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LA ILUSTRACIÓN I B E E I C A 335

Entonces recordé. Yo había sido uno de los —Me llamo Umbopa,—contestó el indígena.
LAS MINAS DEL REY SALOMÓN guias de Lord Chelmsford en aquella desgra- —Soy hijo del pueblo zulú, pero no pertenez-
ciada guerra con los zulús, y tuve la buena co á él. L de mi tribu está en el lejano
H. R I D E HAGGARD suerte de que se me diera orden de salir del norte, y allí quedó cuando los zulús bajaron
campamento con algunos carros el día antes de aquí hace mil años, mucho antes que Chaka
la batalla. Mientras esperaba á que se recogiese reinase sobre ello. No tengo kraal (vivienda).
(CONTINUACIÓN) el ganado trabé conversación con aquel hombre, Durante muchos años he andado errante. Cuan-
Asegurado ya de estos dos auxiliares, inútil- que gozaba de cierta superioridad sobre los au- do niño, vine desde el norte á la tierra de los
mente busqué un tercero que me conviniera, xiliares indígenas, y el cual me manifestó sus zulús, y estuve á las órdenes de Getywayo en
de modo que resolvimos marcharnos sin él, dudas sobre la seguridad del campamento. Yo el regimiento de Nkomabacosi. Después fui al
confiando en hallarle en el camino; pero, en la le dije que se callara, dejando arreglar las co- país de Natal, porque deseaba observar las cos-
víspera del día señalado para la marcha, el zulú sas á otros más inteligentes que él. Pero des- tumbres de los blancos; y más tarde tomé parte
Khiva me dijo que un hombre me esperaba en pués recordé sus palabras varias veces. en la guerra contra Getywayo. Desde entonces
la puerta para verme. Era de noche, estábamos —Sí,—repuse;—ya me acuerdo. ¿Qué de- he trabajado en Natal, mas ahora estoy cansado
acabando de comer, y apenas concluimos di or- seas? y quisiera volver al Norte, pues aquí no estoy
den para que le condujeran á nuestra presencia. —Voy á decirlo, Macumazahn.—Este era el bien. No pido dinero alguno, pero soy hombre

Trajes de casa

Pocos momentos después entró un hombre nombre que me daban loa kafirs, y significa el de valor y merezco la comida que me den. He
alto, de muy buena presencia, de unos treinta hombre que durante la noche está con los ojos dicho.
años de edad, y de color muy claro por ser zulú. abiertos.—Sé que vais á emprender una expedi- Aquel hombre y su manera de hablar me
Lo primero que hizo fué levantar su palo por ción lejana por la parte del norte con los jefes preocupaban. Era evidente que decía la verdad,
vía de saludo, y sentarse después en el suelo, con blancos que vienen del otro lado del agua. ¿No mas diferenciábase bastante de los zulús ordi-
las piernas cruzadas, sin decir la menor palabra. es verdad? narios por su proceder, y no dejó de infundirme
Por de pronto no hice caso de él, porque esa es —Sí. alguna desconfianza su proposición de ser-
la costumbre. Si se traba conversación desde —También he oído decir que llegaréis hasta virnos sin salario alguno. No sabiendo qué
luego con un zulú, éste puede creer que la per- el rio Lukanga, una jornada de luna más allá hacer, traduje sus palabras á Sir Enrique y al
sona que le habla tiene poca dignidad ó goza de del país de Manica. ¿Es cierto, Macumazahn? capitán Good, pidiéndoles parecer. El primero
escasa consideración. Sin embargo, observé que —¿Por qué preguntas dónde vamos, ni qué me rogó dijera al indígena que se pusiera en
mi hombre era un keslha (hombre de anillo), es te importa?—contesté algo receloso, porque ha- pie. Hízolo así Umbopa, dejando caer al mismo
decir, de aquellos que llevan en la cabeza una bíamos guardado el mayor secreto sobre nues- tiempo el largo levitón militar que usaba, y en-
especie de cerco negro formado con cierta goma tro viaje. tonces se dejo ver casi desnudo, es decir, cu-
brillante y entrelazado con el cabello, distintivo —i Oh hombres blancos! Es porque, sr pen- briéndole sólo el moocha que rodeaba su cintu-
de los zulús que llegan á cierta edad ó catego- sáis ir tan lejos, yo os acompañaría con gusto. ra; también llevaba un collar formado con garras
ría. Parecíame haber visto la cara de aquel in- Había cierta expresión de dignidad en el de león. Umbopa era verdaderamente un hom-
dígena en otro tiempo, pero no recordaba dónde. modo de hablar de aquel hombre que en vez de bre de magnífico aspecto y de las mejores for-
—Bueno,—dije al fin;—¿cómo te llamas'? llamarnos Inkoosis (jefes) nos daba el nombre mas, y seguramente no había visto yo ningún
—Umbopa,—contestó el hombre con voz pro- de hombres blancos, y esto me agradó. Sin em- indígena que se le pudiera comparar por este
funda. bargo, no lo di á conocer en mi contestación. concepto. De seis pies de estatxira por lo menos,
—Me parece haberte visto en otra parte. —Te olvidas un poco de ti mismo,—le dije: era ancho de pecho, y sus músculos revelaban
—Si: el Inkoosi (jefe) vio mi rostro en el ese no es modo de hablar. Dinos tu nombre, y una fuerza hercúlea. En cuanto á la piel era de
punto llamado la Manecilla (Isandhlwana) el sepamos donde tienes tu vivienda, para que yo color muy claro, y en algunas partes del cuerpo
día antes de la batalla. pueda saber con quien tratamos. veíanse cicatrices de antiguas heridas. Sir En-
336 LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

rique se acercó á él y le miró de pies á cabeza. Al oir el canto de Umbopa todos nos reimos, Hallábanse á unas trescientas varas de nos-
—¿No es verdad que son un buen par?— reconociendo que nuestro auxiliar sería muy otros, y por lo tanto fuera de tiro; pero el capi-
preguntóme el capitán Good. capaz de distraernos, por lo cual le cobramos tán Good, que iba delante con su carabina bien
—Me agrada vuestro aspecto, señor Umbopa, cariño. cargada, no pudo resistir á la tentación, y apun-
—dijo Sir Enrique en inglés,—y os admitiré Ahora voy á decir cuál fué, la aventura á que tó á la última girafa. Por una singular casuali-
á mi servicio. me refería antes. dad la bala tocó en la parte posterior del cuello
Umbopa le comprendió sin duda, pues con- A los quince días de haber salido de Inyatí del animal, rompiéndole el espinazo, y la gira-
testó en zulú: llegamos á una comarca asaz cubierta de bos- fa rodó por tierra como un conejo. Jamás había
—Está bien. que y regada por cristalinos arroyos. En varios visto nada tan curioso.
Y después, midiendo también con la vista al sitios abundaban densos matorrales (idoro) —¡Rayo del cielo!—gritó el capitán (Good
Sr. Curtis, añadió: asi como también una especie de árbol, el ma- tenía la costumbre de maldecir y renegar cuan-
—Los dos somos hombres. cahelo, que da un fruto amarillo muy sabroso. do se excitaba; vicio adquirido, sin duda, en su
carrera de marino).—¡La he matado!
CAPITULO IV —¡Ou, Bougwan, ou, oii! — exclamaron los
kafirs.
LA OAZA DE KLEl'ANTKS
Los indígenas llamaban al capitán Bougivan
No me propongo narrar á la me- (ojo de cristal), á causa de su lente.
nuda todos los incidentes de nues- —¡Bravo, Bougwan!—repetimos Sir Enri-
tro largo viaje hasta el kraal de Si- que y yo, imitando á los indígenas.
tanda, cerca de la confluencia de Desde aquel día el capitán Good alcanzó
los ríos Lukanga y Kalukwe, viaje gran fama entre los kafirs como cazador; pero
de más de mil millas desde Dur- la verdad es que tiraba muy mal.
ban, de las cuales fué preciso reco- Después de haber dado orden á varios de
rrer á pie las últimas trescientas á nuestros auxiliares para que cortaran la carne
causa de la frecuente presencia de mejor de la girafa muerta, construimos una
la terrible tsetse, mosca cuya pica- especie de cabana á cien varas de uno de los
dura es fatal para todos los anima- charcos, y la rodeamos circularmente de una
les, excepto el hombre y el asno. cerca con espinos. Una gran cantidad de césped
Habíamos salido de Durban á nos sirvió para hacer un blando lecho.
fines de enero, y en la segunda se- Terminada la construcción de la cabana, nos
mana de mayo acampamos cerca del sentamos á comer á la luz de la luna, y por
kraal de Sitanda. Nuestras aventu- cierto que no faltaba el apetito. Teníamos á
ras en este trayecto fueron muchas nuestra disposición abundantes tajadas, pero
y diversas; pero como eran de las mejor era el tuétano de los huesos, muy sabroso
que ocurren generalmente á todos en las girafas: yo no hé conocido nada mejor co-
los cazadores africanos, sólo referi- mo no sea el corazón de elefante.
ré una, á fin de que mi historia no
Traducción de
adolezca de pesadez.
En Inyatí, última estación de trá- (Se continuará) ENRIQUE DE VERNEUIL
fico, en el país de los Matabelos,
donde es rey Lobengula (un gian
bribón), debimos separarnos, con
sentimiento, de nuestro cómodo ca-
rro, pues sólo quedaban once bue-
yes do los veinte comprados en
Durban. Uno de ellos se perdió á
Pectoral de Cereza
causa de haberle mordido una ser-
DEL DR. AYER
A u m e n t a maravillosa-
piente cobra, tres sucumbieron por mente la fuerza y la fle-
consunción y falta de agua, uno se xibilidad de la voz.
extravió, y los tres restantes murie-
ron por haber comido una yerba ve- 31EDALLA DE
nenosa llamada tulipán. Otros cinco —Me agrada vuestro aspecto, señor Umbopa,—dijo Sir E n r i q u e -
Olio en la Ea-po-
enfermaron por la misma causa, sicion Universal de
pero pudimos curarlos propinándo- liarceloua.
les fuertes dosis de una infusión hecha con las alimento favorito de los elefantes. No faltaban I.us enteniicdades más
hojas de la misma planta. Porque este antídoto allí indicios de que aquellos parajes eran fre- peliirrosas di' l;i garganta
administrado á tiempo es muy eficaz. El carro cuentados por los colosos, pues no sólo reconocí V pulmones principian por ílosiudcnes que se
i-iiraii fái-ilrnento si so los aplica a lioinpo el re-
y los bueyes quedaron bajo la custodia de Goza las huellas de sus pisadas, sino que en mu- medio |ii'<ipii>- La dilación suele ser latal. I.os
i-esfriiiilus y lii tos, si no se cuidan, pueden
y Tom, el conductor y el carrero, ambos dignos chos sitios los árboles estaban tronchados, d e ' e n e r a r én lariinfitis, asiim, 1>roiii|iiiti.H
de confianza; y además rogamos á uu misionero habiendo sido arrancados algunos de raíz: el piihnoiiíii, o tisis, l'ara estas ciiíermedadi's y
las alV( Clones |iulriiniiaies. el mejor rem<alio es
escocés, habitante en aquellas soledades, que es- elefante es uu animal muy destructor. el r e c t o r a l d e < «cizii del I)r. A y e r . Las enii-
tuviera á la vista de nuestro depósito. Después, neucias módicas lo prescnlien con gran éxito.
Cierta tarde, después de un largo día de mar- I.os incrédulos ,pi"V''''' ''""siiltar con su doctor.
acompañados de Umbopa, Kiva, Ventviigel y cha, llegamos á un sitio verdaderamente deli- ])e venta en todas las farniaeias.
riíKi'AP.Aito r o u El,
media docena de indígenas que hacían las ve- cioso. Al pie de una colina cubierta de espesu-
ces de faquines, los cuales alquilamos en aquel i'a veíase el lecho de un río que aun conservaba DR. J. C. AYER y CA., LoweII, Mass., E. U. A.
mismo punto, emprendimos la marcha á pie. algunos charcos llenos de agua cristalina, alre- j y " Agentes Generales para España,
V I L A N O V A HISUMANO.S y CA., B a r c e l o n a .
Recuerdo que al principio todos íbamos silen- dedor de la cual reconocíanse pisadas de ani-
ciosos y creo que cada uno se preguntaba si males. Frente á la colina extendíase una llanura
volveríamos á ver el carro otra vez: yo no lo con algunos árboles y matorrales.
contaba así. Umbopa, que iba delante, entonó, Al penetrar en el lecho del río espantamos
por fin, una canción en que se trataba de los un rebaño de grandes girafas, que comenzaron
hombres valerosos que, cansados de la vida y de á galopar de esa manera tan característica que
Haison DeVERTüSsws
la monotonítx de las cosas, marchaban á lejanos todos conocemos, con las colas levantadas y C0R8ETS BREVETES
países para ver otras nuevas ó moiir. haciendo resonar sus cascos como castañuelas. PARÍS 12, Rué Auber

14 PATE EPILATOIRE DÜSSER


L p """I *'" '**''^' '1«sti'a.vi! liasta las raicea el vello del ro.-itro de las damas (Barba, Bigote, etc.) sin ningún peligro para el cutis, aun el mas delicado. 5 0 a n o s d e é x i t o , de altas recompensas en
tas K.íp(>3lclones, loa tliuio< a,- abasteL-eilor de varias familias roin inlea y los miles de testimonios, de los cuales varios emanan de altos personages del cuerpo medical, garantizan la eficacia y la escelente
;!,„„„.„ Sf" l"'«P"aci<n). Se vende en cajas, para la barlm y las mejUIas, y en l/-¿ c a j a s ]iara el bigote ligero. — L E P I L I V O R E destruye el vello loipiillo de los brazos, volviéndolos con
iLSCrtlV.r.iíií'/l.'V.'i'v'.y >'"'''« <"mo,.| m a r m o l . - E ) T J S ; S E T ? , Inventor. 1 R T J B j r E A P i i r - J A . C Q X J B S - I « O T 7 S S E A - D , r > A R X S . ( f a América, en ¡odas tas Ptrfuwena-).
i^n »•>""'•• «'¡''-•^HOHUAUCI A, depositarlo, y en la» Perfumerias PASCUAL, FREBA, INGLESA, ÜRQUIOLA.etc • Kn Uarceloua: VICENTE FEKKEll,depositario, y en las PortnmeriasLAFONT, etc.
íl]:iálSTl¡Á01()X: Cortes. 3(1.>371, üaraún Mulinas, editur.-Rescrrados lus derechos de propiedad artística y iiteraria.-Las rcclauíacioiics en Madrid, ai representante de e s u casa D.Manuei l'ia y íalír, ipodaca, 10,

~X I N S É R T E S E ó N O , NO S E D E V U E L V E N I N G Ú N O R I G I N A L )Hé-
ESTABLsciMiiiNTo Tiroi.iTooKiFico i)K L a I l u s t r a c i ó n I b é r i c a : OÍLLK D Í LAS COETKS, NIÍM.» 3(16 í 371.—BARCELONA

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