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ECOLOGIA Y DESARROLLO

SUSTENTABLE

*ALUMNO: MICHEL SÁNCHEZ GILVARIO

SEXTO SEMESTRE

GRUPO:”A”

DOCENTE: VASQUEZ PEREZ ISABEL DEL CARMEN


ECOLOGIA Y DESARROLLO SUSTENTABLE

EL DESARROLLO SUSTENTABLE

Usualmente se considera que los Recursos Naturales son todo aquel conjunto de factores que
afectan los procesos de producción y consumo de una sociedad y que tienen su origen en
fenómenos y procesos naturales que escapan del control del hombre. Estos fenómenos y
procesos generadores de recursos pueden ser biológicos, geológicos o químicos y pueden ser
muy cortos como por ejemplo el agua de lluvia, o bien, de muy larga duración, como por
ejemplo el proceso de formación de ciertos minerales o de una bolsa de petróleo. Sin
embargo, en cualquier caso el proceso de generación es un ciclo que requiere condiciones
específicas para su desarrollo y continuidad.

Por milenios muchos Recursos Naturales se han concebido como inagotables y con un costo
de producción nulo, ignorando totalmente el costo no solo en tiempo sino en la integración de
condiciones propicias para el desarrollo de éstos. Esta concepción ha traído como
consecuencia un despilfarro y degradación de varios recursos que se ha traducido en pobreza,
enfermedades y hasta la extinción de las sociedades que han realizado una mala
administración y uso de sus recursos naturales.

Históricamente, el uso “racional” de los recursos naturales ha estado ligado a ideas de escasez,
regulación, reciclado, renovación, ordenación, liquidación racional y transferencia, que en su
conjunto forman los pilares de los modelos de administración de los recursos naturales.
Algunas de estas ideas se han integrado a conceptos de desarrollo económico y social dando
por resultado lo que en ocasiones de manera muy “nebulosa” se entiende como desarrollo
sustentable. En varias regiones se han conformado incluso modelos y políticas de desarrollo
que argumentan responder al concepto de desarrollo sustentable y que se han tratado de
extender a nivel global. Algunas de ellas se han aplicado en nuestro país, en ocasiones con
resultados muy negativos, principalmente porque las “recetas” se aplican con “dosis fuertes”
sin entender bien los “síntomas”.

Pocos temas en años recientes han dominado tanto el interés popular y estimulado el
quehacer académico, como el tema de la sustentabilidad. La sustentabilidad en el concepto
moderno y más amplio enfoca el desarrollo del hombre o su comunidad considerando tanto el
entorno socioeconómico, como el ecológico y físico bajo una perspectiva de largo plazo. El
concepto se desarrolló en 1972 sin embargo su popularidad se atribuye al reporte
“Brundtland”, reporte emitido por la “Comisión

Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo” en 1987 . Este reporte establece que si la raza
humana realiza decisiones adecuadas, entonces no es necesario hacer una selección entre
conservación y desarrollo, ya que es posible tener ambos. Quizá lo más sobresaliente de este
reporte es que enfatiza la relación entre los cambios en el uso de los recursos naturales y los
cambios en la distribución de costos y beneficios. La concepción de sustentabilidad de este
reporte es probablemente la más citada y establece el concepto de “un desarrollo humano
que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad del futuro para
satisfacer las propias”. Esta definición de sustentabilidad implica un juicio de valor sobre el
bienestar de aquellos que vivirán en el futuro relativo a aquellos que viven en el presente, lo
cual obviamente deja fuera de cualquier análisis, o al menos a un lado, el concepto de
eficiencia y se convierte hasta cierto punto en un compromiso ético hacia el bienestar de las
futuras generaciones.

A pesar de todos los esfuerzos por integrar el concepto de sustentabilidad a la agenda de


desarrollo mundial no fue sino hasta la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y
Desarrollo realizada en Río de Janeiro en 1992 (Cumbre de Río) cuando el concepto adquiere
una mayor relevancia. Sin duda este evento marcó la culminación de los esfuerzos del
movimiento ecologista mundial para poner la atención sobre el grave problema de deterioro
ecológico del planeta. La Cumbre de Río generó tres importantes acuerdos en: cambio
climático, diversidad biológica y bosques y selvas. A partir de estos acuerdos se desarrollaron
comisiones y organizaciones que iniciaron todo un proceso de cambio en las estrategias de
desarrollo a nivel mundial.

EL ESTADO MEXICANO ANTE EL MOVIENTO ECOLOGISTA


México no escapó a la presión de este movimiento mundial. Hacia mediados de la década de
los 70’s el país había acumulado una notable serie de anomalías en el uso y conservación de
sus recursos naturales. Adicionalmente el país mostraba ya un creciente deterioro ambiental
originado tanto por el crecimiento desordenado de sus centros de población como por la falta
de regulación en torno a la producción de externalidades derivadas de los procesos
productivos. Ello originó que varios grupos ecologistas mundiales establecieran filiales y hasta
centros de coordinación mundial en nuestro país y que además existieran presiones del
extranjero hacia el estado mexicano en torno a mejorar la regulación de los recursos naturales
y a eliminar los primitivos mecanismos de concesiones de uso de recursos que afectaban
mayormente a comunidades indígenas. Varias de estas presiones dieron origen a las primeras
regulaciones en torno al desarrollo de Estudios de Impacto Ambiental (EIA) como requisito
para la autorización de proyectos específicos. Sin embargo, estos EIA regularmente tenían un
carácter descriptivo sin adentrarse al costeo y operación de las actividades de mitigación de
externalidades . De aquí que la falta de un buen mecanismo de evaluación de externalidades y
la incipiente estructura de monitoreo ambiental lograron que los EIA en muchos sectores solo
fueran “cuellos de botella” para la autorización de proyectos, ya que en la práctica no tenían
ninguna utilidad.

Hacia inicios de los 80’s los problemas ambientales se trataban dentro de la extinta Secretaría
de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), cuya actividad giraba en torno a revisar que las
construcciones, desarrollos y proyectos que involucraban el uso o manejo de recursos
cumplieran con la incipiente normatividad ecológica, que en el mejor de los casos exigía un
breve reporte de impacto ambiental.

En 1986 el Estado Mexicano promueve un cambio en la legislación Forestal. Con este cambio
se pone fin a la larga era de concesiones de extracción maderable y se introducen conceptos
como “EIA para el programa de manejo”, “Uso Múltiple de Recursos Forestales” y “Manejo
Forestal Integral”; conceptos acuñados en la literatura anglosajona que obedecen a los
principios del movimiento ecologista mundial de la época, pero cuyo significado, para esa
época no solo no era claro en el país, sino que no existía una estrategia práctica para ponerlos
en operación. El resultado fue que estas modificaciones a la legislación solo promovieron
desconcierto y no mejoraron en nada la estrategia de manejo de recursos forestales. Los EIA
generalmente no tenían un respaldo técnico apropiado y se traducían en una descripción de
cifras. Las estadísticas muestran claramente como en este periodo el cambio institucional y
legal dio como resultado que se aprobaran menor número de concesiones de
aprovechamiento forestal2.
Hacia mediados y fines de los 80’s, es evidente que el estado concentra todas sus tareas en
busca de una estabilidad macroeconómica. Sin embargo, a finales de la década e inicios de los
90’s se ve envuelto en una reestructuración de instituciones cuyo objetivo es afianzar el
aparato productivo. Este cambio institucional repercute en el sector ambiental no solo por ser
pieza fundamental dentro de cualquier proceso productivo, sino porque empiezan a hacerse
evidentes los enormes vacíos del estado para administrar este sector.

Con el cambio de sexenio en 1988 se realiza un cambio legal importante. El Estado Mexicano
da a conocer la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LEGEEPA). Si
bien esta ley obedece en gran medida a fincar un marco legal que muestra al mundo la
preocupación del estado por problema ecológicos no deja de ser una ley que “copia” muchos
conceptos, regulaciones y estrategias de la normatividad de nuestros vecinos y ahora socios
comerciales: Estados Unidos y Canadá, sin duda con la intención de eliminar muchas de las
posibles barreras que estos socios podrían poner al momento de iniciar algún tratado
comercial. A pesar de ello, la LEGEEPA establece un orden dentro de la enorme confusión de
la época sobre el tema ecológico y aún más, crea necesidades importantes de información,
cambio institucional y reformas adicionales al marco normativo de la época.

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