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Michael Monroy Méndez

Problemáticas del arte moderno


Universidad Pedagógica Nacional

La inesperada y solaz función social del objeto artístico en la época del triunfo
de la contrarrevolución.

El siguiente ensayo concluye mis intereses y reflexiones principales después de


analizar el libro la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de Walter
Benjamín y el falso documental un tigre de papel de Luis Ospina. Después del
detenido análisis de ellos, descifrando su símil, El más relevante e intrigante para mi
fueron las distintas pretensiones individuales de cada uno en cuanto a la función del
arte en la época de la revolución comunista y su efecto en las masas. Walter Benjamín
prevé un triunfo de la revolución que a su vez dará paso a una nueva concepción del
arte y sus dinámicas. Y Pedro Manrique Figueroa, personaje ficcional de Ospina,
utiliza y considera vital el arte en su militancia comunista. Pero, sin embargo, el triunfo
de la revolución fue detenido por la contrarrevolución y la evolución artística
postguerra queda en un mundo dominado por un capitalismo aún más poderoso que
el previo. Esto hace que la obra de arte en cuanto a su función social sea trastornada
o alterada a las pretensiones ideales de estos dos personajes.
Walter Benjamín se preocupa por la naturaleza de la obra de arte cuando es
reproducible técnicamente, consecuencia de la revolución industrial y la invención de
la fotografía. Entre su multitud de aportes destaca el valor de culto y el valor de
exhibición.
El valor de culto se identifica en la obra de arte por el aura un término que Benjamín
acuña a una estética de una lejanía por parte del objeto por más cercana que este
pueda estar. Esta sensación de las obras de arte auráticas Benjamín la determina
proveniente en su autenticidad. Pues la considera transcendental en la naturaleza de
la obra de arte al develarle unas cualidades en experiencia estética y apreciable al
espectador provenientes de la autenticidad irreproducible en el objeto.
El aura, dice Benjamín, como percepción sensorial no está condicionada solamente
por su carácter natural, sino también por su carácter histórico. Pues esta necesita una
tradición proveniente de su permanecía material y testimonio histórico. Esta tradición,
que puede entenderse como memoria del objeto e ideología de su creación, es un
elemento que el espectador reconoce o lee a menudo por el conocimiento previo
inculcado por la tradición soportada en la función social de culto en las sociedades
previas a la revolución industrial.
Las obras de arte reproducidas técnicamente, según Benjamín, tienen una pérdida
del aura, pues la autenticidad es una cualidad la cual depende de un aquí y un ahora
que al objeto artístico le dota de una unicidad no reproducible y recibida solamente
en el momento de su creación primera.
Dado que las obras de arte reproducidas no son auráticas, su valor de culto o tradición
es sustituido a un valor de exhibición. Este último consagrado por la masificación, se
caracteriza por un interés estético de la obra despreciando su tradición. Lo cual la
hace más accesible a las masas menos preparadas. Lo cual transforma
irremediablemente la función social de la obra de arte.
Benjamín determina que la función de la obra de arte es cambiante. Identifica la
procedencia del valor de culto a motivos mágicos y después religiosos. Hasta que la
reproductibilidad técnica libera al arte de su estado ritual. Mientras que la obra de arte
estaba oculta y su función hacia una tradición y fortalecerla; al volverse accesible a
las masas en un valor de exhibición creciente, presenta primero un circunstancial uso
político y útil. Por ejemplo, la propaganda de pensamiento político por ejemplo el
comunista, como lo hacía supuestamente Pedro Manrique Figueroa con sus
diferentes propuestas artísticas, en las cuales pretende una concientización de las
masas para su liberación, esto por medio de la metáfora visual critica realizada en sus
collages. O aplicando recursos de reproducción técnica para distribuir sus
producciones a la masa el nazismo también por su parte hizo propaganda artística o
material en pro de sus ideales.
Pese a que su uso útil de propaganda o educación política a las masas,
aparentemente positiva, esta implica aun una tradición la cual es la tradición política.
El valor de exhibición para Benjamín implicaba un peligro que identifico contrastando
la mala recepción de la pintura para el público, con lo afable que era con respecto al
cine. La pintura moderna no política que estaba emancipada prácticamente de
tradiciones religiosas también. Tenía una fuerte tradición ahora estética (arte por el
arte) un moderno valor de culto que la hacía pesada de entender para las masas las
cuales normalmente no estaban capacitadas para su comprensión. Haciendo de la
pintura un objeto inentendible y aburrido. Sin embargo; el cine que tenía una
explotación capitalista en ese entonces, que para Benjamín en la mayoría de los
casos le impedía un uso político en su máxima en su capacidad, era un objeto con
una tradición mínima que para las masas era mucho más digerible y encantador. Así
en un intento de las masas de ocupar el tiempo y de los productores de conseguir
grandes dividendos económicos, el valor de exhibición culmino en la creación de un
objeto artístico para el trivial entretenimiento.
Finalmente, la revolución comunista fracaso, o más bien la contrarrevolución venció.
Y el capitalismo triunfante y dueño de los medios de producción e ideológicos instituyo
la función de la obra de arte a un valor de exhibición total como objeto mercantil
destinado al entretenimiento para de una masa ignorante y atediada por la rutina e
impaciente por entretenimiento.
Pedro Manrique Figueroa, como personaje ficcional, ósea un elemento artístico del
falso documental de Luis Ospina; en el desenlace del film tiene una auténtica tragedia.
Víctima del triunfo de la contrarrevolución, sus años negros termina en la desilusión
que lo lleva en sus últimos años al pequeño y desesperado consuelo del hippismo y
misticismo, en el cual no cabe. Y terminar entregandose al museo nacional de
Colombia como reliquia de una tradición y un sueño olvidado. Es la metáfora del arte
de potencial útil, político y trasformador convertido en un artista enfocado en el empleo
del arte en una labor social de liberación; la cual ni logro, se tachó de mamerta o
estúpida, y finalmente fue olvidada como actividad inútil, tediosa y anticuada por una
masa despreocupada o de la vista gorda del mundo que tenemos. Masa que sin
importar la mierda que le toque comer y la ignorancia en la que se hunda se conforma
con divertirse.

Lista de referencias.
Walter.B.(Ed.).(2003) La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.
Mexico D.F.Mexico.Editorial Itaca.
Ospina.L.(Productor)Ospina.L.(Director).(2008).Un tigre de papel.[Cinta
cinematografica].Colombia.Congo films.
Vargas.M.(2012) La civilización del espectáculo.Bogota.Colombia.Editorial Alfaguara
Cruz.I. Un tigre de papel ESPECIALMENTE VERDADERO, NECESARIAMENTE
FALSO. Luisospina.com Disponible en: https://www.luisospina.com/sobre-su-
obra/reseñas/un-tigre-de-papel-especialmente-verdadero-necesariamente-falso-por-
isleni-cruz-carvajal/
Tovar.J.(Realizador)Tobon.A.(2014, 16 de septiembre).WALTER BENJAMIN-la obra
de arte en la época de su reproductibilidad técnica.[Archivo de video] Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=kHkaylqWRhM
Cervantes.L.(29 de octubre de 2013) EL CONCEPTO DEL AURA EN WALTER
BENJAMIN [Ensayo en blog] Disponible en :https://cincocentros.com/2013/10/29/el-
concepto-del-aura-en-w-benjamin/

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