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LA REVOLUCIÓN LIBERAL EN ESPAÑA

1. Guerra y revolución (1808-1814)


A. La guerra de la independencia.
Antecedentes:
En 1806 Napoleón decretó un bloqueo naval contra el comercio británico, su principal
enemigo. Sin embargo, Portugal, tradicional aliada de Inglaterra, se negó a cumplirlo.
Napoleón decidió invadir Portugal, y para ello firmó previamente unos tratados con Godoy,
los Tratados de Fontainebleau, en 1807, mediante los que España autorizaba al ejército
francés a atravesar sus territorios en su marcha hacia Portugal. A cambio, Portugal sería
repartido en un futuro entre Francia (norte) y España, y Godoy obtendría un principado propio
(sur). Teóricamente el centro se dejaba en reserva.
Esto permitió a las tropas francesas entrar en España, lo que provocó gran malestar en
la población. Fernando, hijo del rey Carlos IV aprovechó para provocar el Motín de
Aranjuez (marzo de 1808). Una multitud asaltó el palacio real, y a la mañana siguiente
Godoy fue depuesto y Carlos IV se vio obligado a ceder la Corona a su hijo, Fernando VII.
Napoleón aprovechó los problemas de la familia real, a la que secuestró en Bayona.
Allí se produjeron las abdicaciones de Bayona (5-6 de mayo), por las cuales Fernando VII
abdicó de nuevo en su padre, Carlos IV, éste en Napoleón y finalmente éste en su
hermano José (José I Bonaparte).
José I Bonaparte convocó Cortes para aprobar una Constitución, el Estatuto de
Bayona, y puso en marcha un programa reformista para liquidar el Antiguo Régimen de
España. Entre sus medidas destacan la desamortización de tierras de la Iglesia o la
desvinculación de mayorazgos y tierras de manos muertas. Sin embargo, para la población
española, José I era un rey ilegítimo. Además, la violencia de las tropas francesas puso a la
mayoría de la población en su contra.

Estallido y resultado:
El 2 de mayo de 1808, ante la salida de España de la familia real, se produjo en
Madrid un levantamiento popular en contra de la presencia francesa. Las tropas napoleónicas,
al mando del general Murat (cuñado de Napoleón), procedieron con una violenta
represión. Por la madrugada, el 3 de mayo, un centenar de prisioneros fueron fusilados en la
montaña de Príncipe Pío y en el Pardo.
La resistencia de la población española frente a los franceses se extendió rápido por
todo el territorio y, ante la ausencia de Fernando VII, surgieron numerosas Juntas para
organizar la lucha contra Napoleón. Estas juntas buscaron el apoyo de Inglaterra.
La resistencia española consiguió vencer en Bailén (19 de junio de 1808) a las tropas
francesas. Esto provocó la huída momentánea de los franceses de Madrid, donde se creó
una Junta Central Suprema, con el fin de crear un Gobierno único. Esta Junta reconoció a
Fernando VII como legítimo rey de España y asumió su autoridad en Cádiz, la única ciudad
española que logró resistir al asedio francés durante toda la guerra gracias al apoyo de los
ingleses.
La guerra fue larga y dura. Ciudades como Gerona y Zaragoza sufrieron importantes
asedios/sitios. Para resistirse al ejército francés la forma más típica de lucha fue la guerrilla,
en la que pequeñas unidades de lugareños armados se dedicaron a acosar de manera continua
a los franceses. Su técnica de combate básica era la emboscada, el ataque por sorpresa y la
retirada rápida. Destruían instalaciones y asaltaban convoyes de avituallamiento, sometiendo
a los franceses a una presión permanente. La población civil ayudaba a los guerrilleros
ofreciéndoles víveres, información y refugio.
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El ataque de Napoleón a Rusia en 1812, que le obligó a desplazar desde España un
número considerable de tropas, permitió que se pudiera vencer a los franceses. Esto se logró
con la ayuda de los británicos, dirigidos por Wellington, que derrotaron a las tropas
napoleónicas en Arapiles (Salamanca, 22 de julio de 1812). Este triunfo militar marcó el
principio del fin del poderío francés en la Península. A ella se sumaron nuevas derrotas
francesas en Vitoria y San Marcial (1813).
Napoleón se vio obligado firmar el Tratado de Valençay, con el que se puso fin a la
guerra y se devolvía la corona a Fernando VII (conocido como el Deseado durante este
conflicto).

B. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.


La Junta Central Suprema convocó las Cortes, que se reunieron en Cádiz. Estas
elaboraron la Constitución de 1812, la primera constitución de nuestra historia. Tras su
debate se promulgó el 19 de marzo de 1812 (día de San José, de ahí que fuera conocida
popularmente como la Pepa).
Esta constitución reconocía la soberanía nacional, la división de poderes y establecía
una declaración de derechos muy completa.

2. El reinado de Fernando VII (1814-1833).


A. La restauración del absolutismo (1814-1820).
A su vuelta tras ser derrotado Napoleón, Fernando VII en lugar de aceptar la
Constitución de 1812, la derogó y anuló las reformas llevadas a cabo. Esto suponía una vuelta
al Antiguo Régimen.
En estos primeros años, Fernando VII gobernó de forma absolutista y persiguió a los
liberales y afrancesados, muchos de los cuales tuvieron que exiliarse para evitar la cárcel.

B. El Trienio Liberal (1820-1823).


En 1820 triunfó un pronunciamiento militar dirigido por el coronel Riego, que
proclamó la Constitución de 1812 en Cabezas de San Juan (Sevilla). Las tropas estaban allí
reunidas para ser enviadas a América, donde debían ayudar a impedir la independencia de las
colonias. El rey se vio obligado a jurar la constitución (que en ese momento entró en vigor por
primera vez), liberar a los presos políticos y convocar elecciones para reunir las Cortes.
Este gobierno liberal tuvo que enfrentarse a dos graves problemas: la división interna
entre los liberales (doceañistas y veinteañistas), y la actitud conspiratoria del rey (apoyado
por la alta nobleza), que solicitó ayuda a la Santa Alianza. Finalmente, en 1823, ésta envió
tropas a España, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, que restituyeron a Fernando VII
como rey absoluto.

C. La década ominosa (1823-1833).


Esta última etapa fue llamada así por los liberales, muchos de los cuales tuvieron que
huir de España (para evitar la represión contra ellos, que supuso que Riego y cientos de
oficiales fueran ejecutados), ya que ominosa significa abominable, despreciable y digna de ser
olvidada.
La vuelta al poder de Fernando VII coincidió con una grave crisis interna, ya que la
Hacienda estaba sin fondos y la pérdida del imperio americano agravó aún más la situación.
Además, el rey tuvo que enfrentarse a la presión de los liberales y de los absolutistas puros, ya
que ambos querían imponer su forma de pensar.
A esta situación se unió el problema de la cuestión sucesoria, ya que en 1829 falleció
la tercera esposa del rey sin hijos. Se planteó entonces como heredero al hermano del rey,

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Carlos Mª Isidro. Pero el rey se casó por cuarta vez y ante el embarazo de la reina, María
Cristina, y su debilitado estado de salud, decidió anular la Ley Sálica, mediante la
promulgación de la Pragmática Sanción, que impedía gobernar a las mujeres. Esto disgustó
a su hermano y a los defensores del absolutismo, que no querían una mujer como reina.
Finalmente, en 1830 nacía la infanta Isabel. A la muerte del rey en 1833, estalló una guerra
civil entre los partidarios de Isabel (isabelinos o cristinos) y los partidarios de don Carlos, los
carlistas. Fue la primera de las llamadas guerras carlistas.
La guerra no fue sólo un conflicto dinástico, sino también un enfrentamiento
ideológico entre los liberales, que apoyaban a Isabel, y los carlistas, que defendían el
absolutismo. Los carlistas tuvieron fuerza en el País Vasco, Navarra y ciertas zonas de
Aragón, Cataluña y Valencia.
La guerra duró siete años (1833-1840) y terminó con la derrota carlista. El Abrazo
de Vergara puso fin a la guerra, aunque el conflicto se mantuvo durante todo el siglo XIX.

3. La independencia de la América española.


Las causas que llevaron a la independencia son las siguientes:
- La invasión de España por Napoleón, que demostró sus debilidades.
- Imitación de la reciente independencia de EE.UU., que había sido apoyada por el
gobierno español.
- Influencia de la Revolución Francesa.
Fue la burguesía criolla, descendiente de españoles, quien lideró la independencia,
debido a que no podía acceder a los puestos políticos, reservados a funcionarios venidos de
España, y porque consideraba que las leyes españolas entorpecían sus actividades
comerciales.
Entre 1815 y 1824 se produjeron las grandes campañas militares de los líderes de la
independencia como José San Martín y Simón Bolívar. En 1825 toda América era
independiente, excepto Cuba y Puerto Rico. Este triunfo se debió a los claros intereses
económicos de Gran Bretaña en la zona, así como al pronunciamiento de Riego en 1820 (que
llevó al Trienio Liberal), ya que no fueron a América las tropas de refuerzo necesarias.
Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos influyeron cada vez más en los asuntos
políticos y económicos de esta zona, ya que las nuevas naciones presentaban una gran
debilidad.

4. El reinado de Isabel II (1833-1868).


A. Regencias (1833-1843).
a) La primera regente fue María Cristina (1833-1840), madre de Isabel II. Durante
estos primeros años hubo dos gobiernos:
- Gobierno moderado (1833-1836), durante el cual se promulgó el Estatuto Real de
1834.
- Gobierno progresista (1836-1840), tras el motín de La Granja (Segovia), debido al
descontento generado por la guerra carlista y la insatisfacción por las reformas.
Las principales reformas fueron la promulgación de la Constitución progresista de
1837 y el inició de la desamortización de Mendizábal.
Desamortización: nacionalizar las llamadas tierras en manos muertas, propiedad de la
Iglesia, para venderlas en pública subasta y conseguir una mayor rentabilidad. Limitó el poder
del clero y benefició sobre todo a la burguesía.
b) En 1840, tras un movimiento revolucionario, la regencia pasó a manos del general
Espartero, de tendencia progresista. Pero su autoritarismo a la hora de gobernar supuso un

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pronunciamiento tanto de moderados como de progresistas, lo que llevó a la dimisión de
Espartero.

B. Década moderada (1844-1854).


Tras la dimisión de Espartero, se proclamó a Isabel II mayor de edad con 13 años. Un
gobierno moderado, en el que destaca el general Narváez, se hizo con el poder y
promulgaron una nueva Constitución en 1845, de carácter moderado. El Estado se organizó
de forma centralista.
Esta fase concluyó con el pronunciamiento de Vicálvaro (la llamada Vicalvarada),
dirigido por el general O´Donell, con apoyo de algunos moderados y de los progresistas.

C. Bienio progresista (1854-1856).


El gobierno progresista estuvo liderado por Espartero, que volvía al poder. Estuvo
apoyado por un partido de centro, la Unión Liberal de O´Donell. Se elaboró una nueva
Constitución (la de 1856) que, al final, no fue promulgada (non-nata) debido a las largas
discusiones y a los diversos sucesos políticos. En 1855 se produjo una nueva
desamortización, la de Madoz, que afectó a los bienes de los Ayuntamientos, hospitales,
escuelas y otras instituciones.
La crisis económica y las protestas sociales que conllevó, fueron aprovechas por Isabel
II para retirar a los progresistas del poder.

D. Fin del reinado (1856-1868).


Entre 1856 y 1866 se dio una alternancia en el poder entre la Unión Liberal de
O´Donell y los moderados de Narváez, mientras que los progresistas fueron marginados.
En los primeros años se dio un crecimiento económico y el despegue del ferrocarril,
pero en 1866 tuvo lugar una grave crisis debido a los problemas económicos, el autoritarismo
del gobierno y la impopularidad de la reina. Debido a ello en 1866 progresistas, republicanos
y demócratas (y más tarde también la Unión Liberal) firmaron el Pacto de Ostende, en el que
se acordaba la expulsión de los Borbones y la democratización del país. Este pacto preparó el
pronunciamiento militar de 1868 (esta sublevación es conocida como La Gloriosa),
encabezado por los generales Serrano y Prim, y que obligó a Isabel II a abandonar España.

4. El sexenio democrático (1868-1874).


A. La revolución democrática y la monarquía de Amadeo de Saboya.
Tras la marcha de Isabel II, se estableció un gobierno provisional encabezado por los
generales Serrano y Prim. El problema pendiente era la forma de gobierno: monarquía o
república. Tras las primeras elecciones democráticas se convocaron Cortes, que elaboraron la
Constitución de 1869, en la que se mantenía la monarquía. El general Prim se encargó de
buscar un nuevo rey para España (como vimos esto se vincula con la unificación alemana),
siendo elegido el príncipe italiano Amadeo de Saboya.
Amadeo I (1871-1873) se encontró con múltiples problemas a su llegada a España:
el general Prim, su principal apoyo, fue asesinado justo antes de su llegada; su carácter
democrático y moderado hizo que la Iglesia y la nobleza no fuesen favorables a él; tampoco le
apoyaban los republicanos ni la mayor parte del pueblo por ser extranjero. A esto se unió una
insurrección en Cuba y una nueva guerra carlista, ya que los carlistas pensaron que podían
llegar al poder tras el destronamiento de Isabel II. Todos estos problemas llevaron a Amadeo I
a abdicar.

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B. La primera República (1873-1874).
Fue proclamada al día siguiente de la abdicación de Amadeo I. La república nació con
graves problemas, ya que la mayoría de los grupos políticos eran monárquicos y los propios
republicanos se hallaban divididos entre los que querían una república federal (éstos
prepararon una Constitución que no llegó a ser aprobada) y los que la preferían unitaria.
Reflejo de esta división fue el movimiento cantonalista, que llevó a la creación de repúblicas
independientes en Cataluña, Málaga y Cartagena. Este movimiento fue reprimido duramente.
Esta división también fue patente en la existencia de cuatro presidentes de la república en sólo
once meses de duración: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. Unido a ello, la
república tuvo que enfrentarse a la tercera guerra carlista y a la guerra de Cuba.
Esta situación de caos generalizado llevó al general Pavía a dar un golpe de Estado
(asaltó el Congreso de los Diputados). Tras el golpe de estado, el general Serrano presidió un
nuevo gobierno que preparó la Restauración de los Borbones. Esta vuelta se aceleró con un
nuevo pronunciamiento militar, del general Martínez Campos, que dio el poder a Alfonso
XII.

5. La economía.
Las transformaciones económicas fueron lentas, debido a diversos factores: el ritmo
más lento de crecimiento de la población española en comparación con los países más
avanzados, la escasez de materias primas, las malas comunicaciones, la falta de un mercado
para los productos, tanto por la pobreza de la mayoría de la población como por la pérdida de
las colonias, y la falta de capital. Por eso, muchas veces fueron empresas extranjeras las que
invirtieron en la creación de fábricas, bancos e infraestructuras.
Una de las grandes innovaciones fue la introducción del ferrocarril (sobre todo desde
la Ley General del Ferrocarril de 1855, que supuso que entre 1856 y 1866 se construyeron
más de mil kilómetros de vías al año), pero se cometieron dos graves errores: la estructura
era radial, con centro en Madrid, y el ancho entre carriles era mayor que el del resto de
Europa.
A nivel industrial España tuvo dos graves problemas: era poco competitiva (lo que
llevó al proteccionismo, que suponía elevar los impuestos aduaneros de los productos
extranjeros para proteger nuestros productos) y los sectores modernos se concentraban en
muy pocas zonas (Cataluña, País Vasco y Madrid).
La agricultura siguió siendo la actividad económica fundamental a lo largo del
siglo XIX. La realización de las desamortizaciones supuso que muchas tierras se concentrasen
en manos de la burguesía, que modernizó los métodos de cultivo; pero también que muchos
campesinos se empobreciesen, ya que las tierras que antes eran de los Ayuntamientos
formaban parte de su sustento. No obstante, muchas tierras siguieron perteneciendo a grandes
propietarios, que seguían usando métodos antiguos.

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