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Una lectura lésbica de la obra de Sor Juana1

Nadia Rosso2

Es el primer coloquio de escrituras sáficas y me viene a la mente una de mis clases de


licenciatura, de literatura mexicana Novohispana. Curioso es que tengamos en nuestro billete
de doscientos pesos la figura de una monja poeta cuya vida personal sigue siendo hasta cierto
punto un misterio y un tabú para muchas personas. Como buena curiosa, lesbiana y feminista
elegí a Sor Juana Inés de la Cruz como tema para uno de mis trabajos finales de esta materia.
En el proceso fui encontrando algunas pistas y elementos de su obra que yo desconocía, y
que me hicieron reflexionar en torno a la discusión sobre la existencia de una “literatura gay”,
que en este caso era más bien una “literatura lésbica”. Pero, ¿Por qué retomar una discusión
irresoluta, sobre todo en un caso en el cual resulta muy riesgoso usar el término identitario
“lesbiana” para una época en la cual éste ni siquiera existía como tal?

La parte de esta discusión que pretendo rescatar no es la posibilidad de encasillar, mediante


elementos que pueden resultar arbitrarios y errados, cierta literatura bajo el nombre de
“literatura lésbica”, sino más bien, sobre la posibilidad de hacer una lectura lésbica de ciertas
obras literarias. Justamente, la utilidad de retomar esta discusión radica en que la propuesta es
modificar las connotaciones y la perspectiva desde la cual se usa este término. Ahora, la
reflexión se enfoca, no ya en hablar de una literatura lésbica, lo cual considero errado por
cuestiones histórico-culturales y conceptuales que harían arbitraria la creación de parámetros
para clasificarla, sino de una interpretación y búsqueda de anticipaciones o elementos lésbicos
en la literatura.

Por un lado, ha sido relativamente aceptado que se hable de “anticipaciones” o


“elementos” de algún tipo en las obras literarias. En el artículo de Aralia López González,

1
Ponencia presentada en el Primer Coloquio Internacional de Escrituras Sáficas, Ciudad de México, 24 de
noviembre de 2010.
2
Escritora, lingüista y antropóloga feminista nacida en la Ciudad de México.

1
llamado justamente “Anticipaciones feministas en la vida y en la obra de Sor Juana Inés de la
Cruz”3, la autora ejemplifica de qué manera, aunque Sor Juana no conociera siquiera el
término “feminismo” pues no existía aún, aparecen en su obra elementos feministas. Si
descontextualizamos o caemos en esencialismos, no podríamos afirmar que en la obra de Sor
Juana hay elementos feministas. Pero si ampliamos la perspectiva a la posibilidad de encontrar
anticipaciones de una teoría que hoy en día tiene nombre y apellido, y que posee bases
ideológicas bien definidas que no nacieron cuando el feminismo se consolidó como
movimiento, sino desde mucho antes, podemos hacer una lectura feminista. En este sentido,
no podemos olvidar que una teoría o corriente de pensamiento no nace espontáneamente en
cuanto se le da un nombre, sino que es resultado de un proceso histórico y tiene siempre
antecedentes.

Si partimos de esta perspectiva, podemos entonces decir que, aunque Sor Juana no fuese
feminista en sentido estricto, plasmó en su obra elementos de lo que hoy en día llamamos
feminismo. Aralia López, los llama anticipaciones, en el entendido de que son previos al
feminismo como tal, y como su nombre lo indica, se anticipan al momento histórico en el cual
este movimiento se gestó.

Pero ese tema ha sido ya discutido y polemizado en distintos momentos, lo que busco
ahora es hablar sobre otro elemento, el más tabú de todos: la posibilidad de una lectura lésbica
de la obra de Sor Juana. Porque, con todo, no podemos negar que resulta un poco más
políticamente incorrecto llamar a Sor Juana lesbiana, que llamarla feminista.
¿A qué me refiero con “lectura”? Simplemente a la parte hermenéutica o interpretativa que
deja espacio a más flexibilidad. Esto significa que, a mi ver, es posible encontrar en la obra de
Sor Juana, no sólo anticipaciones feministas, sino también anticipaciones lésbicas.
Y aquí hablo con cautela: ¿A qué me refiero exactamente con lo “lésbico”? Porque parece
ser que existe más consenso en lo que se ha de llamar “feminista” – y eso que no hay mucho-
que en lo que se ha de llamar “lésbico”.
En el uso más popular, lo lésbico se centra en la sexualidad: una lesbiana es una mujer que
se relaciona sexual/afectivamente con otras mujeres. En sentido amplio y sin entrar en
discusiones identitarias que no vienen al caso ahora, lo lésbico sería lo que tiene que ver con
las mujeres que se relacionan sexo-afectivamente con otras mujeres.

3
López González, Aralia, Anticipaciones feministas en la vida y en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz , en
Sara Poot Herrera (ed.), Y diversa de mí misma entre vuestras plumas ando. Homenaje internacional a Sor
Juana Inés de la Cruz, El Colegio de México, México, 1993, pp. 341-48.

2
En este entendido es que la mayoría de las y los estudiosos de la obra de Sor Juana, se
lanzan heroicamente como paladines en defensa de la honorable reputación de la monja cada
vez que alguien osa difamarla, sugiriendo que era lesbiana. ¿De qué la defienden? Justamente,
de que se hubiese relacionado de una manera “insana” con otras mujeres. De que hubiese
sentido deseo sexual por ellas, o que hubiese llevado este deseo a la práctica.
Cuando una lee un poema de Juana de Asbaje, como por ejemplo el romance Mi Divina
Lysi:
Así, cuando yo mía te llamo,
no pretendo que juzguen que eres mía,
sino que ser tuya quiero
[…]
En fin, yo de adorarte
el delito confieso;
si quieres castigarme,
este mismo castigo será premio.4

Y se atreve a sospechar que Sor Juana sentía “demasiado” amor por la Condesa, y tal vez
osa preguntar: ¿Será que Sor Juana sentía un amor pasional por esta mujer? Entonces cae
sobre su cabeza la santa inquisición de las buenas costumbres literarias, y la adoctrina: No, no,
niña. Tú no sabes nada. Una poeta tan sublime como Sor Juana no admite una lectura tan
burda, superflua y terrenal. Lo que leemos en ese poema es un amor platónico y puro,
admiración, estima, halago, loa… ¡jamás algo terreno y carnal! Y esto lo digo recordando, de
nuevo, mis memorables lecciones de literatura mexicana novohispana.
A veces, una se contenta con dicha explicación, pensando que probablemente una es tan
ignorante como para no entender de esos sublimes y divinos menesteres, o simplemente, en
términos coloquiales, que es una muy malpensada.
Pero cuando no se contenta con dicha explicación, entonces caben varios
cuestionamientos: ¿Cómo saben las y los estudiosos de Sor Juana, que sólo se trata de un amor
platónico? Ciertamente, por lo que se sabe de la vida de la monja, no hay registros que hagan
explícita una relación “más íntima” con la condesa. Así como tampoco hay ninguno que de
constancia de que no fue así. Eso significa, simplemente, que no podemos saberlo.

4
De la Cruz, Juana Inés, Romance “Mi Divina Lysi”, en: Obras completas, ed. A. Méndez Plancarte,
México, F.C.E., 1951.

3
Dentro de todo, entonces, cabe aceptar que existe la posibilidad de que Sor Juana tuviese
prácticas lésbicas, y que negarlo rotundamente carece de fundamento. En todo caso, esa
discusión no tiene fin, pues no existen elementos para concluir nada.
Por un lado tenemos esta incertidumbre, pero por otro, si volteamos la tortilla, podemos
verlo desde otra perspectiva.
Digamos que leemos un poema amoroso de Bécquer, por ejemplo. Quisiera ver que alguna
estudiosa o estudioso de su obra declarase que el hecho de que Bécquer escribiera poemas
amorosos a mujeres no significaba, en absoluto, que a él le gustasen las mujeres. Que
simplemente era un amor platónico y no por ello podemos aventurarnos a asumir que Bécquer
era heterosexual. Sospecho que eso no sucedería, y en todo caso, la persona que hiciese esa
declaración sería tachada de loca.
Y sin embargo, esa situación sucede cotidianamente con todas las escritoras y escritores no
heterosexuales en la historia.
Entonces he de sospechar que estas negaciones de la sexualidad no heterosexual de las y los
autores, hechas a modo de defensa, tienen que ver con una sociedad heterocentrista: una
sociedad que asume que todo mundo es – o debe ser- heterosexual. Y entran aquí otros
elementos de homo y lesbofobia que llevan a la negación de una sexualidad no heterosexual de
cualquier figura famosa: ya sea en el medio del arte, la política, la ciencia…
Otro elemento importante que concierne este caso, es la eterna negación de la sexualidad
femenina. A lo largo de la historia, mitos y tabúes se han encargado de arraigar en el
imaginario colectivo la idea de que las mujeres no tenemos sexualidad. Por ello también la
dificultad histórica de construir la noción de una sexualidad lésbica: dos entes asexuados, no
pueden tener una sexualidad conjunta, claro está. Dicho en términos coloquiales, la pregunta
está en el aire ¿Qué hacen dos mujeres en la cama?
Agreguemos también, el hecho de que Sor Juana era monja y vivió en la época
Novohispana. Si las mujeres no tienen sexualidad, las monjas, muchísimo menos. En este
sentido, era totalmente impensable cualquier asomo de sexualidad en la vida o en la obra de la
monja, y si esta no era dirigida hacia los hombres, más impensable aún.
Si bien es cierto que no podemos asegurar que Sor Juana tenía prácticas homosexuales,
tampoco podemos negarlo.
Desde esta perspectiva, podemos concluir que tanta energía empleada en comprobar que la
monja no tenía ningún interés sexo-afectivo por las mujeres, puede explicarse por el contexto
heterocentrista y lesbofóbico en el que vivió Juana de Asbaje, y vivimos aún. Porque en todo
caso, como algunas personas han declarado, si la monja tenía inclinación por su sexo, no es

4
tan trascendente. Y aquí pasamos el segundo punto, a la perspectiva donde hay mucho más
tela de dónde cortar y donde, creo yo, es más trascendente el análisis.
Fuera de la acepción tradicional y más extendida de lo que es ser lesbiana –y por ende, lo
lésbico- y tomando en cuenta que desconocemos las prácticas y deseos sexuales de Juana de
Asbaje, reconozcamos que esta acepción del lesbianismo no es útil categoría de análisis para
encontrar elementos lésbicos en su vida ni en su obra.

La segunda acepción, la que está relacionada más con el terreno político e ideológico, es
donde hay posibilidad de develar elementos y construir interpretaciones.

En la teoría lésbica, varias autoras han hablado de la lesbiandad como una postura político-
ideológica que va más allá de las prácticas sexuales en sí mismas. Ésta tiene que ver con una
postura feminista: ser sororal con otras mujeres, rehusarse a formar parte del sistema patriarcal
como objetos disponibles para los hombres, escapar al matrimonio y maternidad como única
opción de vida, etcétera. Autoras como Sheila Jeffreys radicalizan esta postura al asegurar que
una lesbiana política lo es independientemente de sus prácticas sexuales, así excluye de cierta
forma la sexualidad de este terreno5. Otras autoras, como Monique Wittig, profundizan el
análisis llegando a afirmar que las lesbianas no son mujeres, pues una Mujer es una categoría
social asignada por los hombres, en la cual las mujeres existen en función de ellos, y deben
cubrir ciertos requisitos obligatorios de apariencia, actitud, roles, etc. En tanto las lesbianas
escapan a este esquema, y no dan servicios no remunerados a los hombres (tales como
servicios sexuales, de trabajo doméstico, maternidad, entre otros), entonces no entran en la
categoría social de Mujer.6
Sin profundizar más en ello, podemos decir que estos elementos que tienen que ver
estrechamente con el feminismo y especialmente con una elección de vida fuera del esquema
patriarcal, pueden buscarse/encontrarse en la obra de Sor Juana. Si consideramos estos
elementos como sinónimos de lo lésbico, entonces hallamos un terreno más fructífero para la
búsqueda de pistas en la obra de Sor Juana, que si habláramos de sus prácticas sexuales
exclusivamente.
Basándome en el acertado trabajo de Aralia López, retomo algunos de los elementos
feministas que ella encuentra en la obra de la monja y que pueden enmarcarse dentro de la
teoría lésbica, y otros elementos que pueden leerse, analizarse e interpretarse de manera
independiente a los datos que se tienen sobre la vida íntima y la sexualidad de Juana de Asbaje.

5
Jeffreys, Sheila, La herejía lesbiana, Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia y el Instituto de la Mujer,
Madrid, 1996.
6
Wittig, Monique, El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Egales, Madrid, 2005.

5
Así, la lectura lésbica de Sor Juana se basa en una perspectiva de la lesbiana política que
hace una elección de vida fuera del esquema heteropatriarcal, y no ya la lesbiana identitaria
basada en una orientación o práctica sexual.

Una de las primeras anticipaciones que nota Aralia López, y que en general varias otras
autoras denominan como elementos feministas, es la idea recurrente en Sor Juana sobre la
igualdad de género (que en su contexto denomina igualdad de los sexos). Esta idea pre-
feminista muy arraigada en Sor Juana, se lee entre líneas en muchas de sus obras, pero también
se lee explícitamente en otras tantas, de las cuales cito a continuación un fragmento del poema
escrito a la duquesa de Aveiro:
[eres] Claro honor de las mujeres
De los hombres docto ultraje
Que probáis que no es el sexo
De la inteligencia parte.7

En numerosas ocasiones la monja responde a críticas y ataques, especialmente de hombres


pertenecientes a la nobleza y el clero, que aseguran que ninguna mujer puede aspirar a los
niveles de inteligencia y erudición propios de los hombres. Sor Juana loa a varias mujeres,
asegurando, como el anterior fragmento muestra, que el sexo no es parte de la inteligencia. En
otras palabras, que ambos sexos pueden ser igualmente inteligentes.

El trabajo de Aralia López González, comienza justamente con una cita que tiene que ver
con la vida de la monja y que da pauta para el siguiente elemento:

La feminista norteamericana Carolyn G. Heilbrun, en su libro Writting Woman’s


Life, dice que los hombres sólo pueden ser y sentirse hombres frente a mujeres
no ambiguas; y define como mujeres no ambiguas a las que ponen en el centro de
su vida a un hombre. De acuerdo con esta definición, Sor Juana fue una mujer
ambigua […] [una] mujer cuya prioridad eran sus propios proyectos […]8

Se ha hablado mucho de los orígenes de la decisión de Juana de Asbaje de ser monja. Por
su amplia producción literaria, así como algunas pistas de sus propios textos y sus biógrafos,

7
De la Cruz, Juana Inés, op. cit, Romance a la Duquesa de Aveiro, (vv.57-58).
8
López González, Aralia, op. cit., p. 341.

6
sabemos que Sor Juana tomó esta decisión como alternativa al matrimonio, y como vía de
acceso al mundo intelectual. Sabía que en su condición, era la única forma en la cual podría
vivir libre del yugo de un marido y tener acceso directo al conocimiento en las bibliotecas del
convento.
Desde este punto de vista, Sor Juana desafía los roles y espacios reservados para las
mujeres, tales como la maternidad, el matrimonio y el alejamiento del mundo intelectual. No
en vano, críticos patriarcales, tales como Octavio Paz, aseguran que Sor Juana sufría una
masculinización: se negó a cubrir, como dice el dicho popular, las labores propias de su sexo.
En el sentido Witiggiano, al escapar conscientemente de estos roles impuestos a las mujeres,
Sor Juana ejerció la lesbiandad, políticamente hablando. Decidió, dentro de sus limitadas
posibilidades, no convertirse en un objeto al servicio de los varones.

Dentro de esta misma línea, hay un fragmento de su romance 48 del cual podríamos
derivar dos interpretaciones:

Yo no entiendo de esas cosas;


Sólo sé que aquí me vine
Porque, si es que soy mujer,
ninguno lo verifique9

Por un lado, se hace patente la elección de la vida conventual como una negación por parte
de Juana de Asbaje de prestar servicios sexuales a los hombres. De manera sutil y elegante nos
dice que se niega a que un hombre verifique su sexo.
Pero esto no es lo más sorprendente, sino la declaración: Si es que soy mujer. De tal
manera, Sor Juana pone en entredicho su condición de mujer. ¿Cómo puede dudar de su
condición de mujer? Ciertamente entendía que era una cuestión mucho más compleja de lo
que parecía, y aparentemente tenía cierta conciencia de las construcciones de género. En este
maravilloso fragmento, la monja anticipa incluso a la renombrada Monique Wittig: nos dice

Con que a mí no es bien mirado


Que como mujer me miren,
Pues no soy mujer que a alguno
de mujer pueda servirle;
y sólo sé que mi cuerpo,
sin que a uno u otro se incline,

9
De la Cruz, Juana Inés, op. cit. Romance 48 (v. 93-108).

7
es neutro, o abstracto, cuanto
sólo el Alma deposite10

En este fragmento parece ser que Sor Juana está conciente de que la condición de mujer
está marcada por la utilidad que ésta pueda brindarle a un hombre. ¿Podemos decir que Sor
Juana sabía que podía “no ser mujer”, o ser lesbiana, en palabras de Wittig, si no servía para lo
que las mujeres se supone deben servir a los hombres?
Inclusive nos dice que para ella no es bien mirado que como mujer la miren, pues también
sabe que ser vista como mujer implica una mirada subalterna: lo inferior, lo ilegítimo. También
porque el Ser mujer implicaba todo aquello que Sor Juana no quiso en su vida: matrimonio,
maternidad, sumisión, delegar sus propios proyectos y alejarse del conocimiento.

En segunda instancia, Sor Juana también se asume como una especie de andrógino: dice
que su cuerpo es neutro, o abstracto, pues sólo el Alma deposita. Este elemento aparece en
otro romance, del cual también podemos hacer una interpretación:

Ser mujer ni estar ausente


No es de amarte impedimento
Pues sabes tú que las almas
Distancia ignoran, y sexo11

Este romance escrito a la condesa a quien llama Filis, más allá de explicitar que el hecho de
ser mujer no es impedimento para amar a otra mujer (pues aquí entran siempre las discusiones
sobre el “tipo” de amor del cual la monja habla), creo que nos aporta también un elemento
importante: las almas distancia ignoran y sexo. Sor Juana dice que las almas ignoran el sexo, ya
sea asexuadas o andróginas, niega que el sexo ejerza influencia sobre éstas. De ese modo,
también, además de hacer referencia de nuevo a la “igualdad” de los sexos, hace referencia a
cierta androginia de las almas.
Para mí, estos pequeños detalles son reveladores. No sólo porque logró plasmarlos de
manera tan sutil como para no ser lo suficientemente censurada que su obra no llegara a
nuestros días, sino también porque escapó en muchísimos aspectos, a las construcciones
culturales de lo femenino en su época.
De este modo, creo yo, Sor Juana, más allá de tener un pensamiento que anticipaba
elementos feministas, también llevaba a la práctica en su vida y dentro de sus posibilidades, el

10
ibídem.
11
De la Cruz, Juana Inés, op. cit., Ro a ce Lo atrevido de u pi cel… (Vv.109-112).

8
rompimiento de los esquemas asignados para su sexo y de este modo, en un sentido Witiggiano,
se acercaba bastante a la lesbiana política que ésta y otras autoras de teoría lésbica mencionan
constantemente.

Volviendo al tema de este coloquio: si la literatura sáfica es aquélla escrita por mujeres que
escapan al modelo patriarcal de opresión; al matrimonio, la maternidad obligatoria, llevan una
vida independiente a los hombres, y se asocian con otras mujeres, ésta no puede separarse de
la visión feminista.

El amor que Sor Juana profesaba hacia las mujeres es innegable. Llámenlo algunas
estudiosas y estudiosos amor platónico, amistoso, admiración, puede ser, pero amor sororal al
fin. ¿Hizo Sor Juana una literatura lésbica? Considero peligroso aventurarme a hacer tal
aseveración, siendo que tantas autoras han dedicado su vida a estudiarla a fondo, algunas de
ellas defendiendo a toda costa su heterosexualidad – o en todo caso su no homosexualidad-.
Sin embargo creo que el debate queda abierto a rica discusión desde una visión lésbica
feminista y no masculina, androcéntrica ni lesbofóbica.
Desde esta perspectiva, a lo más que puedo aventurarme a decir, no siendo sorjuanista ni
especialista, sino sólo curiosa y osada, es que es posible una lectura lésbica de la obra de Sor
Juana Inés de la Cruz.

Ciudad de México, 24 de noviembre de 2010

9
Bibliografía:

• De la Cruz, Sor Juana Inés, Obras completas, (ed. de A. Méndez Plancarte), Fondo de
Cultura Económica, México, 1951.
• Jeffreys, Sheila, La herejía lesbiana, Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia y el
Instituto de la Mujer, Madrid, 1996.
• López González, Aralia, “Anticipaciones feministas en la vida y en la obra de Sor
Juana Inés de la Cruz”, en: Sara Poot Herrera (ed.), Y diversa de mí misma entre vuestras
plumas ando. Homenaje internacional a Sor Juana Inés de la Cruz,, El Colegio de México,
México, 1993, pp. 341-48.
• Wittig, Monique, El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Égales, Madrid, 2005.

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