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Capítulo 2
Capítulo 2
VOCACIÓN Y PROFESIÓN 1
2.1. Vocación
Vocación es una palabra que viene del latín “vocare”, que quiere decir llamar.
Por ello definimos a la vocación como “un llamado, una aptitud radical y una inclinación
fuertemente sentida hacia una forma de ser, un desarrollo de nuestra personalidad que exige
lo mejor de nosotros mismos en pos de procurar un fin que conciente y libremente nos atrae,
y no siempre porque sea lo que más “nos guste”, sino porque también, hemos llegado a la
convicción real y personal de que es el camino que debo recorrer para mi propia realización,
cooperando así con la promoción de los demás.
Es así que la vocación se nos presenta como algo natural y sobrenatural a un tiempo, como
una voz interior que nos llama, a emprender un camino en la vida, y que al ir transitándolo, su
horizonte se aleja más y más y se eleva y nos sigue llamando por encima de exigencias,
intereses y metas materiales.
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Selección, adaptación y reelaboración de textos de Curso Introductorio
UCALP, 1989, 2000 y 2008.
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Dijimos que la voz interior (propia de la vocación) se eleva aún más allá de nuestras
exigencias e intereses inmediatos. Esta experiencia que todo hombre percibe, nos está
abriendo la puerta a una dimensión que algunos hombres se esfuerzan en no percibir y otros
en combatirla pero que sin embargo es imposible de soslayar y menos erradicar, pues es la
verdad profunda que moviliza a todo ser humano desde su conciencia: La Voz de Dios.
Toda la Biblia es un relato del llamado que Dios hace a la humanidad, y que encuentra su
plenitud en Jesucristo, quien es el llamamiento Pleno y Supremo de Dios Padre al hombre.
Vivir “en” Jesucristo es responder al llamado (vocación) que Dios hace a cada uno de nosotros.
El mismo nos dijo Yo Soy el Camino, por donde transitar la vocación, la Verdad, que evita que
tomemos rumbos equivocados y la Vida, (que en definitiva es nuestra auténtica vocación
como seres humanos) feliz en la contemplación y posesión del Bien Infinito.
c. Relación entre vocación natural y sobrenatural
Ahora detengamos nuestra reflexión sobre este punto: La vocación natural y sobrenatural
del hombre, no son dos vocaciones separadas, contradictorias, ni siquiera yuxtapuestas. Son
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dos vocaciones que se integran formando una sola, a través de la cual el hombre puede
alcanzar la verdadera felicidad, en el desarrollo de su ser humano.
Para ilustrarnos sobre esto hemos elegido algunas enseñanzas de un Santo del siglo XX:
San Josemaría Escrivá de Balaguer, quien con la maestría y sencillez de los Santos nos ayuda a
profundizar la temática. Él nos decía: “El Señor nos ha dado a cada uno cualidades y aptitudes
concretas, unas determinadas aficiones; a través de los diversos sucesos de nuestra vida se ha
ido perfilando vuestra personalidad y habéis visto, como más propio; un cierto campo de
actividades. Al trabajar después en ese campo concreto, se ha configurado progresivamente
vuestra mentalidad, adquiriendo las características peculiares de ese oficio o profesión. Todo
eso –vuestra vocación profesional– habéis de conservarlo, puesto que es cosa que pertenece
también a vuestra vocación a la santidad. La vocación humana es una parte, y una parte
importante, de nuestra vocación divina”2.
“En otras palabras, el trabajo, y todo lo que acompaña, no son un simple ámbito en el que
el cristiano corriente vive y se santifica, sino medio y camino, más aún materia de esa
santidad”3.
“Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos,
sirviendo a Dios y a todos los hombres (…) Debéis comprender ahora –con una nueva claridad−
que Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida
2
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, n ,60 °Ed .Rialp, Madrid,
1977.
3
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n° 47, Ed. Rialp,
Madrid, 1973.
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ni destruye sino que manifiesta el profundo e íntimo sentido al que la ordena el querer de
Dios”4.
En síntesis la vocación natural humana, y la vocación sobrenatural, no son ajenas entre sí,
sino que la vocación natural se entronca con la vocación sobrenatural del hombre. El hombre
que advierte que su lugar son las cosas del mundo, entiende que las aptitudes personales, sus
capacidades, disposiciones, convicciones, intereses y sentimientos nobles, y las circunstancias
históricas de su vida personal y social, son la realidad que penetrada por la gracia (vida divina)
se constituyen en la materia de la vocación sobrenatural a la cual Dios nos llama. Es en la
vocación humana donde Dios actúa vitalmente y nos eleva a la plena realización de nuestro ser
humano, es decir a la realización de nuestra vocación natural y sobrenatural a un tiempo.
2.2. Profesión
a. Inicio y finalidad
Dijimos que la vocación es un llamado, entonces el ejercicio profesional es la respuesta
vital a dicho llamado.
Podemos definir a la profesión como “el trabajo o empleo que una persona desempeña en
la sociedad”. (En nuestro caso una profesión universitaria que se caracteriza por una
importante capacitación científica).
A nivel universitario este trabajo o empleo tiene dos etapas, que muchas veces se
entrecruzan:
4
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, n° 113 al 115. Ed.
Rialp, Madrid, 1968.
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I) En primer lugar, decimos que ambas etapas son un trabajo, donde lo intelectual y
volitivo se destacan, es decir donde las facultades superiores del hombre tienen una exigencia
notable.
II) Que ambas se entrecruzan, porque la experiencia de la vida profesional nos muestra
que es propio de la profesión la especialización que implican posgrados, cursos y una
constante preparación científica y técnica a la vez que una constante superación humanista.
III) Y lo más importante, como respuesta a la vocación, tanto el estudio como el ejercicio
profesional son la forma a través de la cual el hombre encamina y desarrolla su vocación
natural y sobrenatural a un tiempo. El santo que nos está acompañando en las reflexiones de
este capítulo enseñaba: “Hay que santificar la profesión, santificarse en la profesión, y
santificar con la profesión”5.
Otro autor, José Luis Illanes, siguiendo estas reflexiones, nos explica: “Vivir la personal
vocación humana como parte de la vocación divina implica pues, en primer lugar, esforzarse
por alcanzar una adecuada madurez y perfección en lo estrictamente profesional, humano,
5
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Homilía pronunciada el 31 de mayo de
1954.
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técnico de la actividad laboral que se realiza y de la obra a la que esa actividad se ordena. Para
santificar la profesión hace falta trabajar bien, con seriedad humana y sobrenatural”6.
En otro momento San Josemaría dijo: “Para santificar la profesión, hace falta ante todo
trabajar bien, con seriedad humana y sobrenatural. Lo que he enseñado siempre –desde hace
cuarenta años− es que todo trabajo humano honesto, intelectual o manual debe ser realizado
por el cristiano con la mayor perfección posible: con perfección humana (competencia
profesional) y con perfección cristiana (por amor a la voluntad de Dios y en servicio de los
hombres)”7. Esto es así porque:
En primer término la madurez en cuanto hombres: La fidelidad a la vocación humana
impulsa a trabajar no solo esforzada y perseverantemente, sino también eficazmente,
es decir con competencia profesional. Como lema para vuestro trabajo –comentaba
Mons. Escrivá de Balaguer en la homilía citada anteriormente−: Os puedo indicar éste:
para servir, servir. Porque en primer lugar, para realizar las cosas, hay que saber
terminarlas (…). No basta querer hacer el bien, sino hay que saber hacerlo. Y, si
realmente queremos, ese deseo se traducirá en el empeño por poner los medios
adecuados para dejar las cosas acabadas, con humana perfección. Parte esencial de esa
obra –la santificación del trabajo ordinario− que Dios nos ha encomendado es la buena
6
Illanes, José Luis, La Santificación del trabajo, pág. 96, Ed. Palabra,
Madrid, 1980.
7
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, n° 10, Ed. Rialp,
Madrid, 1968.
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