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PARIS: Ella no hace más que llorar por Teobaldo y no tiene tiempo para pensar
en amores, porque el amor huye de los duelos.
Fray Lorenzo: Pobre niña, dispuesto estoy a oírte ahora. Dejadnos solos, Conde.
Fray Lorenzo: Hija mía detente, pasarás por algo que se parezca a la muerte, si
te atreves yo te daré el remedio.
Julieta: Todo lo haré por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que
le hice a Romeo.
Fray Lorenzo: Bien, vete a tu casa, comunica que te casarás con Paris, mañana
en la noche bebe el licor que te doy en este frasco, no darás señal de alguna
vida, a la mañana siguiente el novio te creerá muerta y te llevaran en ataúd
abierto al sepulcro de los Capuletos, yo avisaré a Romeo que venga y
velaremos juntos hasta que despiertes.
Escena II
CUARTO DE JULIETA
Julieta: Si ama, este traje esta mejor pero quisiera quedarme sola esta noche,
para pedir a Dios me ilumine.
Romeo: ¡hola!
Romeo: 40 ducados te daré por una dosis de veneno, que apenas circule por las
venas.
Boticario: Tengo esos venenos, pero las leyes condenan a muerte al que los
venda.
Romeo: Recibe la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el
último beso de mis labios, puertas de la vida, que sellan mi contrato con la
muerte.
Baltasar: Dormido al pie de aquel arbusto, soñé que mi señor mataba a otro en
desafío.
Fray Lorenzo: Romeo pero que sangre es esta en las gradas del monumento?
(Despierta Julieta)
JULIETA
Yo aquí me quedaré. ¿qué veo? Una copa tiene en las manos. Con veneno ha
apresurado su muerte. ¡Cruel! no me dejó ni una gota que beber. Siento pasos.
Necesario es abreviar. (Coge el puñal de Romeo). ¡Dulce hierro, descansa en mi
corazón, mientras yo muero!
Mujer de Montesco: ¿Hay reservada alguna pena más para mi triste vejez? Esta
carta confirma las palabras de este bendito fraile. En ella habla Romeo de su
amor y de su muerte: dice que compró veneno a un boticario de Mantua, y que
quiso morir, y descansar con su Julieta. ¡Capuletos, Montescos, esta es la
maldición divina que cae sobre vuestros rencores!
Mujer de MONTESCO: Y aún te daré más. Prometo hacer una estatua de oro de
la hermosa Julieta, y tal que asombre a la ciudad.