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LA DIRECCIÓN DE LA CURA

Y LOS PRINCIPIOS DE SU PODER


Flory Kruger

Como introducción al Seminario sobre el Escrito: "La


dirección de la cura y los principios de su poder", es
necesario presentar un marco general que nos permitirá ubicar
este texto, tanto 1- en relación con el entorno
psicoanalítico de la época en que Lacan lo escribió como 2-
en el momento teórico en el que se encuentra su propia
enseñanza.

1- Respecto al entorno de la época, los psicoanalistas,


según Lacan, se habían desorientado respecto del camino
trazado por Freud. Lacan critica el reduccionismo al
que fue sometido el psicoanálisis y este Escrito se
inscribe en el movimiento de reconquista del Campo
Freudiano. Lo que se propone es volver a las fuentes
freudianas y lo hace a partir de mostrar las
desviaciones tanto clínicas como teóricas a las cuales
fue sometido el psicoanálisis. Es importante saber con
quién Lacan está dialogando y a quién le está
respondiendo, para comprender con más claridad sus
desarrollos teóricos. Lacan, en el año 1958 pertenecía
a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, una
Institución constituida alrededor de reglas fijas,
ritualizadas y estandarizadas. Conocemos el destino que
tuvo su posición crítica respecto de la formación del
analista. En el primer capítulo del Seminario 11
titulado "Excomunión", Lacan cuenta cómo su
Institución, sus propios colegas, sus propios alumnos,
sus propios analizantes proscribieron su enseñanza,
considerándola nula para la habilitación de un
analista.
Podemos preguntarnos ¿por qué? Porque Lacan modifica el
dispositivo analítico en función de la persona que lo
consulta, en lugar de una regla ritualizada, utiliza una
regla sensible a cada caso en su singularidad. Un ejemplo de
esto fue la sesión corta, frente al estándar de los 50
minutos impuestos por la IPA. Lacan no alentaba el bla bla
blá vacío, la charlatanería, sino que se sostenía en una
ética del silencio, buscando la reducción de la palabra
vacía.
En la época que escribe este trabajo se enfrenta con la
novedad de la contratransferencia, y su respuesta a este
concepto fue mostrar cómo más allá de la ilusión
intersubjetiva que es la que sostiene el enfoque de la
contratransferencia, el analista se debe presentar libre de
prejuicios, lejos de su saber y de su persona.
2- Respecto del momento de sus desarrollos teóricos, si
dividimos su enseñanza en períodos de 10 años,
comenzando en el año 1940, este texto del año 1958,
pertenecería al segundo período, entre los años 50 y
60. Ubicamos aquí al período estructuralista de Lacan,
donde el énfasis está puesto en el registro simbólico,
donde define al inconsciente estructurado como un
lenguaje, donde establece claramente las diferencias
entre el Sujeto y el Yo, donde el soporte fundamental
lo ubica en la cadena significante, en la palabra
verdadera, donde define al síntoma como metáfora y el
final del análisis como la asunción del ser para la
muerte. Más adelante, hablará del fin de análisis del
lado del atravesamiento del fantasma, cuando ya tiene
conceptualizado al objeto a y finalmente de la
identificación al síntoma.

Escrito.
Este Escrito tiene para nosotros un gran interés por ser un
texto eminentemente clínico y si bien es uno de los trabajos
de la primera época de su enseñanza, sigue teniendo toda la
actualidad.
¿Por qué digo que es actual? Porque se trata de una
interrogación respecto de lo que hace un analista pensado
desde un analista, se trata del testimonio de un analista que
se propone pensar lo que hace en su práctica y esa posición
de pregunta y de cuestionamiento a la acción del analista,
está por fuera del tiempo.

El texto se divide en cinco partes:


- I. ¿Quién analiza hoy? Con 7 puntos. Es una pregunta sobre
quién es el analista, una pregunta sobre el ser del analista.
- II. ¿Cuál es el lugar de la interpretación? Con 9 puntos.
Es un capítulo dedicado a la interpretación y al lugar que
ocupa.
- III. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? Con
8 puntos. Lacan pasa de interrogar la interpretación a la
transferencia, si bien la transferencia recorre todo el
texto.
- IV. ¿Cómo actuar con el propio ser? Con 11 puntos. Es una
pregunta que plantea la problemática de la acción del
analista, antecedente de lo que luego teorizará como el acto
analítico.
- V. Hay que tomar el deseo a la letra. Con 19 puntos. Se
ordena la función del deseo en el análisis, no como una
entidad, no como un objeto determinado, sino como un lugar
que puede estar ocupado o vacío.

Los cuatro primeros son cuatro preguntas, sólo el quinto es


una afirmación, precisamente cuando se refiere al deseo y al
modo de tomarlo, a la letra. Habrá que preguntarse e
interpretar el por qué.
En Francia había aparecido un volumen titulado: "La
psychanalyse d'aujourd'hui ", "El psicoanálisis de hoy", bajo
la dirección de Nacht, donde se presenta la actualidad
psicoanalítica francesa de esa época.

El primer capítulo: ¿Quién analiza hoy? es una respuesta a la


lectura de ese volumen.
Lacan interroga a los psicoanalistas para que le respondan en
primer lugar ¿qué es un psicoanalista? y en segundo lugar,
¿cuál es la acción propia del psicoanalista? La acción propia
del analista implica saber qué es lo que un analista hace en
un análisis, para lo cual le exige volver a reconsiderar la
conceptualización de la transferencia y de la interpretación.
El analista aquí interrogado no es un analista pasivo, sino
todo lo contrario, el rasgo de la actividad lo caracteriza en
la medida en que es el que dirige la cura y esta acción del
analista está íntimamente articulada con la cuestión del ser
del analista, que es el cuarto punto del texto. En esta
acción el analista no puede ignorar la parte que le
corresponde a su propio ser.
Lacan trata de desentrañar los principios de su poder,
introduciendo el campo del lenguaje y poniendo en juego la
función de la palabra como modo de dar cuenta de la
experiencia analítica. En este escrito trata de situar la
acción del analista a nivel del orden simbólico, cuestionando
el desvío al que fue llevado al análisis cuando se lo piensa
o se lo practica a nivel del registro imaginario. La
conclusión lógica de lo que se interroga en este Escrito, es
el antecedente de lo que más adelante teorizará como los
cuatro discursos. Allí aparecerán los fundamentos de lo que
es propio del discurso del analista y sus diferencias con los
otros discursos.
Lacan considera necesario probar, demostrar y dar cuenta de
la experiencia analítica como algo que no es del orden de lo
inefable, sino que puede explicarse, articularse, en la
medida en que sabemos cómo está estructurada. Para que una
praxis no se reduzca al ejercicio de un poder, tiene que
estar orientada, determinada por la racionalidad de la praxis
misma.
Cuando Lacan en el primer capítulo se interroga por los
efectos que tiene sobre el analizado la persona del analista,
está apuntando por un lado a rectificar la noción de
contratransferencia y por otro, a poner en evidencia que lo
que esta noción enmascara es la posición del analista. Vemos
en este punto los antecedentes del Deseo del Analista,
concepto que luego va a aislar como la función pivote y
central de la experiencia analítica. Su objetivo es valerse
de la estructura simbólica como poder y no del poder de los
fenómenos personales. Es a partir de la potencia de lo
simbólico que podemos diferenciar la estrategia, la táctica y
la política como tres modos posibles de hacer con ese poder,
de hacer que ese poder no sea el ejercicio de un poder.

Táctica, estrategia y política son tres maneras de decir


interpretación, transferencia y aquello que se refiere a la
cuestión del ser del analista.
Respecto de la interpretación, hay un esfuerzo de Lacan por
elaborar una topología de la interpretación. Critica a los
psicoanalistas de su época porque para definir lo que es una
interpretación, comienzan diciendo lo que una interpretación
no es y eso ocurre porque no saben cuál es la estructura en
la cual se sostiene. La dificultad que Lacan pone en
evidencia es que lo que los analistas no pueden explicar es
el efecto de cambio en el sujeto, es el poder creador y
transformador de la interpretación. Para explicar lo que es
una interpretación Lacan tiene que introducir su doctrina del
significante, que un año antes nos presenta en "La instancia
de la letra en el inconsciente o la razón después de Freud ".

En el punto III se interroga por la transferencia, tomando


como referencia un trabajo de Daniel Lagache, que le sirve
para hacer la diferencia entre estructura de transferencia y
noción o fenómeno de transferencia. Distingue tres fases, 1-
el enamoramiento primero, 2- la trama de las satisfacciones,
3- el tramo final.
Lacan retoma la trilogía frustración, agresión, regresión
para reemplazarla por el binomio: demanda – deseo. También
reemplaza la palabra "técnica" por "acción analítica". Su
esfuerzo se dirige a separar a los analistas de una
perspectiva técnica para orientarlos hacia una acción,
antecedente como decíamos, del acto.
A partir de autores como Anna Freud, Strachey, Balint,
Ferenczi, representantes de las corrientes analíticas de su
época, Lacan va construyendo su propia teoría de la
transferencia, oponiéndose a la legitimidad otorgada al Yo,
por estos autores y fundamentalmente por Anna Freud.
Establece una diferencia entre el Yo y la pulsión, ubicando a
la demanda como la única realidad de la pulsión.

En el punto IV Lacan introduce la pregunta de cómo actuar con


el propio ser. Subrayaremos 3 ejes partiendo de ubicar en el
corazón de la experiencia la falta en ser:
1- la falta en ser del lado del sujeto analizante ubicado en
el corazón de la experiencia. Se trata de un ser en la
demanda.
2- la falta en ser del lado del analista. Lo plantea desde el
final de análisis para marcar que se trata de un ser en el
deseo y lo vincula a la transferencia. El ser del analista
operando en el dispositivo no es ajeno a la palabra del
analizante.
3- la relación entre demanda e identificación, como callejón
sin salida de los que piensan el final de análisis del lado
de la identificación al analista.

En el V y último capítulo, nos introduce en la cuestión del


deseo: Hay que tomar el deseo a la letra.
Los capítulos anteriores son polémicos, Lacan critica,
contesta, examina, habla de y con sus contemporáneos, discute
con los analistas de su tiempo. En cambio, este capítulo es
casi el programa para los psicoanalistas del momento. Ya no
dirá lo qué no hay que hacer, sino lo que hay que hacer y
cómo hay que tomar la experiencia. Lacan intenta definir qué
es analizar y qué se analiza.
El término central en esta última parte del Escrito es el
deseo.
Encontraremos aquí un desarrollo sobre el inconsciente
estructurado como un lenguaje y después un desarrollo sobre
el inconsciente, o sea, hay dos sentidos de inconsciente, el
inconsciente como deseo, que coincide con el análisis de la
bella carnicera y luego Lacan intenta contestar a la pregunta
de lo que es el deseo inconsciente, desarrollo que culmina
con la evocación del significante sin par: el falo.

El falo como significante, es la brújula para orientarse en


la dirección de ese lugar del deseo, pero no sólo, es también
fundamental en este momento de su enseñanza, para ubicar la
conclusión de la cura.

Desde esta perspectiva, sería interesante leer en este


Escrito lo que podríamos llamar un inventario de la variedad
clínica de las salidas de análisis.
Me detengo en este punto esperando que esta introducción
pueda servir de orientación para lo que seguiremos trabajando
de aquí en más y sobre todo en nuestro encuentro de octubre
ya en vivo y en directo.

Flory Kruger

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