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El bizco
Marta Degracia
PERSONAJES
ANA 50 años
ALBERTO 50 años
ESTEBAN 50 años
LAURA 20 años
EXAGERADAMENTE.
ANA : AEIOU, AEIOU, AEIOU... (VA CONTANDO CON LOS DEDOS HASTA
DIEZ)
ALBERTO : ¿Qué hacés?
sirve?
ANA : La flaccidez.
ANA : Estoy fláccida. ¿No te diste cuenta? Toda la parte de abajo se me vino en banda. (SE
ANA : En vez de levantarme el ánimo y decirme "¡no es para tanto!" o algo así...
ALBERTO : No me jodas.
ALBERTO : Eso no es cierto. Mi tía Pepa no tenía ni un pelo, pobre. Cuando era joven se ponía
una peluca. Pero se le resbalaba y le quedaba torcida. Así que encima se encajaba un pañuelo. Mi
viejo la jodía... ¡Cómo la jodía pobre Pepa! Cuando la veía, en vez de darle un beso le
ALBERTO : Pobre Pepa. Una vez le dijeron que para que le creciera el pelo se tenía que poner
querosén. Y se lo puso... Apestaba a las tres cuadras. Mamá le prohibió que se sentara a comer
con nosotros y el tío Francisco ni bien la veía sacaba los fósforos y Pepa salía corriendo a todo
lo que daba...
trenzaron el día de las elecciones y tu viejo se puso a gritar furioso. ¡Viva Perón, carajo! y se
resbaló por la escalera... No me olvido más mirá... Cuando volvió del sanatorio con el
yeso, toda tu familia cantándole la marchita... ¡Tenía una cara de joda tu viejo! ¡Lleno de humor
estaba!
ANA : ¡Ah, sí! Me la iba a perder. ¡Cómo no! Si me iba a olvidar de la cara de asco que puso
cuando me preguntó a qué se dedicaba mi papá y yo le dije que era obrero de la construcción.
ANA : ¡Vamos!
CONCENTRARSE EN LA LECTURA)
García!
ANA : ¿Qué?
ALBERTO : Sí, acá dice Orlando García, que en paz descanse. Su esposa Celina Pérez, sus hijos
Clara y Orlando...
ANA : No puede ser el Bizco.
ALBERTO : ¿Cómo sabés? ¿Cuánto hace que no lo vemos? Como diez años. En diez años tuvo
ANA : (LUEGO DE UNA PAUSA) ¡Pero no! ¡Quién le iba a dar pelota a ese...!
ANA : Sería. Pero era un roñoso. No podías estar al lado de él. Siempre olía a no sé qué, a
transpiración, a cebolla , a qué sé yo. Y cuando iba al baño, se mojaba los pantalones.
ANA : ¿Por qué no? ¿Acaso vos no me miraste las tetas cuando me conociste? No me sacabas
ALBERTO : Pero las mujeres no andan por ahí mirando las braguetas.
ANA : ¿Quién te dijo? Miramos... con más delicadeza, pero miramos.
ANA : Se ve, se ve... O en todo caso se adivina. Claro que no es como con las tetas. Pero
algo se adivina.
ALBERTO : El bizco García, pobre... Me acuerdo en la colimba, había un cabo que lo tenía loco.
¡Vista al frente, recluta! le gritaba y lo tenía practicando todo el día... ¡Hijo de puta!... ¡El Bizco
ANA : Pero, ¿cómo vas a ir al velorio? ¿Y si es otro tipo? Orlando GArcía debe haber
millones.
ANA : Vos estás loco. Andá a saber de qué se murió. Hay muertos que cambian mucho. Sin ir
más lejos, tu tía Pepa. Pesaba como treinta kilos menos. Si no hubiera sido por la pelada, no la
reconocía ni la madre.
ANA : Dijo que venía a tomar unos mates. Le pedí que traiga las facturas.
ALBERTO : (EN LO SUYO) ¿Y yo qué le digo? Mirá si se me escapa... ¡Che Bizco... qué suerte
ALBERTO : Son las cosas de esta ciudad... Acá te dejás de ver un tiempo y pasan los años. ¿Ves?
Esto en Villaguay no te pasa. Ahí te estás viendo todo el tiempo aunque no quieras. Y cuando
acuerdo... todo el pueblo desfiló por la casa. Todo el mundo de luto, bien empilchado, parecía una
fiesta...
ANA : Oíme Alberto, no sé por qué, pero esta conversación empieza a deprimirme...
ANA : No.
INTERROGANTE)
ANA : Esteban.
(ALBERTO VA HACIA LA PUERTA, ABRE. ES ESTEBAN, UN
UN PAQUETE)
ANA : Sí. Y vas a ver que el paquete que tres son facturas.
Adelante, adelante...
PRESENTACIONES)
PREPARAR EL MATE)
ALBERTO : (A LAURA) Puede sentarse donde quiera.
ESTEBAN : (CON DUREZA) No hace nada de frío. Parece frío porque hay viento.
ESTEBAN : ¿Quién?
ALBERTO : Hicimos la colimba juntos. Que el cabo Gómez lo tenía cagando, "¡Vista al
frente!", le decía. ¿Te acordás? Que después vendía televisores.
ALBERTO : Pobre Bizco. Tanto luchar para morirse en el fracaso. La última vez que lo vi fue
hace como diez años. Estaba en la lona. "Esta vez tiro la toalla hermano", me dijo. Hace dos
ALBERTO : Pero no entendés. No tenía guita... para hacerse enderezar el ojo, no tenía guita.
ALBERTO : Y, sí. Cuando lo vi esa vez, me preguntó por vos. ¿Y Esteban? Me dijo. ¿Siempre tan
ESTEBAN : Así que se murió el Bizco. Pero qué cosa ché, no era un mal tipo.
ANA : (QUE VIENE TRAYENDO UN MATE) ¿Quién pobre? ¿De quién están hablando?
ESTEBAN : Del bizco García.
ANA : Ah, ¿vos también te enteraste? (A ALBERTO) Así que se murió nomás. Tenía razón
el diario.
RECUERDO)
MIRAN)
LAURA : Usaba anteojos. Y me ponían un parche, después me hacían hacer ejercicios con un
ANA : También, con tanta charla al pedo. (VA HACIA LA COCINA MIENTRAS LE
ALBERTO : Es que cuando no estaba seguro era una cosa, ahora que se confirmó... no sé, me
agarró una impresión... Tengo como una cosa acá. (SE SEÑALA EL PECHO)
ESTEBAN : Ah, conmigo no cuenten. Esta semana tuve tres, cuatro con el del abuelo de ésta.
(SEÑALA A LAURA CON LA CABEZA) Y siempre los mismos chistes. ¡Será posible! ¡Qué
falta de imaginación!
LAURA : Sí.
ALBERTO : (MUY IMPRESIONADO) ¿Cincuenta y siete? (PAUSA) ¡Seguro que fumaba como
un hijo de puta!
LAURA : No fumaba.
LAURA : No. Era naturista. Se levantaba a las cinco de la mañana y se iba a hacer footing a
cigarrillos?!
ANA : ¡Pero qué tiene que ver Alberto? Y bajá el tono. El médico te dijo que tenías que
largar el faso y hacer una vida sana, que hicieras ejercicios. (ALBERTO LA MIRA CON
El Bizco no fumaba.
ANA : Sí que fumaba. Como si lo estuviera viendo. Se tiraba toda la ceniza encima. Ese
ALBERTO : Te digo que no fumaba. Yo estaba todo el día con él y jamás lo vi acercarse a un
ESTEBAN : Yo no dije que compraba. Dije que fumaba, que no es lo mismo. Siempre decía
(PAUSA)
ALBERTO : ¿Qué?
ESTEBAN : Digo, el Bizco, cincuenta pirulos ¿no? si hizo la colimba con nosotros tenía nuestra
edad.
ANA : Es que éste era un viejo desde que nació. Siempre llorando miserias...
ESTEBAN : Es lo que yo digo. Es el bocho, viejo, el bocho. Si estás bien de acá (SE TOCA LA
CABEZA) todo funciona bien. Si no (HACE EL GESTO DEL PULGAR PARA ABAJO) ¡50
pirulos!
Como quién dice, un pibe. Hoy día estás en lo mejor de la vida. Tenés... Qué sé yo...
quedaban veinte.
SIN AVISO PREVIO, SE TIRA UN SONORO PEDO. LUEGO SE VUELVE A SENTAR CON
LAURA : (SIEMPRE MUY DELICADA) Mi abuelito decía que no hay nada peor para la salud
(SE HACE UNA PAUSA MUY LARGA Y MUY TENSA. LUEGO ANA,
GRITANDO)
ANA : ¡Pero, cómo es posible! Esta desvergonzada. Esta inmoral que no tiene el menor
del alma.
ANA : Para vos, porque vos hacés lo mismo. Si te creés que no te oigo, en vez de ir al
ALBERTO : ¡Pero qué venís a hablar de decencia vos que le mirabas la bragueta al Bizco!
ALBERTO : (GRITANDO) A todos, me podés creer, a todos. Era una miradora de braguetas.
QUEDAN EN SUSPENSO)
ANA : (LUEGO DE UNA PAUSA, LLOROSA) Veinte años, Dios mío. Era tan joven.
ESTEBAN : (SERENO) Nunca se me ocurrió que nadie pudiera mirarme la bragueta. Me hace
sentir... indigno.
(SE HACE UNA PAUSA MUY LARGA. LUEGO ANA, SIEMPRE LLOROSA
ESTEBAN : Bueno.
(PAUSA)
ALBERTO : Ni se le ocurra.
ANA : Telegrama... las flores son muy caras. Además hay que llevarlas.
ESTEBAN : La florería te las manda.
buscando?
ALBERTO : Tiene que estar la foto de la colimba... (ENCONTRANDOLA) ¡Ah, aquí está!
ANA : Mirá... acá aparecen todos bizcos. Será la foto que es muy chica.
ESTEBAN : (SEÑALANDO) Este soy yo. Mirá qué pinta que tenía, con el birrete y todo.
ALBERTO : Y éste soy yo. Qué flaco... y, claro, me la pasaba de joda en esa época.
ANA : Yo no me puedo dar cuenta si hay un bizco. Te digo en serio, es muy chica esta
foto.
ALBERTO : Atrás están los nombres. Dale fijate.
Peyrano
Almeida
Ronco
Felice
Russo
Cicognini
Paz
Bustamante
Ponce
Alonso
Laurencena
Báez
Dubois
Perdomo
Pita
Mariani
De la Cruz
Scarinci
Aragón
Villanueva
Bonato
Martínez
Ríos
Luque
Sampaio
ALBERTO : ¿Y?
Peyrano
Almeida
Ronco
Felice
Russo
Cicognini
Paz
Bustamante
Ponce
Alonso
Laurencena
Báez
Dubois
Perdomo
Pita
Mariani
De la Cruz
Scarinci
Aragón
Villanueva
Bonato
Martínez
Ríos
Luque
Sampaio
ALBERTO : Es imposible. Tiene que estar y se olvidó de poner el nombre. (MIRA LA FOTO
ESTEBAN : Oíme Alberto... ¿vos estás seguro que hizo la colimba con nosotros?
ALBERTO : Pero si vos mismo te acordaste cuando te lo dije. ¿No me dijiste "que el cabo Gómez
ESTEBAN : No... si... Que vendía televisores. Cómo no me voy a acordar si me quiso encajar uno a
mí.
ALBERTO : Estaría enfermo ese día. Digo, el día de la foto. Siempre estaba enfermo el Bizco, si
ESTEBAN : Seguro, seguro... (NO ESTA SEGURO DE NADA) Estaba pensando Alberto, no te
Laurencena...
(ALBERTO LO MIRA)
ALBERTO : ¿Pero qué estás diciendo, viejo? ¿Me vas a decir a mí? Como si fuera hoy me
García, García
la chucha de tu tía...
ALBERTO : ¡Por favor! Me lo vas a decir a mí. ¡Cuántas veces lo llevé borracho hasta la casa y el
viejo salía a abrirle la puerta y yo le decía, "Buenas noches, don García, aquí se lo traigo a
ESTEBAN : Bueno, no te pongas así. Yo decía nomás. Por un momento creí que...
ALBERTO : (EN UN ATAQUE) Era García, era García, era García... ¡Carajo! Todas las veces
que tuve que sacar de la cana a ese hijo de puta, todas las veces que me cagó con la guita. ¡¿No
ALBERTO : Ese miserable que nunca me devolvió la bicicleta. Y yo que se la había prestado
ALBERTO : Nada.
ALBERTO : No me acuerdo.
ANA : Su esposa Celina Pérez, sus hijos Clara y Orlando, su hermana Stella Maris... ¡hijo de
puta!
ANA : La desgraciada esa que me llamaba por teléfono y me decía cornuda y me colgaba.
ANA : ¡Porque me ocultaste que García tenía una hermana! Tiene que ser ella.
ALBERTO : Vos estás loca. Yo estaba leyendo el aviso en voz alta y vos me interrumpiste para
ESTEBAN : (MUY SERENO) Te lo dije antes que te casaras. Es una ordinaria. Y tu viejo te lo
dijo también, un millón de veces. Es una chiruza. Una negrita cualquiera sin educación y sin
cultura.
COMO A DOS CHICOS) Bueno, ya está, ya pasó. Ahora nos tomamos unos
(ESTEBAN NO CONTESTA)
(LAURA SE SIENTA)
PENSAMIENTOS)
ESTEBAN : (DE PRONTO, COMO QUIEN TIENE UNA REVELACION) No vendía televisores.
ALBERTO : ¿Qué?
ALBERTO : (ACORDANDOSE) ¡Pero no! Eso fue antes. Pero después lo echaron. Acordate.
ALBERTO : Sí. Porque se chupaba la mitad de las muestras y las completaba con agua. Como que
te estoy viendo que me acuerdo cuando me lo contó. "Pero si les estoy haciendo un favor,
hermano", me dijo. "Si lo que venden es querosén puro". Después vendía televisores.
ALBERTO : Sí, después, después. Además qué importancia tiene, si era antes o después. Acá lo
que importa es que se murió. Que el Bizco se murió. (NO SABE COMO SEGUIR, LA EMOCION
ANA : A mí ni me contó que tenía bicicleta. No sé de dónde saca esa historia ahora.
ANA : Cuando nos compramos el auto me dijiste, "Pensar que yo nunca tuve nada, ni una
miserable bicicleta".
ANA : Es lo mismo. Si no tuviste triciclo menos ibas a tener bicicleta. Está bien claro lo que
me quisiste decir.
ALBERTO : ¡Tenía una bicicleta, azul, con el timbre cromado y un banderín de Boca! Me la
regaló mi viejo cuando cumplí los dieciocho. El día que la estrené me pegué un porrazo bárbaro y
me lastimé con la cadena. Todavía debo tener la marca.
ANA)
Plata, en La Perla. Me estaba por sacar una foto. Caminó para atrás y no vió una lata de sardinas.
La foto salió igual. Esperá que te la muestro. (RIENDOSE SIN PARA BUSCA EN LA
ESTEBAN : ¿Y qué?
ESTEBAN : Yo no dije que YO estaba en el velorio. Ella estaba. Yo pasaba por la puerta.
ANA : ¿Y?
ANA : ¿Entonces?
ANA : ¿Y?
ANA : ¿Entonces?
ALBERTO : Acá está. Yo sabía que lo había guardado. Vamos a ver quién tiene razón ahora
ALBERTO : ¿Cómo que no demuestra nada? Si te conté que la bicicleta era azul, con el timbre
ALBERTO : Lo tenía atado al manubrio. Cuando corría fuerte se agitaba y yo me sentía como en la
gloria. Sentía que toda la hinchada me miraba... Así, ¿ves?, así. (CON
Defensores del Barrio Nébel. El club, Alberto, era del club. Por eso no estaba en
LENTAMENTE DE LA BICICLETA)
ESTEBAN : Atendía el barcito. Era ahí que se mamaba y rellenaba las botellas con agua. De ahí
que lo echaron.
ANA : Si fuera del club, yo me acordaría. Estaba al lado de mi casa. En verano iba todos
los días, y en invierno los domingos a verlo a mi viejo a jugar a las bochas.
ALBERTO : (JADEANDO) ¿Y vos decís que atendía el barcito? Estás loco. El tipo del barcito
tenía como setenta años, era jubilado del ferrocarril y le decían Pancho.
ANA : (EN LO SUYO) Además nunca me perdí un baile. (A ESTEBAN) Fue ahí que me
puse de novia con Alberto. Era un 9 de julio. Yo había ido con Alicia, con un vestido de plumetí
celeste con pintitas blancas. Estaban tocando un bolero y Alberto me sacó. ¿Te
acordás, amorcito? (UN POCO ACHISPADA, CANTA) "Y voy, por la vereda tropical, la
Larilarilarilaláaaa...
ALBERTO : Estaba en una mesa con Cuqui, la hija del panadero. Era rubia, pecosa, con los ojos
azules. ¡Me tenía loco! Yo cabeceé de lejos ¿viste?, como se usaba entonces. En ese momento
Cuqui miró para otro lado, la que salió fue Ana.
ALBERTO : No me jodas.
ALBERTO : Más de diez años no. Diez años. Además qué tiene que ver. Se trata de mis
sentimientos.
ANA : Yo también te estoy hablando de tus sentimientos., Estoy recordando cuando nos
Y AGRESIVA) "Y voy por la vereda tropical, la noche llena de quietud, larilarilarilaláaaaa...
ALBERTO : Estás borracha.
ANA : No estoy borracha. ¿Y si estuviera, qué? Si a vos te gustan los borrachos. Siempre tu
gustaron. Me acuerdo como te reías cuando me puse en pedo en el cumpleaños de tu hermano: "Mi
ALBERTO : Es distinto.
ALBERTO : Los jóvenes cuando se ponen en pedo son divertidos. Los viejos son patéticos.
FOTOS CON MUCHA ANSIEDAD) Ni una foto mía tienen, ni una. Ya no digo
una del Bizco, pero mía... Con razón no se acuerdan de nada ustedes.
(SE HACE UNA PAUSA. ALBERTO SE SIRVE UNA COPA, BEBE, SE SIENTA
QUE MULTIPLICA)
ALBERTO : ¿Y?
ESTEBAN : ¿Adónde?
ESTEBAN : ¡Estás loco! ¡Cómo voy a invitar a tu casa a una tipa que no conozco!
ANA : Al velorio.
ALBERTO : ¡Pero vos estás loca! ¿Cómo podés estar segura que es el Bizco?
ALBERTO : (GRITANDO) ¡Ya te dije que los velan con los ojos cerrados!
borracha en un velorio?
ANA : (FORCEJEANDO PARA LEVANTARSE) Ah, sí... Y quién se va a dar cuenta, si están
ANA : Es cuestión de fijarse. Alguno de los hijos debe ser bizco. Esas cosas se heredan.
ANA : Mi papá sufría del hígado, yo sufro del hígado y Alberto también sufre del hígado.
ALBERTO : ¿Y yo qué tengo que ver? Yo soy pariente político. ¿Cómo voy a heredar de tu papá?
de Boulogne... La levantó mi viejo con sus propias manos, hasta el último ladrillo. Ocho años de
esfuerzo de sol a sol, todos los domingos y dice que no heredó nada. ¡Miserable!
ALBERTO : (A ESTEBAN) La guita que me costó esa casa... ¡la guita!... manchas de humedad por
ANA : (SIEMPRE LLOROSA) Ni un sólo domingo dejó de ir en ocho años. Esto va a ser
para mis hijos Ana y Alberto, decía, para que las disfruten mis nietos.
ANA : Nosotros. (A ESTEBAN) Para los nietos de mis nietos, decía... ¡Pobre papá! En el
ANA : Tenía arterioesclerosis, me confundía con una novia que había tenido allá, en Italia,
cuando era jóven... ¡Pero yo sabía muy bien de lo que me estaba hablando! "Per el figli de la
ALBERTO : Se lo dijo en italiano... Dos meses antes de morirse empezó a hablar en italiano, y no
hubo caso hasta el final. Para colmo era un dialecto de la baja Italia, más cerrado que la
mierda. Los médicos se volvían locos, imaginate... Y como no lo entendían se enculaba. Les
ESTEBAN : Y sí, igual que mi abuelo. A mí no me reconocía. Creía que era el pensionista, y
me cobraba alquiler.
era cuando se olvidaba y me quería cobrar de nuevo. Ahí se armaba la rosca. Me quería desalojar.
Una vez me tiró la ropa a la calle, un despelote. (PAUSA) Yo, al final, le pedía el recibo.
ALBERTO : Y bueno, qué le vamos a hacer. Cada uno su cruz. Nosotros el tío Francisco. Y eso que
no era tan viejo. Se le había puesto que tenía los pies de vidrio, se metió en la cama y no hubo
ANA : Me lo contó ella misma, la bombacha se la cambiaba cuando tenía que salir. "Por las
ALBERTO : (COMO AVERGONZADO, A ESTEBAN) Tenía como ochenta años... (SE HACE
MIRA)
ESTEBAN : ¿Qué?
ANA : Viste como se comía antes. Pura grasa, pura manteca, puro frito. El colesterol. De ahí
te viene la arterioesclerosis. Hoy día eso no te pasa. Con una alimentación sana, eso no te pasa.
ALBERTO : Por supuesto que no. ¡Hoy día tenemos la suerte de morirnos bien sanos!
ESTEBAN : Oíme, Ana, no sé por qué, pero esta conversación empieza a deprimirme.
ESTEBAN : No.
ANA : Pero, qué te pasa, por Dios (A ESTEBAN, COMPUNGIDA) La culpa es mía.
ALBERTO : ¿Cómo qué tiene que ver? A lo mejor si se quedaba allá no le pasaba nada.
ALBERTO : (CASI LLORANDO) ¿Te acordás que no salía nunca? De la casa al mercadito, del
mercadito a casa. La vieja lo hinchaba, que por qué no salís, que así no te vas a casar nunca, que
ya tenés más de cuarenta años... Al final lo convenció. Había un baile en la Rural. El Beto se
empilchó de punta en blanco, salió de la casa, caminó tres cuadras, hasta Alvear
y Vélez Sarsfield. Recién habían terminado de poner las vías del tranvía. Había un pozo como
de 2 metros y como había llovido toda la semana estaba lleno de agua. Parece que el Beto se le dio
por hacer euilibrio. Se trepó a la vía, empezó a caminar, perdió pie y se fue al agua...
Municipalidad!
ANA : Estás loco. La Municipalidad estaba en San Martín y Entre Ríos. (DANDOSE
IMPORTANCIA) El Beto se ahogó frente a la Catedral... Además, el tranvía no pasó nunca por
ANA : Es lo que yo decía. No tiene nada que ver. Fue un accidente. A cualquiera le pasa.
ALBERTO : (COMO PARA SI) Estoy a tiempo. Tengo toda la noche para asegurarme y
mañana decido.
ANA : (A ALBERTO) Ché... ¿vos te acordás dónde vivía el Bizco? Esa noche nos invitó a la
casa y anotó la dirección en una servilleta.
ALBERTO : La perdí.
ANA : Ya sé. Pero yo digo si te acordás, aunque sea más o menos, el barrio, qué sé yo, si era
la provincia...
ALBERTO : ¿Pero qué pretendés? Que toque el timbre en una casa y que pregunte si hay un
muerto.
ALBERTO : No me acuerdo.
ANA : ¿Qué?
Anchorena, Salta, Juramento, Paso, Condarco, Córdoba, Darwin, Maipú, Independencia, Lope de
me acuerdo.
ANA : ¿Pampa?
ALBERTO : Tampoco.
ESTEBAN : Qué querés que te diga. Yo los llamaría a todos y preguntaría por el Bizco.
ALBERTO : Son las diez de la noche, Esteban, date cuenta. Suena a joda. Además imaginate
que está vivo y me atiende la señora. A lo mejor no le gusta que lo llamen así al marido. O los
hijos, que son chicos. Es como humillarlo al viejo. No, Esteban, no va, no va...
ESTEBAN : Hacé una cosa. Si te atiende un tipo, le decís ¿habla el Bizco? Si te atiende una
mujer, cortás.
ALBERTO : (LUEGO DE UNA PAUSA) No es mala idea.
A LLAMAR)
ESTEBAN : Dale.
ALBERTO : No contestan.
ESTEBAN : Marcalo.
ALBERTO : (MARCA OTRO NUMERO) Hola, ¿quién habla?, ¿el Bizco?... No, el Bizco...
Quiero hablar con el Bizco (GRITANDO) ¡El Bizco! (CUELGA FURIOSO) ¡Sordo de mierda!
ETC...)
OFUSCADO)
ESTEBAN : Bueno, ¿qué te la agarrás conmigo? Estoy tratando de ayudarte. Al final era más
ALBERTO : Pobre Bizco... todo le salía para la mierda... Tenía mala suerte. (PAUSA)
ALBERTO : (CON SORNA) Sí, lo quería mucho, cómo no, pero bien que lo jodí yo
también...
ALBERTO : Pobre Bizco..., lo que más quería en la vida era estar en el equipo del club, y yo
ALBERTO : Vos qué sabés... estaba loco. Una noche vino a casa, desesperado, me pidió por la
madre. Pero qué podía saber yo... ¡Cómo iba a adivinar! (SE AGARRA LA CABEZA ENTRE
LAS MANOS)
ANA : Ay, Alberto, ¿qué podías hacer? Yo me acuerdo bien que me dijiste: "Con lo
petiso que es, me van a acusar que lo metí por amiguismo". ¿No me dijiste así? Como si fuera hoy
me acuerdo.
ESTEBAN : Como hablabas de un petiso... y el Bizco era más alto que yo.
ALBERTO : Serían todos enanos. Yo te digo que me llegaba acá. (SE VUELVE A TOCAR LA
ANA : Bué... Alberto tiene razón. En los bailes siempre la sacaba a la Pirucha que era la más
petisa de todas para no hacer papelones.
ESTEBAN : Justamente. Siempre la sacaba a la Pirucha y todos lo cargábamos. Una vez el Toto les
dijo cuando pasaban: "Miren, el elefante y la hormiguita", y se escupió la mano con saliva. Y la
ANA : Bué... No hacía falta ser muy alto para dejar petisa a la Pirucha. Esa mina era un
tarugo.
ALBERTO : (CASI APOPLETICO) Yo lo único que te digo es que me llegaba acá. (SE
TROMPEA LA MANDIBULA)
ESTEBAN : Y bueno, de últimas si te llegaba acá, (SE TOCA LA MANDIBULA) tan petiso no era.
ESTEBAN : Si vos medís un metro setenta y cinco y te llegaba acá (SE TOCA LA
MANDIBULA), debía medir un metro setenta. Con un metro setenta, nadie es petiso.
ALBERTO : Ma qué un metro setenta, si me llegaba acá. ¿Qué querés decir? ¿Que mi cabeza
ANA : Alberto tiene razón. Esperá que te mido. (VA HACIA EL COSTURERO, SACA EL
cincuenta y siete.
ESTEBAN : (MUY IRRITADO) Cuando bailábamos con la Pirucha todos nos agachábamos. Así
y todo las tetas te llegaban acá (SE SEÑALA LA CINTURA) ¡Tenía una tetas la Pirucha! (LO
EXAGERADAMENTE)
ESTEBAN : ¿Qué querés decir? ¿Que soy más petiso que vos?
ALBERTO : ¿No te digo? Si soy más petiso y el Bizco me llegaba acá; quiere decir que era petiso.
Bien petiso.
ALBERTO : ¿Qué estás diciendo, Esteban? ¿Cómo le vas a decir Petiso a un bizco?
ANA : Por supuesto. Si ese se inflaba y desinflaba a cada rato. Ruso era siempre.
ESTEBAN : (PARA EL MISMO, PERO PARA QUE LO OIGAN LOS DEMAS) Petiso...
ANA : (QUE HA VISTO EL GESTO) ¿Cómo que tiene que ver? Tiene mucho que ver. De
uno setenta para abajo todos. De uno setenta para arriba nadie.
AMOR PROPIO)
HILARANTE)
ANA : (FURIOSA) Deje eso... ¡Cómo se atreve! (A ESTEBAN) ¡La culpa es tuya! ¡Vos
la trajiste!
ESTEBAN : (A LAURA) ¡Si quiere reírse váyase afuera! ¡Puede volver al velorio de su abuelo!
favor... hace mucho frío... (SOLLOZANDO) ¡No quiero volver allá! No quiero...
SACA UNA)
MANOS)
ESTEBAN : Pero no, si estás muy linda. (DIRIGIENDOSE A LAURA MAS QUE A ANA,
usaba entonces...
ANA : Sabés que el Cholo era muy tímido. Estuvo como veinte años de novio con una tipa
que no lo quería. Esas cosas de antes, ¿viste? Los padres la obligaron. Pero cuando él se declaró,
ella le dijo: "Mire Cholo, yo lo acepto con la condición de que usted tome una cucharada de vinagre
en ayunas hasta que nos casemos". El Cholo hacía cualquier cosa por ella, imaginate,
lo tenía loco... Ella por B o por C siempre postergaba el casamiento. El Cholo ya no daba más.
ESTEBAN : La gastritis.
ANA : ¡Qué gastritis! Le quitaba el apetito al pobre. Al final era piel y huesos. Pasaron como
20 años. El Cholo ya no daba más. Hasta que un día se animó y le preguntó cuando se casaban.
único cierto es que era tímido. Yo nunca en mi vida le conocí una novia. A ver, dame la foto.
ALBERTO : Pero claro, ¿no te digo?, éste es Alfonso, un amigo de mi viejo. (HACE UNA
PAUSA, SE EMPIEZA A REIR) ¿Sabés que era tan callado que cuando se murió nadie se dio
cuenta?
ANA : (QUE REGRESA LLEVANDO VASOS, PLATOS, ETC...) Pobre Cholo. ¿Sabés que
cuando se murió nadie se dio cuenta? De callado que era. Estaba almorzando con unos amigos y
parece que le agarró un síncope. Recién se avivaron cuando el mozo vino a cobrar la
cuenta.
ANA : Es lo mismo.
ANA : ¿Pero qué le pasa? No lo voy a saber yo que era amigo de mi viejo...
ESTEBAN : Está muy afectado Ana, lo dejó mal la muerte del Bizco,
ANA : Yo no sé... Estábamos tan bien, charlando de lo más contentos, hasta que agarró el
diario; Mirá que yo le digo que para qué lo lee; si para lo único que sirve es para amargarse. Menos
mal que lo compramos nada más que los domingos.
ANA : ¿Qué?
LO AGARRA, LEE)
PUNTA EN BLANCO)
ANA : No podés.
ANA : No. Alberto dice que la gente que siempre está enferma vive cien años. Y los que
Y SE LA EMPINA)
INTERRUMPE)
ESTEBAN : ¡Dame!
ALBERTO)
OTRA MANO)
ESTEBAN : (MASTICANDO CHOCOLATE) Es lo que yo digo. Si estás bien de acá (SE TOCA
MANOS)
ANA : Ya lo sé.
cuando yo era chica y me asustaba por algo, me ponía a llorar y me escondía en el galponcito del
fondo. No podían sacarme de ahí hasta que se me pasaba. No sé, me daba vergüenza. No
ESTEBAN : Yo tampoco.
QUEDA PENSATIVA)
ANA : Mirá, cuando salí Reina del Citrus, Era muy linda ¿no? (A ALBERTO) ¿No es cierto
ESTEBAN : Claro.
COMIENZA A LLORAR)
ESTEBAN : ¿Pero qué te pasa, Ana?
ESTEBAN : Claro que eras preciosa. Eras la mina más linda del pueblo. Cuando te pusiste de novia
ESTEBAN : Sí.
ANA : Contame...
ESTEBAN : (VACILA, NO SABE MAS QUE DECIR) Bueno, eso, que eras preciosa, que te
ANA : No me voy a olvidar nunca de esa noche. Cuando hicimos el desfile de carrozas. Yo iba
en la de adelante de todas, con mi vestido de organza y una mantilla. Iba parada en la parte de
ALBERTO : (CON TONO CANSADO) Iba sentada en un jeep que prestó el regimiento, y no
me digas que no, que yo mismo fui con los muchachos a pedirlo.
ANA : No fue así. El jeep iba atrás con las princesas. ¿Te vas a acordar mejor que yo?
AUMENTA)
ANA : (COMO ILUMINADA) Estaba tan arriba, que casi podía tocar los cables de la luz.
Había viento y la falda de mi vestido flotaba y a mí me parecía estar en una nube. (CADA VEZ
MAS EMOCIONADA) Cuando llegamos a la plaza y vi los farolitos de colores que se balanceaban
y el palco lleno de flores, y vi que todos agitaban los pañuelos, se me erizó la piel, te juro...
ANA : (QUE NO LO OYE) Tenía el pelo suelto hasta los hombros y los brazos al aire.
Sentí que me tiraban flores. Y cuando llegué al palco, estaba el Intendente, me dijo: "Majestad" y me
ofreció la mano para que bajara.
REVERENCIA)
ANA : Nada.
(ANA NO CONTESTA)
CREMA Y LA MASAJEA)
ANGUSTIA)
FOTO QUE HABIA GUARDADO ALLI. ESTEBAN LA RECOGE. LA MIRA FIJO Y SE PONE
A TEMBLAR VISIBLEMENTE)
ALBERTO : Dame eso. (LE QUITA LA FOTO A ESTEBAN, LA MIRA Y TIENE UNA
ESTEBAN : Pero no, Alberto, es muy tarde. Me tengo que ir hasta Berazategui...
ALBERTO : Con más razón. No te vas a ir con el estómago vacío. Aunque sea un cacho de salamín.
ALBERTO : Estaba pensando... (ESTEBAN LO MIRA) Qué cagada lo del Bizco ¿no?
ALBERTO : (PIENSA) Lo habré dicho cariñosamente. ¡Puta, ché, hay que entender los matices!
mismo.
ALBERTO : ¿Pero qué te pasa? ¿Estás en pedo?... Vos me dijiste que lo querías mucho.
ALBERTO : Que lo querías mucho. Cuando llegaste y te conté lo del Bizco, me dijiste: "Yo lo
quería mucho".
LAURA : Sí.
ALBERTO : (IGUAL) Y claro. Si fumaba como un hijo de puta y chupaba y morfaba como
un cerdo.
ALBERTO : Yo hago ejercicios todas las mañanas. me levanto a las 5 y me voy a hacer footing a
Palermo. Nadie me da la edad que tengo. A ver ¿usted, qué edad me da?
LAURA : Cincuenta.
LAURA : Ya escuché.
ALBERTO : Y entonces...
vino?
ALBERTO : ¿Le dió lástima? ¿Que Esteban le dió lástima? (SE RIE FORZADAMENTE)
(VOLVIENDO A GRITAR) Estoy en lo mejor de la vida. No como usted que está en una edad de
mierda. A ver ¿qué edad me dijo que tenía?
LAURA : Veinte.
ALBERTO : (CASI LLORANDO) Una edad de mierda. Uno no está seguro de nada... no sabe qué
ALBERTO : Bueno, ahora está perfectamente. Puede irse cuando quiera. (GRITANDO) ¡Esteban
está espléndido!
ESTEBAN : No puede ser. Era tan joven. La gente hoy día no se muere a los cincuenta. (PAUSA)
(SE HACE UNA PAUSA MUY LARGA. CADA UNO QUEDA CON SUS
PENSAMIENTOS. DE PRONTO ESTEBAN, COMO QUIEN TIENE UNA
REVELACION)
ALBERTO : ¿Qué estás diciendo, Esteban? Hoy es martes. El velorio fue ayer.
ESTEBAN : Te digo que no. Cuando es un accidente los llevan a la morgue. Al día siguiente
FIJAMENTE)
(ESTEBAN LO MIRA)
ESTEBAN : (PENSANDO) Lo tenía Ana. Ella te lo saco... (DE PRONTO MIRA EL SUELO
pedacitos...
ENFURECIDOS)
ESTEBAN : No te pongas nervioso. Cuando uno se pone nervioso las cosas no aparecen.
HACIA SU CARA)
ESTEBAN : No sirve. (SE SACUDE EL DEDO CON VIOLENCIA. LOS DOS VUELVEN AL
SUELO FRENETICAMENTE)
nunca lo quisiste.
TROMPADAS, ETC...)
LAURA : (IGUAL) Del otro lado del aviso. (LOS DOS LA MIRAN) Del otro lado del aviso
rotisería...
saco...
plancha...
ALBERTO : (DE PRONTO CON UN GRITO DE TRIUNFO) ¡Acá está! ¡Yo sabía que lo iba a
ALBERTO : (SIN CONVICCION, A ESTEBAN) ... Solamente que nos dividiéramos, que vos
ANA : Voy a servir la comida... no puedo estar esperando toda la noche... vamos, vamos,
que se enfría... (PONE LA SOPERA EN LA MESA Y, DESDE ALLI, VUELVE A
LLAMARLOS)
la comida era sagrada... Teníamos que estar todos... y pobre del que llegaba tarde. Ese se quedaba
sin postre.
ALBERTO : Una vez el tío Francisco se puso a silbar, y mi viejo le dio un cachetazo.
ANA : ¿Qué estás diciendo? Ese fuiste vos. Como si fuera hoy me acuerdo la vergüenza que
me dio (A ESTEBAN) Estábamos de novios, imaginate, yo era la primera vez que iba a comer a la
casa. Este se puso a silbar y el viejo le dio un cachetazo que lo tiró de la silla
ANA : Hace un rato... (VACILA, NO SABE COMO EXPLICARLO) La que venía del
velorio... Una rubia, gordita, con los ojos azules. (ESTA DESCRIPCION FISICA DEBE SER
ANA : ¿Pero vos qué sabés? Si no la miraste en toda la noche, eran azules, bien azules.
ALBERTO : Serían azules, pero con pintitas negras, ¿no es cierto, Esteban?... ¿Es cierto, o no es
cierto?
ESTEBAN : (INDIGNADO) ¿Que yo la invité?... ¡Vos estás loco, Alberto!... ¿Cómo voy a
FIN