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Biodisponibilidad del sodio y del potasio.

Los minerales, no suministran energía al organismo pero tienen importantes funciones

reguladoras además de su función plástica al formar parte de la estructura de muchos

tejidos. Son constituyentes de huesos y dientes, controlan la composición de los

líquidos extracelulares (sodio, cloro) e intracelulares (potasio, magnesio y fósforo) y

forman parte de enzimas y otras proteínas que intervienen en el metabolismo, como las

necesarias para la producción y utilización de la energía.

Algunos minerales como el potasio pasan fácilmente a la sangre en la que circulan

libremente y se eliminan por los riñones. Otros, como el calcio, necesitan

transportadores para ser absorbidos y circular por la sangre. (Carbajal Azcana, 2013,

págs. 76-77).

Sodio.

El sodio es el principal catión del líquido extracelular y sus funciones más importantes

se relacionan con el mantenimiento del volumen sanguíneo, el equilibrio hídrico y el

potencial de membrana de las células.

La necesidad fisiológica es aproximadamente de 8-10 mmol (184-230 mg) de sodio al

día, y los riñones excretan la mayor parte del sodio (MSPS, 2015);se encuentra en

diferentes cantidades en todos los alimentos y la principal fuente de sodio en la dieta es

la sal de mesa, constituida por un 40% de sodio (MINSALUD, 2015) Las fuentes

principales de sal en muchos países son los alimentos elaborados y las comidas

precocinadas, mientras que en otros es importante la sal añadida durante la preparación

de los alimentos en el hogar y en la mesa.


La mayoría del sodio dietético (más del 70%) proviene del consumo de alimentos

envasados y preparados, y no de la sal que añadimos a la comida mientras cocinamos

o comemos. Por ello al aumentar la disponibilidad de estos alimentos en países de

ingresos medios y bajos, pasan a ser las principales fuentes de sodio. (Organización

Mundial de la Salud, 2014), (FDA, 2018).

Es un componente habitual de la dieta, cuyo consumo en exceso está relacionado con

la hipertensión arterial, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Las

necesidades en un adulto se estiman entre 500-1500 mg/día de Na. Las estimaciones

actuales indican que la ingesta media mundial de sal es del orden de 10 g diarios (3,95

g/ día de sodio). La OMS recomienda una reducción de la ingesta de sal a menos de 5

g/día, equivalentes a 2 g/día de sodio (o 2000 mg) con el fin de reducir la presión arterial

y el riesgo de enfermedad cardiovascular, cerebrovascular e infarto de miocardio.

(Organización Mundial de la Salud, 2016).

Fuentes dietéticas de sodio.

Como se mencionó anteriormente, la principal fuente de sodio en la dieta es el cloruro

de sodio, bien sea como constituyente natural de los alimentos y del agua o adicionado

como ingrediente durante su preparación o directamente en el momento de su

consumo.

En los alimentos manufacturados se encuentran, además de la sal común, otros

compuestos que contienen sodio, y que son utilizados como aditivos (glutamato mono

sódico, pirofosfato de sodio), que cumplen diferentes funciones dentro del alimento,

especialmente resaltando su sabor y aumentado su período de vida útil. (CDC, 2014)

(FDA, 2018) El sodio también se encuentra en estado natural en diversos alimentos

como la leche, la carne y los crustáceos. Suele estar presente en grandes cantidades
en los alimentos elaborados como el pan, los productos cárnicos elaborados, así como

en algunas salsas como la de soja. También está contenido en el glutamato de sodio,

un aditivo alimentario utilizado en muchos alimentos y en muchas partes del mundo

(Organización Mundial de la Salud, 2016).

Hay algunos alimentos que pueden tener un alto contenido de sodio aún sin tener sabor

salado; por eso, no se debe usar únicamente el sentido del gusto para juzgar con

exactitud el contenido de sodio en un alimento. Además, algunos alimentos que

frecuentemente se consumen varias veces al día, como el pan, pueden incrementar de

manera importante la cantidad total de sodio que consume a lo largo del día, aunque

una ración individual no sea alta en sodio. Por lo anterior, es recomendable que siempre

se utilice la etiqueta de Información Nutricional como herramienta para tomar decisiones

informadas (FDA, 2018).

A partir del consumo de todas las comidas y refrigerios, los niños consumen cerca de un

15 % de sodio al desayuno, un 30 % al almuerzo, un 39 % en la cena y un 16 % en los

refrigerios.

Cerca del 43 % del sodio que consumen los niños proviene de solo 10 tipos de

alimentos de alto consumo entre los cuales están comidas rápidas, alimentos

procesados y ultra procesados: pizza; pan y panecillos

La mayor parte del sodio ya se encuentra en los alimentos antes de que se compren o

pidan, es decir en los alimentos procesados y en los consumidos en restaurantes. Cerca

del 65 % del sodio proviene de los alimentos adquiridos en las tiendas, el 13 % de los

restaurantes de comida rápida y pizzerías, y el 9 % de los alimentos de los comedores

escolares. (CDC, 2014).


Este aumento de la prevalencia del consumo de alimentos industrializados es

preocupante porque según los estudios basados en la población, revelan que la

alimentación tradicional tiene menos sodio, grasas poco saludables y azúcares libres, y

más fibra, vitaminas y minerales que los productos procesados y ultra procesados

corrientes. (OPS/OMS, 2016). Esto debido a que por los diferentes procesos a los que

son sometidos los alimentos generan que haya una pérdida del sabor de los mismos y

se adiciona sal para acentuar el sabor, además, adicionan conservantes - que son a

base de sodio - para prolongar la vida útil; es por esto que a mayor procesamiento al

que sea sometido el alimento, tendrá un mayor contenido de sodio (Ministerio de salud,

2019)

Absorción y metabolismo

El sodio se ingiere primordialmente como cloruro de sodio y se absorbe en un 98% en

el intestino delgado por difusión pasiva y varios mecanismos de trasporte activo: un

mecanismo electroneutro por medio del cual se acoplan dos intercambiadores, uno que

hace entrar un sodio y sale un hidrógeno y otro que intercambia un cloro por un

bicarbonato (Na+/H+ y Cl- /HCO3 ) resultando en la absorción neta de cloruro de sodio;

en otro mecanismo, denominado cotransporte electrogénico, el sodio se acopla con una

sustancia orgánica, por ejemplo glucosa, galactosa, aminoácido, para su absorción.

En el colon el sodio se absorbe por el mecanismo de canales de sodio (Gotteland,

2003). El sodio absorbido permanece principalmente en el compartimiento extracelular,

en una concentración de 135-140 mEq/L en el plasma y de 145 mEq/L en el líquido

intersticial; una proporción menor de 3 mEq/L se localiza en las células musculares. El

sodio (Na+) representa el principal catión extracelular y es el principal determinante de

su volumen. La mayor parte del cloruro de sodio que se ingiere, 98-99%, se excreta en
la orina y cerca del 2% se reabsorbe en las nefronas, principal regulador del equilibrio

de sodio.

El organismo tiene mecanismos de regulación eficientes que le permiten adaptarse a un

rango amplio de ingesta de sodio, mientras mantiene la concentración sérica

relativamente estable y el balance de sodio en equilibrio.

En general el riñón tiene mecanismos importantes para la homeostasis del sodio, como

la liberación de prostaglandinas, quininas, angiotensina y otros factores. Participa en la

regulación de la presión arterial mediante el mantenimiento del equilibrio del sodio,

actuando como glándulas endocrinas en el sistema renina-angiotensina-aldosterona y

secretando o retirando de la sangre diversas sustancias

El balance de sodio

En condiciones de vida que no implican sudoración y en clima templado, se caracteriza

por la excreción urinaria de una cantidad de sodio similar a la que se ingiere en la dieta

(90-95%). La excreción fecal es proporcional a la ingesta y por lo general es inferior al

5%. Las pérdidas de sodio por sudor son variables, 10-70 mmol/L, dependiendo de la

ingesta y la aclimatación. Con mínima sudoración, las pérdidas obligatorias pueden ser

tan pequeñas como 180 mg/día (8 mmol/día), lo cual explica por qué una persona

puede sobrevivir con ingestas muy bajas de sodio.

Potasio (K)

El potasio es el catión más abundante del líquido intracelular y desempeña un papel

muy importante en un gran número de funciones celulares. En contraste con el sodio,

aproximadamente 95 a 98% del potasio corporal se encuentra dentro de las células y

constituye alrededor del 0,35% del peso corporal total. El potasio plasmático, a pesar de
su pequeña concentración, es de gran importancia fisiológica, contribuye a la

transmisión de los impulsos nerviosos, al control de la contractilidad del músculo

esquelético y al mantenimiento de la presión arterial normal. El potasio se encuentra en

los alimentos principalmente en forma de iones orgánicos como el citrato que en el

organismo se transforma en bicarbonato y contribuye a neutralizar los ácidos carbónicos

provenientes de los alimentos fuentes de proteína. También se consume como cloruro

de potasio, forma en la que se adiciona a los alimentos procesados y que no tiene el

mismo efecto neutralizador.

El potasio es el principal catión del líquido intracelular, la concentración es cercana a

145 mmol/L, mientras que en el plasma y líquido intersticial es alrededor de 30 veces

menor (3,5-5 mmol/L). El potasio, junto con el sodio, está implicado en mantener el

balance normal de agua, el equilibrio osmótico y ácido-básico. Cambios relativamente

pequeños en la concentración del potasio extracelular afectan en gran proporción la

relación entre el potasio extracelular e intracelular. Esto a su vez afecta la transmisión

neural y la contracción muscular

Absorción y metabolismo

El potasio que se ingiere proviene de los alimentos que lo contienen en forma natural

asociado principalmente con el citrato y en menor proporción con el fosfato, y en los

alimentos procesados a los cuales se adiciona en forma de cloruro de potasio, al igual

que en los suplementos. Las personas saludables absorben cerca del 85% del potasio

que ingieren, principalmente por difusión en el intestino delgado a través de las uniones

intercelulares y en el colon por un proceso activo. La alta concentración intracelular de

potasio se logra manteniendo la actividad de la bomba Na+/ K+-ATPasa. Dado que la


insulina estimula a esta enzima, la alteración en la concentración plasmática de la

hormona afecta el flujo celular del potasio y, por ende, la concentración plasmática del

mismo

La mayor parte del potasio de la dieta se excreta por la orina, cerca del 77% al 90%.

Esto se debe a que en estado estable es alta la correlación entre la ingesta de potasio

dietético y el contendido de potasio en orina. El resto se excreta por heces y, en

cantidad mucho menor, en el sudor.

Los riñones mantienen los niveles séricos de potasio normales mediante su capacidad

de filtrar, reabsorber y excretar el potasio bajo la influencia de la aldosterona. El potasio

ionizado se excreta en lugar del sodio ionizado a través de un mecanismo de

intercambio en el túbulo renal.

Balance de potasio

El potasio se elimina principalmente por el riñón, dependiendo de la cantidad que se

ingiera; el resto se excreta en la materia fecal y en el sudor. Los estudios revisados

mostraron que, al aumentar la ingesta de potasio, se elevó proporcionalmente su

excreción renal; consumos muy altos de fibra dietética ocasionaron mayores pérdidas

fecales, mientras que ingestas crecientes de sodio, sin exceder 6,9 g/día, evitaron un

incremento en la excreción de potasio. Aunque el balance de potasio se ha mantenido

en individuos adultos no hipertensos con ingestas de al menos 1,6 g/día (40 mmol/día),

se encontraron niveles séricos en el límite inferior de la normalidad; este nivel de

ingesta a largo plazo puede ser nocivo para el organismo, según Morris y colaboradores

(2001).
Presión arterial sensible a la sal

Existe una relación directa entre ingesta de sal y variación en la presión arterial, que se

ha denominado “sensibilidad a la sal”, definida en el estudio de Morris y col. (1999)

como el aumento en la presión arterial por lo menos en 3 mm de Hg inducido por el

cloruro de sodio. Varios estudios muestran que la sensibilidad a la sal está fuertemente

modulada por la ingesta de potasio (Morris y col., 1999; Schmidlin y col., 1999; Luft y

col., 1979).

. La suplementación con potasio con ingesta dietética de 4,7 g/día, según un estudio,

redujo la sensibilidad a la sal en un 20% en este grupo, mientras que los hombres

blancos que participaron en el estudio solo necesitaron un incremento del potasio a 2,7

g/día para lograrlo. Por lo tanto se considera que la suplementación de potasio es

benéfica para disminuir el efecto presor del cloruro de sodio; “este efecto antipresor del

potasio es el resultado de su acción directa sobre el túbulo renal para incrementar la

excreción del cloruro de sodio, una acción que aparentemente no es afectada por el

anión acompañante del K ingerido” (FNB:IOM, 2004).

Presión arterial

Se han realizado estudios epidemiológicos observacionales, algunos de los cuales han

documentado una asociación inversa entre presión arterial e ingesta de potasio, así

como una asociación directa con la razón sodio:potasio; los resultados de estudios de

intervención demostraron que el potasio puede reducir la presión sanguínea en no

hipertensos y en hipertensos, pero hay pocos estudios como los de Appel y col. (1997) y

Sacks y col. (2001) que han evaluado los efectos de la dieta rica en potasio en la

reducción de la presión arterial; sin embargo estos estudios presentan potenciales


factores de confusión, debido a la presencia de otros nutrientes como la fibra y el

magnesio que pueden influir en los cambios observados. Los metaanálisis revisados

mostraron alguna relación dosis-dependiente (no hay suficientes estudios al respecto)

entre la dosis de potasio y la presión sanguínea; la reducción es mayor en

afroamericanos comparados con los participantes blancos. Todos los estudios

permitieron documentar que la ingesta alta de potasio disminuye la presión arterial.

Prevención de la formación de cálculos renales

Se encontró en varios estudios que la ingesta de potasio se asocia a disminución en el

riesgo de formación de cálculos renales; la incidencia de estos se relaciona con el

incremento en la razón sodio:potasio en la dieta y se considera que la hipercalciuria es

el principal factor de riesgo para la formación de cálculos renales (Coe y col., 1992). Por

otra parte, el alto consumo de carne incrementa la carga ácida que tiene un impacto, ya

mencionado, en la mayor excreción de calcio urinario (Curhan y col., 1993). De los

estudios realizados se asume que una ingesta entre 3,6 y 4,7 g (90-120 mmol/día) de

potasio aportado con alimentos (2,4 g/día), más citrato de potasio como suplemento,

redujo el riesgo de formación de cálculos en adultos. La evidencia obtenida en conjunto

(estudios observacionales prospectivos y un ensayo clínico) permite sustentar el uso de

este indicador (prevención de la formación de cálculos renales) para establecer la

ingesta adecuada de potasio.


Fuentes dietéticas

La AI de potasio se puede cubrir mediante una dieta adecuada con suficiente aporte de

frutas y verduras. Las frutas, verduras y otros vegetales son buenas fuentes tanto de

potasio como de precursores de bicarbonato; por ejemplo, contienen alta concentración

los siguientes alimentos (ICBF): melón (1 tajada, 100 g: 309 mg K), guayaba rosada (2

pequeñas, 100 g: 1.031 mg K), banano pacífico (1 pequeño, 100 g: 479 mg K),

aguacate (1 tajada, 50 g: 300 mg K), plátano hartón maduro (698 mg%), almendras (210

mg/onza) y papa pastusa (1 mediana, 100 g: 1.960 mg K). Las carnes, la leche y los

cereales contienen potasio, pero el contenido de precursores de bicarbonato de estos

alimentos no es suficiente para balancear adecuadamente la cantidad de precursores

formadores de ácidos, como los aminoácidos azufrados. (RIEN, 2009)


Referencias

Carbajal, A (2013) Manual de nutrición y dietética. Departamento de nutrición

Minsalud (2019). Módulo de sodio. Consultado el 10 de febrero de 2022.

https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/ENT/

modulo-sodio.pdf

RIEN (2009). Recomendaciones de ingesta de macro minerales. Editorial universidad

Nacional de Colombia

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