Está en la página 1de 5

La Intrusa

Farhad Lak

LA ESCENA TRANSCURRE EN EL SALÓN DE UNA CASA. PABLO ESTÁ SOLO, BUSCANDO DESESPERADAMENTE EN LOS CAJONES Y EN LOS
ARMARIOS. ENTRA PILAR.

PILAR. - (ASUSTADA) ¿Qué haces?

PABLO. - (SORPRENDIDO) Buscaba... pero ¿quién eres tú?

PILAR. - Yo soy Pilar, vivo aquí. Y tú ¿quién eres?

PABLO. - Yo soy Pablo, yo soy quien vive en esta casa.

PILAR. - Estás equivocado, sal ahora mismo de mi casa o llamo a la policía.

PABLO. - ¿A la policía? Yo los voy a llamar como no salgas de aquí ahora mismo. Espera un momento,
¿cómo es que tienes las llaves de mi casa?

PILAR. - Eso me pregunto yo, ¿Cómo has podido entrar sin forzar la cerradura?

PABLO. - Yo no he entrado aquí, yo vivo aquí. De hecho, anoche dormí en el dormitorio de esta casa, yo
solo, igual que siempre.

PILAR. - Eso tiene explicación, he estado dos semanas de viaje.

PABLO. - Llevo más de tres años viviendo aquí.

PILAR. - ¿Tres años? Imposible, esta casa la compré hace más de cuatro.

PABLO. - ¿Cómo te atreves a venir a mi casa y decir que es tuya?

PILAR. - Mira, mira.

PABLO. - ¿Qué?

PILAR. - Mira, esa foto, es mi foto, y allí también hay otra. Ah, mira esa otra, estoy con... ¿quién es ese?

PABLO. - ¿Ese? Ese soy yo. ¿Abrazándote en una foto? No, si yo no te conozco.

PILAR. - Ni yo a ti, pero ves, ¿Cómo esta es mi casa?

PABLO. - Eso no quiere decir nada, también hay fotos mías.

PILAR. - Sí, pero yo tengo las llaves.

PABLO. - Yo también tengo llaves.

PILAR. - Entonces ¿dónde vivo yo?

PABLO. - No lo sé ni me importa, sólo sé que esta es mi casa. ¿No llevas documentos?

PILAR. - Sí, ¿por?

1
PABLO. - Mira a ver tu dirección.

PILAR. - Saca tú también tus documentos, a ver dónde vives tú.


AMBOS BUSCAN EN SUS CARTERAS Y SACAN SUS DOCUMENTOS.

PILAR. - Mira, ¿es esta la dirección?

PABLO. - Mira, la misma que la mía.

PILAR. - No puede ser.

PABLO. - ¿La misma dirección? Es imposible.

PILAR. - No, digo que no puede ser que... mira en tu cartera, llevas una foto mía.

PABLO. - ¿Tu foto? Es verdad, ¿Cómo es posible?

PILAR. - Esto será un sueño, seguro que dentro de un rato me despierta el ruido del despertador, seguro,
seguro que sí.

PABLO. - Tranquilízate... ¿cómo te llamabas?

PILAR. - Me llamo Pilar, encantada de conocerte.

PABLO. - Bueno, tanto como encantado... no sé, pero impresionado sí que estoy, yo soy Pablo, ¿tu
compañero de piso?

PILAR. - ¿O tal vez mi marido?

PABLO. - ¿Marido?

PILAR. - Mira, en tu dedo. Llevas un anillo igual que el mío.

PABLO. - Es cierto.

PILAR. - (ASUSTADA) ¿Lleva mi nombre?

PABLO. - (TAMBIÉN ASUSTADO) No lo sé, ¿y en el tuyo?

PILAR. - No sé, ¿miramos a ver?

PABLO. - Sí, pero ¿y si llevo tu nombre? ¿y tú el mío?

PILAR. - ¿Tiene esto alguna explicación?

PABLO. - Pero ¿Desde cuándo llevo puesto este anillo?

PILAR. - No sé, apenas puedo recordar... ¿Dónde está el dormitorio?

PABLO. - Por esa puerta, ¿por qué lo preguntas?

PILAR. - Bueno, por ver si está allí mi ropa.

2
PABLO. - ¿Estás pensando ahora en tu ropa?
PILAR. - No, pero si mi ropa está y la tuya también, entonces... no sé.

PABLO. - ¿No recuerdas dónde está el dormitorio?

PILAR. - La verdad es que no.

PABLO. - Yo tampoco recuerdo dónde tengo las cosas, hay muchas cosas en esta casa que me resultan
extrañas.

PILAR. - ¿Miramos los anillos?

PABLO. - A ver, ¿Pilar?

PILAR. - ¿Pablo? Llevo tu nombre grabado en mi anillo.

PABLO. - Y yo llevo tu nombre, ¿habrá un álbum de fotos en la casa?

PILAR. - Tal vez, pero ¿para qué?

PABLO. - Por ver si estamos juntos en las fotos, y tal vez así... la verdad es que no sé qué adelantaríamos.

PILAR. - No sé, a ver si en ese estante hubiera algún álbum.

PABLO. - ¿Allí con los libros? Podría ser.

PILAR. - Mira, esto es un álbum. ¿Nos sentamos a ver?

PABLO. - Sí.
AMBOS SE SIENTAN EN UN SOFÁ, MUY JUNTOS, A VER LAS FOTOS.

PILAR. - Pero si somos nosotros. ¿Dónde es esto?

PABLO. - No sé, no recuerdo haber estado en ninguno de estos sitios.

PILAR. - Pero si son fotos de nuestra boda. Entonces...

PABLO. - Sí, debemos de estar casados.

PILAR. - Sí, pero tú crees que nosotros dos hemos...

PABLO. - ¿Hecho el amor? Supongo que sí, si estamos casados, seguro que nos hemos acostado juntos.

PILAR. - ¡Dios mío! No me lo imagino, tú y yo juntos.

PABLO. - ¿Por qué no te lo imaginas? ¿Acaso no soy tu tipo?

PILAR. - Supongo que sí lo eres, de hecho, me he casado contigo ¿no?

PABLO. - Creo que sí.

PILAR. - Y yo ¿te resulto atractiva?

3
PABLO. - La verdad es que no sabría qué decirte, en las condiciones en las que nos hemos conocido... y
además siendo mi esposa, pues, encantado de conocerte.
PILAR. - ¿Tendremos hijos?

PABLO. - ¿Hijos? No. Seguro que no.

PILAR. - ¿Cómo estas tan seguro?

PABLO. - Pues, no sé, podría ser. ¿Recuerdas haber dado a luz?

PILAR. - Si no recuerdo haberme casado, ¿cómo iba a recordar eso?

PABLO. - Creo que no hemos tenido hijos. En la casa no hay más habitaciones ni tampoco aparecen los
chicos en las fotos. Y sino ¿dónde están ahora?

PILAR. - Pero ¿te gustaría tenerlos?

PABLO. - Tú me gustas, según va pasando el tiempo, te estoy sintiendo más cercana, más... mi mujer.

PILAR. - ¿Sí? Pues yo me siento muy extraña. Afortunadamente ya hemos descubierto que estamos
casados, aunque ¿y si estuviéramos separados o divorciados?

PABLO. - No creo, eres tan adorable que yo jamás me separaría de ti.

PILAR. - ¿Crees de verdad que soy adorable?

PABLO. - Sí. ¿Puedo darte un beso?

PILAR. - ¿Un beso? Supongo que sí puedes, al fin y al cabo, eres mi marido ¿no?

PABLO. - Sí, soy tu marido, pero me resulta un tanto extraña esta situación.

PILAR. - Tengo una idea. Ya es tarde, así que podríamos olvidar todo este caos, y mañana intentar
averiguar qué es lo que ha pasado, ¿te parece bien?

PABLO. - Sí, me parece magnífico. ¿Y ahora? ¿Puedo besarte?

PILAR. - Claro que sí, bésame.

PABLO. - ¿Nos vamos a dormir?

PILAR. - ¿Juntos? Porque si somos un matrimonio, tenemos que dormir juntos.

PABLO. - Sí, durmamos juntos. Vamos.

PILAR. - Espera un momento, ¿Por qué no me das primero eso?

PABLO. - ¿Qué?

PILAR. - El dinero, claro.

PABLO. - ¿El dinero? ¿Por qué eres tan desconfiada? ¡Lo has estropeado todo, con lo bien que lo estabas
haciendo!

4
PILAR. - Lo siento, pensé que tal vez te ibas a olvidar.
PABLO. - ¿Alguna vez me he olvidado de pagarte? Pero si incluso te he regalado un anillo y te he dado las
llaves de mi casa. ¿Y las sesiones de fotos? Todo por satisfacer esta fantasía mía, y lo tienes que
estropear por el asqueroso dinero. Pues claro que te voy a pagar ¿algún día te has ido de aquí sin
cobrar? ¿A qué no? Pues no comprendo cómo puedes... claro, no dejas de ser lo que eres, esto
para ti no es más que un trabajo, y yo... seguro que yo no soy más que un idiota.

PILAR. - No es eso, perdóname, de repente me acordé y lo solté sin pensar. Lo siento, de verdad. ¿Vamos
a la cama?

PABLO. - No, hoy ya no. Me has quitado las ganas. Toma tu dinero y lárgate. La semana que viene vente a la
misma hora. Y por el dinero no te preocupes, te lo dejaré en el cuarto de baño. Di que tienes que
ir al baño y lo coges sin hablar de ello, por favor, no me lo vuelvas a estropear ¿Ok?

PILAR. - Vale. Nos vemos el viernes que viene.


PILAR SE MARCHA. PABLO SE QUEDA SOLO, MUY ENFADADO.

PABLO. - ¡Carajo! Con el dinero que me estoy gastando podría contratar a una actriz profesional.

PILAR. - Tanto lio por una cosita.

Telón

También podría gustarte