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AÑO 3 enero
NÚMERO IV
1
www.revistadisenso.com
Edición semestral
Año 3 | Número IV
Enero 2022
ISSN 2735-6167
Publicación autogestionada
editorial@revistadisenso.com
2
DISENSO
R E V I S TA D E P E N S A M I E N T O P O L Í T I C O
CONSEJO DIRECTIVO
Tuillang Yuing-Alfaro
Cristóbal Durán Rojas
Claudia Calquín Donoso
CONSEJO EDITORIAL
Matilde Orlando (Italia)
Sandro Chignola (Italia)
Roberto Esposito (Italia)
Lorenzo Bernini (Italia)
Juan Pablo Arancibia (Chile)
Carlos Ossandón Buljevic (Chile)
Raúl Villarroel (Chile)
Rodrigo Karmy Bolton (Chile)
Silvana Vignale (Argentina)
Senda Sferco (Argentina)
Marcelo Raffin (Argentina)
David Pavón-Cuéllar (México)
Alessandro Soares da Silva (Brasil)
DISEÑO EDITORIAL
Astrolabio Ediciones
ÍNDICE
6 EDITORIAL
11 DOSSIER
Luciana Cadahia
val flores
Andrea Ugalde
4
¿POR QUÉ LE LLAMAN DIFERENCIA
CUANDO QUIEREN DECIR IDENTIDAD?
F E M I N I S M O S Y D E M O C R A C I A R A DIC A L
Chiara Bottici
Traducción de Sion Serra Lopes
Revisión de Laura Llevadot
D I Á L O G O S 165
C la u d i a C a l q u í n Do n os o
T R A D U C C I O N E S 185
Armando Uribe
Traducción y presentación por Tuillang Yuing-Alfaro
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EDITORIAL
¿POR QUÉ LE LLAMAN DIFERENCIA
CUANDO QUIEREN DECIR IDENTIDAD?
Feminismos y democracia radical
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CUANDO QUIEREN DECIR IDENTIDAD?
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sostener la categoría moderna de sujeto, se ven obligadas a negociar
con él en el marco de nuestra jurisprudencia. Confrontadas a una
legislación que exige la representación y la identificación para mo-
dificarse, así como a una situación más que evidente de desigualdad,
cuando no de terror, que sufren los cuerpos feminizados (sean los
de las mujeres, las mujeres trans, los niños, o los de cualquiera que
así sea socialmente percibido, tal y como han mostrado los análisis
de Segato sobre el fenómeno de la violación), la potencia transfor-
madora del feminismo de la diferencia y del feminismo trans se ve
limitada por las mismas estructuras de poder que combaten.
Laura LLevadot
Editora Invitada
Dirección Editorial Revista Disenso
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CUANDO QUIEREN DECIR IDENTIDAD?
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Dirección editorial
Revista Disenso
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DOSS I ER
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HACIA UNA RADICALIZACIÓN
DE LA DEMOCRACIA:
FEMINISMO Y CAMPO POPULAR EN
A M É R I C A L AT I N A 1
Luciana
Cadahia
Ob ra s
Ca nela Laude-A rc e
13
algunas otras de orden pragmático, filosofía. Como sugiere el pensador ar-
hablar más bien de feminismo filosó- gentino Jorge Alemán en su libro Hori-
fico. (Debo la distinción y lo que ésta zontes neoliberales en la subjetividad, las 3
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cionales, dentro de los debates intelec- II. Metafeminismo práctico (o cuando
tuales. Y, para ello, nos adentraremos la praxis altera los debates teóricos)
en los principales debates filosóficos
alrededor del uso de este término den- Para entender mejor qué significa asu-
mir esta contaminación entre filosofía
tro del campo feminista. En segundo lu-
feminista y feminismo filosófico, nos
gar, explicaremos que la importancia de
gustaría abordarla a partir del clásico
conservar este término para el ámbito
debate alrededor de si tiene sentido se-
académico encuentra sus razones en el
guir usando el término mujer y cómo
ámbito práctico o, más precisamente, en todo esto se juega en el cruce entre una
la articulación política y sus luchas por filosofía feminista y un feminismo filo-
la emancipación. En tercer lugar, hare- sófico. Como sabemos, existe un fructí-
mos un breve recorrido por los deba- fero debate entre las teóricas de la dife-
tes intelectuales latinoamericanos, con rencia (tales como Luce Irigaray, Hélène
objeto de indicar cuáles son los límites Cixous, etc.), las pensadoras la diferen-
y posibilidades para la articulación fe- cia antisexual (Monique Plaza, Monique
minista de las mujeres en clave demo- Wittig, etc.), las pensadoras de la teoría
cratizadora. En cuarto lugar, y desde queer o teoría de género 6
y las femi-
la perspectiva de las posibilidades que nistas lacanianas alrededor de la posi-
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Canela Laude-Arce
| S E R I E V I N C U L A R I DA D( E S ) |
E
ste trabajo esta compuesto de diferentes capí-
tulos de un mismo tema, que trata del activis-
mo feminista latinoamericano en Paris, Fran-
cia. El feminismo latinoamericano que se expresa en
el hemisferio norte sobresale por su expresividad
artística que no es tan común en los movimientos
sociales y feministas franceses. Los grupos activis-
tas representados usan trabajo textil, collage, per-
formance, fanzines y música para hacer salir su po-
tencial visual potente y transformador. Se llaman
Alerta Feminista, la Brigada Serpientes, Chilcocas,
Raizes Arrechas, se conocen, se encuentran, colabo-
ran, llevan a nuevas posibilidades de interrupción
del orden capitalista, neoliberal patriarcal y blanco
y abren espacios de colaboración y de transforma-
ción revolucionaria para las mujeres, mujeres trans
y personas non-binarias que deciden luchar juntxs
en esos espacios. Esta red que se esta tejiendo se
vuelve mas potente a medida que las colaboraciones
van creciendo y abriendo nuevos horizontes inte-
riores y políticos, con un enfoque descolonial desde
el Sur hacia el Norte.
www.can el al au d e.co m
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mino? En ese sentido, nos parece inte- mática de las ataduras sociohistóricas
resante seguir algunas de las reflexio- que escapan al nivel de la conciencia y
nes de Braidotti y Scott (aunque no nos pudiéramos controlar, a través del mero
comprometamos con sus presupuestos acto de nominación, el ser de nuestra
ontológicos de la diferencia afirmativa subjetividad. Esto no quiere decir que
en clave derrideana y deleuziana), quie- no haya un juego desafiante en empe-
nes consideran que “no es la autode- zar a nombrar las cosas de otra forma,
nominación deliberada la que nos per- al punto de que exprese lo experimental
mitirá encontrar la salida a la prisión y performativo en el orden del ser. Pero
del lenguaje falogocéntrico”. Por eso,
14
ese juego experimental no tiene por qué
renunciar al uso de expresiones como ir en desmedro de que se sigan usando
“mujer” o “femenino” -y buscar otras ca- expresiones como “mujer” o “femenino”,
tegorías para pensar los problemas- no ni tampoco quiere decir que el uso de
supone una transformación automática estas expresiones conserve, a priori , una
de las estructuras materiales de poder a metafísica patriarcal. Quizá el proble-
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las cuales los antiguos nombres estaban ma esté en creer que con el nombre se
asociadas. Más aún, añadimos noso-
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agota toda nuestra identidad y que una
tras, muchas veces se producen debates vez nombradas las cosas de otra mane-
muy sofisticados dentro de la academia ra es posible recuperar la pureza del ser.
que terminan por distanciarse del ám- Quizá el secreto de la emancipación no
bito de las luchas políticas concretas y esté tanto en asignar el “nombre correc-
de los términos que estas mismas lu- to” como en los movimientos del pensa-
chas usan para expresar su malestar miento que propicia el uso contaminado
e impulsar una transformación social. y no totalizador que hacemos con las
Compartimos con Braidotti la idea de palabras para nombrar el mundo. ¿Aca-
que esta actitud de renunciar a deter- so no se trata de jugar con las expresio-
minadas palabras puede conducir a nes como un intento de desconfiar de
cierto voluntarismo ingenuo de la no- las mismas palabras al punto de propi-
minación -como si al nombrar de otra ciar contaminaciones? De manera que
manera ya estuviéramos dando lugar “los cambios en las estructuras profun-
a lo nuevo y revirtiendo las lógicas de das de la identidad requieren interven-
opresión- que, paradójicamente, reacti- ciones socio-simbólicas que trascienden
va los peores resabios de la omnipoten- la autodenominación deliberada”, esto
cia de las teorías de la conciencia. Como es: asumir “que los procesos incons-
si la elección de nombrarnos de otra cientes son transhistóricos, y por tanto
manera nos liberaría de manera auto- necesitan tiempo para ser modificados,
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culado a nuestra situación de opresión posición política emancipadora, en el
heredada de la experiencia colonial y ámbito de los movimientos feministas
patriarcal, esto implica un nexo inexo- en América Latina.
rable con el ámbito de la praxis, es de-
cir, un vínculo con los movimientos co- Ahora bien, es importante notar que
lectivos que van dándole forma a estas el feminismo en América Latina, como
luchas contra la opresión. Muchas de sugieren Eli Bartra Muriá , Francesca 21
Y por eso nuestra relación con la elec- Juana Manso y Flora Tristán cuando
ción de los términos a pensar desde el planteaban la importancia de una edu-
ámbito teórico depende, en gran medi- cación popular feminista. Seguido por27
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pulares del siglo XXI, atravesados por lesbiano en autoras como Yuderkys Es-
la articulación con las otras formas de pinosa Miñoso y un feminismo indige-
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opresión en la región: la clase y la raza. nista en autoras como Angela Ixkic Bas-
Así, la experiencia colonial y la con- tian Duarte o Silvia Rivera Cusicanqui, 31
28 Ibidem.
29 Carneiro 2005, 27–32; González 2015 ; Curiel 2016, 46–55.
30 Espinosa Miñoso 2011, 401–5.
31 Rivera Berruz, “Latin American Feminism”.
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S E RI E 1
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Álvarez, Alba Carosio, Marlise Matos y apuestas feministas ancladas en la teo-
Clarisse Paradise, entre otras. 32 ría de la diferencia, l’écriture féminine o
cierta renovación de las teorías queer
Y esta doble cuestión experimentada y de género, que asumen la diferencia
al interior de la praxis feminista se en- ontológica en su dimensión constituti-
cuentra, dentro del campo intelectual, vamente afirmativa y sin pasar por el
atravesada por dos legados de pensa- juego de la negatividad. Entre sus re-
miento que giran alrededor de cómo presentantes más importantes se en-
tratar la vieja cuestión filosófica de la cuentran autoras como Irigaray, Brai-
negatividad. Asumimos que la crítica a dotti o Preciado quienes recogen las
la negatividad por parte de las femi- apuestas deleuzianas y/o derrideanas
nistas de la diferencia se expresa muy de pensar la diferencia desde sí misma
bien cuando Braidotti rechaza el papel y más allá de la negatividad propia tan-
que cumple este concepto en propues- to de la dialéctica de la diferencia y la
tas como las de Judith Butler o Slavoj identidad como de cierto legado laca-
Žižek. Según la autora, el papel de la niano. Por feminismo autonomista nos
negatividad conduciría a una especie referimos a las apuestas feministas pro-
de melancolía que se volvería incapaz venientes de cierto legado postmarxista
de proponer una transformación so- que recogen, en autores como Michael
cial. Nosotras rechazamos esta iden- Hardt, Toni Negri o Gilles Deleuze, las
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cial). Consideramos que este rechazo a cuya idea de la potencia, el deseo o vida
la negatividad trae aparejado un recha- en común se asume desde una ontología
zo al antagonismo, el cual se encuentra afirmativa que desdeña cualquier resa-
arraigado tanto en los feminismos de la bio de negatividad en la teoría. En re-
diferencia europeos como en los femi- lación con la perspectiva del feminismo
nismos autonomistas latinoamericanos. decolonial, encontramos los trabajos
Para el primer caso nos referimos a las de María Lugones, Rita Segato, entre 35 36
32 Para más información sobre la evolución del feminismo en América Latina y el Caribe recomendamos:
Álvarez 2019, 73-102; Carosio 2014; Femenías 2007, 11–25.
33 Braidotti 2005, 73-86.
34 Gago 2019.
35 Lugones 2011, 105-119.
36 Segato 2013.
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otros. Tanto el feminismo postmarxista tica, creando una escisión que debilita
como el feminismo comunitario tienden la fuerza que organiza a cada una. Si 37
37 Pensemos en el papel marginal que muchos movimientos nacionales y populares le otorgan al movi-
miento NiUnaMenos, a la legalización del aborto o al problema del trabajo doméstico.
38 Por feminismo spinozista hacemos alusión al feminismo que configura una noción afirmativa del
deseo, proveniente de la lectura de Deleuze y Negri de Spinoza. Esta lectura se opone a la concepción
negativa del deseo, heredera de la tradición hegeliana y lacaniana.
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nes entre la producción social del valor idea de que las categorías teóricas, al ser
(trabajo) y el capital, y se omite los tipos producidas en un determinado contex-
de opresiones que genera la contradic- to sociohistórico, no pueden escapar de
ción entre la reproducción social de la él. En palabras de las autoras: “estas ca-
vida (cuidados) y el capital. tegorías están “contaminadas” de con-
tenidos ónticos porque sólo así pueden
¿Pero qué sucede si, en vez de ampliar ser inscriptas en el discurso dominante
la brecha entre el feminismo y el campo de la época” . Pero dan un paso más y
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popular, cuestionamos este desencuen- se preguntan ¿en qué medida las catego-
tro y empezamos a explorar un vínculo rías ontológicas y las formas culturales
entre ambos como posibilidad de radi- no están ya contaminadas de patriar-
calización de la democracia? Nos pare- cado? Y, por tanto, ¿cómo “repensar las
ce que esta posibilidad la podemos en- formulaciones teóricas en un universo
contrar en los debates actuales sobre simbólico que incorpore los nuevos mo-
la importancia de feminizar la política y la dos de organización social resultantes
cultura y, en ese sentido, no solo sería de las conquistas de derechos igualita-
oportuno preguntarnos por este nuevo rios de los últimos años” ?
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Como muy bien han trabajado los estu- gar un rol las mujeres “a su cargo”, sino
diosos del republicanismo Julia Berto- todos aquellos que quedan supeditados
meu y Antoni Domènech , la idea de
43 44
a esta figura (trabajadores, indígenas,
lo doméstico es un constructo de poder negros, campesinos, hijos, etc.). El ciu-
premoderno, atado a una idea de afecto dadano, en tanto propietario de sí, se
y propiedad. Es decir, lo doméstico re- vuelve una figura ambigua: a la vez que
mitía a la propiedad del señor feudal en rompe las cadenas del lazo social feudal,
los términos de un vínculo con los su- garantiza, a quien ostente de ese esta-
bordinados. Así, las mujeres, los hijos y tus, propagar los resabios del lazo social
los esclavos pertenecían a la esfera de patriarcal. Lo doméstico, entonces, no
la domesticidad como un espacio caren- es una “propiedad” de las mujeres sino
te de derechos y a la merced del Señor. el lugar al que han sido confinadas jun-
Dicho de otra manera, lo doméstico no to a otros sujetos oprimidos.
era otra cosa que la relación del Señor y
el Siervo. Si bien la modernidad implicó Por todo ello, quizá el desafío no consis-
la destrucción de la forma de vida se- te tanto en reivindicar una gestión de lo
ñorial del feudalismo, no obstante, con- doméstico sino, más bien, en pensar cómo
servó la domesticidad como espacio de los mismos sujetos oprimidos se han re-
perpetuación del vínculo de propiedad velado históricamente a este dispositivo
en clave patriarcal. Como ha explicado de la domesticidad mediante la organi-
la pensadora Carole Pateman, mien- 45 zación política. En el sentido de que las
tras en el ámbito de lo público cada pro- luchas de los oprimidos se han carac-
pietario sería un ciudadano libre de la terizado por destruir, desde la función
república, en el ámbito de lo privado, transformadora de la negatividad, y no
en cambio, sería dueño de todo aque- en reivindicar, la domesticidad como
llo que asumiera como propio, es decir, lazo social. Nos parece más oportuno
sus tierras, trabajadores, esposa e hijos. asumir que eso que -desde el punto de
De manera que cada hombre es libre en vista patriarcal- se ha dado en llamar lo
tanto propietario y, gracias a ello, puede doméstico, en realidad -desde el punto
recibir un trato igualitario por parte de de vista de los sujetos oprimidos- se ha
los otros, en cambio, al interior de sus ido configurando, gracias a su fuerza ne-
vínculos domésticos sigue conservando gadora, como un campo popular demo-
la figura de patriarca. Y aquí, toman- cratizador. Lo doméstico, por tanto, no
do distancia de Pateman y más cercana es otra cosa que el reverso obturado de
a Bertomeu, no solamente entran a ju- la república, esa res pública cuya cosa a
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descifrar nos atañe a todes. O, dicho de de falla ), lo que estamos tratando de tra-
otra manera, un devenir público de lo bajar, de manera negativa, es la Res pu-
doméstico, entendido como una forma blica de otra manera. Y hacernos cargo
de organización política que problema- de ello supone revertir las lógicas de
tiza la idea de propiedad estructurada despojo neoliberal a través de mediacio-
por la concepción de lo público en su nes institucionales del campo popular.
vertiente oligárquica-feudal. Nos pa- No se trata tanto de establecer una falsa
rece que las experiencias heterogéneas disyuntiva entre el feminismo y el cam-
del campo-popular, en sus múltiples for- po popular o entre este y el estado, sino,
mas de opresión -clase, raza y género-, más bien, liberar nuestros estados de la
han sido capaces de ir cultivando una captura neoliberal y restituirlo a un uso
forma de radicalización de la democra- común: el uso disensual de los pueblos.
cia. Posiblemente la disputa atravesada Una democracia de los cuidados, en-
por lo plebeyo y lo oligárquico. Por eso, tonces, es una oportunidad histórica de
creemos que es en la disputa por la “cosa nuestras repúblicas, una manera de re-
pública” donde observamos que se inau- vertir nuestras inercias estatistas y di-
gura una escena pública y democratiza- solver los resabios patriarcales que nos
dora de los cuidados y la posibilidad de ir conducen, de manera vertiginosa, hacia
configurando lo común. la autodestrucción de la humanidad.
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REFERENCIAS
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SUCEDE QUE ME CANSO
DE SER HOMBRE
N O TA S S O B R E L A Q U E J A
Juan Evaristo
Valls Boix
Ob ra s
M ar ía M aquieira