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Educación Médica y Poesía
Educación Médica y Poesía
Antonio G. García
Educación Médica
Profesor Emérito Universi-
dad Autónoma de Madrid y Poesía
En sus clases, don Juan Estremera, mi profesor opción, sino que cada día despertamos invi-
de lengua y literatura españolas en el murcia- tados a vivir como queremos y a entregarnos
no Instituto de Bachillerato Alfonso X el Sabio, en cada detalle o actividad, por rutinaria que
tenía por costumbre pedir a los alumnos que sea. Echar fuera lo que sobra, poner a exa-
leyeran un fragmento en prosa o una poesía men lo que nos preocupa y dejar únicamente
de algún escritor. Un día que explicaba el arte lo esencial: aquello que nos hace sentir vivos.
poético del soneto, sus orígenes, su métrica, Parar un momento, coger aire, buscar aquello
ritmo, cadencia y rima de sus catorce versos, que nos falta y rechazar todo lo demás. Vivir
me pidió que subiera a la tarima, cerca de sin pasar de largo.>>
la mesa del profesor, para leer un delicioso
soneto del Renacimiento Español. Dominan- Lo que sí recuerdo es que mi idea de la vida,
do el manojo de nervios que me invadía, yo, la belleza, la inquietud por la palabra castella-
quinceañero por entonces, di lectura a un so- na bien dicha y mi voracidad lectora, tuvieron
neto de Garcilaso de la Vega: un antes y un después de aquella experiencia
literaria. El profesor Juan Estremera despertó
En tanto que de rosa y de azucena se mues- en mi el gusanillo de la escritura y ya, desde
tra la color en vuestro gesto, y que vuestro los 15 años, no paré de rellenar cuadernos de
mirar ardiente, honesto, con clara luz la notas, mezclando datos de mis experimentos
tempestad serena; con comentarios “literarios” de todo lo que se
ponía al alcance de mi cabeza.
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto por el Tras mi bachillerato murciano, comencé mis
hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento estudios de medicina en el entonces espléndi-
mueve, esparce y desordena: do Campus de la madrileña Universidad Com-
coged de vuestra alegre primavera el dulce plutense. Mis paseos por los boscosos jardi-
fruto antes que el tiempo airado cubra de nes de la Ciudad Universitaria despertaron en
nieve la hermosa cumbre. mí todo tipo de sentimientos y emociones.
Marchitará la rosa el viento helado, todo lo Con mis amigos de Molina de Segura, que vi-
mudará la edad ligera por no hacer mudanza víamos en pensiones y pisos compartidos por
en su costumbre. la zona de Argüelles y Moncloa, celebrába-
mos recitales poéticos a los que invitábamos
Don Juan me rogó que dijera a la clase el sig- a algunas estudiantes, particularmente de la
nificado del poema. Creo recordar que di una Facultad de Filosofía y Letras. En los años se-
vaga explicación, que no debió parecerse a la senta del siglo XX, en Medicina escaseaban
sucinta y clara lectura que, 50 años después, las féminas.
hiciera mi alumna de tercer curso de medi-
cina de la Universidad Autónoma de Madrid Durante los veranos de quinto y sexto curso
(UAM), Ángela Gutiérrez Rojas, en el volumen me enrolé en la Milicia Universitaria; por en-
I del “Recetario Poético de los Estudiantes de tonces, los estudiantes universitarios podía-
Medicina de la UAM, de este estupendo so- mos hacer el obligatorio servicio militar en
neto: dos periodos veraniegos de vacaciones, para
así no perder un curso. Pasé dos duros pero
<<Quizás en el S. XVI ya había quien pensaba inolvidables veranos en el Campamento El
que pasar por la vida como zombies no es una Robledo, cerca de La Granja de San Ildefonso.
Por la noche, tras la cena, algunos compañeros Vallespín, alumna de sexto curso de medicina
de distintas facultades nos reuníamos al aire de la Universidad Autónoma de Madrid
libre a la puerta de las circulares tiendas de (UAM), comentaría esta canción poética en
campaña en las que dormíamos, en jergones, los siguientes términos:
doce “caballeros militares universitarios”. Re-
cuerdo una canción, acompañada de guitarra, <<En este tema del grupo cantautor chileno
que cantaba un compañero de derecho creo Los Charchaleros, siempre he visto una clara
recordar que de apellido Salcedo, que actual- alegoría de lo que es el amor platónico. Ese
mente la escucho con frecuencia, interpreta- amor desencontrado, que nos avergüenza, in-
da por el grupo chileno Los Charchaleros: alcanzable, del que nos sentimos indignos, el
propio de los poetas, de los artistas, de los que
Sapo de la noche en parte se gozan en la propia desgracia, pues
sapo cancionero es irremediable inspiración para sus creacio-
que vives soñando junto a tu laguna nes. Cada elemento de la canción-poema
tenor de los charcos representa un elemento de esta relación de
grotesco trovero amor platónico.
que estás embrujado de amor
por la luna. Aquí la luna representa el objeto del amor, la
persona o ideal inalcanzable. Por ser tan bella
Yo se de tu vida y tan lejana. Por no poder amarla, porque “es
sin gloria ninguna fría /porque dio su sangre para las estrellas”,
se de la tragedia es decir, porque no le corresponde a uno.
de tu alma inquieta Amarla es un embrujo, una locura. El sapo
y esa tu locura es el amante, el que se siente indigno “feo y
de adorar la luna contrahecho”, el que ama lo inalcanzable, el
que es locura eterna “poeta”. Y es que siempre, a lo largo de toda
de todo poeta. la historia, los poetas se han caracterizado
Sapo cancionero por este amor desgarrado, desesperado, irra-
canta tu canción cional, improductivo.
que la vida es triste
si no la vivimos La laguna, aquel lugar en el que se haya el
con una ilusión. sapo, podría representar la poesía del poeta
sobre la que se vuelca, al no poder volcarse
Tu te sabes feo feo sobre el objeto del amor, siempre aferrado
y contra hecho por a ella. O, si lo ampliamos a cualquier tipo de
eso de día artista su creación artística la que sea. Vemos
tu fealdad ocultas que el sapo se siente feo, vemos la locura de
y de noche cantas ese amor sin sentido, lo bellas que son sus
tu melancolía coplas, la belleza que surge de este inservible
y suena tu canto amor, no tan inservible después de todo.>>
como letanía.
El oriolano poeta-pastor Miguel Hernández
Repican tus voces me había llegado hondo cuanto conocí su poe-
en franca porfía sía en los años sesenta, en plena efervescencia
las coplas son vanas universitaria, con la policía (en las canciones-
como son tan bellas protesta les llamábamos “los grises”, por el
no sabes acaso color de su uniforme), a caballo o entrando en
que la luna es fría las Facultades de la Complutense para disol-
porque dio su sangre ver las asambleas estudiantiles que clamaban
para las estrellas. por la democracia al final de la dictadura fran-
quista. En el Campamento Militar el Robledo,
aquella noche del verano de 1968, yo podría
Medio siglo después de aquella aventura haber recitado alguna de las maravillosas poe-
militar, en el Recetario II, Almudena sías líricas de Miguel Hernández que sabía de
¿Quién habló de echar un yugo El teniente, tras sus amenazas, debió sentir
sobre el cuello de esta raza? en el fondo cierta simpatía por la poesía de
¿Quién ha puesto al huracán Miguel Hernández y me dejó marchar con la
jamás ni yugos no trabas, advertencia de que eligiera poetas del Siglo
ni quién al rayo detuvo de Oro, u otros más recientes cuyo mensaje
prisionero en una jaula? fuera amoroso, para las veladas de noches
sucesivas.
Por entonces, Miguel Hernández estaba pro-
hibido; durante la fatídica Guerra Civil Espa- Tras hacer mi doctorado en la Complutense
ñola había luchado en el bando republicano y mi posdoctorado en la Universidad de Nue-
y simpatizaba con el comunismo. No es ex- va York, trabajé como profesor e investigador
traño, pues, que, a la mañana siguiente el en las universidades de Valladolid y Alicante
teniente de mi compañía-42 me llamara a su y recalé, finalmente, en la UAM, en donde he
tienda, pues ya sabía que había recitado los ejercido la mayor parte de mi vida profesio-
“Vientos del Pueblo” la noche anterior. Allí se nal. Un día de no sé qué año, cinco minutos
sabía todo pronto; los “vigilantes chivatos” antes de finalizar mi clase sobre la farmacolo-
estaban a la orden del día. Me dijo que me gía de la digital, pedí a un alumno que leyera
iba a abrir un expediente para expulsarme de una poesía de Antonio Machado al resto de
la milicia e hiciera la mili normal en un centro sus 200 compañeros de clase:
de instrucción de reclutas. Le comenté que
mi intención al recitar la poesía no era políti- Caminante, son tus huellas
ca y que esa poesía de Miguel Hernández re- el camino, y nada más;
trataba, como ninguna, las virtudes de los es- caminante, no hay camino:
pañoles de las distintas regiones de España: se hace camino al andar.
de Santander, lejos del bullicio del sobrecar- Mi alma no se contenta con haberla perdido.
gado Campus de La Magdalena. Fue todo un Como para acercarla mi mirada la busca.
acierto ya que estábamos solos, rodeados
de peces; así, alumnos y profesores pudimos
aprender y enseñar en un ambiente informal Mi corazón la busca,
y con una extensa comunicación. A lo largo y ella no está conmigo.
de la semana, como ya era habitual en edicio- La misma noche que hace blanquear
nes anteriores de la Escuela, invité a algunos los mismos árboles.
estudiantes para que, al final de las clases,
recitaran alguna poesía. En el acto de clau- Nosotros, los de entonces,
sura de la Escuela, la vicerrectora profesora ya no somos los mismos.
Virginia Maqueira que lo presidío, quedó vi- Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la
vamente sorprendida por el hecho de que in- quise.
cluyéramos en una Escuela de ciencia la poe- Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
sía. En dicho acto, la entonces estudiante de De otro. Será de otro.
medicina de la UAM Elena Planas Berilo, que Como antes de mis besos.
pertenecía al Grupo de Teatro de la Facultad
de Medicina, recitó el Poema número XX del Su voz, su cuerpo claro.
libro “Veinte Poemas de Amor” de Pablo Ne- Sus ojos infinitos.
ruda: Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la
quiero.
“PUEDO escribir los versos más tristes Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
esta noche. Porque en noches como ésta
Escribir, por ejemplo: la tuve entre mis brazos,
“La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”. mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor
El viento de la noche gira en el cielo y canta. que ella me causa,
Puedo escribir los versos más tristes y éstos sean los últimos versos
esta noche. que yo le escribo”
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. Elena recitó el poema con tanta ternura
En las noches como ésta la tuve y sensibilidad que nos emocionó pro-
entre mis brazos. fundamente. De hecho, el profesor Patrick du
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Souich de la canadiense Universidad McGill,
Ella me quiso, a veces yo también la quería. y su esposa, me comentaron que se les sal-
Cómo no haber amado sus grandes ojos taron las lágrimas escuchando a Elena. A mi
fijos. también.
Puedo escribir los versos más tristes
esta noche. Poco a poco fui percatándome de que los
Pensar que no la tengo. estudiantes acogían con naturalidad esta in-
Sentir que la he perdido. usual herramienta pedagógica. Por ello, un
día se me ocurrió invitar a una veintena de
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. estudiantes de mi grupo de seminarios a ver
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. “La Vida es Sueño” de Pedro Calderón de la
Qué importa que mi amor Barca, interpretada por la Compañía Nacional
no pudiera guardarla. de Teatro Clásico. La gran actriz Blanca Por-
tillo bordó el personaje de Segismundo, de-
La noche está estrellada clamando los afamados versos de una de las
y ella no está conmigo. obras más universales del teatro del Siglo de
Oro español. Cuando Blanca Portillo, saliendo
Eso es todo. A lo lejos. alguien canta. lentamente de su prisión, por una trampilla
A lo lejos. del suelo del escenario, con la luz iluminan-
do su rostro dolorido, recitó el afamado frag-
mento quejumbroso del desheredado Prín- caba al ciento por cien una vez que aparecía
cipe de Polonia, Segismundo, no se oía ni la en el escenario, emergiendo de su “cueva”
respiración del público que abarrotábamos el por una trampilla. Fue una experiencia inol-
teatro: vidable para los alumnos, para el profesor
Es verdad, pues: Fernando Padín que colaboró conmigo unos
reprimamos esta fiera condición, años en los seminarios, y para mi.
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos. Tras esta maravillosa experiencia teatral, que
Y sí haremos, luego repetiría con otras promociones de es-
pues estamos en mundo tan singular, tudiantes, se me ocurrió reclutar a un puña-
que el vivir sólo es soñar; do de estudiantes para formar el Grupo de
y la experiencia me enseña, que el hombre Poesía de la Facultad de Medicina de la UAM.
que vive, sueña lo que es, Con unas pastas y galletas en mi despacho de
hasta despertar. la Facultad o, esporádicamente, en cafeterías
de Madrid (Café Gijón, Café Colón, Café Co-
Sueña el rey que es rey, y vive mercial, Café de Oriente, Mallorca…) fuimos
con este engaño mandando, seleccionando poesías que comentaba cada
disponiendo y gobernando; alumno. Al grupo se incorporó pronto el doc-
y este aplauso, tor José Luis Aranda Arcas, compañero de
que recibe prestado, en el viento escribe promoción en Medicina de la Complutense,
y en cenizas le convierte internista y poeta. Hacía tiempo que José Luis
la muerte (¡desdicha fuerte!): me enviaba los preciosos sonetos que com-
¡que hay quien intente reinar ponía y por ello le invité a formar parte del
viendo que ha de despertar Grupo. Los estudiantes le acogieron con ca-
en el sueño de la muerte! lor, ya que fue un estímulo para los críticos y
animados debates. Así, al cabo de dos años,
Sueña el rico en su riqueza, disponíamos de un largo centenar de poesías
que más cuidados le ofrece; comentadas por alumnos, que recogimos en
sueña el pobre que padece un libro, el “Recetario Poético de los Estu-
su miseria y su pobreza; diantes de Medicina de la UAM”.
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende, Aunque la mayoría de las poesías habían sido
sueña el que agravia y ofende, seleccionadas por estudiantes, y alguno de
y en el mundo, en conclusión, los poemas fue compuesto por ellos,
todos sueñan lo que son, incluimos también algunas poesías se-
aunque ninguno lo entiende. leccionadas y comentadas por profesores y
personal de administración y servicios. La co-
Yo sueño que estoy aquí, laboración en labores de coordinación, meca-
destas prisiones cargado; nografiado y maquetación de María Fagoaga
y soñé que en otro estado Torija, secretaria del Instituto Fundación Teó-
más lisonjero me vi. filo Hernando, fue fundamental para la edi-
¿Qué es la vida? Un frenesí. ción del Recetario. Además, Maria incluyó
¿Qué es la vida? Una ilusión, alguna poesía comentada por ella fue posible
una sombra, una ficción, gracias al apoyo del decano, profesor Juan
y el mayor bien es pequeño; Antonio Vargas y del director de la Fundación
que toda la vida es sueño, Teófilo Hernando, don Arturo García de Die-
y los sueños, sueños son. go, que financiaron a partes iguales la edición
del Recetario. Como puerta de entrada al Re-
Cuando finalizó la obra, fuimos a tomar un cetario, y para incitar a su lectura, incluimos
café en una cafetería junto al teatro y casual- un sugerente soneto de José Luis Aranda:
mente coincidimos con Blanca Portillo, con la
que hablamos sobre su papel de Segismundo, “Quien supiera escribir en poesía,
interpretado por una mujer. Nos contó su vi- me pregunto mil veces a la espera
vencia del personaje, con el que se identifi- de encontrar aquel verso que le diera,
de la que hice el siguiente comentario en el Al salir del teatro pregunté a los alumnos si la
Recetario I: palabra honor estaba en el vocabulario y en
las relaciones sociales de las gentes de hoy,
“Paseando por las estrechas calles de un ba- cuatro siglos después de que Lope escribiera
rrio poco visitado de Toledo, me detuve en su inmortal obra. Concluimos que el teatro
una placita en la que había una placa clásico de nuestro Siglo de Oro reflejaba las
grande en una pared. Recordaba la estancia pasiones, virtudes y defectos del ser humano
en Toledo del poeta romántico sevillano Gus- de aquella época, que son las mismas de hoy.
tavo Adolfo Bécquer. En esa placa se leía esta
breve rima de Bécquer. En el marco de uno La experiencia teatral de mis alumnos de-
de los Minicongresos de Farmacología, los es- bió calar en sus corazones pues al finalizar
tudiantes y algunos profesores celebrábamos el curso encontré sobre la mesa un pequeño
una comida de clausura en un Restaurante cuaderno de notas y una fotografía que nos
cercano a la Facultad. En los postres, algunos habíamos hecho con ellos el doctor Fernando
estudiantes se subieron a una mesa y comen- Padín y yo, en nuestra excursión teatral. En
zaron a sesión poética, pues cada vez que lo la primera página del cuaderno los alumnos
intentaba volvían a gritar “García poesía”. Les recogían la famosa frase del doctor Letamen-
conté la historia de Bécquer y sus paseos por di: <<Gracias por enseñarnos que quien solo
la plaza toledana en donde una bella joven, sabe medicina ni de medicina sabe>>. En las
semiescondida tras una celosía, le veía pasar hojas de ese cuaderno cada alumno había es-
cada tarde sin prestarle atención. Un día, la crito de puño y letra una poesía de su gusto
joven le miró y Bécquer, preso de una felici- y la acompañaba de un comentario personal.
dad inenarrable, la eternizó con una breve Acomodado en el vetusto sillón de mi des-
rima: <<Hoy la he visto; / la he visto y me ha pacho, fui leyendo con creciente emoción
mirado. / ¡Hoy creo en Dios>>. No existe las poesías y comentarios de mis alumnos.
emoción más intensa y universal que la del Cuando llegué a la poesía de Gabriel Celaya
sentimiento del amor. Pocas palabras basta- “Educar”, seleccionada por el alumno Jaime
ron a Bécquer para definirlo: << Hoy la tierra Garnica, la leí despacio y con atención, pues
la he utilizado como herramienta pedagógica Al volver la página leí el breve comentario del
con los alumnos de varias promociones: alumno: