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Siles Rodríguez Javier

El espacio megalítico. Paisaje y Territorio.


El fenómeno del megalitismo, una actividad enigmática, que marcar el espacio allá donde se
aprecia a la vista. Grandes estructuras de piedra, más o menos complejas, que se conforman de
uno o más ortostatos; pueden conformar estructuras varias, gracias a la superposición de estas
lascas de piedra, véase el caso de los dólmenes, el tholo, los crómlech, o, simplemente alzadas en
vertical, estas últimas pueden estar individualmente o conformar un espacio compartido de varias
de estas unidades, conocidas como menhires; dentro de este mosaico tipológico, también se ha de
mencionar los hipogeos excavados en roca y los túmulos, enterrados en lotes de tierra. Esta
definición realizada a grandes rasgos sirve como vía de introducción a otras cuestiones de mayor
índole y es que al ser estructuras de gran tamaño que marcan el espacio donde se hallan, cabe
reflexionar cuando hablamos de fenómeno megalítico, de qué modo pensaban, o, con que
intención alzaban tales monumentos.
La tendencia tradicional posiciona el megalitismo en el espacio del neolítico, un punto de
inflexión en el desarrollo tecnológico de sus comunidades, sin ignorar aspectos de índole social y
económica. Así, empezamos a hablar de una condición para desarrollar esta actividad, de base a
unas circunstancias culturales, sociales y económicas; sin embargo, nada estaría más lejos de la
verdad. Primero con esta suposición presuponemos menos complejidad con las sociedades
mesolíticas. Hablamos de dos culturas similares salvando las distancias tecnológicas y
económicas. Bajo esta prerrogativa, y para argumentar la similitud cultural, se ha de mencionar
los concheros de las culturas mesolíticas; estos hallazgos, son acumulaciones de basura,
concretamente de moluscos y conchas.
¿Qué tiene en común estos dos espacios a priori tan contrastados? La modificación del espacio
natural en que viven, generando un diseño, una estructura allá donde habitan. Si bien llegamos a
cierto consenso de que esto es verdad, cabe en el tintero otra pregunta: ¿cuál es el objetivo de
modificar el espacio en que viven?
Podrían ser distintas razones, entre ellas se baraja la opción de ser una baliza territorial, o, por
otro lado, podría ser un proceso cultural y de asimilación de un espacio o paisaje como suyo. Hay
que matizar en este sentido que territorio y paisaje no es lo mismo. Según la UNESCO el paisaje
es el espacio que una comunidad ocupa y de la que se apropia para darle un significado, el cual
modifica y le confiere unos límites, que sería el territorio. De este modo podemos considerar una
serie de interacciones entre el ser humano y el espacio natural, para ello explotan sus recursos
tratando de obtener un equilibrio, favoreciéndose de la diversidad biológica, comprendiendo un
valor cultural y simbólico propio.
Así pues, estas razones que se pueden entrever en la construcción de los concheros se pueden
asimilar también en la construcción del espacio megalítico. Dicho esto, hablar de megalitismo
como una actividad única y propia de las sociedades neolíticas, es presuponer una condición para
realizar una actividad de gran simpleza en lo que respecta la idea de superponer grandes bloques
de piedra o alzarlos en vertical; supone esto, también el olvidar que el neolítico es un proceso de
asimilación- ya, sin entrar en debate de cómo se origina en el espacio de la península ibérica- en
el que unos pueblos aprenden de otros sin querer decir que, obligatoriamente, se aplique al uso
cotidiano las técnicas trasmitidas. El mismo hecho de la neolitización, habla de un mundo
prehistórico no necesariamente individual y aislante entre comunidades. Así, hablamos de un
compromiso que podría traer este fenómeno megalítico, si bien se trata de una actividad simple
en teoría, en la práctica sugiere el trabajo de muchos individuos que colaboran para no solo
levantar la estructura sino también todo el proceso previo de extracción de los ortostatos, y,
probablemente la parte más laboriosa, que sería llevar estas piezas hasta el lugar donde la

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comunidad quiere levantar su estructura. Requiere pues, mucho esfuerzo, por ende, colaboración
y contactos que pongan en relación unas comunidades con otras, sea mesolítica, o neolítica.
Con este pretexto podemos hablar de cierta cordialidad entre comunidades, así como del uso de
un espacio común, siguiendo esta misma línea es probable que todo el proceso cultural del
megalitismo no sea simplemente el llevar los ortostatos y alzarlos, sino que tras este evento se
realizaría otro como celebración del éxito de la obra, en forma de banquete, como exaltación del
esfuerzo, y, que culmine el ciclo de la actividad. De estos banquetes se encuentra usualmente
resquicios óseos entre otra clase de restos que respalda esta idea, más interesante es la idea de que
los alimentos consumidos fuesen traídos por las comunidades amigas del exterior.
En cuanto al sentimiento cultural de este evento, reflexionando, salvando los matices más
obviados por los enterramientos que se encuentran junto a estos hallazgos es decir el carácter
fúnebre de alguna de estas estructuras, no se puede sino presuponer el significado cultural que
tenían más allá del propio efecto colectivo que producían. Algunos de estos edificios poseen
grabados de diferente tema, zoomorfo, lineales, geométricos… a veces utilizados como estelas;
pero hay que tener en cuenta nuevamente el espacio, porque sin duda alguna, es la argamasa
principal de todo un proceso cultural; si bien como ya hemos mencionado, es muy difícil
interpretar el aspecto simbólico de estas estructuras, a veces el espacio da pistas que nos hace
reflexionar nuevamente del sentido cultural con el espacio, por ejemplo hoy día hay constancia
de construcciones dirigidas hacia orientaciones concretas al cielo y las estrellas, a veces
relacionado con los solsticios por ejemplo (astro arqueología). Otras veces, como ya se ha
mencionado, estas estructuras poseen una finalidad funeraria lo que puede poseer ciertas
connotaciones sociales; en definitiva, lo que da constancia estos hallazgos, es la noción del
hombre de su relación con la naturaleza, la cual utilizan para dar forma a su imagen cultural.
En conclusión, el fenómeno megalítico, sugiere un corte en la cultura de las comunidades
prehistóricas, un proceso de monumentalización del espacio, que no se sugiere como un episodio
que sucede de inmediato, sino de forma progresiva, junto a la adaptación de los nuevos tiempos,
venideros de una nueva y característica imagen social y económica nunca antes vivida, que estará
en constante circulación y aprendizaje. Se trata de un evento de carácter cultural muy difícil de
interpretar de forma fehaciente hoy en día, pero de la que podemos determinar que sugiere un
gran esfuerzo comunitario y de gran importancia para ellos.

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BIBLIOGRAFÍA
F. CRIADO BOADO y P. MAÑANA BORRAZAS (2000), “Espacio para vivos -espacio para
muertos. Perspectivas comparadas entre la monumentalidad del Atlántico Ibérico y el
Sudamericano”, en R. ONTAÑON PEREDO, C. GARCIA-MONCO PIÑEIRO, P. ARIAS
CABAL (Coord.), Estudio de los Paisajes Monumentales Prehistóricos: desarrollo metodológico
y aplicación de nuevas tecnologías para la gestión integral del Patrimonio Arqueológico. Actas
realizadas del 5 al 8 de Octubre de 2003, Congreso del Neolítico de la península ibérica 3º edición,
Santander, PP. 857-863.

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