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CAPÍTULO 22
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CAPÍTULO
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CAPÍTULO 2
JUST TÉLIX ANDO HASLO
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LAPÍTUIU 22
JOSÉ L'ÉUN ANUL TASCHI
35,7
eventos sociales no son estructuras de eventos causales, ni son dóciles a las
descripciones literales... Buscar la causa para la conducta (de los sujetos) requiere la
asunción de que se experiencia el mundo a través del uso de conceptos definidos
literalmente... Pero las personas no usan los conceptos o hablan entre ellas en
conformidad con la ley del tercero excluso y de identidad. Esto no significa que la
gente sea irracional, sino que son racionales de una manera incompatible con los
requerimientos de la descripción literal. Los objetos no despliegan propiedades
constantes y estables. Los acontecimientos significativos del mundo fluyen... La
ley de la identidad no es aplicable a cada vida, puesto que, de acuerdo con dicho
principio lógico, cada mundo tiene que significar lo mismo para cada persona.
Como los significados no presentan los cánones de la lógica, se transforman en
descripciones literales, que sí son manejables por modelos causales; pero no
(repre sentan) la vida diaria de los sujetos" (pp. 64-66).
La explicación causal, una vez llevada al trabajo práctico del investi gador, le
exige a éste que utilice conceptos definidos literalmente, a través de definiciones
operacionales u otra estipulación semejante, para poder emplear los
instrumentos adecuados y obtener medidas literales de los acontecimientos a los que
dichos conceptos se refieren. Estas exigencias entrelazadas presuponen
uniformidad de significados, i.e. uniformidad (o al menos semejanza) de
experiencias y realidad. Es como si creyéramos que el concepto de
"guerra” es equivalente semánticamente o su significado es el mismo
sustancialmente para un militar que para un pacifista o el concepto amor el
mismo para un sacerdote católico que para una prostituta (aun cuando pueda existir
comunicación entre ellos, mientras no se aborden aspectos concretos y centrales de
dichos conceptos). Esto no sería ni más ni menos, como Mehan y Wood sugieren,
que reducir la realidad social de dichos conceptos a la realidad abstracta en
cuanto uniforme, general y hasta cierto punto arbitraria de un diccionario. ¡Y de
hecho el empleo de explicaciones causales lo exige!
En fin, o explicamos causalmente la realidad social, en cuyo caso no
podemos obviar que la contemplamos a través de un prisma mecanicista,
abstracto y arbitrario (aunque la relación causal sea entendida como natural y externa);
o, por el contario, la explicamos interpretativamente y entonces aceptamos que
tenemos delante una -como afirma Giddens (1976)- realidad preintepretada,
es decir, formas de vida propia, con significación propia y construida. Si aceptamos
la primera vía, no sólo nos dejamos en verdad seducir por el positivismo, en el que sí
pueden funcionar las explicaciones causales, sino que reducimos los hechos
sociales a hechos naturales (110 sociales); por el contrario, aceptar la segunda
vía, es afirmar la dignidad propia y distintiva de la realidad social.
Sin embargo, podemos preguntar todavía si es lícito hablar de causalidad cuando
tratamos con acontecimientos sociales. Creo que sí, si tenemos en cuenta la
advertencia de Erickson (1986):
"la investigación interpretativa tiene una visión diferente de la natura leza, de la
uniformidad y de la causa en la vida social. La uniformidad conductual del día
a día, que puede ser observada en un individuo y entre individuos en grupos, no parece
ser una evidencia de uniformidad esencial y subyacente entre entidades, sino una
ilusión... Los humanos crean interpretaciones significativas de los objetos
físicos y conductuales que los rodean en su ambiente, y así actúan hacia los
objetos que los rodean a la luz de sus interpretaciones ... Si la gente actúa en
razón de sus interpretaciones de las acciones de otros, entonces las interpreta ciones
de significado son ellas mismas causas para los seres humanos... Porque todas las acciones
están fundadas en elecciones de significado interpretado, están abiertas a las
posibilidades de reinterpretación y cambio” (pp. 126-127).
Podemos hablar de causas de acontecimientos sociales, como causas construidas, o
causalidad construida, que se vertebran a partir de significados. A su vez,
por ser construidas, dichas causas pueden ser cambiadas y reconstruidas: la
uniformidad es pues una ilusión, aunque a veces necesaria.
Otro modo bastante esclarecedor de la causalidad construida, epistemológicamente
contrapuesta al modelo de causalidad clásico que acabamos de criticar, lo
encontramos en Schön (1983). Según este autor, el proceso de experimentación por el
que un profesional desarrolla un nuevo diseño o soluciona un problema en la
práctica no sigue en absoluto los límites y reglas estándar de lo que es una
investigación experimental ortodoxa y positivista. Este modelo de investigación,
ya sea en el laboratorio o en ambientes naturales, se ejecuta con la intención
expresa de describir y probar hipótesis sobre la ocurrencia natural de los fenómenos.
La manipulación de variables, que no tiene otra función que la de comprobar si las
suposiciones sobre los acontecimientos naturales externos son o no las
correctas, se lleva a cabo evitando cualquier influjo personal sobre la situación
experimental; con ello se asegura que la ocurrencia registrada, que tiene que ser
comparada con la suposición hipotética, no está deter minada por los sesgos e
intereses del investigador. De esta manera una hipótesis que no haya sido
desinformada se presume objetivamente como una conjetura aceptable sobre lo
que necesariamente ocurre externamente en la naturaleza.
Sin embargo, un profesional en la práctica actúa directa y activamente sobre la
realidad tanto para comprenderla como para modificarla. La validación de sus hipótesis
es a la vez, como afirma Schön (1983), un proceso
· por el que pretende conseguir los cambios destacados en la situación, y un
modo de explorar. “El profesional comprende la situación intentando
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JOSÉ LÉLIX AROMA LASi ii
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