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CANTOS DE PENTECOSTES

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR.

El Espíritu del Señor,


llenó a faz de la tierra,
Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Enviaste Señor,
tu Espíritu y todo ha sido creado,
y se ha renovado la faz de la tierra. (2)

Él vino a dar testimonio


de lo que hizo Jesús,
y a confirmar toda su doctrina. (2)

VEN ESPÍRITU SANTO.

Ven, Espíritu Santo,


y envía desde el cielo,
un rayo de tu luz.
Ven Padre de os pobres.
Ven, dador de las gracias.

Ven lumbre de los corazones.


Ah,ah,ah.

Consolador buenísimo,
dulce huésped del alma,
dulce refrigerio,
descanso en el trabajo,
en el ardor tranquilidad,
consuelo en el llanto.

¡ Oh, luz santísima,


llena lo más íntimo,
de los corazones de tus fieles !,
sin tu ayuda nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava lo que está manchado,


riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo,
doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.

Concede a tus fieles,


que en ti confían,
tus siete sagrados dones,
dales el mérito a la virtud,
dales el puerto de salvación,
dales el eterno gozo.

DULCE CONSOLADOR.

Divino espíritu dulce consolador


Derrama todos tus dones
sobre tu iglesia, Señor (2).

Tuviste que morir Jesús


Ir a la diestra del Padre
Para que del cielo bajara
El Defensor con poder.

Mandaste nuestro consuelo


El guía fiel de tu pueblo
Que ha iluminado
Nuestro corazón con su luz.

Caminemos sin temor


Tu fuerza nos llevará
en todas las pruebas
Él nos levantará con su amor.

ENVÍA TU ESPÍRITU

Envía, Señor, tu Espíritu, que renueve nuestros corazones.

Envíanos, Señor, tu luz y tu calor, que alumbre nuestros pasos, que encienda nuestro amor.
Envíanos tu Espíritu, y un rayo de tu luz encienda nuestras vidas en llamas de virtud.
 
Envíanos, Señor, tu fuerza y tu valor, que libre nuestros miedos, que anime nuestro ardor;
envíanos tu Espíritu, impulso creador, que infunda en nuestras vidas la fuerza de su amor.
 
Envíanos, Señor, la luz de tu verdad, que alumbre tantas sombras de nuestro caminar; envíanos tu
Espíritu, su don renovador, engendre nuevos hombres con nuevo corazón.

ES PENTECOSTÉS

Cuando rezamos, cuando cantamos, cuando la fiesta es un celebrar gozoso el día grande:
Pentecostés; cuando llevamos en nuestras manos un resplandor de luz, en nuestro pecho vive y
palpita el que murió en la cruz. Cuando el Señor alienta en nosotros siempre es Pentecostés.
Cuando el amor nos lanza a la vida siempre es Pentecostés.
Cuando queremos comprometernos en una misma fe, una tarea, un compromiso, siempre es
Pentecostés. Cuando decimos sí a la Iglesia con plena lucidez, soplan de nuevo vientos del cielo
porque es Pentecostés.

Cuando los hijos ya van creciendo y dicen que quieren ser miembros de Cristo y de su Iglesia,
siempre es Pentecostés. No nos separan lenguas ni razas, nuestra consigna es ser en el mundo un
testimonio porque es Pentecostés.

Cuando la fuerza que estaba oculta vence con su poder nuestros temores, nuestro egoísmo,
siempre es Pentecostés. Cuando aceptamos ser levadura y llama que quiere arder, nos vinculamos
más a la Iglesia porque es Pentecostés, nos vinculamos más a la Iglesia porque es Pentecostés.

VENI CREATOR SPIRITUS

Veni, Creator Spiritus,


mentes tuorum visita.
Imple superna gratia
quae tu creasti pectora

Qui diceris Paraclitus,


Altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
digitus paternae dexterae,
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,


infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,


pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem,


noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,


et Filio qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito
in saeculorum saecula.

Amen.

Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles. Llena de la divina gracia los corazones que Tú
mismo has creado.

Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios, Tú el prometido del
Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y con tu perpetuo
auxilio, fortalece nuestra frágil carne.

Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz, siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo
lo que es nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti, que eres el Espíritu de ambos, creamos
en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los
siglos infinitos.

Amén.

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