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CAPÍTULO 22
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¿Existe causalidad en la investigación social


y educativa?
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José Félix Angulo Rasco


"Causalidad: la relación que existe entre un mosquito y una picadura
de mosquito. Fácilmente entendible por ambas partes, pero nunca definida
satisfactoriamente por filósofos y científicos”. M. Scriven
Rente:
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en este trabajo pretendo plantear, desde un punto de


vista interpretativo, El siempre difícil –pero interesante-
problema de la explicación causal. Creo que tengo dos
razones que justifican este deseo: primero, para la lógica
de la experimentación, las inferencias y las proposiciones causales
son unos de sus resultados más prestigiosos. Segundo,
suele ser un planteamiento bastante común, entre algunos
experimentalistas con cierta sensibilidad "cualitativa” y de algunos
cualitativos con sensibilidad “experimental", ulirmar la
importancia de dos tipos de explicaciones, una la
interpretativa (por comprensión) y la otra la explicación
causal, paralelas e igualmente
cesarias en las ciencias sociales. No estoy muy seguro de si
podré dar una respuesta razonable e inteligente a la pregunta que
encabeza este Capítulo, pero estas dos situaciones de la práctica
epistemológica, me parece que requieren que se intente.
Strike, en un excelente trabajo (1972) en el que indaga la fuerza
epistemológica de la obra de Max Weber, señala que el
mayor mérito de la doctrina de la comprensión tal como Weber
la diseñó, está en el reconocimiento de dos tipos de cuestiones
distintas (ibid., p. 37) que dicha doctrina deslinda:
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1. ¿es R la explicación de A? 2. ¿R justifica A?


Según Weber (argumenta Strike), el primer tipo de
cuestión es una Interrogación causal que pregunta "si es el caso
que A fue hecho a causa de R", 0, puesto de otra manera, si "R
causa A”. Este tipo de interrogaciones sólo pueden ser respondidas
"posiciones de
a través de la confirmación empírica de
probabilidad" (ibid., p. 35). Sin embargo, el segundo tipo
de cuestiones son del todo diferentes. En este caso, al contrario que
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en el anterior, lo que se demanda es "la determinación de si la acción o su


racionalidad presenta criterios aceptados de evaluación" (ibid., p. 36)
para lo cual se formulan interrogaciones como la siguiente: "¿fue hecha la
acción correctamente? ¿fueron buenas las razones?" (ibid.). Mientras que
el criterio de evaluación pedido implícitamente en la primera pregunta es la
adaptación a una norma, el criterio de la segunda es su conformación
con principios ético-morales, o de otro tipo, más generales. Es como
si dijéramos que en la primera se interroga por la correcta aplicación de
una norma y en la segunda por el valor que subyace a dicha norma.
En este sentido Strike (1972) afirma lo siguiente: "decidir si una razón
justifica una acción es más la determinación de la validez de un argumento
que la verificación empírica de una generalización” (p. 36).
Y concluye la primera parte descriptiva de su trabajo indicando que los que
Weber mantiene es que "el hombre se conduce por razones, que las
razones tanto explican como justifican acciones, y que si una razón explica o si
justifica son cuestiones diferentes. Subsumir una acción bajo leyes
empíricas es explicarla, mientras que verla como autorizada por razones
aceptables es comprenderla" (ibid., p. 37).
Según esto, para Strike, la explicación en términos generales de un "hecho
social" conlleva o permite ambos tratamientos, i.e. explicarla “causalmente”
por leyes empíricas y explicarla “comprensivamente" por razones.
La parte final del párrafo anterior citado, nos retrotrae al problema de
la explicación causal como subsunción a leyes empíricas (tal como se anuncia
en la lógica de la experimentación), que es la primera razón por la que
planteaba esta reflexión. Por ahora, y aquí, me interesa abordar
solamente la afirmación de que frente a un mismo hecho social es admisible
tanto un tipo como otro de explicación "diferentes” pero igualmente
importantes y, en algún sentido, no trivial complementarias.
Lo que intentará mi contraargumentación será demostrar que una explicación
causal tergiversa o no contribuye al entendimiento inteligible de los
acontecimientos sociales en su propia cualidad social. Veámoslo.
Según yo lo veo, caben dos posturas respecto a los dos tipos de
cuestiones delineadas por Strike, que niegan su propuesta. Una, que
ambas son, efectivamente como Strike afirma, distintas, pero además
indiferentes, i.C. ni paralelas, ni complementarias. Dos, que la primera
es dependiente de la segunda y, por lo tanto, que de nuevo, su
respuesta es también "indiferente", no añade nada "esencial" a la
explicación interpretativa.
Para aclararlo veamos un ejemplo muy simple: “El cuadro se cayó porque Juan
cerró la puerta con mucha fuerza". De la manera en la que Strike lo
plantea, el ejemplo puede ser desdoblado en los tipos de cuestiones
siguientes:
a) La causa de la caída del cuadro fue la fuerza con la que la puerta se
cerró (en el tiempo t). Prescinda el lector de otras causas concomitantes
como que el cuadro estaba mal clavado, que la pared estaba mal
construida y otras por el estilo, y suponga, en nuestro interés, que la
relación entre "caída del cuadro" y "cierre de la puerta con fuerza" es directa; en
sentido de que mientras no se cierre la puerta así, no se
caerá el cuadro como cayó. b) La razón por la que Juan cerró la puerta con
mucha fuerza, está en
que se sentía terriblemente molesto con Pedro, a propósito de unos comentarios de
este último sobre su mujer y su virilidad.
Desde luego A y B son explicaciones distintas. Está claro que la A nos
remite a la ley física de la gravedad, y la B a la comprensión, es decir, nos
remite al mundo de significados establecidos entre Juan y Pedro. En este
caso, tendríamos que conocer, por ejemplo, que Pedro es jefe de Juan y
hasta entonces su mejor amigo; que Pedro mantiene relaciones sexuales
con la mujer de Juan, aunque está casado; que Juan está pasando por un
período delicado de su vida y que hace un mes conoció a Antonio, un
homosexual, con quien aunque no ha mantenido relaciones sexuales se
encuentra muy a gusto.
A mí me parece que, puestas así las cosas, además de distintas, las dos
cuestiones no son complementarias, ni siquiera paralelas en cuanto a su valor
explicativo tal como Strike sugiere, si no indiferentes una con respecto de la
otra. Además, esta afirmación tiene más peso, porque en nuestro ejemplo,
coinciden un acontecimiento social y otro natural: el cierre de la puerta por
Juan y la caída del cuadro.
Hay que añadir que desde otro punto de vista A es dependiente de B, no sólo
porque si Pedro no hubiera hecho ciertos comentarios el cuadro no se
hubiera caído, sino porque el comprender plenamente la situación, es
enteramente dependiente de B y una explicación tipo A no añade nada, que, a
su vez, es indiferente a la fuerza de gravedad, a la resistencia y elasticidad
y los materiales que componen la pared y a la fuerza con la que la puerta fue
cerrada.
Quizás el lector pueda acusarme de utilizar aviesamente un ejemplo muy
sesgado. Pero, por ejemplo, Alvira (1982) asumiendo un planteamiento
muy parecido al de Strike, afirma lo siguiente:
“Puede que sea deseable que explicación (relación natural) y comprensión
(relación de significado) vayan juntas, pero debe señalarse que no siempre
es así. A veces cabe explicar un acto sin entenderlo (ejemplo, cómo muere
un hombre por el efecto de una bala), y sensu contrario, cabe entender una
actividad sin poder explicarla causalmente” (p. 37).
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CAPÍTULO 2
JUST TÉLIX ANDO HASLO
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Podríamos sustituir nuestro ejemplo, perfectamente, por el que ofrece Alvira


(Pedro murió por el impacto directo en el corazón de una bala disparada por Juan con
una pistola del nueve corto), y la argumentación no mejoraría. No obstante, el
párrafo de Alvira es ilustrativo en otro sentido. Si entiendo bien lo que dice, por
un lado tenemos un tipo de explicación que él llama causal, y que es una
relación natural y, por el otro, una explicación interpretativa, que obedece a una
relación de significado y es social. Leído esto, no hace más que confirmar lo que
acabamos de decir: en el caso de que tengamos la cuestión del tipo A, ésta es
causal en tanto que relación natural; en el caso de que tengamos la del tipo B, ésta es
por comprensión, en tanto que es una relación social. Mientras que la primera es física, la
segunda es claramente social. Ambas son, por lo tanto, indiferentes; en todo
caso, la primera sería competencia de un forense: ¿murió realmente Pedro por
impacto de la bala?; y la segunda de un criminólogo o de un sociólogo ¿por qué
disparó Juan matando a Pedro? Ninguna añade nada a la otra y, en todo
caso, si es un investigador social el que estudia el acontecimiento, el hecho de
que fuera la bala la que ocasionó la muerte, sería tomado éste como un
dato, un dato más, pero no como la explicación causal dentro de su intento por
comprender dicho acontecimiento social.
Pero a pesar de todo, la cita de Alvira nos trae a colación una idea que merece una
mayor consideración: las explicaciones causales enuncian relaciones naturales. Éste
parece ser el planteamiento implícito en la teoría de la causalidad de Cook y Campbell
(1979). Sobre ella afirman expresamente lo siguiente:
"La perspectiva es realista porque asume que las relaciones causales existen fuera
de la mente humana y es crítico-realista porque asume que dichas
relaciones causales válidas no pueden ser percibidas con total exactitud
por nuestras capacidades intelectivas y nuestro sistema sensorial
imperfecto” (pp. 28-29).
De este párrafo me gustaría enfatizar especialmente una frase: fuera de la
mente humana. ¿Qué significa? Bueno, en el sentido en el que Alvira plantea las
explicaciones causales, una relación causal fuera de la mente humana, i.e.
independiente de ésta, es una relación natural.
Para evitar equívocos al lector quiero proponer la siguiente cuestión supongamos
que aceptamos explicaciones causales como relaciones naturales entre hechos
sociales. Aceptada esta posibilidad, preguntemos qué realidad social encontramos
en verdad si aplicamos correctamente todo el sistema lógico metodológico que
Cook y Campbell desarrollan tanto para evitar como para potenciar las inferencias
causales. Como aquí no voy a repetir estos criterios, voy a contestar a nuestra
pregunta sin necesidad de desarrollar toda la argumentación en la que se apoya Cook
y Campbell (1979). Para ello voy a citar un extenso párrafo de Hultsch y Hickey
(1978) en donde, pormenorizadamente, desbrozan los supuestos, que ellos
denominan metateóricos, de la teoría de la causalidad de Cook y Campbell
(1979).
"La visión de la validez de las inferencias desarrolladas por Cook y Campbell es
útil. Sin embargo, es cierto también que está enraizada en una orientación
metateórica particular... La perspectiva desarrollada por Cook y Campbell es
lógica sólo si se hacen ciertas asunciones consistentes con una visión
mecanicista del mundo... Esta perspectiva metateórica asume que el organismo
es una colección de elementos. Como tal, la totalidad es predecible de la suma de
las partes. El análisis de los elementos se basa en el descubrimiento de
relaciones antecedentes-consecuentes, i.e. relaciones causales. Causa y efecto
son vistas como sosteniéndose en una relación asimétrica una con la otra: la causa es
activa. Es decir, el efecto es estrictamente dependiente de la causa. Finalmente, se
presupone que la causa es lineal, es decir, causa y efecto están en una relación única
una a la otra, de tal manera que una causa particular resultará en un efecto particular”
(Hultsch y Hickey, 1978: 84).
Así pues, la textura de la realidad en general, y de la realidad social en
particular, inherente a la teoría de Cook y Campbell, es una visión mecanicista
en la que para explicarla se exige: 1) establecer relaciones
antecedente-consecuente; 2) unidireccionales; y 3) lineales. Esto encaja
con el positivismo de Mill (1843a, 1843b) y con un sentido de causa que Hanson
(1971-58) llama de cadena.
Ahora podemos convenir en que "fuera de la mente humana” y “relación natural”
referidas a las explicaciones causales, invocan automáticamente la necesidad de
asumir, directa o indirectamente, una visión mecanicista, "en cadena", de los
acontecimientos. Por lo tanto, tenemos que no sólo la explicación causal y la
explicación interpretativa son indiferentes, sino que además son antagónicas.
Difícilmente pueden conformarse equitativa y rectamente estas dos concepciones
tan contrapuestas en cuanto a su modo referencial, para una misma realidad.
Pero no quisiera dejar pasar otra crítica a la explicación causal que venimos
comentando que, aunque más metodológica, no es menos importante. Me refiero a
la crítica radical que, desde presupuestos etnometodológicos, realizan
Mehan y Wood (1975):
“Los modelos requieren conceptos definidos literalmente. Medidas literales...
Especifican una categoría o clase e identifican propiedades que los objetos tienen
que poseer en orden a ser incluidos en dicha clase. Las medidas literales requieren que
los fenómenos sean tratados conforme a la ley del tercero excluso y a la ley de la
identidad. Los

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eventos sociales no son estructuras de eventos causales, ni son dóciles a las
descripciones literales... Buscar la causa para la conducta (de los sujetos) requiere la
asunción de que se experiencia el mundo a través del uso de conceptos definidos
literalmente... Pero las personas no usan los conceptos o hablan entre ellas en
conformidad con la ley del tercero excluso y de identidad. Esto no significa que la
gente sea irracional, sino que son racionales de una manera incompatible con los
requerimientos de la descripción literal. Los objetos no despliegan propiedades
constantes y estables. Los acontecimientos significativos del mundo fluyen... La
ley de la identidad no es aplicable a cada vida, puesto que, de acuerdo con dicho
principio lógico, cada mundo tiene que significar lo mismo para cada persona.
Como los significados no presentan los cánones de la lógica, se transforman en
descripciones literales, que sí son manejables por modelos causales; pero no
(repre sentan) la vida diaria de los sujetos" (pp. 64-66).
La explicación causal, una vez llevada al trabajo práctico del investi gador, le
exige a éste que utilice conceptos definidos literalmente, a través de definiciones
operacionales u otra estipulación semejante, para poder emplear los
instrumentos adecuados y obtener medidas literales de los acontecimientos a los que
dichos conceptos se refieren. Estas exigencias entrelazadas presuponen
uniformidad de significados, i.e. uniformidad (o al menos semejanza) de
experiencias y realidad. Es como si creyéramos que el concepto de
"guerra” es equivalente semánticamente o su significado es el mismo
sustancialmente para un militar que para un pacifista o el concepto amor el
mismo para un sacerdote católico que para una prostituta (aun cuando pueda existir
comunicación entre ellos, mientras no se aborden aspectos concretos y centrales de
dichos conceptos). Esto no sería ni más ni menos, como Mehan y Wood sugieren,
que reducir la realidad social de dichos conceptos a la realidad abstracta en
cuanto uniforme, general y hasta cierto punto arbitraria de un diccionario. ¡Y de
hecho el empleo de explicaciones causales lo exige!
En fin, o explicamos causalmente la realidad social, en cuyo caso no
podemos obviar que la contemplamos a través de un prisma mecanicista,
abstracto y arbitrario (aunque la relación causal sea entendida como natural y externa);
o, por el contario, la explicamos interpretativamente y entonces aceptamos que
tenemos delante una -como afirma Giddens (1976)- realidad preintepretada,
es decir, formas de vida propia, con significación propia y construida. Si aceptamos
la primera vía, no sólo nos dejamos en verdad seducir por el positivismo, en el que sí
pueden funcionar las explicaciones causales, sino que reducimos los hechos
sociales a hechos naturales (110 sociales); por el contrario, aceptar la segunda
vía, es afirmar la dignidad propia y distintiva de la realidad social.
Sin embargo, podemos preguntar todavía si es lícito hablar de causalidad cuando
tratamos con acontecimientos sociales. Creo que sí, si tenemos en cuenta la
advertencia de Erickson (1986):
"la investigación interpretativa tiene una visión diferente de la natura leza, de la
uniformidad y de la causa en la vida social. La uniformidad conductual del día
a día, que puede ser observada en un individuo y entre individuos en grupos, no parece
ser una evidencia de uniformidad esencial y subyacente entre entidades, sino una
ilusión... Los humanos crean interpretaciones significativas de los objetos
físicos y conductuales que los rodean en su ambiente, y así actúan hacia los
objetos que los rodean a la luz de sus interpretaciones ... Si la gente actúa en
razón de sus interpretaciones de las acciones de otros, entonces las interpreta ciones
de significado son ellas mismas causas para los seres humanos... Porque todas las acciones
están fundadas en elecciones de significado interpretado, están abiertas a las
posibilidades de reinterpretación y cambio” (pp. 126-127).
Podemos hablar de causas de acontecimientos sociales, como causas construidas, o
causalidad construida, que se vertebran a partir de significados. A su vez,
por ser construidas, dichas causas pueden ser cambiadas y reconstruidas: la
uniformidad es pues una ilusión, aunque a veces necesaria.
Otro modo bastante esclarecedor de la causalidad construida, epistemológicamente
contrapuesta al modelo de causalidad clásico que acabamos de criticar, lo
encontramos en Schön (1983). Según este autor, el proceso de experimentación por el
que un profesional desarrolla un nuevo diseño o soluciona un problema en la
práctica no sigue en absoluto los límites y reglas estándar de lo que es una
investigación experimental ortodoxa y positivista. Este modelo de investigación,
ya sea en el laboratorio o en ambientes naturales, se ejecuta con la intención
expresa de describir y probar hipótesis sobre la ocurrencia natural de los fenómenos.
La manipulación de variables, que no tiene otra función que la de comprobar si las
suposiciones sobre los acontecimientos naturales externos son o no las
correctas, se lleva a cabo evitando cualquier influjo personal sobre la situación
experimental; con ello se asegura que la ocurrencia registrada, que tiene que ser
comparada con la suposición hipotética, no está deter minada por los sesgos e
intereses del investigador. De esta manera una hipótesis que no haya sido
desinformada se presume objetivamente como una conjetura aceptable sobre lo
que necesariamente ocurre externamente en la naturaleza.
Sin embargo, un profesional en la práctica actúa directa y activamente sobre la
realidad tanto para comprenderla como para modificarla. La validación de sus hipótesis
es a la vez, como afirma Schön (1983), un proceso
· por el que pretende conseguir los cambios destacados en la situación, y un
modo de explorar. “El profesional comprende la situación intentando
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cambiarla, y considera los cambios resultantes no como un defecto de


su método experimental, sino como la esencia de su éxito" (ibid., p.
151). La relación causa y efecto no es en este caso de necesidad
sino, por el contrario, una relación causal intencionalmente
construida. En este sentido, el modelo de actuación del profesional en
la práctica, explicado por Schön (1983), nos permite también
comprender, en general, la activa participación de los sujetos en la
construcción de su realidad social. Al fin y al cabo un profesional
es un sujeto social.
En conclusión, esta parece ser una respuesta adecuada a la
pregunta que encabeza este capítulo y muy parecida a la que
formula Dale (1973) cuando alude a lo que él denomina causalidad
existencial (p. 179); Kaplan (1964) con su concepto de agente
causal (p. 366); von Wright (1977) con las explicaciones
cuasi-causales (p. 165) para el conocimiento histórico,
defendidas a su vez por Fay (1975: 84-85) como un componente
esencial de las ciencias sociales no positivistas e idéntica con la idea
de causalidad construida que Guba y Lincoln (1982: 242) manejan y
que, además, como ellos afirman, es la única concebible frente a una
realidad que, como la social, está ella misma, y enteramente, construida.
No obstante, no quiero terminar sin aclarar un par de puntos. En
primer lugar, no me parece correcto aceptar con la rotundidad con la que
no hacen Guba y Lincoln que los fenómenos con los que trata el
científico social, no tienen realidad propia sino que existen
enteramente en la mente de la gente (ibid., p. 239). Creo que los
hechos sociales, y aunque sólo nos refiramos a interpretaciones y
significados, están tanto dentro como fuera de la mente de la
gente, en el sentido de que dependen tanto de las interpretaciones
subjetivas de los sujetos como de las estructuras socioculturales
(simbólicas también ellas), desde las que y con las que interactúan y
atribuyen significados. En segundo lugar, si hablamos de causa
construida, no debemos engañarnos, en realidad estamos hablando y
buscando las razones por las que un hecho social ocurre y no
hablamos o buscamos un pseudomodelo de explicación causal.
La búsqueda de razones "objetivas" y "científicas" corresponde en
este caso a la investigación interpretativa (cualitativa) que es la
articulación metodología de la explicación por comprensión.
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JOSÉ LÉLIX AROMA LASi ii
16.1

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