Dialnet Posmodernidad 7383814

También podría gustarte

Está en la página 1de 7

Posmodernidad: entre el

ocaso de las utopías y la


muerte de Dios
Fernando Arando

Introducción: caracterización de dos mente a la elaboración de su discurso explicativo; re­


épocas sulta difícil poder evaluar y hallar el sentido adquiri­
¿Modernidad o posmodernidad?; bajo este titu­ do por el momento histórico que abarca. La posmo­
lar alternativo es que podemos plantear la cuestión dernidad resulta muy escurridiza y se nos escapa de
de una supuesta ruptura o continuación de ambas las manos cuando queremos asirla para tratar ele com­
épocas. Lo que aquí proponemos no será, en todo prenderla. Por ser algo que aún está ocurriendo no
caso, agotar sus definiciones, para luego contraponer­ es muy posible poder ver en ella con demasiada cla­
las y evaluarlas, sino tan sólo orientar la mirada des­ ridad, sobre todo si tenemos en cuenta que una ele
de una de sus vetas a fin de obtener el perfil de su las características que la definen es su nueva expe­
descripción, quizás parcial, dentro de la multiplicidad riencia del tiempo, una tendencia a que todo sea si­
de significaciones que el tema posee. El simple he­ multáneo (Cf. Vattimo, 1987, p.8).
cho de la gran cantidad de literatura que a diario se
Fredric Jameson 0996) se refiere a la posmo­
edita sobre el mismo y ele que sobre él se organicen
dernidad como el "tercer estadio del capitalismo", una
importantes congresos, simposios y seminarios nos
etapa en pleno desarrollo, por lo tanto es difícil de
habla claramente ele su relevancia, complejidad y ri­
comprender no sólo en su funcionamiento, sino tam­
queza.
bién en cuanto al lugar que ocupamos en ella:
Particularmente, dentro de la pluralidad de as­
Estamos en una gran etapa de transición entre un ca­
pectos que el tema contempla, hemos de analizar el pitalismo con sus propias formas culturales, su políti­
proceso ele secularización ele la conciencia moderna, ca y sus relaciones sociales, hacia algo nuevo. Para
estableciendo un paralelismo con el desarrollo de uno mí la cuestión más importante es reconocer una rup­
de los aspectos esenciales de la modernidad: la uto­ tura radic;il entre un momento ya acabado del modo
de producción capitalista y este nuevo modo de pro­
pía, para concluir con la mención de lo que en la ducción, ya sea que lo llamemos posmoderno o de
actualidad se presenta como una pseudo vía de esca­ otra manera. (p.3)
pe del secularismo, el auge de la New Age.
Cercano a Jameson, quizás uno de sus precur­
sores, Daniel Bell, ya percibía hace algunas décadas
Algunas precisiones en cuanto a su
designación a la posmodernidad como la "edad de la sociedad
De antemano cabe señalar que como suele su­ postindustrial", concepto de lo posmoderno que el
ceder con todo lo que está ocurriendo simultánea- propio Vattimo (1987) intenta desmentir, al entender
al Posmodernismo (el "pensamiento débil") como una
superación de un juicio apocalíptico que antes había
erigido la filosofía ante los desajustes producidos por
Fernando Aranda es Licenciado en Filosofía y se desempeña como docente
y secretario asociado de Investigación y Extensión de la Universidad Adventista la civilización industrial: "El pensamiento posmoder­
del Plata. no trata ele cambiar la actitud de la filosofía frente al

E N F O Q U E S
mundo tecnológico. Ya no tiene
sentido esa crítica radical y apoca­
líptica a la sociedad industrial"
'' ta, pues, del sujeto universal, ani­
mado por el propósito de llevar
adelante una ciencia objetiva, ver­
(p.8). Pero aun así, mal que le . . . es innegable que el dadera, racional, mediante la cual
pese a Vattimo, es innegable que ciudadano de la será posible el advenimiento de
el ciudadano de la posmodernidad posmodernidad se un progreso sin fin. Pero, ¿cómo
se siente amenazado por la inse­ siente amenazado por es posible esta pretendida univer­
guridad ecológica, razón por lo salidad fundada en la conciencia

''
la inseguridad
cual un cierto y fuerte malestar subjetiva?
domina la mentalidad de toda una ecológica...
Señalamos algunos mojones
época, sabiendo que, ante todo,
en el camino, cuya cúspide filosó­
ya no se quiere volver a transitar
fica es quizás el pensamiento de
por la senda señalada por la razón
Kant: Descartes y su pretensión de
moderna.
coincidencia entre la res pensante
El discurso sobre la modernidad, tradicionalmen­ y la res extensa; Spinoza, con su concepción de una
te, nos la pintó como una época de oro en la historia única sustancia con dos atributos distintos, pero coin­
del desarrollo de la razón. Una lectura realizada bajo cidentes; Leibniz y su teoría de la armonía preesta­
una impronta moderna nos situaba en una nueva épo­ blecida; Berkeley, con su idealismo subjetivo en pro­
ca de permanente, seguro e indefinido progreso que cura del conocimiento de las ideas universales en la
regía la historia. La contrapartida de esta versión de mente de Dios; Kant --crítica de Hume a la metafísica
la historia moderna es la que hoy día nos presenta el tradicional de por medio-- y la idealidad trascenden­
Posmodernismo. Su visión retrospectiva de la historia tal del espacio, el tiempo y las categorías, junto a la
no es quizás tan transparente, "clara y distinta", como universalidad de los principios éticos; Hegel, finalmen­
aquella otra realizada con los cristales modernos; en te, con su ser absoluto diferenciado: el "universal con­
definitiva, no es ya racional, sin que ello signifique creto", la "racionalidad de la realidad" y viceversa. El
que en todo caso sea menos razonable, paradójica corolario de esta tradición moderna será la cima de la
razón que le otorga una mayor lucidez, atributo que consumación de su paradigma: el progreso indeclina­
quizás haya alcanzado por el simple hecho ele ser una ble de las ciencias y el advenimiento del estadio Po­
mirada retrospectiva sobre el pasado, alumbrada por sitivo de la humanidad (Comte), y la revolución so­
la riqueza ele la experiencia adquirida. cialista que tendrá como fin el logro de una sociedad
sin clases, exenta de explotación.
Dos lecturas, dos interpretaciones, comúnmente
organizadas bajo dos paradigmas distintos que se opo­ Es con el movimiento Iluminista (A14klarung,
nen en sus extremos, pero cabe preguntarnos si qui­ Lumieres), sin Jugar a dudas, cuando mejor se cum­
zás entre el final del primero ele estos paradigmas y ple el paradigma de la modernidad: es la edad plena
el comienzo del último no haya más que una sustan­ de la razón, la postulación de la utilidad del saber y
cial solución de continuidad que intentaremos desci­ el poder de la educación. En lo que respecta a la in­
frar. Antes repasemos en qué consisten ambos para­ vestigación científica, ésta se orienta hacia el conoci­
digmas: modernidad y posmodernidad. miento de la naturaleza a fin de asegurar su dominio.
En materia política y social se produce el auge de la
La modernidad democracia liberal y el inicio de una economía de
El paradigma de la modernidad se define por mercado. Se forja en esta época la firme creencia en
su vocación racionalista "in extremis", aun el empiris­ que la sociedad puede ser reorganizada a fondo so­
mo británico es apenas una variante de este aspecto. bre la base ele principios racionales. La vida social
La preeminencia del sujeto es el signo ele la época; moderna oscila entre una moral eudemonista social
hay una búsqueda del saber objetivo por sobre todas (Utilitarismo) y la ética formal kantiana. Según Hegel,
las cosas, pero ese saber surge a partir de la concien­ los nuevos tiempos comenzaban con la Revolución
cia, la verdadera casa del sujeto moderno, en donde Francesa y la Ilustración (Cf. Habermas, 1989, p. 17).
éste fundará la universalidad del conocimiento. Se tra- Es en la Ilustración donde confluyen y se fusionan

E N F O Q U E S
las orientaciones filosóficas insular y continental y el perdido, del nihilismo triunfante después de la muerte
Positivismo su más directo heredero, seguido muy de de Dios (Touraine, 1994, p. 116).
cerca por el Marxismo. En estos dos sistemas filosófi­ La posmodernidad, en contraste con la moder­
cos acabará por evidenciarse con claridad la cima del nidad, se caracteriza por las siguientes notas: nihilis­
proceso que denota el título del tema que nos ocupa. mo y escepticismo, reivindicación de lo plural y lo
particular, deconstruccionismo, relación entre hom­
La rázón a la que se le rinde culto en la moder­
bres y cosas cada vez más mediatizada, lo que impli­
nidad, y con mayor énfasis a partir de la Ilustración,
ca una desmaterialización de la realidad -Lyotard­
es una razón deshistorizada, o "ahistórica", como se
(Cf. López Gil, 1992, p. 31). Con respecto a esto Jean
la prefiera llamar. Esta razón universal está por enci­
Baudrillard 0996, citado por Speranza, 1996) habla
ma del espacio y del tiempo; asumiendo la herencia
de un "asesinato de la realidad"; tematizada en su li­
ele la tradición dualista es una razón desencarnada
bro El crimen p�,:fecto, expone metafóricamente so­
del cuerpo, por ende asume un papel superador de
bre cómo se produce en las postrimerías de siglo esta
las pasiones y emociones que dependen del cuerpo
desaparición de la realidad como efecto de una galo­
y de la materia. De este modo el sujeto moderno, des­
pante proliferación de pantallas e imágenes, transf or­
pojado de prejuicios y capaz de controlar sus emo­
mando aquélla en una realidad meramente virtual:
ciones, alcanza el punto de vista universal. Tal es el
"Vivimos en un mundo en el que la más elevada fun­
carácter esencial del movimiento Iluminista (Cf. Nu­
ción del signo es hacer desaparecer la realidad, y en­
dler, 1976, p. 9). En la esfera religiosa lo que importa
mascarar al mismo tiempo esa desaparición". (p. 9)
en esta época es aclarar los orígenes de dogmas y
leyes, lo cual permitirá acceder a una religión "natu­ Jean-Francois Lyotard 0995) explica la "condi­
ral". Esto se manifiesta en un deísmo que no niega a ción posmoderna" ele nuestra cultura como una eman­
Dios, pero que lo relega a la función de creador o cipación de la razón y de la libertad ele la influencia
primer motor de la existencia. Del aspecto religioso ejercida por los llamados "metarrelatos" o "grandes
de la modernidad nos hemos de ocupar luego más relatos" 1 que, siendo totalitarios, resultaban nocivos
extensamente, ahora pasemos a orientar nuestra mi­ para el ser humano porque buscaban una homoge­
rada hacia lo que hemos denominado como el para­ neización que elimina toda diversidad y pluralidad.
digma de la posmodernidad. Por eso, la posmodernidad se presenta como una rei­
vindicación de lo individual y lo local frente a lo uni­
El paradigma posmoderno versal. La fragmentación, la babelización, no es ya
Situamos el punto de partida de este paradigma considerada un mal sino un estado positivo. Ella per­
mite la liberación del individuo quien, despojado de
en la filosofía de Nietzsche, aunque ubicado poco
las ilusiones de las utopías centradas en la lucha por
antes, contemporáneo al Iluminismo, debemos hacer un futuro utópico, puede vivir libremente y gozar .el
justicia con la fecunda semilla sembrada por el Ro­ presente siguiendo sus inclinaciones y sus gustos (Nu­
manticismo, corriente continental que inició la crítica dler, 1996, p. 9).
de la modernidad poniendo énfasis, ya no en la ra­ "La posmodernidad es una edad de la cultura"
zón, sino en la intuición, la emoción, la aventura, un (Lyotard, 1989, p. 13). Es la era del conocimiento y la
retorno a lo primitivo, el culto al héroe, a la naturale­ información, que se constituyen en medios de poder;
za y a la vida, y por sobre todo una vuelta al panteís­ época de desencanto y declinación de los ideales mo­
mo. Nietzsche se encargará de revitalizar estos moti­ dernos. El Posmodernismo tiene en Internet uno de
vos algunas décadas después, imprimiéndole su sello sus signos representativos, porque mediante esta red
propio, una filosofía cuyos rasgos esenciales han de de comunicación informática intermundial es posible
ser el particularismo, relativismo gnoseológico y mo­ la unión de dos fenómenos opuestos y complemen­
ral, vitalismo, nihilismo y ateísmo, todo esto sobre un tarios, como el "globalismo" y la "fragmentación" (Cf.
telón de fondo irracionalista. Nudler, 1996, p. 9).
Gianni Vattimo tiene razón cuando ve en Nietzsche La posmodernidad se define, así mismo, como
el origen del posmodernismo, pues él fue el primero
un vivir estetizante; la consigna es mantenerse siem­
en mostrar el agotamiento del espíritu moderno en
el 'epigonismo'. De manera más amplia, Nietzsche es pre joven, se valoriza el cuerpo y toman auge las die­
quien mejor representa la obsesión filosófica del Ser tas, la gimnasia y la cirugía estética; se persigue la

E N F O Q U E S
finalidad de mejorar la superficie,
el envase, con el propósito de lu­
cirlo. Lo que verdaderamente im­
'' orientalismo y el holismo. Se pro­
clama una armonía total y disolu­
ción del individuo en el cosmos.
porta es el momento presente. La crítica posmoderna Ya no es menester dominar la na­
Consumo, "confort", lujo, dinero, a la objetividad turaleza, sino insertarse, integrarse
poder, fama, son los valores pre­ �rmina abri¿ndo� una en ella (Cf. Obiols y Di Segni,
dominantes. Es la plena vigencia, puerta al mito, la 1993, p. 25).
y nunca mejor que ahora, del vie­
magia, el yoga y la La sociedad moderna era con­
jo adagio de Protágoras: "el hom­
Nueva Era ... Se quistadora, creía en el futuro, en
bre es la medida de todas las co­ la ciencia y en la técnica, se ins­
sas". Se produce una redefinición proclama una armonía tituyó como ruptura con las je­
de la ética y de sus postulados. total y disolución del rarquías de sangre y la sobera­

''
Concluye la etapa del deber y la nía sagrada, con las tradiciones
individuo en el cosmos. y los particularismos en nombre
obligación. Comienza una era en
de lo universal, de la razón, de
la cual el deseo personal, el inte- la revolución. Esa época se está
rés y la autogratificación están le- disipando a ojos'vistas; en par-
gitimados como principios morales te, es contra sus principios fu­
(Cf. Lipovetsky, 1994, p. 154). Hedonismo, subjetivis­ turistas que se establecen nuestras sociedades, por
mo y relativismo absoluto son los principios que ri­ este hecho posmodernas, ávidas de identidad, de di­
ferenciación, de conservación, de tranquilidad, de rea­
gen la época, el sexo libre, una de sus consecuen­ lización personal inmediata; se disuelven la confian­
cias. Todo aquello que emane de la libre creatividad za y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porvenir
del hombre es lo que realmente vale. Junto con la radiante de la revolución y el progreso, la gente quie­
razón se ha perdido el significado de la verdadera re vivir enseguida, aquí y ahora, conservarse joven y
no ya forjar el hombre nuevo (Lipovetsky, 1986, pre­
libertad. Los sucesos pasan, se deslizan. No hay ído­
facio).
los ni tabúes, tragedias ni apocalipsis, "no hay dra­
La posmodernidad significa, en última instancia,
ma" expresará la cultura adolescente posmoderna. "La
la concreción de una muerte anunciada, la defunción
cultura tiene rasgos mucho más difusos que en el pe­
definitiva de la idea de progreso, el fin de las uto­
ríodo moderno. Las formas modernas han sido here­
dadas por la cultura de masas" (Jameson, 1996, p. 2). pías, el "fin de la historia" (Fukuyama). "Asistimos al
final de la creencia generalizada en el progreso. Ha
Habermas señala que el Posmodernismo no pro­ caído la fe en la modernidad porque ha desaparecido
pone solución alguna a los problemas que plantea, también la expectativa por la novedad (que es el me­
se presenta como anarquista y nihilista y su abando­ jor aliado de la conservación)" (Vattimo, 1987, p. 8).
no de la universalidad resulta sumamente peligroso. Pero, volviendo a lo que planteábamos anteriormen­
"Sin unos principios o éticas mínimas no hay posibili­ te, respecto de la ruptura o continuidad del proyecto
dad de ser críticos y resistir al status quo. Por eso en moderno, todo esto, ¿es realmente una novedad pro­
el fondo del posmodernismo anida el neo-conserva­ pia de la posmodernidad, o será simplemente el re­
durismo" (Mardones, 1988, p. 17). No hay revolución, sultado final de un proceso iniciado hace ya algunos
la sociedad es como es, no cambiará ni nadie quiere siglos (cuatro)? Una mirada retrospectiva a este pro­
hacerlo. El Posmodernismo acepta las aplicaciones uti­ ceso nos permitirá percibir una curiosa y compleja re­
litarias y tecnológicas ele la ciencia, pero no sus idea­ lación entre la utopía, la idea de· Dios y el desarrollo
les de verdad y progreso. Para Lyotard (1989, p. 17) del secularismo. Detengámonos por un instante a re­
la ciencia termina siendo un "juego de lenguaje". Cier­ pasar esto a la luz del paradigma de la modernidad.
tos productos de la ciencia, tales como la contamina­
ción y el desarrollo bélico trajeron una desilusión so­ Las utopías renacentistas y su proyección
bre ella misma. La crítica posmoderna a la objetividad moderna
termina abriéndole una puerta al mito, la magia, el La modernidad fue, sin lugar a dudas, la edad
yoga y la Nueva Era. La posmodernidad significa un de las utopías. Casi todo el pensamiento moderno se
reencuentro con la naturaleza, un encuentro con el plasmó bajo un molde utópico.

E N F O Q U E S
Literalmente "u" "topos", en
ningún lugar, significa la existen­
cia de lo perfecto e incorruptible,
''La sociedad
cultura occidental. Las utopías,
así como el mito del progreso
indefinido, sólo serían los resul­
tados más notables de esta se­
cuya razón fundamental de exis­ cularización. Sin embargo, siem­
tencia es operar como una meta o posmoderna deambula pre se puede descifrar en ellos
la presencia de una nostalgia
modelo por alcanzar. De algún entre un agnosticismo ancestral. (Baczko, 1991, pp. 76,
modo durante la modernidad, y heredero del ateísmo 77)
esto se observa con más claridad
en sus comienzos, la existencia de
con que se cerró la Aun así, la extrema lejanía de
Dios era la razón de que el hom­ modernidad y un las utopías renacentistas mantenían
bre creara, difundiera y creyera en neopanteísmo que con sus creadores una relación ele
las utopías. Dios seguía siendo el rebrota como base de trascendencia que ele algún modo
modelo de perfección consumada una nueva religiosidad. imponían cierto respeto ante la se­
a la cual se podía aspirar y habría paración y lejanía ele lo divino.
Estas dos posiciones
ele tender. El hombre moderno Paulatinamente se observará cómo
creaba, así, la utopía: un mundo ante el tema de Dios se esta relación ele la utopía con su
entremezclan y

''
mejor (perfecto), que no existía en creador se irá secularizando. Esta
ningún lugar, salvo en su propia confunden. característica determina la orienta­
mente. "Y así puede verse también ción que adquieren las historias
la propagación de lo que se cono- modernas, a diferencia ele las his­
ce como 'modernidad' a partir del torias premoclernas, cuyo verdade-
fin de la Edad Media, cuando el ro sentido estaba en la salvación
cielo pasa a estar en la tierra, aunque en un tiempo del alma. La vida moderna ya no tiene su sentido en
futuro y siempre que se siga un camino llamado 'pro­ una vida eterna, trascendente, sino en una vicia terre­
greso"' (Nucller, 1996, p. 8). nal, secularizada. "Su tema no es ya el de la lucha
entre el bien y el mal en un sentido metafísico, sino
El hombre toma a Dios como modelo de per­
entre la razón, encarnada especialmente en la ciencia
fección pura y partiendo de lo que tiene a mano, de
y la tecnología, y la irracionalidad, con sus secuelas
lo conocido y tangible, crea una realidad utópica, ais­
de ignorancia, superstición y atraso" (Nudler, 1996,
lándola ele toda posible corrupción terrenal, aun y a
p. 8).
pesar de que en su construcción mental la utopía dis­
pusiera de las máximas condiciones materiales posi­ La idea de Dios y su lugar en el mundo
bles (la Utopía de Thomas More, la Ciudad del sol de
Campanella, etc.). El hombre opera aquí como un Del teísmo antiguo-medieval al deísmo
2
"Demiurgo", que organiza el planeta de acuerdo con moderno
un modelo del mundo perfecto existente en un "mun­ Según la cosmovisión teísta medieval, Dios es
do celeste" divino. Ya se percibe en esta actitud hu­ una persona trina, en unidad de propósito y pensa­
mana de intentar crear algo perfecto (utopía) cierto miento, es creador y quien ejerce el gobierno sobre
dejo de querer ser semejante a Dios al realizar una el mundo; se admiten con plenitud su providencia y
actividad que le es propia al Ser divino. revelación. La verdad revelada es irreductible a una
verdad racional, conocida por todos los seres huma­
Así, la utopía se emparienta con el 'síndrome paradi­
nos. Por el contrario, la cosmovisión moderna es bá­
síaco' que se encuentra en las culturas más diversas,
en sus mitos, en sus escatologías, en sus visiones mi­ sicamente deísta. Dios queda admitido como princi­
lenaristas, etcétera. Este paraíso no está imaginado ne­ pio y causa del mundo. El hombre moderno no está
cesariamente como situado en el m::ís allá puramente dispuesto a admitir que Dios se ocupa de los hom­
espiritual; en muchos casos, est::í localizado en este bres, de su historia y destino; de lo contrario no po­
mundo, pero está transformado por la fe. Puede ins­
cribirse en un tiempo lineal, pero también en un tiem­ dría explicarse la existencia del mal. En los epígonos
po cíclico, el del mito del eterno retorno. La 'búsque­ de la modernidad ya será otra la cosmovisión, y tam­
da del paraíso terrestre' y la nostalgia paradisíaca bién será otra muy distinta la índole de las utopías.
terminaron por ser radicalmente secularizadas por la En esta radical distinción, y como producto del

E N F O Q U E S
IS,
,o
11-
�-
vaciamiento de sentido de la idea
de Dios operado en la conciencia
posmoderna, podemos encontrar
'' No le resultaría nada compli­
cado a Marx, poco más adelante y
a partir de los argumentos de
1- parte del fundamento de la muer­ Los valores de la Feuerbach, elaborar su crítica a la
)S
te de las utopías. posmodernidad están religión y al Dios del cristianismo.
a
),
anclados en una Notemos, por otra parte, qué sim­
Del deísmo a la ple puede resultarle a un ser hu­
autodívínízación del hombre
absoluta inmanencia;
mano posmodemo, y portador de
� El proceso de la muerte de el Dios trascendente es
las notas esenciales de su época,
1 Dios y el advenimiento de una cul­ un objeto pintoresco retocar apenas el conjunto de la
tura secularizada se inicia con el abandonado en el argumentación de Comte y Feuer­

''
antropocentrismo renacentista, pa­ desván. bach, y derivar en la autodiviniza­
sando por el subjetivismo, el Ilu­ ción de sí mismo y del mundo, tal
minismo y su endiosamiento de la como propone la New Age.
razón, el Positivismo, el Materialis-
mo en sus diversas formas, Huma- El destino de las utopías
nismo y Nihilismo; ya no queda en En forma paralela, las utopías
la vida actual lugar alguno para Dios. Los momentos se fueron modificando, desde aquellas primeras for­
culminantes de tal proceso quedan constituidos por mas renacentistas, e.le índole más bien geográfica y
las filosofías de Hegel (un panteísmo encubierto tras sobre un trasfondo que oscilaba desde un teísmo a
la ambigüedad de una deificación del hombre racio­ un deísmo, pasando por "la paz perpetua" y la moral
nal: el universal concreto); Comte, quien liquidó la kantianas, el Estado racional ele Hegel, el Socialismo
vida religiosa y metafísica como dos estadios primiti­ Utópico, el Positivismo comtiano, y cerrando toda una
vos de un desarrollo que ha llegado al definitivo es­ época, la "sociedad sin clases", comunista, preconiza­
tadio positivo y la "religión de la Humanidad", por la da por Marx. Utopía, esta última, profetizada y postu­
cual se rinde culto racional al "Gran Ser", que es la lada con el extremo rigor de una pretendida necesa­
Humanidad misma, con mayúsculas; el Marxismo, con riedad, y en la que a partir de su fundamento
su total materialización de la existencia y su concep­ sustancialmente ateo no quedaba ya lugar alguno para
ción de la religión como narcótico del que es preciso la trascendencia.
liberarse; finalmente, el Nihilismo, representado por
Es el fin de los "grandes relatos", dirá Lyotarc.l;
Nietzsche a partir ele su negación de la metafísica tra­
es la declinación e.le los ideales modernos, es el fin
dicional, la moral del superhombre y el radical trasto­
de la revolución, es la muerte de las ideologías, dirán
camiento de todos los valores.
muchos otros hoy.
Situado entre Hegel y Marx está Ludwig Feuer­
bach, quien apuntó sus dardos hacia el Dios trascen­ Conclusión: Posmodernidad, Neopanteísmo
y New Age
dente del cristianismo, señalando que la idea de Dios
no es más que una proyección del hombre: La sociedad posmodema deambula entre un ag­
nosticismo heredero del ateísmo con que se cerró la
El hombre saca fuera de sí su esencia humana, la ve
modernidad y un neopanteísmo que rebrota como
como algo existente fuera de sí y separado de sí mis­
mo, la proyecta, por así decir, al cielo como una fi­ base ele una nueva religiosidad. Estas dos posiciones
gura autónoma, la llama Dios y la adora ... El conoci­ ante el tema de Dios se entremezclan y confunden.
miento de Dios es un poderoso 'dar-luz', un potente Es agnóstica, decimos, porque tiene un fuerte barniz
alumbramiento: Dios aparece como un reflejo pro­ e.le tolerancia religiosa que se asienta en la indiferen­
yectado, hipostasiado, del hombre, tras el que en rea­
lidad nada hay. Lo divino es lo universal humano pro­ cia; para el ateo de algún modo Dios sigue existien­
yectado al más allá. ¿Y qué son las propiedades de la do como enemigo. Neopanteísta, porque de algún
esencia divina: amor, sabiduría, justicia... ? En reali­ modo hay en la conciencia posmoderna una búsque­
dad son propiedades del hombre, del género huma­ da ele lo sagrado, que se encuentra en la sacraliza­
no. Hamo homini deus est, el hombre es el Dios del
ción de sí. Los valores de la posmodernidad están an­
hombre: ¡esto es todo el misterio de la religión!
(Küng, 1979, p. 283). clados en una absoluta inmanencia; el Dios

E N F O Q U E S
trascendente es un objeto pintoresco abandonado en La modernidad, analizada en el contexto de la
el desván. El agnosticismo de nuestra época es el le­ utopía, muestra una radical oposición con la posmo­
gado posmoderno del ateísmo con que concluyó la dernidad, que a partir de tal matiz representa una to­
modernidad. Nuestra indiferencia ante Dios es la peor tal ruptura con su antecesora. Bajo la perspectiva del
condena a la que podíamos someterlo. Esta versión análisis ele lo acontecido con la idea ele Dios y su
posmoderna del agnosticismo intenta reemplazar la puesto en el mundo, no pasa de ser una evidente
falencia del conocimiento ele lo divino con una bús­ continuidad. Tal vez la justificación ele esta diferencia
queda de lo divino en sí mismo: "Seréis como dio­ radique en que la liquidación posmoderna de las uto­
ses", había dicho la serpiente del Edén. pías sea, simplemente, un efecto de que el proceso
Quienes están enrolados en el movimiento New de secularización ha llegado a su culminación.
Age, o simplemente simpatizan con él, objetarán que, Notas
por el contrario, nuestra época está sumida en un re­
' "Los 'mewrrelatos' a que se refiere La condición posmoderna
torno a la religiosidad, una religiosidad originaria, su­ son aquellos que han marcado la modernidad: emancipación pro­
peradora ele las formas conocidas, que produce una gresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva del
trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo), enriquecimiento
vuelta del hombre a Dios y a la naturaleza. No nos de toda la humanidad a trnvés del progreso de la tecnociencia
engañemos, la New Age no representa novedad al­ capitalista, e incluso, si se cuenta al cristitanismo dentro de la
moderni<l,1d (opuesto, por lo tanto, al clasicismo antiguo), salvación
guna en este mundo, es lisa y llanamente un neopal'!f, de las creaturas por medio <le la conversión <le las almas vía el relato
teísmo, que condujo al hombre a su autodivinización. erístico del amor mártir. La filosofía de Hegel towliza todos estos
relatos y, en este sentido, concentra en sí misma la modernidad
Harold Bloom 0994), profesor ele humanidades especulativa,..¿Cómo pueden seguir siendo creíbles los grandes
relatos de legitimación?... Por metarrelato o gran relato, entiendo
de Yale University, USA, se!Hala en su libro La religión precisamente las narraciones que tienen función legitimante o
en los fatados Unidos. El surgimiento de la nación pos­ legitimatoria". (Lyotard, 1995, pp. 29-31)
cristiana, que la influencia ele la teosofía ha depura­ 'Nombre que Platón le asignó al creador del mundo, en su obra
El Timeo. Para él, este "Demiurgo" no era un Dios absoluto, sino que,
do al Dios de la New Age de todo lo antropomórfico, en la jerarquía de seres, se ubicaba por debajo de la "Idea del Bien",
en definitiva, lo ha despersonalizado y "elude el es­ máxima deidad del universo material e inmaterial.
pacio interventor ele la encarnación. Por tanto, el cris­ Referencias
tianismo es, en su mayor parte, ajeno a la Nueva Era, Baczko, Bronislaw. (1991) . Los imaginarios sociales. Memorias y
excepto en la medida en que el cristianismo ya ha esperanzas colectivas. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
Bloom, Harold. 0994).La religión en los F.stados Unidos. El s11rgimie1llo
sido modificado para adaptarse a la religión estaduni­ de la nación poscristiana. México: Fondo de Cultura Económica.
dense, de la cual la Nueva Era es a veces una encan­ Habermas, Jürgen. (1989 ). El discurso filosq/ico de la modernidad.
tadora parodia" (p. 200). Madrid: Taurus.
Jameson, Fredric. (1996, 18 de julio). Los sucios tiempos posmodernos.
El Dios de Californi¡¡ difiere en que es un¡¡ especie Clarín, Cultura y Nación, pp. 2-4.
de narnnj¡¡l público en donde uno puede recoger los Küng, Hans. 0979). ,F_xiste Dios? Respuesta al problema de Dios en
frutos que uno quiera, cuando uno quiera, sobre todo nuestro tiempo. Madrid: Ediciones Cristiandad.
porque El es un n¡¡rnnjal que está dentro de noso­ Lipovetzky, Gilles. (1986) . la era del vacío. Ensayos sobre el indivi­
tros. Su inmanencia perpetua y universal hace que dualismo co111emporáneo. Barcelona: Anagrama.
sea muy difícil para un miembro de la Nueva Era dis­ Lipovetsky, Gilles. 0994). El crepúsculo del deber. Barcelona:
Anagr-.ima.
tinguir entre Dios y cualquier otra experiencia... (p.
López Gil, Marta. 0992). Filosofía, Modemidad, Posmodemidad.
201). Buenos Aires: Biblos.
Todo es válido en la New Age, lo que importa Lyotard, J. F. (1989). la condición postmodema. Buenos Aires: RE!.
por sobre tocias las cosas es la máxima realización Lyowr<l, J. F. 0995). La posmodemidad explicada a los 11i1zos.
Barcelona: Gedisa.
del hombre, el culto a sí mismo y su unión íntima Mardones, José María. 0988). El desafío de la posmodemidad al
con la totalidad de la naturaleza. Es ésta una religión cristianismo. Santander: Sal Terrae.
muy propia de la posmodernidad, sin sacrificios, sin Nudler, Osear. 0996, agosto). Homogeneidad versus babelización:
un falso dilema. Novedades Educativas, 68. Buenos Aires, pp. 8-
privaciones, sin un Salvador, sin pecado y sin per­ 10.
dón. Quizás no exageramos al afirmar que esta nue­ Obiols, Guillermo y Di Segni, Silvia. 0993). Adolescencia,
posmodernidad y escuela secundaria. Buenos Aires: Kapelusz.
va forma de religiosidad, hoy tan popular, ha vaciado Speranza, Graciela (1996, 29 de agosto). Un asesinato real. Clarín,
definitivamente el contenido y el objeto de la reli­ Cultura y Nación, p. 9.
gión. Es la consumación del paradigma de la moder­ Touraine, Alain. (1994). C,itica de la modernidad. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.
nidad, es, en definitiva, la esencia del paradigma de Vattimo, Gianni. (1987, 15 de octubre). La posmodernidad o la
la posmodernidad. transformación de las utopías. Clarín, Cultura y Nación, p. 8.

E N F O Q U E S

También podría gustarte