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Aristóteles
1. ¿Geografía o Historia?
América había sido fruto de un error: Colón murió persuadido que había
tocado en su proeza las tierras del Asia. La lectura de Marco Polo encendió su
imaginación: en la Española creyó ver las costas del fabuloso Cipango. Pero su
hazaña sólo podía lograrse a través de errores semejantes. El capitalismo europeo
en crecimiento, buscaba el camino de las especierías asiáticas. El descubrimiento
confirmó las predicciones de los antiguos y trastornó la ciencia geográfica. Al
cabo, resultó evidente que el Orbe Novo, según denominó Pedro Mártir de
Anglería a la tierra nueva, no era el Asia. En seguida se advirtieron las
consecuencias inmensas del descubrimiento.
Como no podía ser de otro modo, las promesas ilimitadas otorgadas en las
capitulaciones reales al Almirante de la Mar Océano, se olvidaron rápidamente
con indiferencia regia. América resultaba ser un premio excesivo para su
descubridor.
Los reyes limitaron enseguida los derechos otorgados. Al comenzar la
conquista en gran escala, la monarquía trazó, sin pérdida de tiempo, su política de
centralización en el Nuevo Mundo. Aunque la Corona rehusaba comprometer al
Tesoro real en las expediciones, procuraba preservar sus derechos en los mares y
tierras por descubrirse y colonizarse. Toda la conquista asumió, por ese motivo,
un carácter privado, costeada por particulares, aunque regido por múltiples
disposiciones administrativas que aseguraban los privilegios de la monarquía
castellana. Las capitulaciones otorgadas a los Adelantados les cedían privilegios
de índole señorial, entre los que se establecía la facultad de distribuir tierras y
solares, repartir indios, erigir fortalezas y proveer oficios públicos. "Fue así como
la vieja Edad Media castellana, ya superada o en trance de superación en la
Metrópoli, se proyectó y se continuó en estos territorios de las Indias".3
La tradición de las guerras religiosas infundió a la Conquista, por lo demás,
un marcado carácter de evangelización. Se estableció la obligación en las
capitulaciones de incluir a clérigos en la flotas para el "mejor cumplimiento de los
fines espirituales".
Dicha disposición real planteó ante los teólogos, burócratas y juristas el
problema del "justo título", alegado por la Corona para conquistar las Indias.
La conquista fue obra de la Corona de Castilla, aunque hubiera sido
impulsada, ante todo, en la persona de Fernando, por los intereses de la burguesía
española de los puertos mediterráneos. No obstante, los castellanos se reservaron
para sí, durante largos años, el usufructo de las
7. Fin y comienzo.
Hegel, Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 176, Ed. Anaconda, Buenos Aires, 1946. Sólo
mediante el lenguaje hegeliano es posible admitir la identificación del arcabuz de Pizarro, el cuidador de
puercos, con el "Espíritu".
2
Del Diario del descubrimiento, cit. por Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América
Hispánica, p. 12, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1964.
J. M. Ots Capdequi, El Estado español en las Indias, p. 17, Ed. fondo de Cultura Económica, México, 1965.
4
"Los individuos que vivían en la Península, desheredados y desesperados, sin otra hacienda que una capa
andrajosa, sin tener seguridad ni de un bocado de pan ni de un trago de vino, se resolvían con frecuencia a
exponerse a los golpes de los indios bárbaros, o a los rigores de una naturaleza exuberante e ignorada, a trueque
de remediar la insoportable miseria que los afligía. Estos de quienes hablo habían inventado una frase muy
expresiva para indicar el objeto de su viaje. -Vamos a las Indias, decían, para hallar qué comer": Miguel Luis
Amunátegui, La Crónica de 1810, p. 8, Santiago de Chile, 1911. Después empezó la emigración de la "gente
llana o vulgar": durante el siglo XVIII pasaban a las Indias 14.000 españoles por año. V. Colmeiro, ob. cit., p.
968.
Miguel Luis Amunátegui, La crónica de 1810, p. 8, Santiago de Chile, 1911.
6
En 1681 emigraban 6.000 españoles en un solo viaje, por "no poder vivir en España": Renard, ob. cit., p. 44.
7
Colmeiro, ob. cit., p. 987.
8
Cfr. Puiggrós, Ots Capdequi, Vilar, ob. cit.
9
A. Hyatt Verril, Viejas civilizaciones en el Nuevo Mundo, p. 249, Ed. Argonauta, Buenos Aires, 1947.
10
Ibíd.,p. 55.
Louis Baudin, El Imperio Socialista de los Incas, p. 341, Ed. Zig-zag, Santiago de Chile, 1945.
12
Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, p. 196, Ed. en Lenguas
Extranjeras. Moscú, 1955. Un punto de vista menos "eurocéntrico" puede estudiarse en Racismo e Historia, de
Claude Lévi-Strauss, Antropología Estructural, Vol. II, Ed. Eudeba.
13
Mariano Picón-Salas, De la conquista a la Independencia, p. 58, Ed. Fondo de Cultura Económica, México,
1965.
14
La aparición y desaparición del debate sobre el modo de producción asiático posee una curiosa historia que no
corresponde examinar aquí. Constituyen uno de los aspectos menos conocidos de la decadencia del pensamiento
marxista, durante el ciclo stalinista, las curiosas vicisitudes sufridas por la categoría del modo de producción
asiático. El ex comunista Karl A. Wittfogel ha estudiado el problema desde un ángulo reaccionario. Con las
debidas reservas, pueden consultarse algunos elementos de juicio acerca de la discusión en la Internacional
Comunista en 1931, en dicho autor: Despotismo Oriental, p. 454, Ed. Guadarrama, Madrid, 1964. Tanto Eric J.
Hobsbawn, en su introducción a Formaciones económicas precapitallstas, de Marx, Ed. Platina, Buenos Aires,
1965, como Maurice Godelier, en su estudio preliminar a la antología de textos de Marx y Engels (El modo de
producción asiático, Ed. Eudecor, Córdoba, 1966), han reactualizado la importante cuestión. El eurocentrismo
capitalista había supuesto tradicionalmente que la historia de la humanidad debía reproducir naturalmente todas
las fases por que había atravesado la evolución de Europa, el continente ejemplar. Gran parte de la historiografía
marxista se inclinó ante esa tradición, aunque no el mismo Marx. La posibilidad de desarrollos históricos
originales en los países excéntricos aparece sugerida en la categoría del "modo de producción asiático". Del
mismo modo, la discusión de este problema desarrolla la hipótesis de una evolución de la comunidad primitiva
hacia el feudalismo, sin pasar por la fase de esclavismo. Se plantea la viabilidad contemporánea de una
transformación de dichas comunidades en organizaciones próximas al socialismo, sin la necesidad rigurosa de
"suicidarse para renovarse", como lo señala Marx a Vera Zasulich, acerca de la comuna rusa. Bajo este mismo
aspecto, cabe señalar las opiniones de León Trotsky sobre la probable evolución de las comunidades indígenas
de Bolivia dentro de un régimen socialista, que figuran en el libro de Alfredo Sanjinés, La Reforma Agraria en
Bolivia, pág. 21, 2a. ed., La Paz, 1945.
15
"Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal": José
Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, p. 10,
Con el objeto de desacreditar al socialismo, identificándolo al stalinismo, el profesor Louis Baudin califica
como tal al régimen incaico. Su libro, hay que admitirlo, resulta más útil que las ideas políticas de su autor.
17
Con mayor razón podrían ser considerados precursores de la historiografía stalinista de la Unión Soviética,
cuyo gobierno prefería suprimir de los anales a sus adversarios cuando temía polemizar con sus libros, después
de haber fusilado a los autores. Como se ve, no hay nada nuevo bajo el sol, se trate del Sol incaico o de aquel
"Sol padre de los pueblos", como se llamaba en sus días a Stalin, hoy también borrado del "quipu" burocrático.
Baudin, ob. cit., p. 15, y Salvador Cañáis Frau, Las civilizaciones prehistóricas de América, p. 326, Ed.
Sudamericana, Buenos aires, 1959.
19
Walter Krickeberg, Las antiguas culturas mexicanas, p. 16 y ss. Ed. Fondo de cultura Económica, México,
1961.
20
Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, p. 202, en Cronistas de las
culturas precolombinas, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1963.
21
Verril, ob. cit., y Krickeberg, ob. cit.
22
Picón-Salas, ob. cit., p. 57.
23
Krickeberg, ob. cit., p. 35.
24
Carlos Malpica, Crónica del hambre en el Perú, p. 38, Francisco Moncloa Editores, S. A., Lima, 1966.
25
Canals Frau, ob. cit., p. 417.
26
Wittfogel establece una estrecha correlación entre los conocimientos matemáticos y astronómicos y las
necesidades de las primitivas comunidades agrarias de vigilar exactamente la redistribución de los campos
inundados, medir las estaciones, controlar los ciclos anuales y contar con un calendario exacto para prevenir
catástrofes naturales. Heródoto atribuye los comienzos de la geometría en Egipto a la necesidad de medir cada
año la tierra inundada. V. Wittfogel, ob. cit., p. 49.
27
V. Edmundo O'Gorman, La invención de América, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1958.
COLONIZACIÓN Y
NACIONALIZACIÓN DE LAS INDIAS
"Hay tantos mestizos en estos reinos, y nacen cada hora, que es menester que
Vuestra Majestad mande enviar cédula que ningún mestizo ni mulato pueda
traer arma alguna ni tener arcabuz en su poder, so pena de muerte, porque esta
es una gente que andando el tiempo ha de ser muy peligrosa y muy perniciosa
en esta tierra".
2. La política colonizadora.
5. ¿Capitalismo o feudalismo?
De los 170 virreyes nombrados en las Indias durante tres siglos sólo cuatro
habían nacido en América. De los 602 capitanes generales, presidentes y
gobernadores, tan sólo 14 eran criollos. Análogamente, sobre 706 obispos, sólo
105 criollos obtuvieron la mitra62. "El más miserable europeo, escribía
Humboldt, sin educación y sin cultivo de su entendimiento, se cree superior a los
blancos nacidos en el nuevo continente".63
Dos años antes de la Revolución Francesa, el obispo de Córdoba, José
Antonio de San Alberto, escribía al marqués de la Sonora: "Siempre seré de
dictamen no convenir ni a la Religión, ni al Estado, que para Obispados ni
Arzobispados se elijan sujetos nacidos y criados en estas
tierras".64
En la milicia las distinciones no eran menores. Un coronel español ganaba
250 pesos y un coronel chileno, 50. Un teniente coronel español, 185 pesos; un
oficial chileno del mismo grado, 46 pesos.65 Esos blancos criollos, terratenientes
iluministas, oficiales postergados, leguleyos de Nueva Granada o Charcas,
tenderos y bachilleres de los puertos coloniales, van a encabezar la lucha contra
España. Chocarán al principio con las "castas infames" y luego lograrán
incorporarlas a una lucha que en cierto sentido no era la suya. Llaneros de
variado color con
Alejandro Lipschutz, El problema racial en la conquista de América y el mestizaje, p. 266, Ed. Austral, Santiago
de Chile, 1963. Picón-Salas, ob. cit., p. 44.
3
Lewis Hanke, El prejuicio racial en el Nuevo Mundo, p. 71. Ed. Universitaria Santiago de Chile,
1958. Í José María Ots Capdequi, Historia de América y délos pueblos americanos, T. XTV, p. 131, Ed.
Salvat. Barcelona.
5
Ibíd.
6
Citado por Haring, ob. cit., p. 267.
7
Haring, ob. cit., p. 69.
8
Ibíd.
Colmeiro, ob. cit., T. II, p. 1008.
23
Ibíd.
24
V. Los modos de producción de Iberoamérica, p. 38, revista Izquierda Nacional. No 3, octubre de 1966,
órgano teórico del Partido Socialista de la Izquierda Nacional, Buenos Aires. Contiene artículos polémicos de
Rodolfo Puiggrós y Gunder Frank.
25
Haring, ob. cit., p. 320: "Los mercaderes españoles se convirtieron a menudo en simples intermediarios -
agentes o factores a porcentaje- de casas comerciales extranjeras, a las que con frecuencia prestaban sus
nombres españoles para burlar la ley. Las mercaderías seguían siendo propiedad del comerciante extranjero y
eran embarcadas a su riesgo. A cambio de las manufacturas de Flandes, Francia, Italia, Inglaterra y Alemania,
España daba sus propios productos -lanas, vinos, frutas secas- y los de las Indias".
26
En el Río de la Plata no había trabajo sino en servicio doméstico. La producción ganadera no empleaba
tampoco mano de obra servil, pero el destino de ese capital revestía idéntico carácter parasitario y no productivo
que en las otras regiones de América. "La 'conquista' fue hecha por los castellanos como antes la
"reconquista".Obteniendo tierras, tesoros y el servicio de los hombres, ¿podía este tipo de imperialismo lanzar
una economía moderna? Los hombres que habían propulsado el descubrimiento por razones económicas eran
genoveses, flamencos, judíos, aragoneses del séquito de Fernando. Pero el monopolio -y las condiciones
demográficas- hicieron de la 'conquista' un asunto de los hidalgos de Extremadura, de los ganaderos de la Mesta,
de los administradores sevillanos. Los beneficios no fueron "invertidos" en el sentido capitalista del término.
Los emigrantes favorecidos por la fortuna soñaban con compras de terrenos, construcción de castillos, con
tesoros". Pierre Vilar, Historia de España, p. 65. Ed. Librairie Espagnole, París. 1963.
27
Uno de los rasgos característicos del feudalismo era la prohibición al campesino, obrero rural en condición
servil, de desplazarse de trabajo o de dominio. Esa atadura personal no impedía la
Julián Juderías, La leyenda negra, p. 383 y ss. Ed. Nacional, Madrid, 1960.
32
Política, p. 8, Madrid, 1951.
33
Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo, p. 64, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1960.
34
V. Hanke, ob. cit., p.81.
35
Gerbi, ob. cit., p. 6.
36
lbíd.,p.29.
37
Gerbi, ob. cit.,p. 39.
3S
Ibíd.
39
El Abate de Paw no sólo disertaba sobre los americanos. También gustaba desplegar su poder profétíco, al
compadecerse sobre el porvenir de "naciones condenadas a una eterna mediocridad, como los egipcios y los
chinos". Ob. cit., p. 92.
40
Ibíd.
41
Larraz, ob. cit., p. 17.
42
Haring. ob. cit.. p. 280.
43
Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, p. 125. Ed. Fondo de Cultura
Económica, México. 1957.
44
Sarrailh. ob. cit., p. 519.
45
Picón-Salas, ob. cit., p. 132.
46
Ibíd., p. 175y ss.
47
Cari Grimberg y Ragnar Svanstrom, Les grandes découvertes et les reformes, Histoire universelle, T. IV, p.
238, Ed. Gerard Verviers, 1964, y Alain Guillermou, Les Jesuites, p. 13, Presses Universitaries de France, París,
1963. 4SIbíd.,p. 242.
49
Cfr. George H. Sabine, Historia de la teoría política, p. 287 y ss. Ed. Fondo de Cultura Económica, México,
1963.
50
Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina, I, 378. Ed. Kraft, Buenos Aires, 1913.
51
Indalecio Liévano Aguirre, Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, T. II, p. 90. Ed.
Nueva Prensa, Bogotá. 52Ibíd.. p. 100.
53
El jesuíta Jerez dice de las Misiones: "Lo que los socialistas siguen soñando siempre en sus modernos
falansterios, se ha realizado allí, como un milagro de amor y sin necesidad de palabras utópicas..." cit. por
Liévano Aguirre, p. 108.
José Carlos Mariátegui dice lo siguiente: "Sólo los jesuítas, con su orgánico positivismo, mostraron acaso en
el Perú como en otras tierras de América, aptitud de creación económica. Los latifundios que les fueron
asignados prosperaron... Quien recuerde el vasto experimiento de los jesuítas en el
$
"Aquí no hay más cómplices que tú y yo: tú por opresor, y yo, por libertador,
merecemos la muerte".
Tupac Amaru, al Visitador Areche, que le exigía el nombre de sus cómplices.
"Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre".
Inca Yupanqui, en las Cortes de Cádiz, 1811.
En las últimas horas del siglo XVIII, la crisis interna del Imperio era
incontenible. La inutilidad de los esfuerzos borbónicos por rejuvenecer España
desde la cúspide sin tocar su estructura profunda, se puso de relieve con la muerte
de Carlos III en 1788. Tan sólo un año más tarde, el triunfo de la Revolución
Francesa indicaba el ocaso del absolutismo. Nada podía esperarse ya de él cuando
la burguesía y las clases populares entraban en la historia. La era borbónica había
llegado muy tarde a la vida española y se agotaba rápidamente. Sus mejores
medidas en América hispánica tuvieron el curioso efecto de acelerar la
destrucción del viejo Imperio.
Mientras Francia libra las grandes batallas revolucionarias, se sienta en el
trono español el hijo de Carlos, que llevará el nombre de Carlos IV. María Luisa,
Mesalina aquejada de furor erótico y que enviará a sus favoritos desde sus
alcobas a los ministerios del reino, será la digna mujer de este monarca, tan
pasivo y tolerante como su desdichado colega Luis XVI.
Napoleón, que no tenía pelos en la lengua, solía decir: "María Luisa tiene su
pasado y su carácter escrito en la cara, lo cual es todo lo que yo necesito decir.
Sobrepasa a cualquier cosa que uno se atreva a imaginar".
A tal pareja debía tocarle como vástago el famoso felón Fernando VII, el rey
de peor ralea que debió sufrir la heroica España. María
3. El plan de Miranda.
Las dos cabezas de la Junta Central eran dos sobrevivientes del siglo XVIII:
el conde de Floridablanca y Gaspar de Jovellanos. Uno era un "burócrata
plebeyo", el otro un "filántropo aristocrático". Pero ambos habían
Las Cortes decidieron nombrar diputados suplentes por América y por Asia
a diversos americanos y súbditos asiáticos residentes en ese momento en Cádiz.
El canónigo criollo de Guatemala, don Antonio Larrazábal, fue uno de ellos,
entre tantos hombres del bajo clero que tuvieron una participación decisiva en la
revolución de España y América, a punto tal que sería imposible escribir la
historia de América Latina omitiendo ese hecho y la circunstancia de que la
Ilustración americana tiene su eje en el sector revolucionario de la Iglesia criolla,
lo mismo que en España.
Larrázabal planteó ante las Cortes estupefactas lo siguiente: Guatemala se
oponía a que se dictasen leyes sin su concurso; los diputados de América no
debían ser españoles europeos, sino criollos; para ser
El discurso del Inca Yupanqui abrió una discusión sobre la situación general
de América, que fue postergada por varias sesiones, en virtud de "cuestiones más
urgentes". Pero los diputados liberales y serviles rehusaban conceder una
igualdad plena de derechos a los americanos, salvo en las pomposas
enunciaciones generales.29 En una sesión posterior, la del 9 de enero de 1811, el
diputado español Palacios decía con peculiar realismo: "En cuanto a que se
destierre la esclavitud, lo apruebo como amante de la humanidad; pero como
amante del orden político, lo reprueba"?°
Este amor dúplice o adulterino era compartido por todo el partido servil y
gran parte del liberal. La agitación revolucionaria en Venezuela perfeccionaba las
ideas del diputado Valiente: "En Caracas hay novedades que atemorizan y es
imposible que V.M. deje de tratar de la conservación de aquellos dominios...
Señor, primero es cortar el vicio: por ahora está afianzada la confraternidad que
debe haber entre ellos y nosotros: de lo demás se tratará más adelante, y
entonces se acordará lo que deba ser. Háblese de los indios, pero sólo sea para
conservar las Indias: esto es lo que nos interesa, lo que nos importa".31
LA LUCHA DE CLASES EN LA
INDEPENDENCIA
4. Factores de la balcanización.
7. La juventud de Bolívar.
Pero esa revolución burguesa que había triunfado en Francia con los
jacobinos y que había sido derrotada en España por la tenaza de hierro de
franceses y de Fernando VII, no podía reproducirse en la América rebelde sin
afectar profundamente la estructura social establecida por la España absolutista:
en primer lugar, por la abolición de la esclavitud y por la igualdad social de las
razas.
Si en la España revolucionaria se trataba de elevar al pueblo a depositario
de la soberanía política, en América Hispánica, después de tres siglos, se imponía
emancipar socialmente a los oprimidos y humillados, es decir a los negros,
indios, zambos y mulatos que constituían la mayoría de la población, sea como
esclavos, como siervos o campesinos sin tierras. El contenido social de la
revolución era la condición preliminar para impulsar las reivindicaciones
nacionales contra los españoles.
Bolívar repitió, en la primera etapa de su lucha, el error fatal de su antiguo
jefe Miranda: mantener la quimera de una República Abstracta, cara a los
mantuanos y que consistía en romper el yugo político con España sin despojarse
de su hegemonía social sobre las "castas infames" como llama Pereira a las clases
de color.30 La crisis española se transforma en Venezuela en guerra civil {guerra
de razas y guerra de clases) antes que en revolución de la Independencia.
V. el magnífico estudio de A. J. Pérez Amuchástegui: Ideología y acción de San Martín, Eudeba, Buenos
Aires, 1973. 8Ibíd.
9
Derivado de los finos mantos usados por las mujeres de la aristocracia criolla.
J. A. Cova, Don Simón Rodríguez, p. 39, 2a edición, Ed. Venezuela, Buenos Aires, 1947. ii Cova, ob.
cit., p. 41.
Fabio Lozano y Lozano, El maestro del Libertador, p. 69, Ed. Librería Paul Ollendorf, París.
13
Cova, ob. cit., p. 52.
14
Ibíd., p. 106. Recomendamos verla magnífica biografía de Simón Rodríguez, La isla de Robinson, por
Arturo Uslar Pietri, Ed. Seix Barral, Barcelona.
15
Pereira, ob. cit., p. 345.
16
Juan Egaña, Escritos inéditos y dispersos, p. 52, Imprenta Universitaria, Stgo. de Chile, 1949.
17
Pereira, ob. cit., p. 388.
1S
Egaña, ob. cit.
¡9
Bernardo Monteagudo, Obras políticas, p. 76, Librería La Facultad, Buenos Aires, 1916. Asimismo ver la
Colección de ensayos y documentos relativos a la Unión y Confederación de los pueblos hispanoamericanos,
publicada por la sociedad de la Unión Americana de Santiago de Chile, Stgo. de Chile, 1862. Edición facsimilar
de la Unión de Universidades de América Latina, México, 1979.
20
Julio César Chavez, Castelli, p. 253, Ed. Leviatán, Buenos Aires, 1957.
21
Efraim Cardozo, El Imperio del Brasil y el Río de la Plata, p. 43, Ed. Librería del Plata, Buenos Aires, 1961.
22
Bolívar, Documentos, p. 29, Ed. Casa de las Américas, La Habana.
23
Ibíd. 24
Ibíd.
25
Bolívar, Documentos, p. 61.
26
Liévano Aguirre, ob. cit., Tomo IV, p. 245.
27
Bolívar, Documentos, p. 106.
28
Ibíd., p. 315.
29
Ibíd., p. 325.
30
Pereira, ob. cit., p. 390.
31
Jules Mancini, Bolívar y la emancipación de las colonias españolas desde los orígenes hasta 1815, p. 499,
Ed. Vda. de Ch. Bouret, París, 1930.,
32
Cfr. José Antonio Paéz, Autobiografía, T.l. 3a. edic, Nueva York, 1878.
Augusto Mijares, La política, p. 33, Venezuela Independiente, Ed. Fundación Eugenio Mendoza, Caracas,
1962.
Francisco Gavidia, Historia moderna de El Salvador, p. 72, T. L, Ed. Ministerio de Cultura, El Salvador,
1978.
38 ,»
Pereira, ob. cit., p. 389.
39
Mijares, ob. cit., p. 42.
40
Liévano Aguirre, ob. cit., T. IV, p. 137.
41
Joaquín Posada Gutiérrez, Memorias histórico-políticas, p. 196, T. I, Imprenta Nacional, Bogotá, 1929.
42
Liévano Aguirre, ob. cit., T, III, p. 113.
43
Documentos para la Historia de Haití en el Archivo Nacional, p. 49, Publicación del Archivo Nacional de
Cuba, La Habana, 1954.
44
Ibíd.
45
T. C. Brutus, Racon du génie ou la legón de Toussaint Louverture, Tomo I, N. A. Theodore, Editeur, Port-
au-Prince, Haití, 1945.
46
Documentos para la historia de Haití, ob. cit., p. 47. Bosch, ob. cit.,
p 121. 48 Ibíd., p. 122.
49
Ricardo Pattee, Haití, pueblo afroantillano, p. 134, Ed. Cultura Hispánica, Madrid, 1956.
50
Francois Dalencour, La fondation de la République d'Haití par Alexandre Petión, p. 313, Port-au-Prince,
Haití, 1944.
51
Pattee, ob. cit., p. 141.
52
Ramón Díaz Sánchez, Evolución social de Venezuela, p. 240. Venezuela Independiente, ob. cit.
53
Ibíd.
54
Ibíd.
55
. Ramos, ob. cit.
56
Altamira, ob. cit., p. 474.
57
El zar Alejandro I pretendió ayudar a Fernando VII en su expedición punitiva a las Indias facilitándole
barcos tan putrefactos y deteriorados como el régimen social de sus propietarios. De ahí que el ejército
absolutista corriera graves peligros en su travesía. V. Ortega y Medina, ob. cit., p. 23.
58
Ernst Samhaber, Sudamérica, biografía de un continente, p. 420, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1961.
59
Ibíd.
60
Bosch, ob. cit., p. 104.
61
Bolívar y la emancipación de Sur-América, Memorias del general O'Leary, traducidas del inglés por su hijo
Simón O'Leary (1819-1826), p. 22, Tomo II y último, Madrid, Sociedad española de Librería.
62
Anteriormente esa región se había denominado Nuevo Reino de Granada, Presidencia de Santa Fe,
Virreynato de Santa Fe, Provincias Unidas de Nueva Granada y Virreynato de Nueva Granada (1816-1819).
Aunque después de la muerte de Bolívar volverá a cambiar de nombre, en definitiva conservará el bautismo del
Libertador.
63
Alfonso Rumazo González, Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, p. 222, 2a. edición, Almendros y
Nieto, Editores, Buenos Aires, 1945.
Los ingleses enviaron a Bolívar 12 navíos abarrotados de abastecimientos. También es cierto que los
voluntarios británicos, empezando por sus jefes, comenzaron a cobrarse inmediatamente su desinteresada
colaboración. Los generales Blosset y English saquearon el oro escondido en la Catedral de Barcelona. Es
preciso reconocer que el general Urdaneta llenó asimismo sus alforjas. V. Salvador de Madariaga, Bolívar,
Tomo II, p. 48.
79
Bolívar, Documentos, p. 25.
80
Bolívar, Documentos, p. 246. Una relación de este tipo con Inglaterra "sería una ventaja inmensa, pues
tendríamos un garante contra la España, contra la Santa Alianza y contra la anarquía. Las ventajas comerciales
para los ingleses valdrían mucho menos que los provechos reales positivos que nos procurasen con sus
relaciones", p.287.