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Narrar y Contemplar EB 2
Narrar y Contemplar EB 2
NARRAR Y CONTEMPLAR
Una aproximación al desafío de favorecer el despliegue
de la espiritualidad en los jóvenes de hoy.
Este trabajo tiene como finalidad invitar a reflexionar y dar algunas pistas que
ayuden al esfuerzo que las y los educadores de la fe hacemos para cultivar la “experiencia
de Dios” en adolescentes y jóvenes de este tiempo.
No nos proponemos agotar el tema ni hacer un análisis exhaustivo, sino más bien
poner el foco en algunas cuestiones que, quizá, necesitan ser más cuidadas en nuestras
propuestas de crecimiento, atentos a los cambios culturales y a esta nueva generación
que nos sale al encuentro, que algunos llaman “generación Y”1.
Lo que se comparte en estas páginas son, pues, sencillas ideas que apuntan a
señalar caminos que, de considerarse válidos, convendría explorar. No como algo “nuevo”
que reemplaza lo anterior, sino, tal vez, como la puntualización de ciertos elementos y
complementos que pueden estar haciendo falta.
1El Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid, durante el año 2010, sacó una serie de cuadernos sobre
Pastoral Vocacional muy interesantes. El primero de esos cuadernos, escrito por José María Bautista, hace
un análisis pormenorizado de la generación nacida entre 1988 y 2000; los llama “generación Y”. Desde una
postura a la vez lúcida y empática, articula la reflexión sobre cinco características del universo en que se
mueve esta juventud, que presenta a su vez oportunidades y desafíos a toda pastoral en general y a la
pastoral vocacional especialmente: el mundo transracional, el mundo mediático, el mundo autoconstructivo,
el mundo postmaterialista y el mundo interconectado. Puede verse su referencia en www.invire.net
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Se han hecho avances muy valiosos, que tienen que ver sobre todo con la clave
“experiencial”; esta consiste en trabajar desde una pedagogía que, al partir de la vida e
integrarla, articula mejor las distintas dimensiones humanas (corporeidad, afectividad,
intelecto, voluntad) y las abre a la mirada creyente, promoviendo procesos holísticos de
crecimiento.
Sin embargo, pareciera que “algo” falta. Que la experiencia de Dios a veces no
termina de “calar hondo” y sostenerse, quedando relegada a “espacios” o “momentos” de
gran significatividad, pero no siempre abrazando la totalidad de los proyectos vitales.
2 La dra. Jill Bolte Taylor, neuroanatomista, en un video conmovedor que puede apreciarse en
Internet, da cuenta de una experiencia muy potente que le tocó vivir, única por tratarse de una
médica especialista en neurociencia: la “anulación” momentánea, por un accidente cerebro
vascular, de su hemisferio izquierdo. Lo que vivió, concientemente, fue una experiencia de
“hemisferio derecho” muy decisiva para su historia personal. La sensación de “unión con todo”, de
paz, de armonía y profundidad que relata, tiene mucha similitud a los relatos de los “místicos
cristianos”, al “nirvana” y a la “iluminación”. Puede verse su relato subtitulado en español en: parte
1 http://www.youtube.com/watch?v=pl1TLsOYahw. Parte 2
http://www.youtube.com/watch?v=Ijz7L6KrJQE&feature=related . Algunas corrientes científicas e
incluso espirituales han buscado, con drogas o tecnología, “provocar” estas experiencias,
causando resultados bastante perniciosos en las personas, lo cual prueba, por un lado, que a los
niveles más altos de la espiritualidad se arriba por cultivo y no a la fuerza; y, por otro, que no se
trata de “anular” el hemisferio izquierdo sino de desarrollarlo en forma armónica con el derecho.
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Si esta realidad tiene consecuencias en todas las áreas del crecimiento humano,
¿cómo no habría de tenerlas también en el desarrollo espiritual?
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En las culturas rurales, por ejemplo, persiste aún una cierta capacidad natural de contemplar. En las
culturas urbanas o suburbanas, post- industriales y tecnológicas, se hace necesario “educar” esa capacidad.
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CONTEMPLAR: el “gigante dormido” en la modernidad occidental (no así en la
tradición sagrada de todas las religiones, donde ha sido siempre la “clave” de los místicos)
es la CONTEMPLACIÓN. ¿Qué es contemplar?
Contemplar no es tanto
mirar, cuanto “ser mirado”. Es
abrirse al misterio desde
la intuición de su globalidad,
desde el “silencio” de la razón y
la calma de los sentidos 4.
En el campo de la
espiritualidad, contemplar es
“reposar” en una suave
conciencia de la presencia de
un Otro (con mayúsculas) que
habita lo profundo de nosotros
mismos y de toda realidad, que
contiene y alienta la vida. No
para pedirle algo, menos para entenderlo; ni siquiera para “obedecerlo”, en el sentido de
que en ese momento Él “tenga que decirnos lo que debemos hacer”.
Es más bien la presencia serena y confiada ante aquella Presencia que, de modo
quizá imperceptible, irá modelando nuestro corazón como en el origen, a su imagen y
semejanza. Es un “no hacer” muy potente, porque es dejar que Él pueda “hacer” con
libertad en nuestra alma.
No es “eficiente”. No es “productivo” …. De hecho, la oración contemplativa puede
parecer inútil…. Pero si perseveramos en ella, “algo” se va transformando en nosotros, al
punto que podemos percibir claramente, en nuestra mirada, en nuestros gestos y
actitudes, incluso en nuestra energía para vivir, de cuán “útil” y fecunda es5.
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Las “purificaciones” de Santa Teresa y San Juan de la Cruz son “noches” de los sentidos y del
espíritu, o sea, experiencias de silenciamiento para dar lugar a la Presencia desnuda, honda y total que
sostiene la vida. La contemplación de San Ignacio de Loyola es un ejercicio claramente “de hemisferio
derecho” (“gustar y sentir, más con el corazón que con la razón” … “saborear más que pensar mucho”). Los
místicos de nuestra tradición cristiana han encontrado esta “clave” de la contemplación como camino de
crecimiento espiritual. Quizá la “novedad” de este tiempo es que esta sed de lo contemplativo está mucho
más presente en la gente (incluso no religiosa) que en otros tiempos.
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No se trata de proponer “una nueva moda” que reemplace nuestras prácticas pastorales o
espirituales. Se trata, posiblemente, de complementarlas y resignificarlas desde esta clave. Por dar un
ejemplo extremo: no se trata de desvalorizar la Eucaristía, como celebración culminante del Misterio Central
de nuestra fe. Pero quizá se trate de “celebrarla” de un modo pleno, favoreciendo de modo personal y
comunitario un aprovechamiento real y profundo de los momentos de “narración y contemplación” que esta
liturgia ya contiene: silencio, expresión de la propia vida, encuentro con la Palabra, Adoración… Lo mismo
podría decirse de los momentos de oración y celebración, y hasta de las prácticas más “tradicionales”, como
por ejemplo el Rosario, que, en su origen, es una oración profundamente contemplativa.
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4.- Un elemento innegociable del crecimiento espiritual.
Para finalizar, hay un elemento que no puede estar ausente, sin el cual se abortan
los mejores procesos de desarrollo humano y despliegue espiritual, en cualquier ámbito
de la vida.
Recordemos aquella historia del niño que vendía agua, en una estación de trenes de
la India. Cuando se acercó a un hombre, éste le preguntó:
- ¿A cuánto vendes el agua?
- A diez pesos, señor- respondió el niño
- Te doy siete- dijo el hombre, con evidente deseo de regatear el precio.
El niño se dio vuelta y continuó su oferta a otros viajantes. El hombre, molesto, le
reprochó que aún no hubiera terminado de negociar. A lo que el niño le respondió:
- Señor, yo a usted no le voy a vender agua, porque usted no tiene sed. Si
tuviera sed, no regatearía el precio.
En nuestra “educación espiritual” tal vez tengamos que revalorizar este aspecto.
Necesitamos ritos comunitarios semanales y prácticas individuales diarias, vividas desde
esta clave de narración y contemplación. Breves y sencillas, pero auténticas, sistemáticas y
constantes.
Si miramos otras épocas, hemos ganado en transparencia; y eso sin duda nos
permite situarnos ante Dios de un modo más auténtico y genuino. Pero fallamos a la hora
de sostener esa transparencia delante de Él, confiando en su Amor sanador, en su trabajo
sereno y profundo que se abre camino en nuestra alma.
La paciencia y la disciplina son dos virtudes poco promocionadas actualmente,
pero son la “indispensable parte nuestra” en el camino espiritual. Proponer caminos de
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espiritualidad sin hablar de esta dimensión de la disciplina, es, en algún punto, estafar a
los jóvenes.