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Dice Armando Rojas Guardia: Porque “consciencia desde la niñez: la ruta no épica ni heroica de salir de la cháchara, de

del fracaso”, como oportunidad individual o colectiva, es también la panoplia, de la frivolidad, del inmenso espejismo petrolero, hacia
seguir la ruta que nos traza el poema de Rafael Cadenas, Fracaso, al el paladeo gustoso de nuestros límites, nuestra menesterosidad,
cual yo haría una lectura obligatoria en todas las escuelas del país, nuestra indigencia, para transformarlos en creatividad espiritual y
para que nos sirviera de antídoto, de revulsivo y de advertencia madurez salvadora.

DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021

DirecciónNelson Rivera

HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020 sar y entenderse, para lidiar o pacificar? Cua-
tro patas y una superficie, preferiblemente de

Armando Rojas Guardia:


madera, más bien tosca o coja, pero mesa al
fin para dirimir lo que nos separa. El salto a
la mesa: una hazaña de milenios. Armando la
recoge en ese poema como un alumbramiento,
como una bendición, como el milagro que pue-

la suma de las partes


de, por ejemplo, suspender las guerras, aquie-
tar los más grandes enconos. Celebrarla como
la de aquellos legendarios apóstoles, comien-
do y bebiendo sin saber que se trataba de una
última cena.

VI.
Poeta, ensayista y director de talleres literarios, Armando Rojas Guardia estudió La poesía de Armando buscaba un equilibrio

filosofía, fue cofundador del Grupo Tráfico y codirector de la revista Solar. Desde 1995 perfecto entre intención y acabado, entre pro-
pósito y hechura, entre forma y fondo. Ni expe-
ocupó el sillón W de la Academia Venezolana de la Lengua. Dos veces reconocido con rimental ni clásica, ni nubarrones en la página
ni tampoco sentencias. Siempre el número de
el premio CONAC de Poesía –1986 y 1996–, en 1997 recibió el Premio de Ensayo de palabras que hacía falta para llegar al conjunto,
nunca una de más. En el fondo, de tanto leer poe-
la Bienal Mariano Picón Salas sía clásica, su pulsión estrófica era muy fuerte,
pero contra esa pulsión gravitatoria se decanta-
ba un verso finalmente sin ataduras: es posible
que en el plano sonoro escuchásemos una forma
que parecía rimada, pero cuando confrontába-
mos el poema en la página veíamos que la re-
solución era otra, enteramente libre. En cuanto
a escuelas poéticas, por más lecturas que hizo,
no estuvo tan cerca de la tradición francesa (tan
cara a la poesía moderna venezolana) como de
la hispana. Si me apuran con las fuentes, diría
que entre los místicos españoles y la Generación
del 27 están sus máximas referencias. Allí está el
tono, el lenguaje, las maneras, los temas, los re-
ferentes, que más le interesan. Esto nos llevaría
a una convicción que merecería un desarrollo
ulterior: ¿no es la poesía de Armando una de las
pocas que, en nuestra tradición más reciente, se
aparta de una fuente común (simbolismo o su-
rrealismo francés) para abrazar otra anterior
que cayó en desuso?

VII.
Los cuartos, los claustros, las escuelas, las ca-
lles, las ciudades en las que estuvo parecían
simples accidentes: todo formaba parte de un
diseño preconcebido, que él seguía como si fue-
se un personaje teatral, aunque muy abocado
a su papel. No es que se dejara llevar por otras
fuerzas, sino la convicción clásica de que la vi-
da era, esencialmente, predestinación. De allí,
creó, sus maneras quietas, pensativas, acucio-
sas, de relacionarse. Sabía algo que nosotros no
sabíamos; de hecho, lo sentía. Testigos que lo
acompañaron en sus últimas horas, pese a sus
dolencias fisiológicas, se asombraban de su cal-
ma, de su quietud: sabía la senda que estaba re-
corriendo, la caminaba con voluntad, con una
especie de gozo.

VIII.
Toda la simbología cristiana, expuesta al des-
nudo en sus poemas, no dejaba de desmerecer
ARMANDO ROJAS GUARDIA CON NUNI SARMIENTO / EDNODIO QUINTERO©
en el campo de la poesía moderna. Pero Ar-
mando supo hacerlo más allá de los cánones
ANTONIO LÓPEZ ORTEGA bles, pero en verdad siempre el mismo, uno so- traicionaba: siempre el mismo cuidado para tradicionales: su Cristo, hay que decirlo, era
lo que se replicaba. Y allí tenía lo esencial, que pronunciarlo todo debidamente. más cuerpo que alma, era más resurrección
I. era prácticamente no tener nada: no es que se que espíritu, era más carne que idea. Según
Tuve siempre la sensación de que la vida de Ar- conformase con poco; es que el propio sentido IV. su premisa, todos podíamos reflejarnos en él,
mando Rojas Guardia (1949-2020) fue un largo de posesión estuvo en permanente cuestiona- Generacionalmente hablando, Armando fue porque esa criatura más bien terrenal podía
proceso de desprendimiento: desprenderse del miento. Poseer, sí, un concepto muy engañoso contemporáneo exacto de, digamos, Alejandro sentir con exactitud nuestras dolencias: un
pasado, del origen, de la familia, de las certe- para Armando, claramente equívoco. Sus jóve- Oliveros, pero si bien el valenciano miró siem- Cristo no de ritos ni de iglesias sino un Cris-
zas, de los amigos, de cualquier tipo de perte- nes años de seminarista han debido entrenarlo pre hacia sus mayores, el caraqueño lo hizo ha- to pastor, humilde hasta los tuétanos. El diá-
nencia, de la obra (lo más difícil) y finalmente para esta predisposición, pero no es suficien- cia sus menores, es decir, siempre se sintió a logo que Armando establece con él, la llaneza
de la propia vida (lo más precioso). La vida no te explicación, porque el impulso venía desde gusto en compañía de poetas más jóvenes que con la que le habla o lo convoca, pronto deriva
como un libreto con el cual se cumple, sino co- muy adentro, y en verdad preguntarse: ¿para él, y esto desde los tiempos de Tráfico, donde en un diálogo consigo mismo. Es decir, Cristo
mo un mandato: he venido aquí como parte de qué tanto si con poco la vida se hace verdadera fungió como una especie de hermano mayor: un tiene más de otredad que de santo sepulcro:
una Obra mayor. Eso explica que factores co- revelación? El yo, en la buena tradición que va único poeta de los cuarenta conviviendo con un es el interlocutor ideal para revestir la con-
mo la desilusión, la indiferencia, los prejuicios, de los presocráticos a los místicos españoles, es grupo mayoritariamente de los cincuenta. Esta ciencia. Todo el soliloquio que atraviesa su
las decepciones, pese a todo, no lo hayan afec- una trampa; lo que importa es el ser. pulsión nos lleva a creer que, más que discípu- poesía, más que oración, prefigura la fuerza
tado: formaban parte de su tránsito, podríamos lo, prefirió ser tutor, lo que a su vez explica la del diálogo: esa herramienta depurada del en-
decir de su viacrucis. Era extraño estar con él: III. honda y persistente tarea de formar a través de tendimiento. Trayéndolo a tierra, alejándolo
allí estaba, sí, contigo, pero también estaba en Un aspecto que quizás no sea tan relevante, pe- talleres a innumerables poetas de las promocio- de la redención, reinventa un símbolo: lo alla-
otra parte. Experimentaba un hondo proceso de ro que no por ello quisiera descartar, porque nes más recientes. Otra vocación asumida co- na hasta su máxima expresión, aboliendo las
certidumbre: sabía para qué y por qué estaba lo acercaba a la cotidianidad: su sentido de la mo mandato, como si le faltaran los días para jerarquías, y con ello crea una conversación
en este mundo, y esa sensación, esa convicción, caraqueñidad. Hablaba, modulaba, saludaba, cumplir con esa otra obra: la de legar todo lo entre iguales, o entre los dos seres que nos ha-
era intransferible. Si alguien se reía o burlaba abrazaba, reía como un caraqueño integral, di- que él tuviera, todo lo que él supiera o sintie- bitan: el hablante, por un lado, y la concien-
a su alrededor, eso no llegaba a inmutarlo: pre- ríase hasta clásico. Cierta jocosidad que se oía ra, a sus discípulos. ¿No es esta otra forma de cia, por el otro. Aviso a los navegantes: me
cisamente porque lo experimentaba desde otro en su tono, en sus modales, venía de ese valle apostolado? cuesta encontrar en la poesía contemporánea
mundo. al pie de El Ávila. Incluso su cortesía, que la un ejercicio de desarticulación del referente
tuvo con pocos medios, remitía a las formas V. religioso más extremo que este, y además pa-
II. de una sociedad que se fue deshaciendo. Su Del período de Solentiname estoy recordando ra convertirlo en un ejercicio de superación:
¿Qué era su hogar? Precisamente el lugar don- voz afirmativa, clara, con la que hablaba len- un poema que, sin más, celebra la existencia vislumbrar un estadio de la humanidad en el
de él estuviera. No importaba el sitio, las con- tamente, casi pronunciando una sílaba tras de una mesa. ¿Cuánto debió evolucionar el que el sentido de destrucción quede lo más
diciones, los enseres, las comodidades: el sitio otra, me parece estarla oyendo mientras es- género humano, entre pestes y guerras, para arrinconado posible.
se hacía bajo sus pies, bajo su cuerpo, bajo su cribo. Era inconfundible, era muy propia. In- sentarse alrededor de una mesa, para hablar
estancia. Sus hogares fueron múltiples, varia- cluso cuando lo escuchaba al teléfono, no se y comer, para celebrar y brindar, para conver- (continúa en la página 2)

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2 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021

HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020

Armando Rojas Guardia: entre fe y poesía


“En un sentido ya íntimo, Homenaje
el poeta recurre a la
imagen de la desnudez en a Armando
un intento de recuperación Rojas Guardia
de la primera inocencia”
CECILIA ORTIZ
MARÍA CLARA SALAS

D
Vamos juntos
ice Benedetto Croce (1866-1952) que la
Armando
humanidad proviene del dominio es-

piritual. La poesía de Armando Rojas

Guardia es testimonio de esa humani-
retumbando
dad. ¿Cómo se logra? Posiblemente a través de
atribulados
muchas vías, pero hay algunas que son espe-
cialmente señaladas en su poemario Patria y
Días sin descanso
otros poemas (Caracas: Editorial Equinoccio,
2008). Ya en el primer poema, “Patria”, se ubi-
He sido puente
can los verdaderos caminos y sujetos: “los efí-
destello calvario
meros, los quizá, los transeúntes”. Intereses
sumergida en mí misma
que no ha tenido la Patria, obsesionada por los

“sueños opulentos de la historia”, preocupada
Dormida sin parar
no precisamente por los más indefensos sino
he ido por bosques
por una “pátina absurda de grandeza”. En su
te he encontrado cuando
poemario, Rojas Guardia mezcla los temas per-
partías
sonales con las miserias de la Patria. Los olvi-
dos de la Patria se asumen, se reconocen como
He ido para venir
propios. Admitidos los errores, es posible, siem-
contenta
pre, amar a la Patria y perdonarse a sí mismo.
y reflejarme en el
En un sentido ya íntimo, el poeta recurre a la
espejo
imagen de la desnudez en un intento de recupe-

ración de la primera inocencia, la búsqueda de
Qué vieja estoy
la inocencia es un hilo tenso que estructura el
cuánto me debo
poemario. Lo desnudo se manifiesta como exi-
gencia, como dolor y espejo de la verdad que no
debe ni necesita ocultarse.
Incluye Rojas Guardia en su poemario el frag-
mento bíblico de Génesis (3:9-11) para recor- ***
dar el relato de la pérdida de aquella desnudez
inicial:
“El Señor Dios llamó al hombre: –¿Dónde
estás? Hay otro tiempo.
Él contestó: –Te oí en el jardín, me entró mie- visión del poeta se demora largamente en las de Lisieux?”. Recuperar lo pequeño, lo olvidado, Sé que hay otro, sugiriéndose allí,
do porque estaba desnudo (…). Y el Señor le cosas pequeñas. Rojas Guardia eleva sus llama- lo infame es el propósito que lleva derechamen- en pleno centro de esta anárquica orquesta
replicó: das a lo absoluto desde lo más elemental. Placer te a “La desnudez del loco”: título del último y de relojes
–Y ¿quién te ha dicho que estabas desnudo?” y sufrimiento, revelación a través de lo sensible extenso poema del libro, texto en el que se en- dando la hora para nadie,
La desnudez del hombre, hecha de circuns- conducen a una visión que transforma sus im- lazan los principios y la herida, la confidencia porque es siempre el minuto en que no estoy,
tancias dramáticas, no implica el olvido de presiones en arte. íntima y el amor primero. en que me fui.
Dios. El poeta describe la fragancia que sigue Imposible es, como pensaba Croce, separar el Armando Rojas Guardia
su espíritu: contenido de la forma. “Se escapó desnudo” dice san Marcos, refi-
“Nazco a la fe” es una confesión sobre lo di- riéndose a sí mismo (Mc. 14:51-52) al narrar el
“El olor del madero unge la noche, fícil y sobre el don que lo marca: “Nazco a la episodio de su huida al ser acosado por los que Querido Armando
vuelve exhaustos mis versos al nacer fe a cada hora”. El lugar de este nacimiento es perseguían a Jesús en el huerto. En otra parte,
y no puedo velar, acompañarlos “sobre el suelo consabido y entre las paredes de el evangelista Juan, refiriéndose a Jesús, reco- Cuántas armaduras nos diste siempre
camino del Pretorio”. costumbre”. No titubea, el poeta, al decir que su ge las palabras: “Está loco de atar, ¿por qué lo de amor de ternura
(“Retén Judicial”) fe se parece “al barrer uniforme de la escoba, escuchan?” (Juan 10:20). Ambas citas dirigen la
al sumiso calor de la cocina”. “Esta fe es ardua meditación poética de Rojas Guardia sobre los Cuánto nos diste
No es fácil estar junto al encarcelado o el po- por anónima”. No por ello, menos intensa. Re- insólitos caminos que se abren a la compren-
bre. Pero sin esta unción de lo terrible, ¿quién sulta poco usual encontrar tanta sinceridad y sión y recuperación de la desnudez que no le Toda la vida has buscado a Dios
puede emprender el camino? Al lado de la no- abandono en manos del lector. Con inusitada teme a la mirada de Dios. ¿Cómo puede ser que y ahora vas a su encuentro
che está la belleza. pasión por lo divino, Armando Rojas Guardia la locura, lo marginal, lo cotidiano, la desnudez
pregunta: sean caminos? ¿Cómo un modo tan atribulado Tus amigos estamos
En el poema “Las cosas”, la belleza aparece de vida puede rescatarse? calladitos
como una intuición esencial de lo que se es, an- “¿cómo decir que escojo para siempre
tes de la duplicidad de la mordida. En este poe- nacer hacia esta fe cada minuto “… toma conciencia de la gracia Te amamos tanto
ma, el trayecto que se propone es el siguiente: bajo la urgencia en paz, impostergable, que ha sido recibir la enfermedad
“Si dejáramos ser/ a las cosas, las sencillas/ de padecerla al sol y de gozarla como invitación a vivir de otra manera, Morimos un poco
que nos cercan y acompañan/ desde su cen- como llanto fetal en aire pleno?” con temor y temblor ante el milagro contigo
tro silencioso/… yo sé que reinauguraríamos de existir todos los días, bajo el cielo”.
el mundo,/ el esplendor orgánico del cosmos,/ El poeta elige la fe: “afán de pulcritud, fuego Ya te fuiste
frutal ya antes de morderlo”. La máxima tomis- obediente”. En “Nazco a la fe” se exaltan las Ciertamente, “la poesía de Rojas Guardia tie-
ta se recuerda: pulchra enim dicuntur quae visa epifanías de lo cotidiano, la teología de lo ínfi- ne una calidad de jamás oída”, fórmula que uti- Que sea leve el viaje
placent. Se dice que son bellas las cosas que nos mo: “sumergidos en el polvo cotidiano:/ ¿no es liza Gabriela Kizer en su prólogo al libro Patria
agradan. ¿Cómo rechazar lo que nos place? La aquí adonde nos conduce/ el camino de Teresa y otros poemas. Ya es leve

Armando Rojas Guardia:


tal, sino alguien que está cerca del alumbra- estrictamente un ser hecho en soledad (si es
miento: dolor, sí, para poder parir, como el que entendemos por soledad la edad del sol).
de las madres. Hasta el último minuto, en el A su manera, el concepto de entrega, a través

la suma de las partes hospital, Armando vivió entre dolores, pero


curiosamente para él era más importante el
tránsito, la travesía. Sentía que no llegaría a
de su obra, estaba confiscado por un orden
superior, al que se abocaba día y noche. Se fue
en respuesta a su mandato, consciente de que
un fin; sentía más bien que experimentaba un el círculo para él se cerraba, quizás porque
(viene de la página 1) turarse a un futuro cuyas claves secretas ya renacimiento. sabía que otro colindante se abría.
intuimos.
IX. XI. XII.
¿Qué vino finalmente a ser para Armando su X. En el medio de la cercanía, había una lejanía, He estado revisando los últimos correos que
obra? Pues su realización mayor, su verda- La salud, siempre la salud, que vino a torcer- infranqueable. Él la sentía, más allá de los nos intercambiamos y tratando de entender
dera herencia. Consciente, como buen cris- le todos los empeños. ¿O más bien pensar que afectos. Supo ser buen amigo de sus amigos, por qué al momento de despedirse siempre
tiano, de que esto que llamamos vida es un el número de quebrantos era el magma desde pero su diálogo real, el que contaba, era con me escribía recibe un cósmico abrazo. Frase
tránsito a una dimensión ulterior, pues nin- el que salía toda expresión? Este asunto de li- otro espacio y otro tiempo. Estaba más allá que, como muchas de las de él, me resultaba
guna tarea era más significativa que ese rezo diar con el dolor ya sabemos qué raigambre que cualquiera de nosotros, porque estaba desproporcionada. Pero he tenido que esperar
sigiloso: su obra, su canto permanente. Cu- tiene. Era una condición que se hizo habitual, más cerca de sí mismo. Nos veía con cariño, hasta su muerte para entenderlo a cabalidad.
rioso que la fuerza que la animara viniese cotidiana. “Armando está enfermo”, nos de- con estima real (todo lo que tuviese cariz hu- No sabiendo, por supuesto, dónde se halla, solo
del futuro, que no del pasado, a manera de cíamos unos a otros, pero me atrevería a de- mano lo enternecía), pero su residencia ya no un abrazo cósmico, solo un abrazo que venga
olas que iban desnudando un sentido mayor. cir que él la experimentaba de otra manera: estaba en esta tierra, sino en un más allá. Al desde el zumbido del big bang o desaparezca
Su obra, por lo tanto, como un lento y pro- como un deber ser, como un estadio que se respecto, siempre fue un precursor, un ade- en este momento en las fauces de una enana
longado ejercicio de aproximación, como un asociaba a su conciencia germinadora. Por lo lantado, a costa de sí mismo, sin importarle blanca, es el único que puedo recibir, pues no
verso inquisitivo, como la búsqueda afanosa tanto, creo que lo padecía de otra manera. La condiciones ni destino. Esa certidumbre, esa depende de lo que entendemos por tiempo o es-
de revelación. Escribir para un más allá, o noción de padecimiento la hacía muy suya, profundización en sí mismo, a la vez lo aisla- pacio. Así que gracias, querido Armando, gra-
hacer del más acá un trampolín para aven- pero no como la entendería cualquier mor- ba, lo alejaba del alcance de los demás. Era cias por persistir estés donde estés.
EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021
Papel Literario 3

HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020

Homenaje al amigo
“Pero se equivocan
quienes puedan pensar
en una especie de
predilección por el
sufrimiento. Armando era,
sobre todo, un hombre
alegre”
ALBERTO MÁRQUEZ

C
onfieso que me cuesta todavía mucho
hablar de Armando como de una per-
sona que ya no está en nuestro mundo.
A veces, durante el día, tengo la sensa-
ción de que en cualquier momento va a llamar,
me descubro fugazmente pensando lo raro que
resulta que a esta hora no lo haya hecho. Y pa-
ra este homenaje que le preparan sus talleris-
tas y amigos de La Guayaba de Pascal varias
veces me he preguntado qué puedo decir sobre
el gran amigo que fue, fundamentalmente, un
poeta, es decir, un hacedor, un creador de mun-
dos verbales para quien la palabra se constitu-
yó a lo largo de su vida en una responsabilidad
y un destino. Un ser humano, cualquiera, reúne
tantas facetas que cuesta mucho elegir una de
ellas. Más difícil se hace en el caso de un crea-
dor de la estatura de Armando, cuya vida di- ARMANDO ROJAS GUARDIA / VASCO SZINETAR©
buja una figura geométrica que va cumpliendo
etapas y a quien la muerte lo descubre en un miento. Armando era, sobre todo, un hombre únicos y otra cualidad que distingue muchas ve- abren para nadie al fondo de los abismales y
momento de plenitud, como le habría gustado alegre. Le gustaba vivir, sentía pasión por la ces a los buenos amigos: cuando descubren a al- boscosos barrancos tropicales –y que tampo-
decir a él, en estado de gracia. amistad, su misticismo lo conectaba con la guien quieren, a su vez, que lo conozcamos, co- co nadie nunca contemplará– ¿no nos hacen
Quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo plenitud y la sobreabundancia, disfrutaba del mo quien nos recomienda un buen libro que nos recordar la sentencia de Angelus Silesius en
desde muy joven sabemos de la profunda lucha cine, el teatro, la música, la buena comida, el hemos perdido de leer. Si tuviera que quedarme pleno siglo XVII “La rosa es sin porqué. Flo-
que tuvo que librar con la enfermedad, una lucha erotismo. En toda la última etapa de su vida, con una frase para describir a mi amigo diría rece porque florece?”
que no solo no impidió su afirmación de la vida, cuando dejó de tener episodios psicóticos –du- “pasión por la belleza”. Con los años esa pasión
sino que, muy por el contrario, le hizo conocer y rante por lo menos quince años– descubrió su se fue refinando y la muerte lo encontró prepa- Armando fue, por encima de todas las cosas,
saborear cada vez con mayor gozo los dones de vocación docente y ese llamado lo convirtió rado, no lo tomó por sorpresa. Me hace ilusión un gran creador, puso su vida toda desde muy
la tierra. De la enfermedad salía fortalecido, con también en una pasión que le brindó gran- pensar que en sus últimos momentos en la clí- joven en esa dirección y no dejó de hacerlo
más ganas de vivir. En El Dios de la intemperie, un des satisfacciones, pero, además, le deparó un nica, cuando debió hacérsele claro que ya le fal- hasta el último momento. Pocos días antes de
libro que ya empieza a ser un clásico, dice: regalo muy singular que posiblemente había taba muy poco para morir, que, en cierto modo, morir, tomado ya por la enfermedad, me dijo:
estado buscando mucho tiempo: la entrega a ya había comenzado ese gran viaje, lo hizo con Albert, lo peor de este malestar es que tengo
“Y ¿qué otra cosa es la enfermedad sino un los otros, la vida en comunidad, el fortaleci- la irrupción repentina de la belleza y la totalidad dos días sin poder leer ni escribir. Hace poco
aprendizaje de los límites? La enfermedad miento inédito de sus vínculos afectivos. Este con la que se cerraba esta etapa de su vida. Esta- encontré por azar en Twitter un video de Ar-
puede ser una sutileza, a veces exquisita, de homenaje es una prueba de ello. Como todas ba en paz, lleno de plenitud. mando mientras decía un poema, de memoria,
la espera. Solo grandes enfermos como Epicu- las cosas que emprendía, la docencia se con- Quiero leer un fragmento de El deseo y el infi- en la plaza Los Palos Grandes. Se ve que ese día
ro y Nietzsche han podido elaborar ese gran virtió muy pronto en una pasión y él para mu- nito (Diarios, 2015-2017, Seix Barral), se trata de estaba especialmente alegre. Mientras recitaba,
“arte de la salud” que representan sus respec- chos se hizo un verdadero maestro del espíri- unas palabras que están al principio y al final al fondo, se ve que un niño, que seguramente
tivas filosofías. tu. Cuántas veces las llamadas que me hacía de su camino, solo que con cadencias distintas: duerme en la calle en los alrededores de esa pla-
Cuánto purgatorio de limpieza ha significa- en las tardes se convertían en una especie de za, lo mira con asombro tocado por la fuerza
do para mí la enfermedad, cuánto le debo a repaso de lo que había sucedido en “la sesión “…el mundo existe en ausencia de toda razón. incomprensible de sus palabras. Se me ocurre
su árido espacio, a sus cielos llameantes y a de taller”, que así la llamaba: Albert, no tie- Su única razón, su sola causa y finalidad, es pensar que ese día pudo cambiar el destino de
su suelo de cristal de roca donde a menudo nes idea del maravilloso ensayo que leyó tal, ser don, es ser obsequio. El mundo es una pu- ese niño, como cambió la vida de muchos de tus
apunta una nueva correlación de mis fuerzas o el poema de otro y, asimismo, su preocupa- ra gracia. Repitámoslo: la sola finalidad del amigos haberte conocido.
psíquicas y un nivel superior de conciencia”. ción cuando algunos de sus estudiantes esta- universo consiste en ser él mismo. Como la
ban pasando por algún problema, económico, belleza. ¿No podemos afirmar que la belleza *Estas palabras se pronunciaron el 9 de agosto de
Pero se equivocan quienes puedan pensar psicológico o moral. es la única finalidad de la existencia del mun- 2020 en el homenaje a Armando Rojas Guardia orga-
en una especie de predilección por el sufri- Tenía la virtud de hacernos pensar que éramos do? Esas flores enormes que ahora mismo se nizado por el grupo La Guayaba de Pascal.

Tantos tráficos
milia. Por estas vías, a través de las gestiones el aderezo del entusiasmo revolucionario que
paternas –nada de turismo ideológico, heroís- había calado en varios poetas venezolanos,
mos insurreccionales, cuartelazos– empieza desde la generación del 18, hasta El techo de
a gestarse la posibilidad de Solentiname para la ballena y los grupos afines en los 70 (Tró-
Armando. Apenas anunciada, hay toda una pico Uno, Guillo).
trama que lo lleva a la isla y lo regresa de gol- Sí, el manifiesto traficante ya anunciaba su
pe –con la salud comprometida– a Caracas. propia melancolía. Basta una línea sobre la
“Habría que detenerse en estas anotaciones de El “Diario de Solentiname” –agosto, 1973– función del poeta: “siempre fue, antes de que
Solentiname para advertir el influjo poundiano en la fue recogido años más tarde en La otra locura
y puede ser leído como el certero preludio al
la modernidad nos dejara hablando solos, el
intérprete de vivencias colectivas, aquel cuya
poesía conversacional –exteriorista, para Cardenal, “Sí, Manifiesto” de Tráfico (1981), redactado en
Doña Berta –la casa donde entonces vivían los
palabra congregaba los ecos de la ciudad y los
caminos”. Había que recuperar ese lugar en los
Cuadra– y la apertura del poeta a todas las experiencias hermanos Márquez: Miguel y Alberto– duran- cerros y los bares, las calles y las avenidas, las
te una larga sesión de escritura (más de ocho fábricas y los cuarteles; la poesía como hecho
sensibles. Aquí está, para mí, lo más perdurable” horas). Miguel escribió el primer párrafo, Al- compartido –“el reino de lo concreto”, anota-
berto el segundo, Armando el resto (transcribo rá Armando, prefigurado en Catulo, los satiri-
ahora su recuerdo). Horas más tarde llegaron cones romanos, Aretino– tantea su llegadero.
ALEJANDRO SEBASTIANI VERLEZZA un poeta que había encontrado su camino en- Igor Barreto, Yolanda Pantin, Rafael Castillo Presiento aquí, en esta fuerte soledad, el sínto-
tre el sacerdocio y la militancia. En muchas Zapata. Leyeron el documento, aprobaron su ma más revelador: adiós a la fantasía del au-
a Gabriela Kizer, conversaciones con Armando surgía la per- contenido, celebraron el inicio de la aventura ditorio, a los malabarismos propagandísticos,
viendo el descenso de las pavesas. plejidad: cómo el autor de Vida en el amor – literaria. a las tentaciones forzadas de enredar a la poe-
perseguido político de sus camaradas– pudo Habría que detenerse en estas anotaciones de sía con la ideología (¡cuántos mártires: Dalton,
Estas impresiones aún mantienen cierta extra- sentirse tan cercano al chavismo. ¡Cómo! Na- Solentiname para advertir el influjo poundia- Padilla, Piñera!).
ñeza ante el brusco –y natural– movimiento da, Cardenal y Armando no fueron santones, no en la poesía conversacional –exteriorista, La vida de Armando confirma estas soleda-
que dio la vida de Armando Rojas Guardia en ni santicos, menos aún santurrones. Mejor, para Cardenal, Cuadra– y la apertura del poe- des –aún en su movimiento oscilante entre la
los últimos meses del año, incluida la claridad así se abren perspectivas más reales de sus ta a todas las experiencias sensibles. Aquí está, introversión y el deseo ferviente de encontrar
ante el destino que tuvo la última de sus ano- vidas: siempre es bueno reconocerlas ante las para mí, lo más perdurable –con su prosodia interlocutores– cuando decidió asumir su lar-
taciones: “estoy y estaré a salvo”. falsas beatificaciones, la muy venezolana ten- lujosa– del manifiesto (“nosotros los bastar- go –benéfico– tránsito docente y hasta llegó a
Las tombeau se remontan a las antiquísimas tación del culto a la personalidad, los barran- dos latinoamericanos, los salvajes periféricos sostener que la poesía no puede sustituir –¡va-
estelas fúnebres. Formas remotas de poesía cos de la cursilería. de Occidente”). El tiempo se ha encargado de ya, qué vuelta!– a lo sagrado, lo cual viene a
inscrita, Mallarmé las cultivó y son todo un Armando tenía la intención de vivir la diná- rematar sus postulados ideológicos, referen- devolverle al oficio su discreción, su silencio
género musical. Si tuviera que trazar muy rá- mica de la isla, repartida entre el trabajo ma- cias bíblicas incluidas (los pueblos oprimidos paciente, su entrega vocacional, llena de mis-
pido el borrador para la tombeau de Arman- nual, la religiosidad y la alfabetización. En el que se levantan como Lázaro). terios y demoras. Aquí la interpelación inicial
do –amigo incondicional– diría: cuando viajó tránsito de Managua a Solentiname se cruzó El nexo que viaja del diario al “sí” de Tráfi- de los manifiestos –las acrobacias publicita-
supo aprovechar. Y además me gustaría boce- con otro grande del momento: Pablo Antonio co Armando lo prefigura cuando transcribe al rias, las piruetas de los que buscan ungirse de
tear estos rasgos: la seguridad absoluta ante Cuadra. La trama más exteriorista no podía voleo lo que Cardenal va diciendo: “Nada es prestigio con los muertos– tocan sus firmes,
el hecho de ser poeta, el cultivo de la atención ser. Pero Armando conecta con Cardenal por ajeno a la poesía”. “La poesía puede abarcar- nítidos límites.
que se traduce en su capacidad para nutrirse vías más oblicuas: su padre, Pablo, poeta, re- lo todo: la conversación con Dios y la arenga Alrededor de Tráfico merodean como sutiles
de los viajes (Praga Friburgo, Roma, Cuen- dactó el manifiesto del grupo Viernes, ejerció al pueblo reunido en una plaza; puede servir y vibrantes pavesas otras dos presencias insos-
ca, Génova). Dentro de estas coordenadas en- cargos diplomáticos, fue afín a Isaías Medina para enamorar a una mujer o para transmu- layables: Antonia Palacios y Juan Liscano. Es
tra la isla de Solentiname en Nicaragua: fue Angarita, circunstancia que le produjo incon- tar en cadencia una estadística”. “Todo es que entre el viaje a Solentiname y Calicanto
crucial, para él, por el encuentro con Ernesto venientes en las avanzadas adecas, aunque susceptible de convertirse en poesía: la so- hay muchos pasillos secretos.
Cardenal. Armando en ese momento lo reco- vale acotar que un poeta de la “tolda blanca” ciología, la economía, la historiografía”. Es-
nocía como el discípulo de Thomas Merton y –Andrés Eloy Blanco– solía telefonear a la fa- tos encuadres, decía, pasan al manifiesto con To be continued.
4 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021

HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020

La otra lucidez: el espacio de Armando


“Y es que Armando,
incluso muriéndose,
celebró la vida. Y nosotros,
desconcertados ante el
hecho irrevocable de la
muerte, no terminábamos
de percatarnos de la gran
lección de su partida”

GRACIELA YÁÑEZ VICENTINI

La poesía nombra los astros y los desangra


en su propia luz. Cuando la muerte cierra los
caminos del conocimiento, ella sale oscura o clara
y responde.
La espera imposible, Cecilia Ortiz

U
n día le dije a Armando Rojas Guardia
que le tenía envidia. Deseaba, algún día,
alcanzar su facultad para vivir en el des-
campado: yo quería aprender a mover- ARMANDO ROJAS GUARDIA / GABRIELA PULIDO©
me en la oscuridad con la luz con que él lo hacía.
Mucho tiempo después, él me recordó ese deseo: confundible voz (que ahora me trastoca), con la Pero no siempre pudo su relación con la palabra Y es que Armando, incluso muriéndose, celebró
lo había grabado en su memoria, como atesora- despreocupación con que decía al mundo quién estar signada por esa luminosidad. En la “Diná- la vida. Y nosotros, desconcertados ante el hecho
ba todo lo que alguien (cercano o no) podía de- era, quién no era, tómalo o déjalo. mica en forma de diario de un proceso analítico” irrevocable de la muerte, no terminábamos de
cirle, si le había causado alguna impresión. Así, de 1998 (también en La otra locura), dedicada a su percatarnos de la gran lección de su partida.
también, guardó mi recomendación del libro Due- Siempre con el pez psicoanalista de entonces, Clara Kizer, Armando
lo de Albor Rodríguez, y cuando lo refirió como Quiero hablar de ese libro magistralmente arma- retrata su forcejeo con el período de mudez que El espacio de quien (sobre)vive
ejemplo espléndido de literatura autobiográfica, do que es La otra locura (prólogo y edición de Se- –solía contar– abarcó una década de su vida. Re- Muchos de los ensayos reunidos en La otra
en su último taller sobre escritura diarística, que bastiani Verlezza): compendio de ensayos, diarios sulta admirable la elocuencia con que, batallan- locura me parecen trascendentes: “Mi Kierke-
alcancé a cursar hace meses, especificó que la re- y textos dispersos de híbrida naturaleza, que tan do precisamente con el lenguaje, describe su sen- gaard de bolsillo”, de la majestuosidad y bri-
comendación había sido mía. Ese gesto suyo, esa bien representan a Armando, su estética literaria sación recurrente de “no tener nada que decir”. llantez de “El centro y la periferia” (este último,
delicadeza, de recordar y además dar crédito a lo y vital. Hay, al final, una sección dedicada a sus Una sequía expresiva fruto de la depresión se re- convertido luego en su estremecedor discurso de
recibido por otro –quien te recomienda un libro diarios, cerrada por un “Pensario” –fragmentos conoce en todo lo que detalla: la frustración de incorporación a la Academia). Citaré otro por
te hace un regalo– me conmovió, como me han de 2010, 2011, 2012– donde, en una entrada del 15 percibir sus capacidades intelectuales y creativas confrontar algo que tenemos muy presente en
conmovido tantos regalos suyos: la infinidad de de febrero de 2011, revela: –de las que y por las que vive– menguadas. De ese estos tiempos, el fenómeno de la muerte, “Esa
textos develados en sus talleres, la lectura de los eclipse mental versa, cuatro años antes, La nada impúdica”:
suyos propios, el privilegio de tenerlo cerca; pero, “Si soy honesto con Dios y conmigo mismo, ten- vigilante, de una forma no menos impresionan-
además, este tránsito final del que deseo (necesi- go que confesar que fui al bar buscando única- te: en clave de poema, cuajada de lirismo. Dice el “En el ámbito de la modernidad (…), el acto de
to) escribir hoy. mente sexo. ¿Quién me iba a decir que allí me poema VIII: “Amo el sol de la palabra día. / Pe- morir constituye un hecho de mal gusto. Aún
Como tanta gente que lo conoció, estoy en duelo. encontraría y conocería a Pedro, casi un sordo- ro la digo aquí y se evapora / el poder matutino no comprendemos bien, en mitad de nuestro
Dice Albor Rodríguez: “La muerte verdadera es la mudo? Como no quise que, bajo ningún aspecto, del vocablo, / su saliva auroral, recién gustada”. “confort” computarizado, cómo alguien –fami-
desmemoria”. En ese sentido no temo, y nadie que él sintiera que yo lo rechazaba por su discapa- Luego: “Alguien apagó la dulce hoguera / donde liar, amigo, conocido– puede caer en la enorme
ama a Armando debería. Armando, que no olvida- cidad, me entregué de lleno a la conversación los leños crudos del lenguaje / crepitaban fragan- vulgaridad de morirse, recordándonos esa meta
ba nada, tampoco será olvidado. Porque, dice Al- con él (conversación difícil porque solo captaba tes en la boca, / en la unánime página abrasada”. natural que parece contradecir la expansión de
bor: “El vínculo no podrá deshacerse jamás”. lo que yo le decía por el movimiento de mis la- Y cierra: “Entresuenan las letras su delirio / va- nuestras comodidades. (…) “Déjenme morir de
bios; hablaba con gran dificultad, casi mediante cuo y sensorial como el de un loco / que necesita mi propia muerte”, dijo Rilke a sus médicos, re-
En la intemperie y en la alabanza sonidos guturales y a través de los gestos). Fue hablar pero no puede / sino decir la noche de la chazando el tratamiento que le sugerían. Con la
Vuelvo a mi relación de envidia con Armando que, así como un rato que yo tenía programado para mente, / los ruidos de su cuerpo, el movimiento misma espontaneidad, un personaje de los diá-
lógicamente, es también de gratitud. A su taller de el “levante” se transformó inesperadamente en / de la nada polar en la que clama: / la inocencia logos de carmelitas, de Bernanos, afirma discre-
ensayo debo mi tesis de grado Del último regreso, hora y media de ejercicio ético. Dios me recor- verbal sobre el abismo”. Mas su relación con la ta y elegantemente (y como a la sordina): “Bue-
libro híbrido cuyos textos centrales surgieron por dó a través de Pedro que el Otro, como exigen- luz (esa luz tan fina de su “Diario de Solentina- no, ahora solo se trata de morir”. Quizá cuando
los ejercicios –los retos– de Armando: uno de ellos, cia moral, a menudo aparece en nuestra vida me”; ese “sol de la palabra día” que ama) se trans- penetremos el sentido susurrado de esas frases,
escribir sobre “nuestra noche”. Así exploré una de modo inesperado, llamando a nuestra puer- forma, páginas más adelante, en el poema XIX: su intento de destrascendentalizar un hecho
nocturnidad que sentía mía, sumamente mía, pe- ta, desmantelando nuestros programas, des- regiamente natural, podamos acercarnos, con
ro que asociaba también con seres que se arrojan viando la atención que focalizamos en nosotros “Amo la oscuridad: se me parece. sencillez y reverencia, a la revelación de otro
a la intemperie, que –siento yo– hicieron de ella su mismos para volcarla en él, solicitando nuestra Detesta todo estruendo. Ella consiste murmullo en que la naturalidad y la trascen-
hogar más cómodo y natural: Hanni Ossott, Rilke. disponibilidad”. en borrar la fijeza de este ruido dencia se desposan:
Pensaba también, inevitablemente, en Armando. –la geometría sonora de las cosas– Alabado seas, Señor –dice Francisco, cantando–,
Porque yo me desnudo a medias. Yo no he logrado Armando era fiel creyente del amor al prójimo y y replegarse luego, contenida, por nuestra hermana la muerte”.
habitar “lo abierto”, ver en la oscuridad, caminar eso no era algo que simplemente profesaba. Bas- cuando llegan los gritos de la luz
a ciegas… vivir en la intemperie. tante que lo vi ponerse del lado del indefenso: ante a ensordecer al mundo nuevamente”. Armando fue de una coherencia aplastante. Así
Por cosas del “azar”, el primer libro de Arman- la institución avasallante o el monstruo que devo- como nos cuesta escribir de sus diarios sin hablar
do que tuve en mis manos fue El Dios de la in- ra al pez pequeño, la solidaridad de Armando era No puedo evitar afiliar toda esta oscilación lu- de sus ensayos o incurrir en sus poemas, porque
temperie, en su hermosa edición de Mandorla. Lo irrefutable. Más de una vez tuvo un gesto así hacia mínica a la entrada final de sus últimos diarios, todo eso estaba tan orgánicamente entretejido,
abrí, y me saltó a los ojos un poema, que después mí, y nunca me lo dijo (me terminaba enterando El deseo y el infinito, de enero 2017: nos es absolutamente imposible separar su es-
conocí como el “Poema de la llegada” (Del mismo por otras vías), pues no intentaba sumar puntos o critura de su vida. Armando murió como predi-
amor ardiendo). “Cuando tú vienes, / tú el vacío ganar favores. Lo hacía porque tenía un sentido de “Media tarde. He sentido la necesidad de encen- có que había que morir… y que vivir.
el nada el ya, / el que yo no sé su nombre, / ni in- la amistad puro y limpio, cristalino. Su lealtad era der las luces que alumbran cada noche mi apar- En su homenaje a Armando, María Elena Ra-
teresa, / cuando tú vienes / me siento perder voz, inequívoca e ingenua, como la de un niño. tamento porque el temblor de las sombras que mos escribe sobre los que estamos en los extre-
/ me seco de palabras (…)”. me rodean, a pesar de que el crepúsculo todavía mos de la fe: aquellos que creen plenamente y
Fue la primera vez que viajé con Armando en Matizando el eclipse no es inminente, me hace daño en los ojos del aquellos que tienen la certeza absoluta de no
avión: compré el libro en el aeropuerto y, como via- La otra locura recoge además su viaje a Solenti- alma, me duele. (…) es verdad que la muerte, co- creer. Pertenezco al segundo grupo. Y sin em-
jaba sola, lo devoré durante el vuelo. No conocía, name, a la comunidad de Ernesto Cardenal. Ese mo la sombra en este apartamento, entra profu- bargo, Armando, hasta cuándo vas a estar dán-
entonces, a Armando: vaya iniciación que tuve. diario de 1973, bellamente escrito, con una sen- samente y a saco en todo lo que somos, amamos, dome lecciones desde tu intemperie. Desde tu
Veinte años después, la segunda vez que volaría cillez que todavía distaba de la grandilocuencia deseamos y hacemos. No obstante, esta conste- Dios, con mayúscula para ti y minúscula para
en avión con él, le conté esa anécdota. Alejandro que caracterizaría su prosa y verso de años pos- lación no desmiente, me lo dice mi propia fe re- mí, que acercaste a ti para poder comulgar con
Sebastiani y yo lo acompañábamos a Margarita, teriores, culmina con esta diáfana escena del 9 de ligiosa convertida dentro de mí en carne psíqui- él y tu cristianismo, y a la vez con tu vida y tu
donde los tres compartiríamos un recital. O –co- septiembre: ca, la convicción de que el universo es bello, de cuerpo y tu alma, todo uno y lo mismo. Desde ese
mo le decía yo a Alejandro– donde nosotros se- que el ca(os)mos del que somos parte merece espacio que ahora habitas, desde donde siento a
ríamos los teloneros de Armando. Ese honor que “Hacia Costa Rica los volcanes se difuminaban nuestra reverencia y nuestra devoción (…)”. diario que me acompañas, que nos acompañas.
nos confirió la Filcar, de leer junto a él, se con- en una niebla cada vez más azul y las nubes ¿La memoria? ¿Ese espacio es la memoria? ¿Tu
virtió en un recital de la amistad. Porque lejos de enormes, grumosas, brillaban gloriosamente. El jueves 9 de julio, Gabriela Kizer y yo conver- memoria, mi memoria, la de todos nosotros que-
querernos sus teloneros, Armando hizo lo que A medida que nos acercábamos a la isla, el lago sábamos sobre la belleza de la vida. Horas antes, riéndote: queriéndote aquí? ¿O ese espacio es tu
hacía con sus pupilos/amigos: compartir la me- se iba haciendo más y más resplandeciente: to- en la clínica, comentábamos que no importa si paz, tu fe? Lo ignoro. Sé, eso sí, que María Ele-
sa con nosotros, dedicarnos poemas. También co- da una extensión de aceite quieto y esplendoro- la agonía es larga o corta: la muerte es horrible. na no se equivoca: no, no está sola en su envidia
mo gesto memorioso, leyó el “Poema de la llega- so, a trechos azul, a trechos anaranjado (los colo- Pero al salir de ver a Armando, en el que sería hacia ti. Envidia sana, porque contrario a lo que
da” para mí: otro obsequio atesorado. Armando res del crepúsculo vueltos líquido). El poniente: su último día entre nosotros, le dije a Gabriela muchos podrían pensar –entre ellos tú– lo que
y la memoria, Armando y nuestra relación con un gigantesco drama de colores para los que el que lo recordaba pronunciando por primera vez, asocio contigo está “manchado” de una sanidad
la memoria, Armando el memorioso. Recuerdo hombre aún no ha encontrado nombre. Al mirar como conferencia, lo que se convertiría en su fa- abrumadora.
que esa lectura la cerró recitando “Patria” de me- fijamente el lago, yo recordaba y entendía las pa- moso ensayo y taller “¿Qué es vivir poéticamen- Dicen que eras un sobreviviente. Pues henos
moria (como haría después en la plaza Los Palos labras de un poema de Ernesto: “resplandecen es- te?”. Armando me había impresionado aquel día aquí, incrédulos ante tu muerte: cómo es posible
Grandes). Había que ver la cara de ese público tas aguas sagradas”. Y eran, efectivamente, aguas porque, frontal como pocos, respondía la pregun- que esto te haya sucedido, ahora, a ti: a Arman-
margariteño. A lo mejor mi memoria me engaña ungidas de una belleza demasiado grande para ta arrojada, aclaraba el verso de Hölderlin y la do el sobreviviente. Para mí, sigues siendo justa-
ahora, pero de ese día retengo que Armando re- ser gratuita. Algo deberíamos tener, en las pala- sentencia de Heidegger: con su hermosa oda a la mente eso. Y ahora deseo, además de habitar en
cibió una ovación de pie. Porque hacía eso, como bras o en los gestos o en las actitudes, para res- atención, rendía una celebración al goce y al dis- la intemperie como tú aprendiste a hacerlo, poder
persona, como poeta: arrasaba –impactaba– con ponder a una revelación semejante. (…) tuve una frute de lo que estar atento a la belleza del mundo irme de este mundo con la lucidez y la serenidad
su manera de presentarse ante el otro, con su in- brusca sensación: la de ser nítidamente feliz”. puede obsequiarte. con que tú lo has hecho.
EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021
Papel Literario 5

HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020 tenta hacer-se y ser-se desde la escritura y desde
la fidelidad a ser paria, marginal. De ese sujeto

Armando Rojas Guardia,


que pretende reclamar, ganar, agitar un espacio
para sí en una sociedad que lo asfixia.
No se trata de jugar juegos de subjetivación,
sino de jugarse en la subjetivación, e intentar
nuevas formas de enfrentar las opresiones. En
el caso de Armando esto pasa por explorar las

o el aplomo de la herejía
posibilidades acotadas –pero necesarias, poten-
tes, valiosas– de la propia subjetividad como
punto de partida y de retorno. Si la poesía de
Armando se preocupa obsesivamente consigo
mismo, hay que entender que el sí mismo aquí
no es otra cosa que un vacío que se pliega sobre
la exterioridad de lo material, de lo colectivo,
“Su poesía entera, del prójimo: nada vigilante en permanente ta-
rea imperfecta de diálogo. El sujeto es algo que
andamio de versos siempre se intenta, es más una práctica que una

sonoros, es la imagen cosa, algo que hay que constantemente crear.


Claro está, que los sujetos que somos son tam-
dialéctica, compositiva, bién sedimento y memoria. Pero si algo nos dice
la escritura de Armando, si es esta fiel a algo,
del lujo y del silencio, de es a la idea de que no debemos refugiarnos có-
modamente en versiones cerradas de lo que so-
la mayor complejidad y la mos, sino que nos pide “renunciar a lo interior

mayor simplicidad humilde ya confortable” (5).


Su poesía de la experiencia expuesta no nos
que allí se dan la mano” propone al sujeto como último refugio, como
lo último que nos queda –especie de consuelo
de la pospolítica o de un ethos inerme despoli-
tizado. Más bien nos propone una subjetividad
en creación como punto de impulso, como una
JOSÉ DELPINO posibilidad que no se disocie de otras formas
de acción, de política. Si insiste en las zonas de
No dejo de preguntarme cuál es subjetivación es porque las concibe como uno
la naturaleza de la relación que establece cierta de los primeros frentes donde se afincan nues-
literatura de nuestros días, la que ducha a las tras opresiones –económicas, sexuales, religio-
palabras hasta dejarlas asépticas y desinfectadas, sas; uno de los lugares donde podemos alterar
con los cuerpos que la escriben. las condiciones de posibilidad de la emancipa-
El calidoscopio de Hermes, ARG ción y la justicia. No el único, ni el último, claro
está. Pero sí un bastión necesario, ineludible.
Una poesía nunca conforme
Me cuesta una enormidad escribir estas líneas Por un legado sin complacencia
sobre la poesía de Armando Rojas Guardia (Ca- Con la muerte de Armando más que nunca se
racas, 1949-2020). La muerte nos deja mudos co- abre su obra a un terreno de peligros. Darle los
mo experiencia límite, quizás porque nos pone más diversos sentidos a la actualidad de su pa-
de lleno ante nuestras responsabilidades con la labra nos queda como tarea. Su partida hace
incertidumbre, y con el pasado. Porque nos des- incluso más grande la brecha de posibilidades
barata esa “nuestra hogareña postura ante la según la que podemos interpretar su obra. En-
realidad” (1). Y nos pone ante el peligro de con- tre otras cosas, cómo respondemos la pregunta
sagrar, de inmovilizar. Y es demasiado perder el por los límites, o limitaciones e implicaciones
aplomo que daba Armando con su persona. Un de sus herejías intelectuales y poéticas. Nos
aplomo místico, activo, que su escritura le fue deja una poesía que nunca intentó ser compla-
ganando a pulso a una vida de experiencias lí- ciente. Lo peor que podemos hacer es conver-
mite: la experiencia de la locura, de la discrimi- tirla en un tesoro, consagrarla, llenarla de au-
nación sexual, de la siempre violenta pacatería ra vaga, de solemnidad vacía. Tenía Armando
– o beata, o atea, heteropatriarcal. Un aplomo un increíble coraje de mediar la realidad con
que también le ganó al cúmulo de experiencias su escritura, en posiciones nada cómodas, na-
de catástrofe social que él mismo vivió en Ve- da fáciles, encontradas: una especie de orgullo
nezuela: desde la modernización acelerada del intelectual por persistir en la paradoja creati-
país, pasando por la larga debacle de la social- va, en las “imposibles” reconciliaciones religio-
democracia petrolera iniciada en la década de sas, políticas. Darle paz a su “obra”, convertir-
1980 –los tiempos de Tráfico–, hasta llegar a la la en monumento, consagrarla, despolitizarla,
catástrofe del chavismo que nos explotó en la deshistorizarla es perderla del todo. Es hacerla
cara en los últimos años. cuerpo perdido.
Sus poemas, su escritura toda, me han descon- Su legado no es un cofre cerrado con un aden-
certado siempre; pero con ese desconcierto que tro de tesoros. Es un espacio abierto, obsceno,
invita a no conformarse, a tomar partido. En ARMANDO ROJAS GUARDIA / VASCO SZINETAR© contestatario. Veremos muchos Armandos dis-
sus textos, la confesión adquiere la dimensión tintos en los homenajes que fueron y vienen.
de un acto social, comunitario, expuesto, con el gracias al desafío barroco del laboratorio de sus Quizás más de los que podíamos ver en vida.
que construye su propia persona ante nosotros mezclas intelectuales, o de sus vértigos subjeti- Algunos de esos Armandos me serán franca-
en gesto de urgencia. Es así que hizo, y que si- vos, materialistas y místicos a un tiempo. Y, por mente incómodos. Toda lectura es un acto po-
gue haciendo tangible con sus palabras la po- el otro, nos despierta también esta poesía con lítico, aunque a veces se disfracen las lecturas
sibilidad, la justificación, la flagrancia de una la miríada interminable de sus antídotos. Uno de otra cosa. Yo deslindo mis límites de lo que
fe cristiana siempre fiel a la angustia, al misti- de ellos, la “anécdota boba” (2) que, en toda su no puedo negociar de la obra de Armando. En-
cismo, y a la causa de los oprimidos; es así que Con la muerte precariedad, al que escribe el espejo le devuel- tre otras cosas, no es ella una “gran” obra “a
sigue convocando la posibilidad, la flagrancia, ve: “y hoy soy apenas el neón enfermo de esta pesar de su condición homosexual” o de su fe
de un amor no-normativo, homosexual, pero de Armando más luz / el roce minucioso de este lápiz, / este papel cristiana tan cercana al marxismo. Tampoco es
también fraterno, comunitario –nunca dogmá-
tico o elitista–; es así que nos interpela con la
que nunca se abre mugriento donde atisbo / una sintaxis monóto-
na de días” (3).
una obra cristiana “a pesar de su materialismo
místico”, o viceversa. Es una obra potente polí-
urgencia, con la demanda de una mirada doli-
da y crítica del país, y de los repetidos proyec-
su obra a un terreno La poesía de Armando nos mantiene atentos
tanto a la potencia como a la limitación de toda
ticamente precisamente en la medida en que es,
todo junto, todo reunido, una poesía cristiana,
tos políticos de soberbia y de saqueo que plagan de peligros” práctica intelectual. En ella, la nada, la incerti- homosexual y comprometida con la liberación,
su historia. dumbre o la contemplación, no son alternativas y afincada en un misticismo de lo material.
El aplomo de su herejía siempre me sorprende sino en la medida en que nos mantienen vigi-
y me agita. También la mezcla de solemnidad y lantes, atentos, pendientes de la existencia del Notas
humor con que su palabra poética se mantuvo bar, bolero, calle y guaracha, alma de ciudad su prójimo y de la injusticia. No son el rechazo de (1) Armando Rojas Guardia, Obra completa: Ensayo:
alejada de toda pacatería intelectual. Esa poesía poesía, alma de Caracas tanto como de misticis- la Historia o de lo “mundano”, sino más bien su 1985-2005 (Mérida: Equinoccio; El otro, el mis-
sonora de decir alargado, “long-play demente” mo, biblioteca y seminario. Incluso si pensamos extrema postulación como espacio de encuen- mo, 2006), 279.
que “con la voz de Francesca” en las entrañas en libros tan depurados de referencias como La tro con lo divino. Y para Armando lo divino no (2) Armando Rojas Guardia, Obra poética (Mérida: El
siempre retó la sobriedad inmaculada del ca- nada vigilante (1994) o El esplendor y la espera es otra cosa que la manifestación del Dios de los otro, el mismo, 2004), 126.
non poético venezolano. Sí, su poesía, “con la (2000), esa brega verbal con la nada y la incer- parias, de los excluidos. (3) Rojas Guardia, 130.
voz de Francesca” en sus entrañas, en nuestras tidumbre nunca se desarraiga, por un lado, de (4) Mi lectura de la escritura de Armando Rojas Guar-
entrañas. Con su conciencia de “erecciones im- una idea profunda de la historia concreta, ma- El sujeto como acto y creación dia como zona de subjetivación política la desarro-
previstas”, “de incómodos boleros” –genitales, terial, como experiencia compartida y, por el Tanto sus poemas como sus ensayos podemos llo a profundidad en “Ética del sujeto ex-puesto”
musicales– “del deseo”. Con su interpelación otro, de la poesía como cuerpo y musicalidad. entenderlos como zonas de subjetivación, como (tesis de maestría). Allí, entre otras cosas, hago
del aquí-estoy-soy-hablo contra nuestra tanta Su poesía entera, andamio de versos sonoros, zonas de pliegue (4). Su poesía es el taller obs- contribuciones teóricas y críticas para una política
costumbre hogareña, contra nuestra pacatería es la imagen dialéctica, compositiva, del lujo y ceno donde hace posible su vida, su persona, y de la subjetividad. Para ello dialogo con los certe-
y tabú de país, y de mundo. Con ese despecho del silencio, de la mayor complejidad y la ma- con ella la vida de otras; donde pliega y repliega ros comentarios de Rafael Castillo Zapata sobre la
tan propio del bolero, tan caribeño, orgulloso, yor simplicidad humilde que allí se dan la ma- las posibilidades de hacer-subjetividad frente a escritura de Armando, así como con el pensamien-
regio, elocuente, lírico. Con esa melodía verbal no. Es también la imagen dialéctica de la vívida un mundo, y un país, que se empeñan en con- to de Gilles Deleuze y Michel Foucault sobre las
–sagrada y obscena– que no pocas veces se des- tensión en vilo, como urgencia así vivida entre formidades, en fobias sexuales, en políticas de zonas de subjetivación. Ver Rafael Castillo Zapa-
borda sin pudor pero con medida y paladar bien lo individual y lo colectivo. Esta poesía, esta es- la opresión, en fascismos flagrantes o velados, ta, “Prólogo”, en Obra poética, de Armando Rojas
ajustados; sin perder casi nunca la recurrencia, critura, nos presentan un interés desbordado en la destrucción de toda comunidad bajo las Guardia (Mérida: El otro, el mismo, 2004); Michel
variable, de la cesura y del silencio. Esa poesía en sí mismo que es, a la vez, la sostenida ten- consignas del miedo, o de la higiene social, cul- Foucault, El coraje de la verdad : El gobierno de sí y
que se extiende más allá de la cesura de cada dencia de someter ese propio “yo” al escarnio; tural, mental, fisiológica. Es el empeño de sus de los otros II. Curso en el Collège de france (1983-
verso como un jazz desbordado, fuera de qui- al escarnio de la Otredad, del prójimo, del país, poemas hacer de su artesanía de subjetividades 1984) (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
cio, y en cuyas sábanas, el caribe, el Siglo de de las necesidades más inmediatas de lo colec- un territorio político, particularísimo; nunca 2010); Gilles Deleuze, La subjetivación: Curso so-
Oro, Lezama Lima, Ernesto Cardenal, el mis- tivo. En este sentido, sus poemas nos invitan a una arena de meros juegos “esteticistas”, o pos- bre Foucault: Tomo III, vol. 3, 3 vols. (Buenos Aires:
ticismo, la filosofía de la sospecha (Nietzsche, despertar de nuevo siempre de todo sueño lí- modernos. Su poesía nunca se refugia en el su- Cactus, 2015); Gilles Deleuze, Foucault (Barcelona,
Freud, Marx...) y del diálogo (Levinas), se entre- rico autocomplaciente. El poema en Armando jeto como única alternativa; como eso que nos España: Paidós, 1987); José Delpino, “Ética y esté-
rredan, se acuestan, luctuosos, con la voz de un es siempre un sueño melodioso que despierta, queda, como el resto, o el opuesto, el sucedáneo tica del sujeto ex-puesto: La escritura de Armando
Daniel Santos o de una Toña la Negra, con las que se hace consciente de su precariedad tan- de la política. No. La escritura toda de Armando Rojas Guardia” (Máster, Caracas, Universidad Si-
vibraciones obscenas de una Caracas de lujos, to como de su propia potencia. Nos despierta, se impone la tarea de exponer al colectivo las món Bolívar, 2014).
de favelas, mercancías. Porque tiene alma de se despierta siempre esta poesía, por un lado, aporías fértiles del sujeto. De ese sujeto que in- (5) Rojas Guardia, Obra poética, 235.
6 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021

IGNACIO MURGA
HOMENAJE >> ARMANDO ROJAS GUARDIA: 1949-2020
Viernes 3 de Julio de 2020

A
yer, finalmente, después de varios me-
ses sin vernos, cuatro para ser más pre-
ciso, por las limitaciones propias de la
cuarentena, visité a Armando. Duran-
te este prolongado y lento tiempo: llamadas, en-
cuentros virtuales en los que hemos continuado
nuestro taller de poesía los viernes por la tarde,
intercambio esporádico de correos. No tuve que
ir hasta La Florida, desde hace unas semanas
está en el piso diez de un edificio que se levanta
justo en las inmediaciones de El Ávila, a la altu-
ra de El Marqués. Al llegar me abrió la puerta
una señora de edad avanzada, honda mirada y
manos tiernas, la señora Alicia, quien lo ha es-
tado cuidando con gran devoción y cariño. Me
hizo pasar a la sala y, después de avisarle, direc-
tamente al cuarto donde se está hospedando. Al
entrar todo estaba bañado de luz, luz incandes-
cente, abundante y regada en el piso, en las pare-
des, haciendo un trabajo que apenas pude adver-
tir en ese momento, al abrirse paso por los tres
grandes ventanales de la habitación desde donde
se aprecia el este de Caracas, el barrio de Petare
expandiéndose, el centro con las dos torres incó-
lumes de Parque Central allí detenidas y la “ba-
sílica boscosa”, como él bautizó a nuestra monta-
ña en uno de sus diarios. Entre sábanas blancas
acostado leía un pequeño libro de Fray Luis de
León, el cual soltó inmediatamente para sentar-
se y saludarme con unas leves palmadas en la
espalda. Algo se derramó dentro de mí al ver su
rostro amarillo como el tronco de este lápiz con
el que escribo, sus facciones agotadas, su cuerpo
con tanta masa muscular perdida, casi cuarenta
kilos, y sus ojos tristes y acuosos aún regalándo-
me una sonrisa. Le dije que descansara, que era ARMANDO ROJAS GUARDIA / ARCHIVO EL NACIONAL
temprano y faltaba más de una hora para iniciar

El sonido y la corteza
el seminario, que lo esperaría afuera.
Sentado en una mesa circular, en la terraza, sa-
qué una pequeña libreta para revisar las anota-
ciones dispersas de las últimas semanas, donde
estaba seguro de que encontraría algunos versos
que me habían conmovido al releer los Poemas
de Quebrada de la Virgen, y que quería compar-
tir con él. “¿Quieres un cafecito?”, me dice la se-
ñora Alicia, interrumpiendo mi búsqueda, desde La siguiente entrada de diario de Ignacio Murga relata su encuentro con Armando
la entrada de la cocina: “Está muy enfermo, pe-
ro eso sí, se come sus tres comidas, hasta repi- Rojas Guardia, el jueves 2 de julio. Una semana después, el jueves 9, fallece el poeta
te, y también merienda”. Continuó hablándome
de Armando, de los cuidados que le brinda, de la más anchas son las sendas. De donde se sigue cía, sus tonos se elevaban por encima de sus ha- por el cura, es decir, exalta su figura ambigua,
rutina que juntos han construido, y de allí brin- que de cualquiera suerte el amigo tiene trabajos, bituales coloraciones; el Pico Oriental, engalana- pecaminosa, contradictoria incluso, porque él,
có a la pandemia y, en otro salto, ya estábamos penas, gozos y consuelos por su Ama­do. do desde sus alturas, exhibía su capa verde, con en medio de su confusión moral, es un hombre
juntos contemplando la muerte, la de nuestros Pensativo iba el amigo por las sendas de su brillantes en toda su superficie, y la Cota Mil, su tocado por la gracia. La novela se llama El po-
seres más cercanos y queridos, la propia: “Hay Amado, y resbaló y cayó entre espinas, las cua- apretado cinturón plateado, serpenteaba hasta der y la gloria y en misa nosotros decimos: Tuyo
que rezar, hay que rezar mucho, sobre todo a la les le parecieron rosas y flores y que fueron cama desaparecer. El eco de las palabras del poeta se es el reino, el poder y la gloria por siempre, Señor.
Virgen”. El afán de encontrar aquellos olvidados de amores”. conjugaba con el silencio y subía a través de mis Y es como si la novela te dijera que el poder y
versos se desvaneció y mientras tomaba el café, Cerró el libro, lo lanzó en la mesa y se reclinó en piernas hasta encontrar los límites de un cuen- la gloria también están presentes en medio del
en medio del silencio estruendoso de las tres de la el sofá: “Bellísimas, ¿verdad?... Son expansiones co en el que vaciadas reposaban... ¿Cómo puede pecado y la confusión. Me recuerda esa frase de
tarde, una suave brisa fue rodeándome poco a po- del alma grande y sensible de ese gran poeta y este hombre, carcomido por unos tumores que lo altísima sabiduría de San Pablo: Donde abundó
co: sus manos primero en mi espalda, después en místico catalán. Las escribió sobre todo después van devorando minuto a minuto, siendo absor- el pecado sobreabundó la gracia”.
mis cabellos hasta deslizarse al pecho, sus brazos de orar, así que nos dejó marcado el camino a no- bido por la muerte, suscitar en nosotros el movi-
sosteniéndome me acunaban, y era, quizás, como sotros, es decir, leerlas y ponerlas en oración. Así miento de tantas partículas olvidadas, levantar el Mientras copio este fragmento de la conversa-
sentir el destello de la dulzura y la amabilidad de lo estoy haciendo, leo una en la mañana y la voy tono de voces secretísimas, incendiar clarividen- ción me comunican que se suspende la sesión de
cada una de las mujeres que cuidan a Armando degustando durante todo el día (…). ¿Sabes que cias?... Armando va rompiendo su bolsa amnióti- hoy viernes del taller de poesía. Armando está
en este momento crucial de su vida, las visibles la Compañía de Jesús, en el siglo XVI, prohibía ca, lo sé, las gotas de esa fuente limpian el polvo agotado y exhausto porque estuvo fuera de ca-
y las invisibles, las que cantan en primer plano la lectura de este opúsculo de Llull a pesar de que adherido a los cristales de esta vida. sa comprando medicamentos e intentando sacar
y las que están detrás del escenario. No me sor- es evidente que el libro de los Ejercicios Espiritua- Después de una hora, con estas palabras, termi- efectivo en varios cajeros. Se supone que debía
prende, el poeta, desde niño, y durante toda su les de San Ignacio tiene una doctrina espiritual nó la primera sesión del seminario: “Les ruego guardar reposo, como le indicaron los médicos
vida, ha estado rodeado de extraordinarias mu- semejante?”. Conversamos sobre lo que significa encarecidamente que oren y pidan por mí para después de la biopsia que le hicieron el miérco-
jeres, siempre atento a captar la sutil voz de la ese lema insigne de los jesuitas, “contemplativos que Dios me conceda en este momento tan difícil les, reposo absoluto. Evidentemente no lo hizo.
sabiduría que en ellas habita. en la acción”, y cómo apenas desde mediados del de mi vida la serenidad necesaria para encarar Tercera suspensión seguida del taller, nos siguen
siglo pasado se ha empezado a recuperar la di- los problemas de salud que estoy enfrentando, esperando, pacientemente, Vallejo y su poesía.
Del amigo y del Amado mensión mística de la vida de Ignacio de Loyola. que son muy serios y muy graves. Por favor, pi-
“Hermano, estoy anclado en el aspecto trascen- Me comentó que se había traído de su casa, pa- dan por mí para que Dios continúe otorgándome El sonido y la corteza
dental y teologal de la esperanza, porque en lo ra leer por tercera vez, El Reino de Dios, de José la gracia de la estabilidad psíquica, de la sereni- Antes de irme le quise preguntar por el peque-
que respecta a la evolución de mi enfermedad so- María Castillo, uno de sus teólogos predilectos, dad, del equilibrio interior”. ño libro que estaba leyendo cuando lo encontré
lo aguardo lo peor”, esas fueron sus primeras pa- al cual le fue retirada la venia docendi para po- acostado en la cama. “Ese lo encontré aquí, es la
labras (exactamente las mismas del texto donde der dar clases de teología y quien hace unos años Un hombre tocado por la gracia traducción del Cantar de Cantares de Fray Luis
comunicó su estado de salud hace días) al sentar- dejó la Compañía de Jesús voluntariamente para Sentados nuevamente en la sala, enciende un ci- de León. Siempre quise leerla y ahora llegó el
se en el sofá, después de ponerle tres cucharadas pasar a ser, jurídicamente, un “cura vago”. garro: “Quedé exhausto pero muy satisfecho. Me momento. Por traducir el Cantar del hebreo an-
de azúcar al café y probarlo. Y continuó: “La tó- emociona mucho dar clase, lo disfruto. Yo he des- tiguo al romance la Inquisición lo encarceló du-
nica general con la que asumo esta situación es la Incendiar clarividencias cubierto que es una vocación tan importante para rante más de cuatro años. Este gran poeta de la
serenidad. Tengo, a veces, exceso de mal humor Nos dimos cuenta de que faltaban cinco minutos mí como la escritura”. Detalladamente me cuen- lengua española dijo, según estuve leyendo, que
y de impaciencia y la pago con quien no debería. para iniciar el seminario y procedimos a prepa- ta cómo fueron sus inicios como coordinador de su intención no fue ahondar en el sentido espi-
Pero esos son datos más bien puntuales y esporá- rar todo desde la mesa del comedor: conectar el talleres desde finales de los años ochenta en Mé- ritual del texto sino en el sonido y corteza de la
dicos, porque me embarga una gran serenidad, dispositivo, prender la tablet, activar el salón vir- rida, recordando a muchos de sus participantes, letra, buscando lo que significarían si fuesen di-
que es el regalo que me ha hecho Dios en este tual, enviar el usuario y la clave a los participan- ahora “entrañables amigos”, y, en medio de una chas por un hombre y una mujer que se aman.
momento de mi vida”. En silencio nos quedamos tes, aceptar sus invitaciones, etc. “Empieza hoy anécdota sobre uno de ellos, un dolor agudo lo Lo que quería Fray Luis era rescatar el conteni-
hasta que se percató de que mi mirada fue atraída esta aventura intelectual y espiritual que hemos interrumpe: “Ahora la molestia que siento es un do erótico del Cantar para que la metáfora espi-
por un libro que descansaba sobre la mesa, era El titulado La experiencia mística y el cuidado de sí. peso doloroso en el abdomen, que no es constan- ritual tuviera mayor fuerza. Es precioso eso del
libro del amigo y del Amado de Ramón Llull: “Lo Los místicos son los maestros de la vida interior. te, aparece así de repente”. Pensé, entonces, que sonido y la corteza, ¿verdad? Su influencia en la
leí por primera vez en mi adolescencia, lo encon- La experiencia mística ocurre en el fondo de la ese dolor era una señal evidente para poner fin poesía española es notoria, fíjate que Jorge Gui-
tré en la biblioteca de mi papá”. Recorrí por en- interioridad del sujeto, en el abismo de su pro- al encuentro, que ya pasaba de las dos horas. Sin llén, uno de los grandes representantes de la ge-
cima sus páginas, percatándome de que eran un pia carnalidad subjetiva, de modo que los místi- embargo, la señora Alicia apareció nuevamente neración del 27, publicó una edición crítica de
conjunto de meditaciones numeradas, un brevia- cos nos enseñan a relacionarnos creadoramente ofreciéndonos café y galletas, y esto dio pie a que este libro de Fray Luis”.
rio, y de inmediato le dije que me leyera las que con nuestro mundo interior, con ese insondable Armando me siguiera hablando de sus lecturas: Encendió la mitad de un cigarro que reposaba
más lo habían cautivado: abismo que todos llevamos dentro. Existe en el en el cenicero acompañado de colillas y ceni-
fondo del sujeto un pozo interior inagotable, una “Quiero que leas El poder y la gloria de Gra- zas, y después de aspirarlo cuatro o cinco veces
“Cantaba una avecilla en un ramo lleno de ho- carnalidad subjetiva que hay que atender y que ham Green, la estoy leyendo de nuevo con cal- seguidas, en un único movimiento, lo apagó.
jas y flores y el viento movía las hojas y espar- hay que aprender a percibir, disfrutar y cultivar: ma, muy despacio”. Con energía renovada, otro Con un abrazo nos despedimos en medio de la
cía el olor de las flores. Preguntaba el amigo a los místicos nos enseñan cómo hacerlo”. café y otro cigarro, se sumergió en la trama de sala. Mientras manejaba de regreso a casa se
la avecilla “qué significaba aquel movimiento Mientras desarrollaba estas primeras ideas y la novela: “Hay dos personajes principales, un me ocurría que podría visitarlo los jueves en la
de las hojas y el olor de las flores”. Respondió nos explicaba que la palabra “mística” tiene su teniente perseguidor de la Iglesia en el México tarde, conversar y compartir con él y apoyarlo
“que las hojas en su movimiento significaban origen en el vocablo griego myein que significa de principios del siglo XX, un hombre goberna- con las siguientes sesiones del seminario. Ave-
obediencia y el olor de las flores el tolerar tri- “cerrar”, con la connotación más precisa de “ce- do por un principio ideológico; y luego está el riguaré cómo conseguir un salvoconducto que
bulaciones y angustias”. rrar la boca”, separé mi espalda de la silla para sacerdote católico con grandes faltas morales, me permita atravesar las incontables alcabalas,
sostenerla rectamente y concentrarme con más borracho, con una hija que concibió a pesar de porque esta cuarentena sigue extendiéndose. ¿Y
Cuanto más ásperas y estrechas son las sendas facilidad en mi respiración, en lo que acontecía su voto de castidad, un hombre muy contami- Armando, su enfermedad?, ¿cuánto tiempo?
por donde camina el amigo a su Amado, tanto en ese momento. Los rayos del sol iluminaban nado con el pecado pero de gran sensibilidad ¡Basta!, nos está velado, a todos, el conocimien-
más anchos y deliciosos son los amores, tanto todo el valle de Caracas, la montaña resplande- espiritual. Green contrapone las figuras y opta to del día y la hora.
EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021
Papel Literario 7

POESÍA >> PERTENECEN A SU LIBRO COSMONAUTAS, RECIÉN PUBLICADO

Poemas y collages de Enza García Arreaza


• •

la ausencia de mi gato se ha convertido La adrenalina de salvarte no basta para sofocar a esa criatura
en un duende sórdido un grillete perpleja sentada en tu esquina, esa serpiente supercalifragilísti-
ángel que me amputaron y dejó un hueco en el futuro ca que escupe antimateria y serios pormenores, eso de que ahora
empiezan las últimas veces de ustedes la convención de sordos
la ausencia de mi gato es un quásar y un documento mutuos y minúsculos acuerdos de cumpleaños y desgracias, me-
riendas, cigarros, Juan Gabriel, la pelona, la pelúa, el Rey León
• y, sobre todo, algo de clonazepam. Me voy a guardar estas miga-
jas en el bolsillo, dices. Pero no dices nada.
mamá me roba la plata el sueño los gatos me roba los novios ma-
má se queda con todo y tose mamá nunca se muere mamá quiere •
zapatos nuevos mamá siempre sospecha mamá jode más que un
carro viejo mamá nació para embrujar la casa mamá fue bella y escribir poesía no es tener sentimientos
coge candela y no tiene futuro mamá se mueve como una medusa COLLAGE NÚMERO 10 / ENZA GARCÍA ARREAZA y declarar cada tres minutos en la red social Twitter
químicamente pura y sin arco narrativo pura estela mamá acosa • que estás rota aprendiz Pizarnik o Lispector
a los pájaros ignora los planos celestes y asedia mamá escarba pu- sin duda menos especial que un combo de pollos Arturo’s
ja muge flota en el reverso y mata el arcoíris por la cabeza mamá en 1991 no es declarar que la curva de una mujer es tu vicio
come culebras y afianza un imperio mullido mamá teme a la jus- un congorocho invadió y que te odias mejor que nadie
ticia y de noche dice que el Miguel arcángel le pasa mano mamá mi canal auditivo derecho y Aleida señora madre terrible infante que se jura leyenda
aguanta la lluvia nuclear y decide quién puede dormir lo extrajo de los grandes palos por donde caminaba Montejo
con su uña meñique cuando todavía no imaginábamos el tamaño del cráter
_________
esa noche hubo conmoción y rescate quizás es poesía porque estamos todos muertos
1. éramos una familia joven
A veces cuento una historia porque no puedo moverme. Pero de pocas anomalías
la verdad es que me gusta volver sobre las cosas que me parali-
zan. El otro día leí en Twitter unos versos de Auden: And ghosts a la mañana siguiente
must do again / What gives them pain. Y me reí. Además, uno Aleida indispuesta por mi lentitud comensal
siempre quiere sentirse especial creyendo que tiene algo en co- estrelló mi cabeza contra el plato de lentejas
mún con los poetas ingleses, lo cual no sé si es amor literario o y desde entonces una cigarra
racismo endógeno. se poza sobre el oficio de mi canon occidental
de mira ve
• a nadie le importa
un bólido te quemó la ropa que ayer tarde la lavé
leí que alguien escribe
con “valentía sobrecogedora” en silencio coño en silencio

wow que la cigarra no haga bulla es desde luego


lo peor
yo solo escribo con pesar
hace tres días que no voy al baño no queda otra [para Adalber Salas Hernández]
que regar mi planta venenosa COLLAGE NÚMERO 15 / ENZA GARCÍA ARREAZA
y soñar que un pollo en brasa me persigue para ofrecernos • •
un dios de precarias connotaciones republicanas
3. por Tarkovski hay que dibujar un caballo
• Pero entonces a veces cuento una historia muy larga que es siem- y sentir vergüenza
pre la misma pero siempre me asfixia y es porque no puedo mover- naciste sin pelos y con exceso de cielo
cuando era niña me. Escribir, en mí, es negociar el aire con la parálisis y el mundo. y hay que tomar en cuenta que los abedules
temía una invasión alienígena También es luchar contra el aburrimiento o la flojera, y última- se incendian como todo
aullaba en secreto cada vez que pensaba en la nave nodriza mente contra la sensación de que es ridícula esta parte de mi vida y cada niño muerto será un peso en tus hombros
y además quería cogerme a Fox Mulder frente a esa otra parte de mi vida donde corro por salvarme en un hay que leer un poema de nieve fastidiosa
país sin antibióticos ni democracia. Ser escritor tiene algo de sál- pedirle a la sombra de la casa que nos devore despacio
quizás por eso al mismo tiempo vate como puedas y de montaje pretencioso. A mí me encanta, es- que nos deje una ñinguita de voz
temía que llegaran los hombrecitos verdes cabezones pecialmente si me invitan a otro país y termino como el centro de para la plegaria cuando venga la noche y el rito solo
o mis abuelos muertos a castigarme atención, porque vengo de esta filial del averno y todo lo que digo de recoger amadísimos escombros de escarcha
con fuego eterno se interpreta alegóricamente o con lástima. Luego hay que llegar aunque seamos trópico
porque había descubierto a casa y rumiar lo estrambótico del espectáculo, hay que asumir porque malditos estamos y el temblor es santo habitual
mi centro de gravedad entre labios mayores la soledad primaria que subyace en cada palabra –y cada palabra, por Tarkovski hay que volver sagradas las grietas
que es más o menos tiempo robado a la sentencia de muerte, la dis-
qué infeliz era dios mío tancia entre un juego y el destino. Entonces te avergüenza todo y •
gordita y libidinosa te preguntas si esa vergüenza, en parte, no es también otro show.
hija de pobres y taciturna además creía que era muy bruta Lo único malo de los poetas que sobreviven –pongamos que me
y que jamás obtendría un empleo en el FBI • refiero a cualquier poeta polaco– es que llegan iluminados por
esa estúpida gallardía sagrada, culpándote porque eres apenas
• en 2008 aprendí varias cosas un joven del tercer mundo convencido, entre otras cosas, de que
por ejemplo no podrás sobrevivir.
la asfixia era una alternativa es mala idea ponerse de novia con un muchacho Me entra la sarna cada vez que los leo y recuerdo que no puedo
ponías a prueba cuyo padre dejó a su esposa por otra mujer matarme. Es una canción muy larga no poder matarse, es el peso
la veracidad de las estrellas de cada año intentando venerar este sacramento arrepentido.
al final puedes terminar metida
en una caja de zapatos •
te pueden pedir
que bailes con unos lobos de segunda mano esta guerra se trata
y ofrezcas tu hígado al mejor postor de no abandonar la casa
y ni siquiera
la gente es interesante claro tu cuarto con sus grietas y calcomanías
pero los niños abandonados son todos esta guerra
caníbales es entre mi hombre lobo dormido
y tu jardincito púbico

requerimos pruebas de planes celestes
siempre hay una vieja y que atestigües el compromiso
a punto de hacerme la vida imposible del cosmonauta
quiere ser mi amiga mi consejera no sea que una ventana se abra de golpe
quiere prepararme una sopa y darme nociones de bruja e irradies esperanza sobre Siberia
quiere decirme que me cuide el dulce
y que no tome en serio a mi marido esta guerra es para ver si conquistas otros mundos
a pesar de que ya no das la talla como asteroide
quiere hacerme su hija honoraria
[por lo general esta clase de vieja tiene al menos una hija •
que no la soporta ni la llama]
y quiere que le deba todo un vestido una taza el país muerto
una carta de recomendación y un unicornio más fantasma que punto G
más cizaña que amuleto
y es ahí el país gusanero y excepcional
donde yo solo pienso en ese dialecto pabloescobar
que aprendí en Netflix pero papá sigue vivo o eso dice la leyenda
ay pero no sea usted tan gonorrea hoy recogió parchitas y puso
ni que fuera Wisława Szymborska tres canciones de Roberto Carlos
ni que la mismísima Emily Dickinson
hubiera saltado la verja que separa
la eternidad del chisme y hubiese reencarnado
COLLAGE NÚMERO 12 / ENZA GARCÍA ARREAZA en esa derrota
cazar muchachitas para odiarlas de cerca *Cosmonautas. Enza García Arreaza. Edición: Fundación La Poeteca.
plot twist: I am getting old too Venezuela, 2020.
8 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021

LECTURA >> EL MÁS RECIENTE LIBRO DE ENZA GARCÍA ARREAZA

ENZA GARCÍA ARREAZA / ARCHIVO TORRIVILLA

Apuntes sobre la gaveta de una cosmonauta


ALEJANDRO MARTÍNEZ
“En Cosmonauta todo parece estar al borde del desmoronamiento, en un abandono

C
uando terminé mi primera exploración
de Cosmonauta quedé dudando de cómo
y una soledad que no logran resarcirse. Pero este derrumbe, este desplome,
proponer algunas claves de lectura sobre perdura al borde, en suspenso, o como escribe Enza al cierre de Cosmonauta, ‘el
este artefacto que demandaría, más bien,
un seminario para su inagotable discusión. Y di- fin de mundo era esto/ un cohete que no tenía cielo’. Este permanente estado
go artefacto a falta de mejor palabra, o porque
decir libro me parece ya insuficiente para este de flotación de un cohete sin cielo se trasluce también en la propia disposición del
conjunto de textos, imágenes, disposiciones tex-
tuales y símbolos, desplegados como una conste-
artefacto, donde se me hace difícil aterrizar y quedarme con una sola imagen o
lación de recuerdos, imaginaciones, invenciones, poema, donde cualquier alunizaje es tan solo momentáneo, donde más bien siento
pieles, dolores, deseos que Enza García congre-
ga en Cosmonauta. Este título me hace pensar la necesidad de continuar sondeando la galaxia que Enza ha armado”
también en el Altazor, de Vicente Huidobro, en
la sensación de desprendimiento de su hablan- todo ello e ir directo a los poemas, dispuestos de ciertas ideas, ciertos mitos, el regreso tal vez Enza, es a la vez “el único lugar donde estamos
te lírico, esa experiencia de la caída y desarticu- manera más difusa a lo largo de las páginas, di- ominoso tal vez destructivo de un pasado hecho a salvo”, pero donde asimismo podemos ser he-
lación del sujeto, ese devenir del lenguaje en el ferenciados de los nueve pasajes al tener un ta- imagen, de un tiempo remoto hecho verbo. Sin ridos. Cosmonauta constituye la emergencia del
Canto VII cuando leemos, o quizá escuchamos, maño de letra menor. Sin embargo, pienso que embargo, esta acumulación de objetos, recuerdos, despliegue de palabras e imágenes que Enza ha
una pura secuencialidad vocálica que hace im- más bien debemos adentrarnos en este artefacto palabras, oblitera incluso la razón del conservar, ido acumulando durante años, símbolos y voces
plosionar el propio libro. Pero a diferencia del como cosmonautas u observadores de galaxias, el objeto que la lleva a archivar. “Tengo asuntos que no pierden su cadencia a pesar de la distan-
poeta chileno, o mejor dicho, entre muchas dife- errando en una constelación de imágenes, ma- secretos. De hecho, no recuerdo dónde los puse” cia, a pesar del tiempo. Como la maleta de Walter
rencias que podamos hallar entre Altazor y Cos- terialidades y formas sin puntos cardinales que escribe Enza sobre un collage al que acompaña Benjamin, con el valioso manuscrito que intentó
monauta, resulta que en este último más que una nos guíen, para entonces armar nuestro propio con el interrogativo where. Estos asuntos secretos proteger a toda costa antes de morir, hoy perdido
caída estamos ante un estallido espacial que se mapa, nuestro personal tablero de dirección, en quizá estén dispersos a lo largo de Cosmonauta, y del cual se especula que pudo haber sido una
expande y nos hace navegar por tiempos y luga- la medida de que vayamos localizando o proyec- atrapados en un umbral de silencio donde esta o versión final de sus Tesis de la historia, o como
res inhóspitos. tando puntos de referencia que nos sitúen o an- este cosmonauta continúa errando. Marcel Duchamp con su Caja en una valija, un
En Cosmonauta todo parece estar al borde del clen temporalmente. Así, algunas configuracio- En una reciente entrevista realizada por Sandra museo en miniatura con réplicas de gran parte
desmoronamiento, en un abandono y una sole- nes o constelaciones de sus recortajos, poemas Caula, Enza hace énfasis en su tendencia a acu- de su trabajo como artista y que llevó consigo a
dad que no logran resarcirse. Pero este derrum- y pasajes harán que prestemos más atención a mular cosas: “acumulo fotos que tomo, acumu- Estados Unidos huyendo del avance del nazismo
be, este desplome, perdura al borde, en suspenso, la memoria familiar, pero en otras será el cuer- lo productos de papelería japonesa y todo cuanto en Europa, Cosmonauta es un archivo migrante,
o como escribe Enza al cierre de Cosmonauta, “el po, marcado por, como escribe Enza, “rastros de pueda reciclar para mis collages, acumulo cajas un artefacto capaz de contener en sí un universo
fin de mundo era esto / un cohete que no tenía aquel estallido/ donde mueren dinosaurios”, y de colores, y siempre recuerdo cuando las cosas donde lo personal no puede separarse de la ur-
cielo”. Este permanente estado de flotación de un en otras, más bien, la experiencia del migrante me faltaban, recuerdo los momentos más humi- gencia del presente político.
cohete sin cielo se trasluce también en la propia cobra lugar. Adentrarse en Cosmonauta, insis- llantes”. Quiero detenerme un momento en este Quiero cerrar pensando en la futuridad de este
disposición del artefacto, donde se me hace di- to, no supone buscar el producto final, es decir, afán acumulativo, en esos niños titanes, como es- artefacto. Como tengo el placer, pero también el
fícil aterrizar y quedarme con una sola imagen no implica descender en alguno de sus planetas cribe Enza en un poema, “que crecen y recogen vicio de vivir 24/7 en la academia, encerrado en,
o poema, donde cualquier alunizaje es tan solo o satélites textuales y visuales para plantar una sus cosas muertas en un saco”, para entonces es- como diría Borges, ese “universo (que otros lla-
momentáneo, donde más bien siento la necesi- bandera. Más bien, Cosmonauta precisa de su- pecular sobre esa gaveta de las fotos viejas. man la biblioteca)”, y más aún en un campus uni-
dad de continuar sondeando la galaxia que Enza mirnos en el proceso de su propia construcción, Imagino Cosmonauta ya no como libro ni co- versitario que, como dijo un conocido que lo visitó,
ha armado. entender cómo sus partes funcionan en simul- mo artefacto, sino como un cúmulo de papeles solo se escucha el murmullo de la gente pensan-
Así, cuando me acerco a Cosmonauta, no puedo taneidad, preguntarnos por la estructura de sus en una gaveta en un escritorio de Enza en la Uni- do todo el tiempo, no puedo dejar de especular en
leerlo u observarlo como tradicionalmente nos collages, por cómo se disponen entre uno y otro versidad de Brown. Pero también imagino Cos- los posibles textos, reflexiones, ideas, tesis, tweets,
han enseñado a abordar un libro. Por su propia poema, qué figuras y símbolos retornan una y monauta viajando con ella en una maleta desde que surgirán a partir de Cosmonauta. Cuando me
disposición, Cosmonauta tiene varias formas de otra vez sea en verbo o en imagen, qué relaciones Venezuela a Estados Unidos. Cosmonauta es un preguntan una y otra vez sobre qué se ha escrito
ser leído, visto u ojeado. Podemos leerlo, claro se van estableciendo entre cada signo, palabra, refugio, ese estado de la imaginación que, según en literatura sobre la diáspora venezolana, sobre
está, desde la primera a la última página, en un ícono u objeto que Enza ha decidido presentar la dictadura, sobre la crisis social, se me hace to-
orden secuencial quizá engañoso, acordes a una en conjunto. davía complicado desplegar una lista exhaustiva
normatividad editorial en la que pueda figurar Pero a todo esto, Cosmonauta resulta ser tam- de obras o artefactos, tal vez porque seguimos tan
como libro. Podríamos también centrarnos solo bién un artefacto que viaja, que se desplaza entre sumergidos en esta debacle, tal vez porque el mer-
en cada collage, o “recortajo” como los denomina espacios y temporalidades heterogéneas, flotando cado literario prefiere ciertas narrativas más fáci-
Enza, intentando armar una poética visual del sin gravedad a la deriva como una nave que trans- les de comercializar. Sin embargo, y aquí termino,
funcionamiento de sus recortes, de las configura- porta una colección de muestras recopiladas de tras haber navegado en Cosmonauta, encuentro
ciones de sus imágenes y sus hilvanaciones con
los textos escritos a mano o tomados de publica-
diversos asteroides. En este sentido, Cosmonauta
me hace pensar en Walter Benjamin y en Marcel
Cosmonauta tiene que este artefacto de Enza García no es tan solo
una valiosa obra visual y literaria, sino una inter-
ciones impresas que las acompañan. También Duchamp, sobre los que volveré en un momento. varias formas de ser vención fundamental que desde ya hay que tomar
podríamos atender exclusivamente a los nueve En uno de los poemas, Enza escribe “abrí una ga- en cuenta para cualquier lectura o abordaje sobre
pasajes narrativos, tipográficamente de mayor veta y me atacaron fotos viejas”. Pienso que allí leído, visto u ojeado” la realidad venezolana.
tamaño, suerte de abrebocas de cada sección de radica una de entre las varias claves de Cosmo-
poemas, pero que a su vez imagino como anota- nauta: la imposibilidad del desecho, de abando- *Cosmonauta. Textos y collages de Enza García Arreaza.
ciones de un diario. O tal vez podríamos ignorar nar del todo ciertos objetos, ciertos recuerdos, Fundación La Poeteca. Caracas, 2020.
EL NACIONAL DOMINGO 10 DE ENERO DE 2021
Papel Literario 9

Poemas de Geraldine Poemas


de Amarú
Gutiérrez-Wienken Vanegas

AMARÚ VANEGAS /
ARCHIVO LA POETECA

La pira
Después de los temblores vino la fiebre.
La pira inflamó las cabezas
con su hacha de sabiduría.

Los ciudadanos poseídos,


en el hilo de una conciencia colectiva,
enfrentaron el golpe. Todo era misterio.

Fue necesario bordear


el camino del último círculo infernal,
arrastrarse en la pornografía del dolor
donde la belleza y el horror se dan la mano.

No fue fácil llegar al puente y cruzarlo,


pero solo así
podrían alcanzar el resplandor del horizonte.

Innato
Cada uno llegará
a la mordida inaugural
de su propio desastre.
Entonces
abrirá los ojos
por primera vez.

Vida
Se aprieta dentro del vientre
moviendo los límites a escondidas.

La cosa con vida propia


es la parte-otra no calculada
en la estadística de anteriores anatomías.

Reza quedamente, entre ombligo y costillas,


para que nadie escuche sus murmullos.
Así aprendió con los estímulos externos
del telenoticiero.

La criatura abre los ojos de escasas pestañas


pegadas a sus flácidas mejillas.
Entre el amasijo trata de intuir el exterior;
distinguiendo la escena
GERALDINE GUTIÉRREZ-WIENKEN / ARCHIVO LP5
que se cuela enrojecida a trasluz.

Sopesa los silencios,


los movimientos torpes,
hasta que la sospecha
Tautologías Archivo [en construcción] se clava en el corazón prematuro.

Las cosas del mundo también suceden Ese modo de caer La vida encontrará su suerte.
en la casa los techos las paredes que tienen las cosas
también se cansan en su lugar
de lo absoluto Hugo Mujica
en casa de mi vecina El trueno acaso llega como un pájaro perdido,
de la oscuridad suben las persianas a las cinco hincado en la memoria de los pueblos.
La ruptura es común. No fulgor no soles sale la iguana de la historia
el cuadrado debió tener cuatro esquinas Olfatea las mínimas historias interceptando
y lo redondo un cántaro redondo —amarrarnos a los rieles debimos sus secretos.
naufragar La revelación del trueno es furia de sonrisa lenta,
ser de idas y vueltas íntimo torbellino su rasgadura
el hogar circunscribe así los labios las vicisitudes descubre un alivio de voces dentro de cada cabeza.
la cronología es una un día y otro más Él sabe que,
cuestión de tiempo flotante se van concluida la voluntad,
archivando cada habitante
se enfrentará inevitablemente a su verdadero rostro.

Donde Heine Le causa gracia el hallazgo


Sin verbos auxiliares y en el lugar de los abismos
En mi habitación suple infinitas formas de resurrección.
hay una butaca En mis manos suda el tiempo Siquisique Se preparan los oídos ante el dios
vocablo primitivo que magnifica el minúsculo aleteo de los insectos,
en mis nueces decembrinas mondo tus días despeñando almas vidriosas,
ante la ley víctimas anteriores de ídolos menos célebres.
ni nos movemos Aguada Grande tus sisales Madreflor Entonces,
donde Heine ataviado y perfumado para el banquete final,
a medio pan de domingo sin querer salir anuda las voces del sangrado que otros cuellos le ofrecen.
puede desafinar
pero es trago amargo tu insomnio [el de los míos] Aumenta su neurosis y sin comprender su peso
agua cotidiana muere
en el más esplendoroso rugido.
todo miedo sabe in fraganti
que no es El mismo ruido
ninguna novedad A donde quiera que miro / tierra haciéndose polvo Mi sueño inicial es la noche,
visión dionisiaca
en mi habitación —Hannah y yo donde pongo la oreja emigran bobinas que tiene todos sus hijos enmarañados.
una butaca de alambre de espino. Babel es una barca y bambolear Escucho su tormenta.

Dura toda la vida. Esperar Viene por mí,


es pelar una pera verde-esperanza. Y nosotros a pie es la única fuerza que entiende mi alma.
Somos el mismo ruido.
para sobrevivir hogueras de tiempo inhalamos

*PERTENECEN A SU LIBRO FISURAS, PREMIO EDICIONES EMBALAJE, DEL


XXXV ENCUENTRO DE POETAS COLOMBIANAS DEL MUSEO DE RAYO,
*Poemas inéditos. Escritos en 2017. COLOMBIA (2020).

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