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1° Maratón de Lectura

Bajo el lema:

Lectores que buscan lectores.


Queremos que esta Maratón sea una oportunidad para que
quienes aman la lectura inviten, convoquen y despierten el
amor por los libros y las buenas historias a aquellos que no lo
han descubierto aún.

Deberán elaborar una historia corta, en no más de DIEZ


renglones. Para ello a continuación encontrarán una serie de
imágenes para que se orienten y escriban en relación a la/s que
selecciones.
La idea es fomentar la lectura y creatividad en cada uno de los
alumnos.
Fecha de entrega: 22-09
Horario de 8 a 13.30 hs
Entregar a: Antonella Fernández. Tel: 2262-614729
Natalia Mariucci. Tel: 249-4003430

¡ESPERAMOS SU PARTICIPACIÓN!
1° Maratón de Lectura
Bajo el lema:

Lectores que buscan lectores.


Queremos que esta Maratón sea una oportunidad para que
quienes aman la lectura inviten, convoquen y despierten el
amor por los libros y las buenas historias a aquellos que no lo
han descubierto aún.

Hoy los invito a que Lean el cuento “Almohadón de Plumas” de


Horacio Quiroga y luego cambiar el final.
A continuación lo encontrarán para leerlo.
Fecha de entrega: 23-09
Horario de 8 a 13.30 hs
Entregar a: Antonella Fernández. Tel: 2262-614729
Natalia Mariucci. Tel: 249-4003430

¡Esperamos su participación!

ALMOHADON DE PLUMAS
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido
heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero
estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la
alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba
profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda
hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta
ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso
—frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio
encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes,
afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos
hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por
echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer
pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente
días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo
de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la
mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello.
Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia.
Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin
moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El
médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.

—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran
debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme
enseguida.

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima,
completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la
muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse
horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la
luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La
alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo
largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que


descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no
hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de
repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron
de sudor.

— ¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

— ¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de
estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido,
acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los
dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa,
desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta
Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte.
La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.

—Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que
hacer...

— ¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre
en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana
amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en
nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama
con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más.
Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el
almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban
hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces
continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la
casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los
eternos pasos de Jordán.

Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato
extrañada el almohadón.

— ¡Señor! —Llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de
sangre.

Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos


lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y
temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

— ¿Qué hay?—murmuró con la voz ronca.

—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor
Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un
grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandos: — sobre
el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal
monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la
boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —
su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi
imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero
desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches,
había vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas
condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente
favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

1° Maratón de Lectura
Bajo el lema:

Lectores que buscan lectores.


Queremos que esta Maratón sea una oportunidad para que
quienes aman la lectura inviten, convoquen y despierten el
amor por los libros y las buenas historias a aquellos que no lo
han descubierto aún.

¡Vamos a ver cuán creativos son!


Es por eso que esta vez queremos que elaboren sus propias
rimas y/o adivinanzas. Para ello, deben enviar 3 o más.
La idea es que sean ustedes quienes la inventen y que pongan a
prueba su creatividad.
Fecha de entrega: 24-09
Horario de 8 a 13.30 hs
Entregar a: Antonella Fernández. Tel: 2262-614729
Natalia Mariucci. Tel: 249-4003430

¡ESPERAMOS SU PARTICIPACIÓN!
1° Maratón de Lectura
Bajo el lema:

Lectores que buscan lectores.


Queremos que esta Maratón sea una oportunidad para que
quienes aman la lectura inviten, convoquen y despierten el
amor por los libros y las buenas historias a aquellos que no lo
han descubierto aún.
Hoy es el día de la Maratón de Lectura, y como bien lo dice el
lema queremos que nazcan nuevos lectores.
Es por eso que invitamos a que lean alguna obra, chistes,
adivinanzas, etc. Y leérselos a algún integrante de la familia,
vecinos, amigos. Para ello les pido que se graben, saquen foto o
realicen algún comentario que plasme la escena de lectura.
Deberán tomar registro de aquello que leyeron y enviarlo.

Fecha de entrega: 25-09


Horario de 8 a 13.30 hs
Entregar a: Antonella Fernández. Tel: 2262-614729
Natalia Mariucci. Tel: 249-4003430

¡ESPERAMOS SU PARTICIPACIÓN!
PRIMERA ETAPA
Una semana previa a la 1° Maratón de Lectura que se llevará a cabo desde
los hogares de toda la comunidad educativa, se enviará un video
comentando en qué consiste la Maratón y como se trabajará.
SEGUNDA ETAPA
Durante los 3 días previos a la Maratón, cada día se enviara un cuento,
imágenes y adivinanzas a todos los alumnos a las 8 hs.
El primer día leerán el cuento “…..” Luego tendrán que realizar una breve
síntesis del mismo.
El segundo día se compartirá una serie de imágenes y deberán elaborar
una historia corta en no más de DIEZ renglones.
El tercer día: -leerán el cuento “……..” y deberán cambiar el final
- Deberán crear adivinanzas y/o rimas

En el transcurso de la mañana, cada día y hasta las 13.30 hs se


recepcionará la elaboración de cada uno de los alumnos.

TERCER ETAPA
Llegado el día de la maratón y bajo el lema “LECTORES QUE BUSCAN
LECTORES” se enviará a cada familia una serie de cuentos cortos, poemas,
chistes, adivinanzas, rimas.
Los invitamos a los alumnos y sus familias a que les lean a otra persona si
desean (hermanos, papás, abuelos, etc) y que envíen un video, foto o
comentario que plasme la escena de la lectura
Le pediremos a cada uno que tomen registro de aquello que leyeron y lo
envíen el día asignado. Pueden hacer lectura de alguno de su preferencia
Durante las 8 hs y las 13.30 hs. Quien desee puede solicitar algún libro en
particular y se le enviará en formato PDF.

CIERRE
Se elaborará un video con todo aquello que envíen los alumnos durante
los 4 días y será subido a la red social del colegio (Facebook).
La bibliotecaria tomará registro de todo material que fue leído y/o
enviado a cada familia.

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