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en mil ochocientos cincuenta y dos, un rico hacendado mexicano, don Vicente Diez
Sollano, al ir de visita a la exposici�n Internacional que se celebra en Londres y
ver el molino de trigo fabricado por Walter y John Westrup,
Muere don Santiago Hickey en Matamoros en mil ochocientos sesenta y seis y deja, ya
completamente preparado para la obra del Se�or, a Tom�s Mart�n Westrup. �Se imagina
el lector c�mo muri� este hombre singular? Muri� cantando, sin poderlo concluir,
uno de sus himnos favoritos de alabanza a Dios. Descansan sus restos en el
cementerio presbiteriano de
repito, don Tom�s Mart�n Westrup record� e hizo uso de la valiosa amistad de don
Mariano Escobedo, a quien hab�a conocido a�os atr�s en mil ochocientos sesenta y
uno, en la ciudad de San Luis Potos�, el general don Mariano Escobedo,
Hizo don Tom�s a principios de mil ochocientos setenta un viaje a Europa. Fue
primero a Nueva York. Despu�s brinc� el charco como dec�a �l, y estuvo en Espa�a,
en los Pirineos, en Francia, en su pa�s natal, Inglaterra, adquiriendo en pocos
meses un sin fin de nuevas experiencias y regresando a su amado Monterrey el
treinta de junio del mismo a�o para encontrarse con un grav�simo problema: una
honda divisi�n en las filas del Evangelio, causada por las
Algunos a�os m�s tarde, en mil novecientos uno, lleg� a Monterrey el se�or Alvin
Grant Alderman, a iniciar los trabajos de evangelizaci�n por cuenta de los
disc�pulos. Don Tom�s encontr� en el se�or Alderman un complemento perfecto a sus
ideas cristianas libres, y ambos laboraron por espacio de un poco m�s de dos a�os,
hasta que muri� el buen norteamericano, el veintitr�s de septiembre de mil
novecientos tres. Su viuda continu� por algunos a�os en M�xico, trabajando siempre
por la causa de Cristo, y don Tom�s tom� las riendas de una iglesia fundada por
ambos en Monterrey, iglesia que a�n existe.
Cas� don Tom�s, por primera vez, en mil ochocientos sesenta y tres, con una dama
cuyo nombre ignoramos y que muri� once a�os m�s tarde. Su segunda esposa, un
verdadero modelo de mujeres, fue do�a Francisca Barocio,
muerte
El domingo catorce de noviembre de mil novecientos nueve