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Autor: Dr. Luis Pintor Pérez
Presentación
La prevalencia aumenta en cada década de la vida, y pasa a ser de 810 por 100.000 entre
los 55-65 años a 5.970 por 100.000 después de los 75 años. La incidencia de los AVC ha
descendido firmemente a partir de 1970, debido principalmente a la notable mejora en el
control de la hipertensión arterial.
Aproximadamente el 77% de los infartos cerebrales son tromboembólicos (el 30% son
trombóticos, el 22% embólicos y un 25% son inciertos) y el restante 23% son
hemorrágicos (el 11% son hemorragias intracraneales y el 12% hemorragias
subaracnoideas). Su principal factor de riesgo es la hipertensión arterial.
Otros procesos directamente asociados a los accidentes vasculares cerebrales son los
déficits cognoscitivos, que en muchas ocasiones son de dos orígenes: resultado directo
de la lesión vascular, y por lo tanto irreversibles, y resultado de la alteración emocional
(depresivo-ansiosa), y en consecuencia potencialmente reversibles.
Idea clave 1
Es posible asociar cada una de las alteraciones
psiquiátricas con una forma de manifestación clínica
característica, y con un área topográfica determinada,
pese a que muchos de los síndromes psiquiátricos
comparten topografía lesional.
La demencia vascular aumenta su prevalencia con la edad, con rangos que van de 1.5%
en mujeres de 75 a 79 años en EE.UU., hasta 16.3% en hombres mayores de 80 años en
Italia.
Sin embargo, actualmente existen pruebas que demuestran que la hipoperfusión cerebral
puede causar demencia sin infartos.
Es decir, pueden existir cambios intermedios, como cambios en la mielina de los centros
semiovales, causados por hipoxia que no duró lo suficiente para producir un infarto, que
pueden ocasionar déficits mnésicos.
Esto confiere mucha importancia al hecho de discernir entre ambas etiologías para el
abordaje terapéutico posterior. Las características clínicas que las diferencian se
muestran en la Tabla 2.
Diversos estudios han demostrado que los pacientes con depresión mayor posterior a
AVC muestran un mayor grado de deterioro cognoscitivo que los pacientes no deprimidos
con lesiones comparables.
Se vio que los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo y depresión mayor tenían
un mayor deterioro cognoscitivo en la esfera de la orientación, el lenguaje, la
visuoconstrucción, las funciones ejecutivas y el funcionamiento del lóbulo frontal,
comparado con los pacientes que no estaban deprimidos y que tenían lesiones similares.
Estos hallazgos sugieren que los AVC localizados en el hemisferio izquierdo pueden
producir una respuesta fisiológica que conduce a depresión mayor y deterioro
cognoscitivo conjuntamente, por un mecanismo diferente del que produce depresión y/o
deterioro cognitivo de forma independiente en los AVC localizados en el hemisferio
derecho.
Tratamiento
En otro estudio realizado en los 3 primeros meses posteriores al AVC en pacientes con
depresión mayor o menor mediante un tratamiento abierto durante 6 semanas con
nortriptilina o fluoxetina o placebo, los dos fármacos produjeron una mejoría
significativamente mayor que el placebo en las puntuaciones del MMSE.
Idea clave 2
Los síndromes de deterioro cognitivo son diferentes según
la zona dañada. Puede haber deterioro sin infarto cerebral
objetivado en la neuroimagen. Hay etiologías reversibles
en la demencia que es importante descartar. La patología
depresiva agrava el deterioro cognitivo.
Además, los pacientes apáticos mostraban unos déficits más severos en las "actividades
de la vida diaria" que los pacientes sin apatía, y existía una interacción significativa con la
depresión, de modo que el deterioro más importante en las actividades de la vida diaria se
encontró en los pacientes con depresión y apatía.
Los pacientes con apatía sin depresión mostraban una frecuencia significativamente
mayor de lesiones que implicaban el segmento posterior de la cápsula interna, que los
pacientes sin apatía.
Tratamiento
Este trastorno puede ser devastador para la recuperación de las actividades físicas y
sociales después de un infarto cerebral, motivo por el cual, y ante la ausencia de
abordajes farmacológicos específicos, se intentan estrategias de motivación para tratar la
entidad desconocida hasta la fecha por neurólogos, psiquiatras y aun filósofos, llamada
"fuerza de voluntad", que se presume crucial para la recuperación integral de un AVC.
Caso clínico
Trabajaba de forma dura y activamente como florista; sin embargo, después de los AVC,
que ocurrieron con pocas semanas de separación entre uno y otro, se volvió
desinteresado por su negocio y su casa.
Dejó de trabajar y su mujer no podía hacer que segara su pequeño jardín, además dejaba
los trabajos a medias sin ninguna explicación.
Aunque negaba tener depresión, no encontraba placer en hacer las tareas y se mostraba
satisfecho con sentarse.
Su estado no mejoró con antidepresivos pero sí ligeramente después del tratamiento con
medicación estimulante.
Idea clave 3
La apatía es uno de los factores de peor pronóstico en la
evolución de los pacientes que presentan un AVC. Puede
aparecer como resultado de lesiones en diferentes lugares
del cerebro y derivada de múltiples etiologías, sin embargo
el tratamiento final es siempre la difícil "terapia
el tratamiento final es siempre la difícil "terapia
motivacional".
Se trata de una forma severa de labilidad emocional caracterizada por episodios de risa
y/o llanto que no son apropiados o que son notablemente excesivos, en el contexto en el
cual se originan.
En otros trabajos se ha visto una prevalencia del 18% después de 2-3 meses de un AVC.
Las descripciones clínicas más precisas de estas alteraciones en el control emocional, las
proporcionan los familiares de estos pacientes. Así, han descrito que "no es la persona
que era, no te puedes comunicar con él", o "es menos enérgico y práctico, menos
maduro, entusiasta, menos feliz y menos agradable que antes, también menos razonable
y estable, y habla menos", o que "la más leve muestra de sentimentalismo o emoción
tierna le provoca lágrimas incontenibles".
En general los pacientes tienen dificultades para describir sus estados de ánimo, no
suelen inmutarse por ellos, y los síntomas suelen disminuir de manera gradual pasados 6
meses del accidente.
Tratamiento
En un estudio a doble ciego con nortriptilina y placebo para determinar la respuesta de las
emociones patológicas a los antidepresivos tricíclicos después de un infarto cerebral, se
comprobó que después de 6 semanas de tratamiento aquellos que tomaban nortriptilina
mostraron un mejoría significativamente superior en las puntuaciones de la "escala para la
evaluación de la risa y llanto patológicos" (PLACS) que los controles a los que se les
administraba placebo.
Así, el citalopram y la nortriptilina son un método efectivo para tratar el llanto patológico
tras un AVC.
Idea clave 4
Las emociones patológicas suelen ocurrir tras lesiones
frontales. Las formas de presentación son la risa o el
llanto inadecuado y desproporcionado, y pueden regularse
con tratamientos antidepresivos como citalopram o
nortriptilina.
Los síntomas psicóticos posteriores a un AVC, tanto alucinaciones como ideas delirantes,
se han descrito asociados a síndromes confusionales con gran frecuencia (delirium con
agitación).
Las lesiones más frecuentemente asociadas a psicosis son de hemisferio derecho, sobre
todo regiones fronto-témporo-occipitales. Aunque este dato puede estar sesgado cuando
la lesión de estas zonas es en el hemisferio izquierdo, al presentar con frecuencia los
pacientes una afasia importante las primeras semanas.
Pese a la asociación clásica del lóbulo temporal izquierdo (LTI) con trastornos del círculo
de la esquizofrenia, no se ha encontrado una relación clara entre infartos del LTI y
síntomas psicóticos.
Hay más propensión a presentar patología psicótica tras un AVC en pacientes con
trastornos psicóticos previos, sobre todo en la forma de psicosis aguda polimorfa.
Los síntomas clínicos que nos pueden orientar hacia una psicosis de etiología vascular
son:
En resumen, hay tres factores que podrían ser importantes en el mecanismo de las
alucinaciones orgánicas: una lesión en el hemisferio derecho que implique al córtex fronto-
témporo-occipital, convulsiones y/o atrofia cerebral subcortical.
Tratamiento
Los antipsicóticos atípicos no han sido estudiados todavía en los pacientes con AVC.
Se debe tener especial cuidado con los efectos secundarios de estos fármacos, sobre
todo la somnolencia y el parkinsonismo, que pueden empeorar y dificultar la recuperación
del déficit motor del AVC.
Caso clínico
Un hombre de 70 años de edad, con la idea de que le habían robado, fue admitido en un
hospital psiquiátrico.
Cuando fue examinado 13 años después, a los 83 años, el paciente estaba paranoide y
delirante, aunque totalmente orientado.
Idea clave 5
Las alteraciones psicóticas post-AVC son poco frecuentes.
Se caracterizan por delirios y alucinaciones, y son más
frecuentes en lesiones del hemisferio derecho. Responden
bien a los tratamientos neurolépticos.
Los síntomas maníacos posteriores a AVC son mucho menos frecuentes que los
síntomas depresivos.
En un estudio con una serie de más de 300 pacientes dos meses después de un AVC,
únicamente 3 casos presentaron fase de exaltación del afecto clínicamente significativo.
Al ser tan poco prevalentes, todos los estudios adolecen de una baja especificidad, ya
que se incluyen pacientes con hemorragias cerebrales secundarias a otras enfermedades
para conseguir un tamaño de la muestra adecuado.
Cuando se comparan pacientes con manía secundaria con pacientes con manía funcional
(es decir, ausencia de enfermedad neurológica conocida), ambos grupos muestran
frecuencias similares de exaltación anímica, similar presión del habla, fuga de ideas, ideas
de grandiosidad, insomnio, alucinaciones e ideas delirantes paranoides. Así, la manía
secundaria presenta la misma apariencia fenomenológica que la manía primaria.
Los factores que pueden determinar el curso de estos trastornos bipolares son, en el tipo
maníaco-depresivo, el deterioro cognoscitivo, que es más frecuente e intenso, y las
lesiones restringidas al área subcortical del hemisferio derecho; mientras que en el grupo
de pacientes con episodios maníacos la característica más sobresaliente son las lesiones
corticales en el hemisferio derecho.
En conjunto existe consenso en que la manía secundaria es más difícil de tratar que la
manía primaria.
Algunos estudios han sugerido que aunque la manía secundaria (particularmente las
manías asociadas a epilepsia) pueden no responder al tratamiento con litio como en los
pacientes con manía primaria, en cambio pueden responder a fármacos
anticonvulsivantes como la carbamazepina y el valproato, que resultan doblemente
beneficiosos en los pacientes con AVC debido al riesgo de convulsiones en esta
población.
Idea clave 6
La manía secundaria a patología vascular es indistinguible
clínicamente de la manía funcional primaria. Se ha
asociado con más frecuencia a lesiones en el hemisferio
derecho, que afectan sobre todo a zonas témporo-
límbicas. El tratamiento más adecuado son los
antiepilépticos estabilizadores del humor: carbamazepina
y valproato.
Nosología
La depresión menor se había definido con los criterios del DSM-III-R (APA, 1987) para la
distimia, excepto el criterio de duración.
Diagnóstico
En pacientes con AVC se ha encontrado que todos los síntomas afectivos y los
vegetativos, ocurrían con más frecuencia en pacientes con AVC y depresión que en
pacientes con AVC sin trastornos depresivos.
Los síntomas más específicamente depresivos, es decir, los que estaban más asociados
a personas con AVC y depresión frente a pacientes con AVC sin depresión son: ansiedad,
presagios angustiantes, depresión matutina, pérdida de peso, retraso en la conciliación
del sueño, astenia subjetiva, despertar precoz y pérdida de libido.
Así, el uso de los criterios DSM-IV en pacientes agudamente enfermos parece tener una
alta sensibilidad y especificidad en la discriminación de la patología afectiva tras un AVC.
La dificultad de evaluar la sintomatología en los casos en los que hay una alteración del
lenguaje es otro de los aspectos que puede haber influido en la fenomenología de los
pacientes postictales con depresión, debido a que en casi todos los estudios con este
tipo de pacientes se han excluido a los que presentaban alteraciones en esta área.
Alrededor del 20% de los pacientes en la población general, y del 40% de los pacientes
institucionalizados pueden desarrollar una depresión en los primeros meses posteriores a
un AVC agudo.
La mayor parte de los pacientes con depresión mayor experimentan una remisión en el
primer año tras el AVC.
Una minoría de los casos, que puede llegar al 36% en régimen hospitalario, se cronifican
y se convierten en trastornos depresivos mayores que persisten durante más de tres
años después del AVC.
Fisiopatología
En relación con estos hechos neuroanatómicos y con los hallazgos clínicos de la mayor
gravedad de la depresión a mayor proximidad de la lesión al polo frontal, se ha sugerido
que la depresión posterior a infarto cerebral puede ser la consecuencia de la grave
disminución de norepinefrina y/o serotonina que resulta de la interrupción de estas vías
ascendentes de las aminas biogénicas causada por la lesión frontal izquierda o por la
lesión de los ganglios basales izquierdos.
Así, las lesiones del hemisferio derecho muestran un incremento significativo de las
uniones de espiperona a receptores 5-HT 2 (serotonina) en el córtex temporal y parietal
ipsilateral no dañado, cuando se comparan con las mismas lesiones en el hemisferio
izquierdo.
Por otra parte, los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo muestran una mayor
disminución de las uniones de serotonina en el córtex temporal izquierdo cuanto más
grave es la depresión.
Estos hallazgos sugieren que, desde el punto de vista bioquímico, el hemisferio izquierdo
se recupera del daño de forma menos completa y más lentamente que el hemisferio
derecho.
Se puede afirmar de un modo general que no hay un tipo idóneo de tratamiento para la
sintomatología depresiva posterior a un AVC.
sintomatología depresiva posterior a un AVC.
Sin embargo, hay cada vez más evidencias de que la depresión de inicio semanas
después de un AVC se asocia a una mayor tasa de mortalidad al año y a los 2 años del
AVC, de ahí la trascendencia de iniciar precozmente tratamientos eficaces.
Se ha observado que las reacciones depresivas que se inician las primeras semanas son
las que se asocian más a remisiones espontáneas, mientras que cuando la clínica emerge
después de los 2 primeros meses tras el AVC, los pacientes suelen beneficiarse del
tratamiento antidepresivo farmacológico.
Sin embargo, un enfoque adecuado debería incluir también un abordaje psicológico que
incida en la identificación y la modificación de las creencias irracionales autodenigrantes.
Aunque no hay una gran experiencia contrastada por estudios metodológicamente bien
planteados, actualmente nadie pone en duda los beneficios que los psicofármacos
antidepresivos tienen en este tipo de depresiones. Aunque hay que tener presentes una
serie de consideraciones en esta población, que se exponen en la Tabla 7.
Los pocos estudios realizados de forma aleatorizada y doble ciego, indican que los
psicofármacos son más eficaces que el placebo.
La nortriptilina hasta 100 mg/día, y con niveles plasmáticos en el grupo con tratamiento
de 150 ng/ml es más eficaz que el placebo, y pese a que algunos de los efectos
secundarios representaron un problema importante, este estudio demostró que la
depresión puede ser tratada con eficacia con nortriptilina en los pacientes con AVC.
La trazodona a dosis de 200 mg/día mostró una mejoría en las actividades de la vida
diaria superior al placebo tras 6 semanas de tratamiento.
En un estudio más reciente con citalopram y placebo, el grupo con tratamiento activo
presentaba puntuaciones significativamente menores en las puntuaciones del Test de
Depresión de Hamilton (HAMD), comparadas con las del grupo placebo, tanto a las 3
semanas como a las 6 semanas. La contribución más importante de este estudio fue el
establecimiento de la eficacia de los ISRS en el tratamiento de la depresión posterior a
AVC.
En una serie sobre 20 pacientes con depresión posterior a infarto cerebral tratada con
TEC, 19 mejoraron y ninguno presentó exacerbaciones de los déficits neurológicos
preexistentes.
Las indicaciones para su uso son la presencia de síntomas psicóticos, signos somáticos o
de endogenicidad, y la buena respuesta a TEC previa. Hoy en día los riesgos médicos de
la aplicación del estímulo eléctrico son menores que los de la anestesia previa al TEC.
En esta población con AVC hay que realizar una adecuada monitorización cardíaca y de la
tensión arterial (TA) para evitar complicaciones derivadas de alteraciones del ritmo
cardíaco, o secundarias a la ruptura de un aneurisma por el aumento de la TA propia de la
TEC, que suele ser de 20 mm de Hg.
Idea clave 7
La depresión es el trastorno psiquiátrico más
frecuentemente asociado a un AVC. Afecta sobre todo a
pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo cercanas
al polo frontal. Su clínica es muy similar a la depresión
primaria, y el tratamiento con antidepresivos como la
nortriptilina y los ISRS, complementado con psicoterapia,
suele ser eficaz.
Factores pronósticos
Se han identificado tres factores que pueden influir de manera importante en el curso
normal de una depresión después de un infarto cerebral:
El primer y el tercer factor dependen activamente de las personas que rodean al paciente
(equipo médico y familiares), por lo que tienen gran trascendencia, y el segundo en
cambio es autónomo e independiente del abordaje terapéutico posterior.
Sexo
En cambio, en las mujeres, la depresión mayor estaba relacionada con lesiones cerebrales
anteriores izquierdas, con historia previa de trastornos psiquiátricos, y con deterioro
cognoscitivo.
Estos hallazgos sugieren que la etiología de la depresión mayor puede ser diferente en
hombres y mujeres.
Otros trabajos no han encontrado la correlación con el frontal izquierdo, en cambio la han
visto tomando el lóbulo frontal en su conjunto.
Se han encontrado frecuencias del 20% para la depresión mayor y del 4% para la
depresión menor en pacientes con lesiones subcorticales, y sobre todo asociación con las
lesiones del globo pálido posterior izquierdo.
Al comparar pacientes con lesiones cerebelosas del tronco del encéfalo (circulación
posterior) con pacientes con lesiones en los hemisferios cerebrales (circulación de la
arteria cerebral medial) se observó que los primeros tenían una frecuencia
significativamente más baja de depresión mayor y que la duración de la depresión era
menor que en los pacientes con infarto de la arteria cerebral medial.
Estudios sobre varones jóvenes con AVC han comprobado que la incidencia de depresión
aumenta conforme lo hace el tiempo tras el AVC, y que la clínica depresiva es muy
prolongada.
Los trastornos de ansiedad son menos frecuentes que la patología depresiva en los
pacientes que han presentado un AVC.
Por otra parte, en el examen de las imágenes de TC se observó que los pacientes con
ansiedad y depresión mayor tenían una mayor frecuencia de lesiones corticales que los
pacientes deprimidos sin ansiedad y que los pacientes sin depresión ni ansiedad.
Los pacientes deprimidos sin síntomas de ansiedad presentaban una frecuencia
significativamente mayor de lesiones subcorticales que el grupo deprimido-ansioso.
Por lo general, la ansiedad no precede a la patología vascular, la gente suele relatar que
durante el ictus se suele sentir "cansancio y una dulce somnolencia". Sin embargo,
después del episodio suele aparecer miedo y preocupación intensos ante un segundo
episodio.
Tratamientos
Las benzodiacepinas de vida media corta son una elección prudente, pues los fármacos
de vida media larga tienen más riesgos de producir efectos secundarios en los pacientes,
como sedación, ataxia, desinhibición, y confusión. Deben utilizarse a dosis muy bajas al
inicio, e ir incrementando progresivamente la dosis realizando controles regulares y
frecuentes.
Actualmente, los antidepresivos de primera elección en los trastornos de ansiedad son los
ISRS, por sus menores efectos secundarios y su probada eficacia en este tipo de
patologías psiquiátricas en pacientes sin comorbilidad.
Idea clave 8
La ansiedad tras un AVC suele estar asociada al miedo y
preocupación intensos por sufrir un nuevo ictus. El
tratamiento de elección son las benzodiacepinas de vida
media corta a dosis iniciales bajas junto a los ISRS.
Trastornos sexuales. La dificultad para reestablecer
hábitos tras un AVC
Diversos trabajos han observado un importante deterioro del funcionamiento sexual tras
un AVC.
Frente al 85% de hombres y el 60% de mujeres que refieren una vida sexual satisfactoria
antes de un AVC, menos de un tercio disfrutan su vida sexual después del AVC. Este
estudio identificó disminución en el deseo, la excitación y el orgasmo.
El factor que parece explicar de un modo más satisfactorio estos cambios es el miedo a
la elevación de la presión sanguínea durante el acto sexual, que pudiera causar otro
infarto cerebral.
Las mujeres con lesiones en el hemisferio derecho son las que presentan menos
alteraciones de la función sexual.
Otros factores responsables de una menor actividad sexual son necesitar ayuda para
realizar actividades de la vida diaria y presentar alteraciones de la sensibilidad cutánea.
Por consiguiente, tanto los factores físicos como los psicológicos pueden contribuir a la
reducción de la sexualidad después de un infarto cerebral.
Tratamiento
Aunque no existen datos que lo confirmen, la mejoría del estado físico, un adecuado
control de la presión sanguínea, la discusión de los miedos, la confianza, y la terapia
física y ocupacional pueden mejorar la actividad sexual.
Por otra parte, la incorporación de nuevas posturas durante el coito puede compensar
algunos déficits físicos.
Idea clave 9
Los trastornos sexuales más frecuentes tras un AVC son la
disminución del deseo, la excitación y el orgasmo. El
factor generador más importante es el miedo a la elevación
de la TA durante el acto sexual. Su tratamiento es
fundamentalmente psicológico.
Resumen
La depresión es probablemente el más común de ellos, afectando a más del 40% de los
pacientes después de un infarto cerebral.
La razón más urgente para identificar y tratar tales trastornos es el importante impacto
que pueden tener sobre su calidad de vida, su recuperación física e intelectual y su
supervivencia.
Ejercicios de autoevaluación
ANEXO
Tablas
Alucinaciones auditivas
Delirios de influencia
Delirios complejos Sístema límbico o
regiones subcorticales
Síndrome de Anton Radiaciones ópticas o Bilateral
lóbulo occipital
Anosognosia Lóbulo parietal Hemisferio no
dominante
Síndromes de fallos en la Lóbulos temporal, Hemisferio no
identificación: frontal, parietal dominante, lesión
bilateral
Síndrome de Capgras
Paramnesia reduplicativa
Síndrome de Fregoli
NC: no citados
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