psicológicos de defensa y la relación médico paciente DEFINICIÓN Y CARACTERISTICAS Definimos Relación Médico-Paciente (RPM) como la interacción que se produce entre un agente de salud [médico, equipo de médicos, auxiliares de atención, diagnóstico y tratamiento] y una o varias personas [pacientes] con una necesidad de asistencia [enfermedad o situación que requiere orientación] con el objetivo de diagnosticar, curar, o mejorar sus condiciones de salud o prevenir una enfermedad. Originalmente esta relación se establecía entre un médico y un paciente y su familia. Lo que el médico necesitaba para diagnosticar a su paciente cabía en un maletín de unos 30 centímetros que se transportaba fácilmente a la cabecera del enfermo, pero desde hace unos sesenta años los avances tecnológicos han sido tan exuberantes que en la actualidad se necesitan inmensos edificios para contener todo lo que se requiere para diagnosticar y tratar a los pacientes. Además, los abundantes conocimientos que se van generando aceleradamente y las necesidades de técnicos y auxiliares se han incrementado de manera tal que es casi imposible que un médico solo pueda atender a los usuarios, cada vez más numerosos. Por otra parte, las necesidades de atención ahora no se limitan a las enfermedades solamente, sino que las personas acuden a los centros de salud a mejorar ciertas condiciones que no son necesariamente patológicas, verbigracia a cambiar un aspecto estético, a controlar la natalidad o a mejorar la función sexual con su pareja, entre otras. De tal manera que la relación entre el médico y el paciente encuentra en su camino una serie de intermediarios entre estructuras, personas y máquinas que desdibuja la prístina ecuación de otrora; es por ello que el concepto, las características, la definición de esta relación haya variado en las últimas décadas. No obstante, la relación médico paciente (RMP) sigue siendo el eje del acto clínico, solo que ahora tienen que considerarse las variables señaladas. A partir de la relación médico paciente, se arma, se elabora todo el entramado de la atención médica, por lo que es imprescindible que el profesional aprenda a manejarla con suficiente destreza. El éxito de un acto clínico depende de esta destreza, del conocimiento y de la habilidad que tenga el médico para relacionarse de forma empática y convincente con su paciente. La relación profesional entre un médico (o personal de salud como una enfermera, un psicólogo, etc.) y su paciente tiene características muy especiales, que la diferencian de la relación de otros profesionales. Según Pedro Laín Entralgo, estas características especiales, o mejor dicho únicas, derivan de que lo que requiere la atención es un ser humano que solicita ayuda para que “lo repararen” a él mismo. En otras profesiones un ser humano busca ayuda para resolver el problema de un objeto. Otra característica es que el reparador va a utilizar como medio de reparación su propia personalidad. Es decir, la interacción entre dos personas va a obrar como instrumento del acto profesional. Pero la característica de mayor impacto psicológico y social de la RMP es que el profesional de salud es el único que está “autorizado” a ver, tocar, manipular hasta en los más íntimos rincones del cuerpo (y del alma) de su cliente; y aún más, ¡tomar decisiones sobre la vida y la muerte de personas! (Zabarenko, 1968). De estas características específicas de la RMP se generan sentimientos y creencias, fantasías y mitos, que a veces tocan lo mágico, muy profundos en el inconsciente psicosocial. ASPECTOS PSICOLÓGICOS La RMP se puede analizar desde diversos puntos de vista. Podemos estudiarla en sus aspectos éticos, legales, medico-administrativos, históricos y psicológicos. Es a este último aspecto, el psicológico, al que vamos a dedicarnos en este trabajo. La importancia de las implicaciones psicológicas de la RMP es reconocida desde la antigüedad, sin embargo, no es hasta la creación del psicoanálisis por Freud que se le estudia, describe y aplica de una forma sistemática. Freud llamó transferencia a la reacción sentimental que desarrolla el paciente hacia su médico y que se produce por el desplazamiento de afectos de una persona a otras (en este caso del paciente al médico), se trata de contenido inconsciente producto de vivencias infantiles que una persona evoca cuando está en condiciones de tensión emocional, como es el caso de una enfermedad. Se pueden transferir actitudes y sentimientos positivos como el amor, gratitud, admiración, confianza, etc. O sentimientos negativos como el odio, resentimiento, celos, desconfianza, etc. Llamó contratransferencia a los sentimientos que el médico siente hacia su paciente, que también pueden ser positivos y negativos. Ambos procesos son inconscientes y automáticos. Es obvio que el médico debe procurar que la actitud de su paciente ante la consulta sea de aceptación, simpatía y confianza, al igual que la actitud del médico, con el fin de lograr una alianza terapéutica idónea. La alianza terapéutica es el proceso interpersonal entre médico y paciente que asegura un fiel cumplimiento de las indicaciones, prescripciones o recomendaciones por parte del paciente y un trato honesto por parte del médico. La calidad de la alianza terapéutica es la más segura forma de predecir del éxito del tratamiento: • Los casos con resultados terapéuticos pobres muestran una mayor evidencia de procesos interpersonales negativos: interacciones hostiles y complejas; desconfianzas mutuas, etc. • Los éxitos terapéuticos están precedidos siempre de una relación empática, franca, sintónica y honesta; con una adecuada comunicación, donde el diálogo enriquecedor preside el encuentro. • La mayoría de las demandas por mala praxis médica han sido consecuencia de un fracaso en la calidad de la alianza terapéutica y no por fallas en las habilidades técnicas de aspectos anatomoclínicos del galeno. EL DIÁLOGO EN LA RMP El diálogo fue introducido en la Grecia clásica por Platón, como instrumento intelectual para develar la verdad. Aplicado a la RMP lo usamos como una técnica de comunicación humana en el cual surgen emociones, pensamientos y razonamientos que generan cambios positivos en las actitudes negativas de las personas (pacientes en este caso), ya que permite tener diferentes perspectivas de un problema. A través del diálogo podemos tener diversos puntos de vista que nos permite evaluar un mismo problema de distintas maneras y buscar varias soluciones para escoger la más prometedora e influir en el estado de salud. Es por ello que al dialogo, se le atribuye un rol curativo, educativo y preventivo, pero además sirve para que el propio profesional mejore el conocimiento sobre sí mismo y por ende fortalezca su personalidad. El profesional de la salud que utiliza regularmente un diálogo adecuado y constructivo enriquece el capital de sus ideas, madura emocionalmente y profundiza su sabiduría. Desde esta perspectiva, el diálogo es una comunicación interactiva, que se desarrolla en un clima armónico entre el médico y el paciente, permitiendo generar nuevos conceptos a partir de las ideas de ambos y llegar a consensos sin despotismo, que mejoren la salud de todos los implicados. No se trata de imponer el propio criterio, sino de convencer con argumentos lógicos, evitando los sofismas. O de entender al otro, para lo cual tenemos que estar dispuestos a conceder la razón a quien quiera que la tenga, con lo que todos salimos ganando. En nuestro diálogo con el paciente es más importante saber preguntar que saber afirmar. La pregunta se debe hacer con intención de que el paciente se dé cuenta de lo que desconoce que debería conocer, por lo que es necesario intuir que es lo que no sabe nuestro paciente. Al preguntar se evoca un caudal de consecuentes interrogantes que estimularan reflexiones reveladoras. “El diálogo busca que el otro encuentre sus propias respuestas, se trata no de responder al otro sino de iluminar el camino hacia las propias verdades, ayudar a dar a luz, (Bohórquez, 2009) A este método socrático (defendido por Sócrates) con el que, mediante preguntas, el discípulo (o paciente) descubre nociones que posee ocultas se le llama Mayéutica, que es voz griega que significa partera. La madre de Sócrates era partera, de donde le vino a este filósofo griego la idea de dar ese nombre a la mencionada técnica. La mayéutica es usada, hoy día, como técnica importante en la Terapia Cognitiva, la cual es una de las prácticas de psicoterapia más usada y con gran reconocimiento científico. “Varios médicos se han preocupado por el papel del diálogo en la relación entre médico y paciente. Además de permitir el abordaje y búsqueda de soluciones al problema de salud consultado, el diálogo contribuye a que el paciente analice aspectos de su vida que influyen en su salud y a que el médico aprenda de las diversas facetas de la condición humana, a ser más tolerante, comprensivo y asertivo. El médico es la primera medicina, decía el psiquiatra húngaro Michel Balínt ya que a través de su entrega en el diálogo éste fomenta la respuesta” (Bohórquez, 2009) terapéutica. Es necesario advertir que no toda comunicación entre médico y paciente es diálogo constructivo. Una conversación intrascendente, sobre temas banales que no aporta nada al crecimiento personal o a la salud no es un diálogo constructivo. Por ejemplo, hablar con el paciente sobre el clima, las características del paisaje o cosas banales, puede servir para entrar en confianza, pero no servirá para aportar algo saludable al mismo. Enredarse en una discusión con el paciente tampoco es un diálogo edificante, y si no se maneja bien la discusión, puede ser perjudicial para ambos y romper con la relación. Para entender mejor estas ideas, vamos a ilustrarlas con un diálogo imaginario entre un médico y un paciente en una consulta externa, cualquier día. Imaginemos un paciente a quien se le ha diagnosticado recientemente hipertensión arterial moderada. Nuestro paciente es un hombre de 40 años de edad, llanero, casado, con hijos, activo y emprendedor, al que durante un operativo de salud se le detectaron cifras de T A elevadas y fue referido al ambulatorio, donde se le indicó dieta hiposódica y medicación. En sucesivas visitas el paciente continúa con cifras de tensión elevadas y reconoce que no está tomando el tratamiento correcta y disciplinadamente. En estas circunstancias el médico tendrá varias alternativas: una de ellas sería explicar vehementemente las características de la enfermedad y los riesgos para la salud de su conducta desaprensiva, lo cual es absolutamente necesario que haga el médico y el resto del personal. Otra alternativa puede ser utilizar técnicas de condicionamiento operante como un regaño muy fuerte (castigo) y felicitación afectuosa cuando cumpla con el tratamiento (premio), pero estos regaños pueden ser vividos como un rechazo (transferencia negativa) y el paciente deserte, se pierda y abandone el control, lo cual es un fracaso para el médico. Otra opción, más profunda, inteligente y efectiva, sería que el médico se plantee que el paciente está haciendo una negación (mecanismo de defensa inconsciente) y resistencia a su enfermedad, porque cada pastilla que toma es un recordatorio de que es un enfermo, que ha perdido vitalidad, que ya no es el mismo hombre fuerte y sano que era, etc. Son fantasías inconscientes que repercuten en el estado de ánimo, en la conducta y en el rendimiento de la persona, y que un médico preparado en aspectos psicológicos de la medicina debe plantearse. Mas, no debe decirle al paciente directamente: ¡usted está haciendo una negación! porque no lo entendería o quizá piense el paciente: “¿este médico como que se volvió loco? Utilizando el Diálogo propuesto en la RMP, la comunicación se daría, palabras más palabras menos, de la siguiente forma: Médico: veo, Juan, que te sobran muchas pastillas de las que te mandamos Paciente: Sí doctor (o doctora) es que se me olvida tomarlas, usted sabe las ocupaciones Médico: Ah ¿y se te olvidan mucho las cosas? ¿se te olvida cobrar el queso que vendes? Paciente: ja, ja, ja… doctor, usted y sus vainas… eso no se me olvida Médico: que interesante, eso no se te olvida y tomar las pastillas si ¿por qué será? Paciente: Bueno, es que, si no cobro no como, ni mantengo los chamos… ¡ni le doy plata a la mujer! Ja, ja” Médico: ja, ja ¿y si no tomas las pastillas que te puede pasar? Paciente: la enfermera me dijo que me podía dar un trombo en el cerebro Médico: la enfermera te dijo ¿y tú qué crees? Paciente: es que me aburro, me Médico: ¿te pone triste o te angustia o te preocupa? Paciente: Sí doctor, algo así Médico: ¿es que sientes que ya no eres el mismo Juan, fuerte y emprendedor o piensas que no vas a tener la misma potencia y el tratamiento te recuerda la enfermedad? Paciente: se queda pensativo El médico permite un momento de reflexión, entiende que está removiendo sentimientos intensos en su paciente. Si tiene suficiente confianza puede tocar el hombro del paciente para que sienta que hay solidaridad, empatía y comprensión (el contacto humano es muy alentador, pero debe hacerse en el momento adecuado y con el paciente adecuado, si no puede mal interpretarse). Espera que el paciente retome el diálogo. Si pasan más de 30 segundos, aproximadamente, el médico puede reiniciar el diálogo, ayudando a su paciente a reflexionar. Como pensando en voz alta cometa: “a los seres humanos nos cuesta aceptar que somos vulnerables, que podemos enfermar, o que necesitamos tratamiento… no nos gusta demostrar debilidades cuando a mí me ordenaron que usara lentes me costó aceptarlo porque al ponérmelos me recodaba que ya no tenía la misma vitalidad, que la gente me vería como más viejo, más débil y eso me angustiaba, por eso tardé en aceptarlo. Claro, con el tiempo uno lo acepta y ya no puede estar cómodo sin ellos”. Comentarios como este suelen “iluminar el camino hacia las propias verdades y el paciente se siente aliviado, comprendido, permitiéndole hacer consciente los mecanismos de defensa que le impiden aceptar que es vulnerable y que como cualquier ser vivo pude enfermar, y así aceptar su tratamiento y régimen de dieta.