Está en la página 1de 3

¿Por qué el Neoliberalismo es salvaje?

Por: Mary Pili Hernández

Hay expresiones que se ponen de moda y que una buena parte de la gente repite sin
profundizar en su verdadero significado. Tantas veces se ha dicho la frase
“neoliberalismo salvaje”, que es posible que haya perdido, en el medio de su
popularidad, su sentido verdaderamente profundo.

El neoliberalismo es salvaje, sencillamente porque sus leyes son salvajes. Para analizar
esto que parece un simplismo, es indispensable recordar cómo surge esta doctrina
económica que hoy oprime a una buena parte de la humanidad.

DE SMITH A REAGAN

El neoliberalismo es el nieto, genéticamente modificado, de las ideas liberales surgidas


a raíz del capitalismo aparecido tras la revolución industrial. Estas ideas fueron
sintetizadas particularmente por Adan Smith en su libro “Investigación sobre la
naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, aunque en su desarrollo también
intervinieron pensadores de la talla de Locke, Montesquieu, Hume y John Stuart Mill,
entre otros.

El capitalismo vivía momentos de gloria, alzándose sobre los hombros de hombres,


mujeres y niños explotados, hasta la aparición de las luchas sociales de principios del
siglo XX, la Primera Guerra Mundial y el crack económico de 1929. Entonces, el
Estado pasó a tener una mayor ingerencia y control social, hasta que, en la década de los
ochenta, los gobiernos de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña, y Ronald Reagan en
Estados Unidos, principalmente, retomaron las viejas ideas liberales, acompañadas de
una alta dosis de publicidad y el asesoramiento de los tecnócratas de moda, que
rebautizaron las ideas del siglo XVIII con el nombre de neoliberalismo, vendiéndolas al
mundo con cualidades de panacea.

El neoliberalismo considera a la economía como un sistema que se autorregula basado


en las leyes de la oferta, la demanda y la competencia, y frente al cual el Estado sólo
debería intervenir en situaciones excepcionales. Parte de una concepción eminentemente
comercial de la economía, en donde la persona es una pieza más del sistema. El ser
humano hará funcionar la maquinaria económica en la medida en que sus necesidades lo
obliguen a consumir y sus instintos egoístas lo hagan desear más riquezas para, de esta
forma, consumir todavía más.

PARTIENDO DE UNA BASE INMORAL

Evidentemente, si la concepción del ser humano de la que se parte para hacer la


propuesta económica es aquella que considera al ser humano como un ser esencialmente
inmoral, puesto que sólo actúa en base a sus intereses particulares sin importarle la
suerte de quienes le rodean, no se puede esperar más que la doctrina a desarrollar
también produzca, en su aplicación, resultados inmorales. En este sentido, dentro del
pensamiento neoliberal, ética y economía andan por caminos separados.
La necesidad hace al hombre dependiente, en consecuencia, dejar la economía a las
leyes del libre mercado lo que está planteando, en el fondo, es que aquellos que tengan
mayores necesidades, es decir los pobres y los excluidos, estén condenados a ser más
dependientes y, en consecuencia, sujetos a ser explotados e incluso, oprimidos. Estos
esquemas responden al mismo principio de la ley darwiniana de la “sobrevivencia del
más apto”, con el pequeño detalle de que aquí no estamos hablando de animales, sino de
personas. De allí el calificativo de “salvaje”.

UNA LIBERTAD QUE SÓLO EXISTE PARA LOS QUE TIENEN

El libre comercio es una posibilidad de la que sólo pueden gozar aquellos que tienen
con qué. Quien tiene dinero para comprar un bien puede escoger a quién se lo compra.
Quien tiene dinero para pagar a un trabajador, puede escoger a quién contrata. Pero
quien tiene la necesidad de trabajar para ganar lo mínimo indispensable para sobrevivir,
no se puede dar el lujo de escoger, tiene que aceptar cualquier trabajo. Tampoco puede
escoger lo que comerá, porque sólo podrá pagar hasta donde le alcance.

Una persona sólo será más productiva en la medida en que mejore su salud y su
educación. Ahora bien, si la manera de acceder a estos servicios es pagando por ellos,
¿cómo podrá una persona que haya nacido en un hogar pobre mejorar su nivel de vida?
De allí que es “salvaje” pretender que sólo aquellos que pueden pagar reciban salud,
educación y otros bienes indispensables, porque simplemente esto violenta la dignidad
humana.

EL PAPA Y LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

En este sentido, son magistrales las consideraciones que hace Juan Pablo II en sus
encíclicas Laborem exercens y Centesimus annus, en donde también califica al
capitalismo de “salvaje”, mucho antes de que el concepto se pusiera de moda en nuestro
país.

El Papa plantea la dignidad del trabajo humano, el cual no puede ser visto simplemente
como una mercancía a ser vendida o pagada, o como una manera de mejorar la
productividad y de reducir costos, sino que tiene que ver directamente con el desarrollo
pleno del ser humano y con su esencia. El ser humano trabaja porque es persona y no
porque forma parte de un sistema económico en el cual él sólo es una pieza más. De
igual manera, el trabajo es una forma de crecimiento personal, pero también social,
porque engrandece a los pueblos y a la familia.

GLOBALIZANDO LAS INJUSTICIAS

Ahora bien, cuando abandonamos el plano particular y vemos al mundo en su conjunto,


nos damos cuentas que las leyes del capital generan las mismas injusticias, pero en el
plano de las naciones. Peor que esto, es ver que en los países en los que se han aplicado
las fórmulas neoliberales, no sólo los resultados macroeconómicos no han sido, a la
larga, los esperados, sino que además, en el plano social, estas recetas lo que han
logrado es profundizar mucho más las inmensas brechas que existen entre ricos y
pobres. De allí que, la fortuna de sólo una de las personas más ricas del mundo sea
superior al PIB de varias de las naciones más pobres, por sólo mencionar uno de los
ejemplos más clásicos y dramáticos.
Pero, además de todo, está el problema de la apropiación indebida de los bienes
colectivos, como es el caso de la tierra y del ambiente. Dentro de este esquema
económico, la tierra deja de ser el sitio en donde se nace y se vive y del cual se extraen
los alimentos, para convertirse en un elemento más de la cadena de producción, lo que
generalmente trae como consecuencia el monocultivo y por ende la escasez de
alimentos, los cuales tienen que ser traídos de otros lugares. Con el medio ambiente
sucede peor, puesto que la falta de intervención de un Estado que controle los daños que
se le pueden causar a la naturaleza durante el proceso de producción, hace que
comunidades enteras hayan visto enfermar a sus hijos luego de la instalación de una
fábrica.

La propuesta del neoliberalismo es sencillamente un “sálvese quien pueda”.


Obviamente, en una situación así, cualquiera se vuelve un “salvaje”.

También podría gustarte