"[...] la muerte no es el más grande de los males:
es peor querer morir y no poder hacerlo".
Sófocles
La vida constituye un valor superior y es la base de sustentación para todos los
demás valores, por su parte la muerte como episodio final de la vida, es un evento tan natural y frecuente como el nacimiento, es así que como fenómeno biológico y como proceso clínico debería tener su lugar en la formación y en el bagaje de conocimientos del médico; sin embargo, esto no es siempre así, con frecuencia el profesional de la salud se encuentra no preparado psicológicamente y médicamente para manejarlo, haciendo que su actuación en muchos casos no beneficie al paciente, en tiempos pasados, la mayor parte de las personas morían en casa, en medio de sus seres queridos, con atención religiosa, sabiendo que iban a morir y con todas las facilidades para tomar las decisiones pequeñas o grandes, con la llegada de la ciencia y la tecnología médica, ha cambiado la forma de morir que era tradicional, hoy la muerte se ha "hospitalizado", produciendo una involuntaria deshumanización de la medicina, razón por la cual surge la eutanasia, palabra que proviene de las voces griegas eu = bueno y thanatos = muerte, "Buena muerte", término que ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de acabar con la vida de otra persona a petición suya, con el fin de minimizar el sufrimiento. Dentro de la concepción de eutanasia, esta se divide en indirecta y directa siendo esta última dependiente de la acción u omisión por parte del médico, siendo dividida en eutanasia activa o positiva, cuando existe un despliegue médico para producir la muerte de una persona como suministrar directamente algún tipo de fármaco o realizando intervenciones cuyo objetivo es causar la muerte, y eutanasia pasiva o negativa en la cual la muerte por su parte es producida por la omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o alimentos, en este tipo de eutanasia la actuación del médico es negativa pues su conducta es de «no hacer», es decir, abandona todo tipo de actividad terapéutica para prolongar la vida de una persona que se encuentre en fase terminal, pues se ha concluido que el tratamiento es inútil para el mejoramiento del paciente. Con el paso del tiempo los avances científicos han permitido curar enfermedades que antes eran incurables; también han proporcionado los medios necesarios para que el hombre y la mujer puedan vivir más años, en la actualidad, la mayoría de las personas no mueren de una manera brusca e inesperada, sino que lo hacen en las camas de los hospitales o en su domicilio, siendo tratadas por profesionales de la salud, las causas más frecuentes de muerte son las enfermedades crónicas, degenerativas y tumorales, como las enfermedades del corazón, las enfermedades cerebro-vasculares o el cáncer, que se presentan en personas de edad, que suelen ser progresivas durante varios años antes de la muerte y son susceptibles de diversos tratamientos que prolongan a veces la vida por largos periodos, es por estos hechos que han surgido una serie de problemas ético-médicos que antes eran impensables. La ética médica actual, se caracteriza por tener sus bases sentadas en el universalmente conocido y respetado juramento Hipocrático, el cual constituye la gran piedra miliar de la historia de la Deontología Médica, es por esto que el Código Internacional de Ética Médica aprobado en la tercera Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (Londres, Inglaterra, Octubre 1949), formula los deberes del médico para con los enfermos e indica, en primer lugar…. El médico debe tener siempre presente la obligación de preservar la vida humana, y desde luego el no causar daño (la no maleficencia), que figura en el juramento hipocrático (primum non noscere). De manera similar y más explícita, la 39ª. Asamblea Médica Mundial, Madrid, España, octubre 1987, plantea que es el acto de terminar deliberadamente la vida de un paciente, aun a pedido del propio paciente o a solicitud de los parientes cercanos, no es ética, esto no impide que el médico respete el deseo de un paciente de dejar que el proceso natural de muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad, por ello se habla con frecuencia del "derecho a morir", expresión que apareció por vez primera en una "Declaración de los derechos del enfermo" de la Asociación de los Hospitales Americanos en 1973. Es por esto que el acto eutanásico no es un acto médico, y los médicos en su ejercicio profesional no contemplan la acción de matar como un acto terapéutico, además de que la acción medica decente debe siempre y en toda circunstancia permanecer neutral y fiel a su misión de preservar la vida de los pacientes, ya que el médico defiende la vida, no como derecho, sino como valor, los médicos entienden que la acción de matar es contraria a los lineamientos de la ética médica universal y de la misión médica mundial. BIBLIOGRAFÍA
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