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Séptimo avance

Las múltiples visiones del Yo: El socioconstrucionismo como el lente de la claridad


El objetivo principal de este avance será plantear la primera parte de los fundamentos del horizonte
teórico de carácter psicológico para mi propuesta de investigación en el marco de mis prácticas
profesionales. El tema nuclear de esta propuesta son las dinámicas y componentes que construyen y
fortalecen a los Yoes juveniles que se hacen evidentes en un grupo de jóvenes dedicado a la educación
popular de una institución educativa bogotana y el fin de esta investigación es el análisis de estos
procesos. Para iniciar este escrito, me gustaría hablar del porqué considero importante analizar e
interpretar al Yo o Yoes que construimos día a día desde una perspectiva relacional. No obstante, antes
de dar inicio a esta exposición creo relevante presentar brevemente otros focos que han tenido impacto
en el estudio del Yo, puesto que las críticas que se han generado y las que yo mismo he cavilado sobre
este tema, opiniones que también expondré, me condujeron a darle un mayor valor a las
interpretaciones basadas en lo social y en las relaciones dentro de mi práctica investigativa.
Estos dos fragmentos conformarán el segmento inicial de mi texto para luego continuar en la discusión
central que pretendo tratar. Esta discusión tendrá como base una crítica a la visión de Kenneth Gergen
frente a sus ideas del Yo, proponiendo de esta forma planteamientos que a mi parecer sirven como
complemento, ya que pueden ser articulados con esta visión, además de servir conjuntamente como
pilares prácticos y analíticos en la labor psicológica y educativa que aspiro realizar en mis prácticas
profesionales. Vale la pena aclarar que el enfoque socioconstruccionista de Gergen se posicionará
como el pilar central de mi trabajo a pesar de sus posibles deficiencias, los argumentos para sustentar
esta inclinación se presentarán de igual forma en esta sección. Finalmente, intentaré concluir este
documento planteando una interpretación propia del Yo con base en las ideas que encuentro más
destacables de las visiones múltiples del apartado introductorio junto con algunas hipótesis personales
que emergieron en este recorrido investigativo. Y por último brindaré las razones de mi elección
respecto al locus donde ubicaré mi propuesta de investigación.
1. Los sentidos del Yo a través de la historia
Abordando ahora la parte introductoria de este texto, haré un recuento histórico de las diferentes
visiones, tanto teóricas como metodológicas que se han gestado en el estudio del Yo como estructura
psicológica y social, así como las falencias y aportes que le veo a cada una. Es sustancial esclarecer que
el proceso histórico en torno a la investigación de este tópico no ha sido lineal y varios paradigmas se
conservan actualmente. En adición, destacaré el aporte de algunas disciplinas dentro de este tema, dado
que no sólo la psicología ha tenido influencia en este desarrollo conceptual. Pero antes de comenzar,
¿por qué es tan relevante estudiar al Yo? Para las diferentes ciencias y campos del saber que se han
interesado por generar una definición de esta entidad, ésta es una de las características que nos define
como seres humanos, puesto que ser conscientes de nuestro Yo y comprender sus componentes nos
separa de las y los otros animales (Sola Morales, 2018), por ende el reconocer los aspectos y factores
que conforman a nuestro Yo nos posibilita el descubrir información valiosa con relación a nuestra
identidad como seres humanos. En mi caso, valoro crucial analizar al Yo y sus componentes
constructores debido principalmente a mi interés educativo de transmitir herramientas que permitan a
las personas ser conscientes de su ser y fortalecer su Yo.
1.1. El Yo como esencia interna
La visión inicial es la esencialista, la cual se ha ramificado en diferentes definiciones de un Yo que
hace parte del mundo interno de los y las individuos en todos los casos. Básicamente los autores
clásicos que difundían esta visión se centraban en el carácter inamovible, estancado y eterno del Yo, el
cual no se veía afectado por la realidad externa y las experiencias que acontecen en este escenario (Sola
Morales, 2018). En pocas palabras el Yo es la esencia de cada persona, se encuentra en lo que
concebían como espíritu o alma y se halla separado de la sociedad, la naturaleza y la propia mente de la
persona donde habita (Sola Morales, 2018). Desde el campo filosófico se defendían estos pensamientos
y fueron Parménides, Platón, entre otros filósofos, quienes sentaron las bases para valorar al Yo como
una estructura interna (Sola Morales, 2018).
En los tiempos del imperio romano autores como Séneca y Epicteto comprendieron al Yo como un ser
reflexivo que se busca así mismo empleando la consciencia para alcanzar este propósito (Sola Morales,
2018) y en simultáneo el avance de la religión cristiana trajo consigo una interpretación similar. Sin
embargo y a diferencia de la perspectiva filosófica, para las y los cristianos las experiencias místicas o
espirituales eran las que fortalecían al Yo y además el cuerpo pasó a ser parte fundamental de las
experiencias que viven nuestros Yoes (Sola Morales, 2018). Dentro de la visión esencialista se destaca
al Yo romántico que ya no es descrito como el ser perfecto de la perspectiva esencialista clásica de
antes del siglo XIX. Con este nuevo Yo se demostró que las y los seres humanos presentan problemas e
incoherencias en su mundo interno (Sola Morales, 2018), causados comúnmente por su dimensión
pasional o afectiva (Gergen, 2006). Por otro lado y como resultado de la cosmovisión modernista
divulgada desde los primeros años del siglo XX, apareció el Yo moderno, cuyos componentes eran la
racionalidad y sus capacidades cognitivas (Gergen, 2006).
Estas interpretaciones influyeron en la Psicología desarrollada a lo largo del período moderno (período
histórico del siglo XVI al siglo XIX), es decir la Psicología experimental o la primer Psicología
científica. Al creer que las y los sujetos eran racionales en la exposición y constitución de sus
contenidos mentales (Gergen, 2006.), las y los psicólogos de la época emplearon métodos como la
introspección para obtener información de sus mentes y de sus Yoes (Bruner, 1991), de hecho ésta fue
la primer técnica empleada por la Psicología cuando se separó de la Filosofía y es de consideración
comentar que esta herramienta se ha mantenido hasta la actualidad con algunas modificaciones en otras
ramas de la ciencia psicológica como la cognoscitiva. Aclarando con más detalle, la introspección
consiste fundamentalmente en el examen consciente que hace la persona de su realidad interna, la cual
se cree está compuesta por sus pensamientos, sentimientos, creencias, entre otros contenidos (Bruno,
1997), y a partir de esto comunicar verbalmente lo que se le pide por parte de alguna o algún psicólogo.
Gergen (2016) da algunas reflexiones acerca de la visión esencialista o interna del Yo, para este
psicólogo nuestra representación de la realidad inicia con el supuesto de la existencia de seres
delimitados, es decir sujetas, sujetos y objetos que están separados entre sí por algo que hasta cierto
punto no es importante en los periodos iniciales de la vida. Igualmente, el conjunto de características y
cosas que conforman nuestro mundo interior se encuentran separados entre sí, emociones, sueños,
gustos, expectativas, pensamientos, etc., se hacen evidentes de manera fragmentada. En adición, se
consideran a los Yoes como propios de cada ser humano, por lo que tienen un carácter netamente
individual y sólo en ciertas condiciones se hacen públicos compartiéndolos a través del diálogo o las
interacciones con las y los demás (Gergen, 2016).
1.2. El yo inconsciente y esclavo
Esta visión tiene como fundamentos el abandono del sentido de un Yo interno tradicional, la
dominación del Yo por parte de entidades externas y la fragmentación de las y los sujetos por razones
adaptativas. Aunque se mencionen estas diferencias con relación a la visión esencialista, se conserva la
idea de un mundo interior, que en este caso está en constante conflicto con su contexto natural y social .
Como resultado de múltiples crisis sociales y las guerras mundiales, el pensamiento occidental tuvo
una ruptura notoria con sus tradiciones, específicamente las creencias del Yo racional o reflexivo, la
personalidad unida y la identidad integral dejaron de tener acogida en varios campos del mundo
cultural y social. Lévi-Strauss (1964), influenciado por planteamientos posmodernos que optaban por el
anonimato de los hechos y la impersonalidad, anunció la disolución del sujeto, lo que fue interpretado
también como la muerte o perdida de esta entidad a nivel literario (Arreaza y Tickner, 2002). Desde
este punto de vista, el Yo se encuentra en un lugar borroso, Fernandez-Zoïla (1999) dice lo siguiente:
“es un conglomerado de fragmentos en relaciones inciertas” (p. 27).
El psicoanálisis estructuralista apareció como un área del saber que apoyaba estas concepciones, dado
que rompió con la idea tradicional del Yo consciente o racional, proponiendo una nueva interpretación
de un Yo que actúa en el mundo como resultado, no solo de la consciencia sino de contenidos
inconscientes y deseos ocultos o pulsiones en los propios términos psicoanalíticos. Freud (citado en
Brainsky, 1986), padre de esta corriente teórica y clínica, define al Yo en una síntesis de mis palabras
como: la proyección del aparato mental, la frontera entre el mundo externo e interno, el resultado del
contacto entre el ello y la realidad, un grupo de identificaciones, un ente creador, pensante y capaz de
relacionarse con el contexto que habita, el punto medio entre el ello y el superyó en donde se regulan
los deseos del primero y las prohibiciones del segundo, aquellas funciones que se dan de manera
consciente e inconsciente como lo son la memoria, la percepción, la motricidad, entre otras y el arsenal
de mecanismos de defensa y adaptación que genera una persona frente a los dilemas y obstáculos que
le impone el mundo y la sociedad.
Asimismo, psicoanalistas como Carl Jung (2009) proponían que muchos contenidos mentales de
carácter colectivo o social como los arquetipos aparecían en el inconsciente y tenían mucha más fuerza
que lo valorado como individual. Según este autor, el Yo es y actúa como “una máscara que finge
individualidad, haciendo creer a los demás y uno mismo que es individual, cuando no constituye sino
un papel representado, donde la psique colectiva tiene la palabra” (Jung, 2009, p. 72). Haciendo un
resumen de mi punto de vista respecto a la interpretación psicoanalítica del Yo, esta entidad es
entendida como una herramienta propia de cada ser humano para sobrevivir y adaptarse a sus contextos
particulares, que en nuestro caso son mayoritariamente sociales. Además de un mero instrumento, el
Yo es considerado como una fachada o máscara que se va moldando de acuerdo a la información que
obtiene consciente e inconscientemente y de una u otra manera se ve dominado por el mundo social.
Por último y refiriéndome a estas consideraciones, el Yo es entendido por el psicoanálisis como un
punto medio que se edifica en medio de luchas inconscientes entre los mandatos sociales y el deseo
interno.
Una ejemplificación de todos estos planteamientos y consideraciones es explicada por Hartmann
(1987), otro importante psicoanalista, el cual habla de la adaptación. En su obra La psicología del yo y
los problemas de adaptación (1987) describe concisamente algunas formas de adaptación que llevan a
cabo los seres humanos cuando el contexto que habitan lo requiere o a consecuencia de sus propios
intereses comunitarios, estas son: el cambio de ambiente, el cambio autoplástico y el cambio
aloplástico. El primero es definido como la acción de dirigirse a un contexto cuyas características sean
más acordes con los intereses de la agrupación que decide cambiar su lugar para habitar. El segundo es
descrito como el acto de transformación propia que termina englobando la realidad interior de las
comunidades. El tercer tipo de cambio consiste en la modificación gradual del ambiente por parte del
grupo de acuerdo a los ideales, conflictos e intereses que tengan sus integrantes en un determinado
momento. Para este psicoanalista, la adaptación social se ve conformada por estas dinámicas y la
adaptación individual se da a pequeña escala replicando estos procesos. En pocas palabras, la
adaptación es esencialmente un vínculo retributivo entre una persona o personas y su medio, en
adición, la adaptación individual y social se pueden dar de forma equilibrada en los seres humanos.
Empero, esto no es del todo común, puesto que en la mayoría de los casos la adaptación individual es
incompatible con la adaptación de especie o adaptación social, hablando particularmente de la especie
humana (Hartmann, 1987).
A su vez, la globalización se ha manifestado como un nuevo escenario que trajo consigo diferentes
problemas a la hora de estudiar e interpretar el Yo (Sola Morales, 2018). Dos procesos de gran
importancia que introdujeron los nuevos dilemas en torno a este tema fueron los cambios en las
instituciones sociales, económicas y políticas y la facilitación de los viajes y las experiencias en
diferentes partes del mundo. Se dejó de hablar de un “Yo nacional” para establecer la dicotomía “Yo
local/global” y de igual forma se abandonó la visión del “Yo unitario” optando por el “Yo múltiple” y
adaptativo, el cual se ha enlazado con la actividad de consumo y las relaciones superficiales de las
comunidades posmodernas (Sola Morales, 2018). Al respecto de este “Yo múltiple”, Gergen (2006)
plantea una definición análoga: el “Yo saturado”, definido por este psicólogo como un ser
transformable, con divergentes identificaciones que puede conllevar una sobreabundancia de roles e
inadaptabilidad. Haciendo una conexión con los fundamentos principales de esta visión (abandono de
la interpretación tradicional del Yo, dominación del Yo por parte de estructuras externas y la
fragmentación de los seres), Sola Morales y Gergen plantearon la fragmentación del Yo, no de una
manera sana hablando en términos de adaptación, sino perdido entre su mundo y lo que llega a
vivenciar.
Adicionalmente, académicos como Michel Foucault (1992) destacaron la importancia que debía tener
el estudio de las instituciones reguladoras del poder, como lo son las escuelas por ejemplo, para así
entender la constitución de las y los seres humanos. Dado que y siguiendo con la intención de
dominación que puede ser ejercida por elementos externos al Yo, estas estructuras de control tienen una
gran influencia en la construcción de los Yoes de las personas. Las sociedades del mundo posmoderno,
denominadas por Foucault (1992) como “sociedades disciplinarias”, funcionan a partir de estas
instituciones, articulando y utilizando a las personas mediante el sometimiento y la dependencia a éstas,
en adición, las y los individuos adquieren un valor gracias a estas organizaciones. Aquí también se hace
evidente la pérdida y dominación sobre el Yo, ya que las personas se desarrollan en contacto con
relaciones violentas y opresoras donde se les puede desechar acorde con su valor personal y utilitario.
1.3. El yo dentro de las narraciones
La tercera visión es la narrativa, las y los autores con este lente acomodan a los Yoes dentro de las
relaciones, las historias y los procesos sociales, elementos que se ven afectados por el tiempo y el lugar
donde se dan. Componentes como el lenguaje y las narraciones se enuncian como áreas clave de la vida
cotidiana, la experiencia humana y la acción social (Gergen, 1996), los valores, las emociones, las
memorias o el “sentimiento de historicidad” se ven atravesados y se fusionan con estos fenómenos
(Kerbi, 1991). Margaret Somers (1994) sugiere que: “la vida social es narrada y… la narrativa es una
condición ontológica de la vida social” (pp. 613-614). Referente al campo discursivo cotidiano de las
personas, Anthony Giddens (1995) expone que el Yo es un conector lingüístico que se significa por
medio de ciertas redes de palabras e ideas, que en conjunción construyen un sistema discursivo de
subjetividad. En otros términos, las y los sujetos humanos emplean la palabra “Yo” y sus múltiples
significados para construir y transmitir un discurso basado en sí mismos.
A diferencia de las posturas narrativas clásicas, que consideraban a los relatos como meras
representaciones o exposiciones del Yo, la visión contemporánea ve a la narración como una forma de
crear conocimiento e interpretar la vida de las personas y los acontecimientos comunitarios, “la
experiencia se constituye a través de narrativas, y los sujetos y grupos dan sentido a lo que sucede
recurriendo a varios relatos” (Sola Morales, 2018). Para Charles Taylor (1996) ser un Yo se hace
notorio cuando los eventos que se experimentan cobran significado para la persona en cuestión y como
comentaba antes, las narraciones se entienden ahora como un mecanismo que dota de significado a la
vida. Paul Ricoeur en varias de sus obras recorre su interpretación desde la visión narrativa primaria, en
donde el Yo es simplemente un símbolo al interior de los relatos para hablar de un Yo narrado desde
una postura narrativa fenomenológica o hermenéutica (Sola Morales, 2018).
Del mismo modo, Bruner (2003) expone que las narraciones, concretamente los cuentos, tienen un
papel fundamental en la construcción de los Yoes de niñas y niños, puesto que al momento de relatar
un cuento elegido con un propósito particular se pueden transmitir valores e ideas que son
interiorizados por las y los infantes en su rol de oyentes. Esta idea es extrapolada a los demás
momentos de la vida de las y los seres humanos, teniendo como clave la capacidad lingüística que
posean las personas, ya que para Bruner (2003) el lenguaje es el factor que une las historias de vida con
la capacidad de narrarlas. Además de otorgar significado y sentido a nuestros Yoes y actos del mismo
modo que los de las y los demás, la creación de narraciones y relatos son un mecanismo para
transgredir y transformar lo tradicional y normativo según Bruner (2008 citado en Guitart, 2009).
Asimismo, Bruner (2003) expone su crítica frente a la visión esencialista del Yo empleando los
anteriores planteamientos, respecto a su punto de vista dice lo siguiente: “creamos y recreamos la
identidad mediante la narrativa, el Yo es un producto de nuestros relatos y no una cierta esencia por
descubrir cavando en los confines de la subjetividad” (p. 122). Para este psicólogo, la cultura por medio
del lenguaje sirve en la construcción del Yo, dado que las y los seres humanos no poseemos una
esencia que busca ser encontrada y demostrada a través de las palabras, frente a esto plantea las
siguientes preguntas y respuestas para aclarar su percepción: “Si así fuera, ¿por qué habríamos de
sentirnos impulsados alguna vez a hablar de nosotros o a nosotros mismos?… Si nuestros yoes resultan
transparentes, por cierto, no tendríamos necesidad de hablar de ellos a nosotros mismos” (Bruner, 2003,
pp. 91-92). En su consideración, estos diálogos nos ayudan a significar las vivencias que en algunos
casos pueden llegar a ser confusas, las cuales a su vez configuran nuestros Yoes que se transforman en
“eventos verbalizados” y dotan de perspectiva al relato (Bruner, 2003).
Dentro de la visión narrativa también se valoran fundamentales los factores sociales y su influencia en
la construcción y divulgación de narrativas. Los relatos, ya sean cuentos, historias familiares, novelas,
biografías, etc., se constituyen como el núcleo de los discursos que elaboramos de nuestros Yoes,
puesto que a partir de estas narraciones nos apropiamos y nos sentimos identificadas e identificados
con los actos humanos y con los valores de nuestra sociedad (Gergen, 1996). Cabe aclarar que las
narraciones no son totalmente propias de las y los individuos, en vista de que se encuentran en las
relaciones con el contexto y en los actos de interacción con otras y otros (Gergen, 1996).
Paralelamente, al momento de compartir un relato se crea una relación con las y los interlocutores,
creando y transformando los significados que se hagan evidentes en ese espacio. Por esta razón la
existencia de otro en el período de transmisión, ya sea en el momento o simbólicamente hablando es
tan importante para la configuración de las narraciones y autonarraciones, sin una o un oyente no
habría un marco de entendimiento para significar y darle valor a lo que se está contando.
Finalmente, el método predilecto que se usa para la interpretación de las narraciones es el
hermenéutico, dado que por medio de esta metodología interpretativa se esclarecen y explican los
significados detrás de las narraciones, es decir lo que compete directamente con su autora o autor.
1.4. El yo como una construcción social
La última interpretación de este recorrido se centra en lo social y es llamada como interpretación
existencialista por Salomé Sola Morales (2018). En contra posición a las visiones anteriormente
explicadas, autores como Mead (1982), Blumer (1982), Turner (1987), Gergen (2016), entre muchos
otros y otras, proponen que los factores del espacio, el tiempo y la sociedad tienen más valor en la
consideración del Yo. Las y los otros así como las relaciones con estas y estos se erigen como las
claves de la constitución y comprensión de un Yo, es en los actos de interacción dentro del ámbito
social donde se construye el ser y sus significados relacionados. En áreas como la antropología y la
sociología se compartieron estudios que argumentaban estas creencias. La antropóloga François
Héritier (1977) y el sociólogo Émile Durkheim (1993) indagaron acerca de la “Yoidad”, la consciencia
y la identidad en las y los seres humanos primitivos. A su parecer, estos componentes dependían
exclusivamente de la comunidad y del mundo externo en donde habitaban las personas.
Adicionalmente, el significado y papel que les otorgaba el grupo social a sus individuos era difícil de
trascender y de ser cambiado.
Los autores Hunt, Benford y Snow (1994) definieron a la identidad individual, muy propia de las
visiones esencialista e inconsciente del Yo, como un resultado de la interacción y los procesos de
socialización de las y los individuos en sus ambientes sociales con otras y otros seres humanos. Pablo
Páramo (2008) entiende el concepto de identidad de una manera similar a estos autores, la describe
como el grupo de cualidades que hacen identificable a una o un sujeto, por lo que se puede inferir que
sólo es posible notar estas características a través de la interacción con otras personas. La identidad en
una o un individuo tiene su origen en la socialización guiada por su entorno familiar, luego de esto, la o
el infante se adhiere a otros círculos sociales como lo son la escuela o colectivos sociales y a medida
que pasa el tiempo las personas se irán introduciendo en nuevos contextos de socialización (Páramo,
2008). Estos investigadores le dieron más peso al término de identidad, ya que hablar de un Yo o Yoes
los remitía directamente con el campo interno de las personas y su individualidad, consecuente a esto
establecieron una dualidad entre identidad individual e identidad social.
Respecto a la identidad social y el Yo, Tajfel (1978) define a la identidad social como: "esa parte del
autoconcepto del individuo que se deriva del conocimiento de pertenencia a grupos sociales, junto con
el valor significativo otorgado a esa pertenencia" (p. 68). En otros términos, este concepto se
comprende como aquellos aspectos que constituyen el Yo de una persona que son producto de las
categorías sociales que le rodean (Ortiz y Toranzo, 2005). De modo idéntico, Turner (1987) habla de la
implicación de esta estructura y el Yo en la conformación de grupos y las maneras en que estos actúan,
para este psicólogo la conformación de un grupo se debe a procesos adaptativos donde la identidad
social se erige como el fundamento impulsor y el Yo en este caso es la entidad que permite a las
personas hacer de sus propios pensamientos ideas compartidas con las y los demás, dinámica que se
observa en los grupos.
En adición al concepto de identidad, Páramo (2008) habla de los roles que tienen un carácter social,
estos modelos a su parecer afectan la constitución de los Yoes. La noción tradicional que se comparte
acerca de este término desde la Sociología explica que las personas se atribuyen un rol conforme a la
situación en la que se hallen, por ejemplo, la misma persona puede tener un rol de estudiante o docente
acorde a los deberes que tenga que realizar e igualmente estos roles se constituyen como patrones
(Páramo, 2008). Concerniente al tema de la relación espacio-identidad, también se hacen notorias las
formas particulares como nos comportamos en espacios públicos o privados, los escenarios sociales
llevan a que las personas adopten roles como los que mencioné anteriormente. Adicionalmente, los
papeles sociales que desempeñan las y los miembros de una comunidad particular se construyen a
partir de características ideales, normativas y hasta cierto punto estereotipadas que se difunden
mediante aparatos educativos (Goffman, 1971). Partiendo de estas ideas se puede comprender la
existencia de unos Yoes que emergen de acuerdo al contexto donde se les demande, y el arsenal de
comportamientos y estrategias que constituye se irá conformando con el aprendizaje en múltiples
ambientes.
George Mead (1982), otro investigador de esta corriente, propuso que no se debía considerar la
existencia de Yoes autónomos e independientes, el significado de las y los sujetos así como el sentido
de sus actos depende de la coordinación y acciones conjuntas con sus compañeras y compañeros de
comunidad. De manera similar, Herbert Blumer (1982) creía que estas acciones o interacciones eran la
base de la vida social y por ende, del desarrollo de las personas al hacerse parte de estas experiencias y
de sus grupos sociales. Igualmente, Stets y Burke (2000) compartieron la idea de la persona como un
reflejo del esquema social, es decir, las y los individuos representan la realidad que se negocia en sus
sociedades, la cual se constituye por los significados, roles, deberes, etc., generados conjuntamente y a
través de la historia. Vale la pena mencionar que otras y otros investigadores cercanos a esta visión
plantearon que el Yo no es construido únicamente por elementos externos, éste también se hace a sí
mismo, por lo que se debe tener en cuenta su propia historia vital para su comprensión (Sola Morales,
2018).
Una dicotomía que impactó en la visión social del Yo fue la disputa entre las tradiciones exogénica y
endogénica acerca del origen del conocimiento y por ende de la formación de los significados
vinculados a éste, principalmente esta visión se conecta con la corriente exogénica. Las y los autores
que defendían este paradigma pensaban que el conocimiento y los significados son copias del mundo
externo proyectados en la mente de las personas, entre más exacto era este reflejo más precisa era la
información que se obtenía. Y puesto que consideraba como necesaria la exactitud en estas
representaciones para la obtención de conocimiento funcional, las y los exogenistas estimaban que la
adaptabilidad de las y los sujetos en sus entornos dependía de su objetividad para producir este
conocimiento y a razón de esto veían riesgos en las emociones y fenómenos más “subjetivos” para la
adaptación y para el afrontamiento de los problemas dados por el ambiente (Gergen, 2007). Siguiendo
los planteamientos propios de la visión social del Yo, esta estructura se considera como una
representación de su contexto social, de los parámetros, reglas, valores y modelos que lo conforman, tal
como mencionaron Stets y Burke (2000). Si estos Yoes construidos a través de la interacción social se
alejan de un reflejo exacto, las personas serán valoradas como trastornadas o asociales por lo que se le
rechazarán.
Las interpretaciones de Kenneth Gergen entrarían dentro de los planteamientos que se comparten en
esta visión, empero, pretendo abarcar su teoría en un apartado que será trabajado más adelante, debido
a la utilidad particular que encuentro en sus ideas para mi propuesta investigativa y a consecuencia de
la crítica que este mismo psicólogo le hace a la postura social que se relaciona con la tradición
exogénica y a otras propuestas que hacen perdurar el imaginario de la división irreparable entre lo
interno y lo externo, la creencia de una lucha constante entre estos campos y una posible dominación de
uno hacia otro.
1.5. Aportes, críticas y otros comentarios de las visiones múltiples del Yo
Me gustaría comenzar destacando el aporte que le han dado a la ampliación del estudio del Yo y sus
términos relacionados, tantas y tantos profesionales e investigadores de múltiples campos del saber
como la Psicología, la Filosofía, la Antropología, la Sociología, la Teología, el Psicoanálisis, la
Pedagogía, la Literatura, la Medicina, la Psiquiatría y la Biología. Estas voces diversas permiten que las
y los futuros académicos tengan a su alcance un gran material para enriquecer su visión frente a un
concepto tan complejo y problemático como lo puede ser el Yo. Desde mi punto de vista, estimo
importante el procurar poner en diálogo estas visiones con el fin de corregir las posibles falencias que
cada una tenga, así como también hacer trabajos complementarios para labores prácticas desde
diferentes disciplinas.
A pesar de no haber mencionado directamente la influencia de la Biología en alguna interpretación, la
concepción de un cuerpo que funciona en el plano físico gracias a sus sentidos y procesamiento
neuronal, da entender que nuestra existencia como organismos biológicos influye en la consciencia de
un Yo, no obstante, planteo la siguiente hipótesis: sin un desarrollo social y cultural tan avanzado como
el que tenemos, pero particularmente sin la capacidad de comunicarnos por medio de un lenguaje y por
ende, no tener la posibilidad de interactuar profundamente con otras y otros seres humanos, no
podríamos comprender a nuestros Yoes pero sí vivirlos. De cierta forma pienso que esto es lo que los
animales experimentan en su diario vivir, ellos y ellas, al igual que nosotras y nosotros, deben su
supervivencia al cuidado de sus progenitores, en estas etapas de protección adquieren un conjunto de
herramientas y hábitos que les permiten sobrevivir en sus ambientes, claro está que en el caso de la
especie humana este cuidado es bastante prolongado. Como expliqué antes y siguiendo con la hipótesis
del no desarrollo de la cultura y las habilidades sociales, nos veremos en la obligación de aprender una
serie de estrategias para adaptarnos a nuestros contextos, las y los seres que no sigan este canon estarán
condenados a morir o a ser separados. En este caso habría por encima de todo lo demás una identidad
de especie determinada por rasgos y comportamientos como los que estudiamos en otras y otros seres
vivos, mientras que los Yoes de cada humana y humano no tendrían valor si no tienen como propósito
cuidar a sus compañeras y compañeros de grupo. Este Yo se hará evidente al momento del nacimiento
y muerte de cada organismo, en medio del proceso vital primarán las necesidades instintivas vinculadas
con la identidad de nuestra especie. Planteo estas ideas porque dado este ejemplo entiendo que lo
social, cultural, lingüístico y relacional tiene demasiada importancia en lo que podemos interpretar
como Yo en las realidades humanas que experimentamos.
Pasando ahora a la mención detallada de las críticas y aspectos positivos de cada visión pienso por un
lado que la visión esencialista se quedó anclada en la reflexivo, la racionalidad y la inmutabilidad del
Yo, aspectos que no permiten explicar diferentes situaciones en donde se hace evidente que el Yo no es
reflexivo y se aleja de su entorno, no prima la racionalidad en sus maneras de actuar y está en constante
construcción y transformación. Ejemplificando esto doy el caso de una persona que quiere escoger una
carrera, en primera instancia su decisión no la descubrirá en la esencia de su ser sino en la consciencia
de su historia de vida y las experiencias que ha vivido con personas que posiblemente influyan en su
elección, al momento de escoger es posible que no sea relevante lo valorado como “racional”, puesto
que esto no es más que una convención arbitraria y además tiene la oportunidad de cambiar de carrera
por lo que su Yo se construirá y cambiará gracias a su nueva escogencia. Por otra parte, considero que
hablar de lo interno no es algo equivocado si se entiende a este campo como un resultado de la
interacción social y el crecimiento de cada ser humano junto con otras y otros individuos. Empero, no
es que uno preceda al otro, un mundo interno maduro se da gracias a los elementos sociales pero ambos
están en constante crecimiento simultáneamente. En adición, las personas tienen derecho a protegerse a
sí mismas y a denotar sus propias características, dinámicas que surgirán de su interior con cierta
madurez, dado que en los primeros años son su padre, madre y demás cuidadores quienes hacen esto
por la o el bebé. Sin un mundo interior fuerte y sano no habrá tampoco una manera adecuada de vivir
en sociedad.
Destacando lo positivo y negativo de la visión inconsciente y del Yo esclavizado, estimo que comparte
la crítica del lente esencialista que plantea al Yo separado de la realidad, no obstante, en este caso le
doy más peso a dejar a un lado la generalización de la lucha constante entre factores que no están bajo
el control de la persona, como lo son el inconsciente o las instituciones de poder cuyo fin es controlar y
subyugar a las personas. Con base en esto, se deben rescatar los elementos que no sólo hacen parte de
la consciencia y afectan la construcción del Yo, al menos en ciertos procesos como lo es la
psicoterapia, las problemáticas inconscientes como resultado de los conflictos interiores encuentran una
resolución si son traídas a la consciencia, de esta forma las personas podrían hallar algún tipo de
solución dándoles nuevamente poder sobre su vida juntando los fragmentos del Yo que se han dividido
a causa de las luchas que lo atraviesan. Adicionalmente, si se les logra mostrar y enseñar a las personas
acerca de las dinámicas externas que ponen en peligro su mundo interno y su propia existencia como
sujetas y sujetos del mundo, podrán construir herramientas conjuntas con otras y otros seres humanos
para proteger su valor como personas con características e historias de vida particulares.
Aunque valore a la visión narrativa como una de las más completas y apreciables, ya que se conforma a
partir de elementos sociales, históricos y espaciales, posee igualmente algunas falencias. Las mayores
dificultades que atraviesa este lente de interpretación del Yo son: por un lado la poca investigación y
estudio que se le ha dado hasta al momento a sus técnicas de trabajo, es decir a la interpretación
hermenéutica (Sola Morales, 2018) y por otro el análisis a profundidad de su alcance en la observación
y examen de diferentes fenómenos psicológicos y sociales, como lo pueden ser el Yo en este caso. Sin
embargo y gracias al potencial práctico que tiene esta visión, creo que la interpretación hermenéutica
podría servirme de ayuda en la recolección de datos, en particular con una población joven o de adultas
y adultos, dado que tienen una capacidad madura del lenguaje. Haciendo énfasis en el tipo de población
etaria, no sería lo mismo poner a una niña o un niño a crear una narración que a una o un adolescente o
joven. Como comenté sobre los planteamientos de Bruner (2003), es más valioso para las y los infantes
contarles una historia que ponerles a crear una, mientras que para personas mayores ambos procesos
podrían tener impactos significativos (Oaklander, 2008). Igualmente, en esta visión se renuncia a la
idea de una esencia del Yo y se opta por una construcción dialógica de éste, punto con el que estoy de
acuerdo viendo la manera en cómo me expreso respecto a mí mismo.
Por último, la visión social del Yo es bastante rica y diversa con relación a los conceptos que intenta
interpretar, en este caso no sólo está el Yo en su centro de interés explicativo sino otras entidades como
los roles y la identidad, las cuales también aspiran exponer en conjunto, ya que tienen un fuerte influjo
en esta primera estructura. Las críticas que dirijo hacia este lente se remiten principalmente a las y los
autores que comparten la idea de un Yo dependiente de lo social y sin una voz propia dentro de su
propia vida. Se hace notoria la influencia de los elementos sociales en el desarrollo vital de las y los
seres humanos pero estos no terminan siendo simples reflejos incapaces de transformar su realidad
social, su capacidad de ser conscientes y preocuparse a la vez por sus contextos les posibilita tener el
papel de ser transformadores y transgresores, esto no con un único fin individual sino con la intención
de construir nuevos roles e identidades de carácter social y transmutar los existentes acorde con las
necesidades que les demanda el espacio y el tiempo donde estén emergiendo estos eventos. Creo que
para obtener las herramientas necesarias en la consecución de estos procesos, las personas deben pasar
por un largo camino de socialización que en teoría nunca deja de darse, en medio de estas dinámicas se
harán capaces de reconocerse así mismas por medio de la voz de las y los demás en articulación con la
suya. ¿Pero cómo se construye esta voz propia? Mediante el aprendizaje del lenguaje compartiendo e
interactuando con otras y otros seres humanos. Aquí vuelvo a la idea de una construcción paralela de
habilidades sociales (para el mundo externo) y de autoconciencia (para el mundo interno).
Dando paso al siguiente segmento, debo comentar el por qué la postura de Kenneth Gergen se aleja de
las visiones que acabo de exponer, criticar y destacar. En contraste, algunos de los planteamientos de
Gergen se pueden comprender como un compendio de varios de los fundamentos encontrados en las
visiones narrativas y sociales del Yo. Es evidente que este psicólogo se aleja de la visión esencialista de
un Yo interno, dado que para él este fenómeno psicosocial se observa en las dinámicas relacionales y
en los procesos sociales. Además, lo que podría llegar a conformar al Yo, desde su punto de vista
debería alejarse del vocabulario de lo interno e inconsciente, pues según Gergen tiene más cabida y es
más enriquecedor entender a los elementos constructores del yo desde un lenguaje de lo comunitario y
vincular. Asimismo, expresa que el lenguaje ya sea en diálogos, conversaciones o grandes narraciones
tiene un impacto en la constitución y constante transformación del Yo y la sociedad. Hace de igual
forma bastante hincapié en las condiciones del espacio y tiempo dentro de la conformación del Yo, idea
que es argumentada dentro de sus menciones sobre el Yo individual y la cultura con esta misma
distinción. Finalmente, propone su teoría del ser relacional poniéndolo en contraste no sólo con un Yo
individual, sino con otros Yoes que están saturados y usan sus capacidades para la obtención de fines
egoístas en muchos de los casos.
2. Hacia una visión relacional
Antes de proponer una teoría del Yo relacional, Gergen (2016) destaca los problemas y situaciones que
se han hecho más evidentes en el mundo occidental debido la existencia de Yoes individuales y la
creencia de un mundo interno que no se preocupa realmente por lo social. Este modo de vivir centrado
en la supervivencia individual repercutió fuertemente en la cultura, lo que conllevó a la transformación
de este tipo de ser, llegándose a ver Yoes manipuladores y estratégicos, cuyos lazos se centran en la
obtención de los deseos e intereses individuales de los Yoes de cada una de las partes y no el bien
conjunto de la relación como tal. Estos vínculos se terminan tornando superficiales, de modo que se
valoran como prescindibles y no se constituyen como espacios seguros para cada uno de las y los
sujetos que participan (Gergen, 2016). Como resultado de la crítica que realiza Gergen a esta
perspectiva del mundo y de la realidad, nace su noción del ser relacional (2016), concepto que a su
parecer surge como una alternativa a los problemas que trae consigo esta manera de valorar y
experimentar la vida.
De igual forma, este psicólogo hace una introducción a su propuesta comentado lo necesario que debe
ser transformar los valores sociales que cimientan estos modos de vidas dañinos para nuestras
comunidades y para nuestros Yoes. Pasando al primer concepto que explica, las relaciones, pues ésta es
la base de la consolidación de un Yo relacional, Gergen (2016) nos ofrece una serie de ejemplos, los
cuales tienen como eje en común el uso del lenguaje. A su parecer las distinciones, denominaciones y
demás formas que usamos para categorizar el mundo, la realidad y las y los seres que la habitan se
deben a meras convenciones de nuestras expresiones lingüísticas, y estas convenciones parten de las
relaciones sociales en las que somos participes. Así como las palabras de un libro, las cuales no tienen
sentido por separado sino en la coordinación de una frase, nuestros actos cobran significado si los
enmarcamos en acciones coordinadas o directamente en lo que Gergen concibe como relaciones
(Gergen, 2016).
En una definición básica, Gergen (2016) explica que las relaciones se construyen a partir de la
articulación de dos partes, estas son la acción y su suplemento, elementos que conducen a acciones
coordinadas como lo mencioné antes. Con base en esto, nuestra propia existencia y el sentido de real y
verdadero que le damos a nuestras vidas se debe a las y los otros, básicamente “existimos en un estado
de inter-animación”, ya que motivamos a las y los demás y somos motivados por estas y estos (Gergen,
2016). Otro aspecto a tener en cuenta dentro de las relaciones es la comunicación, para Gergen (2016)
la distinción entre lo verbal y lo no verbal no es nada más que algo impuesto por nuestras reglas del
lenguaje y no una diferenciación esencial, las mecánicas que utilizamos para comunicarnos, ya sean
palabras, gestos, movimientos, etc., deberían entenderse como actos unificados que se sincronizan
dentro de las relaciones, puesto que cada una tiene un fin. Por consiguiente, al entablar relaciones con
una persona de manera duradera generamos rituales comunicativos, aprendiendo a entender las
maneras en cómo se expresa esa otra u otro así como ésta o éste asimila las nuestras. Paralelamente, el
uso continuo del lenguaje y la construcción de relaciones constantes propician el reconocimiento de
nuestros órganos del pensamiento y los de las y los demás, es decir, identificamos con mayor claridad
los actos unificados de comunicación que poseemos y los que son propios de las personas con quienes
compartimos.
El otro componente clave de la teoría de Gergen son las realidades, las que a su parecer se gestan
producto de las relaciones, ¿pero cómo los actos unificados de comunicación y acciones coordinadas
crean realidades y maneras de ver el mundo? Primero, se pueden entrelazar estas dos dinámicas en lo
que Gergen (2016) define como procesos activos conjuntos y siguiendo este orden de ideas, es
conveniente explicar situaciones que ejemplifiquen este proceso. Hay que tener en cuenta un par de
componentes, la interacción social: principalmente los momentos de socialización, y el aprendizaje: ya
sea en contextos formales, no formales o informales (Barreiro, 2003). Las y los infantes asimilan la
existencia de otros objetos, no solo por hecho de conocerlos por primera vez, sino por las ideas que le
son compartidas por sus cuidadores durante este acto. En este caso, la intención de exploración se
puede dar de manera activa de parte del niño o niña así como puede ser el padre o la madre quienes les
presenten cosas novedosas. En cualquier circunstancia es importante la existencia de una relación y en
este ejemplo se crea una realidad de exploración y aprendizaje donde sus actores y actrices son el
padre, la madre y sus hijas o hijos. Es importante recalcar que Gergen (2016) no intenta compartir una
perspectiva donde lo natural no existe si no que hay una interacción humana de por medio, lo que
intenta expresar es que el conocimiento que adquirimos del mundo cobra sentido, se categoriza y se
delimita a través de las relaciones, en otras palabras el saber sobre la realidad y construir realidades se
constituye mediante los procesos de acción conjunta que ejecutamos con otros sujetos y sujetas que se
encuentran a nuestro alrededor.
De igual modo es necesario mencionar lo propuesto por Gergen (2016) respecto a la consciencia de
nuestra propia existencia. Si consideramos el saber de la realidad como algo significativo si se
constituye al interior de las relaciones y los actos unificados de comunicación, se puede llegar a dudar
de nuestro valor real cuando no estamos en contacto con otras personas. En cuestiones temporales es un
hecho que durante buena parte de nuestras vidas realizamos cosas en soledad, no obstante, esto no
quiere decir que nos mantengamos alejados de las relaciones. Según Gergen (2016), hay que considerar
nuestras relaciones pasadas como edificantes de nuestro comportamiento y pensamiento así se estén
dando en ambientes aislados, también debemos prever que nuestra conducta futura se puede sumergir
en actos compartidos. Adicionalmente, en situaciones en las que nos encontremos solas y solos
tenderemos a adoptar los roles de personas con las que hemos interactuado y con las que posiblemente
mantengamos una relación (Gergen, 2016).
Referente al flujo relacional que podemos generar en nuestras vidas, en otros términos la gran cantidad
de relaciones que podemos construir, Gergen (2016) plantea la presencia de dos formas de flujo o de
procesos de relaciones, una generativa y otra degenerativa. La primera es entendida como la dinámica
relacional en donde se propicia la inter-animidad y la empatía y por el contrario, los procesos
degenerativos obstaculizan la acción conjunta y terminan siendo relaciones nocivas. Considero que el
ser consciente de estas dinámicas nos da la oportunidad de construir relaciones más sanas que
produzcan transformaciones en estos contextos individualistas y destructivos. En adición, el procurar
construir relaciones de tipo generativo, no sólo traerá consigo la ampliación de nuestros marcos de
significados producto de la comunicación, sino que será la fuente de un gran número de realidades
positivas para las personas que las habiten.
2.1. Problemas a superar y complementos para articular
Esta sección estará compuesta primordialmente por mis opiniones y observaciones personales, las
cuales he generado a partir de la lectura rigurosa de varios textos de Gergen explicando esta teoría y el
análisis de otras y otros autores que encuentro complementarios a la idea de un Yo relacional. A
diferencia de Bruner por ejemplo, Gergen es bastante limitado a la hora de hablar de etapas del
desarrollo o distinguir los procesos que viven diferentes grupos de edad en la construcción de sus Yoes.
En mi opinión, la teoría del Yo relacional está muy enfocada en una población adulta con un
aprendizaje y experiencias adquiridas que les permite la construcción de un ser con esta
caracterización, dejando en paralelo el posible Yo individual que constituyeron en sus primeros años de
vida. Entonces, ¿cómo puede ser aplicada la idea del Yo relacional en poblaciones infantiles o de
adolescentes? Considero que algunas ideas compartidas por Bruner pueden servir de ayuda, dado que
este psicólogo centró gran parte de su trabajo investigativo a la educación y el aprendizaje. Si se
emplea la metáfora del andamiaje (Wood, Bruner y Ross, 1976) una niña o un niño tendrán la
posibilidad de generar las estrategias que se necesitan para la construcción de un Yo relacional por
medio de la ayuda de una persona adulta con la capacidad de apoyarle y de esta forma colaborar en la
transformación de una comunidad que se centre en las relaciones. Esto se puede lograr mediante la
coordinación docente-estudiante, padre/madre/cuidadora o cuidador -hijo o hija o terapeuta-
consultante.
Tal como es expuesto en el psicoanálisis relacional, las personas se comprenden como seres que se
crean, reconocen, sufren y disfrutan adentro de las relaciones (Marín, 2014). Aspectos como el miedo,
la felicidad, la ira o la sexualidad no tienen un carácter personal sino que se expresan y cobran sentido
en la vida comunitaria (Marín, 2014). Hans Löwald (1978) expuso que todo fenómeno psicológico o
“interno” no puede producirse si no es en un entorno relacional o dentro de la matriz relacional de la o
el individuo (Mitchell, 1993), por lo que se entiende que cualquier cambio propuesto en terapia se debe
generar al interior de las relaciones, ya sea con la psicóloga o el psicólogo y con las personas
vinculadas con la o el consultante. Teniendo en cuenta esto y retomando los tipos de relaciones que
comenté en el apartado final del párrafo anterior, son diferentes las valoraciones que le puede dar una o
un infante, una o un adolescente, una o un joven, una persona adulta o una o un anciano a cada uno de
estos vínculos. Para un bebé serán más importantes las relaciones con su padre y madre o sus
cuidadores principales, para una niña o un niño serán estos lazos y los vínculos que genere con sus
primeros amigos y amigas, en el caso de las y los adolescentes estas últimas relaciones cobrarán más
importancia debido a su deseo de autonomía e independencia (Oaklander, 2008), para las y los jóvenes
los vínculos de pareja y las amistades cercanas tomarán el papel fundamental en la construcción de su
realidad, en algunas y algunos adultos aparecerán las relaciones con sus hijas e hijos y para las y los
ancianos será duro perder muchos de estos lazos. Por estas razones me cuestiono lo inamovible que
realmente puede llegar a ser un Yo relacional. Más bien considero que se debe hablar de la capacidad
constante y trabajada de ser relacionales y de tener como fin las relaciones y el reconocimiento de
éstas. En adición, son muy distintas las estrategias mentales y sociales de un bebé en comparación a las
de una anciana hablando del momento en que se busca establecer vínculos con otras personas, por esto
pienso que el Yo relacional deber ser interpretado de manera diferenciada en cada etapa de la vida y si
se pretende construir con unos elementos particulares se deberán tener en cuenta las características de
cada población.
Otra de mis discrepancias con Gergen está en su deseo de distanciarse del vocabulario de lo individual
y lo interno. Comprendo y convengo que lo relacional en un ámbito corto y lo social en un contexto
amplio influyen directamente en los fenómenos psicológicos que intervienen en la construcción del Yo.
Sin embargo, el dejar a un lado la propia concepción de la persona en la consideración de su existencia
y su ser, tal como lo hace Gergen en gran parte de su teoría, no posibilita el entender las capacidades
personales, es decir las habilidades y patrones de comportamiento particulares que edifica una persona
en su proceso de socialización y las maneras de aplicarlos al momento de generar nuevos vínculos, ya
que según lo que juzgo de Gergen el proceso de relacionamiento casi que se da sin ningún tipo de
motivo, como si todas y todos los seres humanos quisiéramos llevarlo a cabo. Adicionalmente, el tener
en consideración el mundo interno de cada individuo y lo voz que emerge de éste, como resultado del
desarrollo social y psicológico, permitirá entender los intereses y la diversidad de relaciones que
pueden emerger en los diferentes procesos sociales. Con respecto a esto surge en mí un gran número de
inquietudes, ¿qué determina que una relación sea de tipo generativa o degenerativa? ¿El canon
relacional? ¿Las intenciones de las y los individuos implicados? ¿Y cómo se puede controlar este flujo
relacional? ¿Además, qué debe tener una persona para protegerse de lo degenerativo? ¿Simplemente
debe estar a merced de la experiencia y enfrentarlo como todas y todos los demás? Muchas y muchos
sujetos a pesar de compartir el mismo contexto no crecen de la misma manera y no actuarán de la
misma forma frente a estas situaciones, por eso considero importante mantener el interés en las
maneras particulares de relacionarse y comportarse de las y los seres humanos. Cada Yo relacional será
diferente uno de otro, para esto se debe tener en cuenta la historia de vida de cada individuo, sus
relaciones, su ambiente local y sus condiciones histórico-sociales.
Ampliando el tema de la capacidad y el interés por parte de alguien para generar relaciones a su
alrededor, en el campo de la salud mental, aquellas personas que no tienen un buen contacto con su
ambiente y por ende son incapaces de construir relaciones, son tratadas y tratados hasta cierto punto
por Gergen como seres que se ignoran y que no se contemplan en su visión relacional del ser. Es
curioso porque Gergen al tener experiencia en el campo de la psicoterapia comparte la idea de que la
relación terapéutica transforma la realidad del consultante (Gergen, 2007), noción que también es
difundida por algunas y algunos autores del psicoanálisis relacional. En ambos casos las relaciones que
se urden al interior de los consultorios deben apreciarse como componentes relevantes en el proceso de
transformación y curación de las y los pacientes. Pero volviendo al eje central de este enunciado, las
personas con estos trastornos y problemas no se mencionan en la exposición del Yo relacional, las y los
únicos individuos que no establecen relaciones de tipo generativo son quienes por su deseo optan por
no hacerlo. En el caso de las y los humanos con problemas relacionales, su decisión se debe a su miedo,
paranoia y demás rasgos patológicos que les impiden generar vínculos con personas extrañas. Cada uno
de estos contextos debe ser tratado con distinción, dado que las personas con inconvenientes en su
salud mental deben tratar primero sus problemas personales y relacionales previos (Gergen, 2007) para
fortalecer y resignificar a sus Yoes, partiendo de la relación con el terapeuta (Oaklander, 2008) y su
matriz relacional (Mitchell, 1993), esto antes de actuar en el establecimiento de un nuevo lazo.
Mientras que aquellas y aquellos sujetos que optaron por no relacionarse, pienso yo pueden
transformarse desde la experiencia en vivo al interior de un ambiente educativo por ejemplo.
Aunque haya comentado estas observaciones y críticas, sigo creyendo que el enfoque
socioconstrucionista y en particular la visión del Yo relacional me servirá de ayuda en mi trabajo
investigativo y práctico. Puesto que Gergen plantea ideas interesantes frente a las relaciones y su
carácter constitutivo de las realidades, el lenguaje y los Yoes. Considero que su lente de análisis es el
más indicado para el abordaje teórico y la recolección de datos que estoy llevando a cabo en este
momento. Sus nociones acerca de la importancia de las relaciones y la comunicación en la vida diaria
de las personas así como en el desarrollo histórico de las sociedades humanas me permitirá comprender
ampliamente el impacto dinámico de la interacción de estos elementos con la vida particular de cada
individuo, de esta manera comprenderé con mayor profundidad la dimensión social amplia, es decir la
historia de cada comunidad, y el historial relacional de cada individuo, factores que lo han llevado a ser
como es en el momento de su observación.
La distinción entre actos conjuntos de comunicación y las acciones coordinadas me posibilitan entender
lo variada que puede ser las interacciones al interior de las relaciones y la generación de realidades
producto de estos procesos en conjunción, puesto que un acto coordinado toma significado si hay una
acción comunicativa mediando el suceso. Por consiguiente, las palabras e ideas que se utilicen para la
coordinación serán la base para la significación de una realidad compartida, por ende no pueden existir
realidades totalmente individuales según mi punto de vista y ya que el contexto donde trabajaré es de
tipo comunitario, estos elementos me servirán para identificar lo que allí se esté gestando.
Adicionalmente y hablando de la tipología propuesta por Gergen acerca de los flujos relacionales, me
gustaría poder contestar a algunas de las preguntas que planteé en el apartado de crítica a esta visión
(página 12 – enunciado 2), esto debido al gran interés que me genera reconocer los factores que causan
esta diferenciación.
Gergen expone que los significados emergentes de las relaciones son construidos y negociados por sus
participantes, y no por la constitución de una idea compartida ésta se mantiene invariable por siempre,
no obstante, sí restringen otros posibles significados a lo que se está haciendo. Esta significación no
sólo se afecta por la relación presente sino por el historial relacional, en palabras de Gergen (2007):
Llegamos a la relación como extensiones de patrones previos de creación de significado, y a
medida que nos movemos fuera de nuestra relación para comunicarnos con otros, ellos
también nos sirven como complementos de nuestro patrón relacional, alterando así los
significados que hemos generado. Y el significado de estos intercambios aún puede verse
complementado y transformado por otros (p. 320).
Para entender un fenómeno que pretenda estudiar debo tener presente el historial de significados
vinculados así como las relaciones que han interferido con este desarrollo. En adición, esta idea me
hace vislumbrar una constante construcción del objeto de estudio que pretendo analizar, tanto en su
interpretación como en los elementos que creo le conforman.
Por último y en contraste específicamente con la visión narrativa, el Construccionismo social en
general y la teoría del Yo relacional particularmente, poseen un corpus más rico y diverso, logrado
gracias a los aportes de otras áreas del saber tales como la Filosofía, la Educación, la Antropología y la
Sociología. Además, han sido acertados muchos de los planteamientos que ha propuesto Gergen
referente las dinámicas psicológicas y sociales de las y los seres humanos y de las sociedades hablando
a gran escala. Y en vista de que mi tema no sólo compete con temas de carácter psicológico sino
también social, encuentro aún más que útil este paradigma y esta teoría.
3. ¿Qué interpreto del Yo?
Resumiendo todo lo planteado en este documento encuentro que el Yo es a mi parecer:
1. Una entidad en constante transformación y adaptación.
2. Una estructura múltiple que debe ser consciente de sus limitaciones y fortalezas para no caer en
una saturación y sobreabundancia.
3. Un compendio de características biológicas, psicológicas y sociales que interactúan y se
influyen dinámicamente entre sí.
4. Un ser con la necesidad de comprenderse por medio de las y los demás.
5. Un fenómeno fluido que encuentra su génesis en las relaciones, desde las primarias con los
padres, madres y cuidadores hasta las más lejanas de su núcleo inicial, como amigas y amigos
extranjeros, o bisnietas y bisnietos.
6. Un punto de encuentro de los deseos más egoístas con los más altruistas y desinteresados.
7. Una zona de lucha entre lo canónico y particular.
8. Una identidad con la constante intención de transgredir su entorno o preservar lo normalizado si
así se requiere.

3.1. ¿Por qué analizar esos Yoes?


Hago la elección de los Yoes juveniles debido al punto medio del desarrollo del ciclo vital en el que se
encuentran, hablando de una transición de la niñez a la edad adulta media. Esta etapa de transformación
trae consigo la necesidad por parte de estas personas de comprender su pasado para atender su presente
sanamente (Oaklander, 2008) y dentro de este proceso deben tener en cuenta las consecuencias de las
relaciones tanto generativas como degenerativas que afectaron la construcción de sus Yoes hasta la
actualidad. En adición, las problemáticas sociales que viven particularmente las y los individuos
miembros de esta población en Colombia amerita que se estudien sus procesos juveniles, en este caso
al interior de grupos de educación popular, donde están en el constante de flujo de trabajar y vivenciar
diferentes roles. Tanto sus Yoes juveniles como los eventos propios de su colectividad están
alterándose mutuamente y de maneras muy diversas.
Por un lado las y los jóvenes están en el deber de constituirse como el futuro del país según las
obligaciones sociales que se les imponen, luchando en contra de las trabas que les presenta su propio
gobierno y Estado. A partir de esto, hago la hipótesis de que la conformación de agrupaciones de este
tipo cumple con múltiples fines, por una parte construir un espacio de descubrimiento, sanación y
aporte a la sociedad, reconociendo sus Yoes juveniles como seres que se pueden relacionar
positivamente con sus entornos. Por otro lado, con la conformación de un ambiente de resistencia que
supla las falencias del sistema educativo colombiano y que les permita encontrar su vocación en la
labor educativa, tanto desde el puesto del docente como desde el estudiante.
A causa de lo amplio que este grupo y el gran número de integrantes juveniles que hacen parte de éste,
he optado por ubicar mi locus en aquellas y aquellos jóvenes que componen al grupo Lazos, ya que
muchas y muchos de estos están en la encrucijada de conseguir una universidad o un trabajo, volviendo
aún más rico el análisis de los factores y situaciones que construyen y transforman sus Yoes a diario y
afectan su labor educativa.

4. Comentarios finales
Estimo valiosa la extensión y amplitud del abordaje teórico que aquí construí, puesto que gracias a la
recapitulación y relectura que hice de muchas fuentes encuentro mayor claridad frente a lo que quiero
tomar y mantener en mi labor investigativa, ya sea del Construccionismo Social, la teoría del Yo
relacional, los fundamentos del Yo narrativo de Bruner y Gergen para la interpretación práctica;
entendiéndose como significaciones convergentes y divergentes a la vez, la consigna de la protección
del mundo interno y fortalecimiento del Yo antes de relacionarse con otras y otros por parte de Violet
Oaklander y el foco diferencial de las relaciones del Psicoanálisis Relacional en conjunción con la
distinción de las etapas del desarrollo de Bruner. Haciendo la analogía de unas gafas, el
Socioconstrucionismo se establecería como los lentes con menos imperfecciones a comparación de las
otras visiones y la teoría del Yo relacional como el aumento que debo tomar, estos elementos pueden
ser complementados por los fundamentos que acabo de mencionar, sus bases o patas serían al menos en
el caso de mi labor práctica e investigativa, el Psicoanálisis Relacional y las diferencias etarias que
podría encontrar en Bruner y Violet.
La siguiente entrega estará enfocada en la explicación teórica de los elementos centrales de la teoría del
Yo relacional de Gergen, estos son las realidades, las relaciones y el lenguaje, valorados como los
pilares de la construcción de los Yoes relacionales juveniles y por ende de los componentes que
pretenderé analizar. Otros aspectos como el cuerpo y la capacidad transaccional o mentalización serán
tratados como complementos en las explicaciones de los pilares que acabo de plantear.
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