de Jakobson el tiempo define el hecho relatado por referencia al hecho
discursivo (Hr/Hd).
La temporalidad se codifica en la lengua con tres recursos: a) a través de los demostrativos trata
de oponer el “ahora” al “entonces”, “este momento” a “aquel momento”, introduciendo el sistema
espacial en el temporal; b) por medio del tiempo verbal, con la organización básica “presente”, “pasado”
y “futuro”; c) a través de los lexemas adverbiales: hoy, mañana, ayer, etc.
El tiempo es la relación aludida, recogida en el sistema como categoría morfológica, que permite
hacer referencias temporales. Mas esta referencia no sólo se efectúa con morfemas verbales, sino con
adverbios temporales, e incluso con nombres, como los referidos a los días de la semana, a los meses,
años, siglos, etc.
La referencia temporal efectuada a través del sistema verbal se lleva a cabo poniendo en relación
los acontecimientos del enunciado (Hr) con el momento de emitir ese enunciado, con el momento de la
enunciación (Hd). Si la relación es de coincidencia tenemos el tiempo presente; si es de anterioridad, el
pasado y si es de posterioridad, el futuro:
FUTURO
Podemos señalar todavía otras referencias relativas como esquema teórico del que pueden
participar las lenguas, sin que tengan que responder a todas las posibilidades mediante soluciones
morfológicas:
Es una categoría específicamente verbal, no deíctica. Da cuenta de los hechos en sí sin relación
al discurso. Según el esquema que venimos utilizando la simbolizamos como (Hr). Como toda acción
tiene un comienzo, un desarrollo y un final. La manera en que se presenten esos tres momentos determina
el aspecto. En eslavo el aspecto se llama vid, como modo de presentar la acción expresada por el verbo.
Especialmente atiende a si la acción se contempla como acabada y completa, David se duerme, o por el
contrario, si se presenta en su desarrollo, David duerme. Este desarrollo se puede constatar si añadimos a
la oración un complemento temporal, David duerme toda la noche. Tal prueba no da como resultado una
oración aceptable, *David se duerme toda la noche. Sólo podríamos aceptarla si entendiéramos que se
duerme una y otra vez.
Los estoicos se ocuparon del aspecto, o por lo menos lo reconocían como “terminación”, pero
fue a partir de la oposición Infectum/ Perfectum entre formas del verbo latino cuando los gramáticos
checos se ocuparon del aspecto en las lenguas eslavas. Constatando que en estas lenguas existen parejas
de verbos que se refieren a los mismos hechos, presentándolos, uno, como acción considerada según su
desarrollo interno, no acabada, imperfectiva; otro, como acción tomada en su totalidad, acabada,
perfectiva. Si pisat’ significa ´“escribir”, zapisat’ significa “apuntar”. En relación con las lenguas
romances el estudio consistió en determinar los mecanismos formales a través de los cuales se expresa
esta categoría una vez aceptada su existencia.
En las lenguas flexivas, como el español, el aspecto también se expresa a través de morfos, pero
de manera sincrética junto al resto de morfemas verbales contenidos en el morfo de las formas
imperfectivas y de los auxiliares de las formas perfectivas.
Los verbos pueden contener ya lexicalizadas diferencias aspectuales, pues no es igual nacer o
morir, que son acciones puntuales, que perseguir o ascender, que son acciones aspectualmente en
proceso, léxicamente imperfectivas. Además, el modo aspectual contenido en el verbo puede ser también
alterado por influencia de los derivativos: renacer, gimotear, etc.
3.3. Aspecto y modo de acción
Aunque hasta ahora nos hemos referido de manera general al aspecto como todo lo que afecta al
desarrollo interno de la acción, es necesario hacer precisiones al respecto. Primero, una cosa es el aspecto,
que es una categoría referida al desarrollo interno de la acción en sí, puesta de manifiesto
gramaticalmente. Por tanto, éste es el que encaja en este tema de acuerdo con el título del mismo.
Segundo, otra cosa son las referencias aspectuales aludidas que no son resultado de gramaticalización en
sentido estricto. Éstas son matizaciones externas a la acción que la corrigen aspectualmente, lo que se
puede conseguir con recursos gramaticales también, morfológicos como en gimotear, o sintácticos como
en las perífrasis. Y tercero, otra cosa es la cualidad aspectual de la acción contenida semánticamente en el
verbo, que nos los hace ver, a unos, como ESTADOS: estar, permanecer, yacer; a otros, como ACTIVIDADES:
andar, batir, regar, REALIZACIONES a otros: ‘escribir un cuento’, ‘pegar un tiro’; y por último, a otros como
LOGROS: atrapar, reconocer, entender.
4. MODALIDAD Y MODO
El modo es otra categoría que pone en relación elementos del enunciado con elementos de la
enunciación, como señala Jakobson, participantes en el relato y hechos relatados con los participantes en
el hecho discursivo (PrHr/Pd). Dicho de otro modo, en los enunciados se pone de manifiesto la actitud del
hablante ante los hechos que refiere el verbo. Las diferentes actitudes ante los hechos constituyen la
modalidad. Cuando la modalidad se categoriza da como resultado el modo. De manera muy clara el modo
imperativo que existe en las lenguas es resultado de la categorización de una actitud directiva ante los
hechos que relata el verbo: ¡Sal de ahí!. El hablante puede tener una actitud optativa, dubitativa,
desiderativa, o de posibilidad: Quizás llegue a tiempo, ¡Ojalá vaya todo bien!. Incluso de aceptación de
los hechos como verdaderos o reales: Hoy es lunes.
La modalidad se expresa en las lenguas con morfos que se añaden a las formas verbales para
imprimir al significado léxico un giro modal, como ocurre, por ejemplo, en turco, donde existen morfos
dispuestos para este fin, como el potencial -bil- que, añadido al lexema verbal, le da un matiz de
posibilidad: gel-irim “yo vengo” y gel-bil-irim “puedo venir”.
Pero es normal que se manifieste a través de todo un sistema flexivo, como ocurre en español,
con morfos especializados para indicativo, subjuntivo, condicional, imperativo, infinitivo, etc. En ésta y
en las demás lenguas flexivas, los valores modales se encuentran en sincretismo con los de otras
categorías en los morfos desinenciales verbales.
También puede expresarse con perífrasis, como ocurre en inglés, pues prácticamente sólo tiene
indicativo. Para el condicional usará un auxiliar: She would eat; “ella comería”; para el imperativo usa la
forma indicativa, open, o una perífrasis con el verbo let: let me write the letter, ”déjame escribir la carta”.
Es decir, para efectuar las perífrasis, utilizará verbos que léxicamente expresen la modalidad.
Estas modalidades se categorizan en las lenguas bajo tres modos principales: el IMPERATIVO ya
aludido, que categoriza una actitud directiva, en general, aunque puede tener diferentes matices como son
los ruegos, consejos, admoniciones, etc. El INDICATIVO es el modo de asunción de la verdad de la realidad
referida por el verbo, cuando esta actitud está categorizada. En tanto que el SUBJUNTIVO es el modo que da
cuenta de una modalidad que tiene que ver con una actitud, por parte del hablante, de no asunción de lo
expresado por el verbo, con diferentes matices: duda, posibilidad, deseo, etc.
Sin embargo, no existe en nuestras lenguas un modo interrogativo o un modo exclamativo, que
sin duda son dos modalidades muy definidas con significantes muy caracterizados universalmente, a
través de la modulación enunciativa.
4.3. Intersección con el tiempo
5. LA VOZ
Esta categoría verbal se define como relación existente entre los participantes en el relato y los
hechos relatados, según refleja la fórmula (Pr/Hr). Este fenómeno ha sido entendido como una relación
gramaticalizada del orden de los participantes y el hecho referido por el verbo. También se ha explicado
la voz como sinónimo de diátesis, término de origen griego que significa ”estado, actitud”. Pone de
relieve la identidad correferencial de un sujeto de una oración y un complemento de otra, siendo ambos,
además, agentes del mismo verbo. Entre el sujeto de arrancó, en el niño arrancó una flor y el
complemento de fue arrancada, en una flor fue arrancada por el niño, existe correferencialidad, además
en ambos ejemplos “el niño” es el agente. Puede ser entendida, por lo tanto, como la manifestación
morfológica de las relaciones gramaticalizadas antedichas.
La voz gramaticaliza la relación de los participantes en los hechos relatados y los propios
hechos, ordenándolos en virtud de la capacidad informativa de los enunciados, topicalizando unos
elementos, y no otros, de acuerdo con el estado de información conocida y nueva. Si de los
acontecimientos que expresa un enunciado como el policía persiguió al delincuente, conocemos “el
policía”, de lo que informaremos es de que “persiguió al delincuente”, situando esto después de “el
delincuente”, mas si para contar los mismos hechos conocemos “la persecución del delincuente”, lo que
figurará como tópico será esto, y “el policía” se incluirá, como información nueva, en lugar posterior.
Hay lenguas en que esta vinculación de la voz y la capacidad informativa de los enunciados se
pone de manifiesto en soluciones muy llamativas, como ocurre en árabe, donde se dispone de una forma
pasiva para ocultar el agente y otra distinta si el agente se considera irrelevante. En esta lengua la pasiva
se denomina majhul “(verbo con agente) desconocido”, que no admite explicitar el agente. Junto a la
forma activa kasara “rompió” que llevará agente explícito, existe la forma pasiva kusira “fue-roto”, con
agente desconocido u oculto, y otra forma pasiva inkasara “estuvo-roto”, en donde el actor no figura por
irrelevante.
También, en otras lenguas, como sucede en la nuestra, se elimina muchas veces el agente en la
pasiva por razones informativas similares: la luz ha sido apagada; asimismo, para dar relieve informativo
a la acción, recurrimos a soluciones de carácter impersonal: se difundió la noticia.
5.1. La diátesis
Como hemos dicho, diátesis y voz se han utilizado como sinónimos. Es mejor verlas como
fenómenos muy relacionados, pero no como términos que designen el mismo fenómeno.
Diátesis es, como dice J.C. Moreno, la asociación inicial que cada verbo establece entre las
relaciones sintácticas de los argumentos exigidos y las relaciones semánticas que la estructura semántica
del verbo determina. Un verbo como hacer tiene dos argumentos, uno SUJ y otro OBJ. DIR. Es sujeto el SN
que tiene asignado el papel semántico de agente, determinado en la estructura de valencias del verbo. Es
objeto directo el SN al que se le asigna el papel semántico de paciente. Esta asignación es la no marcada,
la normal. Un verbo como doler, presenta otras exigencias semánticas en su estructura y, en
consecuencia, determina otras asociaciones ente valores semánticos y argumentos sintácticos a él
asociados. El SN sujeto no tiene asignado el papel de agente, sino el de “localización” y el SN objeto
tiene el papel de “experimentador, no el de “paciente”, como podemos comprobar en el ejemplo
siguiente: la cabeza le duele a Juan.
Los dos verbos de los ejemplos tienen dos diátesis diferentes, puesto que el SN sujeto se asocia
en un caso con “agente” y en otro con “localización”.
El verbo presenta una flexión que formaliza las categorías hasta aquí expuestas: número,
persona, tiempo, aspecto y modo. Pero morfológicamente opone unas variaciones a otras para dar cuenta,
según otro parámetro, de que no se ha producido, o se ha producido una variación en la diátesis inicial del
verbo, respectivamente. Si la diátesis inicial del verbo que asocia, por ejemplo, el agente al sujeto se
mantiene, la flexión del verbo se conoce como voz activa. Pero puede variar morfológicamente para
indicar, precisamente, que la relación inicial diatética ha variado y que el agente se ha disociado del
sujeto, en cuyo caso adopta una manifestación morfológica diferente, a la que llamamos voz pasiva. En
un ejemplo como los Reyes Magos reparten juguetes, existe una relación inicial diatética entre el agente
del verbo repartir, y su sujeto los Reyes Magos, que se expresa mediante la forma de voz activa del verbo
repartir. Es ésta, en consecuencia, la forma no marcada. Si el agente deja de ser sujeto, la relación inicial
queda rota, por lo que se recurre a un mecanismo morfológico que dé cuenta de la distorsión, al cual
conocemos como voz pasiva: los juguetes son repartidos por los Reyes Magos.
Una teoría lingüística de la persona verbal no puede constituirse más que sobre el fundamento de
las oposiciones que diferencian las personas; y se resumirá por entero en la estructura de dichas
oposiciones. Para sacarla en claro podrá partirse de las definiciones que emplean los gramáticos árabes.
Para ellos, la primera persona es al-mutakallimu, “el que habla”; la segunda al-muhatabu, “al que se
dirige uno”; pero la tercera es al-γa’ibu, “el que está ausente”. En estas denominaciones está implicada
una noción justa de las relaciones entre las personas; justa sobre todo por revelar la disparidad entre la 3ª
persona y las dos primeras. Al contrario de lo que nuestra terminología haría creer, no son homogéneas.
Es lo primero que hay que sacar a la luz.
En las dos primeras personas hay a la vez una persona implicada y un discurso sobre esta
persona. “Yo” designa al que habla e implica a la vez un enunciado a cuenta de “yo”: diciendo “yo” no
puedo no hablar de mí. En la 2ª persona, “tú” es necesariamente designado por “yo” y no puede ser
pensado fuera de una situación planteada a partir de “yo”; y al mismo tiempo, “yo” enuncia algo como
predicado de “tú”. Pero de la 3ª persona, un predicado es enunciado, sí, sólo que fuera de “yo-tú”; de esta
suerte tal forma queda exceptuada de la relación por la que “yo” y “tú” se especifican. En este punto y
hora la legitimidad de esta forma como “persona” queda en tela de juicio.
De acuerdo con todo esto, la mayoría de los gramáticos y lingüistas modernos se aferran a la
identidad de tiempos y Tiempo. Muchos ni mientan la cuestión por ser cosa que, al parecer, se da ya por
bien sabida; otros, por el contrario, la mencionan llevados más por redondear la doctrina que por plantear
conscientemente un problema. Y así en la gramática histórica de Brunot Bruneau se dice sencillamente: “
Los tiempos expresan el Tiempo propiamente dicho: los tiempos del francés ordenan la acción indicada
por el verbo en el pasado, el presente o el futuro”. Otro lingüista, B. M. Charleston, procede en su trabajo
con más cautela, al parecer, y con toda precaución metodológica. Primero define el concepto de Tiempo
teniendo en cuenta los debates más recientes de las ciencias naturales y de la filosofía y luego pasa a
definir los tiempos. Pero todo desemboca en lo mismo, pues su definición de tiempo verbal reza así: “Un
tiempo verbal (tense) es una forma verbal, parte de un sistema de formas verbales, que varía de un
idioma a otro, empleada por un hablante para indicar relaciones de Tiempo (time relations)...”
H. WEINRICH: Estructura y función de los tiempos del lenguaje, Gredos, Madrid, 1974, p. 15.
Hay un punto terminológico final. Los términos ‘modo’ y ‘modalidad’ han sido utilizados
ambos. Lo que puede parecer ser prima facie muy deseable para hacer una clara distinción entre los dos
términos, de manera exactamente paralela a la distinción entre tiempo gramatical y tiempo cronológico,
número y enumeración, género y sexo, al ser uno gramatical y el otro nocional o semántico; pero existen
problemas, discutidos de la mejor manera si son consideradas otras propuestas.
El aspecto, pues, es una categoría compleja que se expresa de manera léxica (lenguas eslavas),
flexiva o perifrástica, es decir, a través, sobre todo, de los tiempos verbales y las perífrasis, aunque
también se expresa de manera semántica cuando caracteriza un acontecimiento verbal en su naturaleza
objetiva... El “modo de acción” (...) supone una descripción semántica interna de la cualidad objetiva del
proceso (...) es, pues, una categoría semántica y designa un estado de cosas objetivo, dado fuera del
sujeto pensante; (...) El aspecto, en cambio, supone una presentación externa del proceso, no
condicionada lexemáticamente, y que está marcada por la manera de ver del hablante, por la
subjetividad.