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de Aristóteles Bonfil
Personajes
Víctor Popóv
Figaredo
Toi Toi
Magda
Papá
Mamá
Escenas
I
El rey de los pequeños vagos
II
La nueva horca
III
Un fenómeno de verdad
IV
El niño gusano
V
¡Conchas! ¡Conchas! ¡Conchas!
VI
Una casa de diez habitaciones
VII
Canteras de mármol
VIII
Un amigo anónimo
IX
Paloma mensajera
X
Las pesadillas del mundo
XI
Soy un truhan
XII
Pelotas de acero
XIII
Tu propio camino
I
NARRADOR: Pasado el desfiladero de los años, hasta las historias más intensas se
desvanecen en la memoria, pero aquellas que han tocan la luz y la sombra, permanecen hasta
que se enfila el último camino a casa.
Supongo que querrán saber quién soy, cuál es mi nombre y dónde vivo; pero no se los diré
porque esta historia no se trata de mí, esta historia es sobre un niño llamado Víctor Popóv.
Para algunos, un verdadero canalla, el rey de los pequeños vagos; alguien que tenía más que
merecido el destino que le tocó. A mí no me interesa juzgarlo, después de todo, lo importante
es que se necesita de gente así para que existan las grandes historias.
Esto comenzó durante un invierno, creo que el lugar se llamaba Tulli o algo así. El caso es
que la carroza de la familia Popóv atravesaba el gran campo de abedules, eso no me consta,
pero me gustan los abedules, así que dejemos los abedules.
Madre: ¡Mira que agarrar a pedradas a tu primo! ¿Qué tal si lo dejabas tuerto? ¿Por qué
haces esas cosas?
Víctor: ¡Porque él se entrometió! Yo solo iba a cortarle las alas al estúpido canario de Doña
Sara.
Padre: ¿Y eso qué tiene que ver? Si lo del canario fue hace dos semanas.
Padre: ¡Qué!
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NARRADOR: Más o menos así era una escena típica de la familia Popóv. Solo que en esta
ocasión había una pequeña diferencia. Sus padres lo habían matriculado en el internado de
las Monjas Militarizadas de la Sagrada Orden del Corderito Misterioso. Y los viejos como
yo sabrán que ahí se manejaba una disciplina inquebrantable.
Padre: Mira, Víctor, ¿ves esas cruces? Allá, por encima de los abedules.
Padre: Son del internado: estamos llegando. Cuando salgas serás un jovencito de provecho.
Madre: Bueno, te faltan dos años para acabar la primaria, son tres de… y tres de humm…
ocho años, Víctor.
Víctor: ¡Conchas! Eso quiere decir que saldré de… ¡dieciocho años! ¡Seré un viejo para
entonces! Habrá pasado mi mejor época. ¡Conchas!
NARRADOR: Por más que le daba vueltas, Víctor no podía concebir la traición de sus
padres. Y aunque solía entregarse a las fechorías con una habilidad casi virtuosa, trabajando
duro en cuidadosos planeamientos; en esta ocasión, al igual que con el hombre que gritó
“Eureka”, fue la inspiración la que hizo el trabajo.
Madre: ¡Que paren! No quiero que lo primero que haga al llegar sea… eso, esa palabra que
acaba de decir.
Sale victor.
NARRADOR: Víctor se agachó tras un arbusto. Pujó tan fuerte para que su mentira fuera
creíble que, sin querer, se le salió un mojón. Pero no le importó, y apenas sus padres desviaron
la mirada, salió corriendo sin tiempo para abrocharse el cinturón que tintineaba como un
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cencerro. Parecía una vaca que hubiese visto al diablo. Cuando ya iba muy lejos volteó y solo
alcanzó a ver los pañuelos revoloteando alrededor del mojón que, como una roca, dormía
sobre la hierba. Sonrió con su sonrisa de sinvergüenza.
Víctor: De aquí en adelante la vida será más sencilla. Lo primero que haré será robar un poco
de dulce de cabra en el primer pueblo con el que me tope. Después buscaré la estación y
esperaré a que llegue el tren de mercancías; como los ratones entraré sin que nadie me vea,
y listo. ¡De verdad que no entiendo a los que dicen que la vida es complicada! No saben
pensar, eso es lo que pasa.
NARRADOR: Las cosas no se cumplieron tal como Víctor las tenía planeadas, pero, aun
así, la fortuna no dejó de serle favorable. Antes que el hambre le doblara las piernas logró
escurrirse en el último vagón de un tren. Y una vez que sus ojos se acostumbraron a la
oscuridad, vio latas de raíces en salmuera por todos lados, acomodadas en torres que llegaban
hasta el techo. Tal vez no fuera su platillo favorito, pero no tendría que mendigar como un
fracasado.
Víctor: (Comiendo raíces, le son muy amargas) ¿Quién necesitaba de ese estúpido dulce de
cabra? Yo no. Además, casi me rompen la cabeza por él... Pero aquí estoy, a salvo y comiendo
comida saludable (Tira la lata vacía, se limpia la boca y enciende la pipa de su padre)
…Jajajá, ojalá mis padres estén sufriendo mucho. Ojalá piensen que me pasó algo horrible.
¡Ojalá piensen que estoy muerto! A ver si así aprenden a valorarme (Se frota los hombros).
¡Uy, este maldito frío de dónde salió! (Se asoma por una rendija). ¡Claro, debemos estar
atravesando las montañas de Kallnali! ¡Son más frías de lo que decía el profesor! Esto
confirma mis palabras: el viejo es un idiota. Si no hago algo voy a morir de hipodermia…
Necesito una fogata. Pero… (Piensa) ¡Claro! Prácticamente voy sobre un árbol. Hay madera
por todos lados (Víctor arranca unas tablas y hace una fogata) Esto es lo primero que
deberían de enseñarle a los niños: Cómo sobrevivir al frío dentro de un tren de carga. (Se
acurruca tranquilamente) Sigo teniendo razón: la escuela no sirve para nada.
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Víctor: ¡Qué conchas! (Sube al techo por una puertecilla) ¡Vamos, maldito humo! ¡Sal
rápido!
Víctor: ¡Conchas!
Oscuro
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II
La nueva horca
Víctor: ¡Jajajá! Que nombre tan chistoso… ¿“Figaredo”? ¿en serio? Seguro fuiste la burla
de todos en la escuela.
Víctor: ¡Hiciste bien, amigo! Aunque tengas que vivir en este sitio horrible, tomaste la mejor
decisión. ¡Y te lo digo yo!
Figaredo: Es verdad, este circo ya no está en su mejor momento. Además, durante el invierno
no hay mucho qué hacer, y eso lo vuelve más deprimente. Pero aún le guardo un gran cariño.
Fue de mi padre.
Figaredo: Si quieres más sopa de garza puedes servirte. Aquí somos como una gran familia.
Figaredo: ¡Jajajá! ¡Eres muy simpático! Algo me dice que tu llegada nos traerá suerte. Entra,
voy a presentarte a los demás. (Gritando) ¡Muchachos, tenemos visita!
Toi Toi: (Off) ¡Tenemos visita, muchachos! (A Figaredo) Un momento, jefe. No encuentro
mi gorro.
Figaredo: Ellos son mis “hijos”. (A los fenómenos) ¡Y ustedes no se queden así, saluden!
Toi Toi: Buenas noches, jovencito. Mi nombre es Toi Toi, y soy el enano de este circo.
Espero te haya gustado la sopa de garza, la preparó Magda, ella es nuestra cocinera.
Magda: Hola.
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Magda: Soy Magda. (Avergonzada) La mujer barbuda de este circo.
Toi Toi asiente. Víctor saca un pañuelo de seda y se limpia la boca con gesto de asco.
Eduardo: Yo soy Eduardo, y soy una de las cabezas del hombre de dos cabezas, la más
inteligente, claro. (A Mordrake) Tú, no seas gruñón y preséntate con el muchacho.
Mordrake: (De mala gana) Yo soy Mordrake, y soy la cabeza que no es idiota. (A Figaredo)
Nosotros tenemos que irnos, aún no quedan listas las ruedas.
Figaredo: Te voy a dar un consejo, Víctor: no es buena cosa andar a tus anchas cuando tu
cabeza tiene precio.
Víctor: La noche de ayer, el tren de la empresa “Bonofiu y hermanos” que transportaba los
víveres y mercancías donados al humilde pueblo de San Kirilo, recientemente afectado por
un deslave de tierra, fue incendiado y reducido a cenizas. El conserje del tren, único testigo,
asegura que el siniestro fue provocado por un niño orejón con cara de malo y burro, que
huyó perdiéndose en el bosque.
Los empresarios, indignados por las pérdidas económicas, han ofrecido una fuerte
recompensa a quien entregue vivo al infeliz a fin de poder ejecutarlo en público,
aprovechando la situación para inaugurar la nueva horca.
Víctor: ¡Yo no tengo las orejas tan grandes! Además, fue un accidente.
Figaredo: Puedes tratar de explicarlo, pero tus pies van a estar colgando antes de que acabes
de decir “perdón”.
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Magda: ¿La horca? Pero es un niño, y a los niños no los cuelgan, ¿verdad?
Figaredo: No podemos ayudar a nadie contra su voluntad, Magda. (A Víctor) Solo cuídate
por favor. No soporto que la sangre joven sea derramada.
Magda: ¡Que se quede! Que se quede con nosotros hasta que esto pase. Nunca hemos tenido
una carita tan bonita por aquí, ¿verdad, Toi Toi?
Víctor: (Interrumpe, disimulando su miedo) Está bien, está bien. Me quedaré con ustedes.
En mi casa me enseñaron que es de mal gusto despreciar una invitación.
Oscuro
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III
Un fenómeno de verdad
NARRADOR: Unas cuantas semanas después, el exótico grupo fue despertado por los
silbidos de un avestruz. Todos sabían lo que eso significaba: la primavera había llegado. A
pesar de las circunstancias, Víctor era consciente de que se la había pasado bastante bien.
Varios descansos al día, sopa de garza para calentar los huesos, y un bulto de tabaco de donde
robar para mantener su pipa siempre llena. Sé que las historias nos han hecho creer que las
cosas buenas vienen con la primavera, pero esta historia no es una de esas. En el circo, la
primavera equivalía a trabajo, cosa que para un holgazán como Víctor era peor que una
enfermedad.
Víctor está colocando las letras del circo, en la marquesina dice “El gran Sirco de Fijaredo,
el magnifico” y en un costado “ce aceptan gudios”.
Víctor: (Refunfuñando, con una tilde en su mano) ¿Y esto dónde conchas lo pongo? Me
gustaría saber quién fue el idiota que inventó las letras.
Mordrake: Así que poniendo las letras, ¿eh? Le quitaste un peso de encima a Toi Toi.
Debiste verlo tratando de subir ahí.
Eduardo: Jajajá.
Víctor: Hasta ahora no había sido lo suficientemente tonto como para hacerlo. Me voy a
descansar.
Mordrake: (A Víctor) Claro, nada como una siesta después de una dura jornada. (A Eduardo)
Arregla eso. Ya sabes cómo se pone Figaredo antes de una función.
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El hombre de dos cabezas reacomoda las letras en la marquesina: “El gran circo de
Figaredo el magnífico”, “Se aceptan judíos”. Mordrake le quita el acento de las manos a
Víctor, y lo coloca sobre la “i” de “judíos”.
Eduardo: No, no, no, no. Nadie ha dicho eso. (A Víctor) Nosotros somos inventores. Bueno,
lo éramos hasta que cierta persona…
Mordrake: (Interrumpiendo) A ver, Señor Platicador, ¿qué tal si primero hacemos nuestro
trabajo y después le abres tu corazón?
Narrador: Y eso, era verdad. Cuando tenía cerca a uno de los fenómenos, se sentía
intranquilo. Aunque, como nos pasa a todos, aquellas extrañas formas, le despertaban un
oscuro interés que solo podía ser saciado observándolos con el mismo detenimiento con el
que se analiza un mapa.
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Figaredo: (A Víctor) Tus mejillas lucen radiantes con este sol. ¡Felicidades! (Se percata de
que el enano está atrás de él) ¿Y tú que estás haciendo aquí? ¿Ya tienes listo mi fajín o
pretendes que vuelva a dar función con el fajín arrugado?
Figaredo cierra los ojos, inhala y exhala lentamente. Toi Toi sale apresurado.
Sale Toi Toi. Víctor está incómodo por quedarse a solas con Figaredo.
Víctor: Bueno, me alegro que le haya gustado mi trabajo. Ahora voy a ver qué puedo hacer
por acá.
Figaredo: Víctor, quiero pedirte que te integres a nuestro espectáculo. Quitaremos el número
de Toi Toi, y tú ocuparás su lugar. Serás “El niño gusano”.
Víctor: ¡No es mi culpa que Toi Toi sea un enano sin chiste!
Toi Toi: ¡Oye! (A Figaredo) Pero, jefe, ¡él no es un fenómeno de verdad! No tiene
experiencia. Además, se le nota que no quiere.
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NARRADOR: Toi Toi tenía toda la maldita razón. Víctor no había escapado de casa para
terminar sobre unas apolilladas tablas fingiendo ser un gusano. Pero ver al enano tan alterado,
le divertía. Desde el primer momento le había caído mal y quiso regocijase de la situación.
Figaredo: Cállate, déjalo en paz. (A Víctor) Ahora solo hay que pensar en tu nombre artístico.
(Todos piensan) No hay tiempo, te llamarás “Toi Toi”.
Figaredo: Magda, ven con nosotros, tienes que hacerle un traje (Sale con Magda y Víctor).
Toi Toi: ¡Maldito, chiquillo! Es más malo de lo que creí… Oye, Mordrake, ¿y si lo
entregamos a los sankirilenses?
Mordrake: Tú no eres un asesino, solo un enano muy enojado. Y él, un niño con un gran
orgullo, ¿de verdad quieres que lo maten por eso? Jajajá.
Toi Toi: ¿No se dan cuenta? Vino aquí para destruirme. Me quitó mi trabajo, me quitó mi
nombre y va a quitarme a mi chica.
Toi Toi: No, todavía no. Ese niño es malo. ¡Incendió un tren y solo Dios sabe lo que hizo
antes! ¡Tal vez mató a su familia!
Oscuro
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IV
El niño gusano
Toi Toi: ¡Buenas noches, damas, caballeros y niños que nos acompañan! ¡Sean bienvenidos
al único, al inigualable, al Gran Circo de Figaredo el Magnífico! (Se ilumina Figaredo)
Sesenta años recorriendo el mundo de punta a punta para traer ante ustedes lo inexplicable,
lo insólito y lo misterioso.
Suena aplausos.
Figaredo: Veo que nos acompañan muchos caballeros esta noche. Así que espero sepan
apreciar la belleza de ¡Barbarella, la mujer barbada! ¡Aplausos!
No pierdan detalle de esos pechos desbordantes de carne erótica. ¡Las caderas! ¡Ulalá! Arco
perfecto que termina en unas piernas de fantasía. Y en su rostro… la áspera barba que la
convierte en una insólita mezcla entre Venus y un señor de edad madura.
Figaredo: Ahora están a punto de contemplar uno de los adefesios más desconcertantes que
este magnífico circo haya presentado jamás. ¡Aplausos para Bicéfalo!
Entra a escena el de dos cabezas, está encadenado; sostiene un costillar con la boca.
El único sobreviviente de una era mitológica. ¡Un ser de dos cabezas que no piensa, solo es
guiado por su bestial apetito! ¡Cuidado! No dejen que los niños se acerquen. Si no fuera por
estas cadenas, se comería a todos, y luego usaría a ese flacucho (Señalando entre el público)
como palillo de dientes.
Figaredo: Finalmente, yo les pregunto, ¿quién de ustedes cree en las maldiciones? ¿Nadie?
Jajajá. Con ustedes, ¡Toi Toi, el niño gusano!
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Su madre, al no poder concebir, recurrió a un hechicero que le entregó una pócima a cambio
de la mitad de su fortuna. Pero la mujer faltó al trato. Y en venganza, el hechicero la maldijo.
Cuando dio a luz, cuál fue la sorpresa al ver a su primogénito con forma de gusano. Sus
padres, horrorizados, lo echaron por el desagüe y fue a dar al regazo de una familia de
piadosos montañeses… ¡pero ellos tampoco lo quisieron! Y ahora lo tenemos aquí.
Oscuro
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V
Toi Toi está curando a Magda mientras Víctor espía por una rendija cómo Figaredo azota
al de dos cabezas con su látigo, se escuchan los gritos.
Víctor: (Intranquilo) ¿Por qué nadie me advirtió de esto? (Nadie contesta). ¿Qué les pasa?
(Nadie contesta) ¡Digan algo! (Nadie contesta) No los entiendo, ¿por qué dejan que les
pegue? ¡Ustedes son más!... Yo no voy a dejar que me pegue.
Toi Toi: Así son las cosas en el mundo del Arte. Si no lo entiendes puedes irte.
Magda: (A Víctor) Después de que Figaredo te pegue, te prepararé un poco de dulce de cabra.
Magda va a salir.
Magda: No.
Magda: ¡Lo juro! Voy a preparar la comida. Después de castigarnos le mucha hambre. (Se
acerca a Víctor) No tengas miedo, cúbrete bien la cara.
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Magda sale.
Toi Toi se le avienta encima. El de dos cabezas sale adolorido, Víctor lo ve, el de dos cabezas
se avergüenza y se va.
Figaredo: (Off) ¡Toi Toi! (Toi Toi va con Figaredo. Se escucha un zape) ¡Tú no, idiota! ¡Me
refiero a Toi Toi!
Toi Toi: (Entra riendo mientras se soba la cabeza) Es verdad, hoy no me tocan los golpes a
mí. Después de todo me alegra que hayas llegado, jejejé.
Víctor entra con Figaredo, trata de disimular su temor. Toi Toi espía por la rendija.
Víctor: ¡Figaredo!...
Figaredo: ¡Ssssh! Yo no voy a pegarte. A ti no… Me encantó verte con ese traje de gusano.
(Figaredo se coloca a espaldas de Víctor y comienza a masajear sus hombros). Sí, nos fue
mal. Otra vez. Pero no puedo desquitarme contigo, no sería justo porque tú eres el futuro de
este circo.
Figaredo: (Enojado) ¿Qué pasa, Toi Toi? No te vi tan incómodo cuando se te ofrecía el doble
de comida mientras los otros teníamos que soportar con una sola ración. ¿No te salvé la vida,
acaso? ¿Quién si no un espíritu noble habría ofrecido su casa para esconder a un miserable
delincuente? Me debes todo, tú no vas a abandonarnos.
NARRADOR: Víctor pensó en el camino de regreso a casa, pero la imagen de sus pies
balanceándose bajo la horca lo dejó inmóvil. Y ahora que veía a Figaredo con detenimiento,
ya no le parecía ese tipo bonachón que le había tendido la mano. Era más bien un adulto de
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pensamientos inciertos. Y por primera vez pensó que escapar de las monjas había sido un
error.
Víctor: Tienes razón, ¿me perdonas, Figaredo? Es que creí que te había decepcionado.
Figaredo: (Nervioso) Claro, hijo. Eh… creo que no me expresé bien hace un momento. Es
solo que si te encuentran y te hacen daño, se me va a caer el alma encima. Retírate. (Gritando)
¡Enano!
Toi Toi: (Off) ¿Me va a pegar? Pero, ¿si se acuerda que yo no estuve en el espectáculo,
¿verdad?
NARRADOR: Víctor sintió un escalofrío al pensar en las verdaderas razones por las que
Figaredo no lo había golpeado. Estaba acorralado. Si quería librarse de la justicia y escapar
de ese circo, tendría que hacer uso de toda su inteligencia para trazar el plan más grande de
su vida. A su pesar, debía hacerse amigo de los fenómenos para anular cualquier sospecha,
mientras daba con la víctima perfecta que ocupara su lugar en la horca.
Oscuro
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VI
Eduardo: ¿Y el del hombre que entra a un hospital con un pato pegado a su cabeza, ya te lo
sabes?
Entra Víctor.
Mordrake: No hay ninguna máquina para volar. No le hagas caso a este cerebro de sardina.
¿Por qué no buscas otra cosa qué hacer? Nosotros sí estamos trabajando.
Eduardo: ¡Claro que hay una máquina para volar! Y te la voy a enseñar.
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Eduardo intenta avanzar, pero no puede.
Eduardo: (A Mordrake) ¿Qué te pasa? ¡Hay cosas más importantes en la vida que trabajar!
(Intenta moverse otra vez). Un día de estos voy a hartarme y me voy a largar ¡sin ti!
Víctor: ¡Vaya! Debe ser horrible tener un hermano. Sobre todo en el mismo cuerpo. Mis
papás y yo vivíamos en una casa de diez habitaciones, y aun así me costaba trabajo
soportarlos.
Mordrake: ¡Está bien! Pero la van a armar ustedes. Yo ya no me acuerdo. Y no se les ocurra
molestarme porque no pienso dirigirles la palabra. Hagan de cuenta que no existo.
Eduardo saca una caja con las piezas del Cascóptero. Entra Toi Toi que espía desde el fondo.
Eduardo: ¡Tonterías! ¿Nunca te han dicho que tienes mirada de perro detective?
Eduardo: Me refiero a la mirada de los chicos listos. ¡Mira! ¡Mira mi mirada! ¿Ves? Ahora
pon atención a la de Mordrake: ¿Te das cuenta? Todo lo contrario, es la mirada de un… de
un perro cualquiera, jajajá (Mordrake le da una patada en el trasero a Eduardo) ¡Ouch! Te
ofendes muy fácil para no existir. (A Víctor) Muy bien. Toma ese motor de inercia mecánica.
NARRADOR: En esta parte podría enrollarme describiendo con palabras difíciles cómo es
que intentaron armar el aparato. Pero como yo no soy inventor ni sé lo que es un motor de
inercia mecánica; prefiero no decir mentiras, y mucho menos aburrirlos.
Lo que sí sé, es que Eduardo definitivamente necesitaba de su otra cabeza para poner en
marcha el aparato. Esto provocó que Víctor escarmentara una serie de accidentes: abruptas
sacudidas, martillazos en el dedo gordo, descargas eléctricas. Y para que no terminaran
explotando en cachitos, Mordrake tuvo que intervenir.
Mordrake: ¡No, par de tontos! (A Víctor, que va siguiendo las instrucciones). Empieza por
ponerte esos lentes. Aprieta el perno de la helice. Ahora el caso, asegurate de ajustarlo bien
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a tu barbilla. La mochila. Desenrolla la manguera de gas y conectala a la fuente del casco.
Espera, no la aprietes tanto. Asi está bien ¡hasta ahí! Ahora gira la manivela y disfruta.
Víctor: ¿Qué conchas? Esto gira muy lento. Creo que no va funcionar.
Eduardo: No del todo. En realidad, es culpa de este papanatas. Tardamos cuatro años
diseñando el Cascóptero y...
Eduardo: Cascóptero. Ese es su nombre. Pero este tonto, quién sabe por qué, un día
simplemente se puso triste y no quiso volver a saber nada de él.
Mordrake: Es que tú no entiendes. ¿Por qué tendría que regalar mi conocimiento a un mundo
que me detesta? Primero todos dicen “Ay, qué interesante” Pero apenas te acercas a ellos, te
dicen “Por favor, ¿podrías mantenerte alejado?”.
Mordrake: Sabias palabras para venir de alguien que solo tiene una cabeza.
Eduardo: No le hubieras dado permiso. Si se nos pierde, ten por seguro que Figaredo nos
mata.
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NARRADOR: La emoción genuina que proyectaban los ojos de Víctor consiguió que el
gruñón de Mordrake se olvidara de todo lo demás hasta el punto en que creyó que el aparato
realmente estaba volando. Y por primera vez en mucho tiempo, se sintió conmovido.
Oscuro
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VII
Canteras de mármol
Víctor: Y entonces el pato contesta: “No sé, todo empezó con un bulto en el pie” (Los dos
se carcajean). Este es el mejor dulce de cabra que he probado en los últimos diez años.
Magda: (Tímida) ¿Notaste que ya no hay pelos en la comida? Es que tejí una funda para mi
barba.
Víctor: ¿Pero de qué hablas? Si a mí la comida con pelos me encanta. Es más, cuando estoy
en un restaurante y el mesero retira un pelo de mi sopa, lo detengo en el acto y le digo: “¡Hey,
mesero! ¿Qué cree que está haciendo? ¡Deje ese pelo donde estaba!” (Los dos se carcajean.
Entra Toi Toi y espía desde el fondo) No, ya hablando en serio, Magda. La otra vez fui un
grosero contigo. Es que ver a Figaredo lastimándolos me puso nervioso. Siempre que veo
una injusticia me pasa lo mismo. ¿Me podrías perdonar?
NARRADOR: Sí, en efecto, Víctor tenía temperatura; pero en realidad se trataba de una
vieja práctica que acostumbraba para cuando no quería ir a la escuela: Con una mano sostenía
una jarra de agua helada, y con la otra una jarra de agua caliente. Daba un trago de una y un
trago de otra, era infalible: Siempre terminaba tumbado en la cama. Víctor tenía más que
claras las inclinaciones maternales de Magda, y se estaba aprovechando.
Magda apapacha a Víctor mientras le canta una canción. Toi toi se abalanza sobre Víctor.
Toi Toi: ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Quita tus sucias manos de mi chica!
Toi toi: ¡Pues te vas a sentir peor! (Toma un palo e intenta pegarle, pero Magda lo protege)
¡Mañoso! ¡Eres un mañoso!
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Magda: ¡Eduardo! ¡Mordrake!
Víctor se desmaya.
Toi Toi: ¡Está fingiendo!¡Es una más de sus artimañas! ¡Lo hace para molestarme! (Se
acerca a Víctor y le da una patada en el estómago, pero Víctor no reacciona).
Eduardo: (También le da un zape) ¡En lugar de “Toi Toi” te hubieran puesto “Tontón”!
Figaredo: (Le da otro zape) ¡Si algo le pasa a mi niño lo vas a pagar muy caro!
Magda: No quiero verte en este momento. ¡Vete! (Le da un zape. El enano sale).
Oscuro
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VIII
Un amigo anónimo
Víctor, está viendo una hoja. Hay hojas con bocetos, tiradas.
Víctor: ¡Conchas! Quién diría que dibujar algo feo puede ser tan difícil… ¡Ah! ¡Qué diablos!
Es lo mejor que puedo hacer… (Le da la vuelta a la hoja) Ahora, lo más importante
(Comienza a escribir).
Esta declaración está dirigida al comandante de la policía. Así que si tú, el que está leyendo
esto, no eres el comandante, te ruego se la hagas llegar. Porque lo que voy a declarar es
importante. Se trata del tren que fue quemado. Yo sé quién lo quemó. Pero antes quisiera
decirles como lo descubrí. Para eso tendré que desarrollar mi teoría basándome en la baja
estatura y un par de orejas grandes, ambas, pistas clave que sirvieron para incriminar a un
pobre niño. ¿Pero en realidad un niño puede llegar a ser tan malo? Desgraciadamente ese
día una bola de locos dijeron que sí. Primer dato importante. Las orejas. El retrato fue
adornado con unas orejas enormes, detalle que por cierto me parece exagerado y grosero.
Pero antes de perder la cabeza buscando niños con orejas grandes convengamos en que solo
hay una persona que dice haberlo visto: el conserje del tren. Hombre viejo y que usa lentes.
Testimonio que me pareció insuficiente para sacar una conclusión, así que me puse a pensar
en el asunto y me pregunté ¿qué otra cosa puede parecer unas orejas sin ser unas orejas?
Exacto un gorrito malpusiano. Recordemos que esos gorros se alzan en pico y bajan por las
sienes rematando en forma circular. ¿Acaso esa forma entre la oscuridad y vista desde un
tren en movimiento por un señor de avanzada edad no puede pasar por un par de orejas?
¡Claro que sí! Entonces no se trata de unas orejas sino de un gorro malpusiano. Ya que está
resuelto esto pasemos a lo de la estatura.
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Víctor: Gracias, déjalo en la puerta.
Figaredo: (Off) Mordrake y Eduardo querían que salieras a jugar con ellos…
Víctor: Diles que muchas gracias, pero no puedo. Faltan dos días para la función y necesito
estar entero.
Víctor: Incluso tomando en cuenta la teoría de que el incendio fue provocado por un duende,
como algunos andan diciendo, ¿quién más aparte de un señor pequeño, un duende y un niño,
son del mismo tamaño? No nos queda más que pensar en lo inesperado: Un enano. Y seguro
están pensando, no señor, por aquí no hay enanos. Entonces ¿dónde hay enanos? Fácil, en
los circos. El día del incendio muchos vieron la carabana del gran circo de Figaredo el
magnífico por ese lugar y todos sabemos que ese tipo de gente no es de fiar. En él trabaja
un enano y, sí, ese enano trae un gorrito malpusiano, por lo tanto, él quemó el tren. Yo pienso
igual que ustedes, hay que acabar con todo aquel que busque socavar la moral de nuestra
sociedad. Así que propongo que busquemos a ese enano y lo hagamos pedazos.
Oscuro
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IX
Paloma mensajera
NARRADOR: Por fin el momento de darse a la fuga había llegado. Esa noche la luna estaba
entera y las montañas eran estampas negras que, como gigantes desparramados, bordeaban
el valle dejándolo en silencio. Víctor se ayudaría de la penumbra para evitar encontrarse a
los habitantes que, con toda seguridad, a esas horas estarían en camino al circo.
Víctor se sobresalta.
NARRADOR: ¡Esperen! ¡Esperen! Detengámonos aquí. Olvidé contarles cómo hizo Víctor
para enviar la carta. De una vez les advierto que lo que van a escuchar, siempre ha causado
controversia; Tanta, que la mayoría prefiere evitar ese episodio. Pero yo no quiero dejarlo
fuera, ya que, de niño, cuando me lo contaban, me parecía lo más fascinante del
extraordinario viaje de Víctor Popóv.
Resulta que después de enfermarse, Víctor, a escondidas, andaba jugando con el Cascóptero,
al mismo tiempo que pensaba cómo hacer llegar la carta al pueblo. Fue entonces que vio a
un pájaro picoteando las ruedas de la caravana. Enseguida supo que era una paloma
mensajera, famosas por devorar ruedas y tomar agua en los estanques de cocodrilos. Para
poder encontrar sentido a esto, mejor vayamos paso a paso.
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Cinco: unos tipos sin escrúpulos cazarían al cocodrilo.
Siete: sería rescatado por un niño ciego. Este niño le pondría una botita en cada pata y desde
entonces comenzaría a llamarlo Carlos Gonzales.
Ocho: los cazadores secuestrarían al niño para interrogarlo, pero no le sacarían ni una palabra.
Diez: el niño denunciaría a los cazadores y los cazadores serían encarcelados por el
comandante.
Dieciséis: Se iría a vivir a una playa del Caribe, donde le pagaría a su primo para que hiciera
de su sirviente.
Víctor se sobresalta.
Toi Toi: Quería pedirte una disculpa. Hablé con Magda y me hizo entender las cosas.
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Víctor: No te preocupes, no soy rencoroso (Va hacia la salida).
Toi Toi: Déjame terminar. Es que tú no sabes, toda mi vida fui rechazado, sin derecho ni
siquiera a las cosas más elementales, como el amor. ¡Yo no supe quienes fueron mis padres!
Apenas pude sostenerme en pie, tuve que sobrevivir de los trabajados más indignos. ¿Sabes
hasta cuándo fue la primera vez que me celebraron un cumpleaños? ¡Nunca!...
Narrador: A Víctor le importaba tan poco lo que le estaban contando que, si no estuviera
por escapar, se habría quedado dormido. Los minutos pasaban y el enano no se callaba, en
cualquier momento podría salir Figaredo o alguno de los otros; esto empezó a poner nervioso
a Víctor.
Toi Toi: …¡No quería perder a Magda, pero no había hecho nada para que supiera mis
sentimientos! Tenía miedo, tenía celos, todo era tan confuso…
Toi Toi: ¿En serio me entiendes? …Tienen razón, tú eres un ángel. Dame un abrazo. (Se
abrazan y se pone a llorar).
Toi Toi: Te quiero. (Va hacia la salida, se detiene) ¿Sabes? Mañana me le voy a declarar a
Magda.
Eduardo: ¡Toi Toi! ¿Eres tú el que estaba haciendo ese ruido horrible?
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Mordrake: Y según nuestros cálculos está listo.
Magda: ¡Víctor! ¿Qué haces aquí? (Estornuda y se limpia la nariz) Creo que esta vez me
estoy resfriando yo… ¡Deberías estar reposando! (Al de dos cabezas) ¡Claro! ¡Seguro estos
te obligaron a salir de la cama!
Toi Toi: ¿Sabes, Magda? Esta noche tu estatura, luce más. Pareces como un árbol viejo.
(Eduardo y Mordrake sueltan una carcajada) No. Quiero decir. Que… eh… eh… que te ves
muy bonita.
Entra Figaredo.
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Víctor: Eh… No.
Toi Toi: (Arrebatándole la mochila) ¡Cómo no! No seas malagradecido. Magda fue quien
más te cuidó. (Abriendo la mochila). ¡Creo que también olvidaste el abrigo! Aquí no hay
nada. ¡A menos de que esté en el fondo!
Agita la mochila para vaciarla, caen las hojas. Víctor se apresura a recogerlas; pero cada
fenómeno ya tomó una. La leen. Víctor intenta correr.
Figaredo: ¡Agárrenlo!
Toi Toi: ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! (Se lanza a golpes contra Víctor. Figaredo se lo quita de
encima).
Figaredo: (Le da una cachetada) Creo que voy a tener que acelerar las cosas contigo (A
todos) Tráiganlo.
Oscuro
29
X
Víctor: ¡Magda! ¡Qué bueno que vienes! ¡Rápido! ¡Habla con Figaredo! Convénselo para
que me suelte, por favor. ¡Necesito irme!
Magda: ¿Entender qué? ¿Qué querías entregar esa carta para inculpar a Toi Toi? ¿Sabes que
pudo haber venido el pueblo a lincharnos a todos? (Víctor no habla) ¡Contéstame!... Mi pobre
enanito siempre fue amable contigo desde el primer momento en que llegaste a este circo.
Magda: ¡Yo me daba cuenta de lo mal que lo tratabas! Pero prefería pensar “¡Es un niño!
¡Le damos miedo!”. Creí que con amabilidad y ternura podrías tratarnos sino con cariño, por
lo menos con respeto. Pero me equivoqué, simplemente eres malo.
Víctor: ¡Por fin llegas! Estás cometiendo un error. ¡Escúchame! Lo hice por ti, lo hice por
esta familia. Pensaba cobrar la recompensa y, con el dinero, devolverle la gloria a este circo.
Figaredo: ¿Qué tienes en la boca? (Le abre la boca) Claro, esa fue la idiota de Magda. Se
ha ganado una buena tunda.
Víctor: Tú sabes que el enano nos trae mala suerte… Aquí cada quien tiene que dar lo mejor
de sí, y en su caso, era esa recompensa. ¡Vamos, Figaredo! (Figaredo lo calla) Bájame de
aquí y hablemos, ¡solo un momento! Es que ya no siento mis bracitos. ¡Ay!
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Víctor: ¿De qué conchas hablas?
Figaredo: Yo quería que esto fuera voluntario, que naciera de ti. Pero me has hecho ver que
eso no es posible. Así que le vamos a decir adiós a ese niño arrogante e irrespetuoso. Y serás
alguien que… ¿cómo decirlo? Que armonice más con esta familia.
NARRADOR: Por fin supo lo que ocultaba la amabilidad y preferencia que Figaredo tenía
hacia él: ¡Lo convertiría en un fenómeno, uno de verdad! Y después, el desenlace: llegaría la
gente, lo castigaría con insultos y golpes y, al final, sería ejecutado. Ni siquiera todas las
pesadillas del mundo podrían compararse con lo que le sucedería a Víctor.
NARRADOR: Dejó de gritar, y se dio cuenta que la palabra “amigos” sonaba tan extraña en
su boca, tan ajena a sus sentimientos… Víctor no tenía amigos: Todo aquel con quien alguna
vez usó esa palabra, terminó siendo víctima de sus fechorías. Había hecho de la transgresión
su trabajo. Desgarrar el telón de la realidad y ver a los demás indefensos y desorientados le
producía placer. Pero tratar de llevar a alguien a la horca, era demasiado. De pronto, se sintió
agotado, y supo que toda su vida la había caminado con un innecesario bulto a cuestas: era
difícil ser un saboteador todo el tiempo. Tuvo ganas de llorar. Y aunque nadie lo estaba
viendo, no pudo hacerlo.
Oscuro
31
XI
Soy un truhan
Toi Toi: ¡Te voy a hacer pedazos! ¡Figaredo está castigando a Magda por tu maldita culpa!
Eduardo: No le hables a mi hermano (A Toi Toi) Vámonos, Figaredo dijo que no nos
acerquemos a este.
Toi Toi: No te preocupes. Nadie puede presumir de haber engañado a Toi Toi dos veces.
Váyanse tranquilos.
Salen Mordrake y Eduardo. Toi Toi camina de un lado a otro con soberbia.
Víctor: (No sabe cómo empezar) No estuvo bien lo que hice contigo… (Toi Toi no contesta,
continúa caminando) ¡Conchas! ¿Puedes dejar de caminar así? Te ves más ridículo de lo
normal.
Toi Toi: Estoy libre, puedo caminar como se me dé la gana. Además, soy Toi Toi, el nuevo
lugarteniente de Figaredo.
Toi Toi: Significa que puedo hacer esto (Le atiza con un palo. Víctor se queja). Pensaste que
podrías conmigo, ¿eh? Te voy a decir algo, anoche besé a Magda, por lo tanto, yo soy el que
gana.
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Víctor: ¡Basta con eso! Soy un niño, ¡Magda podría ser mi mamá!
Toi Toi: ¡Eres una rata con muchas mañas! Siempre te sentiste la gran cosa.
Víctor: Y tú siempre estás arrastrándote. ¿Cómo alguien así puede ser mi amigo? ¿Cómo
esperas que alguien así sea respetado?
Toi Toi: ¿Y por eso querías que me mataran?... (Comienza a salir) ¡Pues tampoco vale la
pena ser amigo de un chiquillo como tú!
Víctor: ¡Está bien! ¡Está bien! No te vayas... Escúchame (El enano se detiene) Al inicio…
Mira, no quiero seguir mintiendo. Me asusté, nunca había visto a alguien como ustedes, así,
tan de cerca. Después… después descubrí que eran gente tranquila. Pasé buenos momentos
con ustedes. ¡Aprendí de ustedes! Y es verdad, les debo la vida. Sé que ahora ni siquiera
puedo darles las gracias porque no van a creerme; y eso es algo que, no sé por qué, ahora me
duele. Toi Toi, perdóname por lo que te hice. Y sí, soy un truhan; pero ya me harté…
Vámonos de aquí.
Víctor: ¿No te das cuenta? ¡Deben dejar a Figaredo! Los maltrata y los humilla.
Toi Toi: (Incómodo) Sí… Ya he hablado de eso con los otros. Pero, ¿qué podemos hacer
entre la gente normal? Además, Figaredo, bien o mal, nos ha dado trabajo, un techo. ¡Aquí
somos alguien!
Víctor: ¿Alguien? ¡La gente los ve con morbo y eso no está bien! Piénsalo, Mordrake y
Eduardo son unos genios. Yo no he conocido a ningún adulto que se les compare en
inteligencia; si quisieran serían ricos. Y Magda tiene la mejor receta de dulce de cabra, ¿por
qué no poner una fábrica? Y tú… tú… pues, cómo decirlo…
Toi Toi: ¡Lo sé! No sirvo para nada. Por eso es que trato de ser servicial con todos. Mira, no
me gusta pensar estas cosas, mejor cállate.
Toi Toi: ¡Claro que siento feo! Y para colmo, ni siquiera es un fenómeno. ¡Ay, Dios! Si
tuviera dos manos lo ahorcaría.
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Víctor: Figaredo no va a tener el valor de enfrentarnos a todos. Después, si quisieras, podrías
casarte con Magda.
Toi Toi: (Para sí, emocionado) ¿Casarme con Magda? ¡Sí, acepto! ¡Claro que quiero! … (A
Víctor) ¡No! Intentas confundirme (Saliendo).
Toi Toi: ¿Un fenómeno? ¿Estás hablando en serio?… (Para sí) Significa que tendrías que
quedarte con nosotros para siempre.
Víctor: Hazme caso, ¡dile a los demás que tenemos que escapar!
Víctor: ¡Qué!
Toi Toi: No te quiero cerca de Magda. Y más vale que te largues muy lejos, y no se te ocurra
volver por aquí
Toi Toi: Eso no te importa, así que quita esa cara de idiota y empieza a correr.
Víctor: Gracias, Toi Toi (Víctor sale, pasa un momento y entra Víctor).
Toi Toi: ¿Qué demonios haces aquí? ¡Maldito loco! ¡Vas a hacer que me maten!
Víctor: No voy a dejarlos solos. ¡Tenemos que irnos todos y tenemos que irnos ya!
Entra Figaredo.
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Víctor: ¡No me dejes, Toi Toi! ¡Confía en mí!
Toi Toi: ¡Ya cállate! Este podrá ser un circo moribundo, pero es lo único que tenemos, no
intentes quitárnoslo…
Oscuro
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XII
Pelotas de acero
Figaredo está silbando una canción mientras afila un serrucho. Víctor está atado de ambas
manos, despierta.
Figaredo: Definitivamente los gitanos no hacen buena anestesia, se supone que deberías
seguir dormido.
Figaredo: Pero qué bueno que despertaste. Con tu gran cabezota vas a ayudarme a elegir.
(Le enseña algunos dibujos) Estos son algunos bocetos que me atreví a hacer. Tenemos al
niño gallina, que implica extirpación de ambos brazos…
Víctor: (Interrumpe) Solo te advierto que te estás metiendo con el hijo del abogado Jeremías
Popóv. ¿Sabes lo que te va a hacer mi padre cuando se entere?
Figaredo: Bueno, viendo que no quieres poner de tu parte, tendré que improvisar.
Comenzaré con este brazo (Le toma un brazo y se lo serrucha hasta arrancárselo. Víctor
grita) ¡Listo! ¡Un peso menos! Ahora… (Para sí) No, las orejas no, esas le dan estilo.
Mejor… ¡una pierna!
Lo sujeta de la pierna y comienza a serruchar. Entran los fenómenos con Toi Toi al frente.
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Figaredo: ¿Qué? ¿Vienes borracho?
Figaredo: ¿Qué te pasa, enano estúpido? ¿Quién te crees para hacerme este tipo de bromas?
Te has ganado un buen correctivo (Toma nuevamente el serrucho).
Figaredo: No sé qué demonios pretenden, pero esta es la última oportunidad que tienen para
regresar a sus labores. Yo voy a hacer como si esto no hubiese sucedido.
Magda lo libera.
Figaredo: ¡No me maten, por favor! ¡Ustedes no entienden! (Se baja el pantalón y tiene una
cola).
Figaredo: ¡Desde siempre, idiota! Quise decir, Toi Toi. Perdón, es la costumbre... Yo fui el
primer fenómeno de este circo. Mi padre lo fundó para que nunca estuviera solo.
Figaredo: Una parte de mí odia ser un fenómeno. No puedo estar en ningún otro lugar, este
es mi mundo y también es mi prisión.
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Eduardo: No tenías por qué ser así de despiadado.
Figaredo: No encontré otra forma para que ustedes se quedaran conmigo. Todo lo he hecho
por nosotros, para que no estemos a merced del mundo y sus juicios.
Mordrake: (Interrumpiendo) ¡Mucho blablablá! ¡Yo digo que aprovechemos que estamos
enojados y lo matemos a patadas (Se abalanza sobre él)!
Víctor: ¡Qué!
Toi Toi: (A Figaredo) Yo sé lo triste que es la vida de un fenómeno. Vas a seguir con
nosotros, pero desde ahora tú serás un compañero más.
Figaredo: ¡Gracias! ¡Gracias, Toi Toi! Desde ahora puedo decir que la misericordia tiene
cara de fenómeno. (Le besa lo pies. A Víctor) ¡Perdóname por lo que te hice! No sé qué más
decir.
Víctor: No hace falta que digas nada. ¿Qué les parece si nos vamos de aquí?
Magda: No tenemos por qué irnos. Mejor hagamos una gran fiesta, prepararé mi nueva receta
de…
Magda: (Viendo hacia el horizonte) ¡Es mucha gente! Traen… ¡antorchas! Y un muñeco
con la forma de Toi Toi, ¡le están clavando trinches!
Voz en off: ¡Sal, maldito enano! / ¡Te vamos a matar, pirómano deforme! / ¡Sankirilo aún
sufre tu maldad! / ¡Malditos fenómenos! / ¡Ellos robaron mis gallinas! / ¡A mí nunca me han
hecho nada, pero jamás me cayeron bien! ¡Así que matémoslos!
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Víctor no contesta.
Víctor: No, Magda. Esto tengo que solucionarlo yo. (Víctor se dirige a la turba) ¡Silencio,
todos! Antes de que den un paso más, sepan ustedes que el enano Toi Toi es inocente. ¿Y
cómo es que lo sé? Porque yo fui el que quemó el tren. Sí. Yo soy el culpable.
Víctor: ¡Tranquilos! ¡Antes quisiera que me escucharan, y después, si aún lo desean, pueden
seguir con su venganza!... ¡Mi nombre es Víctor Popóv! Y deben de saber que todo se trató
de un accidente. El invierno pasado, yo, un niño confundido, cometí una serie de errores,
empezando por escapar de casa. Después subí al tren, y víctima de las inclemencias del
tiempo hice una fogata, sin saber que eso desataría una desgracia para todos. Me sentí
asustado y solo pensé en escapar. Así fui rescatado por esta gente, que me arroparon sin
preguntarme nada. Y yo me aproveché de ellos hasta el punto de enviar una carta inculpando
a un inocente. ¡Yo sé que todos ustedes merecen justicia! Pero, ¿acaso tendrán justicia al
colgarme? ¡Yo creo que no!
Víctor: ¡Tranquilos! No quiero decir que lo anterior me hace inocente, pero quiero enmendar
mis errores. Ahora, si me dan permiso, quisiera terminar con una frase que leí en un
calendario: El perdón no es negar la justicia, el perdón es un ejercicio de ascenso humano.
Voz en off: Tengo que reconocer que este niño tiene un par de pelotas de acero/ ¡Ojalá mis
hijos las tuvieran igual! / ¡El criminal me hizo llorar, es un poeta! / ¡Qué viva Víctor Popóv!
/ ¡Sí, qué viva! / ¡Víctor!, ¡Víctor!, ¡Víctor!, ¡Víctor! / Oigan, un momento. Yo vine aquí
porque me prometieron que íbamos a linchar a alguien, y si ahora no lo hago me voy a sentir
como un estúpido. / ¡Y los Sankirilenses no somos ningunos estúpidos! / ¡Acabemos con
ellos! / ¡Sí!
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Toi Toi: ¡Prendieron fuego! ¡Nos tienen rodeados!
Desde abajo nadie los vio partir, cada uno estaba entretenido prendiendo fuego a algo. Y
después de todo, no cabía en sus mentes que un fenómeno pudiera volar. El fuego poco a
poco se convirtió en un parpadeo que quedó cubierto por los telones de la noche.
Terminaron su salvaje comunión cuando el sol ya estaba saliendo, y aún manchados de ceniza
llegaron a pedir la recompensa presumiendo de haber matado al culpable; pero el comandante
les recordó que lo tenían que entregar vivo, así que devolvió el dinero a su maletín de
cocodrilo y les pidió que se retiraran.
Mientras esto sucedía, varios kilómetros lejos de ahí, sobre una montaña, sería la última vez
que el grupo de fenómenos estaría junto.
Oscuro
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XIII
Tu propio camino
Víctor: ¡Sí, estoy bien! ¿Se dan cuenta? ¡Funcionó! ¡Volamos! ¡Bien hecho, chicos!
¡Estamos vivos! (Los abraza) ¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer? (Los fenómenos lo ven
fijamente sin contestar) ¿Qué pasa? ¿Están bien?
Víctor: ¿Qué?
Magda: Mira, lo mejor será que te alejes de nosotros. Solamente queremos estar en paz.
Eduardo: Me alegra que hayas cambiado, pero ya no podemos volver a confiar en ti.
Víctor: ¿Qué voy a hacer sin ustedes? ¿Y por qué sí se llevan a Figaredo? ¡Es un hijo de
concha!
Figaredo: Cuídate, Víctor (Le lanza su pipa) Ojalá encuentres tu lugar en el mundo.
Toi Toi: Podremos ser unos fenómenos, pero no somos unos monstruos.
Es curioso, después de haber contado esta historia tantas veces, comienzo a creer que Víctor
pertenece a esa estirpe de mártires que han tenido la locura y el coraje de vivir bajo sus
propias reglas, pagando el precio por alto que fuera. (Entra musica final). Bien, yo ya he
hecho mi parte, solo espero que ustedes quieran recoger esta historia y, como tantas otras,
llevarla por la trama infinita del tiempo. Tal vez en algún punto, por fin, seamos capaces de
aprender algo.
Fin
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