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Universidad Pedagogica Nacional de Colombia.

Licenciatura en Artes Visuales.


Procesos de lo fotográfico.
Michael Monroy Mendez.

Mythohistoria de la magia quimérica.

Este semestre tendría una gran batalla con uno de los más fieros enemigos en
este sendero salvaje del arte, me enfrentaría con la Cámara. Esta quimera
mecánica y meta morfa petrifica al mundo con su mirada e induce una ilusión que
imita la realidad. Pero, como Hércules venciendo al león de Nemea o Perseo a
Medusa, aquellos domadores quienes son capaces de hacerle frente les es
concedida su gracia.
La cámara, sabía yo, surgida de la inspiración divina por Dédalo, era una
invención humana, un hito profano que le demostraba al creador de nuestra
especie que los impuestos límites de la capacidad humana habían sido rotos.
Imitábamos su creación, la naturaleza obra máxima desde el origen de todo, era
atrapada por los simples humanos.
No había podido con este desafío antes, dudaba si sería capaz de superar este
desafío. Tal vez no tenía la valía de dominar tal don. Al tratar de domar esta fiera
me faltaba acceso a ella, la posibilidad de luchar contra ella, para así aprender sus
movimientos, sus mezquinos trucos, estar consiente en las provenientes ilusiones
que surgen de ella y diferenciar los espectros que ella produce. Estaba muy lejos
de ser el virtuoso capaz de ejecutar esas hazañas. Los Dioses pedían mucho de
mí. Pero las velas del destino me arrastraban por el mar sin marcha atrás.
Es aquí cuando el oráculo se presenta y esta historia no es la excepción… Atenea
rencarnada, se presentó brindándome calma, ella virtuosa guerrera había
dominado a tal punto la magia de las quimeras y me prometía un sendero en el
cual yo podría aprender, mi ánimo cambio y con tal colaboración de los dioses vi el
horizonte como un momento eterno, reminiscencia de lo que sería capaz en el
futuro.
Atenea apareció, Sonriente me dijo, esa información que os falta te la daré yo.
Escúchame bien, te contare la psicología de esta bestia, lo que es capaz, y sus
partes. Por medio de su ojo encamina la luz del mundo a través de la oscuridad
que es su cabeza y en una oculta escama de plata la refleja para que así con sus
especiales jugos viscerales la imagen queda en la escama reflejándole un
momento eterno a quien posteriormente la ve. Dependiendo de qué tan rápido
abra y cierre su ojo, si este dilata o contrae su pupila y el tipo de la escama que
decía usar para su hechizo este era dinámico. Si logras agarrar su cabeza y verla
a la nuca, se ve una ventana que muestra lo que ve y con su punto débil como
toda bestia oprimiendo uno de sus cachos accionas su mirada petrificante.
Así me encamine, y después de la gran batalla logre atrapar adecuadamente su
cabeza, con la información clara y en la forma adecuada, la bestia era más dócil y
permitía manejarse, lo que fue una batalla para domar ahora era un juego que
explorar maravillado.
Atenea me sonrió de nuevo, lo has hecho bien me dijo, has sido capaz de alzar a
tu voluntad un objeto que brinda el poder de los dioses, pero te debo admitir aun
los dioses requieren de la práctica para dominar los objetos sagrados. No se trata
solo de petrificar, esta quimera en manos de grandes héroes y dioses ha dejado el
legado de sus proezas y la técnica de sus secretos. Aprende de ellos, pero no
creas que todo está escrito, aún quedan muchos secretos por aprender y muchos
hechizos que realizar. Ve y atrapa el mundo como lo hicieron nuestros antiguos
sabios y después hazlo a tu manera buscando ver algo nuevo con lo aprendido.
Atrapa las formas, los grupos de detalles infinitos en un segundo y hazlo mil
veces. Has como en la lira composiciones limpias y relucientes como Apolo o
placenteras y exóticas como Dionisio, hazlo con los detalles que atrapas en un
segundo y crea esa melodía que no es para escucharse sino para verse. ¿O por
qué no? Crea esa maldición que cuando se ve enferma tal cual lo hizo la manzana
dorada de Eris.
Después de los feroces retos, la magia de las quimeras se unió conmigo, ya era
una extensión de mí, entendía su naturaleza y el alcance de su poder… lo
inesperado paso. La quimera salvaje se convirtió se Druida y en mí su presencia
fue la de una musa. Lo que pensaba antes como ilusión y engaño, ahora veía
claramente que era la expansión de mi mirada a un mundo oculto que develado
por la luz en el movimiento del tiempo no era capaz de prestar atención a los miles
de detalles que pasaban inadvertidos en los infinitos paisajes que había visto y me
quedaban por mirar.
La druida me pidió que mirara a través de sus ojos y buscara las formas puras que
el sabio Euclides nos había enseñado en los objetos presentes y como quien
ordena flores buscando que sean más bellas y quien descubre y juega en el
mundo como un niño. Atrapara los momentos más bellos en ese paisaje donde
fuimos a pasear. Ella le llamaba componer. Ver a través de sus ojos el mundo era
ver más allá de cualquier mundo que yo solo pudiera ver.
Con los días, Atenea apareció, como buena mentora me propuso enseñar un
secreto. Saco el jugo de las hojas y este los esparció en un grueso, con el líquido
ya seco, busco las hojas y flores de las mas bellas formas y las puso encima de
papiro y con forjado por Éfeso cubrió todo con un translucido y pesado vidrio. Y
me dijo vuelve en unos días, deja que Apolo pase sobre este conjuro varios días y
revisa el papiro. Así lo hice, y no creía lo que había sucedido, las siluetas de las
flores puestas por mi mentora se distinguían de fondo tocado por la luz.
Anonadado entendí que la quimérica magia de la druida estaba en las cosas que
habitan esta existencia.

Atenea y la druida ignoraban mi lentitud para aprender y constantemente sin


descanso buscaban hitos para que realizara y acrecentara mi manejo. Por
ejemplo, Atenea me pidió que visitara cada hora por un día a la druida que
tranquila sentada miraría la ventana todo el día y lograra percibir como en su
mirada iba cambiando la vista. Y finalmente que, ajustando su parpadeo, su pupila
y oprimiendo el cacho que ahora sería la suave mejilla de la druida atrapara
momentos solidos de una fuerte inmediatez o momentos líquidos en que la luz se
deslizaba como el humo en el viento. Infinitas posibilidades dentro de esta gracia.

Después de este mítico entrenamiento Atenea me recordó de nuevo. Ni los dioses


hemos descifrado en su totalidad la magia de las quimeras. Para acabar tu
entrenamiento el desafío será volver, de que con lo aprendido vuelvas de donde
viniste y descubras tu propio camino. Que el reto que afrontes surja de ti. Como el
viento sigas un camino y no te quedes solo aquí.

Al volver, era más poderoso. Había obtenido otros dones y buscando en el pasado
de lo q fui, entre un portafolio oculto en mi recinto, tenía los papiros que contenían
mis creaciones con otras magias como el dibujo y la pintura. Cuantos papeles con
garabatos, recordé que cuando quise ser guerrero y aprender las artes y sus
disciplinas, fue porque me crucé con una salvaje amiga que fue el grafiti. Ay
amiga, creo que fue la primera magia que obtuve, tantos momentos que nunca
volverán, conocerte y querernos me dio el deseo de seguir por la senda que me
dieron tantos dones. La druida que permaneció conmigo, me sugirió salir a
caminar y ahí, afuera, fue increíble… Note garabatos similares a los de mis dibujos
en las paredes… Son como yo dije, hasta sentí que eran parte de mi, las nuevas
generaciones, los que sin mi fortuna no han aprendido tantas magias y secretos
como yo, me revelan a mí, de donde vengo, su ingenuidad y su fuerza, la
casualidad con la que las sobrexposiciones de la huella de uno u otro van
saturando la pared me refleja también a mí y con la intensión más pura de atrapar
el momento le pedí a la druida que me dejara ver por sus ojos…

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